Datos personales

domingo, 29 de junio de 2014

Capitulo: 38



Peter
Cristo todopoderoso… conducir durante tres horas y escuchar a Rochi hablar y hablar fue suficiente para volverme loco. Recibió una llamada de Jason y, por supuesto, la cogió. En el momento en que dijo el nombre de Jason,
Gas se puso los auriculares y no se los quitó por una hora. Ese estúpido hijo de puta se encontraba a punto de renunciar a la chica que quería.
Volví a mirar a Lali y la sonrisa en su rostro mirando por la ventana me dijo todo lo que necesitaba saber. Ya amaba estar lejos de la ciudad. ¿Amaría el rancho tanto como yo lo hacía? ¿Podía verse a sí misma viviendo allí? ¿Sería esposa de un ranchero? Joder, espero que así sea.
Bajé la carretera comarcal que llevaba al rancho y mis manos empezaron a sudar y mi ritmo cardíaco se aceleró. ¿Qué carajos? Nunca estuve nervioso por llegar al rancho.
Volví a mirar a Lali y parecía a punto de salir de su asiento. Gas se quitó los auriculares y se volvió para mirarla.
—¿Estás emocionada, cariño? ¡Esta es tu primera vez fuera del país y en un rancho de ganado!
No sabía qué tipo de sonido acababa de hacer Lali, pero sonreía de oreja a oreja.
—Mierda. ¡Estoy tan emocionada que estoy temblando!
—Jesús, Lali… son sólo un montón de vacas, por el amor de Dios. Estoy más preocupada por el hecho de que no he tenido señal en mi celular en los últimos cuarenta cinco minutos —dijo Rochi mientras movía su teléfono en la parte trasera de la camioneta, buscando señal.
Gas soltó una carcajada. —Sí, se puede sacar a la chica de la ciudad, pero no se puede sacar a la ciudad de la chica. No vas a morir si no puedes hablar con tu novio por unos pocos días.
—Vete a la mierda, idiota.
—Ustedes dos. ¿Pueden, por favor, parar por lo menos durante dos días? Tengo muchas ganas de disfrutar de este momento, todos juntos, antes de que Peter y Gas tengan que volver a la práctica de fútbol. ¿Bien? ¿Podrían intentar llevarse bien… por mí?
Gas se dio la vuelta y no dijo una palabra; Rochi le dijo Lali, que por supuesto, se comportaría. Bien, no creía que la charla que dijo Lali sirviera.
Paramos en la puerta. Era una gran puerta de hierro negro y encima de ella decía: Lanzani Cattle Co.
Oí a Lali dejar escapar un grito ahogado cuando marqué el código de la puerta y nos dirigimos por el camino rural que nos llevaba a mi sueño. El camino siguió como por tres kilómetros antes de llegar a la casa del rancho. Una vuelta más y la gran casa blanca estaría en frente de nosotros.
Joder, me encantaba esa casa. La casa tenía cuatro dormitorios; el dormitorio de mis abuelos se hallaba en la planta baja y otras tres habitaciones, arriba. Tanto el primer piso como el segundo, tenían envolventes pórticos por todo el camino alrededor de la casa. Cada habitación tenía acceso al pórtico y en las noches frescas se abrían todas las puertas y ventanas para refrescar la casa.
El columpio del pórtico que daba hacia el oeste era mi parte favorita de la casa. Recuerdo que todas las noches me sentaba en ese columpio con el abuelo mientras me decía lo que hacía falta para ser un ranchero. Sonreí ante el recuerdo. Me volví para mirar a Lali. Me miraba con una sonrisa. Mi corazón empezó a latir más rápido y le guiñé un ojo. Me sentía jodidamente nervioso.
Y ahí estaba… la casa del rancho… y mis abuelos de pie al frente, esperándonos. Me pareció oír a Lali decirle a Rochi que se sentía nerviosa por conocerlos. Nos detuvimos, salí de la camioneta de un salto y me dirigí directo hacia mi abuela. Llevaba un ramo de margaritas en la mano. Me agaché y la levanté suavemente, dándole un pequeño abrazo mientras la besaba en la mejilla.
—¡Oh, gran Hulk, bájame ahora mismo, Juan Pedro!
—Sí, señora. Te extrañé, abuela, te extrañé tanto. —La bajé lentamente y me volví para darle a mi abuelo un apretón de manos. Sacó la mano y me dio un abrazo de oso, como siempre.
—¿Cómo te va, Juan Pedro? Te extrañamos mucho, hijo. Este hijo de puta se pone cada vez más grande; lo que es bueno para el trabajo del rancho —dijo el abuelo.
Gas se acercó, se inclinó y le dio un beso y un abrazo a la abuela y luego estrechó la mano del abuelo. Lali y Rochi se quedaron justo detrás de él. Gas se dio la vuelta y tomó la mano de Rochi en la suya y la llevó hasta la abuela y el abuelo.
—Señor y señora Lanzani, esta es Rocio Igarzabal, la mejor amiga de Lali. —La abuela miró a Rochi, sonrió y luego levantó la mirada hacia Gas y enarcó una ceja. Siempre sabía cuándo alguien escondía algo.
