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domingo, 16 de febrero de 2014

Capitulo:4


—Sí, pero no como lo imaginas.
—Ya veremos —murmuró él antes de darme un guiño.
Me acomodó enfrente de los chicos en una de las sillas del Capitán. 
—¿Entonces, qué es lo tuyo, Ángel? —preguntó Poli.
Mis cejas se arrugaron en confusión. 
—¿Lo mío?
—¿Por qué estabas en Rock Nation? ¿Solo estabas viendo el panorama para pasar el rato con tus hermanos o qué?
Abrí mi boca para responder cuando Peter sarcásticamente replicó:
—Ella obviamente está en el negocio. Vino con una guitarra, idiota.
—Bueno,  sí  y  no,  sobre  estar  en  el  negocio  y  pasar  el  rato  con  mis hermanos. Se supone que estaré encabezando la gira con ellos en el otoño. Bueno, al menos con Jaime y Leon. Gas está planeando renunciar después de casarse en agosto.
—Guau, encabezar la gira es bastante grande —declaró Nicolas.
Asentì.
—Ni que lo digas. Hacer la gira con ellos la última mitad del verano es más o menos como un pretexto para ver si realmente quiero hacerlo. Si no, los chicos estarán reclutando a alguien más o seguir como un dúo.
Peter resopló con desprecio hacia mí. 
—¿Tienes la oportunidad de tu vida a tus pies, y no estás segura de querer hacerlo?
—No  es  que  no  lo  aprecie.  Es  solo  que  he  pasado  los  últimos  tres  años estudiando para ser enfermera. Estaba a punto de ir a través de las prácticas. —A su todavía expresión exasperada, agregué—: A la larga, pienso que salvar vidas y ayudar a personas quizá sea un poco más importante que entretener.
Él arqueó las cejas perforadas hacía mí. 
—¿No crees que la música salve personas?
—Bueno, yo…
—Una canción en particular puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para alguien que está en depresión o con ganas de suicidarse. La música puede inspirar y dar esperanza. Puede mostrar adoración y alabanza al amor y a las personas. —Él me dio una mirada mordaz—. Incluyendo a Dios.
Parpadeé varias veces en sorpresa a la pasión con la que él expresaba sus palabras.
—Tienes razón. La música puede alterar y cambiar la vida.
Peter señaló hacia la guitarra. 
—Entonces tócanos algo.
—¿En serio? —pregunté, mirando de Peter a los otros chicos.
Poli sonrió.
—Sí, mi amor (en español)
Puse mis ojos en blanco. 
—Suficiente con el Español.
—Pero te dije cuan caliente me pone escucharlo de tus labios.
Con una sonrisa seca, respondí:  —Pero no estoy interesada en calentarte.
Un coro de “Ooohs” sonaron a través de la cabina de Peter y Vico hacia Poli, quien solo sacudió la cabeza.
—Hombre quemado —bromeó Vico con una sonrisa.
—Bien,  pienso  que  ahora  es un buen  momento  para  establecer  algunas reglas para nuestra apuesta —dije.
—¿No estás acobardándote, cierto? —preguntó Peter.
Arrugué mi nariz. 
—Ew,  odio  esa  palabra.  —Cuando  él  empezó  a  repetirla,  le  mostré  el dedo—. Me quedaré en este autobús una semana y ganaré la apuesta, pero habrá unas  cuantas  reglas,  o  supongo  que  debería  decir  algunas cortesías  que  espero ustedes sigan. 
—Estoy de acuerdo con Lali —dijo Nico.
—Tú dirás —murmuró Peter.
—Primero, necesitan  respetarme a mí y a mis  límites.  De momento, no estoy aquí para ser ninguna de sus cosas de una noche, así que apreciaría si dejan de ligar conmigo.
La expresión jovial de Poli se desvaneció.
—¿Quieres decir que no piensas que soy ardiente?
Desde que él parecía casi herido, tuve que considerar mi estrategia. 
—Poli,  eres  un  chico  muy  apuesto.  Ya  puedo  sentir  que  tienes  un  gran corazón  y un increíble  sentido  del humor. Cualquier chica estaría  ciega  por  no quererte.  —Cuando  él  sonrió  y  sacó  el  pecho  a  los  otros  chicos,  yo  levanté  la mano—. Pero pienso que ambos sabemos que, al final del día, no estás buscando una relación conmigo, ¿cierto? Solo estás tratando de meterte en mis bragas.
Un sonido extraño vino de la parte de atrás de su garganta ante la mención de mi ropa interior. 
