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domingo, 6 de abril de 2014

Epigolo



Peter
Un profundo suspiro de pesar escapó de mis labios mientras miraba hacia abajo a la placa conmemorativa color bronce de mi madre.

sábado, 5 de abril de 2014

Capitulo: 35



—Lo siento. Lo siento. Lo siento —repitió él, apretando la parte trasera de mis  rodillas—.  No  quise 
decir  nada  de  ello,  lo  juro  por  Dios  que  no.  Le  hice prometer a Poli que no te llamara o te dijera que vinieras porque no podía soportar la  idea  de tú  viéndome  así  —dijo  sacudiendo  la  cabeza  con  tristeza—.  Cuando apareciste, pensé que moriría, y no podía pensar en nada más que alejarte. Así que dije e hice esa mierda solo para lastimarte, así te irías.  Tenías razón cuando me llamaste un cabrón.
Cuando jadee, él miro arriba hacia mí, lagrimas brillando en sus ojos. 
—Pero al momento en que me diste la cachetada, fue como si viera todo claramente  otra vez.  No  podía imaginar  no  tenerte  en mi  vida,  y me odié a mí mismo por hacerte eso.
—Oh, Peter —murmuré.
—Y juro por Dios que sí te amo, nunca he amado a ninguna chica como te amo a ti. Eres la cosa más increíble que me ha pasado en la vida. Es solo… que no sé qué hacer con todo esto. —Él golpeo su mano contra su empapado pecho―. Apenas  sé  cómo  estar  con alguien  cuando  estoy  completo.  ¿Cómo  demonios  se supone que voy a estar contigo cuando estoy tan jodidamente roto?
Cualquier  rabia  que  todavía  albergaba  por  él  se  derritió en  un instante. Corrí mis dedos a través de los mechones mojados de su cabello. 
—Bebé, eso es lo que es el amor. Estar al lado de esa persona en las buenas
y en las malas.
—Mereces más de lo que tengo para darte. Debí alejarme de ti hace mucho tiempo en lugar de ser egoísta y tratar de mantenerte conmigo.
Sacudí la cabeza. 
—No habrías sido capaz de mantenerme alejada. Te amo demasiado. Ese es el por qué estoy aquí ahora.
Su rostro se transformó en una máscara de agonía. 
—Ella va a dejarme. Por favor di que te quedarás,  incluso  aunque no te merezca.
—No voy a dejarte.  —Me moví hacia abajo hasta el suelo para envolver mis  brazos  alrededor  de  él—.  Voy  a  estar  aquí  en  cada  paso  del  camino.  Solo apóyate en mí. —Susurré en su oído. Él empezó a sollozar otra vez, aferrándose a mí—. Está bien, bebé —murmuré, pasando mis manos sobre su espalda.
La  lluvia  continuaba  empapándonos  mientras  Peter  lloraba incontrolablemente.  Cuando  él  finalmente  empezó  a  regresar  en  sí,  él  respiró entrecortadamente. 
—Lo siento, Ángel.
Me liberé de su abrazo para mirar sus ojos. 
—No más disculpas, ¿de acuerdo?
Él  asintió  antes  de  levantarse.  Ofreciéndome  su  mano,  me  alzó. Envolviendo  su  brazo  alrededor  de  mi  hombro,  me  atrajo  hacia  él  mientras empezábamos a caminar de regreso a la casa. Cuando entramos, una vez más estaba abrumada  por  toda la  familia y  amigos  llenando  las  habitaciones.  Peter  me hizo entrar en su baño.
Poli  había  traído  mi  bolsa  adentro,  así  que  rápidamente  cambié  mi  ropa empapada mientras Peter también lo hacía.
Estaba secando mi cabello cuando Peter apareció detrás de mí en el baño. 
—Ven  conmigo  a  ver  a  mamá.  —Rápidamente  apagué  la  secadora  y  lo seguí a través del pasillo. Una cama de hospital se encontraba ahora donde la una vez cama con dosel de Susan había estado. Su frágil forma parecía empequeñeceren la cama. Su hermana, Sally, y algunas de sus sobrinas se encontraban en el sofá de la esquina mientras su padre estaba en una silla. Ellos reconocieron mi presencia con sonrisas tristes.
Peter me indicó para que me sentara en una de las sillas que se encontraba cerca de la cama. Me senté mientras lo veía sentarse enfrente de mí. Peter tomó la mano de Susan en la de él y la besó.
