La semana pasó sin otra nota o alguna señal de que Dillon
había regresado, pero el sentido de alerta de Peter no se había calmado. No del
todo. Él todavía no le había dicho nada a Lali, pero estaba más alerta
que
nunca, acompañándola a su coche, llamando para comprobarle en el trabajo,
insistiendo en pasear a Cuddles él mismo. Comenzaba a sospechar que ella sabía
que pasaba algo, pero era casi como si no quisiera saber qué, rehusándose a
hacer algunas preguntas, y en su lugar dejarlo ser el macho alfa sobreprotector
que necesitaba ser.
Buscando en la base de datos de la Oficina no había
encontrado mucho, y había debatido consigo mismo toda la semana sobre conseguir
que la policía se involucre, y tal vez incluso a su jefe Nico. Si lo hacía,
sabía que tendría muchas explicaciones que dar sobre por qué un fugitivo de la
secta vivía en su casa. También sabía que había poco que la policía podría
hacer con una nota manuscrita imprecisa y solamente una corazonada de quien la
escribió.
Así que en su lugar él era súper minucioso y observador y se
mantenía cerca de Lali, lo mejor que podía hacer bajo las circunstancias.
Pero el viernes a la noche cuando llegó a casa del trabajo y
encontró otra nota, esta vez dejada en su puerta principal, su modo
pasivo-agresivo de tratar con esto había terminado. El bastardo había violado
de alguna forma la seguridad del edificio y entregó la nota directamente en su
puerta. ¿Que si Lali hubiera estado en casa? ¿Qué si le hubiera dejado entrar?
Y el sucio mensaje escrito en el papel envió a su corazón a correr en una furia
asesina.
Tú tomaste mi corazón. Ahora tomaré el suyo.
Llamó a Lali y resultó que ella regresaba a casa desde el
trabajo. Puso su pistola en la parte trasera de sus vaqueros, bloqueó la puerta
detrás de él y fue a esperarla en el estacionamiento. Ella sonrió cuando lo vio
y trotó desde su coche hacia su lado. Pero su sonrisa cayó cuando asimiló la
tensa postura de sus hombros y el ceño tirando en su boca. —¿Peter?
Él colocó un beso en su boca y la atrajo más cerca. —Anda,
vamos adentro.
Permitió que la lleve a su lado en pasos bruscos mientras él
miraba a su entorno.
Una vez dentro, señaló la nota en la isla de la cocina.
—¿Reconoces esa letra?
Su mirada preocupada encontró la suya y cruzó la habitación
cuidadosamente, como si hubiera un tigre vivo en la cocina en vez de un trozo
de papel. Se estiró por el papel, y Peter le agarró la muñeca. —Sin huellas
digitales —advirtió.
Ella asintió y se inclinó sobre la encimera para leerlo. Su
mano voló a su boca. —¿Dónde encontraste esto?
—Fue metida en la rendija de la puerta principal.
Todo el color se drenó de su rostro y las manos de Peter en
su muñeca fueron la única cosa manteniéndola sobre sus pies.
—¿Sabes de quién podría ser? —investigó, esperando su
honesta valoración en el asunto sin sus sospechas coloreando su visión.
—Es de Dillon. —Su voz era confiada y segura—. Él
acostumbraba a decir siempre que yo había capturado su corazón. Y también luce
como su letra. —Ella se volvió en su pecho, enterrando su rostro.
Los brazos de Peter rodearon su espalda, abrazándola cerca.
—Vamos a salir de aquí por el fin de semana. Vamos a quedarnos en algún lugar
más mientras resuelva esto. No me gusta que sepa dónde estamos.
Lali asintió. —Está bien.
Él le dio un beso rápido. —Ve a empacar. Se rápida.
—¿Qué sobre Cuddles?
Mierda. Maldito perro. Consideró arrojar la cosa en lo de
Marissa, pero si por alguna casualidad Dillon seguía sus movimientos, no quería
a su hermana involucrada. —Veremos si Levi y Deb pueden cuidarlo por el fin de
semana.
Arrojó algunas prendas en un bolso de lona, agregó su arma y
un cargador extra, luego encontró a Lali en la cocina donde vertía alimento
para perro en una bolsa de plástico. Él arrojó los bolsos sobre su hombro y se
aventuraron al pasillo hacia el piso de Levi con un despreocupado cachorro
trotando al lado de ellos.