—Sí, lo estoy —admitió finalmente con una sonrisa inocente.
Regresé su sonrisa mientras mi mirada vagaba sobre Peter y Vico. 
—Así  que,  como  estaba  diciendo,  apreciaría  si  me  mostraran  algo  de respecto, también, no coqueteándome o, al menos, tratando de bajar el tono del lenguaje  e  insinuaciones  sexuales.  En  algún  lugar  profundo  dentro  de  ustedes tienen el potencial de ser caballeros, y solo están esperando para tratar a las mujeres como algo más que solo juguetes deseables, ¿verdad?
Con una sonrisa, Peter respondió: 
—No sé nada de eso.
—Oh, si tu madre estuviera en este autobús, ¿actuarías de la misma forma en que los estás haciendo ahora?
Él frunció el ceño. 
—No, no lo haría.
—Bien. Entonces todos estamos de acuerdo en que vas a tratarme como un caballero. ¿Algo que te gustaría pedirme?
Peter se acercó hasta que estuvo inclinado sobre mí, y tuve que luchar con la urgencia de alejarme de él.
—Si  vamos  a  actuar  como  caballeros,  entonces  también  necesitas asegurarte que tu guardarropa no sea… tentador.
Eché un vistazo a mi vestido de verano. Ya que llegaba por debajo de mis rodillas y a menudo lo usaba en la iglesia, encontré su petición chocante. 
—¿Hay algo malo con esto?
Cuando miré hacia él, la mirada hambrienta de Peter se había posicionado en mi escote. Aclaré mi garganta a lo cual él replicó: 
—Estás mostrando demasiada piel con los tirantes delgados y las piernas, así que sugeriría jeans y camisetas de ahora en adelante, mientras más anchos mejor
—Bien. Voy a estar feliz de cumplir —repliqué.
—Y eso  va  también  para la ropa de dormir.  Ninguna  camisola con esos pantaloncitos cortos.
Mordí mi labio cuando pensé en los pijamas que tenía en mi equipaje. 
—Uhm,  está  bien.  Puedo  intentarlo.  Pero  podría  tener  que  hacer  una parada en Wal-Mart o Target antes de esta noche para conseguir algunos pijamas y camisetas
La cara de Peter se extendió en una sonrisa. 
—Estoy contento de escuchar que estás deseando trabajar con  nosotros. Después  de  todo,  ¿qué  de  bueno  puede  salir  de  tener  a  un  grupo  de  hombres cachondos todos excitados?
Él lamió sus labios lascivamente, y yo apreté mis dientes antes de replicar:
—Absolutamente nada.
—Bien.  —Luego  Peter  se  volteó  y  me  trajo  el  estuche  de  mi  guitarra—. Ahora, por favor, regálanos a todos tu estilo de canto.
—Estaría feliz de hacerlo. —Me incliné y abrí las cerraduras de mi estuche.
Cuando saqué mi guitarra, Peter la miró sorprendido—. ¿Qué hay de malo con ella?
—Nada. Es solo que yo esperaba…
—¡Vas a tener que saber que esta es una Gibson Hummingbird que costó tres grandes! ¡Trabajé muy duro para pagarla!
Él sonrió. 
—Ángel, es una guitarra increíble. Y lo que estaba a punto de decir antes de que me interrumpieras era solo que esperaba que fuera toda brillante como la de Taylor Swift.
Sacando  mi  púa,  la  agité  hacia  él  y  le  guiñé  un  ojo.  Echó  un  vistazo  al brillante púrpura antes de lanzar la cabeza hacia atrás y reírse a carcajadas. 
—Oh Ángel, estoy contento de ver eso. Tú no decepcionas.
Una vez que ajusté la guitarra en mi regazo, incliné mi cabeza a los chicos. 
—Hum, ¿y qué es lo que quieren que toque?
—Danos lo que hiciste para los ejecutivos de la disquera. Obviamente los impresionaste si iban a dejar que un desconocido encabezara una  gira —sugirió Vico.
Asentí con la cabeza. 
—Está bien, toqué la guitarra en vez del piano, una versión de Someone Like You de Adele.
Las cejas de Peter se alzaron por la sorpresa. 
—¿Adele?
Por  su  tono,  me  di  cuenta  de  que  pensaba  que  no  había  manera  en  el infierno  de  que  yo  tuviera  una  voz  que  se  acercara  de  ningún  modo  a  la  suya.
Apreté los labios. 
—Sí, Adele —respondí.
Cruzó los brazos sobre el pecho y siguió dándome una mirada escéptica.
—Muy bien, entonces. Asómbranos, Ángel .
Puse los ojos en blanco antes de aclararme la garganta y tocar unos acordes
