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viernes, 22 de agosto de 2014

Capitulo: 17


Ese domingo, como todo domingo, Peter se preparó para visitar a Paula. No era tanto como si él quisiera ir, era más como que estaba obligado. No rompería su cita semanal simplemente porque no sentía que quería ir. Su relación era demasiado complicada.

Se vistió informalmente, con vaqueros y un polo. Pero añadió colonia a su cuello sólo porque sabía que la haría sonreír.
—Lali, tengo que salir por un rato. ¿Estarás bien?
Lali cruzó sus brazos sobre su pecho y lo observó mientras se deslizaba en un par de desgastados mocasines. —Por supuesto. Estaré bien.
—No tardaré mucho.
Ella echó un vistazo alrededor del silencioso y vacío apartamento con el ceño fruncido. Peter sabía que probablemente no era posible para ella sentirse en casa en su escueto apartamento de soltero. Estaba acostumbrada a la ruidosa y constante compañía de vivir con cuarenta personas. El silencio se extendió entre ellos y cada uno se rehusó a romper el contacto visual. Estaba feliz de que no preguntara hacia dónde se dirigía. No disfrutaría mintiéndole. —Estaré fuera por una hora o así.
Una vez afuera, la luz del sol brillaba intensamente, repartiendo excesivamente alegres halos para la ocasión. El viaje sólo le tomó diez minutos y Peter aparcó delante del edificio, con un nudo familiar de ansiedad situándose en su estómago. Siempre se sentía sucio cuando llegaba allí, pero sabía que cuando se marchara, sentiría el alivio que tanto ansiaba, aunque fuera breve.
Cuando regresó por la tarde, Peter encontró a Lali en su habitación con ropa cubriendo toda su cama y Cuddles posado en una almohada supervisando. —¿Qué estás haciendo?
Lali miró hacia arriba pero continuó su tarea. —Sólo escogiendo un atuendo para nuestra cita. Quiero decir, mi cita con Levi esta noche.
¿Ella aún quería ir a su cita con Levi? ¿Incluso después de que la había tocado? Si pensaba que había cambiado cualquier cosa entre ellos, se equivocaba. Era extraño darse cuenta de eso, pero suponía que ella solo necesitaba la liberación física igual que él. Tan simple como eso. —¿Es esto lo que quieres, Lali?
Lo estudió por un momento, abandonando su tarea con los vaqueros y mallas. —Marissa pensó que sería lo mejor para mí, nunca he estado en una cita antes.
Oh, Marissa pensaba que estaba bien. Maldita Marissa entrometida. Aunque suponía que estaba bien para ella hacer cosas que cualquier chica de diecinueve años haría. Asintió, estaba de acuerdo.
El resto de la tarde transcurrió con una pequeña conversación. Si hubiera podido gruñir y apuntar, lo habría hecho. Si Lali no reconocía lo que sucedía entre ellos, él tampoco lo haría. Debió haber estado más borracha de lo que debía esa noche. Había sido un error tocarla como lo hizo, tomar ventajas. No sucedería de nuevo, no importaba lo que su polla insistentemente pedía cada vez que ella se encontraba cerca.
Más tarde se reunieron con Levi y Deb, su madre excesivamente hambrienta sexualmente, en su apartamento para un trago antes de su cita. Deb lo saludó con un beso en ambas mejillas y un apretón en el trasero. Sabía que estaría alejando sus manos de él toda la noche. No es como si le molestara un apretón por allí o allá, sólo no quería poner a Lali en una posición incómoda. Porque estaba seguro como la mierda de que él no iba a estar bien con las manos de Levi sobre Lali. Sólo pensarlo enviaba su humor hacia el sur. Levi era de su edad; Peter sería feliz si fueran amigos. Pero el pensamiento de otro hombre tocándola lo hacía estremecerse.
Levi miró a Lali de arriba abajo, y Peter maldijo a su hermana una vez más por el provocativo y pequeño atuendo que le había escogido. No había esperado que su hermana comprara tanta ropa sexy para Lali. Y con fragrantes gel de ducha y loción, su maldito baño olía como una chica. No estaba acostumbrado a eso. Aunque inspeccionándola más de cerca, vestía unos oscuros vaqueros ajustados y una blusa turquesa de seda que se hinchaba en su esbelta figura, suponía que no era del todo provocativa. Era sólo Lali. Era preciosa. Seguiría siendo preciosa si solo vistiera un saco de arpillera.
