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sábado, 11 de enero de 2014

Capitulo:9


Caminé  dentro  de  la  cocina  la  siguiente  mañana  y  colgué  mi mochila en el gancho antes de echar un vistazo hacia donde sabía que la Sra. Mary estaría trabajando en el desayuno de los Lanzani. 

—Buenos  días,  Sra.  Mary,  vendré  a  ayudarle  tan  pronto  como  me cambie.
La  Sra.  Mary  me  miró  y  luego  miró  hacia  la  mesa  con  el  ceño fruncido.  Seguí  su  mirada.  Recostado  en  una  de  las  sillas,  luciendo ridículamente  sexy  para  ser  las  siete  de  la  mañana,  estaba  sentado  Peter. Me dio una sonrisa torcida, y mi corazón entró en estado de frenesí.
—Hola —dije sin sonar afectada por su presencia. Sabía que él había dicho  que  estaría  por  la  cocina  con  más  frecuencia,  pero  no  sabía  que significaba tan temprano en la mañana—. ¿Qué? ¿Por qué estás aquí?
Alzó sus cejas y me sonrió. —Yo pensaba que eso habría sido obvio.
 Sabía que me estaba sonrojando. Me volví hacia la Sra. Mary y luego hacia él. Me di cuenta que ella no estaba feliz con su presencia, y supe que esto podría causar problemas.
—Está  bien,  Lali.  Ella  no  está  enojada  contigo.  Está  enojada conmigo. Tú pasaste a ser quien ella está protegiendo.
—Yo, um, necesito ir a cambiarme. Estaré aquí pronto —dije, con la esperanza de que el ceño fruncido de la Sra. Mary no fuera para mí.
 Caminé hacia el cuarto de lavado. Mi corazón latía de la frustración de  mis  sentimientos  encontrados.  Saber  que  Peter quería  verme  me  hacía extremadamente  feliz,  pero  tampoco  quería  enojar  a  la  Sra.  Mary. 
Peter susurró  algo  que  sonaba  como  que  estaba  a  la  defensiva.  Necesitaba darme prisa. No quería dejarlo solo con la Sra. Mary. Lo cual parecía tonto, dado que ella trabaja para él.
—No  voy  a  hacerle  daño.  Sé  que  ella  es  especial  y  traté  de mantenerme  alejado,  pero  cuando  estoy  con  ella  no  me  siento  tan  frío  y solo.
  Peter se  paró  frente  a  la  mesa  con  su  atención  en  la  Sra.  Mary.  Me quedé inmóvil en la puerta. La Sra. Mary se dio vuelta y  apuntó hacia Peter con una cuchara de madera. 
—Yo  lo  entiendo. Sin  embargo,  esa  chica  tiene demasiado  sobre sus hombros para una niña de su edad, y, bueno, no puedes evitarlo, pero le  vas  a  romper  el  corazón  cuando  te  vayas.  —Su  susurro  no  era  tan silencioso.  Se  volvió  para  mover  la  olla  y  sacudió  la  cabeza.  —Solo  no quiero que la lastimes.
Peter no  respondió  de  inmediato.  Finalmente,  dijo  en  un  susurro—: Estoy tratando de averiguar cómo voy a evitar hacerle daño. Lastimarla es la última cosa que  quiero hacer.
 Esperé  un  minuto  más,  y  luego  entré  en  la  cocina. 
—Bueno,  Sra. Mary, ¿Dónde empiezo?
La Sra. Mary me dio dos platos.
—Ve y disfruta tu desayuno con el Sr. Peter. Me  volví  hacia  él mientras  caminaba  a  mi  lado.
 —No  discutas,  por favor  —susurró,  tomó  los  platos  de  mis  manos  y  fue  de  nuevo  hacia  la mesa. Miré sin poder hacer nada a la Sra. Mary. Ella me sonrió y me dio dos largos vasos con jugo de naranja.  
—Sólo  come  con  el  chico  antes  de  que  empiece  a  rogar  y  se avergüence a si mismo —dijo lo suficientemente alto como para que Peter la escuchara. Él colocó los platos con una sonrisa.
—Es la verdad y tú lo sabes —dijo.
 No  pude  evitar  sonreír.  Tomé  los  vasos  y  fui  hacia  la  mesa.  Peter corrió  la silla  para  mí y  me senté.  Él  se sentó  a mi  lado,  metió su  mano bajo la mesa y tomó la mía.
—Gracias por desayunar conmigo.
Le  sonreí  y  asentí.  No  creí  que  decir  “con  gusto”  sonara  bien.  Yo debería ser quien le agradeciera. Tenía  tanta  hambre,  y  el  desayuno  de  hoy  sabía  mucho  mejor  del que  normalmente  tomaba  después  de  que  los  Lanzani terminaban  el  suyo. Tomé un  trozo de  tocino y lo  mastiqué, pero el  peso de  la mirada  de Peter me hacía sentir incómoda.
