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miércoles, 22 de enero de 2014

Capitulo: 22



Septiembre  terminaría  en  una  semana,  y  sabía  que  el  tiempo corría  tan  rápido  que  casi  me  alcanzaba.  Mis  calificaciones habían bajado, mantenerme despierta en las clases parecía un trabajo
imposible. Sam aún me mantenía despierta toda la noche. La Sra. Mary  dijo  que  eran  probablemente  cólicos  y  que,  además,  tomando  la medicina  para  gases  lo  ayudaría  a  aliviarse.  Jessica  seguía  estando  cada vez más retraída, hasta el punto de que tenía que llamarla desde la escuela para  comprobar  y  asegurarme  de  que  recordaba  darle  de  comer  a  Sam.
Varias tardes, cuando llegué a casa, parecía que no le habían cambiado el pañal  en  mucho  tiempo.  Cada  vez  que  lo  limpiaba,  le  aplicaba  la  crema que había encontrado en la farmacia. Traté de explicarle a Jessica que esto no era bueno para él, pero no pareció escucharme. Sam la necesitaba. Yo no era capaz de despertarla y hacer que se enfrentara con el hecho de que tenía un bebé ahora.
Sam  me  tenía  solamente  a  mí,  y  yo  necesitaba  volverme  dura  para no  venirme abajo tampoco.  Cuando  más  pensaba  en la universidad, más descubría  que no habría  manera de que yo  pudiera ir y  dejar  a Sam con Jessica. Él no podía sobrevivir. Consideraba dejar la escuela para ponerme a  trabajar.  La  formula  y  los  pañales  costaban  una  fortuna.  La  idea  de abandonar  la  escuela  y obtener mi  certificado  por  correspondencia  cruzó varias  noches  por  mi  cabeza,  cuando  llegaba  a casa  para  encontrarme a Sam  llorando  y  con  hambre  y  Jessica  gritando  en  su  habitación  que hiciera algo con él. Mi vida iba en una espiral cuesta abajo, y parecía que cuanto más me esforzaba por controlar el incendio, peor se ponía. 
Me desperté con la  cabeza sobre la mesa de la cocina  y un  biberón vacío  en  la  mano,  y  Sam  llorando  en  su  cuna  a  mi  lado.  Froté  mis  ojos para  concentrarme,  miré  la  hora,  y  noté  que  me  quedé  dormida.  Salté  y preparé otra botella y le di de comer. Intenté dos veces que Jessica saliera de la cama y me ayudara, pero me lanzó la almohada y me dijo que tenía dolor  de  cabeza  otra  vez.  Me  las  arreglé  para  vestirme  y  recoger  la  tarea que estaba esparcida por toda la mesa mientras yo me encargaba de Sam toda la noche. Cambié el pañal de Sam y su ropa, y por supuesto, justo en ese momento se quedó dormido. En cierto modo, agradecía que durmiera tanto durante el día, ya que si no lo hiciera, me preocuparía lo que Jessica podría hacerle. Yo ya la había visto encerrarse en la habitación más lejana de su llanto.
Fui  a  decirle  adiós  a  Jessica,  pero  ella  dormía  profundamente  otra vez. No tenía sentido despertarla. Me dirigí a mi bicicleta y, de repente, el mundo pareció estremecerse. Me detuve y me apoyé en la casa hasta que el temblor pasó, y luego fui a buscar mi bici. Mi estómago se revolvió como si hubiera comido algo malo.  Enfermarme  no  estaba  en la lista de “cosas por hacer”. No tenía tiempo para eso. Tenía que ir a la escuela. Salí de la calzada  y  me  dirigí  hacia  el  semáforo  principal,  de  pronto  todo  pareció volverse  borroso. 
Giré en la  calle principal  y me  dirigí  hacia la escuela  lo más rápido que  pude.  Era como  si estuviera  conduciendo hacia  un túnel que  cada  vez se  hacía  más pequeño,  el mundo  que me  rodeaba  se  volvía tenue. Todo se volvió negro cuando la escuela estuvo a la vista.