Lali se movió nerviosamente, tirando el dobladillo de su blusa bajo la inspección de Levi. Peter no dudaba que desconocía su belleza, el poder que tenía sobre un hombre. Pero había florecido en una hermosa joven, y odiaba que nadie le hubiera dicho eso.
Deb estaba excesivamente maquillada, vistiendo un muy ajustado vestido negro que apenas cubría su trasero y tacones tan altos que se balanceaba cuando caminaba. Se esforzaba mucho. Después del intercambio de saludos, y Deb adulando a Lali, se dirigieron a la cocina.
—¿Qué puedo servirles, chicos? Tengo cervezas, vino…
—Lali no tiene veintiuno —puntualizó Peter.
Deb lo despidió con un ademán de su mano. —Oh, relájate, todos vamos a tener un poco de diversión esta noche —Deb le tendió a Lali un vaso con vino—. ¿Siempre estás así de tenso? —preguntó, tendiéndole a Peter una cerveza—. Tendremos que trabajar en ello.
—Recuerdas que trabajo en el FBI, ¿cierto?
Deb soltó una risita, sacudiendo su cabeza y descartando su comentario. Lali bajó la mirada y aceptó el vino, pero Peter podía ver el indicio de una sonrisa en su rostro.
Le dio un sorbo a su cerveza en silencio, sus ojos siguiendo los movimientos de Lali. Le contó todo sobre Cuddles y su reciente compra impulsiva con Marissa. El pobre Levi no tenía idea de cómo conseguir entrar en la conversación, y Peter no lo ayudaba. Cabrón. Sólo se recostó y disfrutó escuchando a Lali. Se sentía más a gusto, un poco más segura con cada día que pasaba, su rostro iluminándose como un rayo.
Después de que bebieran, se dirigieron al aparcamiento. El Tahoe de Peter era lo suficientemente grande para viajar juntos. Antes de llegar al coche, Lali se inclinó cerca de su oído. —¿Vas a invitar a Deb más tarde?
Se volvió para estudiarla. —No. No haré eso de nuevo, Lali. Seremos sólo tú y yo está noche.
Sus hombros se relajaron visiblemente, y subió al asiento trasero junto a Levi. Peter estaba agradecido de que pudiera mantener un ojo en las cosas por el espejo retrovisor, y se dio cuenta de que Lali atrapaba su mirada más de una vez.
Comieron en un restaurante mexicano, los cuatro apretujados en una cabina. Tenía que aplaudir a Levi; abrió la puerta, fue atento y amable con Lali hasta cierto punto. Lo que estaba mal, porque Peter esperaba la oportunidad de arrastrar y patear su trasero. Aunque suponía que si hacía eso, obtendría una reprimenda de Marissa por arruinar la primera cita de Lali. Siempre y cuando Levi no cruzara la línea, no tendría que preocuparse por eso.
Cenaron tacos, guacamole y salsa. Deb ordenó una jarra de margarita y empujó un vaso con la mezcla cubierta de hielo hacia Lali. Después de unos cuantos sorbos se reía más de lo que la había visto reír y sabía que el tequila surtía efecto. Levi utilizó la oportunidad para acercarse a ella. Peter mantuvo un ojo en ella mientras cenaba, y encontró que su mirada atrapaba la suya cada pocos segundos también.
Sus vigilantes ojos estaban en ella, calmándola, proporcionándole confianza. Trataba de prestarle atención a Levi, lo hacía, pero Peter, tratando de comer delicadamente su taco a la parrilla de camarón, era demasiado distractor. Nunca había sabido que era realmente importante, pero se encontró a sí misma notando y apreciando los buenos modales en la mesa de Peter. Levi, en comparación, lucía como si estuviera compitiendo por el título de comer rápido, embutiéndose un gran burrito en su boca y tratando de entablar una conversación con ella al mismo tiempo. Peter se tomaba su tiempo, deteniéndose para participar en la conversación con Deb, dando toquecitos a su boca con una servilleta. Lali no estaba segura de porqué, pero ver a Peter fuera de casa le fascinaba.
Deb se inclinó cerca de Peter, robando un nacho de su plato. Se inclinó una segunda vez, rozando su cuello y diciéndole que olía bien.
