Gaston esperaba por mí en la cocina, bebiendo té dulce y
hablando con la Sra. Mary Se puso de pie cuando me vio.
—Bueno, ¿Cómo te fue?
—Él pensó que yo era una fan que se deslizó a través de las
grietas, y quería saber cómo lo había hecho. Le informé que había reemplazado a
mi madre debido a su embarazo, que no era una fan, y que no me di cuenta de que
ésta casa le pertenecía a él cuando acepté el trabajo.
Gaston frunció el
ceño.
—¿Cómo te tuvo dándole explicaciones?
—No creo que haya ningún problema ahora que él sabe que no
soy una fan loca a punto de resbalar mi número en una servilleta. Dudo que se
dé cuenta de mi existencia a partir de ahora.
Gaston levantó sus cejas como si no me creyera. La Sra. Mary
se acercó y tomó la bandeja de mis manos.
—Bien, sabía que ibas a trabajar muy bien. Ahora, ve a
cambiarte el uniforme y vuelve a casa. No espero que regreses hasta las siete
de la mañana. Corrí al cuarto de lavado para cambiarme. Una vez que estuve de
nuevo en mi propia ropa, me dirigí a la puerta. La Sñr. Mary tarareaba mientras
limpiaba, y Gaston estaba apoyado contra la puerta, esperando.
—Es tarde, ¿Conduces o caminas? —preguntó, cuando llegué
junto a él.
—Vine en bicicleta.
Abrió la puerta, y salimos a la noche juntos.
—Déjame ponerla en la caja de mi camioneta y llevarte a
casa. — Realmente parecía preocupado por mí.
—De acuerdo.Gracias.
****
Una vez que los dos estuvimos en la camioneta, me relajé y
me eché hacia atrás en sus asientos de cuero gastado.
—Así que, ¿Cuánto tiempo llevas trabajando en la mansión Lanzani?
Él me miró. —Comencé el verano pasado. Sólo trabajo los
veranos aquí. Soy un local, pero actualmente estoy estudiando en la Universidad
de Alabama. Este es un empleo de verano para mí.
—Obviamente es un trabajo de verano para mí también. Voy a
empezar mi último año en el otoño. Nos acabamos de mudar aquí desde Tennessee.
Nos quedamos en silencio durante unos minutos, y yo miré por
la ventana ya que las familias caminaban por las aceras, aún en su ropa de
playa. Nunca había visto la playa antes de que nos mudáramos aquí. No podía
dejar de estar fascinada observando las olas romper sobre la playa de arena.
—Pareces mucho mayor que una chica de último año de
secundaria. De hecho, eres más madura que la mayoría de mis compañeras.
Sonreí para mis adentros. Pero aquella noche no era la noche
para descargar mi vida con alguien que podría llegar a ser un verdadero amigo.
—Lo sé. Siempre he sido una mujer grande en el cuerpo de una
niña. Eso pone a mi madre como loca.
—Yo no diría que eres
una mujer mayor, sólo eres más madura que el resto de las chicas de diecisiete
años. Las adolescentes normales se reían y coqueteaban por las calles. El
romance de verano no era algo que comprendiera, pero al parecer era una cosa
muy grande por estos lados. Las chicas de aquí se referían a los turistas como
chicos de verano .
Yo realmente no lo entendía, o sí lo hacía, pero no me
parecía normal. Gaston se volvió hacia mí.
—¿He herido tus sentimientos? No quise hacerlo. Fue un
cumplido, de verdad. Me canso de la estupidez y la superficialidad de las
niñas. Eres como un soplo de aire fresco.
Volví la cabeza hacia atrás en dirección a él y lo vi
sonreír. Realmente era un buen tipo. Deseé que mi interior se volviera cálido y
cosquilleara cuando me miraba fijamente, pero al parecer mi cuerpo sólo se
reservaba aquella respuesta para las estrellas del rock adolescente. El
pensamiento de que tal vez fuera superficial en mi interior, me hizo sentir
enferma.