Un  dolor  agudo en mi  cabeza  me despertó.  No  podía abrir los  ojos, así que estiré la mano para sentir algo cálido y húmedo en mi cabello. Algo brotaba de algún lugar. Mi brazo se sentía pesado, y no podía controlarlo. Lo dejé caer, y mis ojos aún no querían cooperar. Lentamente, me adentré en  la  oscuridad.  Le  di  la  bienvenida,  porque  me  recordó  a  mi  manta oscura, y quería que el dolor desapareciera.
Floté a través de mis recuerdos. Un viaje sin dolor. El rostro de Peter sonriéndome  me  llenó  de  felicidad,  y  la  sensación  de  hormigueo  por  su cercanía  también.  Vi  a  Peter  agacharse  frente  a  la  niña  en  la  tienda  de comestibles, y mi corazón se agitó al recordar su cara cuando la besó. Peter inclinándose sobre  su guitarra, cantando “Wanted Dead  or  Alive” me  hizo reír, pero por alguna razón no pude. Y luego Peter cantándome en la luz de la  luna  y  abrazándome.  Más  recuerdos  que  intenté  duramente  reprimir regresaron,  eran  tantos  que  quise  reír,  pero  no  podía.  La  manta  pesada hacía imposible moverme. Así que me quedé allí y disfruté de los recuerdos sin dolor. Y, al igual que antes, la oscuridad llego, y me adentré en ella.


