Peter se despertó de repente con el sonido de un grito
ahogado.
¿Qué demon…?
—¡No! ¡No! —gritaba—. No me dejes. No puedes dejarme.
Su voz contenía tanta emoción, tan febril, que preocupó a
Peter.
Durante el corto instante que le llevó cruzar la habitación,
no estuvo seguro de si le hablaba a él, o si seguía soñando. Pero al llegar a
la cama y ver el resplandor de la luna llena atravesando su rostro, vio que sus
ojos seguían cerrados. Estaba teniendo una pesadilla.
—Lali. —Sacudió sus hombros—. Lali, despierta. Es sólo un
sueño.
Sus ojos se abrieron y se fijaron en él. —¿Peter?
—Sí, soy Peter cariño. Estoy aquí.
La chica llevó sus brazos hasta su cuello, y tiró de él de
manera que quedó por encima de ella. Las calientes lágrimas contra su cuello le
impedían alejarse, como la lógica le exigía hacer. En cambio, sus brazos
serpentearon alrededor de su cuerpo y la atrajo aún más cerca.
—Shh. Está bien. Te tengo.
Dejó escapar un débil sollozo y se aferró con más fuerza,
como si se aferrara a la vida. Después de varios minutos, su llanto cesó, pero
el apretón de muerte en torno a él no. Sabiendo que ninguno de los dos
conseguiría dormir a estas alturas, Peter se acostó junto a ella, doblándose suavemente
contra su cuerpo —la espalda de ella contra su parte delantera—, y la envolvió
en sus brazos.
Ella giró la cabeza y lo miró a sus ojos, en silencio
rogándole que no le hiciera daño. Esa mirada casi lo aplasta. La tranquilizó
pasando la mano por su mejilla, alejándole el cabello enredado de la cara. Se
preguntó si su sueño estaría relacionado con Dillon, ese chico por el que había
estado preocupada.
—Estás a salvo. Duerme ahora.
Su tercer día fuera del trabajo pasó igual que los otros;
pasó el día con Lali. Ella cocinaba. Él comía. Era una rutina agradable la que
desarrollaban. Por supuesto que aún no tenía ni idea de lo que hacía dejándola
quedarse con él. Y cuanto más tiempo se quedara, más probable era que
descubriera los muertos del pasado de Peter, que estaban mejor en el armario.
Pero esos pensamientos eran empujados hasta el fondo de su mente con la dulce
inocencia de Lali para distraerlo.
Después de una cena de bistec, papas al horno y brócoli al
vapor, Lali hizo palomitas de maíz y se acurrucó en el sofá a ver una película.
Era una comedia romántica. Lali se inclinaba hacia adelante, curiosa por las
partes empalagosas, observando a la pareja en la pantalla besarse y caer en la
cama como si nunca hubiera visto algo así antes. Demonios, tal vez no lo había
hecho.
Peter hizo todo lo posible para tratar de mantener cierta
distancia entre ellos, pero Lali se acercó más y más hasta que estuvo apretada
contra su costado con la cabeza apoyada en su hombro. No quería nada más que
tirar de ella en sus brazos y abrazarla, pero la idea era tan inoportuna, tan
poco típica de él, que se obligó a sentarse inmóvil, e hizo lo posible por
dejar de notar a la hermosa chica a su lado. Como si eso fuera posible.
Cuando terminó la película, Peter cambió a las noticia. La
primera historia era sobre el desmantelaje del recinto. Sus ojos se posaron en
Lali para medir su reacción pero se había quedado dormida, con el rostro
tranquilo y hermoso. Alternó entre robar miradas a su forma de dormir y ver la
cobertura sobre el recinto, pero no aprendió nada nuevo. Esperó a que la
noticia acabara, y sacudió su hombro para despertarla.
—Lali, vamos. Vamos a llevarte a la cama.
Se despertó, sus ojos soñolientos parpadeando hacia él.
—No, todavía no. Quiero quedarme aquí contigo —susurró, su
voz ronca por el sueño.
Confiaba demasiado en él. Tenía que ir a su habitación y,
probablemente, cerrar la maldita puerta porque la forma en que la camiseta se
aferraba a sus senos y se arrastraba hacia un lado dejando al descubierto un
burlesco parche de piel, empujaba su mente al borde. Se imaginaba quitándole la
camiseta sobre la cabeza y mordisqueando su suave carne, explorando sus pechos
con suaves lamidas y besos hasta que gimiera su nombre en esa dulce voz
somnolienta.
Tragó ásperamente. —Tienes que ir a la cama. Estás cayéndote
dormida.
Ella lo miró a los ojos.
—No quiero estar sola —admitió.
Sabía que probablemente había cometido un error al dormir en
la cama con ella la noche anterior, y ciertamente no tenía la intención de
sentar un precedente pero, sabiendo que no podía rechazar su petición,
simplemente asintió y se la llevó a su habitación. Su cama era más grande.
—¿Quieres dormir en mi habitación?
—¿Contigo? —preguntó ella, alzando la voz en incertidumbre.
Él asintió—. Sí.
En cuanto subieron a la cama, Peter corrió las mantas y Lali
se arrastró en ella y se acurrucó en sus almohadas inhalando.
—Huele a ti.
No le preguntó si eso era bueno o malo, pero la sonrisa
somnolienta en sus labios confirmó su opinión sobre el asunto. Él no sabía muy
bien cómo procesar el hecho de que sus sábanas perfumadas de almizcle —que era
probablemente debido al lavado—, fueran agradables para ella. Sin embargo, le
gustaba su olor también. Tal vez sólo fuera natural sentirse atraído por el
olor del sexo opuesto.
