Lali
En el momento en que sus dedos tocaron mi rostro mientras
secaba mis lágrimas, sentí la electricidad deslizarse a través de mi cuerpo.
Sus ojos mostraban tanta preocupación que un nudo se formó en mi estómago. Sé
que sólo se preocupaba porque soy la hermana de su mejor amigo, pero…
No… No podía permitirme pensar de esa manera. Luego dejó
caer la bomba atómica sobre mí. ¿De quién hablaba? ¿Quién le dijo a Peter que
fallaría? No lo podía creer… Quiero decir, era bastante inteligente por lo que
mi hermano me dijo, incluso más inteligente que él. También era un jugador de
fútbol impresionante. Lo había visto jugar un montón de veces cuando Rochi y yo
íbamos a ver jugar a Gaston. Era súper guapo. Sí, no había forma que ese tipo
quisiera estar con alguien como yo.
Nos dirigimos hacia la puerta y comenzamos a caminar hacia
el camión de Peter. Tenía una enorme sonrisa en su rostro, lo que me hizo
sonreír. ¿Por qué estaba tan contento? Oh, eso es… su camión es su
"chica". Jesús… ¿por qué me siento celosa de un maldito camión?
Caminó hacia el lado del pasajero, abrió la puerta de atrás
y puso mi mochila dentro. Luego abrió la puerta delantera y me tomó del brazo
mientras me ayudaba a entrar.
—¿Te has acordado de tomar tus pastillas para el dolor, La?
—preguntó Peter, mirando mi mano. Realmente se sentía mucho mejor hoy, eso era
seguro.
—Sí… Tomé una en la mañana, después del desayuno, y las
guardé en mi mochila, mamá —dije mientras me miraba de arriba abajo. Echó la
cabeza hacia atrás y se rió.
Dios, su risa se deslizó a través de mi cuerpo e hizo que el
área entre mis piernas doliera. Apreté las piernas disimuladamente para aliviar
esa pulsátil sensación. En ese momento, me miró con esa maldita sonrisa
torcida. Levantó su mano y tocó mi nariz.
—Eres tan malditamente linda, ¿lo sabías? —Parecía como si
quisiera inclinarse y besarme… ¡Sí! ¡Vamos! Un poco más… más… sólo un poco más
cerca.
—¿Cuál es tu perro favorito? —preguntó Peter, apartándose y
parándose lejos de la puerta.
—¿Eh? —¿Qué diablos? ¿Por qué lo preguntaba? ¡Mierda! Y yo
que creía que iba a besarme, y él estaba pensando en… ¿perros?
—¡Piensa en ello! —dijo, sonriéndome y cerrando la puerta.
Lo vi bordear la parte delantera del camión y pasar las
manos por su hermoso cabello. Estoy bastante segura de que lo hace cuando está
nervioso o molesto. Dios, es una de las cosas más sexys que he visto. ¿Por qué
está nervioso?
¿Perros? Este tipo me confunde demasiado.
Peter entró y me miró. Oh, diablos. Me sonrió, mirándome
fijamente.
—¿Qué sucede? ¿Qué es tan gracioso? —le pregunté,
devolviéndole la sonrisa.
—Nada, es sólo que te ves malditamente bien sentada en mi
camioneta, cariño, eso es todo —dijo Peter con otra sonrisa.
—¡Oh, vale!
Peter encendió la camioneta y recé en silencio que Truck
Yeah no comenzara. Por favor, Dios… por favor. En ese momento, Every Time You
Turn Around de Daughtry comenzó a sonar a través de los altavoces. ¡Oh,
gracias, Jesucristo!
—Supongo que te gusta Daughtry, por tu sonrisa —dijo Peter
antes de comenzar a retroceder.
—¡Sí! ¡Me encanta! Amo esta canción. Pero, sinceramente…
rezaba que no empezara Truck Yeah. No estoy segura de lo que te hubiera hecho
si hubiera comenzado esa canción —dije, echándole un vistazo. Puso el freno y
se me quedó mirando.
—¡Oh, gracias a todo lo santo que no soy el único! Mierda,
quiero borrar esa canción del iPod de Gas. Estoy tan cansado de escucharla
—dijo Peter, mirándome seriamente. Tuve que reírme.
—¡He pensado lo mismo! Te juro que lo único que quiero hacer
cuando empieza es armarme de valor y golpearlo. —Miré mi mano, que todavía
lucía un poco hinchada.
—¡Las grandes mentes piensan igual, La! —dijo Peter con una
sonrisa mientras retrocedía y se dirigía hacia la escuela.
Era como la tercera vez que Peter me llamaba La. Un montón
de gente me llamaba Lali o La. ¿Por qué cuando él lo decía se me formaba un nudo
en el estómago? Al igual que cuando me llamaba cariño.
