Septiembre
terminaría en una
semana, y sabía
que el tiempo corría
tan rápido que
casi me alcanzaba.
Mis calificaciones habían bajado,
mantenerme despierta en las clases parecía un trabajo
imposible. Sam aún me
mantenía despierta toda la noche. La Sra. Mary
dijo que eran
probablemente cólicos y
que, además, tomando
la medicina para gases
lo ayudaría a
aliviarse. Jessica seguía
estando cada vez más retraída,
hasta el punto de que tenía que llamarla desde la escuela para comprobar
y asegurarme de
que recordaba darle
de comer a Sam.
Varias tardes, cuando llegué a casa, parecía que no le
habían cambiado el pañal en mucho
tiempo. Cada vez
que lo limpiaba,
le aplicaba la
crema que había encontrado en la farmacia. Traté de explicarle a Jessica
que esto no era bueno para él, pero no pareció escucharme. Sam la necesitaba.
Yo no era capaz de despertarla y hacer que se enfrentara con el hecho de que
tenía un bebé ahora.
Sam me tenía
solamente a mí,
y yo necesitaba
volverme dura para no
venirme abajo tampoco.
Cuando más pensaba
en la universidad, más descubría
que no habría manera de que
yo pudiera ir y dejar
a Sam con Jessica. Él no podía sobrevivir. Consideraba dejar la escuela
para ponerme a trabajar. La
formula y los
pañales costaban una
fortuna. La idea
de abandonar la escuela
y obtener mi certificado por
correspondencia cruzó varias noches
por mi cabeza,
cuando llegaba a casa
para encontrarme a Sam llorando
y con hambre
y Jessica gritando
en su habitación
que hiciera algo con él. Mi vida iba en una espiral cuesta abajo, y
parecía que cuanto más me esforzaba por controlar el incendio, peor se
ponía.
Me desperté con la
cabeza sobre la mesa de la cocina
y un biberón vacío en
la mano, y
Sam llorando en
su cuna a
mi lado. Froté
mis ojos para concentrarme,
miré la hora,
y noté que
me quedé dormida.
Salté y preparé otra botella y le
di de comer. Intenté dos veces que Jessica saliera de la cama y me ayudara,
pero me lanzó la almohada y me dijo que tenía dolor de
cabeza otra vez.
Me las arreglé
para vestirme y
recoger la tarea que estaba esparcida por toda la mesa
mientras yo me encargaba de Sam toda la noche. Cambié el pañal de Sam y su
ropa, y por supuesto, justo en ese momento se quedó dormido. En cierto modo,
agradecía que durmiera tanto durante el día, ya que si no lo hiciera, me
preocuparía lo que Jessica podría hacerle. Yo ya la había visto encerrarse en
la habitación más lejana de su llanto.
Fui a decirle
adiós a Jessica,
pero ella dormía
profundamente otra vez. No tenía
sentido despertarla. Me dirigí a mi bicicleta y, de repente, el mundo pareció
estremecerse. Me detuve y me apoyé en la casa hasta que el temblor pasó, y
luego fui a buscar mi bici. Mi estómago se revolvió como si hubiera comido algo
malo. Enfermarme no
estaba en la lista de “cosas por
hacer”. No tenía tiempo para eso. Tenía que ir a la escuela. Salí de la
calzada y me
dirigí hacia el
semáforo principal, de
pronto todo pareció volverse borroso.
Giré en la calle
principal y me dirigí
hacia la escuela lo más rápido
que pude. Era como
si estuviera conduciendo
hacia un túnel que cada
vez se hacía más pequeño,
el mundo que me rodeaba
se volvía tenue. Todo se volvió
negro cuando la escuela estuvo a la vista.
Un dolor agudo en mi
cabeza me despertó. No
podía abrir los ojos, así que
estiré la mano para sentir algo cálido y húmedo en mi cabello. Algo brotaba de
algún lugar. Mi brazo se sentía pesado, y no podía controlarlo. Lo dejé caer, y
mis ojos aún no querían cooperar. Lentamente, me adentré en la
oscuridad. Le di
la bienvenida, porque
me recordó a
mi manta oscura, y quería que el
dolor desapareciera.