Tragué y le susurré, no queriendo que la Sra. Mary me escuchara. —No voy a ser capaz de comer si me estás mirando.
 Sonrió. —Lo siento, es sólo que es algo que no había visto antes.
Fruncí  el  ceño,  no  muy  segura  de  lo  que  quería  decir. 
—¿Nunca habías visto a una chica comer? —pregunté, confundida.
Él  se  rió.  —Bueno,  ahora  que  lo  mencionas,  no,  no  he  visto  a muchos comer. Por lo general no pueden comer frente a mí, o ellos sólo no lo hacen por regla. Pero lo que quería decir es que nunca te había visto a ti comer, y es lindo. No quería mirar. Lo siento.
Me recordó a aquel niño pequeño de nuevo, tratando de escapar de un castigo, y no pude evitar sonreír. —Está bien, pero ya me viste, así que deja de mirarme y come tu desayuno antes de que se enfríe. 
El sonrió y miró hacia su propia comida. La puerta de la cocina se abrió, y Gas entró silbando.
  —Buenos días, Sra. Mary, ¿Me tiene algo bueno para comer?
La  Sra.  Mary  le  lanzó  una  advertencia  silenciosa  que claramente  le decía  que  se  comportara,  y  Gas frunció  el  ceño  y  se  volvió  hacia nosotros. Peter se inclinó en su silla y tomó un trago de su jugo.
—Ah, buenos días, Lali, Sr. Lanzani.
Peter asintió con la cabeza hacia Marcus, y la mirada de Gas no se quedó. Sólo fue hacia el cuarto de lavado para cambiarse. Suspiré de alivio  porque  él  no  había dicho  nada estúpido. Peter se inclinó hacia  mí. 
—Nada que  él  pueda  decir  hará  que  lo  despida,  a  menos  que  sea  en  tu  contra. Deja de preocuparte. Sé que está enojado conmigo, y una parte de mí no lo culpa, pero la otra parte sólo está aliviada de que tú me quieres.
 El lugar en mi corazón, donde Peter tomó residencia, creció.
Le sonreí. —Gracias.
Se encogió de hombros y se inclinó de nuevo.
 —No tienes nada que agradecerme, pero con gusto.
 El  resto  del  desayuno  transcurrió  sin  problemas,  y  Peter me  llevó aparte antes de que fuera a ayudar a limpiar lo del desayuno.
—Trataré de mantenerme alejado de ti, si puedo, mientras trabajas. Pero tan pronto como hayas terminado, vendré por ti.
 Una sonrisa tonta se posó en mi rostro, y yo asentí. Tomó mi mano y la besó antes de girarse para salir. Me  forcé  a  mi  misma  a  empujar  mis  pensamientos  sobre  Peter a  un lado, para poder concentrarme en el resto del día. Varias veces, una cálida sensación  de  hormigueo  me  recorría,  y  mi corazón se  aceleraba  sabiendo que él me miraba.
El final de mi día de trabajo no pudo llegar más pronto. En  cuanto  caminé  fuera  del  cuarto  de  lavado,  después  de  cambiar  mi uniforme por ropa, una mano me tomó por el brazo.
 —Ven  conmigo  —susurró  Peter,  y  lo  dejé  guiarme  por  escaleras  que nunca había  usado  y,  a  través  de  varias  puertas  y pasillos,  que no  sabía que existían.
Finalmente, estábamos en la puerta de su cuarto. Recordaba claramente la última vez que estuve allí, pero caminar hacia dentro, de su  mano,  hizo  que  todo  fuera  diferente.  Este  era  el  lugar  donde  él  dormía  y escribía  canciones.  Algo  dentro  de  mí,  sabía  que  cada  momento  que  me acercaba  a  él,  hacía  mucho  más  difícil  tener  que  dejarlo  ir. 
Dio  un  paso hacia adentro, y cerró la puerta, girándose para sonreírme. —Quería  que  vieras  mi  cuarto.  Bueno,  creo  que  debería  decir  que quería que vieras mi cuarto conmigo.
 Tomó mi mano y me llevó hasta la pared de las guitarras. Alargó la mano hacia la  vieja guitarra  usada en el medio y  la trajo hacia abajo. La veneración que parecía tenerle al instrumento me hizo sonreír.
—Esa debió haber sido tu primer guitarra. Se ve muy amada.