—Gracias, nunca me han felicitado por mi personalidad
extraña antes.
Frunció el ceño y
sacudió la cabeza.
—Yo no la llamaría extraña... más bien, refrescantemente
única.
Me reí de su intento por hacer que suene mejor.
—Gracias. Refrescantemente única suena mucho más atractivo.
Gira a la derecha en el siguiente semáforo, y es dos casas más abajo, a la
izquierda.
Permanecimos en silencio el resto del camino hasta el
apartamento.
—Ponla a un lado. No se nos permite utilizar la unidad del
propietario. Son los dueños de la casa. Alquilamos el pequeño apartamento de
abajo.
Gaston se detuvo en la puerta.
—Gracias de nuevo por traerme a casa.
Abrió la puerta, saltó, y tomó mi bici de la caja de su
camioneta. Vi como él la bajó y la apoyó contra la pared de la casa, junto a la
puerta.
—Cuando quieras. Si
te marchas al mismo tiempo que yo lo hago, siempre puedo darte un empujón.
Le di las gracias de nuevo. Él movió los pies y miró hacia
mí.
—Puesto que eres nueva aquí, y estamos trabajando juntos
este verano, ¿Por qué no salimos una noche después del trabajo, o el domingo
durante el día, cuando los dos estamos libres? Te puedo mostrar lo que es divertido
por aquí y presentarte a algunas personas. Ya sabes, como amigos.
Parecía divertido, pero me quedé un poco sorprendida por el
comentario del domingo.
—¿El domingo? —pregunté.
Él frunció el ceño. —¿No sabes que todos tenemos libres los
domingos, incluso la Sra.Mary?
—No, yo no lo sabía. Pero, sí, me encantaría ir a disfrutar
de esta zona con alguien que sepa a dónde ir.
Él sonrió y se pasó
la mano por el cabello rubio.
—Genial. Voy a hacer planes esta semana y te haré saber lo
que tengo preparado.
Nos despedimos, y lo observé entrar de nuevo en su
camioneta. Saludé con la mano, y me volví para enfrentar a Jessica y sus
indudables veinte preguntas sobré por qué me había tardado tanto. El
apartamento estaba en silencio y oscuro.
Me asomé a la habitación de Jessica y la encontré dormida en
la parte superior del cobertor, con el aire acondicionado encendido. Tomé una
manta y la cubrí antes de ir a mi habitación y prepararme para una ducha. Ella
había ido a dormir temprano.
No hubo veinte preguntas, y no tuve que cocinar la cena.
Sonreí y me dirigí hacia el cuarto de baño. Necesitaba estar limpia y dormir.
Me las había arreglado para superar mi mayor obstáculo. Mañana debería ser más
fácil. No habría más encuentros con Peter y tener un amigo debería hacer las
cosas aún más agradables.
La semana siguiente cayó en una rutina. Llegaba al trabajo e
iba directo a la cocina con la Sra. Mary. Ella hablaba mucho más que Fran, y
sus historias eran entretenidas. Me contó todo acerca de sus dos hijas y sus siete
nietos. Una de las hijas vivía en Michigan, con cinco hijas a cuesta. La otra
hija vivía en Georgia, y tenía una niña de nueve años de edad y un niño pequeño
que era amado inmensamente por una familia llena de chicas. Su vida criando a
sus hijas me hizo dar cuenta cuán disfuncional mi vida con Jessica sonaría. Me
imaginé una vida completamente normal, como la de la Sra. Mary.
Yo sabía que algún
día podría tener una, tan llena de familia y amor como la que ella parecía
tener. A menudo soñaba despierta con una vida como la que ella me contaba. Mis
primeras tardes con el Sr. Greg comenzaron siendo un poco tensas, ya que a él
no le gustaba tener una adolescente ayudándolo, pero después de un día de no
tener que apoyar sus artríticas rodillas parecía apreciar mi presencia allí.
