Peter
Tan pronto como vi a ese bastardo sentando en los escalones
tuve que luchar contra la necesidad de golpearlo.
—¿Qué diablos está haciendo aquí?
Lali estaba igual de sorprendida que yo. —No sé por qué está
aquí. ¡Mierda! Mi madre también está aquí, Peter. ¡Hará preguntas sobre lo que
pasó! ¿Qué voy a decirle? —Lali estaba a punto de echarse a llorar.
No tenía tiempo para preocuparme por su maldita madre. Sólo
quería saber qué hacía ese pequeño cabrón aquí, esperando a mí Lali. Digo…
esperando a Lali.
—Cogeré tus cosas del asiento, pero deja que te ayude a
salir de la camioneta… —empecé a decir, pero Lali abrió la puerta y se bajó
antes de que pudiera detenerla.
—¿Dónde mierdas has estado toda la noche, Lali? ¡He estado
muy preocupado por ti! —dijo Pablo mientras se levantaba y comenzaba a caminar
hacia Lali. Metí la mano en el asiento trasero y saqué las dos maletas y su
mochila. Quería tanto decirle a ese capullo que no le hablara así a mi chica,
pero necesitaba mantenerme fuera de esto o podría acabar en la cárcel por
patearle el culo.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué me estás esperando en mi
pórtico? —Lali seguía volviendo la vista hacia la casa. ¿Qué narices miraba?
¿Esperaba que su madre saliera? Me pareció ver a alguien de pie
en la ventana, pero aparté la mirada cuando ese pequeño
cabrón empezó a gritarle a Lali.
—Joder, sí, he estado esperándote aquí. Estuve aquí ayer por
la noche esperando a que regresaras a casa pero nunca lo hiciste. ¿Dónde
estabas, Lali? —dijo Pablo, acercándose a ella. Yo estaba justo detrás, así que
me acerqué un paso más a ella y eso le detuvo en seco.
Jodido marica.
—No sé por qué estás aquí, Pablo, y no tengo nada que
decirte. Lo siento si me esperaste, pero hemos acabado. Pensé que lo había
dejado perfectamente claro ayer, después de verte con Juliet. En cuanto a dónde
estuve… bueno, eso no es asunto tuyo —dijo Lali con sus hombros rectos y
cuadrados. Buena chica. Mantente fuerte… Escuché su voz quebrándose mientras
hablaba, pero estaba tan jodidamente orgulloso de ella.
Justo entonces, ese pequeño bastardo se rió y me miró. —¿Qué,
estuviste follándote a este tipo porque yo no era lo suficientemente bueno para
follarte, Lali? —No acababa de decirle eso.
Inmediatamente, dejé caer las maletas de Lali y su mochila y
fui directamente a por ese hijo de puta. Le tuve clavado contra la casa antes
de que incluso supiera qué le había golpeado. Tomó toda mi fuerza no golpearle
por hablarle a ella de esa manera.
—Es mejor que te disculpes con ella justo ahora, hijo de
puta —dije mientras lo sostenía incluso más fuerte. Escuché a Lali soltar un
grito ahogado.
—¡Oh, Dios mío, Peter, no, no le hagas daño! Por favor,
déjale ir, no vale la pena. —Lali intentaba con todas sus fuerzas quitar mi
brazo del cuello de Pablo.
—Lali, necesito que te apartes. No voy a dejarle ir hasta
que te pida perdón por lo que te ha dicho.
Pude oírle intentando decir algo, así que aflojé un poco mi
agarre.
—Quiero que te disculpes con ella y luego le digas que nunca
jamás volverás a molestarla o iré detrás de ti con algunos amigos más y el
hermano de Lali —dije contra su oreja.
—Si me sueltas, se lo diré… Sólo suéltame, apenas puedo
respirar, hombre. —Así que empujé al cabrón y retrocedí un par de pasos. Me
detuve junto a Lali y esperé a que el bastardo recuperase el aliento.
