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sábado, 30 de agosto de 2014

Capitulo: 31


Cuando llegaron a casa, Peter detuvo a Lali y la levantó en sus brazos para llevarla a través del umbral. Le recordó el primer día que la conoció.

jueves, 28 de agosto de 2014

Capitulo: 30



—¿Qué mierda hiciste? —chilló la voz de Marissa desde el teléfono mientras él se sentaba en el bar.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Capitulo: 29


La situación con Dillon había sido manejada mejor de lo que podía haber esperado. El nuevo trabajo por el que había dejado el recinto para continuar era tráfico de drogas. Idiota. Cuando Nico envió a los chicos a

martes, 26 de agosto de 2014

Capitulo: 28


La semana pasó sin otra nota o alguna señal de que Dillon había regresado, pero el sentido de alerta de Peter no se había calmado. No del todo. Él todavía no le había dicho nada a Lali, pero estaba más alerta

Capitulo: 27


La sola lágrima rodando por la mejilla de Lali lo mantuvo inmóvil por un momento. —¿Lali? —Dio un paso más cerca, guiándola por el codo hacia el sofá—. Dime que pasó.

Ella cayó al sofá, curvó sus piernas debajo de ella y dejó escapar un profundo suspiro. —Hablé con Marissa hoy.
—Está bien… —se preparó, sin saber lo que venía.
—Me habló de la chica… que murió.
—Oh. —Peter temía que fuera algo mucho peor, algo que él había mantenido enterrado lejos de todos. Pero incluso mientras su pulso se disparaba, sabía que no podía ser. Porque eso era algo que ni siquiera Marissa sabía. Y esperaba que nunca lo hiciera.
Con voz temblorosa, Lali admitió a Peter que temía que eso significara que lo que había entre ellos no fuera real.
Nunca había considerado la conexión, pero cuando confrontó la información, el vínculo era evidente. Por supuesto que lo que sentía por Lali estaba en una liga completamente diferente, sus sentimientos por ella mucho más intensos. Cristo, había estado compartiendo su casa con ella por meses ahora.
—¿Eso es todo lo que soy para ti? ¿Alguien para salvar, ya que no pudiste salvar a la última chica? —las lágrimas fluyeron libremente, y se enroscaron en ella, abrazando sus rodillas contra su pecho.
—Lali... eso no es...
—Necesitaba ser salvada una vez, pero ya no… no ahora. Ahora solo necesito… —Hizo una pausa, tomando aliento temblorosamente.
—Dime —él la atrajo más cerca, forzándola a separarse de su posición en el sofá.
—Que me amen. Que me acepten.
El profundo nudo que se había sentado en su pecho se rompió, y soltó una profunda respiración, como si fuera la primera. Su resolución se apartó y tiró a Lali a su pecho.
—Shh. Todo va a estar bien. Te lo prometo, eres mucho más para mí que una niña perdida por salvar. Tal vez todo esto fue al principio, pero no ahora. —Era lo máximo que podía darle. No podía prometerle un futuro, o amor eterno y devoción. Su corazón era poco más que un trozo de carne en su pecho. Había sido borrado y destruido en diminutos pedazos demasiadas veces. Y su sucio pequeño secreto, la razón por la que se va todos los domingos, iba a ser la gota final para que ella se alejara. Si declararan su amor el uno al otro, solo haría su eventual caída mucho peor.
Las lágrimas calientes de Lali humedecieron su cuello y devoró su control. Ella dio un suspiro tembloroso en un intento de controlar sus emociones.
—Peter. Eso no fue tu culpa. Tienes que dejarlo atrás. Superar el miedo de perder a alguien porque no pudiste salvar a esa chica.
Un tímido gesto tiró de sus labios. Odiaba la forma en que ella lo miraba. Como si él fuera el que estaba dañado. —Dios, Lali, debes estar con alguien que te enseñe cómo vivir la vida, no alguien que tiene miedo de vivirla, también.
—Así que vamos a enseñarnos. Vamos a tomar las cosas un día a la vez, estar allí, descubrir nuevas pasiones y sueños juntos. Vamos a abrazamos en la noche cuando los temores intenten reaparecer.
La miró con angustia. Si pudiera darle el mundo, lo haría. Pero no la tendría conforme. No por él. No cuando se merecía mucho más. No creía que alguna vez hubiera dos personas más adecuadas para el otro, pero algo dentro de él se paralizó y no podía decir las palabras. No podía decirle que todo estaría bien, no podía prometerle por siempre. No con todo su equipaje.
