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lunes, 17 de febrero de 2014

Capitulo:7



Tan pronto como bajé los escalones del autobús, le marqué a mi mamá. Contestó al segundo timbre. 
—Hola cariño.
A pesar de que ella no me podía ver, una amplia sonrisa apareció en mi rostro. 
—Oye,  mamá.  Solo  quería  llamar  y  ver  cómo  te  fue  en  la  cita  con  tu médico.  —Aunque  nunca  lo  admitiría  ante  ella,  me  había  preocupado  hasta  la muerte por ella. Hace tres años, nos enfrentamos a una crisis cuando un examen de rutina de mamá encontró un tumor. Ella había estado a través de la gama de quimioterapia  y  radiación,  junto  con  una  mastectomía.  Afortunadamente,  sin embargo, había estado fuerte y saludable desde entonces. Solo tenía que regresar para exámenes de rutina y análisis de sangre.
—Oh, muy bien. Todo está bien. No hay de qué preocuparse.
—¿Estás segura? Suenas cansada.
Ella se echó a reír.
—Es solo porque algunas de las chicas me convencieron para bailar otra vez. Me sobrepasé pensando que tenía veinte y no cincuenta años.
Tiempo  atrás,  mi  mamá  había  sido  una  bailarina  de  formación  clásica. Aunque  su  sueño  era  serlo  en  Julliard,  ella  también  viajó  y  se  fue  de  gira  concompañías locales. Una vez que fue demasiado vieja para bailar, abrió un estudio de baile. Fue financieramente exitoso para ella y exitoso para mí desde que conocí y cautivé los tutus de un buen número de bailarinas.
Negué con la cabeza. A pesar de que ella estaba tratando de dejarlo fuera me di cuenta de que había más. 
—Podría volver a casa si me necesitas.
—Juan Pedro, estoy bien. Lo que necesito que hagas ahora es mantenerte al día con las obligaciones de tu banda. Hay un montón de personas que dependen de ti. 
Mi madre era una de las pocas personas a las que les permitía llamarme por mi nombre de pila.
—Está bien, de acuerdo. Pero tú sabes que yo estaría allí en un instante si me necesitaras.
Podía oír el placer en su voz cuando dijo: 
—Por supuesto que sí. Pero, ya sabes, papá está solo calle abajo, y el resto de la familia. Solo preocúpate por ti.
Fue entonces cuando las puertas del autobús se abrieron. Perdiéndose el último escalón, Lali salió rodando del autobús, y tuve que correr hacia adelante para  atraparla  antes  de  que  cayera.  Ella  agarró  mi  bíceps  para  estabilizarse  a  sí misma. 
—Vaya, qué momento de chica rubia —murmuró, su rostro ruborizado de vergüenza—. Gracias, Peter. 
Le sonreí y luego le guiñé un ojo.
—Menos mal que pude salvarte de estampar la cara.
Lali  me  dio  una  pequeña  sonrisa  antes  de  apresurarse  lejos  de  mí  y desaparecer en el asiento del pasajero de la Tahoe esperando para llevarnos a cenar.
Nicolas y Vico salieron seguidos de Poli.
—¿Peter?  —La  voz  de  mi  madre  finalmente  me  trajo  de  vuelta  de  mis pensamientos de lo bien que se sintieron sobre mí las manos de Lali y lo delicioso que olía.
—Lo siento, mamá. Pequeña crisis femenina.
—¿Esa  era  Paula?  —Con  solo  esas  pocas  palabras,  el  tono  de  mi  madre señaló su desprecio por cualquier participación que tuviera con la diosa de cabellos oscuros que viajaba de vez en cuando con su padre que era un roadie de la banda.
Mamá odiaba el hecho de que Pula se presentara en todo el país solo para estar conmigo.
—No, no era ella. Su nombre es Lali. Y antes de que puedas preguntar, no, no es una groupie. —Entonces le di a mi madre una rápida explicación.
—Suena adorable.
Puse los ojos, pero no pude evitar reírme.
—Sí, estoy seguro que para ti lo es. Para mí es una maldita pesadilla, una supuesta  virgen  que  no  me  va  a  dejar  meterme  en  sus  pantalones  sin  unas mandíbulas de vida. Ella no está intimidada por mí. Por no hablar de que tiene dirección y ambición no solo en el mundo de la música, sino con enfermería. Y para colmo, viene de antecedentes increíblemente religiosos.