Floté a través de mis recuerdos. Un viaje sin dolor. El
rostro de Peter sonriéndome me llenó
de felicidad, y
la sensación de
hormigueo por su cercanía
también. Vi a Peter agacharse
frente a la
niña en la
tienda de comestibles, y mi
corazón se agitó al recordar su cara cuando la besó. Peter inclinándose
sobre su guitarra, cantando “Wanted
Dead or
Alive” me hizo reír, pero por alguna
razón no pude. Y luego Peter cantándome en la luz de la luna
y abrazándome. Más
recuerdos que intenté
duramente reprimir
regresaron, eran tantos
que quise reír,
pero no podía.
La manta pesada hacía imposible moverme. Así que me quedé
allí y disfruté de los recuerdos sin dolor. Y, al igual que antes, la oscuridad
llego, y me adentré en ella.
* * *
Conocía esa voz. La música venía de él. Su voz sonaba triste, pero sus palabras le pertenecían. Era mi canción. Luché contra la manta, pero seguía siendo demasiada pesada, y la oscuridad se apoderó de mí. La canción se desvaneció.
Mi cabeza latía con fuerza y mis brazos hormigueaban. Traté de mover mis dedos, y funcionó. Intenté mover mi pie, y lo moví. El manto oscuro se había marchado. Quería abrir los ojos, pero la idea hacía que mi cabeza palpitara más. No creía ser capaz de abrirlos aún. Por alguna razón, la oscuridad me había dado un dolor de cabeza horrible. Recordé el líquido caliente en mi cabeza, y me pregunté si eso me causó problemas.
Levanté un brazo, pero sólo conseguí levantarlo un poco antes de que cayera de nuevo.
Alguien se movió a mi lado
—¿Lali?
Mi respiración se detuvo, y esperé para ver si podía oír esa suave voz decir mi nombre otra vez.
—Lali, ¿Me oyes?
Quería hablar, pero no estaba segura de si las palabras saldrían, así que me quedé en silencio. Una mano cálida se deslizó en la mía, y mi brazo se estremeció de un modo familiar. La mano debía pertenecerle a Peter.
—Lali, por favor, si puedes oírme, demuéstramelo. Te vi moverte. Puedes hacerlo de nuevo.
Era Peter. Su voz sonaba preocupada y ansiosa. Moví mi mano en la suya y traté de abrir los ojos. La luz me lastimó, y dejé de intentarlo.
—Puedes oírme. De acuerdo, nena, escucha, iré a buscar a la enfermera.
¿Enfermera? ¿Qué enfermera? No quería que se fuera. Apreté su mano con fuerza, intentado aferrarme a él, y luego le oí reírse entre dientes, y, de repente, el peso se desvaneció, y pude inhalar. Mis labios formaron una sonrisa esta vez, y su cálido aliento me hizo cosquillas en mi oído.
—No voy a dejarte. Lo juro, pero por favor, déjame buscar a la enfermera —susurró, y la piel de gallina se erizó en mis brazos.
Él rió suavemente, y su mano dejó la mía.
La habitación se quedó en silencio, y la oscuridad comenzó a volver.
Quería luchar contra ello. Quería ver a Peter. Necesitaba ver su rostro. Pero venía a mí de todos modos, y una vez que dejara que se acercara, flotaría en ella, incapaz de controlar su fuerza.
Un sonido cálido apareció en mis oídos, y luché por comprenderlo.
Cuanto más me acercaba, más claras parecían las palabras. Eran familiares, pero no era capaz de estar lo suficientemente cerca para entenderlas. Luché contra la oscuridad y me esforcé por escuchar las suaves palabras que parecían enviar oleadas de calor a través de mi cuerpo frío. Apreté mi mano para asegurarme de que podía controlarlo, y luego llegó el silencio. Las palabras se detuvieron, y yo quería escucharlo de nuevo. Intenté hablar, pero nada parecía salir. Apreté nuevamente y el calor en mis manos me recordó que no estaba sola.