* * *
 La  música  y  una  voz  que  reconocía  me  llamaban.  Intenté fuertemente  apartar  la  pesada  manta  para  que  pudiera  acercármele. 
Conocía  esa  voz.  La  música  venía  de  él.  Su  voz  sonaba  triste,  pero  sus palabras  le  pertenecían.  Era  mi  canción.  Luché  contra  la  manta,  pero seguía  siendo  demasiada  pesada,  y  la  oscuridad  se  apoderó  de  mí.  La canción se desvaneció. 
Mi  cabeza  latía  con  fuerza  y  mis  brazos  hormigueaban.  Traté  de mover  mis  dedos,  y  funcionó.  Intenté  mover  mi  pie,  y  lo  moví.  El  manto oscuro se había marchado. Quería abrir los ojos, pero la idea hacía que mi cabeza  palpitara  más.  No  creía  ser  capaz  de  abrirlos  aún.  Por  alguna razón, la oscuridad me había dado un dolor de cabeza horrible. Recordé el líquido caliente en mi cabeza, y me pregunté si eso me causó problemas. 
Levanté  un  brazo,  pero  sólo  conseguí  levantarlo  un  poco  antes  de  que cayera de nuevo.  
Alguien se movió a mi lado 
—¿Lali? 
Mi respiración se detuvo, y esperé para ver si podía oír esa suave voz decir mi nombre otra vez. 
—Lali, ¿Me oyes? 
Quería hablar, pero no estaba segura de si las palabras saldrían, así que me quedé en silencio. Una mano cálida se deslizó en la mía, y mi brazo se estremeció de un modo familiar. La mano debía pertenecerle a Peter. 
—Lali,  por  favor,  si  puedes  oírme,  demuéstramelo.  Te  vi  moverte. Puedes hacerlo de nuevo. 
Era Peter. Su voz sonaba preocupada y ansiosa. Moví mi mano en la suya y traté de abrir los ojos. La luz me lastimó, y dejé de intentarlo. 
—Puedes  oírme.  De  acuerdo,  nena,  escucha,  iré  a  buscar  a  la enfermera. 
¿Enfermera?  ¿Qué  enfermera?  No  quería  que  se  fuera.  Apreté  su mano  con  fuerza,  intentado  aferrarme  a  él,  y  luego  le  oí  reírse  entre dientes,  y,  de  repente,  el  peso  se  desvaneció,  y  pude  inhalar.  Mis  labios formaron una sonrisa esta vez, y su cálido aliento me hizo cosquillas en mi oído. 
—No  voy  a  dejarte.  Lo  juro,  pero  por  favor,  déjame  buscar  a  la enfermera  —susurró,  y  la  piel  de  gallina  se  erizó  en  mis  brazos.  
Él  rió suavemente, y su mano dejó la mía. 
La habitación se quedó en silencio, y la oscuridad comenzó a volver. 
Quería luchar contra ello. Quería ver a Peter. Necesitaba ver su rostro. Pero venía a mí de todos modos, y una vez que dejara que se acercara, flotaría en ella, incapaz de controlar su fuerza. 
Un  sonido  cálido  apareció  en  mis  oídos,  y  luché  por  comprenderlo. 
Cuanto  más  me  acercaba,  más  claras  parecían  las  palabras.  Eran familiares,  pero  no  era  capaz  de  estar  lo  suficientemente  cerca  para entenderlas.  Luché  contra  la  oscuridad  y  me  esforcé  por  escuchar  las suaves  palabras  que  parecían  enviar  oleadas  de  calor  a  través  de  mi cuerpo frío. Apreté mi mano para asegurarme de que podía controlarlo, y luego llegó el silencio. Las palabras se detuvieron, y yo quería escucharlo de nuevo. Intenté hablar, pero nada parecía salir. Apreté nuevamente y el calor en mis manos me recordó que no estaba sola. 
—¿Lali? ¿Puedes oírme?
Quería decir sí, pero en cambio me las arreglé para mover la cabeza. 
—No me iré esta vez, nena. Me quedaré justo aquí. ¿Puedes abrir los ojos para mí? 
Su  voz  sonaba  tan  ansiosa  y  preocupada  que  quería  tranquilizarlo. 
Pero la luz parecía demasiado brillante. Tenía que decírselo. Me concentré mucho en las palabras, y entonces recordé como hablar.  
—Las luces —me oí decir con voz ronca. 
—Las  apagaré.  Espera  un  segundo  —Su  mano  se  fue,  y  entonces pude ver la oscuridad en el otro lado de mis párpados. Su mano se deslizó de regreso en la mía, y la apretó. 