Después de mi cuarto día, el Sr. Greg y yo nos sentábamos y
jugábamos al ajedrez en el mirador, cuando los días de trabajo terminaban. Me
ganaba cada vez, pero estaba comenzando a gustarme y le prometí que mejoraría
mis habilidades, y que un día lo vencería.
Veía a Gaston en las
noches, cuando todos nos sentábamos alrededor de la mesa y disfrutábamos de un
plato de sopa y ensalada.
La Sra. Mary siempre enviaba un plato de comida a casa para
Jessica, y yo sospechaba que ella lo hacía por mí. De alguna manera, sin que yo
le dijera, ella parecía entender cómo mi vida de hogar funcionaba. Después de
que Gaston salía del trabajo, nos llevaba a mi bicicleta ya mí a casa.La Sra. Mary
contrató a otro sirviente que Gaston sugirió. Él estaba trabajando bien, y las
cosas parecían funcionar sin problemas con el personal y la familia.
El domingo por la mañana llegó antes de que lo notara.
Me acosté en la cama, tapándome la cara frente a la
brillante luz del sol que se colaba por las ventanas. Fue bueno no tener que
saltar y prepararme para salir. Disfrutaba de mi trabajo, pero también me
gustaba dormir hasta tarde. Bostecé y me estiré.
Saldría con un amigo.
Yo estaba más emocionada de lo que una persona normal estaría, pero no pude
evitarlo. Me senté y me froté la cara, tratando de despertar lo suficiente como
para ir a desayunar. La casa estaba muy tranquila todavía, ya que Jessica
normalmente dormía hasta las once todos los días.
Fui a la cocina y me serví un plato de Crunchs de
mantequilla de maní, y luego fui a sentarme en el pedazo de losa, saliendo por
nuestra puerta de atrás. El sol brillaba fuera del agua, y me calentó mientras
yo disfrutaba de mi plato de cereal. Ese día se sentía como mi primer día real
de verano. Ese día sería capaz de ir y hacer algo que todos los chicos de
diecisiete años suelen hacer.
—¿Qué estás comiendo?
—preguntó Jessica, mientras caminaba hacia la puerta, o mejor dicho, se
contoneaba por ella.
—Cereales de mantequilla de maní —le contesté, y les di otro
mordisco.
Se hundió en la silla de jardín a mi lado y suspiró: —¿Me
amas? Puse los ojos en blanco, sabiendo las palabras que vendrían después.
—Sí —respondí, y tomé otra cucharada de cereal.
—Entonces, ¿Tendrías piedad de mí y mi enorme estómago, y me
servirías un tazón cuando hayas terminado?
Ese era un viejo juego. Ella creía que era lindo preguntarme
si la quería antes de pedirme que fuera a buscar algo. Me comí el resto de mi
cereal y bebí toda la leche antes de ponerme de pie.
—Voy a buscar tu
cereal —le dije, caminando de regreso hacia la puerta.
—Gracias, cariño —respondió ella sin abrir los ojos.
Le serví un tazón grande, así no tendría que buscar un
segundo luego, y se lo llevé. Tenía que decirle acerca de Gaston antes de que
él llegara. Le di la taza, y ella se echó hacia atrás, reclinándose en una
silla que no era reclinable, y tomó el tazón.
—Muchísimas gracias —dijo, sonriendo.
Volví a sentarme. —He hecho un amigo en el trabajo, y él
viene a buscarme hoy para mostrarme los alrededores y pasar el rato. Jessica
puso la cuchara llena de cereal hacia abajo.
—¿¡Un chico!? ¿Tù?
—Él no es un chico con el que estoy saliendo. Es de por aquí
y quiere salir hoy.
Ella sonrió y le dio
un mordisco al cereal. Apenas había tragado cuando dijo: —No puedo creer que
hayas hablado con alguien lo suficiente como para hacer un amigo. ¿O es un
recluso también?
