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miércoles, 8 de enero de 2014

Capitulo: 5



Me guiñó un ojo y sonrió.
—Sí, lo haría, pero estoy preparado.

Metió la mano en el asiento y abrió un compartimiento. Me tomó toda mi fuerza de voluntad no inclinarme y husmearlo, olía tan bien. Lo había visto antes, pero no tanto como lo hacía ahora, a tan corta distancia. Se echó hacia atrás en su asiento, y compuse mi rostro en una sonrisa curiosa. Se puso una gorra de béisbol negra con la letra A en la parte frontal, que reconocí inmediatamente como el logotipo de la Universidad de Alabama.
—Un buen toque —le dije sonriendo ante su intento de ir de incógnito.
Luego se deslizó unas gafas tintadas.
—¿No está un poco oscuro para ellos?
Él sonrió. —En realidad estos sirven para la noche. Son vidrios utilizados para ver, no para dar sombra al sol, así que puedo no sobresalir demasiado.
Sus pantalones vaqueros de diseño y la camiseta negra se aferró a su pecho musculoso y brazos.
Fruncí el ceño. —No, vas a llamar la atención en esa camisa.
Bajó la mirada hacia sí mismo. —¿Eso crees?
Traté de no tartamudear por la conmoción que mi sistema sacó de su sonrisa.
 —Lo sé. Cualquier chica en un radio de diez millas va a mirar hacia abajo si la usas. Es imposible no hacerlo.
Una enorme sonrisa estalló en su rostro.
—¿Quieres decir que te gusto en esta camisa? ¿Soy imposible de perder?
Suspiré y me senté un poco más erguida.
—Soy madura para mi edad, Peter, no ciega.
Se echó a reír y abrió de nuevo el compartimiento debajo del asiento.
 —Por mucho que me guste la idea de que no puedas quitarme los ojos de encima, no quiero llamar la atención, así que ¿Qué tal esto? —Se deslizó en una vieja, azul desteñida, camisa de jean. Cubría su cuerpo de una manera impresionante.
—Mejor —le aseguré, al tiempo que el enorme vehículo utilitario se detuvo.
 Peter deslizó la pared de vidrio hacia abajo. —Kane, no abras las puertas y ve al parque de estacionamiento. Quiero parecer normal, por lo que sólo debes pasar el rato en el coche. -Kane frunció el ceño y asintió. —Vamos de compras.
Peter saltó, tomó mi mano, y yo salí detrás de él. Caminamos en silencio hacia la entrada de la tienda de comestibles.
De repente, los nervios me asaltaron. ¿Qué pasaba si la gente lo reconocía y lo bombardeaban? Yo no quería que su intento de ser agradable fuera arruinado por locas fans adolescentes. Entramos en la tienda, y me volví para ver a Kane detrás de nosotros. Se detuvo y se quedó fuera de la ventana de cristal. Al parecer, estaría montando guardia en caso de una loca carrera de fans. Debí haber imaginado que aquel gigante hacía las veces de guardaespaldas.
—¿Dónde primero? —preguntó Peter, sonriendo mientras sacaba una cesta de compra y caminábamos dentro.
—Pareces muy entusiasmado con la compra de alimentos —dije en voz baja, no queriendo que ninguno de los que nos rodeaban me oyeran.
—No he estado en un supermercado desde que era un niño colgado en el carro de mi mamá, pidiendo goma de mascar.
 Sentí lástima por el niño que se perdió de cosas tan simples como los supermercados. —Bueno, entonces, vamos a hacer de esta compra memorable. Si eres bueno, te voy a conseguir un poco de Big League Chew.
—¿Todavía las hacen?
Me encogí de hombros. —Claro, esto es el Sur, Peter. Las cosas no cambian aquí a menudo. El tiempo como que se detiene.
 Él asintió con la cabeza. —Lo sé, es una de las razones por las que me encanta estar aquí. Nadie tiene prisa.
 Yo caminaba adelante, y él me seguía con el carrito. Me avergoncé un poco cuando me di cuenta de que sería testigo de mis compras de ganga. No había pensado en el hecho de que iba a ver cuánto me preocupaba el precio del pan. No podía salir de esto ahora. También podría tragarme mi orgullo y obtener lo que necesitaba. Tomé una barra de la panadería. No quería enfrentarme a él, pero sabía que me miraba. Me acerqué a las carnes frías y elegí el picadillo que Jessica adoraba. Odiaba perder dinero en carnes caras, pero si no lo hacía, me vería obligada a escuchar los gemidos de Jessica durante una semana.
Un susurro salió de detrás de nosotros. —No, mamá, ¡Sé que es él! —Y me volví para ver a una niña de la edad de nueve años, estudiando a Peter. Él le sonrió, y su rostro se iluminó.
Ella se fue del lado de su madre y su madre extendió la mano para agarrar su brazo, pero falló.
—Lo siento, ella está convencida de que eres Peter Lanzani.
Peter sólo sonrió y se encogió de hombros, y luego se puso en cuclillas, a su nivel.
—Hola —dijo en un tono que, juro, podría derretir la mantequilla.
