Me congelé,
pero no me di vuelta para encontrar la razón.
—Parece que
a mi invitado le gusta tu amigo —susurró Peter en mi oído.
Volví la cabeza hacia él. —Es una persona
interesante.
Peter me
observó como si estuviera tratando de medir mi actitud. Le ofrecí la bandeja, y
sonrió. —Tus sentimientos no se verán afectados si decido no tomar lo que estás
ofreciendo, ¿Verdad? No me atrevo a probar una de esas cosas.
Ahogué una
carcajada y sacudí la cabeza. —No te culpo —susurré.
Peter levantó
las cejas. —Tenemos algo en común.
Le di mi mejor sonrisa despreocupada. —Al
parecer.
Yo sabía que estando de pie y hablando con Peter
todos empezarían a hablar, y no quería la atención, así que asentí con la
cabeza, mientras lo dejaba. Sin mirar atrás, me acerqué al siguiente grupo.
Esto tomó toda mi concentración para olvidar el calor que todavía se adhería a
mi oído, y enfocarme en mi trabajo.
—Sólo comeré
uno si me dejas alimentarte primero.
Un chico
alto, "típico rubio americano" me guiñó un ojo, y desperté de mi
aturdimiento por Peter.
Le di una
sonrisa forzada, y luego sacudí mi cabeza. —Lo siento. —Logré sacar mi voz sin
traicionar mis nervios.
—¿No me
dejarás darte de comer ostras? Bueno, ¿Qué me dices de un pequeño paseo por la
playa?
Empecé a
decir que no, cuando el chico que estaba a su lado dio un paso a mi lado, y lo
reconocí al instante como Pablo Lanzani. — Agus , déjala en paz. Peter te
enviará a empacar.
Agustin frunció el ceño y volvió su atención
hacia mí. —Creo que si ella está de acuerdo con un paseo, entonces, después de
que termine esta noche, Peter no tendrá nada que decir al respecto. Además,
¿Qué esperaba cuando dejó a una hermosa rubia sureña servir la comida? Él está
alardeando delante de la gente. Debería esperar esto.
Pablo miró
hacia donde estaba Peter, pero no me atreví a hacer lo mismo. Me di cuenta de
que Pablo parecía un poco nervioso.
—Escucha, Peter
no contrata a las personas. Tenemos a alguien más para manejar eso. No la puso
aquí deliberadamente como si fuese parte del menú, así que déjala en paz.
Pablo me dio
un codazo y lo tomé como mi señal para huir. Di un paso hacia el siguiente
grupo con mis manos temblando y mi corazón acelerado.
—Espera,
nunca tuve mis ostras. —Fuertes dedos se sujetaron alrededor de mi brazo, y
luché con el impulso de tirar de él y correr. Le dejé llevarme hacia atrás, ya
que mi otra opción implicaría que las ostras se cayeran por todas partes del
piso. Rápidamente, busqué entre la multitud por Gas, preocupada de que vendría
volando al rescate y perdería su trabajo.
Tuve que
permanecer tranquila para impedirle saber acerca de mi situación. Mantener la
expresión de dolor fuera de mi cara, pero con el férreo control de su mano,
estaba empezando a resultar difícil.
De repente,
otro conjunto de dedos cálidos y suaves, pero firmes, me tomaron del otro
brazo.
—Suéltala y
reza para que no tenga ningún moretón —dijo una voz familiar en un tono de
enojo.
Me estremecí
de alivio en el sonido de su voz. Agus soltó mi brazo, y se encogió de hombros,
sonriendo.
—Sólo quería
una ostra, y ella no me sirve.
Abrí mi boca para protestar cuando los dedos
calientes que sostenían mi brazo me apretaron suavemente para asegurarse. Me
quedé tranquila.
—Pablo, por favor acompaña a tu amigo a la
puerta. No tengo ninguna otra razón para hablar con él a no ser que Lali tenga
un moretón, o cualquier otra marca duradera de sus manos, entonces me verá otra
vez.
Peter tomó la bandeja de mi mano y se la
entregó a Gas. No me había dado cuenta de que se encontraba allí de pie.
Gas la tomó
con el ceño fruncido en su rostro preocupado. Le di una pequeña sonrisa, con la
esperanza de aliviar su preocupación.
—Ven conmigo —dijo Peter, en una voz sólo lo
suficientemente fuerte para que yo pueda escucharlo.
Le dejé
conducirme por el pasillo hacia la habitación que conocía como la biblioteca.
Cerró la puerta, y luego me giró para enfrentarlo.
—¿Estás
bien? —preguntó con un tono afectado. Golpes fríos cubrieron mis brazos.
Asentí con la cabeza. —Estoy bien, de verdad. Gas
me advirtió que algo como esto podría pasar. Vine mentalmente preparada.
Peter murmuró
lo que parecía ser una maldición y tiró de mí a un gran sillón de cuero. —No
deberías haber estado al servicio esta noche. No sé lo que Mary estaba
pensando.
Sus palabras picaron. Inmediatamente sentí la
necesidad de defender a la Sra. Mary, así como a mí misma. —Soy una trabajadora
muy resistente y creo que ella me encomendó para servir y seguir instrucciones.
No veo cómo es su culpa si un imbécil pensó que yo estaba en el menú también. —Peter
miró fijamente hacia mí, confuso, y luego sonrió abiertamente. Se acercó y se sentó
a mi lado.