—Mamá, estoy aquí —dijo suavemente.
No sé cuánto tiempo nos sentamos así, quietos como estatuas y esperando por algún tipo de respuesta de ella. Jadeé cuando los parpados de Susan finalmente se  abrieron,  y  ella  miró  alrededor  de  la  habitación.  Sabía  exactamente  a  quién estaba buscando. Una vez que la mano de Peter se estiró para tomar su mano, una brillante sonrisa apareció por todo su rostro. 
—Juan Pedro.
—¿Sí, mamá?
—¿Recuerdas la  historia que solía contar sobre el por qué te convertiste en músico?
Las  cejas  de  Peter  se  arrugaron  como  si  estuviera  confundido  por  su pregunta. 
—Uhm, sí, lo hago, pero que…
Ella sacudió la cabeza y luego se giró hacia mí. 
—Siempre  he  molestado  a  Peter  con  que  me  debe  todo  su  éxito  como cantante y guitarrista a mí.
Sonreí. 
—¿Lo hace?
—Oh  sí.  Debido  a  mi  estudio  y  mis  clases  de  baile,  estaba  rodeado  de música mientras estaba  embarazada de  él. Pasaba muchas horas con los grandescomo Mozart, Beethoven, y Brahms. Siempre lo sentía patear más cuando estaba enseñando  una  clase.  Era  como  si  me  estuviera  dejando  saber  que  ya  sentía  la música.
—Esa es una historia muy dulce.
Susan tomó una respiración irregular. 
—Sabes, pensé que nunca sería capaz de tener niños. Después de cuatro perdidas, me había rendido a tener un hijo propio. Mark y yo empezamos a pensar sobre adoptar cuando quedé embarazada otra vez. Con todos los otros embarazos, había sido tan cuidadosa de no estar de pie en los primeros días y semanas, pero esta vez no me permití apegarme. En su lugar, hice todo lo que usualmente hacía, montar a caballo en la granja de mi papá y dar lecciones de baile desde la mañana hasta  la  noche.  No  me  permití  creer  que  estaba  realmente  embarazada.  Pero después  de  que  otro  mes  pasara    todavía  estaba  embarazada,  empecé  a  tener esperanza  y  rezar  porque  esta  vez  fuera  real.  Y  cuando  alcancé  el  segundo trimestre, semanas donde antes había perdido los otros bebes, supe que finalmente conseguiría mi milagro.
Ella giró su cabeza para mirar hacia Peter. Lágrimas corrían libremente por sus mejillas, y él no se molestó en limpiarlas. 
—Mi dulce hijo, tú siempre has sido el sol en mi vida…
Cerrando sus ojos, Peter rogó:
—No hagas esto.
—Tengo que decir adiós, cariño, y tienes que dejarme hacer esto.
Su pecho subía y bajaba con fuertes sollozos mientras hundía su rostro en su pecho. Cuando su mano acarició la cima de su cabeza, no pude contener más mis emociones, y empecé a llorar. A mis sorbidos, Susan sonrió. 
—Lali, después de que me vaya, quiero que le recuerdes a Jacob la historia de su nacimiento. Cuando se deprima y esté tan abatido que no pueda pararse ocuando  piense  que  no  hay  ninguna  razón  para  continuar,  cuéntale  la  historia. Recuérdale que él fue un milagro y el regalo más precioso que jamás haya recibido.
Lágrimas corrían a través de mi rostro y caían en mi regazo mientras me inclinaba hacia adelante para tomar su mano en la mía. 
—Lo haré. Prometo que lo haré.  —Llevé su mano a mis labios y la besé antes de  presionarla  contra mi mejilla—. Prometo asegurarme  de  que él nunca, jamás se rinda, sin importar cuanto lo quiera.
—Le doy gracias a Dios porque te tiene, dulce niña. Cuidarán bien el uno del otro. —Ella sonrió mientras lágrimas brillaban en sus ojos—. Ustedes van a ser tan felices juntos y hacer los más hermosos nietos para mí.
Sus palabras nos hicieron a Peter y a mí llorar más fuerte. 
—Oh mamá —sollozó Peter. Él se levantó para besar tiernamente su mejilla.
—Tienes que dejarme ir, bebé.
Él sacudió la cabeza salvajemente de un lado a otro. 
—No puedo hacerlo. Por favor no me pidas eso.
Ella pasó su mano a lo largo de su rostro. 