—Por favor, abre los ojos para mí —rogó, y lentamente los abrí. 
Todo  parecía  borroso  en  la  oscuridad.  Parpadeé  lentamente,  y  las cosas  comenzaron  a  aclararse.  Busqué  a  Peter  primero  y  rápidamente  lo encontré justo a mi lado. Parecía agotado. Sus ojos tenían círculos negros debajo de ellos, y necesitaba  afeitarse. 
 —Ah, allí están mis  hermosos ojos azules —murmuró con alivio en su rostro. 
—Hola.  —Luché por  hablar con  mi garganta  reseca. Él sonrió, y mi corazón se agitó como de costumbre. 
—Hola  —dije  en  voz  baja—.  ¿Porque  estás  aquí?  —pregunté,  pero deslicé  mi mano libre hasta  mi  garganta  y  fue entonces cuando descubrí que tenía tubos en mis manos. Lo miré fijamente, confundida, pero ahora el hecho de que él llamaría a la enfermera tenía sentido. Me encontraba en un hospital. 
—Estoy aquí por  la razón  por la cual  me levanto cada mañana, me necesitas tanto como yo te necesito, obviamente. 
Cerré los ojos, tratando de entender lo que quería decir. 
—Por favor, no cierres los ojos nuevamente —rogó en voz baja. 
Los abrí de  inmediato. No entendía  su urgencia y  preocupación. ¿Y porque parecía tan cansado? 
—¿Por  qué  estoy  aquí?  —pregunté,  a  pesar  de  que  mi  garganta  y boca estaban tan secas como un desierto. 
Suspiró  y  besó  la  mano  que  sostenía.  —Estabas  agotada  y  te desmayaste  mientras  montabas  tu  bicicleta.  Te  golpeaste  la  cabeza  con tanta fuerza que te la abriste. No te encontraron de inmediato  —se detuvo y parecía estar luchando por las palabras—. Para cuando te trajeron aquí, estabas inconsciente, y no podían decirme si regresarías a mí. 
Luchó  con  la  última  parte,  y  yo  apreté  su  mano  tan  fuerte  como pude. —Lo hice.
Sonrió  y  apoyó  la  cabeza  contra  nuestras  manos  unidas  por  un momento.
  —Sabía  que  lo  harías,  pero  eso  no  significa  que  no  he  estado muerto  de  preocupación  desde  que  la  Sra.  Mary  me  llamó  hacia  una semana. 
¡Una  semana!  He  estado  inconsciente  una  semana.  Y  entonces recordé a Sam. Comencé a sentarme. Jessica no podía cuidar a Sam toda una  semana.  Él  podría  estar…  no  quiero  siquiera  pensarlo.  Necesitaba levantarme. 
—Guau, ¿Qué estás haciendo? No puedes  levantarte. Todavía tengo que traer a la enfermera aquí.  
Sacudí mi cabeza, y comenzó a latir con fuerza. 
—Sam —Hablé entre mi pánico. 
Peter me sostuvo firmemente en la cama. 
—Sam  esta  con  la  Sra.  Mary  y  está  muy  bien.  Incluso  ya  duerme ahora por las noches. 
¿Cómo llegó Sam con la Sra. Mary? Me quedé mirándolo, necesitaba respuestas, pero mi garganta seca había alcanzado su límite. 
—Jessica  está  recibiendo  ayuda.  Está  enferma,  Lali.  Se  le  llama depresión postparto, y tiene un caso muy grave. Se encuentra en la mejor clínica  que  el  dinero  puede  comprar,  y  cuando  regrese  a  ti,  estará  como nueva. Te lo juro. 
Me  hundí de nuevo  contra  la cama,  y  noté  que me  dolía  la  cabeza con fuerza. Me estremecí. 
—Espera, iré a buscar a la enfermera. No cierres los ojos, por favor, mantenlos abiertos. 
Asentí  y  lo  vi  salir  de  la  habitación  para  después  gritar—:  ¡Está despierta! 
De inmediato se dio la vuelta y regresó a mi lado, en seguida. —Las enfermeras y  los médicos probablemente  me echarán en  un minuto, pero yo  no  iré  a  ninguna  parte.  Me  quedaré  afuera  de  esa  puerta,  y  si  me necesitas, estaré allí. 
Asentí con la cabeza, y mi corazón se aceleró cuando él se inclinó y su  aliento  me  hizo  cosquillas  en  la  oreja.  
—Nunca  seré  capaz  de marcharme de nuevo. No soy tan fuerte. 
Las  puertas  se  abrieron  y  entraron  rostros  que  nunca  había  visto antes. 
