—¿Te importaría si prendemos la televisión? —preguntó Lali.
—Es que está muy tranquilo aquí y estoy acostumbrada a tener sonidos
ambientales.
—Seguro. —Peter le pasó el control remoto, y ella lo miró
curiosamente como si fuera un objeto extraño—. Aquí. —Apretó el botón de
encendido, prendiendo la pantalla. Estaba sintonizada en uno de los canales
Premium, que afortunadamente mantenía la programación limpia durante el día.
Raramente veía televisión, pero cuando lo hacía, era Normalmente cuando no
podía dormir y daba lo mismo ver pornografía suave en ese canal o
infomerciales. Y un hombre no necesita tantas aspiradoras Shark ni aparatos
para hacer abdominales. Lali estudió la televisión por un momento, haciendo una
mueca por la cantidad de palabrotas que vinieron del grosero personaje de la
pantalla. Peter rápidamente cambió de canal. El canal del clima. Esa era una
opción segura. Lali sonrió hacia él en apreciación y volvió a la cocina.
Un momento después, dudó en el umbral de la sala de estar,
con una cacerola en la mano. —Hice Filete Wellington1, ¿quieres un poco? No
podría saber que era su favorito y que su madre solía hacerlo para él en
ocasiones especiales.
—¿Hiciste Wellington1 (Filete envuelto en pasta de hojaldre.)?
Asintió. —Es mi favorito.
—El mío también.
Toda esa semana Lali había hecho platos elaborados para él.
Huevos benedictinos para el desayuno, sándwiches para la comida, y esa tarde
había horneado y decorado seis docenas de galletas de azúcar, y ahora era
Wellington. No sabía cómo hacer las porciones correctas paraellos dos, así que
las sobras se encontraban apiladas tanto en el refrigerador como en el
congelador. Tendría comidas para el próximo año a este ritmo.
Las palabras de Malcom repicaban en su cabeza… Lali es del
tipo maternal… necesita estar en una rutina saludable… no estaba seguro si todo
esto de cocinar contaba como una rutina saludable. Ella raramente dejaba la
cocina, y cuando lo hacía, no sabía qué hacer.
Peter todavía estaba lleno del almuerzo, pero se forzó a
pasar algunos bocados de la deliciosa comida, alabando a Lali por sus
esfuerzos. Notó que raramente comía algo de lo que cocinaba, como si lo
estuviera haciendo para su beneficio. Decidió que era momento de actuar.
Peter regresó una hora después, preguntándose si había
tomado la decisión correcta. El cachorro se retorcía en sus brazos, ansioso por
bajar y jugar. Mierda. ¿Y si ni siquiera le gustan los perros?, o ¿y si es
alérgica? Decidiendo que era muy tarde para retractarse, abrió la puerta y
entró a la casa.
Sin ver a Lali, cargó el cachorro caniche maltés hacia la
habitación y tocó la puerta. —¿Lali?
Escuchó que sorbía la nariz. —Un segundo.
El cachorro dejó escapar un gemido y extendió una pata hacia
la puerta arañándola para entrar, como si de alguna manera supiera que su madre
se encontraba dentro. Lali abrió la puerta. Una sonrisa iluminó su rostro
bañado en lágrimas. —¿Peter? —Parpadeó y una pregunta no formulada se formó en
sus labios.
—Es para ti. Tiene 14 semanas. Una familia la compro en una
tienda de mascotas, luego cambiaron de opinión y la dejaron en el refugio de
animales. Es tuya. Si la quieres.
—Oh, Peter —Lali se levantó en la puntas de sus pies y le
dio un beso en la mejilla—. Gracias, es muy linda.
Peter le entregó la cosa que se retorcía a Lali, que
rápidamente besó la parte superior de su cabeza y la acunó en su regazo como un
bebe. Captó su atención y la retuvo. Los labios de Peter se elevaron de
satisfacción al ver el conmovedor espectáculo.
No había duda de que el perro era lindo. Era nada menos que
seis kilos de crema esponjosa y de piel canela, con una cola que se movía sin
parar. Peter quería adoptar un pastor alemán, o algún otro perro más masculino,
pero cuando vio esta pequeña cosa, que parece más un gremlin que un perro, supo
que sería el que Lali podría querer. Y la forma en que Lali enterraba su rostro
en el pelaje del cachorro y murmuraba en lenguaje infantil ininteligible, era
una indicación de que había hecho lo correcto. Su corazón se apretó en su
pecho, una sensación desconocida y sorprendente. Pero se recordó a si mismo que
solo hacía esto para quitarse al doctor de encima. Terapia animal o alguna
mierda llamada así.
—¿Cómo vas a llamarla? —preguntó.
Los labios de Lali se curvaron en una sonrisa. Dios, era
hermosa cuando sonreía. —¿Tengo que ponerle un nombre?
Asintió y vio como sus ojos se iluminaron.
—Tengo que pensarlo —sonrió, sosteniendo a la cachorra con
el brazo extendido para obtener un buen vistazo.
Peter la dejó otra vez con la excusa de que necesitaba
recoger un collar, correa y comida para perros. Pero más que nada, necesitaba
escapar de los sentimientos profundos que generaban los murmullos dulces de
Lali al cachorro.
Muy beuna sube masss
ResponderEliminarMaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!!!!
ResponderEliminarMaaaaaaasssssssssssss
ResponderEliminarawwww lali y su perro, ponele rufina xD yo tengo una perra que se llama asi!!!
ResponderEliminarpeter aunque escape se va a terminar enamorando!!!
Hay que la llame mina a la perrita
ResponderEliminarMasss ale
Ayyy sí yo quería que le regale justo eso..un perrito !!!
ResponderEliminarSeguila porfis !!
subi x fa!!! queria saber si tenes tw! x fis!! amo la novelas q subis!!
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