—No es un adiós para siempre. Nos veremos otra vez. Y hasta entonces, vivirás una gran y feliz vida y me harás orgullosa.
—Lo haré.
Susan sonrió. 
—Ahora dime adiós.
La angustiada expresión de Peter me rompió, y  lloré abiertamente. Su pecho subía y bajaba con fuertes respiros.
—Adiós, mamá. Te amo muchísimo.
—Gracias, cariño. Yo también  te  amo.  —La mirada de Susan giró hacia mí—. Lali, ¿Recuerdas la canción del ángel de Oh Brother Where Art You?
Vimos  la  película  juntas  probablemente  tres  o  cuatro  veces  cuando  me estaba recuperando de los golpes. Ella  amaba  las  películas  de  los  Hermanos  Cohen  tanto  como  amaba  a George Clooney. 
—Sí, Angel Band. La conozco.
—Cántamela, por favor.
 No  sabía  cómo  podía  respirar  a  través  de  mis  sollozos,  mucho  menos cantar, pero de alguna forma me calmé y traté de conseguir la fuerza que no sabía sí tenía. 
—Mi último sol se está hundiendo rápido, mi carrera está casi por terminar—empecé.
—Eso es. Tan hermosa  —murmuró ella. Luego empezó a cerrar sus ojos mientras  Peter  mantenía  sus  brazos  envueltos  alrededor  de  ella.  Mientras  seguía cantando,  una  tranquila  sonrisa  se  formó  en  sus  labios.  Sus  respiraciones empezaron a ser más y más elaboradas. Cuando llegué al último verso, ella tomó un último respiro.
Y luego se había ido.
Peter se desmoronó, hundiendo su rostro en el pecho de Susan y llorando histéricamente. Una sinfonía de llantos hizo eco a través de la habitación mientras Sally y sus hijas empezaban a llorar al igual que el abuelo de Peter. Caminé alrededor del lado de la cama para envolver mis brazos alrededor de él. 
—Lo siento tanto —murmuré una y otra vez.
Justo cuando pensé que colapsaría de agotamiento por el dolor, Peter alzó su cabeza. Él desenvolvió mis brazos de él.
—Tengo  que  salir  de  aquí  —murmuró  antes  de  salir  corriendo  de  la habitación. Me encontré con Poli en el pasillo. 
—Ve con él —me urgió.
Asentí y luego me apresure detrás de Peter. Cuando llegué al porche, miré de derecha a izquierda antes de correr hacia el granero. 
—¿Peter? —llamé. Silencio hizo eco alrededor de mí. Dando vueltas, corrí por la colina hacia los establos. Me asome en varios puestos hasta que lo vi de pie en uno.
Con lágrimas todavía fluyendo por sus mejillas, Peter estaba ensillando un imponente caballo negro. Sintiendo mi presencia, Peter dijo: 
—Tengo que salir de aquí. Necesito dar un paseo.
Caminé hacia atrás mientras él guiaba el caballo fuera de la caseta. 
—Iré contigo.
Él me miró con sorpresa. 
—Tú no montas caballos después de que fuiste lanzada cuando eras una niña —me recordó.
Un temblor viajó a través de mí ante el recuerdo de todos esos años que habían pasado, pero sacudí la cabeza. 
—Los montaré por ti.
Peter se me quedó mirando por un minuto  antes  de tomar mi mano. Me llevó hasta el caballo. 
—Este es Lennon. —Él me dio una tímida sonrisa—. Nicolas quizá sea un fan de Paul McCartney, pero para mí todo tiene que ver con John Lennon.
—Me gusta.
—¿Lista?
—Tanto como puedo estarlo.
Tensión y palabras sin decir colgaban pesadamente entre nosotros. Estaba perdida en que decir para consolarlo. Él acababa de experimentar la peor perdida en su vida, y tenía miedo de que quizá yo no fuera suficiente para llenar el vacío.
Quizá no había nada que pudiera decir, quizá todo lo que necesitaba era a mí de su lado, mostrándole mi amor y apoyo.
Peter apartó los mechones mojados de mi rostro. 
—Puedes aferrarte fuerte a mí. Yo nunca te dejaré caer, Ángel.
—Y yo tampoco te dejaré a ti. —Envolví mis brazos alrededor de su cuello y me presioné contra él. Le di un largo beso—. Montaremos esta tormenta juntos, Peter. Por siempre y para siempre.
Su cálido aliento sopló a través de mi mejilla. 