—Ah, Lali, yo, eh, no quise decir lo que dije, lo siento. No
debería haberte hablado de esa manera.
Actuaba como si hubiera terminado y no fuera a decirle que
la dejaría en paz así que me adelanté unos cuantos pasos.
—Sí y yo, eh, no volveré a molestarte nunca más. Entiendo
que hemos terminado. Lo siento si te hice daño, Lali. Realmente lo hago. Espero
que me creas —dijo Pablo mientras se agachaba para recoger la gorra de béisbol
que había salido volando cuando lo inmovilicé contra la casa.
Lali no dijo ni una palabra mientras lo veía marcharse. Tan pronto
como se subió al coche y se marchó, vi todo su cuerpo empezar a caer. ¡Santa
mierda! Extendí las manos y la sostuve.
Me miró y sonrió. —Gracias, Peter. Estás empezando a hacer
de un hábito el rescatarme —dijo con una débil risita. Le puse un mechón de
cabello detrás de la oreja, me incliné, la besé en la frente y le sonreí.
Justo entonces, escuché la puerta delantera de la casa de Lali
abrirse. Ambos miramos al mismo tiempo y Lali se alejó de mis brazos y comenzó
a subir las escaleras. Yo regresé y cogí las maletas que había dejado en el
suelo.
—Eh, mamá, estaré en casa en un segundo. —Lali se giró y me
tendió la mano—. Tomaré esas, Peter, y gracias de nuevo por lo dehoy. Me lo
pasé de maravillas. —Lali dejó que una pequeña pero débil sonrisa le cruzara la
cara. Justo cuando estaba entregándoselas a Lali, escuché una ronca voz empezar
a hablar.
—Siempre supe que te convertirías en una puta. No hay otra
manera de que puedas conseguir a un hombre… Nop, nunca serás querida por
alguien como ese tal Pablo o este increíble chico. ¿La cagaste con este
también, jodida puta?
El cuerpo de Lali empezó a temblar y vi las lágrimas bajando
por su rostro mientras lentamente cerraba los ojos. Casi como si estuviera
tratando de bloquear lo que ese monstruo le decía. No podía creerme que fuera
su madre la que estaba hablándole de esa manera. En ese momento, todo lo que
quise hacer fue llevármela lejos de aquí, de esta mujer que le causaba tanto
dolor.
Di un paso atrás. Me giré, volví a mi camioneta y dejé las
maletas en el interior. Regresé hasta a ella y casi vomité mirando su
angustiada cara. Su madre seguía y seguía insultándola pero traté de bloquearla
de mi cabeza y simplemente mirar a mi dulce Lali.
Me acerqué al escalón justo debajo del de ella. Abrió los
ojos y me miró. Aparté sus lágrimas con mis manos. Intentó sonreír, pero las
lágrimas no cesaban. Toda la vida estaba vaciándose de esos hermosos ojos
azules.
Santa mierda… mi corazón nunca había sido tan lastimado en
mi vida.
—¿Tienes una maleta en la que podamos empacar tu ropa, cariño?
—pregunté al oír a su madre empezarse a reír. Lali asintió.
—Vayamos adentro y empaquemos tus cosas, ¿vale? ¿Puedes
hacer eso por mí, cariño?
Mi dulce e inocente Lali permaneció allí, quebrada. ¿Cómo
una madre podía decirle cosas tan odiosas y dañinas a su propia hija?
Ambos nos giramos para entrar en la casa. Justo entonces, su
madre se puso delante de nosotros.
—No puedes llevártela de aquí. Tiene que quedarse conmigo,
no puede dejarme —dijo la madre de Lali con su arrastrada voz de borracha—.
Tiene que quedarse conmigo. No irá a ninguna parte contigo para que pueda ser
tu puta.
Respiré hondo y la miré directamente. —¿Realmente piensa que
voy a dejarla quedarse aquí, con usted, y ser abusaba? Le sugiero que se
aparte, señora Esposito. No quiere que llame a la policía ahora, ¿verdad?
