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martes, 21 de enero de 2014

Capitulo: 19



La  Sra.  Mary  estaba  bien  conectada.  Por  tres  semanas,  había estado  haciendo  el  papeleo  en  la
 oficina  del  abogado  local. Aparentemente,  la  vecina  de  la  Sra.  Mary  trabajaba  para  un abogado,  y  el  abogado  necesitaba  a  alguien  que  asistiera  a  su  secretaria. Con  la  recomendación  brillante  de  la  Sra.  Mary,  él  me  contrató  y  me estaba  pagando  exactamente  lo  que  había  estado  ganando.  Cuando  la escuela empezara, iría directamente a su oficina y luego trabajaría hasta la seis cada noche. Mary Ellis, su secretaria, estaba alrededor de la edad de Jessica y era fácil trabajar con ella. Disfrutaba el trabajo, y había veces en las que estaba  tan ocupada que ni siquiera pensaba en el  Sr. Greg y sus historias  sobre  la  guerra,  o  la  risa  de  la  Sra.  Mary.  Había  terminado  mi tercera semana de  trabajo,  y el cheque estaba en mis manos.
No era que realmente  lo  necesitara,  sin  embargo,  considerando  la  ridícula  suma  que Peter  me  había  pagado  y  que  Jessica  se  negaba  a  dejarme  disponer  de  él, era  mejor  tener  el  cheque.  La  Sra.  Mary  me  había  asegurado  que  todos habían sido igual de ridículos. Me apaciguó un poco, pero no lo suficiente. De  algún  modo,  aún  me  sentía  comprada.  Odiaba  pensar  de  ese  modo, pero lo hacía. 
Estacioné mi bicicleta  junto a la puerta,  y un grito  vino del interior de la casa. Mi corazón empezó a correr. Abrí la puerta de un golpe y corrí dentro.  Jessica  estaba  inclinada,  junto  al  mostrador  de  la  cocina,  y  agua sangrienta estaba corriendo por sus piernas y extendiéndose por el piso.
—¿Qué está pasando? —pregunté aterrorizada.
—¡Llama al 911 ahora!
Su  teléfono  estaba  encima del  mostrador,  y lo  agarré.  Ella  gritó de nuevo.  Mis  manos  temblaban  tan  fuerte,  que  era  difícil  marcar.  Algo estaba terriblemente mal.
—¿911, cuál es su emergencia?
—Mi  madre,  está  sangrando  y  tiene  mucho  dolor,  está  gritando. Tiene  ocho  meses  de  embarazo  —Mis palabras  sonaban  tan  apresuradas que rogaba porque tuvieran sentido. 
—La  ayuda  está  en  camino  ahora.  Dime  lo  que  tu  madre  está haciendo. —La voz sonaba tan calmada.
—Está respirando fuerte y pesadamente y está sentada en una silla.
—Pregúntale cómo se siente.
La miré y todo el color se había desvanecido de su rostro. Sus ojos estaban enormes y asustados. Ver a mi madre preocupada y con dolor me hacía querer entrar en pánico.
—¿Cómo te sientes? —pregunté temblorosamente
—Está  bien  justo  ahora,  pero  eso  no  significa  nada.  Volverá.  —Apretó sus dientes y cerró los ojos.
—Ella está bien ahora, pero dijo que el dolor regresaría.
—Tiene  razón,  volverá.  Tu  madre  está  en  trabajo  de  parto.  Ahora necesito que permanezcas en calma y humedece su rostro con una toalla mojada con agua fría. La ayudará a calmarse.
Hice lo que la voz me dijo. Jessica se sentó silenciosamente mientras lavaba su rostro.
—¿Cómo está? —preguntó la voz.
—Está bien. Lavé su rostro, y está respirando más fácilmente.
—Eso es bueno. El bebé no está viniendo tan rápidamente. Ahora, si consigues algo de hielo triturado para que lo chupe, eso también ayudará. 
Empecé  a  tomar  unos  cubos  de  hielo  y  romperlos  en  pedazos pequeños cuando oí la ambulancia llegando.
—La ambulancia está aquí —le dije a la voz en el teléfono. 
—Bien.  Entonces  todo  estará  bien,  y  lo  hiciste  realmente  bien.  Te dejaré ir para que hables con ellos.
