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sábado, 23 de agosto de 2014

Capitulo: 20


Lali se deslizó fuera de la cama dejando a Peter dormir un poco más. Se veía tan a gusto cuando dormía, tan despreocupado, que no se atrevía a despertarlo a pesar de que ya se le hacía tarde para el trabajo.

Hizo café y huevos revueltos, añadiendo un puñado de queso rallado como a él le gustaba. Justo cuando las tostadas saltaron de la tostadora, Peter salió de la habitación, su pelo revuelto como un niño pequeño. Provocó cosas raras en el estómago de Lali. Ella quería pasar sus manos a través de su cabello y plantarle un beso en la boca, pero en cambio se quedó mirándolo.
—¿Por qué no me despertaste? —preguntó, pasándose una mano a través de su cabello, aunque su intento de suavizarlo era inútil. Ocho horas de sueño le habían dado ese estilo y ninguno de sus intentos cambiaría eso.
—Estaba a punto de hacerlo, el desayuno está listo.
Se instaló en un taburete en el bar mientras Lali le servía una taza de café y dejó la taza humeante delante de él.
—Gracias —murmuró.
Sabía por experiencia que era inútil hasta que se tomaba al menos la mitad de su taza. Se tomó su tiempo colocando su desayuno permitiéndole disfrutar de su café en silencio. Dejo su servilleta sobre su regazo y se encontró con los ojos de Lali mientras ella dejaba su plato frente a él.
—De nada. —Ocupó sus manos añadiendo algunos huevos a su plato antes de unirse a él en el desayunador. Podía oler su esencia masculina; una mezcla de su crema para después de afeitar, una pizca de jabón y algo que era único de Peter. Odiaba la forma en la que hizo que su estómago revoloteara y sus dedos se tropezaran en su tarea, pero se las arregló para bajar su plato a la barra con éxito y se sentó a su lado.
Comieron en silencio y Lali estaba agradecida, Peter fue introspectivo y tranquilo y era en momentos como estos en los que se encontró preguntándose qué otra cosa no sabía acerca de este hombre. Su mente se dirigió a las desapariciones de Peter los domingos en la tarde. Tenía curiosidad pero no había corrido directo a preguntarle. Estaba agradecida por Peter y por todo lo ha hecho por ella, y de alguna manera sabía que se lo diría eventualmente, cuando estuviera preparado. Hasta entonces forzaría eso de su mente y seguiría adelante con su vida. No bombardearía a Peter con preguntas, no cuando él había sido tan gentil y cuidadoso con su pasado, no iba a permitir que su pasado saboteara la oportunidad de un futuro feliz.
Después del desayuno, Lali en silencio recogió a Cuddles en sus brazos y balanceó el cachorro silenciosamente contra su pecho, indispuesta en ese momento a ir hacia Peter por consuelo, como instintivamente quería; en lugar de eso se conformó con el consuelo del dulce cachorro. Quería que Peter la envolviera en sus brazos y la besara hasta que se fuera su pena, pero el permaneció sentado en el desayunador, apuñalando su desayuno como si estuviera pensando tan duro como ella.
Tanto como Lali quería creer que se había sanado, todo de nuevo, sabía que no era cierto. Todavía tenía pesadillas ocasionales acerca de vivir en el complejo, acerca de Dillon persiguiéndola como prometió y todavía soñaba con el aneurisma mortal de su madre despertando con lágrimas y temblando. Había empujado esos pensamientos, enterrando el dolor y situándose más cerca de los brazos de Peter esas noches. Eso fue el pasado y no dejaría que la hiriera. En sus horas despiertas, su miedo era diferente, tan agudo como si pudiera extender su mano y tocarlo. Tenía miedo de estar sola, quería que Peter se fijara en ella como un hombre debería, tomarla en sus brazos, hacerla sentirse deseada, todo de nuevo. Pero cada vez que trataba de mostrarle lo que necesitaba, tentándolo doblando su cuerpo alrededor de él como si fuera a darle una pista de lo que anhelaba, él se tensaba como si estuviera sufriendo y ladraba una excusa para remover sus manos. Su rechazo la arruinaba poco a poco, causando que se preguntara por qué no encajaba en ningún lugar, por qué no era querida.
Tal vez si pudiera romper su barrera le podría mostrar a Peter lo bien que podrían estar juntos. Puede que no cambiara nada, pero puede que sí, tal vez por fin vería lo mucho que se preocupaba por él y admitiría que tenía sentimientos por ella también.