Lágrimas silenciosas corrían por sus mejillas, y Peter las secó. —No llores. Te tengo. Estoy aquí. —Le acarició la espalda, y ella dejó que las lágrimas viniesen. Peter continuó frotándole la espalda, murmurando palabras tranquilizadoras, cariñosas, cerca de su oído, y sobre todo, solo abrazándola y dejándola romperse. Estaba seguro de que su caída era más que solo por la información que Marissa había compartido con ella. Había estado esperando que todo la golpeara desde hacía algún tiempo. Y parecía que finalmente pasó. Eventualmente, sus sollozos se convirtieron en pequeños hipos, y Peter la empujó de la curva de su cuello que había reclamado como suyo.
Se cubrió la cara con las manos. —No me mires. Estoy horrible.
Él se rió y le quitó las manos. —No eres horrible. —Sus ojos estaban hinchados y rojos, su piel manchada—. Necesitas un pañuelo, tal vez, pero nunca podrías ser horrible.
Ella sonrió y juguetonamente le dio un manotazo a sus manos. —Lo siento, soy una chica.
Él se inclinó y la besó en la frente. —Nunca te disculpes por eso, nena. Confía en mí, estoy muy feliz de que eres una chica. —Puso los pulgares por debajo de sus ojos, capturando algo del rímel negro agrupado allí—. Ve a la cama. Voy a conseguir los pañuelos.
Ella asintió y se dirigió por el pasillo.
Peter se unió a ella en la cama, sus manos con Cuddles metido bajo un brazo y una caja de Kleenex en la otra. —Entrega especial —sonrió, colocando al sobreexcitado cachorro en la cama. Rápidamente salto sobre Lali y comenzó a lamer su cara.
Lali se rió y puso el cachorro en su pecho, acariciando su espalda. —Gracias.
Peter colocó las mantas a su alrededor. —Solo descansar un poco, yo voy a encargarme de ordenar la cena. ¿Alguna petición especial?
Ella negó con la cabeza. —Cualquier cosa está bien. Pero no pizza. Oh, y tal vez algún postre.
Él se rió entre dientes. —Cualquier cosa, siempre y cuando no sea pizza e incluya postre. Ya lo tienes. —Apagó las luces y se fue, la pesada sensación una vez más asentándose en su pecho. Viendo la reacción de ella esta noche trajo rotunda claridad a su excursión de domingo; nunca jamás podría decirle acerca de Paula. La rompería.
A la mañana siguiente, Peter ató los cordones de sus zapatos. En su camino a las pistas de atletismo, pasó por su SUV y vio un trozo de papel blanco escondido bajo su limpiaparabrisas.
Una sensación de hundimiento en su instinto le dijo que esto no era una advertencia como la que los notarios a veces dejan, cubriendo todos los coches. Su entrenamiento pateó. Miró a su alrededor, pero no había nada fuera de lo común. Cogió el trozo de papel y lo desdobló.
Te llevaste algo mío y voy a estar de vuelta por ella.
Mierda. Escalofríos se arrastraron por su espina y sus músculos se tensaron. Había estado temiendo por semanas que Dillon reapareciera. Metió el papel en su bolsillo y retrocedió por las escaleras hacia Lali.
Se quitó los zapatos de correr en el vestíbulo, agradecido de que a Lali le gustara dormir en las mañanas de domingo. Debatió qué le diría cuando se despertara. Al menos el edificio necesitaba una llave para entrar. Pasó una mano por su cabello. No quería alarmar a Lali, pero ¿era aún seguro para ella ir a trabajar mañana? Se paseó por la cocina para evitar golpear la pared. Necesitaba conseguir recomponerse y tener su cara de juego al momento en que se despertara. Presionó la palma de su mano contra su corazón. El maldito pecho estaba apretado de nuevo.

Hizo una taza de café y se la llevó a la barra con las manos temblorosas. Estaba demasiado excitado para sentarse, así que se quedó allí, tragando sorbos del muy caliente café. No le diría a Lali. No aún. Mañana iría a trabajar, reuniría todo lo que podía encontrar sobre Dillon y tendría a Lali haciendo lo mismo. La acompañaría a su coche, la enviaría a trabajar como algo Normal y luego se dedicaría a rastrear a este imbécil.

en la tarde les subo mas porque desde el cole no me pesca mucho el internet

lunes, 25 de agosto de 2014

Capitulo: 26


Peter metió los pies en sus zapatos y se dirigió a la cocina. —Tengo que salir por un rato. —Le puso una mano en la cadera y se inclinó para darle un beso.