La madre de Lali me miró con una expresión atónita en el
rostro. Se apartó del camino e introduje a Lali en la casa.
—Muéstrame dónde está tu habitación, cariño.
Lali se dirigió hacia su cuarto pero se detuvo en un armario
del pasillo. Abrió la puerta y vi una maleta depositada en el estante más alto.
Extendí la mano y la bajé junto con otra bolsa y luego caminé con Lali hacia su
habitación. Cerré la puerta sólo para escuchar a su madre gritar—: ¡No pasará
nada de eso en mi casa, sucia puta! ¡Empaca tus cosas y lárgate de aquí, no
sirves para nada, perra!
Observé como Lali se deslizaba por la puerta y golpeaba el
suelo, llorando. Todo mi cuerpo empezó a temblar. Apreté las manos en puños
para intentar detener la ira que crecía en mi interior. Las emociones que
sentía eran confusas como el infierno y me asustaban bastante. Dios, me estaba
desgarrando por dentro mirar a esta hermosa chica derrumbarse. Sólo quería
golpear a alguien. Inhalé hondo unas cuantas veces para calmarme. Sabía qué
tenía que hacer. Ahora sólo necesitaba hacerlo.
Saqué el móvil y le envié un mensaje a Gas. ¿Sabía que así
era cómo trataba su madre a Lali? Seguramente no… Si lo hubiera sabido, se la
habría llevado hace ya mucho tiempo. De ninguna manera la hubiera dejado
quedarse aquí si supiera que su madre seguía abusando verbalmente de Lali.
—Lali, ¿dónde está tu móvil?
Lali alcanzó su bolsillo trasero y lo sacó, apenas
entregándomelo antes de dejar caer la mano. ¡Mierda! Era su mano fracturada
también. Rota… mi dulce chica se estaba rindiendo. Joder, ojalá pudiera
quitarle el dolor.
Me deslicé en el suelo junto a ella y comencé a buscar el
número de Rochi. Después de enviarle un mensaje, dejé el móvil en el suelo,
cogí a Lali y la deposité en mi regazo.
No estoy seguro de cuánto tiempo nos sentamos allí mientras
lloraba en mis brazos. Finalmente dejó de sollozar y me miró. Esos hermosos
ojos azules estaban rojos, hinchados y llenos de tanta tristes. Me hice una
promesa en ese momento, de que siempre haría lo que fuera para protegerla y
cuidarla. Siempre.
—Tienes que dejar de hacer esto —susurró Lali.
—¿Hacer qué, cariño? —pregunté, mirando sus ojos.
Lali puso su frente contra la mía y pensé que iba a morir
justo ahí. —Dejar de rescatarme, estaré esperándolo de ahora en adelante —dijo
con una leve sonrisa.
—Lali, cariño, siempre te rescataré. Por el resto de
nuestras vidas… Nunca permitiré que nadie te haga daño nunca más —dije mientras
mi corazón aumentaba el ritmo.
Me levanté, asegurándome de no soltarla. Me acerqué y la
senté en su cama. Abrí la maleta y empecé a sacar la ropa de su armario,
colocándola en ella. Estaba empezando a asustarme un poco porque Lali no se
movía en absoluto. Simplemente miraba al suelo. ¡Mierda! ¿Dónde estaba Gas?
Entonces le escuché.
—¿Qué coño le hiciste? —le gritó Gas a su madre.
—¡No sé de qué me estás hablando! Esa pequeña puta estuvo
fuera toda la noche acostándose con todos y luego regresó a mi casa y causó una
escena para que todo el vecindario lo viera. Fue repugnante —dijo la madre de Lali
mientras caminaban por el pasillo hacia la habitación de Lali.
—¡Cállate! ¡Simplemente cierra la puta boca ahora mismo!