—¿Cuánto  tiempo  ha  estado  despierta?  —preguntó  una  señora grande, con cabello castaño oscuro, cortado en picos, mientras corría a mi lado. 
Peter me guiñó un ojo. —Um, unos minutos.
Ella sacudió su dedo y le dijo: —Correcto, chico lindo, tu canto debió de haber hecho algunas cosas bien, pero ahora quiero que salgas de aquí. Su ritmo cardíaco está por todo el lugar. No puedes hacer eso, la chica ha estado en coma. 
—Dije  que  no  usaran  esa  palabra  —La  interrumpió  con  una  voz fuerte que me sorprendió. 
Ella  suspiró  y  negó  con  la  cabeza.  —Lo  siento,  lo  olvidé.  Ella  ha estado  “inconsciente”  durante  una  semana.  No  te  necesita  aquí  haciendo que su corazón se acelere. 
Parecía  preocupado,  y  yo  quería  decirle  a  la  señora  que  no  lo molestara. 
—¿Van a hacerle daño? ¿Se quedará despierta? 
La  señora  me  sonrió,  y  luego  se  volvió  hacia  Peter.  —Estará  bien. Ahora vete. 
Él me dio una mirada más, y luego fue sacado de la habitación por otra enfermera que acaba de entrar. 
—Caray,  me  alegro  que  hayas  despertado.  Ese  pobre  chico  está  a punto  de desmayarse de agotamiento. Aunque  tengo que  admitir que  fue lindo  escucharlo  con  un  pequeño  concierto  por  aquí.  Manteníamos  la puerta  abierta  y  escuchábamos  mientras  él  te  cantaba.  Algunas  veces pasaba  horas  sólo  cantando.  Juro  que  canto “Don’t  Cry”  un  centenar  de veces. 
Sonreí ante la idea de Peter cantándome. 
—Sí,  adelante,  sonríe.  Si  yo  tuviera  una  sexy  estrella  de  rock cantándome y cuidándome  como una  mamá gallina, sonreiría también  —se burló, y luego agarró un vaso de agua—. ¿Estás sedienta? 
Asentí,  sabiendo  que  mi  garganta  estaba  demasiado  seca  para hablar.  Se  sentó  en  mi  cama  y  me  dio  instrucciones  para  tomar  en pequeños sorbos. Lo hice durante unos minutos. 
Después de beber, dije: —Mi garganta me duele. 
La  enfermera  asintió.  —Tuviste  un  tubo  en  la  garganta  por  un tiempo.  Después  de  que  despertaras  brevemente  anoche,  lo  sacamos  en caso de que despertarás de nuevo y entraras en pánico durante la noche. 
Asentí y cogí el vaso. 
—Recuerda,  sorbos  lentos  —advirtió,  y  luego  continuó  trabajando sobre mí. Examinó mi cabeza y asintió—. Estarás bien, Srta. Esposito. Antes de que lo notes, estarás lista para darte de alta. Sin embargo, esta vez las cosas deberían ser más fáciles para ti. Esta estrella de rock parece estar al pendiente de todo.
Mi corazón se hinchó cuando recordé que Peter estaba justo afuera de mi puerta. 
—Has  tenido  otros  visitantes  que  no  se  han  quedado  por  períodos muy largos. Estoy segura que desean ser contactados. Puede que te anime verlos. No estoy segura de si quieres que les avise de inmediato. 
Asentí y sonreí. —De acuerdo. 
Ella  tomó  las  provisiones  y  abrió  la  puerta.  Peter  miró  dentro  de  la habitación, a mí y luego a ella con ansiedad. 
—Está  bien.  Estará  fuera  de  aquí  en  un  par  de  días  —Peter  casi parecía  desplomarse  de  alivio.  Regresó  a  la  habitación  y  cerró  la  puerta detrás de él. 
—¿Estás  bien?  —preguntó,  y  en  esta  ocasión  mi  garganta funcionaba mucho mejor. 
—Sí, estoy bien —le aseguré y él me miró. 
Acercó su taburete hasta mi lado otra vez, y me tomó la mano.  
—Lali, lo siento. Te dejé aquí pensando que hacía lo mejor para ti, y yo sabía que tu no tenías una vida familiar estable. Quería darte un auto y  dinero  —Rió  con  amargura—.  Quería  dejarte  todo  lo  que  pudieras necesitar.  Pero  sabía  que  no  lo  aceptarías  y  te  molestarías.  Dejarte  sin saber que no tenías a nadie fue muy duro. Pero me convencí que estarías mejor sin  mí. La  Sra. Mary  prometió conseguirte  un buen trabajo con un buen  sueldo  y  beneficios.  Quería  que  tuvieras  un  seguro  y  cómodo  año escolar. Yo no tenía idea… 