Cuando Deb contestó la puerta, Cuddles colisionó pasándolos.
—Lo lamento por eso. ¡Cuddles! —llamó Lali después del
animal travieso.
—Oh, eso está bien. ¿Qué pasa? —Deb observó los bolsos sobre
el hombro de Peter.
Él pasó un brazo alrededor de la cintura de Lali y la apretó
más cerca. —Vamos a salir por el fin de semana. ¿Te importaría cuidar al perro
por un par de días?
La boca de Deb se curvó en una sonrisa. —Sabía que había
algo entre ustedes. Seguro. ¿Por qué no?
Lali le dio a Deb la bolsa de comida, el juguete favorito de
Cuddles, y le proporcionó instrucciones además de lo que al perro le gusta y lo
que no. Un par de minutos después, se alejaba en su camioneta, Peter mirando
por el espejo retrovisor constantemente hasta que estuvo seguro que no los
seguían. Lali se estiró y encontró su mano. Su agarre de muerte en el volante
amainó sólo ligeramente. —Lo siento —murmuró ella.
—¿Por qué?
—Por desencadenar esta locura en ti… dudo que quisieras
pasar tu fin de semana huyendo conmigo.
Él apretó su mano, pasando dedos por sus nudillos. —Esto no
es tu culpa. No quiero que te preocupes por nada. Voy a encargarme de esto. Lo
prometo. Y quise decir lo que le dije a Deb. Tú y yo vamos a disfrutar de una
salida de fin de semana romántico. Eso es… ¿si estás dentro?
Ella lanzó un suspiro. —Quieres decir, ¿cómo fingir que todo
esto no está pesando en nosotros?
Él se encogió de hombros. —¿Por qué no? Prometo que me haré
cargo de esto. Y tú y yo vamos a relajarnos, de una forma o de otra.
—Está bien. —Pero la profunda arruga en su frente
permaneció.
Peter giró al sur en la autopista y salió dos veces, girando
alrededor para asegurarse que no lo seguían antes de instalarse en el viaje de
dos-horas adelante de ellos. Sabía a dónde la llevaba. Era un hospedaje en un
lago privado que él había reservado hace varios años cuando las cosas con su
novia en ese entonces se habían vuelto serias. Aunque nunca llegaron al
hospedaje. Ella lo había engañado el fin de semana antes que planeó llevarla
allí. Peter empujó los pensamientos de su mente y enlazó sus dedos con los de
Lali, haciendo su mejor esfuerzo para calmarla.
Ella escuchó su conversación telefónica unilateral mientras
él conducía. Había llamado a alguien llamado Nico quien creía era su jefe en el
FBI. Se sentía extraño escucharlo hablar de ella, sin embargo, no se sentaba a
su lado, pero sabía que él trataba de ayudar. Lali estaba más interesada en
escuchar como explicaba su presencia en su vida, pero no reveló mucho sobre su
relación, simplemente diciendo que Lali de la investigación Benjamin Stone era
una amiga suya y que necesitaba su ayuda.
¿Amiga?
Sorprendida por enterarse que esta no era la primera nota
que Dillon había dejado. Aparentemente habían sido dejadas otras en su
parabrisas hace un par de semanas. Peter informó a Nico que estaban en el cajón
de su escritorio de trabajo, dentro de una bolsa plástica, y que la había
espolvoreado por huellas. La voz de Peter aumentaba y la vena en su cuello
palpitaba, pero después de algunos momentos tensos de ida y vuelta con Nico,
Peter parecía complacido.
—Sí, vamos a atrapar a ese hijo de puta. Está bien, gracias Nico.
—Peter terminó la llamada y colocó su teléfono en el centro de la consola entre
ellos.
Lali tragó, manteniendo sus ojos en el camino. —¿Todo está
bien?
Él se inclinó y agarró su mano. —Sí. Lo estará. Nico dice
que enviará a alguien para detener a Dillon. El caso aún no ha sido cerrado
oficialmente, así que no hay problema con llevarlo para un interrogatorio, a
pesar de lo poco definido, la conexión está entre él y esas notas. Pero al
menos ellos pueden hablar con él… ver lo que dirá. Dejarle saber que todavía
está en nuestro radar.