Asintió  y me la  dio. Tomé la  fresca y dura madera  en mis manos  y estudié  la  escritura  en  ella.  Primero  pensé  que  estaba  autografiada  por alguien  más,  pero  tomándola  más  de  cerca,  vi  la  firma  infantil  que claramente  decía  “Peter Lanzani”.  Deslicé  mis  dedos  sobre  el  nombre, pensando en cuánto tiempo ha pasado ya para él.
—Cuando tenía siete años, le rogué a mis padres una guitarra. Sabía que  ellos  no  me  la  comprarían  dado  que  el  año  anterior  rogué  por  una batería y no asistí a las lecciones. Les prometí que aprendería a tocarla sin lecciones si sólo pudiera tener una. Tomaron dos años para que finalmente me la dieran.  Desperté una  Navidad, y estaba de  pie delante del  árbol de Navidad.  Nunca  olvidaré  la  emoción  que  me  recorrió  el  cuerpo.  Tomé  la guitarra y corrí directo a mi cuarto. Toqué hasta que di con el estribillo de “Wanted Dead or Alive”. Fue cuando me di cuenta que podía tocar de oído.
 Había leído ese dato una vez, pero se lo había achacado a la ficción de la publicidad.
—Apuesto a que tus padres se sorprendieron.
Él  se  rió  y  asintió. 
—Sí,  no  todos  los  días  un  niño  de  nueve  años toma  una  guitarra  y  toca  una  canción  de  Bon  Jovi,  sin  ningún entrenamiento formal.
Sonreí y le di la guitarra.
—Entonces, así es como todo comenzó. No es de extrañar que la tengas en el centro.
Asintió y se volvió para colgarla de nuevo en la pared.
—No, espera —extendí la mano y toqué su brazo.
 Él me miró.
 —Toca para mí.
Se  volvió  hacia  la  pared  de  costosas  guitarras. 
—Bueno,  yo  en realidad te traje aquí para dar rienda suelta a mi don, que es un imán para las  chicas  —me  dio  una  sonrisa  torcida—.  Considerando  que  mi personalidad  de  estrella  no  te  impresiona,  iba  a  hacer  trampa,  tomar  la Fender Stratocaster10 original, tocarte una de mis canciones número uno y ver si podía conseguir que te convirtieras en masilla en mis manos.
 Reí  y  sacudí  mi  cabeza. 
—Lamento  decepcionarte,  pero  tu  Fender Stratocaster original y un hit número uno, que he escuchado infinidad de veces en la radio, no me harán convertirme en masilla. Sin embargo, si te escucho tocar en esa guitarra, la primera canción que has tocado, veré qué puedo hacer al respecto para convertirme en masilla.
Suspiró juguetonamente y se sentó en el borde de su cama. Palmeó un  lugar  junto  a  él,  y  me  senté  a  su  lado. 
—Estoy  trabajando  con  la desventaja  de  una  vieja  guitarra  desgastada  y  una  canción  que  no  he tocado  en  años,  pero  si  esto  es  lo  que  se  necesita  para  impresionarte entonces aquí va. —Comenzó a tocar y pronto su voz se unió a la guitarra.
Si quería convertirme en masilla, tuvo éxito, porque el sonido de su voz  me  calentó  todo  el  cuerpo.  Quería  cerrar  mis  ojos  e  imaginar  al pequeño niño en su cuarto, la mañana de Navidad. Podía ver al niño antes de  haberse  convertido  en  estrella.  El  deseo  de  que  él  fuera  normal,  y  no famoso, creció con más fuerza. Me sentí culpable, pero no pude hacer que se  fuera.  Si  él sólo  fuera  un  chico  regular  que  tocaba bien  la  guitarra,  y cantaba  para  mí  en  citas  junto  al  agua.  Me  permití  mirarlo  mientras cantaba  las  palabras,  con  una  sonrisa  en  su  rostro.  Lo  imaginé cantándose a sí mismo cuando era niño, mientras vagaba por el aire libre, pretendiendo ser un vaquero. La canción llegó a su fin, y me sonrió.
—Bueno, ¿Qué te pareció?
Le sonreí.
—Perfecto.
Se  rió  y  sacudió  su  cabeza. 
—La  mayoría  de  las  chicas  quieren sonatas  románticas,  y tú  quieres una canción  sobre un vaquero  buscado vivo o muerto.
Colgó la guitarra de nuevo en la pared.
 Llamaron a la puerta, y Pablo Lanzani entró. Me vio y se detuvo. —Uh, lo siento. No sabía que tenías compañía. Sólo caminaba por aquí y escuché esa  vieja  canción  y  pensé  que  debería  pasar  y  ver  a  qué  se  debía  el recuerdo del pasado.
Peter se volvió y le sonrió a su hermano. —Está bien. Puedes entrar.