—¿Lali? ¿Puedes oírme?
Quería decir sí, pero en cambio me las arreglé para mover la cabeza.
—No me iré esta vez, nena. Me quedaré justo aquí. ¿Puedes abrir los ojos para mí?
Su voz sonaba tan ansiosa y preocupada que quería tranquilizarlo.
Pero la luz parecía demasiado brillante. Tenía que decírselo. Me concentré mucho en las palabras, y entonces recordé como hablar.
—Las luces —me oí decir con voz ronca.
—Las apagaré. Espera un segundo —Su mano se fue, y entonces pude ver la oscuridad en el otro lado de mis párpados. Su mano se deslizó de regreso en la mía, y la apretó.
—Por favor, abre los ojos para mí —rogó, y lentamente los abrí.
Todo parecía borroso en la oscuridad. Parpadeé lentamente, y las cosas comenzaron a aclararse. Busqué a Peter primero y rápidamente lo encontré justo a mi lado. Parecía agotado. Sus ojos tenían círculos negros debajo de ellos, y necesitaba afeitarse.
—Ah, allí están mis hermosos ojos azules —murmuró con alivio en su rostro.
—Hola. —Luché por hablar con mi garganta reseca. Él sonrió, y mi corazón se agitó como de costumbre.
—Hola —dije en voz baja—. ¿Porque estás aquí? —pregunté, pero deslicé mi mano libre hasta mi garganta y fue entonces cuando descubrí que tenía tubos en mis manos. Lo miré fijamente, confundida, pero ahora el hecho de que él llamaría a la enfermera tenía sentido. Me encontraba en un hospital.
—Estoy aquí por la razón por la cual me levanto cada mañana, me necesitas tanto como yo te necesito, obviamente.
Cerré los ojos, tratando de entender lo que quería decir.
—Por favor, no cierres los ojos nuevamente —rogó en voz baja.
Los abrí de inmediato. No entendía su urgencia y preocupación. ¿Y porque parecía tan cansado?
—¿Por qué estoy aquí? —pregunté, a pesar de que mi garganta y boca estaban tan secas como un desierto.
Suspiró y besó la mano que sostenía. —Estabas agotada y te desmayaste mientras montabas tu bicicleta. Te golpeaste la cabeza con tanta fuerza que te la abriste. No te encontraron de inmediato —se detuvo y parecía estar luchando por las palabras—. Para cuando te trajeron aquí, estabas inconsciente, y no podían decirme si regresarías a mí.
Luchó con la última parte, y yo apreté su mano tan fuerte como pude. —Lo hice.
Sonrió y apoyó la cabeza contra nuestras manos unidas por un momento.
—Sabía que lo harías, pero eso no significa que no he estado muerto de preocupación desde que la Sra. Mary me llamó hacia una semana.
¡Una semana! He estado inconsciente una semana. Y entonces recordé a Sam. Comencé a sentarme. Jessica no podía cuidar a Sam toda una semana. Él podría estar… no quiero siquiera pensarlo. Necesitaba levantarme.
—Guau, ¿Qué estás haciendo? No puedes levantarte. Todavía tengo que traer a la enfermera aquí.
Sacudí mi cabeza, y comenzó a latir con fuerza.
—Sam —Hablé entre mi pánico.
Peter me sostuvo firmemente en la cama.
—Sam esta con la Sra. Mary y está muy bien. Incluso ya duerme ahora por las noches.
¿Cómo llegó Sam con la Sra. Mary? Me quedé mirándolo, necesitaba respuestas, pero mi garganta seca había alcanzado su límite.
—Jessica está recibiendo ayuda. Está enferma, Lali. Se le llama depresión postparto, y tiene un caso muy grave. Se encuentra en la mejor clínica que el dinero puede comprar, y cuando regrese a ti, estará como nueva. Te lo juro.
Me hundí de nuevo contra la cama, y noté que me dolía la cabeza con fuerza. Me estremecí.
—Espera, iré a buscar a la enfermera. No cierres los ojos, por favor, mantenlos abiertos.