Mío. El pensamiento saltó en su mente, espontáneamente. Lali trató de centrarse en su comida, pero su mente seguía deambulando a lo que pasaría más tarde, cuando tuviera a Peter todo para ella. Se preguntaba si tendrían una repetición de la última noche. No podía dejar de admirar su boca, recordando cuán suaves se habían sentido contra la suya.
Para el final de la comida, Peter estaba listo para salir de allí. Entre deshacerse de Deb y después de observar a Lali, se hallaba al borde. Nunca había tenido una mesa que le molestara tanto, pero porque no podía ver dónde se encontraban las jodidas manos de Levi. Y el principio de un dolor de cabeza perforaba su sien.
Pagó la cuenta por la comida y se puso de pie. —¿Listos?
Deb se enfurruñó y bebió el resto de su margarita. —Bien.
Una vez que llegaron a casa, caminó a través del pasillo con Deb, delante de Lali y Levi, permitiéndoles algún tiempo antes de llevarla a casa. Lo que debería estar haciendo. No esperar y ver como Levi trataba de besarla. Sobre su cadáver.
Una vez que estuvieron solos, Peter cerró la puerta mientras Lali cogía a Cuddles y enterraba su rostro en su pelaje, balbuceando. Peter se paró allí con una sonrisa satisfecha, observándola. Lali se quedó inmóvil, luego bajó a Cuddles al suelo. Su mirada era intensa, y el aire entre ellos crujía con la misma intensidad que la última noche. Se preguntó si ella recordaba la manera en la que la había devorado, golpeando su lengua en su rosada carne hinchada.
Murmuró algo sobre pasear a Cuddles por ella, y cogió el perro para alejarlo del agarre de Lali. Cuando regresó, Lali se había cambiado a un pantalón de chándal y una holgada camiseta y se encontraba recostada en el sofá, acurrucada en una bola, abrazando una almohada entre sus piernas.
—¿Qué está mal?
—Mi estómago… — gimió.
—¿Es algo que comiste? Tal vez la comida mexicana no es lo tuyo.
—No. No es eso. Creo que son calambres.
—¿Calambres? —Oh. Calambres.
La miró fijamente por unos cuantos minutos, preguntándose qué podía hacer para aliviar su malestar, pero por una vez, estaba totalmente fuera de su liga. Sacó su móvil de su bolsillo y llamó a Marissa, escabulléndose al baño. —Hola, Rissa.
—Hola. ¿Fueron a su cita doble, chicos?
—Sí, funcionó bien; pero escucha, necesito un consejo. Lali está recostada en el sofá y dice que tiene calambres. Creo que tal vez fue la comida mexicana, pero dice que no es eso.
Marissa se rio. —Ella tiene calambres… como síndrome premenstrual. Probablemente va a comenzar su período, Peter. ¿Cuánto tiempo ha estado contigo?
—Como un mes.
—Eso es lo que creí. Bien, esto es lo que tienes que hacer. Primero, pon algunas almohadillas y tampones en su baño, y asegúrate de que sepa que están allí.
Peter escuchó, caminando de un lado a otro en su habitación mientras Marissa utilizaba palabras como compresas de calor, tabletas para el dolor de cabeza, baños tibios, películas románticas y helado.
—¿Tienes todo eso?
—No realmente —admitió.
—Sé bueno con ella, Peter. Ser una mujer en este momento del mes apesta.
—Maldición, Marissa. No. Tú habla con ella.
Rió de nuevo. —No. Puedes manejar esto.
—Marissa. —Su advertencia cayó en oídos sordos mientras la línea moría—. Joder. —Lanzó el móvil en su cama.
Peter recogió todos los suministros y los dejó en la mesita delante de ella. —Aquí. Analgésicos, botella de agua, compresa de calor, uh… estas cosas. —Empujó la caja de tampones y almohadillas hacia ella—. Esto debería cubrirlo. —Se levantó y se alejó como si fuera un salvaje e impredecible animal.
Sus ojos escanearon la pila de suministros en la mesa. —¿Qué es todo eso?
—Para tú… situación —murmuró, frotando la parte trasera de su cuello.
—Oh, gracias. No tenías que hacerlo, Peter.