—¡Juan Pedro Lanzani! ¡No puedo creer que hayas hablado de entrar en los pantalones de una chica delante de mí! —me reprendió mamá.
—Lo siento —contesté, tímidamente—. Creo que he estado con los chicos por mucho tiempo. 
Ella se echó a reír. 
—Por favor, dime que no estás actuando como un completo animal y que muestras algo del respeto que infundía en ti, sobre todo a esta Lali.
—Yo trato... y voy a tratar con ella también.
—¿Es bonita? 
Sin perder el ritmo, respondí: 
—Ella es hermosa, justo como un ángel. —Me estremecí al momento en que  las  palabras  pensadas  escaparon  de  mis  labios.  ¿Qué  demonios  me  estaba pasando?
—Mmm-hmm  —murmuró  mamá  conocedoramente  en  el  teléfono—. Podría ser buena para ti si le dieras una oportunidad. 
—¡Vamos, Peter! —gritó POli.
—Mamá, tengo que irme. Estamos tomando una cena temprana.
—Está bien cariño. Hablaré contigo pronto.
—Te amo —proclamé.
—Yo también te amo —respondió ella. Justo antes de que pudiera colgar, dijo—: ¿Juan?
—¿Sí?
—Lo digo en serio acerca de darle a Lali una oportunidad. El destino tiene una manera divertida de intervenir en la vida de las personas.
Sabía lo que ella no estaba diciendo cuando mencionó al destino. Se refería a Dios. Ella y Lali se llevarían muy bien con su fe, algo a lo que nunca había sido muy apegado, para gran decepción de mi mamá. 
—Sí, lo que sea. 
Ella se echó a reír. 
—Ahí está la terquedad, el peor rasgo que heredaste de mí.
—Tengo un montón de buenos rasgos de ti.
—Sí, así como de tu padre. 
Gruñí  en  el  teléfono  ante  la  mención  de  él.  Mi  mamá  era  una  santa absoluta, que había sido capaz de perdonar a ese bastardo por dejarla por su joven, guapa y poco inteligente secretaria cuando tenía diez años. Yo, en cambio, todavía tenía problemas con él y mi madrastra.
Nuestro roadie principal, Frank, hizo sonar la bocina, haciéndome saltar. 
—Lo siento mamá, me tengo que ir. —Después de otra ronda de “te amos” colgué y me apresuré a subir a la camioneta. Inclinándome hacia adelante, le di golpecitos a Frank—. Entonces, ¿dónde vamos a comer?
Se volvió hacia mí y me sonrió.
—El equipo quería ese lugar de pizza que vimos bajando un poco por la carretera.
Miré  a  los  otros  chicos  que  hicieron  caras  y  fruncieron  sus  narices. Habíamos estado viviendo de pizza y Subways los últimos días que estuvimos en el Nation  Rock.  Desde  que  habíamos  estado  en  el  desierto,  no  hubo  una  mierda alrededor por kilómetros, lo que significaba que la elección de alimentos era muy limitada.
—El GPS dice que hay un bar/restaurante deportivo a unos cinco minutos de la carretera. Un punto caliente para los turistas y camioneros.
Me eché a reír.
—Si es un favorito de los camioneros, entonces debe ser bueno, ¿eh?
—Solo quiero una hamburguesa del tamaño de mi cabeza —declaró Vico.
Poli se humedeció los labios.
—Nah, un gran y jugoso filete con papas al horno untadas con mantequilla y crema amarga.
Atrapando la mirada de Lali, incliné la cabeza hacia ella—¿Camionero está bien para ti, Ángel?
A  pesar  de  que  trató  de  ocultarlo,  me  di  cuenta  de  que  estaba  muy incómoda ante la idea. Ante la sonrisa curvando mis labios, puso los ojos en blanco.
—Suena encantador. 
—Estoy seguro que no es la calidad a la que estás acostumbrada.
Girando en su asiento, ella me miró.
—Todavía  no  lo entiendes,  ¿verdad?  He  comido  casi  todos  los  animales imaginables, y la calidad ciertamente no había sido aprobada por la USDA. Una vez  más,  el  estilo  de  vida  misionero  es  duro.  No  llegas  a  las  personas  que  se hospedan en el hotel Hilton. Es la selva, la selva virgen y los barrios marginales.