Asentí y lo vi salir de la habitación para después gritar—: ¡Está despierta!
De inmediato se dio la vuelta y regresó a mi lado, en seguida. —Las enfermeras y los médicos probablemente me echarán en un minuto, pero yo no iré a ninguna parte. Me quedaré afuera de esa puerta, y si me necesitas, estaré allí.
Asentí con la cabeza, y mi corazón se aceleró cuando él se inclinó y su aliento me hizo cosquillas en la oreja.
—Nunca seré capaz de marcharme de nuevo. No soy tan fuerte.
Las puertas se abrieron y entraron rostros que nunca había visto antes.
—¿Cuánto tiempo ha estado despierta? —preguntó una señora grande, con cabello castaño oscuro, cortado en picos, mientras corría a mi lado.
Peter me guiñó un ojo. —Um, unos minutos.
Ella sacudió su dedo y le dijo: —Correcto, chico lindo, tu canto debió de haber hecho algunas cosas bien, pero ahora quiero que salgas de aquí. Su ritmo cardíaco está por todo el lugar. No puedes hacer eso, la chica ha estado en coma.
—Dije que no usaran esa palabra —La interrumpió con una voz fuerte que me sorprendió.
Ella suspiró y negó con la cabeza. —Lo siento, lo olvidé. Ella ha estado “inconsciente” durante una semana. No te necesita aquí haciendo que su corazón se acelere.
Parecía preocupado, y yo quería decirle a la señora que no lo molestara.
—¿Van a hacerle daño? ¿Se quedará despierta?
La señora me sonrió, y luego se volvió hacia Peter. —Estará bien. Ahora vete.
Él me dio una mirada más, y luego fue sacado de la habitación por otra enfermera que acaba de entrar.
—Caray, me alegro que hayas despertado. Ese pobre chico está a punto de desmayarse de agotamiento. Aunque tengo que admitir que fue lindo escucharlo con un pequeño concierto por aquí. Manteníamos la puerta abierta y escuchábamos mientras él te cantaba. Algunas veces pasaba horas sólo cantando. Juro que canto “Don’t Cry” un centenar de veces.
Sonreí ante la idea de Peter cantándome.
—Sí, adelante, sonríe. Si yo tuviera una sexy estrella de rock cantándome y cuidándome como una mamá gallina, sonreiría también —se burló, y luego agarró un vaso de agua—. ¿Estás sedienta?
Asentí, sabiendo que mi garganta estaba demasiado seca para hablar. Se sentó en mi cama y me dio instrucciones para tomar en pequeños sorbos. Lo hice durante unos minutos.
Después de beber, dije: —Mi garganta me duele.
La enfermera asintió. —Tuviste un tubo en la garganta por un tiempo. Después de que despertaras brevemente anoche, lo sacamos en caso de que despertarás de nuevo y entraras en pánico durante la noche.
Asentí y cogí el vaso.
—Recuerda, sorbos lentos —advirtió, y luego continuó trabajando sobre mí. Examinó mi cabeza y asintió—. Estarás bien, Srta. Esposito. Antes de que lo notes, estarás lista para darte de alta. Sin embargo, esta vez las cosas deberían ser más fáciles para ti. Esta estrella de rock parece estar al pendiente de todo.
Mi corazón se hinchó cuando recordé que Peter estaba justo afuera de mi puerta.
—Has tenido otros visitantes que no se han quedado por períodos muy largos. Estoy segura que desean ser contactados. Puede que te anime verlos. No estoy segura de si quieres que les avise de inmediato.
Asentí y sonreí. —De acuerdo.
Ella tomó las provisiones y abrió la puerta. Peter miró dentro de la habitación, a mí y luego a ella con ansiedad.
—Está bien. Estará fuera de aquí en un par de días —Peter casi parecía desplomarse de alivio. Regresó a la habitación y cerró la puerta detrás de él.
—¿Estás bien? —preguntó, y en esta ocasión mi garganta funcionaba mucho mejor.
—Sí, estoy bien —le aseguré y él me miró.