Puse mi dedo sobre su boca. —Basta. Nada es culpa tuya. Hiciste lo que tenías que hacer. Tu mundo es diferente del mío, y entiendo eso. 
Besó mi dedo,  y  contuve  mi aliento. —Supe eso cuando  me  permití estar contigo,  que tu  vida estaría patas arriba. Mi mundo iba a afectarte, pero no hice caso a esos pensamientos, y sólo viví el momento. Cuando vi tu  rostro  en  toda  la  televisión,  y  escucharte  hablar  como  si  tu  vida personal no fuera nada, perdí el control. Quería herir a alguien, y cuando comprendí  que  era  mi  culpa,  quise  herirme  a  mí  mismo.  Así  que  me lastime de  la manera  más profunda  y posible…  apartándome de ti —Hizo una  pausa  y  sostuvo  mi  mano  contra  su  rostro—.  No  quería  lastimarte. Trataba  de  salvarte  de  mí,  pero  ese  fue  un  muy  mal  plan,  y  lo  lamento tanto. 
Humedecí mis labios secos y sonreí. —Gracias por estar aquí ahora. Luché  contra  la  oscuridad  con  fuerza  porque  no  me  dejaba  oír  algo.  Era música. Recuerdo que pensé que el sonido me hacía sentir más cálida por dentro. Luché tan fuerte como pude. Ahora sé que eras tú. Si no hubieras estado aquí cantándome, no sé si podría haber luchado por algo.
Cerró los ojos por un minuto, y el dolor cruzó su rostro. —He tenido mucho tiempo para pensar en ti y en mí. Sé que mi vida no es normal y no puedo ser el chico que se sienta atrás en tu clase, no importa lo atractivo que  eso  suene,  pero  no  puedo  alejarme  otra  vez.  No  soy  tan  fuerte  —Se movió  más  cerca  de  mí  y  tocó  mi  rostro  con  la  otra  mano—.  Si  aún  me quieres, soy tuyo. Tu vida nunca volverá a ser normal. Serás el centro de atención, aunque yo intentaré mantenerte lo más segura posible. Pero aquí está la cosa, yo no fui al instituto. Me perdí todas mis experiencias porque estuve  de  gira  por  carretera.  No  puedo  hacerte  eso  a  ti.  Necesito  que  tu vivas  cada experiencia  escolar que  se te  ofrezca, y  disfrutes de  ello…  por mí. Volveré a mi casa de verano una semana de cada mes, y en cualquier otro momento en que pueda escaparme. Sé que mi horario es una locura en este momento con la gira, pero voy a hacer que esto funcione. Lo juro. 
Me quedé allí, tratando de comprender sus palabras y sabiendo que haría cualquier cosa por tenerlo de vuelta en mi vida. No me importaba si mi privacidad fuera invadida, si yo lo tenía a él, eso no me importaba. 
—¿Qué experiencias hay para mi en el instituto? Lo odio. 
Sonrió y recorrió mi mejilla con el dedo. —Bueno, partidos de fútbol y  bailes y  platicar mientras  caminas por  el pasillo.  La mala comida  de la cafetería,  viajes  de  estudios  y,  diablos,  no sé  qué  más  me  perdí.  Es  sólo que  no  quiero  que  un  día  te arrepientas  y  desees  haberlo  vivido.  Porque cuando pase, esa será mi culpa. Te estoy pidiendo que renuncies a mucho por estar conmigo. No puedo aceptarlo todo. 
Suspiré.  —Pero  todas  esas  cosas  nunca  las  hago.  Nunca  voy  a  los juegos de fútbol, y no iré a ningún baile. Sam me necesita. 
Peter  sacudió  la  cabeza.  —No,  cuando  Jessica  regrese  a  casa,  Sam tendrá  una  madre,  no  una  hermana  mayor  cuidando  de  él.  Estoy  en contacto  con su  doctor, y  él dice  que ella  esta mucho  mejor, pero  que se encontraba en muy mal estado. 
El alivio me recorrió. Saber que Jessica volvería a su estado normal sonaba  maravilloso.  Ser  madre  a  los  diecisiete  casi  me  mata,  y  yo necesitaba que ella fuera una para Sam. 
—Todavía no quiero hacer ninguna de esas cosas. 
