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jueves, 19 de junio de 2014

Capitulo: 10


Peter
Cerré la puerta de mi habitación y me apoyé en ella. Diablos. ¡Cálmate, muchacho! No puedo creer que acabara de tropezar con Lali y llevara nada más que una toalla.

Oh, Dios, no puedo respirar. Respira… respira… dentro… fuera… ¡Mierda!
Joder, no puedo creer lo mucho que quería tirar de esa maldita cosa y tomarla allí mismo contra la pared. Sí, Gaston seguramente me mataría por siquiera pensar en eso. ¡Mierda! Espero ser capaz de mirarla y no imaginarla desnuda.
Desearía tener tiempo para una ducha fría, pero se encontraba fuera de cuestión. Necesitaba vestirme y hacer unas llamadas para mañana por la noche. Lo primero era llamar de nuevo a Jake, que sería el DJ en la fiesta de graduación de Lali. Luego tendría que pedir algo de comida. Era el último día de trabajo de Gas y después de que terminara, iba a conseguir algunas cosas para la fiesta.
Me puse rápidamente un par de pantalones cortos y una camiseta. Mi polla todavía estaba algo dura de ver a Lali sólo con esa toalla. Cristo, las cosas que esa chica me hace. No podía creer lo emocionado que me sentía de poder pasar el día con ella. Ahora pasar tiempo con Lali formaba parte de mi lista de cosas favoritas. Antes las dos únicas cosas que me importaban eran el fútbol y el rancho. Ahora eran tres: Lali, el rancho y el fútbol, en ese orden.
Escuché que la ducha se detenía y sabía que tenía sólo unos minutos para terminar con esta mierda. Cogí el teléfono y llamé a Jake otra vez. No sonaba demasiado contento porque acabara de cortarle, pero, ¿qué podía decirle? “Lo siento, hombre, pero la chica que me pone duro con sólo entrar en la habitación se paró frente a mí con nada más que una toalla”. La siguiente llamada fue para pedir algo de comida. La tercera llamada fue a la tienda Grams. ¿Qué demonios le daría a Lali? Nunca en mi vida le había comprado un regalo a una chica, y mucho menos a una especial.
Espera… ¿De dónde diablos vino eso?
Sabía que haría cualquier cosa por Lali. Cualquier cosa para hacerla sonreír, escuchar su risa o sentir su tacto. Sí, era especial.
Mierda. Estoy tan jodido.
—¿Peter? —Escuché decir a Lali desde el otro lado de mi puerta. Recién había cortado con Grams y tenía el regalo perfecto en mente. El simple sonido de su voz hizo que mi estómago diera volteretas. Hombre… ¿seré capaz de sobrevivir ese día sin besarla? Respiré hondo y abrí la puerta.
¡Joder!
No. No podría sobrevivir sin querer besar esos suaves y dulces labios. Permaneció de pie allí, mirándome con una sonrisa tan dulce e inocente que derritió mi corazón. Estaba listo para arrodillarme y decirle que haría lo que ella quisiese. Dios mío… ¿era posible que se volviese más y más hermosa cada vez que la miraba?
Llevaba una corta, pero no demasiado, falda de mezclilla con una camiseta azul que resaltaba esos hermosos ojos azules. Tenía el pelo recogido en una cola de caballo y algo de maquillaje. Sus labios estaban teñidos de un rosa claro y no podía dejar de mirarlos. Quería saber cómo se sentirían esos suaves labios contra los míos.
—Oye, eh, estoy lista si tú lo estás. Quiero decir, no tengo ningún tipo de apuro ni nada, sólo… —Se fue callando a medida que me miraba de arriba abajo. Comenzó a morder su labio inferior. Estiré la mano e incliné su cabeza hacia atrás, sacando su labio de entre sus dientes.
—Ese labio es demasiado suave y hermoso como para abusar de él, cariño —dije, sonriéndole. Estaba bastante seguro de que vi su cuerpo temblar. Un rubor comenzó a extenderse por sus mejillas. Maldita sea, era una de las cosas más sexys que había visto.
—Bien… eh… ¿Estás listo para irnos? Sólo necesito una bolsa o algo, para limpiar mi casillero —dijo Lali, mirando a todas partes menos a mí—. Guau… tu habitación está bastante… limpia.
—Vaya, gracias, cariño. Estoy seguro de que a mamá le encantaría saber que todos esos años fastiándome valieron la pena —dije con una sonrisa.