Acercó su taburete hasta mi lado otra vez, y me tomó la mano.
—Lali, lo siento. Te dejé aquí pensando que hacía lo mejor para ti, y yo sabía que tu no tenías una vida familiar estable. Quería darte un auto y dinero —Rió con amargura—. Quería dejarte todo lo que pudieras necesitar. Pero sabía que no lo aceptarías y te molestarías. Dejarte sin saber que no tenías a nadie fue muy duro. Pero me convencí que estarías mejor sin mí. La Sra. Mary prometió conseguirte un buen trabajo con un buen sueldo y beneficios. Quería que tuvieras un seguro y cómodo año escolar. Yo no tenía idea…
Puse mi dedo sobre su boca. —Basta. Nada es culpa tuya. Hiciste lo que tenías que hacer. Tu mundo es diferente del mío, y entiendo eso.
Besó mi dedo, y contuve mi aliento. —Supe eso cuando me permití estar contigo, que tu vida estaría patas arriba. Mi mundo iba a afectarte, pero no hice caso a esos pensamientos, y sólo viví el momento. Cuando vi tu rostro en toda la televisión, y escucharte hablar como si tu vida personal no fuera nada, perdí el control. Quería herir a alguien, y cuando comprendí que era mi culpa, quise herirme a mí mismo. Así que me lastime de la manera más profunda y posible… apartándome de ti —Hizo una pausa y sostuvo mi mano contra su rostro—. No quería lastimarte. Trataba de salvarte de mí, pero ese fue un muy mal plan, y lo lamento tanto.
Humedecí mis labios secos y sonreí. —Gracias por estar aquí ahora. Luché contra la oscuridad con fuerza porque no me dejaba oír algo. Era música. Recuerdo que pensé que el sonido me hacía sentir más cálida por dentro. Luché tan fuerte como pude. Ahora sé que eras tú. Si no hubieras estado aquí cantándome, no sé si podría haber luchado por algo.
Cerró los ojos por un minuto, y el dolor cruzó su rostro. —He tenido mucho tiempo para pensar en ti y en mí. Sé que mi vida no es normal y no puedo ser el chico que se sienta atrás en tu clase, no importa lo atractivo que eso suene, pero no puedo alejarme otra vez. No soy tan fuerte —Se movió más cerca de mí y tocó mi rostro con la otra mano—. Si aún me quieres, soy tuyo. Tu vida nunca volverá a ser normal. Serás el centro de atención, aunque yo intentaré mantenerte lo más segura posible. Pero aquí está la cosa, yo no fui al instituto. Me perdí todas mis experiencias porque estuve de gira por carretera. No puedo hacerte eso a ti. Necesito que tu vivas cada experiencia escolar que se te ofrezca, y disfrutes de ello… por mí. Volveré a mi casa de verano una semana de cada mes, y en cualquier otro momento en que pueda escaparme. Sé que mi horario es una locura en este momento con la gira, pero voy a hacer que esto funcione. Lo juro.
Me quedé allí, tratando de comprender sus palabras y sabiendo que haría cualquier cosa por tenerlo de vuelta en mi vida. No me importaba si mi privacidad fuera invadida, si yo lo tenía a él, eso no me importaba.
—¿Qué experiencias hay para mi en el instituto? Lo odio.
Sonrió y recorrió mi mejilla con el dedo. —Bueno, partidos de fútbol y bailes y platicar mientras caminas por el pasillo. La mala comida de la cafetería, viajes de estudios y, diablos, no sé qué más me perdí. Es sólo que no quiero que un día te arrepientas y desees haberlo vivido. Porque cuando pase, esa será mi culpa. Te estoy pidiendo que renuncies a mucho por estar conmigo. No puedo aceptarlo todo.
Suspiré. —Pero todas esas cosas nunca las hago. Nunca voy a los juegos de fútbol, y no iré a ningún baile. Sam me necesita.
Peter sacudió la cabeza. —No, cuando Jessica regrese a casa, Sam tendrá una madre, no una hermana mayor cuidando de él. Estoy en contacto con su doctor, y él dice que ella esta mucho mejor, pero que se encontraba en muy mal estado.