—Gracias —dije vacilante y colgué el teléfono. 
Corrí hacia la puerta y la abrí en su totalidad justo cuando un chico estaba a punto de tocar.
—Ella está aquí. —Le indiqué. 
Entró  rápidamente  con una  mujer  detrás de  él.  Ellos  le  hablaron y revisaron su pulso y temperatura. Cuando terminaron con sus exámenes y preguntas, recostaron a Jessica en una camilla y la deslizaron de vuelta en la  ambulancia.  Me  detuve,  congelada e  insegura.  Jessica  no  era la  mejor madre del mundo,  pero  la  amaba,  y  las  lágrimas corrieron por mi rostro.
No quería pensar que algo le ocurriera. 
La mujer me dijo:
—Oh, cariño, todo está bien. Tu madre sólo está en trabajo de parto.
Vamos,  límpiate  esas  lágrimas  antes  que  ella  te  vea.  La  última  cosa  que necesita es verte molesta. 
Hice lo que ella dijo. De repente, me di cuenta que, si no conducía, estaríamos sin  transporte cuando  necesitáramos regresar  a casa.  Y luego el hecho que necesitaba conseguir el asiento para el auto y todas las otras cosas que ella necesitaba para el hospital se me ocurrieron.
—Yo… necesitaré nuestro auto, y las cosas para el bebé. 
El  hombre  paramédico  caminó  hacia  mí,  una  sonrisa  fácil  en  su rostro.
—Entonces  ve,  y  consigue  las  cosas  que  necesitarán  el  bebé  y  tu madre  y  trae  el  auto.  Cuando  llegues  al  hospital,  dirígete  hacia información y ellos te llevarán donde tu madre.
Observé  a  la  mujer  mientras  se  subía  en  la  parte  trasera  con Jessica.
—No olvides sus cosas también. Ella necesitará artículos de tocador y pijamas, y por supuesto algo para cuando vaya a casa.
Asentí  y  las  puertas  se  cerraron.  No  podía  creer  que  esto  estaba sucediendo.  Los  observé  alejarse,  y  luego  me  apresuré  al  interior  para empacar todo lo que necesitarían. Primero limpié toda la sangre y el agua que había en el piso y la silla en dónde ella había estado sentada. Tener un bebé en verdad era una cosa repugnante. Después de que la cocina estuvo limpia, me dirigí  a la habitación de Jessica y encontré la silla para bebés que Jessica había comprado en una tienda de segunda mano antes de que dejáramos Tennessee.
La Sra. Mary envió bolsas con ropa de bebé para niño y niña al sitio de  mi  trabajo  la  semana  pasada.  Ella  había conservado casi  todo lo  que había comprado para sus nietos y que ya les quedaba pequeño. Deslicé mi mano a través de la perfumada ropa para bebé para encontrar la cosa más pequeña que había. Era un suave conjunto amarillo con pies y encaje en la parte posterior. Esto seguro debía de ser para un niño o una niña. Lo cogí y  rápidamente  agarré  una  pañalera  para  los  artículos  que  Jessica  había comprado para el bebé. Sin ninguna idea de para qué se usaba cada cosa, llegué  a  la  conclusión  que  si  cogía  todas  las  cosas,  estaríamos  bien.
Después  de  que  tuve  las  cosas  del  bebé  listas,  le  empaqué  a Jessica  un lindo  y  elástico  vestido  de  verano  y  ropa  interior,  junto  con  unos  pocos pijamas.  Ella tenía  muy pocos  atuendos para  dormir que  eran  modestos, por lo que empaqué unas cuantas camisas anchas para que durmiera con ellas  encima  de  sus  pijamas.  Una  vez  que  tenía  todo  empacado,  me encaminé  hacia  el  auto  y  lo  encendí.  Quería  estar  allí  cuando  el  bebé naciera. Quería experimentar su entrada al mundo. Había sido un extrañopara  mí  durante  nueve  meses.  Hasta  ahora,  todo  lo  que  tenía  era  a Jessica.
 Ahora tendría un hermano. 