Su postura se relajó. —Está bien. Voy a ir a prepararte un baño tibio; Marissa dijo que ayudaría.
—¿Llamaste a Marissa?
Asintió.
—Oh. —Sus amplios ojos lo siguieron hasta la habitación.
Llenó su amplia bañera con agua y parte de su cuerpo quería hacer burbujas. Lali se unió a él unos pocos minutos después, observándolo mientras probaba la temperatura del agua y ponía una fresca toalla en la encimera.
—Gracias. —Plantó un húmedo beso contra su mejilla.
Aún seguía allí cuando Lali se deslizó fuera de su pantalón de chándal y luego de sus bragas. Peter se volvió para darle algo de privacidad cuando sus manos cogieron el dobladillo de su camiseta, pero incluso mirando en la dirección contraria, su reflejo llenaba el gran espejo. Mantuvo sus ojos en los suyos mientras se quitaba la camiseta, y luego su sujetador, dejando que toda la ropa cayera al suelo.
Estaba secretamente contento de que tuviera calambres; eso significaba que no podría tocarla esa noche, por más que quisiera hacerlo. Pero se desvestía delante de él como si no se imaginara cuán pequeño era el control que tenía.
Lali se metió cuidadosamente en la bañera y se hundió a sí misma en el agua hasta que estuvo sumergida hasta los hombros.
Sus pies se reusaron a moverse mientras se desvestía, pero ahora que se hallaba en el agua, con sus ojos cerrados y luciendo feliz, se sintió como si fuera un intruso. Soltó un profundo suspiro de frustración contenida y dejó a Lali sola para que se relajara.
Peter estaba recostado en su cama con el cálido cuerpo de Lali acurrucado contra él, con la mirada clavada en el techo. No podían seguir viviendo así. Lo sabía, sin embargo no quería cambiar nada. Tenía a Lali allí, a salvo con él, pero sabía que la sostenía. Ella necesitaba a alguien que la ayudara a sentir todo lo que la vida ofrecía, ayudarla a crecer, no alguien que la quisiera toda para sí mismo. La respiración se Lali subió y enroscó su tenso cuerpo contra él. Se preguntó si aún tenía calambres, y distraídamente frotó una mano a lo largo de su espalda, amasando sus rígidos músculos.
Peter tomó una decisión en ese momento. Si era lo suficientemente egoísta para quedarse con Lali, la ayudaría a vivir su vida, darle todas las experiencias que nunca había tenido. Sabía que si realmente quería ayudarla, significaba que debía prepararla para ser capaz de vivir por sí misma. Y finalmente mantenerse, incluso si no le gustaba la idea de que lo dejara. Quería que tuviera una opción. Peter cerró sus ojos y soltó una profunda respiración, relajándose en su cálido abrazo y sintiéndose seguro de alguna manera.
Peter se despertó con un sobresalto en la oscura habitación. Miró hacia el reloj. Dos de la mañana. Restregó una mano en su rostro y echó un vistazo a Lali. Dormía pacíficamente junto a él. Habían pasado ocho meses desde que había tenido una de esas pesadillas. Pero la chicaque no había sido capaz de salvar se había filtrado hacia el fondo de su subconsciente, probablemente provocado por el rescate de Lali. Los sueños no eran lo suficientemente malo para obligarlo a tomar las pastillas contra la ansiedad en su armario de aseo, pero eran lo suficientemente malos para mantenerlo al borde de ser demasiado acogedor con Lali. Necesitaba estar centrado en su trabajo, y eso incluía ayudar a Lali a seguir adelante. Nada más.
No todo era una jodida historia de amor como Marissa pensaba. No todos obtenían sus finales felices. Sabía eso de primera mano —miren a sus padres o vayan y abran cualquier caso en su escritorio en el trabajo.
Todavía no podía de dejar de reproducir miles de escenarios en su mente aunque todos eran con él siendo incapaz de llegar a Lali a tiempo y presenciando su última respiración, como ocho meses antes con la otra chica. Después de su muerte, había investigado todo lo que podía sobre la chica que había estado en el lugar equivocado en el momento equivocado. Sólo tenía diecisiete, estaba en el centro porque había discutido con sus padres. Cerró sus ojos y acercó a Lali, enterrando su rostro en su cuello, respirando su aroma y trató de escapar de la visión de la chica en su mente.

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