Me sonrió con picardía.  
Suspiré  y  cerré  los  ojos,  deseando  que  él  me  pidiera  otra  cosa  a cambio, no esto. Finalmente, abrí los ojos y asentí. —De acuerdo, lo haré por ti. 
Él  esbozó  una  enorme  sonrisa,  se  inclinó  y  besó  mis  labios suavemente. 
—Gracias —susurró antes de volver a sentarse recto.
—La  Sra.  Mary  está  en  la  sala  de  espera,  muriendo  por  verte,  y también lo esta… um… Gaston —terminó de mala gana. 
Sonreí  y  apreté  su  mano  —Gaston  ha  sido  un  gran  amigo  en  todo este tiempo. 
Peter  asintió.  —Sí,  se  aseguró  de  amenazarme  si  vuelvo  a  hacerte daño. Luego me dio un resumen muy descriptivo de lo que ocurrió después de que me fui —Peter tragó saliva y apartó la mirada—. Por qué él hizo todo lo que yo tenía que hacer, le permito estar aquí. 
Sonreí mientras Peter se levantó y fue hacia la puerta. —Sin embargo, si él acerca un poco sus labios a tu cara, toda esta tregua se acaba. 
Reí,  y  Peter  me  dio  una  última  sonrisa  sexy  antes  de  salir  por  la puerta  para  que  mis  amigos  entraran.  La  Sra.  Mary  entró  con  el  ceño ansioso de una madre preocupada en su rostro. —Oh, Lali, cariño, estoy tan feliz de verte despierta. Chica, me has dado el susto de mi vida. Señor, si  hubiera  sabido  que  las  cosas  estaban  tan  mal  yo  podría  haber  hecho algo. —Tocó mi mano, se inclinó y besó mi frente. 
—Estoy bien ahora. ¿Cómo está Sam? 
Sonrió  y  se  sentó  a  mi  lado,  en  la  silla  en  que  Peter  había  estado antes. —Él es maravilloso. Lo inicié en un poco de cereal de arroz, y ahora duerme toda la noche. Es un bebé feliz. 
—Gracias,  muchas  gracias.  No  tengo  que  preocuparme  por  él cuando sé que está contigo. Significa  mucho para mí que cuides  de él  —Las lágrimas picaron en mis ojos. 
—No podría hacerlo de otra manera. Lali, cariño, tu eres mi familia también.  Te amo como uno de  mis  hijos.  No tienes  por  qué  agradecerme nada. 
Por  sus  palabras,  las  lágrimas  cayeron.  Tenía  una  familia  ahora. Siempre hemos sido Jessica y yo contra el mundo, pero ahora tenía a otras a quienes amar y que me correspondían. 
—Oh,  Dios,  si  el  amo  Peter  te  atrapa  llorando  va  a  sacarme  de  aquí para siempre. Deja de hacer eso ahora. Tienes a Gas afuera con Peter, y por la  manera en  que se  están mirando  el uno  al otro, no  pasará mucho tiempo antes de que comiencen a pelear. Voy a irme. —Apartó mi mano—. Me  alegra que  regresarás a  nosotros, dulzura.  Te amamos  —Se giró  para irse. 
—Sra. Mary. 
Se detuvo y dijo—: ¿Sí, cariño? 
Le sonreí a través de mis lágrimas. —Te amo, también.
Ella suspiró y secó una lágrima de su ojo. —Lo sé, chica, sé que lo haces. —Salió de la habitación. 
Peter volvió a entrar y frunció el ceño, preocupado. —¿Estás bien? La Sra.  Mary  está  llorando,  y tú  también —Se  acercó y  secó las lágrimas  de mi rostro. 
Le sonreí. —Son lágrimas de felicidad. Ahora, deja de preocuparte y deja entrar a Gas. 
Asintió, pero no sonrió, y luego regresó al pasillo. 
Gas entró  con  un ceño feroz  en su rostro.  
—Juro, Lali,  que si alguna vez me asustas así de nuevo, no estoy seguro si sobreviva a ello. 
Sonreí. —No tengo la intención de asustar a nadie otra vez. 
Esbozó  una  sonrisa  y  se  sentó  a  mi  lado.  —No  pude  estar  mucho tiempo aquí cuando tú estabas um… inconsciente… Gas se negó a irse de tu lado, y sólo permiten entrar a una persona a la vez. Sin  embargo, Gas me  dejó  entrar  en  una  ocasión,  pero  él  no  se  fue,  estuvo  en  el  pasillo tocando  la  guitarra  y  cantando.  Te  lo  juro,  tiene  a  todas  las  mujeres  de este hospital enamoradas de él. 