* * * 

Empujé  de  nuevo  en  mis  brazos  la  resbaladiza  pañalera  mientras salía  del  elevador.  La  sala  de  espera  estaba  llena  de  emoción,  personas esperanzadas de todas las edades.
Abuelos  hacían rebotar  a sus  nietos en sus  rodillas y  apuntaban a los bebés que se hallaban al otro lado de la ventana. Este era un lugar feliz donde la vida empezaba. Caminé hacia las puertas dobles que conducían a la  habitación  de  entregas.  Pasé  a  nuevos  padres,  o  casi  nuevos  padres, quienes  permanecían junto a  la máquina de  café, compartiendo  historias de  terror  de  esposas  que  se  habían  transformado  en  monstruos.  Unos pocos habían decidido que esconderse aquí afuera era una mejor idea que asistir al nacimiento de sus hijos. Me pregunté si Jessica era una de esos enloquecidos  monstruos  mientras  buscaba  la  habitación  321.  Cuando  la encontré  tomé  un  profundo  respiro  antes  de  entrar.  Yo  era  todo  lo  que Jessica tenía. No habría nadie más junto a ella para agarrar su mano. Sólo era yo y no podía ir a ningún lugar.
—Lali,  oh  bien,  tienes  todas  las  cosas.  Supongo  que  debí  haber empacado, pero no estaba esperando que esto sucediera tan pronto.
Asentí, depositando las bolsas en una silla, y caminé hacia ella. Todo tipo  de  cables  habían  sido  conectados  a  ella.  Húmeda  por  el  sudor,  su cabello se pegaba a su cabeza y aún estaba pálida. Aparte de eso, ella no estaba maldiciendo y lanzando espuma por la boca, lo que aparentemente era lo que estaban haciendo todas las mujeres de este piso.
—Um, te ves bien —admití.
Sonrió y se encogió de hombros.
—Bueno, aún no se ha acabado cariño, y se pone peor. Justo ahora mi  dilatación  se  ha desacelerado  y  me han  dado  Demerol  al  máximo.  Sé que hay dolor, pero parece no importarme por el momento.
Asentí, no muy segura de lo que eso significaba 
—Bueno, ¿Necesitas algo? —pregunté, queriendo ser útil.
—Más  hielo  sería  genial  —murmuró.  Asentí  y  me  dirigí  hacia  la puerta en busca de hielo—. ¡Espera! Necesitarás mi tazón.
Me di la vuelta y fui por el tazón de plástico blanco que estaba junto a su cama.
—Estaré de vuelta en un rato.
Una vez fuera de la habitación, fui a buscar hielo y llené el tazón al tope. Quería asegurarme que ella estuviera bien antes de llamar a la Sra. Mary. Una vez que le di el hielo a mamá, me deslicé fuera de la habitación y salí del hospital. Llamé a la Sra. Mary.
—Hola —su alegre voz iluminó mi estado de ánimo.
—Sra.  Mary,  es  Lali.  Sólo  quería  llamar  y  dejarle  saber  que  mi mamá está teniendo el bebé. 
—Oh, es pronto, pero no te preocupes por eso. Tuve a mis dos niñas varias  semanas  antes  de  lo  previsto,  y  todo  salió  bien.  Iré  a  verte  tan pronto como salga del trabajo. Ahora, ¿Cómo estás?
Sonreí  al  calor  que  me  llenó  cuando  la  Sra.  Mary  se  preocupó  por mí. Jessica me amaba, pero nunca se había preocupado por mí.
—Estoy  bien,  y  mamá  lo  está  haciendo  bien.  Le  han  dado  algo  de Demerol,  y  ella  dice  que  el  medicamento  hace  que  no  le  importe  si  está adolorida.
La Sra. Mary se rió entre dientes. 
—Esa  es  una  cosa  asombrosa,  te  lo  digo.  Bueno,  estaré  contigo pronto,  y  tal  vez  ya  habrá  un  bebé  para  sostener.  Llámame  si  me necesitas, ¿Me oyes?
No podía evitar sonreír. 
—Lo haré.