—Labrador color chocolate —le dije cuando el silencio en la
camioneta comenzó a incomodarme.
Peter me observó con una mirada confusa en su rostro. —¿Qué?
—Me preguntaste cuál era mi perro favorito. Es el labrador
de color chocolate. Nunca he tenido un perro, pero si alguna vez tengo uno…
creo que me gustaría ese —dije, mirando por la ventana, sin saber por qué las
lágrimas se empezaban a construir en mis ojos.
—Ah, sí, cierto, el perro. ¿Nunca has tenido un perro? Guau…
¿Macho o hembra? —preguntó Peter, entrando en el estacionamiento de la escuela.
—Creo que me gustaría un macho. Síp… alguien que me cuide,
me proteja y me ame como si no hubiera mañana —dije, voltéandome y mirando a Peter,
quien me miraba fijamente… otra vez. Lo hacía mucho. Luego pasó una mano a
través de su cabello.
Mierda… ¿Por qué eso me encendía tan condenadamente mucho?
Me removí en el asiento para aliviar el dolor.
—Sabes que no necesitas un perro para ese, cariño. Estoy
bastante seguro de que encontrarás a alguien que esté más que dispuesto a
asumir ese trabajo —dijo con la sonrisa más dulce.
Me entraron unas ganas horribles de preguntarle si quería el
puesto. ¡Já! Sí, claro. Ni siquiera podía darme un beso…
—¿Cómo lo llamarías? —preguntó Peter antes de bajarse de la
camioneta y bordear corriendo la parte delantera para abrir mi puerta. Dios,
ese encanto texano… Apuesto a que tiene chicas lloviéndole. Bueno, no iba a ser
una de ellas, o eso me quería pensar.
—Eh, vamos a ver… Creo que lo nombraría… Gus —dije con una
sonrisa. Sí… ese me gustaba. Era un buen nombre para un perro. Peter dejó
escapar una risa que me hizo parar y mirarlo—. ¿Qué tiene de malo Gus? Es un
buen nombre. No puedo creer que te estés riendo de mi elección. ¡Qué gran amigo
eres, Peter Lanzani! —dije, golpeándolo con mi mano buena.
Después de lo que pareció una eternidad, dejó de reír.
—¿Gus? ¿Quieres nombrarlo Gus? ¿Cómo diablos se te ocurrió
ese nombre, Lali? —dijo Peter cuando empezamos a caminar hacia la escuela.
Alargó su mano y tomó la mía. ¿Se daba cuenta que estaba sosteniendo mi mano?
Dios mío. Las mariposas se volvieron locas en mi estómago.
—Bueno, si quieres saberlo… una vez, Gaston me llevó a una
carrera en Fredericksburg. Dijo que necesitaba un poco de aire del campo. Vi el
nombre en un buzón y, no sé, me gustó —dije con un encogimiento de hombros.
—¿Te gusta el campo? Quiero decir, ¿volverías a vivir en el
campo o eres una chica de ciudad? —preguntó, golpeando mi hombro con su brazo.
Buen Dios, todo ese contacto hacía que mi libido se volviera loco.
—No. O sea, no soy una chica de ciudad. Bueno, se supone que
lo soy, porque crecí en Austin y todo. Pero sólo quiero irme de aquí y vivir en
un pequeño pueblo con una gran cantidad de tierra, tener una hermosa casa
estilo ranchera, y salir a la calle cada mañana y alimentar a los pollos. Sólo
quiero escuchar la naturaleza. Sin coches, ni bocinas, ni estúpida gente
tirando su maldito humo de cigarrillo en mi cara. Quiero ser capaz de mirar el
cielo y ver los millones de estrellas cada noche. Nunca he visto un aunténtico
cielo nocturno, uno lleno de estrellas. Me encantaría eso.
Me detuve en la puerta lateral de la escuela y volví a mirar
a Peter. Estaba de pie allí, con una enorme sonrisa en su rostro. Incliné la
cabeza para mirarlo. ¿Qué demonios pensaba? Sí que parecía feliz. Uh… Me di
cuenta tan pronto como empecé a hablar sobre el deseo de vivir en el campo que
dejó caer mi mano.
Peter se aclaró la garganta y se limitó a sacudir la cabeza.
—Terminemos con esto, cariño —dijo, abriendo la puerta para mí. Nunca me iba a
cansar de eso. Pablo nunca abrió una puerta para mí, ni siquiera la del coche…
nada. Peter era un completo giro de ciento ochenta grados a partir de Pablo.
—¡Sí! ¡Un paso más cerca de mi nueva vida como estudiante de
universidad! —dije mientras caminábamos a lo largo del pasillo.
Me encantaaa mass massss ❤️
ResponderEliminarquiero más más !!!
ResponderEliminarme fascina la nove !!!
estoy tan obsecionada con la nove !!!
Mas ale. Porfaaaaaaa
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