El alivio me recorrió. Saber que Jessica volvería a su estado normal sonaba maravilloso. Ser madre a los diecisiete casi me mata, y yo necesitaba que ella fuera una para Sam.
—Todavía no quiero hacer ninguna de esas cosas.
Me sonrió con picardía.
Suspiré y cerré los ojos, deseando que él me pidiera otra cosa a cambio, no esto. Finalmente, abrí los ojos y asentí. —De acuerdo, lo haré por ti.
Él esbozó una enorme sonrisa, se inclinó y besó mis labios suavemente.
—Gracias —susurró antes de volver a sentarse recto.
—La Sra. Mary está en la sala de espera, muriendo por verte, y también lo esta… um… Gaston —terminó de mala gana.
Sonreí y apreté su mano —Gaston ha sido un gran amigo en todo este tiempo.
Peter asintió. —Sí, se aseguró de amenazarme si vuelvo a hacerte daño. Luego me dio un resumen muy descriptivo de lo que ocurrió después de que me fui —Peter tragó saliva y apartó la mirada—. Por qué él hizo todo lo que yo tenía que hacer, le permito estar aquí.
Sonreí mientras Peter se levantó y fue hacia la puerta. —Sin embargo, si él acerca un poco sus labios a tu cara, toda esta tregua se acaba.
Reí, y Peter me dio una última sonrisa sexy antes de salir por la puerta para que mis amigos entraran. La Sra. Mary entró con el ceño ansioso de una madre preocupada en su rostro. —Oh, Lali, cariño, estoy tan feliz de verte despierta. Chica, me has dado el susto de mi vida. Señor, si hubiera sabido que las cosas estaban tan mal yo podría haber hecho algo. —Tocó mi mano, se inclinó y besó mi frente.
—Estoy bien ahora. ¿Cómo está Sam?
Sonrió y se sentó a mi lado, en la silla en que Peter había estado antes. —Él es maravilloso. Lo inicié en un poco de cereal de arroz, y ahora duerme toda la noche. Es un bebé feliz.
—Gracias, muchas gracias. No tengo que preocuparme por él cuando sé que está contigo. Significa mucho para mí que cuides de él —Las lágrimas picaron en mis ojos.
—No podría hacerlo de otra manera. Lali, cariño, tu eres mi familia también. Te amo como uno de mis hijos. No tienes por qué agradecerme nada.
Por sus palabras, las lágrimas cayeron. Tenía una familia ahora. Siempre hemos sido Jessica y yo contra el mundo, pero ahora tenía a otras a quienes amar y que me correspondían.
—Oh, Dios, si el amo Peter te atrapa llorando va a sacarme de aquí para siempre. Deja de hacer eso ahora. Tienes a Gas afuera con Peter, y por la manera en que se están mirando el uno al otro, no pasará mucho tiempo antes de que comiencen a pelear. Voy a irme. —Apartó mi mano—. Me alegra que regresarás a nosotros, dulzura. Te amamos —Se giró para irse.
—Sra. Mary.
Se detuvo y dijo—: ¿Sí, cariño?
Le sonreí a través de mis lágrimas. —Te amo, también.
Ella suspiró y secó una lágrima de su ojo. —Lo sé, chica, sé que lo haces. —Salió de la habitación.
Peter volvió a entrar y frunció el ceño, preocupado. —¿Estás bien? La Sra. Mary está llorando, y tú también —Se acercó y secó las lágrimas de mi rostro.
Le sonreí. —Son lágrimas de felicidad. Ahora, deja de preocuparte y deja entrar a Gas.
Asintió, pero no sonrió, y luego regresó al pasillo.
Gas entró con un ceño feroz en su rostro.
—Juro, Lali, que si alguna vez me asustas así de nuevo, no estoy seguro si sobreviva a ello.
Sonreí. —No tengo la intención de asustar a nadie otra vez.