Puse los ojos en blanco. 
—Sí,  sí,  has  vivido  una  dura  y  golpeada  vida  misionera.  ¿Quieres  una medalla o algo así? 
—¡No, solo estaba haciendo un punto en que no soy la prima donna que crees que soy!
—Bueno, has estado en los Estados Unidos desde que tenías doce. Por no mencionar que tu padre es pastor de una de las cinco iglesias más grandes en Texas, estoy  seguro  que  hace  un  bonito  y  buen  sueldo  con  el  diezmo  de  los  muchos miembros.
Las rubias cejas de Lali se dispararon. 
—¿Cómo sabes eso? 
Le sonreí.
—Hice  un  poco  de  investigación  en  mi  iPad  mientras  estábamos descansando.
—No voy a negar que tenemos una bonita casa y cosas buenas ahora. Pero más que todo se remonta al ministerio, incluso los niños dan mucho de su salario. Es la forma en que crecemos. Pero incluso si mi padre tenía un BMW y mi madre se vistió de bling, no importa cuánto te esfuerces, todavía voy a ganar, Peter. ¡Puedes apostar tu dulce culo en ello!
Vico y Poli se disolvieron en carcajadas mientras Frank apartaba la vista de la carretera para mirar a Lali con sorpresa. Quitando una mano del volante, se la ofreció a ella. 
—¿Puedo darle la mano a la única chica que he visto poner en su lugar a Peter Lanzani? 
Lali se rio y estrechó la mano de Frank. 
—Tengo tres hermanos mayores, así que estoy acostumbrada a ello.
—No nos han presentado anteriormente porque estos cabezas de chorlito parecen haber olvidado sus modales. Soy Frank Patterson.
—Lali Esposito. Encantada de conocerte.
—Lo mismo digo. —Él hizo un gesto con la cabeza hacia atrás en dirección a  mí—.  Ese  pequeño  sabelotodo  es  como  un  hijo  para  mí,  pero  necesita  ser derribado de vez en cuando. 
—Sigue hablando, Frank —murmuré.
Él se rio entre dientes mientras encendía el intermitente para girar en el restaurante.  Como  supuse  por  lo  lleno  del  estacionamiento,  probablemente  era mejor que la mayoría de los lugares en que nos detuvimos en el camino. Con todas las dieciocho ruedas estacionadas a lo largo del estacionamiento con el brillante cromado de algunas motocicletas en la delantera, eso también tenía un aire de mala muerte. La mayoría de las veces, los lugares de mierda estaban en lo alto en nuestra lista porque no tendríamos necesariamente que ser reconocidos. Había mucho que apreciar en la posibilidad de cenar en paz sin fanáticos empujando objetos en frente de ti para firmar o estampándote tu fotografía.
Frank se detuvo en un lugar de estacionamiento, pero mantuvo el motor al ralentí. 
—Voy a regresar a la carretera y ver a los chicos. Mándenme un mensaje cuando estén listos para salir, y vendré a recogerlos.
—Gracias hombre. Asegúrate de que los chicos consigan lo que quieran, pero vigila el alcohol —di instrucciones.
Frank me miró y me guiñó un ojo.
—No te preocupes. Siempre lo hago.
Le dio una palmadita en el hombro antes de saltar de la camioneta. 
Sin pensarlo abrí la puerta de Lali. Ella apartó la mirada de Frank para mirarme con sorpresa. Le tendí la mano. 
—Me di cuenta después de tu última caída, que debería asegurarme de que llevas todo bien. No quiero  enviarte  a tus hermanos  toda  magullada.  —Bajo mi aliento, murmuré—: Bueno, al menos sin disfrutarlo.
Ella  inclinó  la  cabeza  hacia  mí,  mientras  las  comisuras  de  sus  labios  se volvían una media sonrisa. 
—Escuché tu insinuación sobre tenerme magullada a través de... Bueno, ya sabes.
Me eché a reír. 
—Ahora  estoy  siendo  un  completo  caballero  como  solicitaste.  Donde quiera que vayan mis comentarios en tu pequeña mente sucia, es asunto tuyo.
Tomando mi mano entre las suyas, se rio. 
—Está  bien,  entonces.  —Una  vez  que  sus  botas  vaqueras  estaban firmemente sobre el pavimento, soltó mi mano—. Gracias, Peter
—De nada.