—Bueno. —Levantó sus piernas, doblándolas debajo suyo en el
asiento, e intentó no preocuparse. Dillon era inofensivo. ¿No?
Estacionaron en el carril privado del camino que llevaba de
vuelta al bosque. El sol comenzaba a descender, iluminando el campo y el hotel
de dos pisos de madera en un brillo de rosas, naranjas y dorados.
—Guau. —Lali se sentó derecha en su asiento y sonrió con
gratitud—. Esto es hermoso.
Peter estaba contento de que ella era la primera y la única
chica que había llevado ahí. Y desde lo que recordaba, las fotos en línea no le
hacían justicia a este lugar. Tenía un toque solitario, rústico. Era perfecto.
La condujo dentro, sus bolsos una vez más descansando en su
hombro. Huyendo del peligro o no, fue criado en Texas, y eso quería decir
modales, abrir puertas para las damas y ser todo un caballero.
Cuando descubrió que Lali nunca antes se había quedado en un
hotel, reservó una suite, completa con un balcón privado con vista al lago. La
suite estaba constituida de una sala de estar con un sofá y un sillón
reclinable tílburi en frente de una chimenea de piedra, una habitación aparte
con una cama gigante adornada con un edredón esponjoso blanco, y un gran cuarto
de baño con una ducha vidriada y separada de la bañera grande, pero era
espaciosa y bien equipada. Miró a Lali explorar las habitaciones, terminando su
recorrido en el balcón. Los últimos rayos de sol se deshacían en el lago azul
oscuro. Llegó detrás de ella, enjaulándola contra la valla de metal y
acurrucándose contra su cuello, respirando su aroma. Era tan suave, tan
adorable, que provocaba en él no el empedernido agente del FBI necesitando
justicia, sino un hombre en necesidad de una mujer. Era fácil perderse a sí
mismo en ella, y casi no podía creer que se había resistido por tanto tiempo.
La conversación con Nico había ido bien, y confiaba que
ahora que había agarrado el toro por los cuernos e involucró al FBI, ese idiota
de Dillon sería cuidadoso. Sin embargo sabía que las cosas nunca eran así de
simples, y sintió que sin duda tendría que sincerarse con Nico el lunes a la
mañana. Lo que sea que iba a suceder ahora estaba fuera de su control, así que
era inútil preocuparse sobre ello. Disfrutaría de su salida secreta con Lali
antes que fueran obligados a enfrentar la realidad y lo que sea que venga.
Ordenaron una cena sencilla y comieron en el sofá con los
platos balanceados sobre sus rodillas. Peter también había pedido una botella
de vino, imaginando que necesitarían la relajante ayuda. Lali no hizo más que
picotear con desgano la comida en su plato, y el apetito de Peter no era mucho
mejor. Lavó sus platos y discretamente comprobó su teléfono en la cocina.
Todavía nada de Nico.
Regresó a la sala de estar, volviendo a llenar dos copas.
—¿Quieres sentarte en el balcón?
Lali elevó sus ojos hasta los suyos como si el sonido de su
voz interrumpió algún pensamiento personal. —¿Mmm? Oh, por supuesto. —
Aceptó la mano tendida y se puso de pie, obedientemente
siguiéndolo al banco acolchonado en el balcón. El anticuado candelabro de la
pared proporcionaba un suave resplandor de luces parpadeantes, y debajo el agua
golpeando la orilla del lago era el perfecto telón de fondo. Peter colocó las
copas en la mesa y empujó a Lali a su regazo, necesitando toda la distracción
que el contacto corporal le ofrecía. Quería tranquilizarla, prometer que todo
estaría bien, pero no podía. Así que en su lugar la abrazó.
Se rió suavemente, permitiéndose a sí misma ser maniobrada y
estrechada en sus brazos. Se volvió así que estaba enfrente de él y colocó sus
palmas contra sus mejillas.
—¿Por qué no me contaste sobre la primera nota?
Él tragó y removió sus manos, dejándolas sobre su regazo.
—Lo había manejado. No quería preocuparte a menos que sea necesario. Sólo
quería protegerte tanto tiempo como podía.
—Hubiera querido que me cuentes en su lugar. No puedes
protegerme de todo por siempre.
—Lo sé. Lo siento. —Presionó un suave beso en sus labios—.
¿Me perdonas?
Tomó su tiempo antes de contestar, y Peter temía que el otro
secreto que le había estado ocultando estuviera flotando por su mente.