Esbozó una sonrisa y se sentó a mi lado. —No pude estar mucho tiempo aquí cuando tú estabas um… inconsciente… Gas se negó a irse de tu lado, y sólo permiten entrar a una persona a la vez. Sin embargo, Gas me dejó entrar en una ocasión, pero él no se fue, estuvo en el pasillo tocando la guitarra y cantando. Te lo juro, tiene a todas las mujeres de este hospital enamoradas de él.
Rodé los ojos y reí. —No dejes que eso te afecte, Gas. Él es una estrella de rock. Estarían enamoradas de él aún sin que estuviera cantándome.
Gas suspiró y se recostó en la silla. —No lo sé, Lali. Soy un chico, y seré honesto contigo, ver a alguien como él en un rincón de un hospital, tocando sin parar y rehusándose a marcharse de tu lado, fue muy conmovedor. Me las he arreglado para dejar a un lado mi resentimiento hacia él.
Imaginé a Peter cantando para mí, y me hubiera gustado estar despierta para observarlo.
—Le amo —susurré.
Gas asintió. —Sé que lo haces. Lo has amado todo este tiempo que te conozco. Es algo que he llegado a aceptar. Nunca tuve una oportunidad. Él robó tu corazón primero.
Sonreí, tristemente, al amigo que siempre amaría. Él había sido mi caballero de brillante armadura cuando necesité uno.
—Te amo, también —dije, casi con un nudo en la garganta.
Me sonrió. —Lo sé. Sólo que no de la misma manera que a él.
—Eres el mejor amigo que he tenido, Gas. Has estado allí para mi cuando yo más te necesité. Nunca lo olvidaré. Pero él robó mi aliento en el primer momento en que hablamos. Él es mi aire.
Gas miró el suelo por un instante, y le di su tiempo. Finalmente, levantó la mirada hacia mí.
—Pensaba que él no merecía tu amor, pero
ahora creo que está tan enamorado de ti como tu de él. Quiero que seas feliz, y si él te hace feliz, entonces todo lo demás no importa.
—Él afecta todas mis emociones. Mi felicidad esta conectada a él.
Gas asintió y se levantó. —Sí, pensé lo mismo. —Miró hacia la puerta—. Va a entrar en cualquier momento y volverá a disgustarme, así que es mejor irme antes de que eso suceda.
Reí. —De acuerdo, gracias por todo. —Gas sonrió.
—Ha sido un placer —Salió de la habitación.
Sabía que siempre estaría allí cuando lo necesitara, pero en cierto modo, yo acababa de ponerlo en libertad.
Peter entró en la habitación, sonreía.
—¿Puedes intentar comer algo?
Pensé en comida y, de repente, estuve muy hambrienta. Asentí. —Sí, creo que sí.
Sonrió, abrió la puerta, y habló con una enfermera. —Ella quiere comer.
La enfermera asomó la cabeza y sonrió. —¿Estás lista para algo de gelatina?
Gelatina no era algo en lo que yo estuviera pensando, pero al parecer tenía que comenzar por alguna parte.
—Sí, por favor.
Asintió y salió de la habitación. Peter tomó su guitarra de la esquina, se sentó y comenzó a tocar. Sonrió, y la suave voz que lo había hecho famoso se unió a la guitarra.
:3
queda un cap :/
woww !! me encanta !! sube otro !
ResponderEliminarpobre lali!! peter un tierno quiero el otro.......
ResponderEliminarmasssssssssss
ResponderEliminarSon mas tiernos
ResponderEliminarGracias por subir otro capitulooo
Besos
Leti
Holaa :D oie por un lado odie que ella casi muera pero por otro lado EL VOLVIO :D
ResponderEliminarun hermoso, hermoso capitulo quiero mas
ResponderEliminaroye quiero el final jajajaja cuando termine que novela subiras?
ResponderEliminarQuiero saber que sera lo proximo :D y tambien lo leere, obvio
ResponderEliminarPasate :D ya subi mas en ambos
ResponderEliminarhttp://casijuegosca.blogspot.com.ar/ (se vienen los mejores capítulos)
http://amorencopos.blogspot.com.ar/