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lunes, 25 de agosto de 2014

Cpitulo: 24


Peter se había deshecho de Marissa y Liam después del desayuno, y luego había llevado a Lali de vuelta a la cama. Ella le había pedido que la dejara ducharse primero, y él finalmente la había liberado.

—Trata de hacerlo rápido.
Mientras estaba de pie frente al gran espejo esperando para que el agua se caliente, Lali miró al reflejo desnudo frente a ella. Su pecho era alto y alegre, su estómago suave, pero en su mayoría plano, sus muslos un poco más grandes de lo que le hubiera gustado, pero no podía negar que por primera vez —tal vez— se sentía hermosa.
Siempre que Peter la miraba, cierto rubor causaba que sus mejillas brillen, su estómago revolotee, y se sienta completamente querida y deseable. Pero anoche fue la primera vez que había actuado en el deseo que sintió arder dentro de él también. Estaba feliz y aliviada de ver que la áspera luz de la mañana, y las miradas mordaces de Marissa, no habían hecho nada para desalentar su interés. Tan pronto como la puerta delantera se había cerrado en sus invitados de la noche, Peter había tirado su boca a la suya, sus manos asentándose en sus caderas. Se habían besado suavemente, profundamente, a diferencia de la tormenta desenfrenada de la última noche, mientras él la acompañaba de espaldas por el pasillo hacia su dormitorio. Entonces la había levantado, como si no pesara nada en absoluto y la colocó cuidadosamente en el centro de la cama y sólo la miró.
Lali escondió el recuerdo del hambre abrasador en su mirada oscura y se metió bajo el chorro de agua.
El dichoso rocío caliente caía sobre su cuerpo y a pesar de que quería estar allí y disfrutar de la calidez, se encontró corriendo, si sólo Peter volviera un poco más rápido. Se enjabonó el cabello con el champú rosa de toronja y luego inclinó la cabeza para enjuagar la espuma. Después de pasar el acondicionador en los largos mechones, salió del rocío directo del agua para enjabonar su cuerpo de la cabeza a los pies. Una vez que estuvo segura de que estaba limpia, se enjuagó el cabello y cortó el agua.
Sólo entonces noto una gran figura al otro lado del cristal. Su corazón voló a su garganta.
—Peter. —Agarró una toalla del gancho y rápidamente la envolvió alrededor de sí misma—. Me asustaste, ¿Cuánto tiempo has estado mirándome?
Bajó la mirada tímidamente. La mirada de Lali siguió la suya. Oh mi… Su gran erección presionaba contra los finos pantalones de algodón.
—Lo suficiente —murmuró, su voz gruesa.
Ella sonrió y su corazón comenzó a aflojar el paso. Tomó una segunda toalla para envolverla alrededor de su cabello chorreando.
—Sólo voy a entrar rápido —Peter le dio un beso y luego se quitó los pantalones del pijama y entró en la ducha.
La idea de ver a Peter ducharse era más atractiva que ir a vestirse, y se quedó de pie ahí momentáneamente distraída por las corrientes de agua corriendo por su cuerpo delgado, sobre las líneas de su paquete de seis, y se estremeció. Su mirada vagó hacia abajo. Todavía estaba medio duro y ella se sentía cada vez más caliente por todas partes.
Queriendo dar un paso bajo el agua con él, se obligó a huir del baño y se lanzó hacia la habitación de invitados. Se vistió en bragas y una camiseta y parcialmente se secó el cabello por lo que no se convirtió en un lío rizado. Luego esperó por él en su cama.
Tiró de las sabanas alrededor de su cuerpo y se acurrucó en su almohada, inhalando su aroma con cada respiración. Peter salió unos minutos más tarde, su piel aún húmeda y brillante con pequeñas gotas de agua y una toalla blanca sujeta alrededor de la cintura.
—Mejor que no te hayas vestido ahí abajo —susurró, inclinándose para plantar un beso en su boca.
Tragó saliva.