—Perdonado —murmuró, inclinándose por otro beso. Se había
vuelto más segura de sí misma en iniciar su contacto físico, lo cual Peter
apreciaba muchísimo. Su ritmo cardíaco se aceleró, dándose cuenta que estaban
completamente solos con nada que hacer excepto disfrutar su romántica salida
fingida. Él profundizó el beso, mordisqueando su labio inferior. Sus manos
encontraron el trasero de Lali y lo apretó, tirándola más cerca ante su gemido.
Un gemido de frustración borboteó profundo en su garganta y agarró con fuerza
sus bíceps. Era como si ambos necesitaran estar más cerca. Ahora.
Se puso de pie, levantándola mientras entraban. Ella
envolvió sus piernas alrededor de su cintura y los brazos rodearon su cuello,
todavía sin romper su beso. Sin preocuparse por encender las luces de la
habitación, Peter acostó a Lali en la cama, inclinándose sobre ella para
plantar un beso tierno en su boca antes de levantarse para admirarla, extendida
sobre la cama. Su cabello oscuro era un halo de rizos en la almohada, y sus
brazos, de mala gana, cayeron de su cuello, como si estuviera reacia a liberarlo.
—Dios, eres perfecta —exhaló. Sus ojos quedaron fijos en los
suyos, rehusándose a desviarse, rehusándose a romper su conexión silenciosa—.
¿Sabes cuán difícil era resistirme a ti?
—Apenas me notabas. ¿Sabes cuántas veces paseé por tu
dormitorio en sólo mis bragas intentando tentarte?
—Sí. Cuarenta y siete.
—¿Qué? —Ella se rió por lo bajo.
—Estoy bromeando. No llevé la cuenta. Pero estás equivocada
sobre no notarte. Me di cuenta cada maldita vez. —Y también lo hizo su polla.
Había tenido un caso constante de bolas azules prácticamente desde el día que
se mudó—. Eres asombrosa, Lali. Hermosa, inteligente, cariñosa. ¿Cómo podría no
notarte? —¿Y enamorarme de ti?
Una pequeña sonrisa de satisfacción tiró en su boca y sabía
que la necesitaba, necesitaba mostrarle que era suya. Sus manos encontraron su
cinturón y rápidamente desabrochó la hebilla antes de desprender el botón y
bajar la cremallera. Lali siguió sus movimientos, sus ojos más abiertos y
curiosos. Él sacó su camiseta sobre su cabeza y la dejó caer en el piso. Lali
se estremeció en la cama, todavía mirándolo. Cuando él bajó sus vaqueros y
bóxers de sus caderas, ella se lamió sus labios. Y cuando su mano encontró y
acarició perezosamente su longitud, ella exhaló lentamente.
—Peter… —Su voz era una súplica rota en el silencioso
dormitorio.
—¿Sí, nena? —Continuó sus movimientos lentos a lo largo de
su vara hinchada, su mano sujetando la base y deslizándola arriba hasta el
punto sensible.
Su mirada se precipitó hacia abajo a su entrepierna y ella
mordió su labio otra vez. —¿Tú… mmm, hacías esto… cuándo pensabas en mí?
Su pregunta lo sorprendió. No había esperado que tenga el
coraje para preguntar algo así. —Sí. Lo hacía. —A menudo. Muy a menudo.
Aspiró aire y llegó a su polla, sujetando su mano
apretadamente alrededor suyo. Los movimientos de Peter se calmaron durante un
momento, apreciando la sensación de su calor. Pero el deseo reflejado en sus
ojos forzó a su mano a deslizarse arriba y sobre su cabeza una vez más. Él exhaló
una respiración temblorosa. Introducir su mano suave a la mezcla incrementó la
cantidad de placer significativamente. Él la dejó agarrarlo, y la guió, con
calma y lento.
—Lali —susurró.
Sus ojos se lanzaron a los suyos. —¿Con que frecuencia…
hacías esto antes de que durmamos juntos?
Mierda. ¿De verdad le preguntaba con qué frecuencia se
masturbaba? No podía contestar esa pregunta. —Bastante. —A diario.
Ella sonrió, aparentemente satisfecha con su no-respuesta.