Pablo entró y cerró la puerta detrás de él. —Traje  a  Lali aquí  para  tocar  para  ella  uno  de  sus  números favoritos  de  mi  repertorio,  y  vengo  a  darme  cuenta  que  ella  no  tiene  un favorito. No le gusto para nada. 
 Me reí de su expresión, y la expresión de asombro de Pablo se volvió instantáneamente una sonrisa cuando se dio cuenta que su hermano sólo quería molestarme. 
—No  es  cierto.  Resulta que me gusta mucho la  canción  que  cantas sobre luchar para encontrarte a ti mismo.
Peter alcanzaba otra guitarra y se congeló. Se volvió hacia mí. No supe que fue lo que dije mal, pero me miró fijamente a los ojos, muy seriamente por  lo  que  pareció  una  eternidad. 
Poco  a  poco,  una  sonrisa  se  formó  en sus perfectos labios justo antes de que preguntara: —¿En serio?
Asentí, no muy segura de por qué le sorprendía.
—A mi también —dijo finalmente, antes de bajar la otra guitarra.
Miré a su hermano, confundida, y Pablo me sonrió. —“Inside War” fue la primera canción que Peter escribió. Él luchó con uñas  y  dientes  para  conseguir  que  la lanzaran.  Para  ese  momento  de su carrera, solo había grabado canciones  escritas por otras personas. Luchó fuerte con “Inside War”, y nunca logró llegar al número uno, pero estuvo en  el  top  ten.  A  partir  de  entonces,  se  le  dio  más  rienda  suelta  a  lo  que cantaba en sus discos.
 Asentí. Peter había  tomado  otra  guitarra  y  se  paró  junto  a  la  cama mirándome.
—A la mayoría de las chicas les gustan mis canciones de amor —se encogió de hombros—. Tú sigues sorprendiéndome.
Traté de recordar una canción de amor que él hubiera grabado, pero ninguna  se  me  vino  a  la  mente. En  casa,  Jessica me  forzaba  a escuchar canciones de los ochentas.  Ella  no escuchaba mucho más. La música  no era algo de lo que supiera mucho.
—Bueno, cántame una de tus famosas canciones de amor.
 Me sonrió y tocó una suave y tersa melodía. Pronto su voz se unió, y me encontré a mi misma incapaz de quitar mis ojos de él.
—Sólo para hacer brillar tus ojos, haría cualquier cosa.
Podría dejarlo todo para saber que eres mi chica.
Sólo estar contigo y escuchar tu risa es lo que  hace  a  mi  otra  mitad. 
Estaba  perdido  y  frío  por  dentro,  cuando  tu corazón  llamó  al  mío.
  Ahora  sé  que  eres  lo  único  que  me  mantiene aguantando, cuando el resto del mundo parece venirse abajo.
¡No me dejes ahora! ¡No podría lograrlo!
No me dejes ahora. ¡No soy lo suficientemente fuerte!
Eres la razón por la que puedo tomar esta guitarra y hacerla cantar.
No me dejes ahora, o me voy a desmoronar.
Sé que a veces la vida conmigo es difícil de manejar.
Estoy atrapado entre luces y multitudes.
Pero tú eres la razón por la que sigo tocando.
Sin ti niña, todo moriría.
 Apóyate en mí a través de este viaje,
por favor, porque si lo  dejas  ir  también  lo  haré  yo. 
Si  el  brillo  en  tus  ojos  se  empieza  a desvanecer,
mi corazón no latirá y mi canción desaparecerá. 
¡No me dejes ahora! ¡No podría lograrlo!
No me dejes ahora. ¡No soy lo suficientemente fuerte!
 Eres la razón por la que puedo tomar esta guitarra y hacerla cantar.
No  me dejes ahora, o me voy a desmoronar.
No me dejes ahora, o me voy a desmoronar.
Niña, si me dejas, todo se va a desmoronar.
  Su voz  suave y ronca se detuvo,  y tocó la guitarra más  lentamente. Cuando la canción terminó, lo miré fijamente incapaz de decir nada.  Él sonrió tímidamente.
—La primera número uno que yo escribí. Es la canción que las chicas siempre quieren escuchar.
Sonreí  y  luego  suspiré.  —Quisiera  haber  podido  hacer  una  broma, pero después de esa interpretación, no sabía si ponerme de pie y aplaudir, o desmayarme.
Tiró su cabeza hacia atrás y se rió.
—¡Ah, por fin!
—Desearía  haber aprendido a tocar guitarra.  Nunca  he  visto  a  una chica  no  tambalearse  cuando  él  empieza  una  canción  de  amor  —dijo Pablo.