¿Qué narices está mal contigo? Es tu hija de la que estás hablando. No se
parece en nada a ti, así que nunca vuelvas a llamarla puta de nuevo. Se va,
mamá, y no volverás a vernos otra vez, a ninguno de los dos. ¿Me entiendes? Eso
significa que no te daré más dinero. No más ayuda. Jesús. Si descubro que le
has estado tratando como la mierda durante todo este tiempo… estarás en la
calle. Cuando pagué la casa, me aseguré de que estuviera a mi nombre. ¡No
tendrás nada! ¿Me entiendes? ¡Nada!
Justo entonces, la puerta se abrió y Gas me miró a mí y
luego a su hermana. que seguía sentada en la cama, pero ahora lloraba de nuevo.
Nunca había visto a Gas parecer tan devastado en la vida. Ya sabía que se
culpaba. Gas daría la vida por su hermana. Podía verlo en sus ojos… estaba muy
herido.
Gas caminó hacia Lali y cayó de rodillas, y Lali
inmediatamente envolvió sus brazos alrededor de su cuello y lloró
histéricamente. Dios, cómo me gustaría poder hacerla sentir así de segura.
Justo entonces, escuché a Rochi. Levanté la miraba y la vi de pie junto a la
puerta. —Hija de puta… —dijo mientras miraba a Lali derrumbarse en los brazos
de su hermano.
Me miró e intentó darme una pequeña sonrisa. Simplemente
miré la maleta y luego de vuelta a ella. Asintió en acuerdo. Lo siguiente que
supe es que se había hecho cargo de empacar toda la ropa de Lali y todas las
pequeñas posesiones que pensaba que Lali querría llevarse.
Yo simplemente me quedé ahí. No tenía ni idea de qué hacer.
¿Qué podía hacer para ayudarla con ese dolor? Gas se levantó y se sentó junto a
Lali, que aún lloraba. Puso un brazo a su alrededor y siguió repitiendo—: Shhh,
todo saldrá bien, cariño… todo saldrá bien.
Alzó la vista y me dio una mirada de gratitud. Asentí en
respuesta. Una vez Lali se calmó y dejó de llorar un poco, Gaston comenzó a
hablar con ella.
—Lali, cariño, te quedarás en casa de Rochi hasta que
resolvamos todo. Necesito regresar y avisarles que estaré fuera todo el día,
así que Rochi va a llevarte a su casa, ¿vale? ¿Estás de acuerdo con eso, La?
—dijo Gas mientras miraba a Rochi, que estaba de pie ahora, con la maleta de Lali
y otra pequeña bolsa. Rochi le dio a Gas una sonrisa y parecía que Gas no podía
apartar los ojos de ella. Parecía estar perdido en la sonrisa de Rochi. Algo
que sabía malditamente bien después de haber salido con Lali hoy.
Estaba jodido… justo como yo.
Lali comenzó a hablar y rompió la ensoñación de Gas.
—Eh… seguro, genial, pero Peter puede llevarme a casa de Rochi.
Necesito hablar con él. Digo, ¿si eso te parece bien, Peter? —dijo Lali,
mirándome.
Santa mierda, la expresión en su rostro estuvo a punto de
tirarme sobre mis rodillas. Me quería a mí… No a Rochi o a Gas… Realmente
quería estar conmigo.
—Por supuesto que está bien, cariño, lo que sea por ti.
Hayyy no me muerooo
ResponderEliminarOtroooo porfaass no nos dejes asi!!
awwwwwwwww re tierno peter :3 , me encanta tu novela, ademas porque subes muy seguido jjaj, otra cosa: la madre de lali es una mierda... osea como le a a decir puta al propio fruto de su vientre....
ResponderEliminarawww Lali tiene a las tres personas más maravillosas! Peter..Gas..y Rochi. los amo !!!!
ResponderEliminarpobre de Lali y que va ha pasar con Peter ?!??
ahhhh quiero saber ya !!!!
Maaas!
ResponderEliminarMass se pone interesante
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