—Adiós,  por  ahora  —dijo  en  su  tono  alegre  que  siempre  hacía parecer que todo estaría bien.
—Adiós. —le respondí antes de finalizar la llamada. Le di la vuelta al teléfono y lo deslicé de vuelta en mi bolsillo.
Para la hora que alcancé la habitación de Jessica, oí el familiar grito y  la  agitación  dentro  de  la  habitación.  Jessica  estaba  sentada  con  sus piernas  separadas,  con  las  mantas  cubriéndola,  gracias  al  cielo.  Una enfermera,  quien  aparentaba  estar  muy  calmada  y  concentrada, considerando que su paciente le estaba gritando barbaridades, me sonrió.
Le sonreí a modo de disculpas y fui a pararme junto a Jessica.
—¿Está ella a punto de tener el bebé? —pregunté nerviosamente.
La enfermera asintió. 
—Sip. Tan pronto como el doctor entre, ella puede empezar a pujar.
Mi estómago se revolvió. La idea de pujar y por dónde iba a entrar al mundo este bebé me hizo marear. Sin embargo, uno de los escalofriantes gritos de Jessica fue como una bofetada en la cara, y rápidamente sacudí esos pensamientos fuera de mi cabeza.
—¿Qué  puedo  hacer?  —pregunté,  mirando  ansiosamente  a  la enfermera.
—¡Puedes  encerrarme  en  la  habitación  si  alguna  vez  decido  tener una cita otra vez! —gritó Jessica y agarró mi brazo mientras otra oleada de contracciones  la  golpeaba.  Hice  una  mueca  y  luché  contra el impulso de quitar sus manos de mí. Tan pronto cómo  terminó y  se dio cuenta  de su férreo agarre, me alejé de su alcance. La enfermera me sonrió.
—Eso  puede  ser  prudente.  —susurró  mientras  pasaba  junto  a  mí para comprobar los pitidos de la máquina. 
Jessica empezó a gritar otra vez, y esta vez la baranda de la cama le sirvió  como  agarre.  Sobé  mi  brazo,  agradeciendo  haber  puesto  distancia entre nosotras.
—Ah, el doctor está aquí  —dijo la enfermera, sonriendo, obviamente lista para hacer esto y poder escapar de la violencia arrojada  por la  boca de mi madre.
—¿Te vas a quedar para esta parte? —preguntó el doctor, frunciendo el  ceño  mientras  empujaba  unos  guantes  quirúrgicos  en  sus  manos
Jessica jadeó y asintió con su cabeza. 
—¡Sí! ¡Se quedará! —gritó y luego dejó salir otro feroz alarido.
Asentí.
Él se encogió de hombros y tomó su lugar bajo sus pies.
—Muy  bien,  Sra.  Esposito,  ¿Está  lista  para  hacer  esto?  —preguntó jovialmente y me pregunté si alguien debería estar loco y estar contento de verdad  por  estar  en  una  habitación  con  una  mujer  gritona  a  punto  de extraer un humano de su cuerpo.
—¡Sáquelo! —gritó ella de nuevo.
El doctor me sonrió. 
—Regresará a la normalidad pronto.
Me guiñó el ojo y asintió hacia la enfermera. Caminé hacia la cabeza de Jessica cuando él empujó la sábana blanca hasta sus rodillas.
—Está  bien  Sra.  Esposito,  cuando  la  contracción  empiece,  quiero  que puje tan fuerte como pueda —le instruyó. 
Jessica jadeó, y luego empezó a gritar y a pujar, todo a la vez.
—¿Eso  es  genial!  Manténgase  así  y  tendremos  a  un  pequeñito  en cuestión de segundos.
Ella se detuvo para tomar aire antes de que su cara se transformara en el monstruo del cual habían estado hablando esos hombres, y ella gritó y pujó de nuevo. Atravesamos el proceso muchas veces más, cuando oí un llanto que era tan suave que no podía ser otra cosa que un bebé. 
—¡Hermoso! Se puede relajar ahora, Sra. Espposito. Él ha llegado.
