PETER
Me desperté de un sobresalto. Me tomó un segundo darme
cuenta de que todavía seguía en el sofá.
Oh, hombre… ¡Mi cuello estaba matándome! Debí quedarme dormido viendo la película. Esta ya había
terminado y
repetía el menú principal una y otra vez.Oh, hombre… ¡Mi cuello estaba matándome! Debí quedarme dormido viendo la película. Esta ya había
¿Peter…? ¡Peter, no te vayas…! ¡No! Sí, te equivocas… ¡Te
equivocas! ¡Peter!
¿Qué demonios? Miré y vi que Lali estaba soñando, si se le
podía llamar así. ¡Gritaba mi nombre en su sueño! ¡Mierda! Sonaba muerta de
miedo. Me levanté de un salto del sofá, cuidando no tirarla. Aparté la mesita
un poco, me arrodillé a su lado y empecé a acariciarle el pelo.
—Lali, cariño, despierta. Lali, despierta, cariño, por
favor, despierta.
¡Mierda! Mi corazón latía a mil por hora. ¿Qué diablos
soñaba y a dónde narices me iba yo? Nunca la abandonaría. ¡Nunca!
—Lali, cariño, despierta. —Los ojos de Lali se abrieron de
repente y me miró fijamente. Lo siguiente que supe fue que empezó a llorar, se
sentó y lanzó en mis brazos. Lloraba histéricamente y me sentí jodidamente
asustado. Me patearía el trasero si la había lastimado en su sueño. No podría
joderla en un maldito sueño… ¿no?
—¡Oh, Dios! Peter… —gritó Lali entre sollozos.
—Shh, Lali, está bien, todo está bien, estoy aquí, cariño,
no me iré a ninguna parte. Lo prometo. —Justo entonces, Lali se echó hacia
atrás y
me miró. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y se veía tan
malditamente confusa. Negó con la cabeza por un segundo y siguió mirándome.
—Nadie me querrá nunca, Peter, o se quedará conmigo… nunca
—susurró.
¿Qué diablos? Dios mío, ¿qué le había hecho su madre?
—Lali, cariño, eso no es verdad.
Puse un mechón de cabello detrás de su oreja. Dios, era
hermosa incluso cuando lloraba. Lo único que quería hacer en ese momento era
quitarle el miedo y la duda. Para demostrarle lo mucho que era querida. Miré
sus suaves labios empapados de lágrimas y me lamí los míos. Empecé a inclinarme
para besarla cuando oí el movimiento de la cerradura de la puerta frontal. Lali
también debió haberlo escuchado, porque rápidamente se retiró de mi abrazo y se
sentó de nuevo, observándome con esta pérdida mirada en su rostro.
Gas entró y contempló lo que veía.
—¿Qué ocurre? ¿Lali? ¿Estás bien? ¿Te heriste la mano otra
vez? —dijo Gas mientras miraba entre ambos.
—No… eh… no. —Lali luchaba por hablar y movía la cabeza como
si tratara de borrar un recuerdo. Rápidamente se secó las lágrimas y miró a Gas.
Él la miró de vuelta y su cabeza se volvió hacia a mí.
—¿Qué demonios le hiciste, Peter?
Espera… ¿Qué?
Rápidamente me levanté y dirigí hacia Gas. —¡No he hecho una
maldita cosa! Nos quedamos dormidos viendo una película y simplemente se
despertó gritando de un sueño. Se despertó llorando.
Dejé fuera la parte en la que gritaba mi nombre. Quiero
decir, no estaba de humor para que me golpearan por herirla en un jodido sueño.
—¡Gaston! ¡Peter no ha sido más que un caballero conmigo
durante todo el día y noche! ¡No puedo incluso creer que pensaras que me haría
algo que me hiciese llorar! —Lali lloraba aún más ahora. Gas la miró y luego a
mí.
—Hombre, sé que nunca lo harías, es sólo que acabo de llegar
y está llorando y… joder —dijo Gas mientras se arrodillaba junto al sofá.
Aparté la mesita de nuevo.
—Lali, cariño, ¿qué ocurre? ¿Por qué estás tan triste? ¿Es
por Pablo? —preguntó Gas, sentándose junto a Lali en el sofá. El rostro de Lali
voló hacia el mío. Parecía tan confusa y triste. Tenía el estómago en lagarganta
y por alguna razón me sentía como si estuviera a punto de vomitar. Necesitaba
salir y tomar un poco de aire.
—Voy a salir un momento a tomar algo de aire fresco —dije
mientras me movía hacia la puerta.
—¡No! —gritó Lali y me detuve en seco—. Esto no es sobre Pablo,
difícilmente he pensado en él durante todo el día. Fue sólo, fue sólo… Supongo
que fue sólo una pesadilla. Yo… Yo… realmente no me acuerdo. Simplemente
recuerdo despertarme con miedo de que estuviera sola y de que hubiera perdido…
perdido… —Me miró de regreso y sus lágrimas comenzaron a fluir de nuevo.