Me puse de pie, no me encontraba de ánimo para las bromas de
mi madre. Le encantaba recordarme que carecía de habilidades sociales. Empecé a
entrar, y ella se rió.
—Sólo estoy tomándote el pelo, Sadie. Me alegra que tengas
un amigo. Pero no te olvides de mí y estés fuera todo el día. Me siento sola
por aquí.
Odiaba cuando ella me hacía sentir culpable. Ve a un lugar y
has algo. Ella dio un suspiro melodramático.
—Me hace falta ir a buscar una pedicura, ya que no puedo ver
los dedos de mis pies.
Negué con la cabeza. Como dar un paseo por la playa. Rodó
los ojos en ese momento, y entré. Hice una línea recta hacia el dinero
escondido que había salvado de las facturas, y lo escondí en otro lugar. No
tenía necesidad de llegar a casa y ver que había gastado todas nuestras
reservas. Después de que el dinero estuvo asegurado, me fui a prepararme para
mi día con Gaston. Tenía que lavarme el pelo y ponerme bloqueador solar. El sol
aquí podría ser brutal. Pero primero, tenía que encontrar un traje de baño y algo
de desgaste. Treinta minutos hasta que llegara a recogerme. Tenía que estar
lista para que Jessica no respondiera a la puerta y encontrara una manera de
avergonzarme.
—Buenos días —dijo Gaston cuando abrí.
—¡Buenos días a ti también! Espera sólo un segundo, voy a
buscar mi bolso. —Me di vuelta, volví a entrar en la sala de estar, y tomé el
bolso que había dejado sobre la mesa. —Me voy. Sal y ve a hacer algo —le dije a
mamá antes de caminar hacia la puerta.
—¿Qué? ¿No lo traes adentro? —Todavía estaba vestida con su
camisón negro, que se extendía por encima de su estómago. —No, mamá, no contigo
vestida con tu camisa de dormir.
Ella se rió, y me
apresuré a volver a la puerta.
—¿Estás lista para ver este lugar desde una perspectiva
local? —me preguntó con una sonrisa. Asentí con la cabeza, emocionada.
—Sí, lo estoy.
Abrió la puerta de la camioneta para mí, y me balanceé
dentro. Saltó y se deslizó en un par de gafas de sol oscuras.
—¿Comes ostras
crudas?
—¡De ninguna manera!
Él sonrió. —Debí
haberlo adivinado: eres una niña de Tennessee. Pero está bien, también están
asando hamburguesas, mazorcas de maíz, y costillas.
—Me encantan las
hamburguesas, el maíz, y las costillas.
—Ah, bien. Bueno, vamos a ir a la casa de un amigo. Están
asando fuera hoy, con las ostras crudas en su concha como aperitivos.
Hice una mueca ante la idea de algo blando y viscoso sobre
conchas que la gente realmente iba a poner en sus bocas. Él se rió en mi cara.
—Creo que cuando uno crece por aquí, no parece tan malo.
No respondí, porque no estaba segura de que alguien pudiera
acostumbrarse a comer baba.
—Rock ha sido mi
mejor amigo desde la escuela primaria.Te gustara. Iremos a una parrillada, y
luego a practicar esquí acuático. Ellos tienen un barco y vamos a ir a lanzarlo
en el puerto deportivo.
— ¿Has hecho esquí acuático alguna vez?
—Me temo que no, pero me gustaría intentarlo. —Parecía que
eso era lo que debía decir, porque una gran sonrisa estalló en su rostro.
—Te puedo enseñar. Estarás esquiando antes de que el día
haya terminado. Llegamos a una casa de una sola planta, construida sobre
pilotes, como la mayoría de las casas de por allí. No era lujosa, y parecía
haber sobrevivido a algunos huracanes.
El revestimiento
había sido remendado unas cuantas veces. Gaston me encontró cuando salí de la
camioneta y deslizó un par de gafas de sol en mi cara.