 Esto fue una idea estúpida.
Peter miró por encima de Lali, preguntándose si podía sentir su estado de ansiedad, pero no parecía sospechar nada. Observó el tráfico por la ventanilla y tarareó la canción de la radio.
Había conseguido sacarla de la casa con el pretexto de llevarla a una comida de cumpleaños. No era una mentira completa. La comida estaría involucrada, pero esto no era el tema principal.
Cuando aparcó frente a la pista de patinaje, miró a Lali. Ella se enderezó y miró fijamente el edificio. —¿Peter?
Peter saltó de la camioneta y abrió la puerta. —Solo vamos.
Aceptó su mano, dejando que la sacara del coche. —¿Pero que estamos haciendo aquí?
—Ya verás. —Apretó la boca en una línea cuando el abrumador deseo de sonreír como un idiota le golpeó. Pagó su entrada y llevó a una muy confusa Lali con los ojos muy abiertos.
Las luces en el interior de la pista estaban apagadas, y flashes azules y verdes brillaban por el suelo de madera pulido, bañando a los patinadores en color mientras giraban. Música pop ahogaba todas las conversaciones, manteniendo a Lali tranquila mientras miraba a su alrededor. Había dejado de caminar para ver una línea de patinadores volar junto a ella en el camino hacia la pista. Peter la tomó de la mano para instarla a moverse. Dirigió a Lali a la fiesta en la sala trasera que había alquilado. Marissa había coordinado la mayor parte de los detalles, pero era su idea lanzarla a la fiesta. Cuando Marissa mencionó la fiesta de patinaje que tuvo cuando tenía diez años, Peter se aferró a la idea. Le gustaba que pudiera darle una experiencia de la infancia de la que se había perdido, y tal vez incluso enseñarle a patinar. También pensaba que era el lugar perfecto para reunir a Lali con los niños en quienes pensaba diariamente. No sabía si Lali se vendría abajo al ver a todos, pero esperaba que al menos fuesen lágrimas de felicidad.
Quería que disfrutase su cumpleaños, no tener una sollozo-fiesta en sus manos. Pero su vacilación y un repentino silencio le hicieron preguntarse si había tomado la decisión correcta.
Con una mano todavía sosteniendo la de Lali, abrió la puerta de la habitación privada. Fueron recibidos por una explosión de color rosa. Globos, serpentinas de papel crepé, carteles de feliz cumpleaños colgados del techo, y un plato de color rosa con panques glaseados sobre la mesa.
—¡Sorpresa! —Una docena de voces gritaron al unísono.
Lali se quedó boquiabierta, ningún sonido escapó mientras miraba las pequeñas caras frente a ella. Luego se dejó caer de rodillas y soltó una exhalación, como si hubiera estado conteniendo la respiración por semanas.
Los niños corrieron hacia ella, abrumándola y tocando su espalda mientras trepaban en sus brazos abiertos. La sonrisa de Lali era tan grande como nunca la había visto y lágrimas silenciosas se filtraban por la comisura de sus ojos.
Sabía que era un poco arriesgado rastrear a las familias de los niños, enviándoles una invitación a la fiesta de cumpleaños de Lali, pero el riesgo había valido la pena, especialmente para ver a Lali tan feliz. Había prometido pagarles su admisión y alquiler de patines, y casi todo el mundo había aceptado venir. Ver su reunión hizo que el costo valiese la pena.
Una vez que Lali fue liberada de la pila en el suelo, se lanzó a los brazos de Peter, abrazándolo fuerte, tan fuerte que no podía respirar. No había palabras que pudiesen expresar adecuadamente lo mucho que significaba para ella ver a los niños.
Él besó suavemente su sien. —Feliz cumpleaños, Lali.
Su boca se curvó en una sonrisa y todos sus temores de que esta idea fuese mala, se disolvieron.
Pasaron la tarde patinando, bueno, tambaleándose por el suelo resbaladizo en patines, los cuales, ninguno de los niños habían usado antes, tampoco sus madres, y comiendo pizza y pastelitos. Peter trató de enseñar a Lali a patinar, una tarea que se hizo más difícil con los niños envueltos alrededor de sus piernas.
Al final del día, una Lali con mejillas rosadas se despidió, e intercambió direcciones de correo electrónico con varias de las mujeres antes de seguir a Peter al coche. Parecía que hoy le había dado algunos cierres que necesitaba, la capacidad de ver con sus propios ojos que todo el mundo estaba vivo y bien. La profunda satisfacción que brillaba intensamente en sus rasgos era el “gracias, Peter” que necesitaba.


+5

8 comentarios:

  1. que lindo cap!!!"!!
    pero queremos acercamiento laliter!
    que no se... un poco de celos de peter no estaria mal jajaja
    seguila

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  2. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!!!!

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  3. MAAAAAAS ESTA BUENISIMA LA NOVE!

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  4. ahiiii dios q de una vez se digan q se aman ya!!!

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  5. Y al final ..que pasó con Paula...quiero saber !!!!
    Seguíla porfis !!

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