—Vas a tener que venir a averiguarlo. —Si esto es como el coqueteo era, inscríbanla. Peter la hacía sentir viva y delirantemente feliz, como si todos sus sentidos se agudizaran y ella nunca dejaría de sonreír. Pero no tuvo mucho tiempo para examinar sus sentimientos, porque él dejó caer la toalla de sus caderas y se paró delante de ella, completamente duro y terriblemente caliente. Lali cedió, echando hacia atrás las mantas y arrastrándose a través de la cama hasta que estuvo cara a cara con su virilidad. Arrodillándose en cuatro patas, alineo su boca con su polla esperando. Él bajó la mirada y acarició su mandíbula. Lali colocó dulces besos a lo largo de la cabeza y eje, pero cuando su lengua salió a probar la punta, sus caderas se sacudieron hacia delante y dejó escapar un gemido. Disfrutando de tenerlo completamente a su merced, Lali envolvió una mano alrededor de su base y deslizó su boca alrededor de él, deslizándose hacia atrás y adelante.
Maldijo y enterró las manos en su cabello. Ella comenzó a perderse a sí misma en su placer, meciendo sus caderas y agregando pequeños gemidos por su cuenta.
La mano de Peter se movió de su cabello, arrastrándose bajo su espalda y acarició su culo. Sus dedos encontraron su camino dentro de sus bragas a su centro húmedo. Masajeó ese lugar que parecía instintivamente saber le traía placer. Se quedó sin aliento y se meció contra su mano, mientras continuaba dándole placer con su boca.
Lali estaba rápidamente empapada y lista, la firme mano de Peter en su mandíbula la trajo de vuelta a la realidad, aunque sea por un segundo. Levantó los ojos hacia él, su boca aún llena de él.
—Mierda, esa es una hermosa vista. —Le acarició la mejilla con su pulgar, y observó con reverencia mientras seguía sus lentos y firmes movimientos. El deseo grabado en su rostro iba a deshacerla.
Peter de repente la levantó, situándola, así ella estaba sobre su espalda tan rápido que ni siquiera estuvo segura de lo que había pasado. Le quitó las bragas y luego se cernía sobre ella, levantando su camiseta para besar sus pechos.
—¿Estás segura de que no estás demasiado adolorida? —Sus ojos se movieron hasta los de ella mientras plantaba besos húmedos a lo largo de su tórax y entre sus pechos.
Sabía lo que quería, y no iba discutir eso. Envolvió una pierna alrededor de su cadera, atrayéndolo más cerca.
—Peter. Condón. Ahora.
Él se rió entre dientes contra su garganta y la soltó sólo el tiempo necesario para buscar a tientas en la mesita de noche. Escuchó el sonido de un paquete crujiendo y luego volvió a besarla. Sus bocas se movían juntas en un choque frenético de lenguas deslizándose y gemidos sutiles.
Peter se levantó lo suficiente como para llegar entre ellos. Sus ojos se quedaron fijos en los de ella mientras se colocaba en su entrada y suavemente empujó hacia delante. Ella envolvió las piernas alrededor de su espalda, bloqueando sus tobillos e inclinándose hacia arriba para encontrar sus cuidadosas embestidas.
Él plantó un suave beso en su boca y empujó de nuevo hacia delante, deslizándose en su interior en una deslumbrante sensación de calor y plenitud. Su espalda se arqueó en la cama y metió su cara contra su cuello, besando y murmurando cosas dulces… lo bien que se sentía... lo hermosa que era.
Lali apretó sus ojos y emparejó el paso, obligando a sus caderas a subir de la cama para inclinarlas hacia las de él.
Su boca estaba en todas partes —cerca de su oído así ella podía oír sus jadeos guturales, en su cuello, besando y mordisqueando contra su sensible carne, cubriendo los suyos en un abrasador caliente beso. Se retorció debajo de él, dirigiéndose cada vez más cerca del éxtasis con cada golpe brutal, cada beso dulce.
—Peter —gimió, levantando sus caderas a su última vez mientras ola tras ola de placer se disparó a través de su centro.
Él aminoró el paso, pareciendo entender su necesidad de salir de la intensa explosión de placer durante todo el tiempo que a le fuera posible. Ella lanzó un gemido final y clavó sus uñas en su espalda mientras se agarraba a algo, algo que apretó.
Peter tomo sus manos, sujetándolas sobre su cabeza y aumentó su ritmo, golpeando en su interior a un ritmo constante hasta que sintió que todo su cuerpo se tensó y sacudió, y supo que había encontrado su liberación, también.
Se dejó caer a su lado en una pila, tirando de su cuerpo al suyo de modo que su espalda se presionaba contra su frente. Colocó un pesado brazo alrededor de su cintura, sujetándola contra su pecho. Lali cerró los ojos y soltó un suave suspiro, sintiéndose segura y más feliz de lo que recordaba.

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