—Vas a necesitarlos. Sin ellos, el sol te dará dolor de
cabeza.
—¿Siempre llevas gafas de sol de mujer por ahí? —le pregunté
en broma.
Se echó a reír. —No, tengo una hermana.
Yo no sabía nada de su familia. Me gustó saber algo sobre él
que no fuera lo obvio.
—Por favor, dime que te pusiste bloqueador solar. Incluso
los más bronceados se queman con este sol.
—Sí, estoy usando.
—Ven por aquí —dijo, tirando de mí con él a través de un
poco de hierba muy alta, que crecía en la arena. Un simple rectángulo de
piscina se encontraba en el centro del patio, rodeado de chicos en traje de
baño y chicas en bikini.
Ellos arrojaban barro de unas conchas, y me recordé a mí
mismo que no debía hacer muecas cuando me hablaran y comieran esas cosas. Gaston
me apretó la mano y tiró de mí hacia la fiesta.
—Gaston, ya era hora de que llegaras. Todos los depósitos
están casi vacíos —llamó un tipo con rastas largas de color marrón.
Gaston sonrió y me susurró: —No voy a comer en frente de ti,
te lo prometo. Negué con la cabeza.
—No, en serio, está bien.
Él se rió y me llevó hacia el grupo de chicos de pie junto
al muchacho de rastas. Varias personas llamaron a Gaston, y él agitó la mano y
asintió con la cabeza. Mi estómago se revolvió con nerviosismo cuando me di
cuenta de que la mayoría me observaba.
—Hola, chicos, esta es Sadie, Lalieste es Rock —Un tipo
musculoso, bastante grande, con la cabeza rapada—.Preston —a quien yo podría
haber considerado un vagabundo de la playa, con el pelo largo y rubio, y la
piel bronceada—.y Dwayne —el chico rasta, que también pasó a tener varios
tatuajes y piercings—.Hemos sido amigos desde el segundo grado.
Dwayne se sacudió las
rastas de los ojos y sonrió.
—Desde que Rock le
dio una paliza a Preston y el viejo Gaston aquí saltó a defenderlo, entonces
comenzó a recibir golpes de Rock, hasta que yo salté, y todos fuimos suspendido
de la escuela. —Los cuatro se rieron de aquel recuerdo, y yo traté de
representármelos como niños pequeños en combate. —Nuestros padres estaban muy
orgullosos. Ellos tuvieron delincuentes de escuela primaria. —Dwayne sonrió y
se comió otra ostra.
—Dwayne recordará todo el día si tú se lo permites. No
actúes como si disfrutaras de sus historias. No se detendrá —sonrió Gaston. La
amistad entre esos cuatro me hizo sentir calor en mi interior. No era algo con
lo que estuviera familiarizada.
—Así que, Lali, ¿Cómo es que el feo culo de Gaston encontró
a una hermosa muchacha ciega? —preguntó Rock, a tiempo que daba vuelta una
hamburguesa.
Eché un vistazo a Gaston
sólo para ver como me sonreía.
—Trabajamos juntos. Él vino a mi rescate en mi segundo día
allí, y mi vista es 20/20.
Uno de ellos lanzó un silbido, y el otro se rió
malvadamente.
—Gaston es un habitual caballero de brillante armadura, te
lo aseguro —dijo Dwayne con un movimiento de sus rastas. Gaston lo empujó
juguetonamente, y Dwayne se echó a reír.
—Voy a llevarla a conocer a otras personas si ustedes tres
no pueden comportarse.
—¿Qué he hecho?
Gaston le envió una mirada burlona antes de pasar a mí.
—¿Tienes sed?
Dwayne metió la mano en una hielera detrás de él y me
ofreció un refresco. Lo tomé, le di las gracias, y los escuché hablar de un
juego de voleibol de playa que tendría lugar el próximo fin de semana, entre
ellos y un equipo rival. Me hacían preguntas, o me traían a la conversación de
vez en cuando, pero la mayoría del tiempo simplemente planeaban y proponían
estrategias. No tenía ni idea de que el voleibol de playa fuera un deporte
serio.