El doctor dijo “él”. Ya no me importaba la escena desastrosa que se desarrollaba  bajo  sus  pies.  Sólo  quería  ver  esta  pequeña  vida  que  ahora era parte de la mía. 
La enfermera lo envolvió en una cobija y me sonrió.
—Tienes  un  hermano.  —Le  tendió  el  bebé  a  Jessica  quien,  aún exhausta, le sonrió a la pequeña vida en sus manos.
—Hola Sam —susurró.
Me incliné sobre ella y observé sus diminutos rasgos.
—Sam,  conoce  a  tu  hermana  mayor,  Lali  —dijo,  tendiéndome  el pequeño bulto. 
Me puse rígida y la observé como si estuviera loca.
—Oh, vamos. Él es sólo un bebé, cárgalo.
Deslicé  mis  brazos  bajo  él  y  lo  tomé  de  mi  madre.  Su  delgado, diminuto pulgar hizo su camino a través de la manta, lo ondeó en el aire y dejó salir un pequeño llanto. Me reí. Él era como un diminuto milagro. 
—Necesitamos  ir  a  limpiarlo  y  dejar  que  el  pediatra  lo  revise.  Sin embargo,  lo  traeremos  de  vuelta para  comer  muy  pronto.  —la  enfermera estaba enfrente de mí con sus brazos extendidos.
—Bien —dije a través del nudo en mi garganta.
De mala gana, le tendí esta nueva diminuta persona que ya amaba y la observé llevárselo lejos. 
—No  te  preocupes,  tú  también  fuiste  fea  cuando  viniste,  pero después  de  unos  días,  eras  la  bebé  más  hermosa  que  había  visto.  —fulminé  con  la  mirada  a  Jessica,  quien  había  recostado  su  cabeza  y cerrado sus ojos. 
—Él es  hermoso ahora —le repliqué.  El  pequeño  chico  ya  me  hacía querer defenderlo. 
Ella dejó salir una risa. 
—No, él se ve como puré. Todos los bebés recién nacidos lo hacen. 
Fruncí el ceño y traté de recordarme a mí misma que Jessica no era normal, así que no debería esperar que ella tratara al bebé normalmente.
—Discúlpenos,  pero  necesitamos  revisar  unas cosas  de  tu  madre  y moverla a una habitación. ¿Por qué no vas a comer y descansar un poco?Todo esto ha sido emocionante para ti, estoy segura. —la enfermera, quien había estado allí a través de todo con nosotras, me sonrió. 

Dejé la habitación. Estaba aturdida por las secuelas cuando entré en la sala de espera y estaba inmediatamente rodeada.
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Todo bien Naraa comenta cuando puedas conectarte, gracias por decirme porque aun que no tenga tu comentario voy a saber que la lees :)
Gracias cielo por pasarte, no creo que pueda a ser maratón porque faltan como 6 cap para que termine pero voy a ver si lo puedo hacer 
Gracias anónimo por comentar y a ustedes tambien chicas :D

8 comentarios:

  1. Mas mas mas mas mas mas PRONTO

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  2. Maaaaaaaaaaasssssss ¿Q pasara con peter? Chan chan chan ojala la busque se casen y tengan muchos hijos Jaja lo se lo se tengo mucha imaginación BESOS ALE
    Naty

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  3. Me encanto el capítulo :D la idea de tener un hermanito que amor, y estar junto a su madre es increible

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  4. Quiero mas :D quiero reencuentro Laliter -.-

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  5. bueno me medio voy jajaja quiero mas ehh dalee mmm maraton de 2 o 3 capitulos? -.- jajajajaja entiendo que casi ya no quedan capítulos

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  6. Pasate :)
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