Peter sabía que era un terreno peligroso. No sólo porque
estaba sin duda atraído por ella, sino porque tenía miedo de estar haciéndose
demasiado importante en la vida de ella. Desde luego no podía quedarse allí a
largo plazo pero, ¿y luego qué? Nunca quiso que ella se volviera tan unida a
él. Sin embargo, eso era exactamente lo que parecía estar ocurriendo. Peter se
cambió en el baño, quitándose la camisa y entrando en los pantalones de pijama
que había comenzado a usar por Lali.
Cuando se metió en la cama en la habitación con poca luz,
Lali avanzó hacia él y se acurrucó contra su pecho desnudo. La suave curva de
su pecho presionado contra la llanura de su pecho y sus piernas enredadas con
las suyas. En un instante estuvo duro. Mierda.
Se sentó y quitó su dominio sobre él.
—No, Lali. No puedes hacer eso. Puedes dormir aquí si quieres,
pero necesito mi espacio.
Se mordió el labio y miró hacia abajo, al parecer herida por
haber sido regañada.
—Oye, está bien. No has hecho nada malo. Es sólo que no estoy
acostumbrado a dormir acompañado.
Era la verdad, pero no del todo. No quería nada más que
tomarla en sus brazos y abrazarla toda la noche. Demonios, si se lo admitía a
sí mismo quería hacer mucho más que eso con su pequeño y tentador cuerpo,
aunque nunca lo dejaría actuar en consecuencia. No se aprovecharía de esa
manera, pero sobre todo no quería que ella descubriera que estaba excitado.
La mirada torturada de Lali capturó la luz de la luna.
—¿Estás enojado conmigo?
No pudo resistirse a acariciar su mejilla. —No has hecho
nada malo. Sólo descansa un poco, ¿de acuerdo?
Asintió y se recostó, esta vez en el otro lado de la cama.
Encontró su mano bajo las mantas y le dio un apretón.
—Gracias, Peter.
Le frotó el pulgar sobre la palma de su mano, disfrutando
del simple contacto entre ellos.
—Buenas noches, Lali, duerme bien.
Unos momentos después, su respiración se hizo más profunda y
regular, y supo que se había quedado dormida. Estaba demasiado excitado para
hacer lo mismo.
Su erección pedía atención; y tener suaves curvas femeninas
allí junto a su lado presionaba todos sus botones. Echó un vistazo a la puerta
del baño principal, preguntándose si podría salir de la cama en silencio e ir a
masturbarse. Pero si Lali se despertaba y lo llamaba, ¿entonces qué? Respiró
hondo y soltó el aire lentamente, sabiendo que no conseguiría ningún alivio
esta noche.
Peter se sentó de golpe en la cama y maldijo. La habitación
se hallaba a oscuras y en silencio. Instó a su corazón para disminuir la
velocidad antes de levantarse y golpear algo.
—¿Peter? —Lali se frotó los ojos y se sentó a su lado.
Mierda. Se había olvidado de Lali. Pero al parecer, su
subconsciente no. Los sueños eran un inquietante recordatorio de cómo la
conoció.
Ella puso una mano en su espalda, descansando entre los
omóplatos.
—¿Estás bien?
—No me toques.
Se encogió saliendo de su alcance. Sabía que intentar dormir
no tendría sentido ahora que había soñado con ella. Peter se levantó de la
cama. Se puso pantalones cortos, despojándose de sus pantalones de pijama en la
oscuridad, y añadió una camiseta. Lali se levantó y salió de la cama detrás de
él, envolviendo sus brazos alrededor de su espalda por lo que sus manos se
cerraron en torno a su cintura. Sus pechos se rasparon a través del fino
algodón de la camiseta que llevaba y se presionan contra su espalda.
—Maldita sea, Lali. —Se quitó las manos de encima y se
volvió hacia ella—. Suéltame. —No necesitaba su ternura en estos momentos. Sólo
empeoraría las cosas una vez que ella entendiera—. Hay cosas que no sabes sobre
mí.
Se quedaron mirándose el uno al otro a la luz de la
madrugada, la sorpresa y un toque de miedo llenando su mirada. Él sabía que
nunca había visto este lado de él, que ni siquiera había imaginado que existía.
Dios, deseaba que no lo hiciera. Pero la triste verdad era que lo había jodido
a lo grande. Sólo esperaba que ella nunca supiera el alcance de eso. Le
sorprendió lo poco que cada uno sabía del otro, pero la facilidad con que
habían caído juntos en la rutina.
Extendió su brazo y le apretó la mano para demostrarle que
no estaba loco.
—Sólo tienes que ir a la cama. Voy al gimnasio.
Ella miró el reloj al lado de la cama. Eran las cuatro de la
mañana, pero no discutió; se limitó a asentir y se metió de nuevo en la cama,
acurrucándose en el calor del lugar que acababa de abandonar.
WTF ???? que aso mass porfa quiero saber el secreto de peter
ResponderEliminarale no me dejes con la intriga
crystal
Maaaaaaasssssssssssss
ResponderEliminarMasss me.encanta la nove :) me puedes avisar porfii cuando subas? Mi tw es @zairasantos7 bessos
ResponderEliminarque pasado tendra peter??
ResponderEliminarme da una gracia la inocencia de lali <3 :3 jajaj
seguila
Pero que es es lo del pasado de Peter?!. Tan malo es.?!
ResponderEliminarAmo a Lali es tan inocente jaja