—Y tú siempre serás mi dulce ángel, mi gracia salvadora y el amor de mi vida.
falta el epigolo esto esta por terminar por eso le digo gracias a todas las que me leyenron y comentaron mañana subo el epigolo



      GRACIAS¡¡¡

Capitulo:34



—¿Es Peter? ¿Algo está mal?
Él respiró de manera irregular. 

—Está  mal,  Ángel.  Él  se  ha  cerrado  totalmente,  y  no  sé  qué  demonios hacer.
—¿Pero por qué? ¿Qué pasó? Justo anoche hable con él. —Mi mente dio vueltas frenéticamente mientras intentaba recordar cualquier cosa inusual sobre nuestra conversación. Él mencionó que la enfermera estaba preocupada porque la neumonía de Susan empeoraba, pero Peter no me había dicho mucho más.
—La neumonía ha dañado más partes de su sistema de lo que la enfermera y las personas del hospital pensaron. Ella ha estado prácticamente comatosa todo el día.
Mi estómago se apretó, y luché contra la urgencia de vomitar. 
—Oh Dios… pobre Peter… pobre Susan —murmuré, agarrando más fuerte mi teléfono mientras lágrimas quemaban mis ojos.
—Incluso aunque no lo dice o admite, él te necesita. ¿Puedes venir?
Mi mente voló a los siguientes días y shows. La respuesta  lógica era decir que no podía, pero no había ninguna maldita forma en que fuera a dejar solo a Peter cuando más me necesitaba. 
—Por supuesto que puedo. Conseguiré el próximo vuelo.
—Bien, te iré a recoger, ¿de acuerdo?
—Gracias. Te lo agradezco.
—Nos vemos pronto.
—Adiós.
Sorprendentemente,  mis  hermanos  y  padres  no  protestaron  sobre  mi partida. Ellos creían que mi lugar estaba con Peter y Susan. Fui capaz de conseguir un vuelo dos horas después, y fiel a su palabra, Poli estaba esperando para recogerme.
Después de que me contó todo lo que estaba pasando, pasamos la mayor parte del camino en silencio. Autos estaban estacionados por todos lados en la entrada de Peter. Desde que estaba lloviendo, Poli me acercó a la puerta y luego fue de regreso a estacionarse. Con una temblorosa mano, toqué el timbre. Medio esperaba una enfermera o que alguno de los familiares de Peter abriera. Nada me pudo haber preparado para que fuera Peter el que abriera la pesada e intrincada puerta. A la vista de mí, él parpadeó dos veces. El color se drenó de su rostro antes de demandar:
—¿Qué demonios estás haciendo aquí?
Salté  hacia  atrás  ante  la  dureza  en  su  tono.  Me  tomó  un  momento encontrar mi voz. 
—Poli me llamó y me contó sobre Susan. Vine tan pronto como pude para estar contigo… y ella.
Él se quedó allí inmóvil mirándome. Mi corazón dolió ante su apariencia.
Áspera  barba  cubría  su  rostro  de  donde  no  se  había  afeitado,  y  su  usualmente perfecto, fino cabello estaba descuidado. Círculos oscuros se encontraban bajo sus ojos. Llevaba una raída  camiseta de Runaway Train y un par de pantalones con agujeros. Mientras todavía no  me había dicho que pasara, me lancé hacia adelante, envolviendo mis brazos apretadamente alrededor de él. 
—Oh, bebé, lo siento muchísimo. Estoy aquí para ti, y te amo.
Él no me abrazo de regreso. De hecho, sus brazos colgaban sin fuerza a los lados. Me aparté para besar tiernamente su mejilla. 
—Habla conmigo, Peter —imploré.
Su cuerpo se estremeció por un momento antes de sacudir la cabeza. Sin una  palabra, se  alejó de  mi  abrazo.  Tomando  mi mano,  tiró de  mí más  allá  del vestíbulo, hacia el pasillo. Pensé que quizá íbamos a la habitación de Susan, pero en su lugar, me empujó dentro de su habitación y cerró la puerta.
—Peter, que estás… —Él me silenció chocando sus labios con los míos. El beso  era  demandante  y  duro,  nada  como  lo  que  estaba  acostumbrada  a experimentar  con  él.  Tomando  mis  hombros,  me  dio  vuelta  y  me  empujó  de espalda contra la puerta con tal fuerza que chillé. Sus manos amasando mi cuerpo mientras intentaba apartarme de él.
—¡Detente! —chillé contra su boca.
Cuando se apartó, sus dedos fueron al botón de sus pantalones.  Cuando empezó a desabrocharlos, sacudí mi cabeza. 
—¿Qué estás haciendo?
—Voy a follarte. ¿Por eso es que viniste aquí, cierto?
Mi adolorida boca por su anterior asalto, cayó abierta en shock. 
—¡No! ¿Cómo podrías pensar algo tan horrible? Vine para estar contigo porque te amo y me necesitas.