Rodé los ojos y reí. —No dejes que eso te afecte, Gas. Él es una estrella  de  rock.  Estarían  enamoradas  de  él  aún  sin  que  estuviera cantándome. 
Gas  suspiró  y  se  recostó  en  la  silla.  —No  lo  sé,  Lali.  Soy  un chico,  y  seré  honesto  contigo,  ver  a  alguien  como  él  en  un  rincón  de  un hospital,  tocando  sin  parar  y  rehusándose  a  marcharse  de  tu  lado,  fue muy  conmovedor.  Me  las  he  arreglado  para  dejar  a  un  lado  mi resentimiento hacia él. 
Imaginé  a  Peter  cantando  para  mí,  y  me  hubiera  gustado  estar despierta para observarlo.
 —Le amo —susurré. 
Gas  asintió.  —Sé  que  lo  haces.  Lo  has  amado  todo  este  tiempo que  te  conozco.  Es  algo  que  he  llegado  a  aceptar.  Nunca  tuve  una oportunidad. Él robó tu corazón primero. 
Sonreí,  tristemente, al amigo  que siempre  amaría. Él  había sido mi caballero de brillante armadura cuando necesité uno. 
—Te amo, también —dije, casi con un nudo en la garganta. 
Me sonrió. —Lo sé. Sólo que no de la misma manera que a él. 
—Eres el mejor amigo que he tenido, Gas. Has estado allí para mi cuando yo más te necesité. Nunca lo olvidaré. Pero él robó mi aliento en el primer momento en que hablamos. Él es mi aire. 
Gas miró el suelo por un instante, y le di su tiempo. Finalmente, levantó  la  mirada  hacia  mí.  
—Pensaba  que  él  no  merecía  tu  amor,  pero 
ahora  creo  que  está  tan  enamorado  de  ti  como  tu  de  él.  Quiero que seas feliz, y si él te hace feliz, entonces todo lo demás no importa. 
—Él afecta todas mis emociones. Mi felicidad esta conectada a él. 
Gas  asintió  y  se  levantó.  —Sí,  pensé  lo  mismo.  —Miró  hacia  la puerta—. Va a entrar en cualquier momento y volverá a disgustarme,  así que es mejor irme antes de que eso suceda. 
Reí. —De acuerdo, gracias por todo. —Gas sonrió.  
—Ha sido un placer —Salió de la habitación. 
Sabía  que  siempre  estaría  allí  cuando  lo  necesitara,  pero  en  cierto modo, yo acababa de ponerlo en libertad. 
Peter entró en la habitación, sonreía. 
—¿Puedes intentar comer algo? 
Pensé en comida y, de repente, estuve muy hambrienta. Asentí. —Sí, creo que sí. 
Sonrió,  abrió  la  puerta,  y  habló  con  una  enfermera.  —Ella  quiere comer. 
La  enfermera  asomó  la  cabeza  y  sonrió.  —¿Estás  lista  para  algo  de gelatina? 
Gelatina no era algo en lo que yo estuviera pensando, pero al parecer tenía que comenzar por alguna parte. 
—Sí, por favor. 
Asintió y salió de la habitación. Peter tomó su guitarra de la esquina, se  sentó  y  comenzó  a  tocar.  Sonrió,  y  la  suave  voz  que  lo  había  hecho famoso se unió a la guitarra.


:3
queda un cap :/

9 comentarios:

  1. woww !! me encanta !! sube otro !

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  2. pobre lali!! peter un tierno quiero el otro.......

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  3. Son mas tiernos
    Gracias por subir otro capitulooo

    Besos
    Leti

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  4. Holaa :D oie por un lado odie que ella casi muera pero por otro lado EL VOLVIO :D

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  5. un hermoso, hermoso capitulo quiero mas

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  6. oye quiero el final jajajaja cuando termine que novela subiras?

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  7. Quiero saber que sera lo proximo :D y tambien lo leere, obvio

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  8. Pasate :D ya subi mas en ambos
    http://casijuegosca.blogspot.com.ar/ (se vienen los mejores capítulos)
    http://amorencopos.blogspot.com.ar/

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