Observé mientras Peter y Lali se alejaban para su luna de
miel. Me sentía tan feliz por ellos que casi no podía soportarlo. Lali lucía
tan hermosa y tan jodidamente feliz.
—Bebé, despierta, estamos aquí, cariño. —Me incliné en la
camioneta y comencé a despertarla. Abrió los ojos y miró al valet que esperaba
para entrar y aparcar la camioneta.
—La ceremonia fue hermosa, cariño. ¡Simplemente hermosa! ¡Y
tú, eres la cosa más preciosa que he visto en mi vida! —me dijo la tía Lacy
mientras seguía tirando de mí en un abrazo y luego me jalaba de nuevo para
hacerlo una vez más. Comenzaba a sentirme mal por el constante tira y afloja.
Desperté a Lali con una bandeja llena de su desayuno
favorito. Panqueques, huevos, tocino y zumo de naranja. Pensaba que se habría
despertado con el ruido que hacía intentando cocinar todo en esa pequeña cocina.
Me desperté sintiéndome como si estuviera en las nubes. Oh,
Jesús… Esa fue la experiencia más increíble de mi vida. Tenía mi pesado trasero
descansando en el estómago de Peter y mi cabeza en su pecho. Mmh…
Lali se alejó de mí después del que juraba fue el beso más
poderoso de mi maldita vida. Jadeaba con fuerza mientras me miraba. Tenía una
cosa más que hacer.
Entré en la sala de espera de urgencias y al instante vi a Gas
y, oh, hombre, se veía mal. Se levantó y empezó a caminar hacia mí. Joder…
empezó a llorar. Oh, Dios, no… por favor no me la quites.
Emma, Rochi y yo pasamos casi toda la tarde limpiando y
guardando la comida de nuestra fiesta de Acción de Gracias. Todos los chicos
salieron al pórtico y oí a Garrett decir algo sobre una persona llamada Jess, que
iba a traer un nuevo caballo.
Me senté debajo del mismo roble bajo el que me había sentado
el día que Rochi y yo nos quedamos atascados aquí afuera. Estrella de Fuego
estaba caminando alrededor, comiendo tanta hierba como podía. Esperaba que nada
le asustara y saliera corriendo,
Lali estaba en el cielo con la abuela en la cocina el sábado
por la mañana. Mi corazón latía con sólo mirarla aprender todo lo que la abuela
le enseñaba acerca de cómo cocinar el pavo perfecto, así como la forma de hacer
un pastel de calabaza casero.
—Vamos, amigo. Ya nunca te vemos, Peter, excepto en las
prácticas de fútbol y los juegos. Vamos por una cerveza, sólo una maldita
cerveza —dijo Nico mientras me seguía fuera de mi camioneta.