Con sus abrazadores ojos azules, sus caderas me sujetaron contra la pared otra vez. Sus labios se curvaron en una enfadada sonrisa. 
—Todos siempre han querido un pedazo de mí, una forma para escalar a través de mí. ¿Eso es también lo que quieres, no? Eres la novia de Peter Lanzani, la que finalmente domesticó al notorio mujeriego.
Sacudí la cabeza salvajemente de un lado a otro por su acusación. 
—Soy  tu  novia  porque  te amo,  no  por  quién  eres  o  lo  que  piensen  los demás. —Alcé mis manos para ahuecar sus mejillas, forzándolo a que me mirara―. Te  conozco,  Peter.  Veo  cada  imperfección  que  tienes, y  todavía  te  amo. No hay nadie  más  en  este  mucho  para  mí  que  tú.  Y  cuando  estés  herido,  quiero  estar contigo. Cuando estés roto y destrozado como lo estás ahora mismo, voy a recoger las piezas. Eso es lo que es el amor, bebé. —Me incliné hacia adelante para susurrar contra  barba  en  su  barbilla—.  Confía  en  mí  cuando  digo  que  haré  lo  que  sea necesario para alejar el terrible dolor que estás  sintiendo ahora. Pero tienes que dejarme entrar un poco.
Él agarró mis muñecas en sus manos y las colocó por encima de mi cabeza. 
—¿Harías lo que sea por mí, huh?
—Sí —murmuré,  luchando  con  la  urgencia  de  gritar  por  el  dolor  de  su agarre.
—Eso es una jodida pena. Porque todo lo que has hecho es convertirte en mi puta.
Mi cabeza se echó hacia atrás como si me hubiera golpeado. Era como si un completo extraño hubiese tomado el cuerpo de Peter.
Nunca lo había visto actuar de esta forma, incluso en su infame borrachera en el autobús palidecía en comparación con esto. 
—¡Peter, por favor no hagas esto! No me apartes. —Lágrimas quemaban mis ojos―. Sé que estás herido, pero me amas y me necesitas.
Con una cruel cara de burla, sus manos dejaron las mías para deslizarse por mi cuerpo y descansar en mis caderas. 
—Lo siento, Ángel, pero ahí es donde estás equivocada. Tú solo eras otra pieza de culo para conquistar, aunque el tuyo fue más un desafío. Pero tengo que admitir cuan sorprendido estaba que algo  de romance y declaración de amor te hizo abrir las piernas más rápido de lo que pensé.
—¡Eso es una mentira! Sé que me amabas entonces, y sé que lo haces ahora. Solo  estás  retorciendo  todo  porque  estás  revuelto  por  dentro.  —Agarré  sus hombros—. Tienes que luchar con esto, Peter. No puedes rendirte a la oscuridad. Eso tampoco es lo que Susan querría.
Una tormentosa mezcla de emociones destellaron en los ojos de Peter. 
—Puedes  pensar  lo  que  quieras,  pero  sé  lo  que  estoy  diciendo  sobre acostarme  contigo.  Me  alegra  haber  podido  romperte  porque  estás  hecha  para follar. La forma en que gritabas mi nombre y te  venías tan fuerte en mi lengua cuando estaba debajo de ti… Mmm… nena eso fue caliente.
—Detente —protesté débilmente mientras lágrimas de frustración y dolor corrían por mis mejillas.
—No llores, Ángel. Fue un honor ser el primero. Y te prometo que siempre te recordaré como una de las mejores folladas que he tenido, el pequeño e inocente ángel que dejó entrar al grande y malo lobo feroz dentro de sus apretadas paredes.
Los exaltados hilos de emoción se rompieron, y antes de que me pudiera detener,  llevé  mi  palma  con  fuerza  contra  su  mejilla,  causando  un  ruidoso chasquido que resonó a través de la habitación. Cualquier dolor dentro de mí dio paso a un caliente cólera. 
—¡Tú inimaginable cabrón! ¡Jamás me hables así otra vez! Sé que tú madre está muriendo, pero eso no te da la excusa de escupir y pisotear todo lo que somos. Mejor que despiertes rápido y te des cuenta de lo que estés diciendo. ¡Necesitas entender en tu dura cabeza que yo no era solo una pieza de culo, que en realidad era todo lo que jamás habías soñado, pero lo jodiste porque me apartaste cuando más me necesitabas!
Con eso, me giré y salí de la habitación. Mientras caminaba rápidamente por la puerta de enfrente, Poli me llamó, pero lo ignoré. Sin siquiera pensar a donde iba o como llegaría allí, corrí a lo largo de la terraza y dentro de una cegadora lluvia.
Había llegado a la mitad del camino de grava antes de escuchar la voz de Peter cortando a través de la lluvia. 
—¡Lali! ¡Por favor espera!
Girando alrededor, señalé con mi dedo hacia él. 