Una rubia en un ardiente bikini rosado, que apenas cubría
las cosas importantes, se acercó por detrás de Rock, le rodeó la cintura con
sus brazos, y le besó el cuello.
—Sadie, ella es Trisha, la novia de Rock, y Trisha, ella es
Sadie, una amiga mía.
Trisha me sonrió y luego pasó la mano por la cabeza de Rock.
—Si te aburres con la conversación de este grupo, eres
bienvenida a quedarte conmigo y las chicas.
—Está bien. Gracias.
—¿Estás aburrida? ¿Quieres ir a nadar y refrescarte?
Yo no estaba muy
segura de querer quitarme el vestido de verano frente a todas esas personas. Mi
bikini de color rojo no era tan escaso como los que las otras chicas llevaban,
y no lo llenaba igual que ellas lo hacían. Pensé en mis piernas flacas y largas
en comparación con las curvas y grandes torsos de las muchachas que yacían ahí
afuera, y quise mantener mi ropa puesta. Sin embargo, también quería hacer
amigos y no decepcionar a Gaston, así que necesitaba tirarme al sol o nadar.
Dado que la natación me mantendría cubierta la mayor parte del tiempo, decidí
que sería la mejor opción.
—Nadar me parece bien.
Él sonrió y tiró de su camiseta para revelar un pecho muy
bronceado y musculoso. Tragué saliva y deseé no tener que hacer esto, pero yo
sabía que debería tarde o temprano. Así que me quité el vestido y lo puse al
lado de la camisa de Gaston. No quería hacer contacto visual con nadie, y deseé
poder saltar en el agua sin tener que ir con calma hacia allí y entrar. Un
silbido desde atrás me sorprendió y oí un "ouch".Me volví para ver a Gaston
observando a Dwayne y Preston.
—Lo siento, Lali, estos dos no tienen modales. —Tomó mi
mano de nuevo. Él siempre tomaba mi mano por casualidad.
Nunca me había
molestado antes, pero que estuviera semidesnudo lo hizo un poco incómodo.
—Vamos.Vamos a nadar-—Me sonrió sin siquiera prestar
atención a mi cuerpo. Me sentí aliviada y avergonzada, al mismo tiempo.
No quería que Gaston me gustara como algo más que un amigo,
pero tampoco quería ser tan varonil en mi traje de baño como para que él ni
siquiera lo notara. Decidí dejar de pensar tanto en todo, y sólo lo seguí hacia
el agua, a través de las escaleras. Nos unimos a un juego de baloncesto con un
objetivo flotante en el centro de la piscina. Yo apestaba, pero nadie más que Gaston
y un chico llamado Rick, parecía ser bueno, así que no me preocupé demasiado.
Después de correr con Gaston en la longitud de la piscina, y ganar una de tres
veces, salimos a buscar algo de comer. Me acerqué a mi vestido de verano, a
tiempo que Gaston vino detrás de mí y me ató una toalla alrededor del cuerpo.
—Gracias.
Él sonrió. Nuestra amistad estaba yendo muy bien, y eso hizo
que mi sonrisa brillara un poco más. Tal vez mi personalidad no era tan mala
como Jessica decía.
Gaston se inclinó y me susurró al oído: —¿Hamburguesas,
costillas, o ambas cosas?
Pensé en el lío que serían las costillas y todas las
personas que había en el pequeño patio trasero.
—Hamburguesa —susurré.
Él asintió con la cabeza y se dirigió a la parrilla. Me
consiguió una hamburguesa y unas costillas para él. Nos acercamos a una mesa
repleta de cosas para poner en la hamburguesa, y añadí un poco de salsa de
tomate y queso. Gaston nos consiguió unas bebidas, y nos dirigimos a una zona
de sombra desocupada. Nos sentamos y comimos en silencio durante unos minutos.