—¿Qué perdiste, cariño? —preguntó Gas, abrazando a una
sollozante Lali entre sus brazos.
Me miraba con esos ojos tan tristes. ¿Qué demonios ocurría
en su cabeza?
—No me acuerdo, Gaston. Sólo quiero tomarme un calmante y
volver a dormir. Quizás es por eso que tuve ese extraño sueño… fue por el
analgésico —dijo Lali, reacomodándose.
—Peter, ¿puedes traer su medicina de la cocina? —preguntó Gas,
mirándome con una expresión llena de tristeza en su rostro.
—Claro, no hay problema.
Me acerqué y agarré la olvidada botella de agua que había
traído más temprano esa noche. Levanté la mirada y vi a Gas llevando a Lali a
su habitación. Le decía algo que no podía entender. Ella seguía sacudiendo la
cabeza en desacuerdo. Hubiera dado mi vida por saber de qué hablaban.
Mierda… ¿Qué narices soñaba? Cuando dije que iba a salir,
casi enloqueció. ¿Debía preguntarle de qué iba el sueño? Tal vez debería.
Quiero decir, gritaba mi nombre después de todo. ¿Qué si había actuado como un
imbécil en su sueño? Ahora yo necesitaba sacudir la cabeza para aclarar mis
pensamientos. Me acerqué al sofá y agarré la almohada y la manta que nos había
traído antes. Empecé a caminar hacia la habitación de Gas. Me detuve en la
puerta cuando escuché la voz de Gas hablando lenta y calmadamente.
—Lali, no puedes dejar que algo que nuestra madre te dijo
cuando eras pequeña dicte tu vida entera, cariño. Eran tonterías. Es una
persona miserable que sólo quiere que los que la rodean, también lo sean. Te
mereces ser feliz, cariño, y lo serás. Confía en mí —dijo Gaston, inclinándose
para darle un beso en la frente.
Una oleada de celos se precipitó a través de mí. Daría
cualquier cosa por ser yo el que la reconfortara en ese momento. Mierda…
¿Sentía celos de mi mejor amigo? El dolor que sentía porque ella estuviera
herida me mataba. Simplemente no lo entendía. Acababa de conocer a la chica.
¿Cómo podía sentirme ya tan protector con ella? Gas se levantó y empezó a salir
de la habitación pero no antes de detenerse, darme una palmada en la espalda y
guiñarme.
—Oye, aquí está tu analgésico y una botella de agua fresca, Lali.
Lali se volvió hacia mí y me dio una sonrisa que casi me
hizo caer de rodillas… de nuevo. Vale… ¿cuándo dejarían estos sentimientos de
controlarme así?
—Muchas gracias, Peter. Lo siento; no sé lo que me pasó
cuando me desperté. Eh… ¿dije algo mientras dormía?
Mierda, podía decirle qué había gritado o actuar como si no
la hubiera escuchado gritar mi nombre. —Sí, amor, lo hiciste. Seguiste gritando
mi nombre y algo sobre alguien estando equivocado, pero eso es todo lo que
dijiste.
Observé su cara mientras le contaba lo que había dicho en su
sueño. Frunció el ceño y miró hacia la ventana.
—Oh… bueno, eh… Estoy segura de que probablemente lo grité
porque fuiste bastante atento esta noche. En realidad, ni siquiera recuerdo de
qué iba el sueño, así que… —Volvió a mirarme y juro que vi lágrimas
construyéndose en sus ojos.
Tonterías. Sabía malditamente bien que recordaba el sueño.
¿Por qué no me lo decía? ¿De qué diablos tenía miedo?
—Bueno, no importa, Lali. Necesitas descansar, cariño.
¿Necesitas algo, que te sostenga la mano? ¿O cualquier otra cosa? —pregunté
mientras arrastraba los pies de un lado a otro como si tuviera cinco años de
nuevo. Me sonrió y negó con la cabeza.
—Gracias por todo de nuevo, Peter, pero creo que estoy bien.
Realmente lo aprecio. Siento haberte mantenido despierto hasta tan tarde. Voy a
intentar volver a dormir. ¡Me alegra que los de último año tengan el día de
mañana libre! —dijo con una risita.
Me acerqué y apagué la luz del lateral. —Bueno, eh… buenas
noches, Lali.
Di la media vuelta y me dirigí hacia la puerta. Me volví una
última vez para verla cerrar los ojos y taparse con la manta hasta la barbilla.
Era tan adorable… Y yo estaba tan jodido.
Salí y vi a Gas sentado en el sofá, llevándose una cerveza a
los labios y dando un largo trago, sosteniendo otra con la otra mano.
—Tiene que haber sido una gran cita para querer dos de esas
—dije con una pequeña carcajada.
—Esta es para ti. Pensé que tal vez querrías una antes de
irte a la cama.
Estiré la mano y tomé la cerveza, dejándome caer en el sofá
y tomando un trago.
—Tengo que saberlo, Gas, ¿qué diablos le dijo tu madre a Lali?