—Déjame  en  paz, Peter.  Quizá  le  haya hecho  una  promesa  a Susan  para intentar y darte segundas oportunidades cuando lo jodieras, pero estás probando mi cordura ahora…
 Mi voz se apagó mientras Peter se hundía hasta sus rodillas en el barro. Su pecho  subía  y  bajaba  con  fuertes  sollozos  mientras  enterraba  su  rostro  en  el dobladillo de mi vestido. 
—Lo siento. Oh Cristo, Ángel, lo siento mucho, mucho.
Sin parpadear e inmóvil. Me le quedé mirando en shock. No sabía que decir o  hacer.  Me  había  lastimado  tan  profundamente  que  una  parte  de  mí  quería alejarlo. 
—Peter, yo…
—Lo siento. Lo siento. Lo siento —repitió él, apretando la parte trasera de mis  rodillas—.  No  quise  decir  nada  de  ello,  lo  juro  por  Dios  que  no.  Le  hice prometer a Poli que no te llamara o te dijera que vinieras porque no podía soportar la  idea  de tú  viéndome  así  —dijo  sacudiendo  la  cabeza  con  tristeza—.  Cuando apareciste, pensé que moriría, y no podía pensar en nada más que alejarte. Así que dije e hice esa mierda solo para lastimarte, así te irías.  Tenías razón cuando me llamaste un cabrón.


:(penultimo 

Capitulo: 33



Lali
Un Mes Después


Capitulo: 32

Peter


Descansando en una vieja colcha de retazos, recliné mi cabeza para tener una mejor vista del cielo ennegrecido, incrustado de brillantes estrellas. Con su espalda contra mi pecho, Lali anunció con

viernes, 4 de abril de 2014

Capitulo: 31

Lali



La  luz  del  sol  corría  por  mi  cara,  calentando  mi  mejilla.
Bostezando, comencé a estirarme cuando me di cuenta de que estaba  prisionera  entre  dos  musculosos  brazos  tatuados.