de calentamiento. Entonces empecé la melodía de apertura de la canción.
“I heard
that  you're  settled  down”.
  Quería impresionar a los  chicos,  pero  tenía muchas ganas de mandarla fuera de lo tranquilo para poner la sonrisa de imbécil de Peter en su lugar.  Así que  hice lo  único que  sabía  hacer a la  hora de  una  actuación, me desconecté de ellos. Se trataba de mí, la guitarra, la música y la melodía. A medida que mi voz hizo eco a través de los lugares cerrados de la cabina, cerré los ojos, viviendo  y respirando  la letra.  Derramé  mi alma  para alcanzar  las notas  altas y bajas, mientras mis dedos recogían los acordes familiares.
Cuando terminé el coro, mis ojos se abrieron de golpe, y dejé de cantar.
Seguí tocando los acordes mientras miraba alrededor a los chicos. No pude evitar reírme de sus expresiones. 
—¿Entonces? —pregunté.
Poli sonrió. 
—Tú cantas como un ángel.
Solté un bufido. 
—Canto como un ángel, ¿eh? Supongo que es una buena descripción ya que ustedes siguen llamándome así.
Cuando miré a Vico, estaba sacudiendo su cabeza. 
—Maldita sea, chica, no me extraña que reventaras a esos ejecutivos. Eres como una mini Adele.
El calor inundó mis mejillas. 
—¿En serio?
—¡Demonios sí! Más pequeña y más bonita, sin embargo. —Vico golpeó mi espalda entrañablemente como lo haría a uno de los chicos.
Un poco demasiado duro, ya que me causó que gritara. Sus ojos se abrieron. 
—Oh, lo siento. Olvidé que eres tan delicada.
Me eché a reír. 
—No soy tan frágil, pero no soy uno de ustedes tampoco.
Al siguiente que miré fue a Nicolas quien tenía una expresión de genuina admiración. 
—Eso fue absolutamente increíble. No solo tienes una voz poderosa, sino la emoción que pones en ella. —Él cerró los ojos por un momento—. Inspirador.
Incapaz  de  evitar  que  una  sonrisa  se  mostrara  en  mi  cara,  dije efusivamente:
—Ah, gracias.
Por último, me atreví a mirar a Pter. Estaba apoyado contra la encimera de la cocina, con los brazos cruzados sobre su pecho. 
—¿Y? —pregunté, finalmente.
Su sonrisa registrada se curvó en sus labios. 
—Después de esas buenas críticas, ¿realmente  te  importa una mierda lo que yo tenga que decir?
—Por  supuesto  que  sí.  Después  de  todo,  eres  el  cantante  principal  de Runaway Train.
—Uh, Nic y yo cantamos también —respondió Poli.
Me eché a reír. 
—Lo que sea.
Peter se pasó la mano por la barbilla. 
—¿Has tenido clases de canto?
Mis cejas se fruncieron. 
—Cuando mis hermanos entraron en escena, mis padres me dejaron tener algo de entrenamiento. Antes de  eso, realmente no podíamos  permitírnoslo. En ocasiones, algunas personas del ministerio trabajaban con nosotros.
Él asintió con la cabeza. 
—Justo como lo esperaba.
—¿Qué?
—El verdadero talento dado por Dios —respondió con un guiño.
Su respuesta me sorprendió, y solo me senté allí, con la guitarra todavía en mi regazo, mirándolo fijamente. Él se apartó de la mesa y se acercó a mí. 
—Hay gente que puede gastar miles de dólares en clases de canto y nunca, nunca exudar ni una pequeña onza del talento que acabas de mostrar en un autobús apestoso rodando por la autopista.
—Gracias —chillé.
—Creo  que  podrías  darle  a  Adele  un  plazo  para  su  dinero  en  cualquier momento.
Una risa nerviosa escapó de mis labios. 
—Ah, bueno, yo no sé nada de eso.

Peter  se  puso  en  cuclillas  delante  de  mí,  y  yo  traté  de  ignorar  cómo  mi cuerpo  vibraba  en  respuesta  a  su  cercanía.  Nunca,  jamás,  había  experimentado nada como esto en mi vida. Era como si cada molécula de mi cuerpo cobrara vida, y cuanto más cerca estaba de mí más me emocionaba. Vaya. ¿Cómo podría estar teniendo una reacción hacia él? ¡Era un idiota egocéntrico!

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dias locos por aca por eso no he subido
peerrrooo.... un comentario y les subo otro 

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