—Siempre pensé que era algo que ella debía contarte, Peter,
pero empiezo a pensar que le afectó más de lo que creía en un principio. Cuando
tenía siete, mi madre se emborrachó bastante una noche. No me encontraba en
casa, así que Lali se llevó la peor parte. Lo curioso fue que yo pasaba la
noche en casa de un amigo cuando nunca lo había hecho. Simplemente tenía que
alejarme de ella. Digo, siempre trataba de interponerme entre ella y Lali.
Protegerla de sus hirientes palabras con las que arremetía todo el tiempo. Cuando
la dejé estaba sobria… ni siquiera con una gota de alcohol en el cuerpo. Pensé
que las cosas saldrían bien. Incluso hablaba de llevarse a Lali al parque.
Gas se pasó la mano por el pelo y murmuró algo entre
dientes. Estaba bastante seguro de que había dicho mierda.
—Cuando llegué a casa la mañana siguiente, Lali se
encontraba sentada en la esquina de la cocina… dormida. Con la misma ropa del
día anterior. Mi madre estaba desmayada sobre la mesa de la cocina. Corrí hacia
Lali y tan pronto como se despertó y me vio… simplemente empezó a llorar.
Empezó a divagar sobre cómo nuestra madre ya no la quería, lo hambrienta que
estaba, cómo mamá le dijo que nunca nadie la amaría… jamás.
Gas se detuvo y apoyó la cabeza en el sofá. Su cuerpo
comenzó a temblar.
—¡Joder! Si sólo me hubiera quedado en casa esa noche, eso
nunca habría ocurrido y Lali no tendría esa tonta idea en la cabeza de que
nunca será demasiado buena para un chico. Piensa que su destino es estar sola.
Como mi madre.
Gas tomó otro trago de cerveza y me miró. Lágrimas llenaban
sus ojos y me quedé atónito. En los tres años que había conocido a este hombre,
nunca lo había visto llorar, incluso cuando se lesionaba en el campo.
—Gas, hombre, no puedes culparte a ti mismo por lo que tu
madre hizo o dijo. Tenías diez años, por el amor a Cristo. No es tu culpa. No
podías salvarla de cada pequeña cosa —dije, una parte de mí queriendo ir y
tener unas cuantas palabras con su madre.
—Peter, se paciente con ella. Veo cómo te mira y cómo tú la
miras. Creo que está confundida por lo que siente por ti. Esta noche me ha
dicho que tiene miedo, que está sintiendo cosas por ti que nunca sintió con Pablo
y apenas te conoce.
Mierda, mi corazón latía con fuerza. ¿Le admitió a Gas que
tenía sentimientos por mí? Vale, ¿a dónde iba con esto? Me sentía como si
estuviera a punto de vomitar, así que tomé otro trago de mi cerveza.
—¡Gun, veo el pánico en tu cara, hombre! —dijo Gas con una
pequeña carcajada.
—Me alegro que pienses que esto es divertido, idiota. —Tomé
el último sorbo de mi cerveza y la dejé sobre la mesa. Cristo… ¿cómo debía
incluso decirle esto?
—Gas, tengo estos locos sentimientos por Lali. Me refiero a
que, mierda; nunca me he sentido de esta forma en mi vida. Primero pensé que
era porque, ya sabes… es tu hermana. Quiero decir… quieres lo que no puedes
tener y todo eso. Digo, literalmente quería golpear a ese estúpido novio suyo
después de cinco minutos de conocerla. No dejaba de pensar que haría cualquier
cosa para quitarle el dolor mientras estaba sentada en la sala de urgencias.
Tenía este insano deseo de cuidar de ella. ¿Qué diablos significa eso? —dije,
recostándome en el sofá y lanzando las manos al aire.
Gas soltó una carcajada. —Amigo… si pudiera decírtelo, lo
haría. Conozco ese sentimiento de querer algo tanto que… —Gas se detuvo y miró
hacia el espacio.
—¿Qué ocurre, Gas? ¿Tienes sentimientos por Rochi?
—¡¿Qué?! ¡¿Qué narices te hace pensar eso?! Rochi es como
una hermana pequeña para mí. Quiero decir, es, es… eh, es bastante molesta.
Habla demasiado y me vuelve loco. ¡Los únicos sentimientos que tengo por ella
son de molestia! —dijo Gas, levantádose y llevando las dos botellas de cerveza
vacías a la basura.
—Vale, porque me sorprendió un poco lo mucho que coquetearon
durante el día. Sólo tenía la sensación de que había, eh… tensión ahí —dije,
moviendo las cejas de arriba abajo.
—Que te den, hombre. Tuve una noche de mierda y tengo sueño
—dijo Gas, dirigiéndose al baño.
—¿Qué? ¿Rebecca no estaba en su burbujeante estado de
animadora esta noche? —grité detrás de él. Todo lo que obtuve en respuesta fue
un dedo medio disparado en mi dirección.
Me encantaaaa maass
ResponderEliminarpobresita Lali..:'(
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