—Oh, sólo la mejor amiga de Lali, ¿eh, cariño? —dijo la abuela cuando miró a Rochi. Se acercó, le dio un abrazo y susurró algo en su oído que hizo que su cara se sonrojara al instante. Rochi soltó una carcajada cuando miró a Gas.
Mi abuela no se guardaba nada.
—Rocio, querida, eres una cosa tan bonita… por favor, llámame Emma.
—¡Muchas gracias por recibiernos, es absolutamente impresionante! Y por favor, llámeme Rochi.
El abuelo se acercó y le dio un pequeño abrazo a Rochi, dándole la bienvenida. Ella le dio las gracias y le contó sobre el rancho de su abuelo, donde pasó casi todos los veranos a caballo en las carreras de barril de rodeo local. Gas la miró, sorprendido. Esta chica nunca dejaba de sorprenderme de una manera u otra.
Lo siguiente que supe era que el abuelo me estaba mirando. —Ahora, ¿dónde diablos esta la chica que le ha robado el corazón a nuestro Juan Pedro? —Tenía una gran sonrisa en su cara, la misma sonrisa que llevaba cuando la abuela entraba en una habitación.
Ya era hora… Mis manos empezaron a sudar de nuevo y mis rodillas se sentían como si se fueran a doblar en cualquier momento. Me limpié las manos en mis pantalones vaqueros y suavemente tomé la mano de Lali en la mía. Me acerqué al abuelo primero, ya que parecía que no era capaz de apartar sus ojos de ella.
—Abuelos, me gustaría presentarles a Lali Esposito, la hermana de Gas y bien… eh… la chica que me ha robado el corazón y el alma —dije yLali me miró. Poco a poco, me dio esa maldita sonrisa que hacía que mi corazón se derritiera todo el tiempo. Sus hermosos ojos azules parecían aún más hermosos aquí afuera, bajo el cielo de Texas.
Dios, la amaba.
Lali se acercó al abuelo y cuando se inclinó hacia abajo, la envolvió en sus brazos y la levantó. Lali echó a reír. —Bueno, ¿no es la cosa más bonita que he visto en mi vida aparte de Emma?
El abuelo bajó a Lali y sus mejillas se pusieron de un color rosa precioso. Le sonrió y juro que él se balanceó un poco. Supe en ese momento que lo había embrujado tanto como a mí.
Lali se volvió hacia mí y me dio un guiño. —Ahora veo de donde lo conseguiste.
Puse mi mano en su espalda y la llevé hacia la abuela. Me pareció sentir un escalofrío en el cuerpo de Lali. A medida que nos acercábamos a ella me pareció ver lágrimas en sus ojos. ¿Qué sucedía?
—Lali, esta es la mujer más importante en mi vida, la adoro y sé que también tú lo harás. Abuela… esta es mi Lali. —Podía escuchar mi corazón latir en mis oídos. Miré a mí alrededor para ver si alguien más podía oírlo también.
La abuela se acercó y le entregó las margaritas. Lali sonrió y le dijo que las margaritas eran sus favoritas. La abuela echó la cabeza hacia atrás y se rió, y le dijo que lo había oído de una pequeña hada. Puso ambas manos sobre sus hombros y la miró. Su sonrisa era todo lo que necesitaba ver para saber que ya la amaba. La abrazó y le susurró algo al oído también. Lali no se rió como Rochi hizo. Se echó hacia atrás y miró conmocionada a la abuela, luego se volvió para mirarme.
—Confía en mí, Lali, querida, confía en mí —dijo con un guiño. Sonrió mientras la abuela colocaba su brazo alrededor de Rochi y los brazos de Lali en el hombro de ella y entraban en la casa. Las dos chicas empezaron a reírse de algo que les dijo. Lali se dio la vuelta y me dirigió una sonrisa. Se la devolví con un guiño cuando volvió a prestar atención a lo que decía la abuela.
Al verla entrar en la casa por primera vez con la abuela casi hizo que mi corazón estallara. No podía apartar los ojos de su cuerpo mientras se retiraba. El abuelo cerró la puerta y se dirigió hacia nosotros.
—¡Bueno, estaré maldito! Mierda, ¿cómo diablos hicieron para conseguir esas bellezas? —dijo el abuelo con una carcajada.
»¡Hijos de puta afortunados! Ahora, vamos a bajar a la granja y encontrar a Drake, creo que necesito una cerveza o diez. Haré que Dewey lleve las maletas de las chicas a su habitación.
Gas y yo nos miramos y sonreímos. Caminamos con el abuelo hacia el granero mientras nos ponía al día con todo el trabajo que tenía reservado para nosotros mientras estuviéramos allí. Gas se inclinó y me susurró al oído.
—No me importa cuántas malditas vallas necesiten reparación… Sólo quiero ver a Rochi en un bikini.
Solté una carcajada y sacudí la cabeza. De ninguna manera iba a admitir que quería ver a su hermana en uno también.
Gas me guiñó un ojo y palmeó mi espalda… el bastardo ya sabía lo que pensaba.
—Vamos, muchachos… tenemos que ponernos al día.


7 comentarios: