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jueves, 25 de julio de 2013

Capitulo: 3





Peter sacó a Tomas de la cuna intentando controlar su enfado. No debería sorprenderle que Liliah no hubiese comprado andadores, columpios o ninguna de las cosas que los niños

martes, 23 de julio de 2013

Capitulo: 2




Cuando se quedó sola, Lali paseó por la casa. Había estado tan concentrada en Peter y en la papilla de cereales que no había tenido tiempo de echar un vistazo. Los tres dormitorios estaban en la parte de atrás, pero desde la cocina, con armarios de arce, suelos cerámicos y encimeras de granito marrón, podía ver el amplio salón rodeado por amplios ventanales y el estudio-biblioteca. Una mesa y seis sillas a la izquierda hacían de office o comedor.
            Era el hogar perfecto para una familia, pensó, pasando la mano por la encimera de granito. Ella podría tener una familia y vivir en una casita como aquella, pero un día, una hora... no, un minuto, lo había cambiado todo. En lugar de tener una familia y una carrera, como había sido su intención, pasaba las horas en el hospital, hablando con un prometido que no podía responderle.
            Ni siquiera estaba segura de que Jason pudiera oírla.
            Haciendo un esfuerzo para escapar de su tristeza, se acercó al sofá de piel, a juego con dos sillones, frente a una enorme televisión de pantalla plana. Para ser una simple casita de invitados, tenía de todo.
            –¿Qué haces?
            Lali se volvió al escuchar la voz de Peter.
            –Explorando un poco –respondió, llevándose una mano al corazón–. Qué susto me has dado. Pensé que estabas charlando con tu madre.
            –Mira, Lali... no sé cómo decirte esto, pero no quiero dejar a mis hijos con una extraña.
            –Yo no soy una extraña, nuestras madres son amigas. Además, llevo aquí una semana.
            –Entonces, deberías conocer este sitio.
            Lali contuvo el aliento. Había llegado la hora de la verdad. Tal vez no tendría que encontrar la forma de renunciar al puesto porque él iba a despedirla.
            –Tenemos que hablar, siéntate un momento –dijo Peter.
            Resignada, Lali se sentó en el sofá y él se sentó en uno de los sillones.
            –No me ha gustado que cuestionases cuándo se echan la siesta los niños.
            –Bueno, en realidad no lo he cuestionado. Solo he mostrado mi sorpresa.
            –Pues eso es como decir: «oye, Peter, lo estás haciendo todo mal».
            –Lo siento, no era mi intención.
            –Son mis hijos, pero solo llevo dos semanas con ellos. Y, aunque no soy perfecto, tampoco quiero que se me recuerde constantemente que no sé lo que hago.
            ¿Tenía mellizos y no sabía lo que estaba haciendo?
            –Pero Peter...
            –No contraté a una niñera porque quiero criarlos personalmente, pero estoy dispuesto a probar contigo porque me vendría bien un poco de ayuda. Además, no voy a quedarme aquí para siempre. Solo he venido a visitar a mi madre.
            ¿Solo estaba de visita? Si era así, entonces su puesto de trabajo era temporal. No tendría que abandonar a Gas, pensó ella, aliviada.
            –Pero si vas a criticarme todo el tiempo, esto no va a funcionar –terminó Peter.
            Con la situación en perspectiva, todas las piezas del puzzle empezaron a caer en su sitio. Gime le había contado que la madre de los niños no quería saber nada y eso explicaba que Peter fuese tan desconfiado. No quería una niñera sino criar a los niños personalmente y eso era admirable, pero no sabía cómo hacerlo y, precisamente por eso, se mostraba exageradamente sensible a las críticas.
            No era un gruñón, solo un padre asustado que necesitaba ayuda. Y, de repente, ser la persona que lo ayudase no le parecía tan insoportable.
            –¿Está claro?
            –Sí.
            –Muy bien.
            En ese momento, uno de los niños empezó a llorar y  Peter se levantó del sillón.
            –Esta es la razón por la que no me importaría tenerte a mano. No logro que Tomas y Alai duerman durante más de veinte minutos sin que alguno de los dos despierte, así que no tengo un minuto de paz.
            –¿Los has tenido en brazos todo el tiempo durante estas dos semanas?
            –Más o menos. A veces juegan en el suelo...
            –¿Y tu trabajo?
            –Durante la primera semana no fue un problema, pero he tenido que dejar la empresa en manos de mi gerente.
            –No puedes vivir así para siempre,Peter.
            –No, desde luego.
            –Pero no quieres una niñera.
            –No quiero ser como mi padre.
            –¿No tenía tiempo para ti?
            Él suspiró, pasándose una mano por el pelo.
            –Mis hijos aún están intentando acostumbrarse a la falta de su madre y yo no puedo dejarlos como hizo ella.
            Guapo o no, gruñón o no, en el fondo Peter Lanzani  era una buena persona que quería a sus hijos, de modo que podía olvidarse de sus problemas durante un tiempo para ayudarlo, pensó Lali. Especialmente porque necesitaba ganar algo de dinero tanto como él necesitaba ayuda con los niños.
            –¿Puedo hacer sugerencias?
            –Cuando te pregunte, sí.
            –¿Me estás preguntando?
            Peter exhaló un suspiro.
            –Si crees que debería preguntar es que debo hacerlo.
            –No he visto un andador para los niños –dijo ella entonces.
            –¿Un andador, como los ancianos?
            Si no lo hubiera preguntado tan serio, Lali habría soltado una carcajada. Pero si no conocía la diferencia entre un andador de bebés y otro de ancianos tenía un serio problema.
            –Un andador es un aparato con el que los niños aprenden a andar y, además, los entretiene.
            –¿Quieres decir que no tienen que estar todo el tiempo en mis brazos?
            Su tono esperanzado le rompió el corazón.
            –Claro que no. Y también hay columpios que se cuelgan en el quicio de una puerta y los divierten mucho. Me sorprende que tu exmujer no tuviera nada de eso.
            –Liliah no era mi mujer. Y, como puedes ver, tampoco era una buena madre.
            Peter se volvió para ir a la habitación de los niños y a Lali se le encogió el corazón.

            Aquel hombre estaba tan dolido que no iba a ser fácil convivir con él.

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Capitulo corto porque ando media acupada...
Mas rato les subo mas..

viernes, 19 de julio de 2013

Capitulo: 1

Capítulo 1

 

 

             
            Peter Lanzani detuvo el monovolumen frente a la verja de hierro que protegía la finca de su madre y marcó el código de seguridad que Gimena le había dado por teléfono. Cuando la verja se abrió, subió por el camino, sorprendido al ver que nada había cambiado.
            Las hojas de los altos árboles que llevaban a la mansión se habían vuelto rojas, amarillas y naranjas, como ocurría cada mes de octubre en Pine Ward, Pensilvania. La mansión de piedra oscura, el hogar de su infancia, tenía el mismo aspecto que el día que cumplió dieciocho años, cuando se marchó de allí.
            Se había ido porque su vida era una sucesión de días, meses y años unidos por traiciones y mentiras. Irónicamente, volvía por la misma razón.
            La mujer a la que creía el amor de su vida lo había abandonado al saber que estaba embarazada. Nunca lo había amado, solo lo había utilizado para llegar donde quería. Nueve meses más tarde había aparecido en su casa con los niños diciendo que no podía más, que quería hacer su vida libre de ataduras.
            Resultaba curioso que hubiera tenido que recuperar a sus hijos para reforzar la valiosa lección que había aprendido cuando descubrió que su padre adoptivo era en realidad su padre biológico: no se podía confiar en la gente porque la mayoría miraban solo por ellos mismos.
            Debería haber recordado eso cuando Liliah le dijo que solo había tenido una relación con él porque lo necesitaba para avanzar en su carrera. Pero no, había tenido la esperanza de que pudiera querer a sus hijos aunque no lo quisiera a él...
            Era un idiota.
            Detuvo el coche frente al garaje y quitó la llave del contacto. Su madre, que estaba esperando en la puerta, corrió hacia él.
            –¡Peter, cariño!
            Con el pelo blanco, corto y elegantemente peinado, un pantalón y un jersey negro de cuello alto con un collar de perlas parecía la señora de clase alta que era.
            Gimena lo abrazó como solo podía hacerlo una madre y cuando se apartó sus ojos estaban llenos de lágrimas.
            –Me alegro mucho de que hayas vuelto a casa.
            Peter se aclaró la garganta. Le gustaría poder decir lo mismo, pero la verdad era que no se alegraba de estar allí. No se alegraba de no poder con los mellizos él solo y no se alegraba de que la madre de los niños hubiera desaparecido. No se alegraba de que todas las personas de su vida le hubieran hecho daño, engañado o mentido.
            Salvo Gimena Lanzani, la devota esposa a la que su padre había engañado para que lo adoptase. Una mujer que incluso después de descubrir que era hijo ilegítimo de su marido no había dejado de quererlo.
            –Me alegro de estar en casa.
            Era mentira, ¿pero cómo iba a decirle la verdad? ¿Cómo iba a decirle que aquella casa le recordaba a un padre en el que nunca había podido confiar y que su vida era un asco?
            No, no podía.
            –¡Deja que los vea! –exclamó su madre.
            Peter taba abriendo la puerta del coche cuando una pelirroja salió de la mansión. Y estaría mintiendo si dijera que no se había fijado en lo guapa que era: enormes ojos castaños, nariz respingona y labios generosos. Pero llevaba una sencilla blusa blanca, un pantalón gris y unos horribles zapatos negros.
            –Te presento a Mariana Esposito, aunque le gusta que la llamen Lali. La he contratado como niñera.
            En circunstancias normales, Peter hubiera estrechado la mano que la joven le ofrecía, pero en lugar de hacerlo se volvió hacia su madre.
            –Te dije que quería criar a mis hijos yo solo, mamá. He venido a pedirte ayuda a ti, no a una extraña.
            Gimena irguió la cabeza como si la hubiese herido mortalmente.
            –Por supuesto que voy a ayudarte, pero también necesitarás una niñera que se encargue de cambiar los pañales...
            –Yo sé cambiar pañales –la interrumpió él–. He cambiado docenas de ellos en las últimas dos semanas. Estos niños han sido abandonados por su madre, pero no voy a abandonarlos yo también.
            Su madre puso una mano en su mejilla.
            –Cariño, tú tuviste una niñera hasta los cuatro años y no pensarás que te quería menos por eso, ¿verdad?
            Él negó con la cabeza.
            Gime le había demostrado su cariño cuando aceptó la infidelidad de su marido mucho mejor que el propio Peter.
            –Así que ya ves, una niñera es justo lo que necesitamos.
            –Sí, bueno... –Peter abrió la puerta del coche y el pequeño Tomas lanzó un grito de indignación por estar confinado en el asiento de seguridad mientras Alai reía alegremente, como solía hacer.
            –¡Son preciosos! –exclamó su madre.
            Eran preciosos, sí.
            A un lado, Lali Esposito miró a los dos niños, rubios y de ojos azules. Eran preciosos, pero ella no había querido aquel trabajo.
            Después de cinco años de operaciones y rehabilitación para reparar su pierna izquierda, que había quedado destrozada en un accidente de motocicleta, por fin podía caminar con la ayuda de unos zapatos ortopédicos. Su prometido no había tenido tanta suerte en el accidente, pero sus padres querían que buscase un trabajo, que siguiera adelante con su vida mientras Gaston estaba en coma...
            Seguramente era lo más sensato. Al fin y al cabo, tenía veinticinco años y debía ganar dinero de algún modo. Sus padres eran amigos de los Lanzani, pero no eran ricos, de modo que no había tenido más remedio que aceptar el trabajo que Gimena le ofrecía.
            Pero el hijo pródigo no la aceptaba. Pues muy bien, encontraría trabajo en otro sitio.
            Sin embargo...
            Sus hijos eran adorables. Aquellos dos angelitos sentados en sus sillas de seguridad con estampado de ositos hicieron que le diese un vuelco el corazón.
            Peter metió la cabeza en el interior del coche.
            –Espera, voy a sacarlos.
            –Espera, voy a ayudarte –Gime dio la vuelta al monovolumen, al que iba sujeto un remolque con una brillante motocicleta negra–. Tú encárgate de Tomas, yo me encargo de Alai.
            –Muy bien.
            –Lali, ¿puedes ayudarme? No puedo desabrochar el cinturón...
            –Sí, enseguida.
            Lali dio un rodeo para no rozar la enorme motocicleta. Recordaba el accidente muchas noches; un accidente que había destrozado su pierna y había estado a punto de matar al hombre del que estaba enamorada.
            Lali metió la cabeza en el interior del coche y se encontró con la carita más adorable que había visto nunca.
            –Hola, preciosa –la saludó, desabrochando el cinturón para sacarla del asiento.
            La niña tocó su cara, riendo, pero Gimena estaba deseando tenerla en brazos, de modo que se la pasó a toda prisa.
            –Encantada de conocerte, cariño. Soy tu abuela.
            Lali enarcó una ceja. ¿Gimena  no conocía a sus nietos?
            Sabía que Peter llevaba mucho tiempo sin ir por allí, pero pensaba que se habían reconciliado.
            –Creo que hay que cambiarle el pañal a Tomas–dijo Peter, haciendo una mueca.
            –Vamos a casa.
            –Sería mejor llevarlos directamente a la casa de invitados. Ha sido un viaje largo y después de cambiarlos debería darles el biberón.
            Gime sonrió, claramente feliz de tener de vuelta a su hijo.
            –Muy bien. Lali y yo iremos contigo.
            Peter miró a Lali y ella le devolvió la mirada. Ya se había fijado en lo alto que era, en su pelo negro y sus ojos azules. Había visto que la camisa de franela le quedaba de maravilla, igual que los pantalones vaqueros, pero mientras sostenía su mirada vio algo más: esos preciosos ojos de color zafiro tenían un brillo de desconfianza.
            Perfecto, pensó. Iba a tener que soportar a un padre desconfiado.
            Bueno, pues no iba a suplicar ni a defenderse a sí misma. No quería trabajar para un gruñón, especialmente para un gruñón al que no conocía de nada. Las niñeras vivían con las familias que las empleaban y si seguía allí tendría que estar con Peter Lanzani las veinticuatro horas del día.
            –Piénsalo, Peter–insistió Gime –. Con una niñera, no tendrás que levantarte de madrugada y, aunque así fuera, solo tendrías que atender a uno de los niños.
            Él se pasó una mano por la nunca, como si no tuviera energía para refutar ese argumento.
            –Muy bien, de acuerdo. Podéis venir las dos.
            Después de volver a colocar a Alai en el asiento de seguridad, Lali se sentó entre los dos niños y Gime en el asiento delantero.
            Mientras recorrían el camino, por el bosque que rodeaba la mansión, Lali empezó a pensar que aquel arreglo iba a ser demasiado... doméstico. El bosque era tan espeso que las ramas de los árboles apenas dejaban pasar la luz y estaría sola con Peter.
            Tal vez debería hacerle caso a su instinto. Tal vez debería haberle dicho a su madre que no quería ese trabajo. Deseaba estar con Gaston, cuidando de él y haciéndole compañía, no atrapada en una casa en medio del bosque con un hombre al que no conocía de nada.
            Poco después, Peter detuvo el coche frente a una casita de piedra con bonitos ventanales que tenía un aspecto cómodo y moderno y Gime los llevó al dormitorio principal, que ella misma había decorado para los niños con dos cunas de roble, dos cambiadores y dos mecedoras.
            Peter dejó al gordito Tom en el primer cambiador y Gime puso a Alai en el segundo.
            –Lali, cariño, ¿podrías preparar una papilla de cereales mientras nosotros hacemos esto?
            –Sí, claro.
            Contenta de poder escapar, Lali corrió al coche pensando que las cosas de los niños estarían allí, pero solo encontró dos bolsas de viaje. Y cuando las llevó a la cocina y miró en el interior no encontró nada más que ropa.
            –¿Ves algo que te guste?
            Su corazón dio un vuelco al escuchar la voz de Peter. Una voz ronca y masculina. Y su postura, de brazos cruzados frente a la isla de la cocina, hizo que su pulso se acelerase.
            ¿Por qué no dejaba de fijarse en aquel hombre? Estaba comprometida, no debería fijarse en el tono de su voz. Además, ni siquiera le caía bien.
            –Estaba buscando las papillas de cereales para meterlas en el microondas.
            Él le dio una bolsa de pañales.
            –Están aquí.
            Después de decir eso se dio la vuelta y Lali dejó escapar un suspiro. Era guapo, pero también antipático.
            Calentó la papilla de cereales y cuando la llevó a la habitación, Peter y su madre estaban sentados en sendas mecedoras, cada uno con un niño en brazos. Lali dejó los cuencos sobre una mesa entre las mecedoras y dio un paso atrás para observarlos. Aunque los niños eran mellizos y se parecían, no eran idénticos. Aparte de la diferencia de tamaño, tenían el pelo diferente. Mientras el de Tomas era corto y fino, el de Alai era más largo y con rizos.
            Cuando terminaron de darles de comer, Peter se levantó.
            –Han comido y están cansados, supongo que podrían dormir un rato.
            –¿Supones? ¿No suelen dormir después de comer? –preguntó Gimena, extrañada.
            –Yo no les digo cuándo tienen que dormir, me lo dicen ellos a mí.
            Recordando los problemas que había tenido cuando cuidó a los malcriados hijos de los Perkins, Lali no pudo evitar una exclamación:
            –Madre mía.
            Pero cuando los ojos azules de Peter se clavaron en los suyos con un brillo airado lo lamentó de inmediato.
            Tanto Gime como él dejaron a los adormilados niños en sus cunas y, unos segundos después, salieron de la habitación.
            Lali fue tras ellos, nerviosa. ¿No se caían bien y tenía que empeorar la situación abriendo la boca cuando no debía?
            –Como los niños están durmiendo, no tiene sentido que nos quedemos aquí. ¿Por qué no me llevas a casa y tomas un coñac? Podemos comer algo si tienes hambre.
            Peter sacó las llaves del bolsillo del pantalón, mirando a Lali.
            –¿Puedes quedarte con los niños?
            –Sí, claro –asintió ella, aliviada.
            Con un poco de suerte, mientras estaba en la casa principal ella encontraría la manera de decirle que no podía seguir allí. Peter no la quería y ella no quería el puesto después de conocerlo, pero tampoco quería enfrentarse con su madre y con Gimena.

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¿Bueno que les parecio el primer capitulo?
¿Y que creen que va a hacer Lali?

PD: Si pueden pasense a http://www.tusnovelalitter.blogspot.com/ , comenzaron una nueva nove que esta genial ;)

miércoles, 17 de julio de 2013

....

Esta nove me guso mucho y me gustaria subirla ...
Ustedes dejen sus comentarios para ver si les gusta y si la subo o no, ustedes eligen

Una vida a tu lado:

             Era más que capaz de cuidar de dos bebés, pero ¿podría lidiar con el padre de los niños?Mariana Esposito  estaba encantada de que Peter Lanzani la hubiera contratado como niñera para cuidar de sus adorables mellizos. Pero, aunque cambiar pañales y despertar a medianoche no era ningún problema, nada la había preparado para estar cerca del guapísimo padre de los niños.Cinco años antes, los sueños de Lali le fueron robados después de un terrible accidente, pero a medida que empezaba a formar parte de la familia de Peter debía enfrentarse a una difícil decisión: ¿se atrevería a olvidar el pasado y a buscar la felicidad de nuevo?


martes, 9 de julio de 2013

Epigolo



5años mas tarde
Liam


Eché un vistazo a mi reloj y me quedé boquiabierto. Mierda, eran casi las dos y
media.
Pete, ¡tengo que irme! ¿Esto va a estar terminado o no? grité a través de la
otra habitación.
Sí, jefe. Vete. Va a estar hecho, no te preocupes. Llámame cuando salgas y le
daré los últimos retoques, ¿vale? ¡Y buena suerte! gritó de vuelta.
De acuerdo. Adiós, y gracias por hacer esto dije mientras corría fuera del
edificio y me metía en el coche.
Oh, mierda, ¡por favor no me dejes llegar tarde!
Me apresuré a la Universidad, presa del pánico, y corrí tan rápido como pude
alrededor de la parte trasera hasta el campo. Faltaban diez para las tres ahora y
estaba previsto que comenzara en diez minutos. Me deslicé entre la gente,
buscándolos. Vi a Matt de inmediato, estaba de pie en su silla, explorando la
multitud. Señaló como un idiota cuando me vio y no pude evitar sonreír.
Comencé a caminar hacia ellos, cuando un tipo se puso delante de mí.
¡Guau, eres Peter Lanzani! ¿Puedo obtener tu autógrafo? En serio, guau, soy como tu mayor fan dijo entusiasmado, mientras la mujer con la que estaba buscaba en su bolso papel y un bolígrafo.
Me eché a reír. Todos ellos eran mis mayores fans; en serio, escuchaba eso como
cincuenta veces al día.
Claro. Sonreí cortésmente, extendiendo la mano para el bolígrafo.
Escribí mi nombre y le di una palmada en el hombro. Tengo que encontrar mi
asiento.
Sí, por supuesto. ¡Gracias! cantó, sonriendo violentamente y mirando con
cariño a mi nombre en el trozo de papel.
Sabía que nunca me acostumbraría a esto, gente emocionándose sólo porque
había firmado un trozo de papel. Quiero decir, sí, sé que juego para uno de los
mejores equipos de América, pero sigo siendo una persona al final del día. No soy
nadie especial. Soy sólo Peter, y tengo la suerte de que me paguen grandes
cantidades de dinero por hacer algo que me gusta, no mucha gente puede decir
eso.
Me abrí paso entre la multitud y me senté al final de la fila. Matt se zambulló
inmediatamente en mi regazo.
Ey, chico. ¿Siendo bueno? pregunté, haciéndole cosquillas, consiguiendo que
se riera y retorciese.
¿Tienes todo listo? preguntó Gas, sonriendo.
Hice una mueca y asentí. Sí. Dios, tío, estoy tan nervioso. Mis manos no habían parado de sudar en todo el día.
Se echó a reír y sacudió la cabeza. Su novia, Charlotte, se aproximó.
Vas a estar bien. Cálmate dijo, rodando los ojos. Charlotte era increíble, Gas y ella habían estado juntos durante unos seis meses y él estaba totalmente pillado.
Era su primera novia real, y podía realmente verlo durar.
Saludé a mis padres, quienes estaban sonriendo con orgullo, como siempre
charlando con un extraño cualquiera junto a ellos. Sonreí, mi madre podría
seriamente iniciar una conversación con un mudo.
Hola, Petersaludó Margaret mientras se apretujaba por el pasillo para
abrazarme.
Hola, Margaret. ¿Qué tal? pregunté, abrazándola de vuelta fuertemente. No la
había visto desde hace casi cuatro meses, porque había estado viajando con su
nuevo marido, Greg.
Estoy bien. Greg no podía venir, está atrapado en Tailandia por algo de
promoción. Está tan molesto por perdérselo contestó, frunciendo el ceño.
Sonreí.
Bueno, asegúrate entonces de hacer un montón de fotos para él.
Matt saltó de mi regazo y corrió de vuelta hacia su madre. Le sonreí a Ruby. Ella,
Nicolas y Matt seguían viviendo en Timberfield, pero llegábamos a verlos bastante,
se quedaban con nosotros en vacaciones y esas cosas. Teníamos habitaciones más que de sobra, y también volvíamos allí cada vez que podíamos.
Nico y Rochi no duraron mucho. Consiguieron quedar durante un año antes de
acabar separándose, aunque seguían siendo amigos. Rochi no se había asentado ni lo más mínimo. Sigue siendo coqueta y está probando el terreno, como a ella le gusta decir, pero siempre fue una gran amiga de Lali por lo que también se
quedaba con nosotros. Sólo tengo que mantenerla lejos de mis compañeros de
equipo; podría seriamente comérselos vivos.
Muchas cosas habían sucedido en los últimos cinco años. Stephen Walker, el padre de Gas y Lali, fue arrestado un año después de que nos marcháramos a Boston porque aparentemente había estafado dinero a sus clientes. Actualmente estaba cumpliendo seis años en la cárcel por fraude y malversación de fondos. Nunca entró en contacto con ninguno de ellos, y todos seguían teniendo la grabación que Lali le hizo admitiendo el abuso, así que si alguna vez volvía, todos habían acordado presentar cargos contra él.
De repente, todo el mundo empezó a aplaudir y mi corazón se disparó a toda
marcha mientras escrutaba la multitud por ella. La divisé de pie a la izquierda del
escenario, charlando con Samantha, una de sus amigas. Se veía jodidamente
caliente en su traje de ceremonia de colores azul y gris. No la había visto durante
todo el día. La había dejado justo después del desayuno. Pensó que hoy estaba en la práctica, no lo estaba, estaba preparándole una sorpresa como regalo de
graduación.
Hoy, Lali estaba graduándose de la Universidad con un grado completo en
danza coreográfica. Estaba muy orgulloso de ella, había trabajado tan
condenadamente duro en los últimos años en la Universidad y se estaba
graduando con honores. Traté de escuchar cómo el pequeño hombre daba su
discurso sobre la clase graduada, mientras ellos seguían caminando y
estrechándole la mano, obteniendo su certificado. No podía concentrarme; estaba
tan malditamente nervioso que de hecho me sentía enfermo. No podía quitarle los
ojos de encima, estaba tan hermosa. Honestamente seguía quitándome el aliento
cada vez que la veía.
Los paparazzi también la querían. Siempre estaban siguiéndonos, queriendo fotos y entrevistas. Adoraban nuestra historia de estar juntos durante cinco años.
Simplemente amaban a Lali, punto. Siempre estaba en revistas y periódicos,
pequeñas fotografías comprando con sus amigas o algo así. Siempre pensaron que era adorable y la gente venía y pedía su autógrafo tanto como me lo pedían a mí.
Lali encontraba toda la cosa esta divertida y se burlaba hasta la mierda de mí
cuando nos detenían en la calle o algo.
La gente a menudo me preguntaba cómo es que me quedé estancado, con la fama y el dinero, y siempre decía lo mismo. Nada de eso era importante para mí; la única cosa importante era mi Ángel. Era la única cosa que necesitaba. Si todo lo demás desapareciese mañana, la gran casa, todos los coches, el dinero, no me importaría.
Mientras todavía pudiese sostenerla por las noches, seguiría siendo el hombre más afortunado del mundo.
Escuché al Decano gritar su nombre y sonreí, aplaudiendo como un loco. Estaba
radiante mientras buscaba entre la multitud; me vio y agitó su pequeño certificado
hacia mí, con orgullo. La guiñé un ojo y la vi saltar fuera del escenario felizmente.
Estaba removiéndome en mi asiento nerviosamente porque casi había acabado, era casi la hora. Me froté las manos en los vaqueros, tratando de secarlas.
Honestamente nunca había estado tan nervioso en toda mi vida.
Después de otros pocos minutos, el último certificado fue entregado, y la vi
escabulléndose entre la multitud hacia nosotros. Mientras llegaba a mí, pasó sus
brazos alrededor de mi cuello y me besó. La levanté de sus pies haciéndola girar en un pequeño círculo mientras disfrutaba la sensación de sus labios contra los míos.
Se apartó y rió, estaba tan feliz que hacía que mi corazón latiese más rápido.
Enhorabuena susurré, sonriendo. Me besó de nuevo y la abracé con más
fuerza. Maldita sea, cinco años y todavía no podía tener suficiente de ella. Me
aparté del beso, muy consciente de que su hermanito estaba sentando haciendo
ruidos fuertes de besos y cantando Lali y Peter, sentados en un árbol.
Gracias. Estaba preocupada cuando no te vi, pensé que no podrías llegar.
Sonrió mientras la ponía de regreso en sus pies.
Sonreí y le aparté el pelo tras la oreja.
No me lo habría perdido por nada en el mundo contesté.
Fue abrazada por toda su familia. Matt, como de costumbre, se aferraba a sus
piernas para que no pudiera moverse. Adoraba a su hermana mayor, no que lo
culpara, quiero decir, ¿quién no adoraría a mi Ángel? Habría que estar loco. Me
agaché y lo aparté de ella, inclinándolo boca abajo en sus piernas, haciéndole reír.
Así que, ¿qué van a hacer ahora chicos? ¿Vamos a ir a tomar una copa o algo? Sugirió Lali.
¡Oh, mierda!
Todo el mundo me miró. Bien, genial, añadan más presión, ¡ya estoy malditamente aterrorizado!
Umen realidad, Ángel, me preguntaba si podría llevarte a un lugar después.
Tengo algo que mostrarte respondí, procurando no revelar nada.
Me miró con curiosidad, odiaba las sorpresas.
¿Sí? ¿Qué? preguntó, envolviendo sus brazos a mi alrededor.
Me incliné y le besé la nariz.
Vas a tener que esperar y ver contesté, sonriéndola, sabiendo que esto
probablemente la estaba matando. Frunció el ceño y entornó los ojos hacía mí,
haciéndome reír; agarré sus manos desenredándolas de mi cintura. ¿Estás lista
para irnos ahora? pregunté, esperanzado.
Asintió y volvió a mirar a su familia quienes estaban sonriendo como locos; mi
mamá estaba llorando lágrimas de felicidad. Bien chicos, ¡bajen el tono! Los miró a
todos un poco confundida, obviamente preguntándose por qué estaban actuando
así.
Los veré más tarde entonces. Uno de ustedes tiene llaves, ¿verdad? preguntó.
Gas le sacudió sus llaves.
Váyanse. Los veremos más tarde indicó, asintiendo hacia la salida.
Envolví mi brazo alrededor de su cintura y caminamos hacia el frente.
Así que, ¿cómo fue la práctica? preguntó.
Um, sí bien mentí mientras abría la puerta del coche para ella.
Me besó de nuevo mientras entraba. Estaba sonriendo, obviamente orgullosa de sí misma por graduarse. Llamé a Pete mientras me dirigía al asiento del conductor
para decirle que estábamos marchándonos.

Lali

Definitivamente algo estaba pasando. Le eché un vistazo de nuevo, parecía
nervioso por algo; estaba sentando muy erguido en su asiento. Este no era el
normal y relajado Peter que amaba hasta la muerte. Después de unos veinte
minutos conduciendo y hablando brevemente sobre el tiempo y mi ceremonia de
graduación, nos detuvimos. Sonrió y salió.
Bien, ¿dónde demonios estábamos? Pensé que me llevaría a cenar o algo así. Bajé y sostuve su mano mientras me conducía hacia adelante, deteniéndose frente a un edificio con puertas de cristal. Creo que solía ser un gimnasio o algo así, pero parecía como si hubiese sido hecho recientemente, el exterior había sido pintado de un bonito color crema y las ventanas habían sido reemplazadas.
¿Qué piensas? preguntó, envolviendo sus brazos a mi alrededor desde detrás.
¿Pensar sobre qué? ¿Qué me estoy perdiendo?
Um, ¿es genial? Me encogí de hombros, confundida.
Se echó a reír.
Bien, no tienes ni idea de qué te estoy hablando, ¿verdad? bromeó.
No. Lo siento, chico amante, ¿debería? pregunté, sonriendo disculpadamente.
Bueno, ¿ves ese edificio enfrente tuyo, con las puertas de cristal? preguntó.
Asentí, todavía un poco desconcertada con respecto a lo qué se trataba todo
esto. Es tuyo.
¿Mío? ¿Qué demonios es esto?
Me giré para mirarlo de frente.
Peter, no entiendo, cariño. Lo siento dije disculpándome. Maldita sea, estaba
arruinándole sus sorpresa.
Sonrió y pasó los dedos por mi mejilla suavemente.
Lo compré para ti. Está todo hecho en el interior es un estudio de baile explicó.
Oh, condenado Dios, ¡no lo hizo! Jadeé, mirándole para ver si estaba bromeando.
Me sonrió. No, realmente no estaba bromeando, hablaba totalmente en serio.
¡Oh, Dios, Peter, me estás tomando el pelo! chillé mientras me lanzaba hacia él, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello. Habíamos hablado sobre construir mi propio estudio pero me convenció para esperar un año después de mi
graduación, ¡apuesto que era porque estaba planeando esto! Caray, ¡tengo el novio perfecto! ¡Gracias, gracias, gracias! grité entusiasmadamente.
Me besó suavemente.
No hay de qué. Vamos, echemos un vistazo. Me giró hacia la puerta, sonriendo felizmente.
Apenas podía contener mi emoción mientras me entregaba las llaves. Mis manos
temblaban tanto que ni siquiera podía conseguir introducir la llave en la cerradura,
por lo que tuvo que hacerlo por mí. Mientras caminábamos por las puertas, ya
estaba llorando. Había un área de recepción que conducía a dos estudios de danza, los cuales tenían enormes espejos por toda una pared y magníficos pisos de madera, ideales para bailar en ellos.
¡Oh, Peter, esto es perfecto! grité.
Sonrió.
Hice que alguien viniese y lo diseñara todo. Pero si hay algo que no te guste,
podemos cambiarlo, ¿de acuerdo? afirmó, tomando mi mano y empujándome
hacia la puerta. Vamos a mirar arriba sugirió, señalando hacia la parte trasera.
Asentí con la cabeza y salté entusiasmadamente a su lado. Siempre era tan
malditamente considerado y dulce. Había sido el mejor novio que nadie podría
pedir durante los últimos cinco años, mejor de lo que jamás hubiese soñado.
Arriba, había una pequeña sala de recreo con una mesa de billar y una mesa de
hockey de aire, un bar de zumos y snacks con mesas. Había incluso vestuarios con duchas y todo. Me tomó la mano y tiró de mí hacia la última puerta. Se veía muy nervioso de nuevo. No estaba sonriendo ahora.
¿Estás bien? pregunté, apretando mi brazo alrededor de su cintura más
estrechamente. No podía quitar la sonrisa de mi cara. Lo amaba tanto que era casi
doloroso.
Tragó saliva y asintió, empujando la puerta. Miré para ver la habitación en
penumbras. Había cientos de pequeñas velas esparcidas por toda la sala,
haciéndola parpadeante y hermosa, las velas se reflejaban en la pared de espejos.
Había globos rojos y rosas flotando a lo largo de cada centímetro del techo y
algunos atados a los respaldos de las sillas. Había ramos de rosas rojas por todas
partes, pétalos rojos y rosas esparcidos por todo el suelo de madera. Era hermoso.
Lo miré, sorprendida; él sonrió y me introdujo en la habitación, cerrando la puerta
detrás de mí. Mientras me llevaba hasta el centro de la habitación podía sentir a mi corazón tratando de estallar fuera de mi pecho. Toda esta situación era tan
romántica que hizo que mi estómago aleteara y se me pusiera la piel de gallina.
Me besó suavemente antes de arrodillarse en una pierna frente a mí. Sentí mis ojos llenándose de lágrimas y resistí el impulso de gritar sí antes de que me lo pidiera.
Sacó una pequeña caja negra de anillos, levantando la tapa para revelar un
precioso anillo de diamantes que debía haberle costado una fortuna.
Ángel, te he amado desde la primera vez que puse mis ojos en ti. Sólo has sido
tú. Siempre serás tú. ¿Quieres casarte conmigo? preguntó, luciendo realmente
nervioso. ¿De verdad creía que diría que no?
Tragué saliva ruidosamente. Dios, ¿podía incluso hablar?
susurré. Esbozó una sonrisa de infarto y sacó el anillo de la caja, tomando mi mano y deslizándolo en mi dedo, dónde encajaba perfectamente.
Se levantó y me agarró, besándome ferozmente. Sonreí feliz contra sus labios y se apartó para poner su frente en la mía.
Te amo tanto susurró.
Yo también te amo. Esas palabras nunca me habían parecido tanto. Tres
pequeñas palabras, ¿cómo podrían posiblemente cubrir todo lo que sentía por este increíble chico?
¿Puedo tener el primer baile de su estudio, futura Sra.Lanzani? preguntó, con
los ojos bailando de emoción.
Sonreí, ¡oh, Dios, amaba el sonido de ese nombre!
Por supuesto, futuro marido contesté. Mi corazón estaba latiendo demasiado
rápido. Peter aún tenía el poder de encender mi cuerpo en fuego con una de sus
sonrisas, incluso después de todo este tiempo.
Sacó un pequeño mando de su bolsillo y pulsó algunos botones, haciendo sonar la
música. Jadeé mientras la canción empezaba. Era nuestra canción. Amazed, por
Boyz II Men, comenzó y me atrajo más cerca, envolviendo sus brazos a mí
alrededor con fuerza.
¿Podría este chico ser más perfecto? No podía quitar mis ojos de él mientras
bailábamos. Me abrazó fuertemente, una mano subiendo hasta mi cuello, sus
dedos enredándose en mi pelo. Mi respiración salía en pequeños jadeos mientras
absorbía cada centímetro de su hermoso rostro, la cara de mi prometido. Me
apreté a mí misma más cerca, sintiendo su increíble cuerpo presionado
fuertemente contra el mío.
Todo en este momento era hermoso y no quería que terminara nunca.
Peter, ¿podrías conseguir ser más romántico? Respiré, frotando mi mano sobre su pecho suavemente mientras nos balanceábamos lentamente con la canción.
Sonrió.
Trataré. Pregúntame de nuevo en cincuenta años susurró e inclinó su cabeza y me besó suavemente, robándome el aliento y haciendo que mi corazón chocara
contra mi pecho.
Sin duda, nadie había sido nunca más feliz que yo en este momento. Tenía una
familia perfecta, un nuevo estudio de danza que había sido mi sueño desde
pequeña, y el hombre de mis sueños me había pedido ser su esposa. La vida no
podría ser mejor que esto; sinceramente me sentía como la chica más afortunada
del mundo.

Fin