Mientras  comenzamos  a  caminar  por  el  comedor,  una  vez  más  abrí  la puerta para ella y sonrió.
 —¿Puedo decir que una chica podría acostumbrarse a esto?
—Bueno, era mi madre con quien estaba hablando por teléfono. Se aseguró de recordarme actuar como si tuviera educación a tu alrededor.
—Ni siquiera la he conocido y ya me gusta.  —Se acercó a mí, su aliento cerniéndose  sobre  mi  mejilla—.  Y  muy  dentro  de ti, está  el  hombre  que  estoy segura ella trabajó duro para criar. Solo tiene que salir más a menudo.
—¿Es eso cierto?
—Mmm-hmm.  —Sus  ojos  azules  me  dieron  una  mirada  fija—.  Porque cuando el caballero Peter sale, te hace muy irresistible.
Algo en la forma en que dijo esas palabras hizo que tuviera un escalofrío.
Tratando de recuperarme, mi mano fue a la parte baja de su espalda para empujarla a la mesa. 

—Sí, bueno, simplemente no te aferres a él, Ángel.
 Una mirada decepcionada brilló en su rostro, pero bajó la cabeza pensando que no llegaría a verla. Nico había pedido los mejores asientos para nosotros lejos de  la multitud,  y  nos  pusieron  en  una  habitación  lateral  con  un  escenario  algo anticuado  que  parecía  un  karaoke.  Me  sorprendí  al  ver  un  DJ  organizando  la música. —¡Ooh, tienen karaoke! —chilló Lali mientras se relajaba en su silla.
Poli gritó ante su entusiasmo. 
—¿Qué me dices de hacer un dueto tú y yo en un rato? ¿Probar quién es la voz detrás de la batería?
Ella inclinó la cabeza.
—¡Me encantaría!
Fue entonces que una muy caliente camarera, con poca ropa y un frente fabuloso  paseó  hacia  nuestra  mesa,  y  al  instante  mi  polla  se  movió  en  mis pantalones, alejando las ideas de ser un buen niño.  —¿Qué puedo ofrecerles?
Recostándome en la silla, dejé que mi mirada recorriera su cuerpo. 
—Hmm, es una pregunta capciosa —respondí sugestivamente.
Ella me guiñó un ojo antes de decir: 
—Quedémonos con el menú por ahora cariño.
Sonreí. 
—Está bien si es lo que tenemos que hacer. Queremos cinco cervezas…
—Cuatro. Quiero una Coca-Cola Zero —interrumpió Lali.
La camarera, cuya etiqueta de nombre, si no miente, decía Billie Jean, ni siquiera miró a Lali. En cambio, ella apretó los labios brillosos fuertemente hacia mí. 
—No tenemos Coca-Cola Zero aquí.
Apartando    mis  ojos,  prácticamente  podía  ver  el  vapor  saliendo  de  sus oídos. 
—¿Otra cosa para ti, Ángel?
—Soda de dieta entonces —refunfuño
Ladeé mi cabeza hacia Billie Jean. 
—Ángel  tendrá  una  soda de  dieta,  y  el resto  quiere una  cerveza.  Quizá deberías solo traer una jarra o dos.
—Lo  que  sea  para  ti  —respondió  con  un  guiño.  Ella  garabateó  en  su cuaderno—. ¿Algún aperitivo?
—Sí, tomaremos una muestra de todos sus aperitivos — replico Poli.
Mientras  Billie  Jean  se  iba  para  informar  nuestras  ordenes,  Lali  jadeó hacia Poli. 
—¿Hablas en serio sobre ordenar después de pedir todos esos aperitivos?
Él sonrió. 
—Tienes que ver cuando realmente tengo hambre, Ángel.
—Con mis hermanos, no debería esperar menos, ¿cierto?
—Puedes apostar.
Nicolas tocó el menú de Lali. 
—Ordena  todo y lo que sea  que quieras.  La cena  va por mí  cuenta esta noche.
—No, no tienes que hacer eso.
Él sonrió. 
—No tengo que hacerlo, pero quiero.
—Está bien, entonces. Lo aceptare esta vez —respondió.
Billie  Jean  regresó  con  nuestras  cervezas  y  la  soda  de  dieta  de  Lali  y empezó a tomar nuestras órdenes. 