Lo vi usar por lo menos quince servilletas. Se echó a reír cuando llegó a más,
y todas las que había ya no estaban limpias.
—Crees que mi desorden es gracioso, ¿Eh?
Me encogí de hombros
y solté otra carcajada que no pude contener. Fui a mi plato y le entregué la
servilleta. —
Gracias —la tomó y se limpió
—.¿Te estás divirtiendo? —preguntó después de haber acabado
con la barbacoa de su rostro.
—Sí. Me siento como la más joven de aquí, pero me estoy
divirtiendo.
Gaston asintió con la cabeza.
—Tú eres la más joven de aquí. Olvidé que en mi viejo grupo,
todos tienen mi misma edad.
—No, de verdad lo estoy disfrutando.
Preston, cuya
atención parecía estar centrada en nosotros, sacudió la cabeza.
—Me temo que a mi amigo de allá le gustas. Vas a tener que
simplemente ignorarlo.
Fruncí el ceño.
—¿¡Le gusto!? ¿Con
todas estas mujeres mayores y atractivas por aquí?
Gaston dirigió sus ojos hacia mí, estudió mi rostro durante
un minuto, y sonrió.
—De verdad lo crees, ¿Cierto?
—¿Creer qué?
—Que las otras chicas aquí son mejores que tú.
Yo me reí y encogí mis hombros.
—No soy ciega, Gaston.
Él levantó las cejas.
—O estás ciega o no tienes un espejo en tu casa. Sigue
haciendo cosas tan dulces como sonrojarte, y vas a tener a Preston cantando
baladas de amor fuera de tu ventana.
Volví a reír y sacudí mi cabeza.
—Realmente espero que
no.
Gaston miró a
Preston.
—Le gustan mucho las piernas, y resulta que tú tienes el
mejor par que he visto en un largo tiempo. Pero creo que realmente lo tuviste
cuando pestañaste tus ojos azules de bebé hacia él y sonreíste.
Fruncí el ceño. —No recuerdo haber pestañeado mis ojos hacia
nadie, y mis piernas son largas y delgadas.
Gaston sonrió. —Espero que siempre te mantengas de esta
manera. Dulce e inocente. Pero yo quiero ser quien te ilumine. Tus piernas son
sexys como el infierno, y tus pestañas son tan gruesas y largas que al
parpadear parece que los estás golpeando, y eso es muy atractivo. No estaba
segura de creerle, pero le sonreí de todos modos.
—Eres un buen tipo. Gracias por tratar de hacerme sentir
mejor.
—¿Eso es lo que estoy haciendo? —preguntó con una sonrisa
burlona. Sonreí.
--Yo creo que sí.
Se echó a reír y sacudió la cabeza.
—Claro, lo que digas, Lali.
El miércoles por la noche, Gastón vino a buscarme al jardín.
— Hola, Lali, la familia Lanzani está cenando esta noche en
casa de un amigo, así que voy a salir temprano. ¿Cuánto tiempo más hasta que te
bajes?
Miré al Sr. Greg que
parecía estar sufriendo realmente de su artritis hoy y sabía que no podía salir
temprano. No me haría daño al montar mi bicicleta a casa esta noche.
—Sigue adelante.
Tengo trabajo aquí. Además, quiero hacer una parada en el supermercado y
recoger unas cuantas cosas en mi camino a casa.
Gastón frunció el ceño como si estuviera tratando de decidir
algo.
Finalmente, dijo: —Realmente no me gusta la idea de que
regreses a casa por la noche, y luego tratando de andar en bicicleta con bolsas
de alimentos.
todo cient gaston y que la ayude pero ... LALITER es lo que quiero! ;D besos Naara
ResponderEliminarMe encanto el cap espero q puedas subir mas ........QUEREMOS LALITERRRRRR mas tierno gasti pero peter lo supera Jaja me encanta como escribís Alee besos
ResponderEliminarNaty