—No quise decir que pensara que tú no fueras
capaz de servir. Quise decir que eres demasiado joven y demasiado hermosa para
ser alarde delante de los chicos que piensan que tienen suficiente dinero y
poder como para tomar lo que quieran.
Mi garganta se seco por sus palabras.
Él sonrió,
se inclinó y preguntó en voz baja: —¿Sabes que eres hermosa?
Tragué
saliva, esperando poder sacar las palabras a través de mí sin hacer sonar el
nudo en mi garganta. —No diría que "hermosa". Me doy cuenta de que
tengo el pelo y los ojos bonitos. Como los de mi madre. Pero no tengo una buena
personalidad. Eso realmente aleja lo demás. —Mis palabras sonaban estúpidas
dichas en voz alta, pero me di cuenta que me las había arreglado para desnudar
mi alma frente a este chico una vez más. El poder que Peter tenía sobre mí, me
molestó.
Peter sonrió,
tomó uno de mis rizos sueltos y jugó con él distraídamente. —Así que tu
personalidad es mala, ¿Verdad? —Se rió entonces, y me puse rígida. Trazó mis
mejillas y el puente de mi nariz—. Lamento ser el primero en darte la noticia,
pero tu personalidad resulta ser tu activo más encantador.
Busqué
alguna señal en su perfecto rostro diciéndome que no quería decir lo que dijo.
—No puedo creer que hayas dicho eso. —Finalmente me oí decir.
Puso su dedo
sobre mis labios. —Creo que éstos están a la altura de tu personalidad.
Una cálida
sensación de hormigueo se abrió camino a través de mis venas, y me estremecí.
—Ah, y luego
haces algo tan encantador como estremecerte, y casi rompes mi voluntad.
Dejó caer
sus manos de mi rostro, terminando con aquellas increíblemente maravillosas
caricias. Se puso de pie, se acercó a un estante de libros, y se inclinó en
contra de él como si estuviera posando para una cámara.
—Puedo ser bueno desde aquí. Se trata de un
territorio más seguro. —Fruncí el ceño y me dio una sonrisa culpable—. Me
tientas, Lali Esposito Eres dulce, honesta, cariñosa, perfectamente única, y
por todas esas razones, estoy manteniendo mi distancia de ti.
Fruncí el
ceño, insegura de por qué todas esas cosas significaban que tenía que
mantenerse alejado.
—Lali,
siempre he conseguido lo que quiero. Incluso antes de hacerme rico y famoso,
tenía un don para hacerlo. Ahora, tengo la fama y la fortuna para conseguir lo
que quiero, cuando lo quiero, y por primera vez en mi vida, quiero algo que no
puedo tener. —Me dio una sonrisa triste—. Por primera vez, el objeto de mi
deseo es más importante que su realización.
Antes de que
pudiera formar palabras para responder, abrió un cajón, sacó varias revistas y
las puso delante de mí. —Son de la colección de mi madre —explicó.
Eran fotos
de él con las estrellas de cine, leyendas del rock, e incluso el presidente. Su
nombre se vinculó con varias mujeres famosas, y su vida personal estaba al
desnudo para que todos la vean. Había visto artículos como estos antes, pero
después de realmente encontrarme con Peter y ver a una persona real, parecía
difícil pensar en él como la estrella de rock de los medios.
—Mira éstas
—dijo con una mueca—. Mi vida no es normal. No hay espacio para tener una
amistad, o alguna relación, con alguien como tú. Quiero pasar más tiempo
contigo, y para ser sincero, la amistad no es realmente lo que más quiero
cuando se trata de ti. Me encuentro con ganas de mucho más, pero cualquier
chica que entra en una relación conmigo tiene que ser lo suficientemente fría
para soportar la vida que estoy obligado a vivir. —Sonrió y caminó hacia mí—. Eres
todo lo que escribo en mis canciones, pero nunca tengo.
Estudié los
cuadros en mi regazo. Era más fácil que mirarlo diciéndome cosas que no quería
escuchar.
Incluso si
tenía razón. Si pasaba más tiempo con él, yo querría más, también, y no conocía
al muchacho en aquellas fotos. Era alguien completamente ajeno a mí. Sólo
conocía a Peter. El chico dulce que quería entrar en un supermercado y
comprarse a sí mismo una Taza de Mantequilla de maní de Reese, y que se tomó el
tiempo para ser amable con la niña. Yo nunca sería capaz de encajar en su mundo
real. Quería estar en desacuerdo, pero no pude. Él vivía en un mundo en el que
yo nunca podría caber, y no podía protestar.
Dio un paso adelante y se detuvo delante de
mí.
—Habrá un
transporte para ti en el frente en cuestión de segundos. La Sra. Mary recibirá
instrucciones para dejarte ir. Quita ese ceño fruncido de tu cara bonita,
porque, ahora, ella ya sabe lo que pasó, y se preocupa por ti.
Se movió
alrededor y fue hacia la puerta.
—Quédate
aquí todo el tiempo que necesites. Tengo una habitación llena de invitados
preguntando qué estoy haciendo con la rubia hermosa que secuestré. —Sonrió
maliciosamente, e inmediatamente cambió a un gesto triste, antes de salir de la
habitación.
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pude salir temprano pero no se si es bueno o malo eso :'(
les alegraría si subo otro mas rato?
HOLLAAA siempre entro y encuentro otro capitulo eso me encanta porque amo la novela sii por su puesto subee mas
ResponderEliminarme encanta la novela avisa cuando subas mas :) besitoos
ResponderEliminarpasate
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