—Eres Peter Lanzani, ¿No es así?
Miró a la madre y de nuevo a la niña y puso un dedo sobre su boca. —Sí, lo soy, pero ¿Puedes guardar el secreto?
Su carita se iluminó y sonrió de oreja a oreja. La madre parecía aturdida. Peter metió la mano en el bolsillo de sus pantalones vaqueros y sacó una tarjeta
—Aquí, esto tiene mi número de teléfono y dirección de correo electrónico. ¿Tienes una pluma,Lali?
Yo estaba tan fascinada como la niña. Me tomó un segundo para registrar lo que pedía. Agarré mi mochila, saqué un bolígrafo y se lo entregué. Lo firmó y le preguntó su nombre.
—Megan Jones —contestó ella.
Él sacó otra tarjeta y escribió su nombre en ella. —Ahora, Megan, dile a tu madre que llame a mi agente. Estará esperando una llamada de una Megan Jones. Voy a estar parando en Pensacola, Florida, durante mi gira este otoño, y esto te dará asientos de primera fila y un pase a bastidores.
La niña empezó a chillar, y Peter volvió a poner un dedo sobre sus labios. Ella asintió vigorosamente y se tapó la boca.
—Sólo guarda el secreto de que estoy aquí, ¿De acuerdo?
Ella asintió y él la besó en la frente antes de levantarse. Los ojos de la madre brillaban con lágrimas. Me di cuenta que las lágrimas también quemaban la parte de atrás de mis ojos.
 La madre sonrió a través de sus lágrimas. —Gracias, yo no, quiero decir, no puedo… —respiró hondo y sonrió—.Estás en todas las paredes de su habitación. —Más lágrimas comenzaron a derramarse por su rostro, y ella las secó—.Siento estar siendo tan tonta, pero este año no ha sido fácil para ella. Su padre fue asesinado en Irak, y las cosas han sido difíciles —se le escapó un pequeño sollozo, y negó con la cabeza, sonriendo—.Muchas gracias.
La niña corrió hacia su madre y le entregó la tarjeta. Se volvió a Peter, puso su dedo meñique en la boca y sonrió. Él se inclinó y le sopló un beso. La mano de la pequeña se acercó, tomó el beso invisible, y lo puso sobre sus labios. Mi corazón se derritió mientras las veía alejarse, la niña mirando hacia atrás y sonriendo hasta que se perdieron de vista.
Me sequé las lágrimas de mi cara. —Sí, eso me tuvo también.
Se acercó a mí, me limpió una lágrima de la mejilla, y metió un mechón de cabello detrás de mí oreja. —Sin embargo, no fue mi intención hacerte llorar. Sólo tengo una debilidad por mis fans más jóvenes.
 —No, me encantó poder verte con ella. Fue precioso. Fuiste tan dulce con ella, y yo pude ver el mejor momento de su vida.
Peter sonrió.
—Dudo que sea el mejor.
Levanté las cejas y respondí: —Bueno, te equivocas. Cuando ella tenga treinta años, hablará acerca de la noche en la que conoció a Peter Lanzani en una tienda de comestibles.
Peter sonrió maliciosamente. —Si te doy pases para el backstage y te soplo un beso, ¿Será el punto culminante de tu vida?
Me las arreglé para evitar ser hipnotizada por sus increíbles ojos que se centraron en mí con tanta atención.
—No, sólo funciona con las fans.
Frunció su entrecejo y colocó su mano sobre su corazón. —Ouch.
Me reí y me giré hacia el pasillo de los cereales, dejándolo detrás para que me siguiera. Nos las arreglamos para encontrar el resto de las cosas que necesitábamos sin ningún otro encuentro. Peter mantuvo su mirada al piso. Parecía estar muy interesado en las cosas de nuestro carrito, a los ojos de algún observador casual. Sin embargo, yo sabía que no quería hacer contacto visual con nadie. Tomó un gran paquete de Reese's Peanut Butter Cups, mientras yo encontraba su Big League Chew en la cola hacia la caja, y lo agregaba a nuestro carro cuando él no prestaba atención. Una vez que las compras estuvieron hechas, él las puso en el carrito y caminamos fuera. Kane se detuvo esperando por nosotros, y luego caminó detrás lentamente. El vehículo profirió un pequeño “bip” y las luces se encendieron mientras nos aproximábamos. Peter comenzó a colocar nuestras compras en la cajuela de este, sin darse cuenta, o ignorando a Kane, cernido detrás nuestro.
—Yo lo haré —dijo Kane, con una voz profunda y áspera. Peter miró de vuelta al gigante y sonrió.
—Yo me encargo. Tú solo conduce.
 Kane asintió, dio un paso atrás y dejó que Peter terminara, pero no se movió hasta que abrió la puerta para nosotros. Peter suspiró e hizo un ademán para que pasara primero. Él se deslizó hacia adentro detrás de mí, sentándose a mi lado, en vez de enfrente, esta vez.
—Está determinado a no dejarme impresionarte con mi caballerosidad, y se está llevando toda la gloria —dijo sonriendo.