 Me  encogí  de  hombros  en  derrota. 
—Desearía  poder  discutir,  pero tengo  que  admitir  que  verlo  cantar  esa  canción  y  tocar  la  guitarra  es increíblemente difícil de resistir. Ya la había escuchado antes, pero nunca con  la  vista  que  él  me  dio,  y  nunca  cambiaré  de  estación  cuando  la escuche de nuevo.
Pablo se  echó a  reír, y  Peter me sonrió. 
—Nunca vas a dejarlo pasar sin recordarme lo poco afectada que estás por quien soy, ¿Verdad?
 —No queremos que te crezca la cabeza.
Pablo rió de nuevo. —Su cabeza ha sido grande desde la primera vez que supo que era un prodigio.
—Sólo  te  estoy  molestando.  Nunca  he  quitado  tus  canciones.  La verdad es que difícilmente escucho música en la radio. Sólo tenemos una radio  en  casa,  y  mi  mamá  ama  los  ochentas.  Conozco  más  canciones  de ese periodo de tiempo que canciones actuales.
—Odio  la  música  de  los  ochentas,  lo  siento  mucho  por  ti  —dijo Pablo con sinceridad.
 Sonreí y me encogí de hombros. —No son tan malas cuando es todo lo que siempre has conocido.
Pablo levantó  las  cejas  como  si  no  estuviera  muy  seguro. 
—Ah,  sí, claro —dijo e hizo una mueca.
 Pablo miró a Peter detrás de mí, luego aclaró su voz y se levantó.  —Um, bueno, creo que ya me voy. Tengo que estar en otro lugar. Nos vemos,Lali.
—Bueno, adiós.
—Sí, nos vemos.
Volví  mi  atención  hacia  Peter después  de  la  salida  precipitada  de  su hermano.
—¿Por qué lo hiciste irse?
 Peter fingió inocencia.
—No tengo idea de lo que estás diciendo. Tú lo escuchaste, tiene que estar en otro lugar.
Me reí.
—Claro que sí.
Peter me sonrió, caminó hacia un cofre alto y abrió un cajón. 
—Si te doy algo mío, ¿Lo aceptarías si yo de verdad quisiera que lo tuvieras?
No estaba  segura de cómo responderle. 
—Um, creo  que depende de qué es lo que quieres darme.
Sacó  un  iPod  y  lo  trajo.
 —Quiero  que  tengas  esto.  Es  mío  y  tiene varios  cantantes  geniales  en  él,  pero  quiero  que  lo  tengas  porque  cada canción que he grabado está en él también. Tomé el iPod de sus manos.
—Gracias.
 —Si  no  quieres  escucharme,  está  bien.  Si  hay  otros  cantantes  que quieres, tráelo, y yo los pondré allí para ti  —metió la mano en el cajón—. Oh, y aquí hay unos audífonos. Te conseguiré unos inalámbricos, pero es necesario que los hagan de acuerdo a tus  oídos.  Podemos  conseguirlos  el domingo.  Me reí de su entusiasmo.
—Estos audífonos están bien.
Sacudió su cabeza.
 —Dices eso ahora, pero si usaras unos audífonos inalámbricos sabrías que no es cierto.
 Suspiré y estuve de acuerdo.
—Está bien.
Se  veía  tan  emocionado  de  ser  capaz  de  darme  algo,  que  no quería estropearlo.  Me gustaba verlo actuar como un niño pequeño. Mis entrañas se ablandaban durante los momentos en que él se abría lo suficiente para mostrarme su lado vulnerable.
—Te escucharé mientras voy a dormir por las noches —le aseguré al niño pequeño, quien parecía ansioso por su regalo.
Cerró sus ojos con fuerza. 
—No sabes lo bien que me hace sentir el pensar en eso, pero ahora voy a tener dificultades al dormir por las noches sabiendo que estoy cantándote al oído.
 Abrió  sus  ojos  para  mirarme,  vi  algo  allí  que  sólo  había  llegado  a desear.

 Eso, o mi corazón estaba mintiéndome.
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Son tan tiernos :3

5 comentarios:

  1. te espero http://amorporcasiangeless.blogspot.mx/
    besos!

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  2. Cuando un beso ?? Son novios es muy muy tierno peter pero encerió quiero beso laliter!! Subio otro muy bueno

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  3. Ah quiero más y quiero beso!!! Besos Naara

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  4. Quiero mas mas mas mas

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