—Tomaré la  hamburguesa  doble con queso, papas fritas  y una orden  de alubias a un lado —dijo Lali antes de extender su menú a Billie Jean.
—¿En serio vas a comer todo eso? — pregunté.
Ella sonrió. 
—Estoy muriendo de hambre. Incluso, también, podría ordenar postre.
Cuando Poli empezó a abrir su boca para decir algo que podía imaginar era algo sugestivo sobre Lali y el postre, ella lo señaló con su dedo. 
—Ni siquiera te atrevas. Ahora es tiempo de tú, yo y el karaoke.
Él se rio. 
—Soy bueno con eso. —Poli saltó de su silla y siguió a Lali al escenario.
Solo  otros  hombres  mayores,  en  su  mayoría  camioneros,  estaban  sentados  en nuestra sección, tomando cerveza y comiendo hamburguesas. Lucían como si no les importara una mierda sobre la presentación de Poli y Lali.
Mientras él empezaba a ir a través de la selección de canciones del libro,
Poli hizo una mueca. 
—Amigo, esta mierda es como todo de los 70’s y 80’s —gruñó.
—Con  la  apariencia  de  este  lugar,  ¿de  verdad  esperabas  que  alguna  de nuestras cosas estuviera ahí? —grité.
Poli me lanzó una mirada de muerte antes de regresar al libro de canciones.
—Ooh, ¿qué sobre esta? —sugirió Lali mientras señalaba con su dedo en el libro.
Las oscuras cejas de Poli se arrugaron. 
—Islands in the Stream. ¡Tienes que estar jodiendo!
—Por favor. Amo a Dolly Parton y Kenny Rogers. —Ella hizo un puchero hacia  Poli antes  de decir—.  Parte de  mí  se supone  que  sea  cantante  de  country, ¿recuerdas? Está en mi sangre.
—Bueno, yo amo las canciones de Dolly Parton… —Poli empezó antes de que Lali juguetonamente lo golpeara en el brazo.
—¡La próxima vez que te pegue será en las bolas!
Él alzo sus manos en rendición
—Bien, bien, me detendré. ¡No quiero que me estés pegando en las bolas, más que en el brazo!
—Gracias.
—Así que por ti, Ángel, Islands in the Stream será, pero voy a estar leyendo todo de la pantalla excepto el coro.
—Está bien  —respondió Lai, asintiendo hacia el DJ. Luego le pasó un micrófono a Poli antes de tomar un ella—. Bien, Poli. Sorpréndeme.
Él le dio un guiño. 
—Oh, planeo hacerlo.
La música empezó, y Poli miró hacia la pantalla para empezar a cantar su apertura. 
—Baby, when I met you there was peace unknown.
I set out to get you with a fine tooth comb.
(Nena, cuando te conocí hubo una paz desconocida. Me propuse conseguirte con un buen combo de dientes. )

Mientras su voz hacía eco a través de la habitación, las cejas de lali se alzaron  y  su  boca  cayó  abierta,  y  podía  decir  que  estaba  sorprendida  como  el infierno de que él pudiera realmente cantar y no la hubiese engañado. Entonces empezó a armonizar con él cuando la parte de Dolly vino. Cuando llegaron al coro el cual era familiar para poli, sobre todo porque solíamos improvisar para el remix de Mya/JZ  Ghetto Superstar, él se acercó a lali. Poli tenía un don para improvisar, y realmente estaba metiéndose en el papel de cantar sobre hacer el amor con Lali.
Ella  poseía  el  mismo  don  que  él,  y  estaba  impresionado  con  su  habilidad  para actuar, incluso en el sucio bar de karaoke. Tenía escrito por todo ella futura estrella.
Varios de los camioneros sentados alrededor de nosotros se dieron cuenta de  su  actuación.  Bueno,  supongo que  debería  decir  la  mayoría  tomó  nota  de  la  pequeña y caliente chica en el blanco vestido veraniego entrelazada con el cretino con el que estaba cantando.
No disfrutando de la manera en que me estaba sintiendo con respecto a lo que veía, salté fuera de mi silla.
—Necesito tener un escape —murmuré antes de huir hacia el baño. ¿Qué demonios estaba  mal conmigo? ¿Por qué me importaba una mierda  sobre  Lali actuando con Poli? Quiero decir, ella dejó bastante claro que no iba a darnos la hora del día a ninguno de nosotros. 

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