Peter y su hermana mayor, compartían una semejanza en su
color, ambos tenían el pelo oscuro y curiosos, pero amables, ojos color café.
Sin embargo, las similitudes terminaban allí. Mientras que Peter era el tipo
fuerte y silencioso, Marissa era locuaz y extrovertida.
En el camino, abrumó con preguntas a Lali y, no acostumbrada
a hablar tanto de sí misma, luchaba por mantener el ritmo mientras se avanzaban
por temas que iban desde su educación hasta sus futuros planes.
Sí, le gustaba vivir con Peter.
Sí, extrañaba el recinto, pero sólo por todos los pequeños.
Siempre había algo que se necesitaba hacer y le gustaba sentirse útil.
No, nunca había tenido una cita.
No, no pasaba nada entre ella y Peter.
¿Por qué todo el mundo le pregunta eso? ¿Y por qué parecían
sorprendidos cuando decía que no pasa nada? Tal vez pensaban como Benjamin, que
sólo el interés de un hombre en ella era físico, pero hasta ahora Peter no le
había dado ningún indicio de que ese era el caso.
Marissa malinterpretó su silencio. —Está bien, puedes confiar
en Peter.
Lali se limitó a asentir. De alguna manera lo sabía.
Unos minutos más tarde, Marissa se estacionó en el
aparcamiento del centro comercial, y luego se volvió para mirar a Lali. —¿Lista
para hacer algún daño? —Sonrió.
—Por supuesto.
Yendo hacia la entrada, Lali vaciló en las puertas
automáticas. Marissa se detuvo a su lado.
—¿Estás bien? ¿Estando en público de esta manera?
Lali asintió, aunque supuso que era una buena pregunta, esta
era una experiencia nueva para ella. Una de las muchas últimamente. —Estás
bromeando, he soñado con este momento.
Lali obedientemente siguió a Marissa en al menos una docena
de diferentes tiendas, aceptando ropa, modelando las prendas en el probador, y
esperaba amablemente mientras Marissa miraba de arriba abajo, comentando sobre
lo que funcionaba y lo que no. Cuando se dirigieron a pagar, Marissa apiló la
ropa sobre el mostrador y entregó la tarjeta de crédito de Peter.
Lali le arrebató algunas de las prendas. —Está bien. No
necesito todo esto. El hecho de que me queden no significa que deba comprarlas
todas.
Marissa tomó las prendas y se las devolvió a la cajera,
frunciéndole el ceño a Lali.
—Marissa —declaró Lali—. Esto es demasiado. No puedo dejar
que Peter pague por todo esto. —Nunca sería capaz de pagarle a Peter a este
ritmo.
Marissa rodó los ojos. —Oh, sí puedes. Y lo harás. Ese chico
tiene más dinero del que sabe gastar. Cada semana mete su sueldo en el banco
para ahorrarlo. Además, me dijo que me asegurara de que consiguieras todo lo
que necesitas. Si te devuelvo con una pequeña bolsa de cosas, se enojará.
Confía en mí.
Lali no podía imaginar a Peter enojado, pero confiaba en
Marissa, y no quería ser la responsable de hacerlo enojar. Sobre todo porque ya
había hecho tanto por ella. Asintió en señal de conformidad.
Pero Lali se pasó de la línea consiguiendo uno de los
magníficos bolsos de mano que notó en la tienda cuando se iban. No lo
necesitaba. Así que se sintió mal por disfrutar a costa de Peter, a pesar de
las exhortaciones de Marissa.
Varios pares de vaqueros después, más de una docena de
camisetas sin tirantes, tres pares de zapatos, un surtido de sujetadores y
bragas, y hasta un poco de maquillaje, Lali estaba agotada. Se detuvieron para
almorzar en el restaurante mexicano favorito de Marissa, donde tuvo su primer
burrito y un delicioso licor vegetariano. Hizo una nota mental para prepararlo
para Peter alguna vez en casa.
—¿Esto es todo? ¿Esto es todo lo que conseguiste? —Peter
andaba entre la media docena de bolsas de compras que cubrían la entrada de su
apartamento.
—Te lo dije. —Marissa miró satisfactoriamente a Lali.
Lali se acercó a Peter y lo rodeó por la cintura, aspirando
el aire de sus pulmones, más por la sorpresa que otra cosa. —Gracias.
—No hay de qué. —Le palmeó la espalda cuidadosamente
mientras Marissa los inspeccionaba.
Lali fue a su habitación, agarrando varias de las bolsas.
—¿Tuvieron oportunidad de hablar? —preguntó Peter a su
hermana.
Marissa asintió, dándole la última de las bolsas. —Sí, ella
es una chica muy agradable. A pesar de su educación, es sorprendentemente Normal.