 Ya no lo veía como una persona artificial y egoísta. No después de la escena de la cual había sido testigo en la tienda de alimentos. Nunca olvidaré la expresión de la pequeña niña cuando Peter besó su mano, mientras siga con vida.
—¿Vas a compartir esos profundos pensamientos conmigo?
 Me encogí de hombros. —Sólo estoy recordando la expresión de la pequeña niña. Lo que hiciste fue muy amable. No te imaginaba de esa forma.
Él frunció su entrecejo. —¿De qué forma?
—Bueno, supongo que no creí que fueras a notar a la pequeña niña, o siquiera que le fueras a hablar, tú hiciste su sueño realidad. Es decir, pudiste haberla rechazado pretendiendo que no eras Peter Lanzani. —Dejé de hablar y miré en su dirección, ya que su boca había formado una sonrisa torcida—.¿Qué? —pregunté.
Ligeramente, pasó su dedo desde mi oído hasta mi mentón. —Creo que eres la única chica que he conocido que está impresionada por mi amabilidad con los niños.
 Mi corazón retumbó en mi pecho con su tacto. Llenar mis pulmones de aire me resultó muy difícil. —Bueno, realmente necesitas ser más selectivo sobre con quién pasas el tiempo, entonces. —Me las arreglé para decir, sin sonar completamente sin aliento.
Echó su cabeza hacia atrás y rió, haciéndome imposible no sonreír. —Tienes razón, Lali, debería hacerlo, y creo que he encontrado alguien con quién quiero pasar el tiempo, una persona que tiende a llorar por niñas que no conoce y que han perdido a su padre en la guerra.
No quería pensar en la dulce niña sin padre. Si lagrimeaba de nuevo, iba a lucir ridícula. —Te cansarás de mí rápidamente. Soy aburrida — admití en voz alta, antes de que pudiera darme cuenta.
Él deslizó un dedo en mi mentón, levantando mi cabeza. —Nada sobre ti es aburrido. El sólo verte pensar es entretenido.
Fruncí el ceño, entonces él besó mi cabeza, de la misma forma que lo había hecho con la pequeña niña, y río suavemente.
—No frunzas el entrecejo, hermosa. Tú me fascinas.
Mi cara comenzó a calentarse, y mi corazón latió tan fuerte en mi pecho, que creí que en cualquier momento se saldría fuera de este. No era justo que con tan poco esfuerzo, él pudiera afectarme de tal forma.
 El vehículo se detuvo, haciendo que notara que estábamos fuera de mi apartamento. Lo miré ceñuda. —Nunca te dije cómo llegar.
Sonrió y abrió mi puerta. —Trabajas para mí,Lali. Me tomé el trabajo de conseguir tu dirección y dársela a Kane antes de salir.
—No había pensado en eso —murmuré.
 Salió del vehículo y me ofreció su mano. Deslicé mi mano en la suya y descendí.
—¿Puedo llevar las bolsas dentro por ti? —preguntó.
 — ¡No! —Pensar en que Jessica pudiera verlo o, incluso peor, pensar en lo que ella estuviera usando, me aterrorizaba—.Um, yo… es sólo que mi mamá no está muy a favor de la compañía humana estos días.
Abrió la cajuela del auto. —Bueno, al menos déjame cargarlas hasta la puerta.
—De acuerdo. —Caminé a su lado hasta la puerta, tomando las bolsas de sus brazos una vez allí. Entonces me acerqué y tomé la goma de mascar. No sabía qué decir, así que se la alcancé y, al hacerlo, su rostro se iluminó. La sonrisa, que recordaba de sus fotos de pequeño, apareció en él.
Era una sonrisa de la cual las revistas jamás habían conseguido un vistazo.
—Tomaré esto como una señal de que lo he hecho bien.
—Gracias, otra vez, por la compañía y el viaje —dije, asintiendo.
—Cuando quieras —contestó, haciendo una reverencia en broma.

Lo miré por última vez y entré. Cerré la puerta y me apoyé en ella. 

Peter Lanzani acababa de sacudir mi mundo, y no estaba segura de qué hacer al respecto.
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Les dejo hasta ahi nomas porque no les quiero pinchar la emocion y porque ya es muy tarde, perdon por la hora pero es el unico rato libre que tengo y esta semana creo que va a andar todos los dias del mismo modo :/

:) Gracias por leer  :)

3 comentarios:

  1. Holaaa :) me re atrase porque no estuve entrando en blog ultimamente jejeje peeero yaa me pongo al diaa me encanta esta novela :D y obbvioo que la leeeo siempre y si me pierdo retomo y la releo :D quiero mucho mas

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  2. Amo la Lali de esta novela se hace la NOMEIMPORTAPETERLANZANI yyyyy en realidad se le quiere lanzar encima como cualquier adolescente normal :D ahi Lali lali jajajaja :D quiero maaas besitooss
    PASATEE :D
    http://casijuegosca.blogspot.com.ar/
    http://amorencopos.blogspot.com.ar/

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  3. a me encanto más tierno el quiero masssssss besos Naara

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