Lali dejó escapar una risita y levantó la mirada hacia mí.
Jesús, en el momento que sus ojos encontraron los míos, juro que olvidé cómo respirar. Me incliné hacia ella sólo para que apartara la mirada y diera un paso atrás.
Mierda.
—Eh, bien, vamos a buscar una bolsa o algo, ¿sí? —dije mientras me movía y dirigía por el pasillo a la cocina. Joder. Necesito recordar lo que dijo Gas… ella necesitaba tiempo y ahí iba yo, tratando de besarla en cada oportunidad que tenía. ¿Qué diablos me sucedía? Cristo, tengo que pensar en otra cosa… Fútbol… No, eso no funciona, el fútbol me pone duro… cachorros… perros… Creo que me gustaría tener un perro. ¿Qué clase de perro? Me pregunto qué clase de perro le gusta a Lali.
Bueno, pensaré en perros cada vez que sienta la urgencia de besarla.
¡Oh, ¿qué demonios, Peter?! ¡Estás perdiendo la maldita cabeza!
—Pareces perdido en tus pensamientos.
Me encontraba en medio de la cocina… pensando en perros. Me encogí de hombros y empecé a buscar en el cajón donde Gas guardaba las bolsas adicionales.
—¿Bolsas de qué tamaño necesitas? —Silencio—. ¿Lali? —Le eché un vistazo y la encontré mirándome fijamente—. Lali, ¿qué sucede? Oye… ¿te encuentras bien, cariño? —Me incliné así podía mirarla a la cara. Se veía tan perdida. Qué no haría por estar en su cerebro y solucionar las cosas por ella.
—Yo… ¡No sé que está mal, Peter! El pánico se apoderó de mí. ¿Qué pasa si no lo logro? ¿Qué si también fallo en esto? Quiero decir, no estoy tan segura de si estoy lista para ir a la universidad, mi madre siempre dice… —Lali se giró y apartó la mirada al momento que mencionó a su madre.
Puse las manos en sus hombros e hice que me mirara. Oh, diablos, estaba llorando. Mi corazón cayó directo a mi estómago. Extendí unamano y limpié las lágrimas que corrían por su hermoso rostro. Me dio una débil sonrisa.
—Oh, Dios, lo siento tanto. Debes pensar que estoy loca. Lo siento mucho, Peter. —Entonces perdió el control. Los sollozos se hicieron cargo de su cuerpo. La acerqué, y pasé las manos a través de su suave cabello.
Olía como margaritas de nuevo. Sentí mi polla poniéndose dura con sólo tenerla contra mí.
Dios, ¿qué se supone que piense?
Perros. Golden retrievers, labradores… ¿amarillos, negros o castaños? ¿Grandes o pequeños? ¿Pointers alemanes de pelo corto?
—Lali, todo saldrá bien, te lo prometo. Sé que tienes miedo, pero eres inteligente y puedes hacer lo que sea. Nunca dejes que algo de lo que tu madre haya dicho te haga dudar de lo que eres capaz, por favor. Sé lo que se siente que te digan que lo único que alguna vez harás es fallar —dije, respirando profundamente y enterrando la nariz en su cabello. Jesucristo… margaritas… todo lo que podía oler eran margaritas.
Lali me miró, confundida. —¿Qué quieres decir con que sabes qué se siente que te digan que lo único que alguna vez harás es fallar? ¡Peter, eres increíble! La persona más increíble que he conocido. No puedo… no puedo creer que alguien incluso pudiese llegar a pensar eso de ti.
Me reí y le di un apretón de hombros. —Oh, vamos, La, póngamonos en marcha… tenemos un casillero que limpiar y una cafetería a la que ir.
Me agaché y cogí un par de bolsas para comestibles. Lali regresó a la habitación de Gas y salió con su bolsa de viaje y mochila.
—Toma, cambiemos —dije, cogiendo sus cosas y dándole las bolsas de plástico.
—Salí ganando con este cambio —dijo Lali con una risita. Gracias a Dios ya no se veía alterada. Jesús, cómo me gustaría llamar a su madre y hacerla entrar en razón, pero sabía por experiencia que no haría ningún bien.

Salimos por la puerta y caminamos hasta mi camioneta. No sabía muy por qué me sentía tan emocionado de verla sentada junto a mí. Había tenido un montón de chicas en mi camioneta en los últimos tres años, pero ninguna de ellas fue o alguna vez sería como Lali.

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