Es inteligente.
Estuvo de acuerdo, asomándose en una bolsa de color rosa
llena de bragas. Vaya. Sus ojos se clavaron en los de Marissa, esperando que su
deseo no se reflejara en sus ojos. —Sí, gracias por llevarla.
Lali regresó, trayendo a Cuddles en su cadera. —Gracias por
lo de hoy. A ambos. —Lali sonrió.
—¡Oh! ¿Y adivinen qué? —preguntó Marissa, mirando a Peter—.
Nos encontramos con Levi fuera, ¿y adivina qué? ¡Lali va a tener su primera
cita! —gritó Marissa.
Lali miró a Peter con nerviosismo, como si se preparara para
su respuesta.
Maldita entrometida de Marissa que había ido demasiado lejos
esta vez. Demasiado jodidamente lejos. —No —ladró. Volvió a zancadas a su
dormitorio.
Oyó a Marissa decirle a Lali que ella lo arreglaría y lo
siguió por el pasillo. Peter no se molestó en cerrar la puerta de su
dormitorio, sabiendo que Marissa la golpearía y exigiría que la dejase entrar,
o llevaría la conversación a través de la puerta, probablemente lo
suficientemente fuerte para que los vecinos escucharan.
Oyó la puerta abrirse cuando se deslizaba detrás de él, pero
Peter permaneció frente a la ventana, mirando el tráfico de abajo. Ni siquiera
quería pensar en Lali teniendo citas.
—No está lista para eso, Rissa. Tienes que dejar de
interferir. No todo el mundo quiere salir todo el maldito tiempo. Sólo porque
tienes más de treinta y estás soltera, y miserablemente sola, no significa que
todos los demás también. Cristo... —Se pasó las manos por el pelo, tirándolo en
ángulos opuestos y lanzó un profundo suspiro.
Cuando se dio la vuelta y miró a Marissa, su expresión se
suavizó. Maldición, su labio temblaba.
—Intentaba ayudar. Tiene diecinueve años y pronto tendrá
veinte, Peter. Ella quiere salir. Quiere ser Normal. Me lo dijo.
—¿Quiere salir?
—Sí. Tal vez es hora de que dejes de tratarla como si fuera
una niña enferma, y permitirle que despliegue sus alas un poco. Es joven y ha
sido herida, pero no es estúpida.
Carajo. Marissa había pasado una tarde con Lali y ya sabía
más de ella de lo que él lo hacía. Miró a Marissa y vio el dolor en sus ojos.
Sólo había estado tratando de ayudar, y él la lastimó. —Oye, lamento lo que
dije. Sabes que cualquier hombre sería afortunado de tenerte.
Marissa respiró profundamente y cuadró los hombros. —Esto no
es sobre mí. Dime por qué reaccionaste así al saber que Lali va a tener una
cita.
—No lo sé.
Dio un paso más cerca. —Yo creo que sí. ¿Es porque no te
gusta la idea de que otro tipo esté con Lali?
Peter se pasó una mano por la mandíbula. —No quiero que la
manosee. Ella no sabría qué hacer, cómo protegerse a sí misma.
—Peter —lo reprendió—. Es una persona adulta. Puede cuidarse
sola. Pero si estás tan preocupado, ve con ellos.
Se rio. —¿Cómo un acompañante?
—No, idiota. —Le dio un manotazo en el hombro—. ¿No es la
madre de Levi esa roba-cunas que te quiere?
Asintió. No se puede negar que la mujer había estado tras él
desde que se mudó hace tres años.
—Entonces, haces una cita doble. Tú y la roba-cunas, y Levi
y Lali. Será una buena práctica para ella, algo Normal que puede hacer, y
estarás cerca en caso de que se pase de la raya.
Sonrió a su hermana. —¿Y quién me va a proteger cuando la
roba-cunas se pase de la raya conmigo?
Ella se echó a reír. —Tengo la sensación de que lo puedes
manejar. Además, tal vez incluso se diviertan.
Supuso que podría funcionar. Sólo había un pequeño problema.
No le gustaba la iea de no ser el primero en llevar a Lali a una cita. Por lo
menos estaría ahí para ella. Un compromiso con el que suponía podía vivir.
+5
Les ago maraton este fin de semana
+5
Les ago maraton este fin de semana
Maaassssssss
ResponderEliminarMas!
ResponderEliminarMaasss
ResponderEliminarUna cita doble !!
ResponderEliminarSeguila...quiero maratón !!!
mass x fis :) quiero maraton!!!
ResponderEliminarmaratoooon
ResponderEliminarjajajja creo q lalo tambien se pondra celosa jaja
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