La mano libre de Lali buscó a tientas el botón de sus vaqueros y Peter abandonó
su demostración para ayudarla. Una vez que sus vaqueros y bragas estuvieron
fuera, tomó un momento para simplemente admirarla. Era tan bella, suave donde
una mujer debería ser suave, escultural y delicada al mismo tiempo. Dios,
incluso sus pies eran malditamente lindos. Quería rendirse y adorar su cuerpo
como se merecía, pero se sacó su camisa y se levantó de la cama. Se sentó sobre
sus rodillas en el borde, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello y
levantando su barbilla para besarlo. Su pecho se presionó contra el suyo,
calentándose y moldeándose a su cuerpo. Su lengua cálida se deslizó contra la
suya y él había perdido todo pensamiento racional. Necesitaba probarla, estar
dentro suyo, poseerla…
—¿Peter? —Lali rompió el beso, sus manos colocadas en su
pecho, recorriendo sus tensas abdominales.
—¿Sí? —Acarició con la punta de un solo dedo a lo largo de
su mejilla—. ¿Qué pasa?
—No quiero que esto termine. Tú y yo.
Sus hombros se relajaron. Amaba su valentía, su honestidad.
Y había estado ligeramente preocupado de si iba a decirle que esto no era una
buena idea. —Yo tampoco. —Era la absoluta verdad. No estaba dispuesto a perder
a Lali. Lo que sea, lo tomaría. No podía explicar cómo o por qué, pero ella le
pertenecía. Ignoró la opresión en su pecho, negándose a admitir como podía
posiblemente tener un futuro con Lali con su pasado todavía firmemente
agarrándose a él.
Empujó atrás sus hombros, y ella cayó contra la cama,
riéndose. Pero su risa murió cuando abrió sus muslos y se posicionó a él mismo
en su entrada. Mierda, usar un condón. La necesitaba tan desesperadamente.
Tendrían que arriesgarse, algo que nunca había hecho antes. Pero dándose cuenta
que la decisión no era solamente suya, se detuvo justo a punto de entrar en
ella. Puso su palma plana en su estómago. —Quiero sentirte sin un condón…
¿estás bien con eso?
La expresión de Lali fue seria sólo por un momento, como si
estuviera contando los días. —Está bien —murmuró. Ella sujetó sus caderas y lo
tiró hacia adelante. Peter agradecido, tomando la base de su eje y guiándose
dentro de su canal increíblemente apretado.
No había nada entre ellos. Las nuevas sensaciones inundaron
el sistema de Peter. —Mierda, Lali —masculló mientras ella se apretaba a su
alrededor. Normalmente encontraba difícil alcanzar su liberación, algunas veces
tomando casi una hora, pero no con Lali. Estar dentro de ella era una
experiencia completamente nueva. Era como un adolescente intentando no venirse
muy pronto. Los labios abiertos de Lali y pechos ruborizados solamente lo
animaron, y cuando ella emitió una serie de diminutos gemidos agudos, casi se
deshizo. Sus dedos agarraron las carnes de sus caderas cuando se conducía más
rápido, buscando su alivio.
Las manos de Lali agarraron firmemente sus manos, su
estómago, en todas partes que podía alcanzar mientras sus gemidos crecieron.
—¡Peter! —gimió una última vez en una caída incoherente de
sonidos y arrojó su cabeza atrás contra la almohada, su espalda arqueándose
mientras se venía.
Su propio orgasmo lo golpeó como un puñetazo en el estómago,
estrellándose contra él, causando que sus piernas casi se agoten cuando su
cuerpo se tensó y sacudió. Cayó arriba de Lali, encontrando su boca por varios
malditos besos mientras se vaciaba a si mismo dentro de ella en una serie de
calientes reventones.
Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!!!
ResponderEliminarMasss quieroo mass :) bessitos
ResponderEliminar@zairasantos7 cuando subes mas?
Me encantó el capitulo...quiero que le diga lo de su ex-novia !!
ResponderEliminarSeguila porfis
quiero saber de su pasado y que pasa con paula q no le permite a peter enamorarse!!! falta mucho?
ResponderEliminarMass ale yo quiero laliter
ResponderEliminarque onda con paula? no me quedo claro eso jajaj
ResponderEliminarseguila
ojala que no le arruinen su "luna de miel" jajja
me podes recomendar: lecturalaliter18.blogspot.com
gracias
Maaas!
ResponderEliminar:O no se cuidaron!.
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