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martes, 18 de febrero de 2014

Capitulo:11


—Y eso es triste porque a pesar de algunos de tus fallos, realmente vale la conocerte y preocuparse por ti. 

Peter parpadeó un par de veces por mis palabras mientras pasaba el pulgar por mi pómulo. Se inclinó, y justo cuando tomaba aliento porque pensé que iba a besarme, plantó un tierno beso en mi mejilla. 

—Gracias,  Lali.  Tal  vez  mi  madre  tenía  razón  cuando  afirmó  que  el destino nos unió.
Mis ojos se abrieron por su declaración. 
—Puede ser —murmuré.
Después de estar allí, mirándonos el uno al otro por un momento, palmeé el hombro de Peter. 
—¿Te sientes mejor ahora?
Él se encogió de hombros. 
—Lo mejor que pueda estar, supongo. 
—¿Necesitas un poco de agua o leche antes de ir a dormir? 
Las comisuras de sus labios tiraron hacia arriba.
—¿Vas a ofrecer leerme un cuento antes de dormir después?
Me eché a reír. 
—No, solo estaba tratando de cuidar de ti. 
—Me estabas cuidando como una mamá —murmuró él mientras la tristeza se apoderaba de su rostro.
—Bueno, si no necesitas nada más, creo que me iré a la cama.  —Cuando me encaminé hacia mi lugar, Peter me agarró del brazo, tirando de mí en contra de él. 
—Duerme conmigo —me susurró al oído.
Me aparté, lista para lanzarle una diatriba por jugar con mis emociones, por hacer movimientos conmigo, cuando la expresión atormentada en su rostro me paró en seco.
Miró suplicante a mis ojos. 
—Todavía  estoy  tan jodidamente asustado,  Ángel.  Necesito  alguien  solo para abrazar esta noche, así no tengo que estar solo.
Tuve  que  luchar  para  recuperar  el  aliento.  ¿Cómo  era  posible  que  el individuo  vulnerable,  roto,  en  frente  de  mí  y  el  arrogante  Peter,  absorto  en  sí mismo, que me enfurecía fueran el mismo?
—¿Nada raro?
Negó con la cabeza. 
—Lo juro.
Mordí  mi  labio  mientras  sopesaba  mis  opciones.  Después  de  su  crisis emocional, no podía imaginar ser cruel dejándolo solo. Traté de pensar en cómo me sentiría si fuera mi madre.
—Está bien, lo haré. Si te hace sentir mejor.
Inclinándose hacia adelante, me dio un tierno beso en la mejilla. 
—Gracias, Ángel.
Mi pulso se aceleró tan rápido que puse mi mano sobre mi camiseta para asegurarme de que mi corazón no fuera a explotar de mi pecho. ¿Qué me estaba pasando? Un minuto  estaba  reconfortando a Peter y luego estaba teniendo todos estos sentimientos inadecuados por él, corriendo a través de mí. Por último, le dije: 
—No hay de qué.
Vico dio un paso adelante. 
—Toma la cama esta noche, hombre.
—No, es tu noche. 
Con un encogimiento de hombros, Vico respondió: 
—Es lo menos que puedo hacer y todo eso. —Su mirada parpadeaba sobre la mía—. Además, será más cómodo para Lali.
—Te lo agradezco, pero no quiero lástima. ¿De acuerdo? —respondió Peter.
A  pesar  de  que  era  bondad,  no  lástima,  lo  que  Vico  estaba  ofreciendo, asintió con la cabeza. 
—Lo que sea. Es tuya si la quieres. Solo recuerde eso.
—Gracias. 
Balanceándose  sobre sus  pies, Vico  finalmente  dio un  paso adelante. Él tentativamente puso un brazo alrededor de Peter. 
—Lo siento, amigo. Realmente lo hago.
Peter palmeó la espalda de Vico.
—Gracias. Te lo agradezco. 
Cuando Vico se alejó, Nico tomó su lugar. Peter se aferró a él, y me di cuenta que estaba luchando para no perder sus emociones de nuevo. 
—Estamos aquí para ti, hermano. Estamos contigo hasta el final, hasta el infierno y de regreso. ¿Entiendes? —dijo Nico.
—Sí, lo sé. 
Tomando a Peter por los hombros, Nico lo miró casi como lo haría un padre a un hijo. 
—Cualquier  cosa  que  necesites,  la  tienes.  Cancelaciones  de  la  gira  o retrasar el  álbum,  ya  está  hecho,  ¿de  acuerdo?  Sin  hacer  preguntas  y sin tomar ninguna mierda de la productora.
—No puedo defraudarlos, chicos —protestó Peter.
—Hay otras cosas en el mundo, además de las grabaciones y entradas para conciertos. Sea cual sea el tiempo que necesites para estar con tu mamá, tienes mi bendición. —Miró a su alrededor a Vico y a Poli antes de añadir—: Y si alguno de estos hijos de puta tiene algo que decir al respecto, voy a noquearlos.
Vico levantó la mano. 
—Oye, son mis hermanos. Somos los cuatro mosqueteros: “Todos para uno y uno para toda la mierda”. Estoy unificado en las decisiones que la hermandad hace, y voy a ir cara a cara con los ejecutivos si quieren darnos problemas. Quiero decir,  me  retiré  de  la  escuela  de  derecho,  ¿recuerdas?  Puedo  encontrar  una escapatoria al contrato, así. —Él chasqueó los dedos para darle efecto.
Las lágrimas brillaron en los ojos de Peter. 
—Gracias a todos.
Me di cuenta de que AJ había estado notablemente tranquilo. Por último, saltó  de  su  litera.  Él  y  Peter  se  quedaron  mirando  el  uno  al  otro  durante  unos segundos antes de caer en los brazos del otro. 
—Amigo, no sé qué coño decir. Mi corazón está destrozado, por Susan y por ti —se lamentó Poli con voz ahogada contra el pecho de Peter.
—Está bien, hombre. No tienes que decir nada —respondió Peter.
—Pero quiero. Quiero decir y hacer todas las cosas bien porque has sido mi mejor amigo de mierda desde que teníamos once años.
Las lágrimas fluyeron libremente por mis mejillas al ver todo el amor entre los chicos. Las arrastré con el dorso de las manos. Peter finalmente se apartó de Poli y le dio una sonrisa triste. 
—Está  bien,  basta  con  la  acción,  estamos  llorando como  un  montón  de maricas. No sé quién se llevó nuestras bolas, pero suficiente con las emociones de mierda.
Ante  mi  brusca  respiración  y  lo  que  supongo  que  fue  mi  expresión horrorizada,  Peter  se  echó  a  reír.  No  pasó  mucho  tiempo  antes  de que  todos  los chicos se unieran a él. Crucé los brazos sobre el pecho, y resoplé: 
—¡Bueno, me alegra haberlos divertido chicos!
Poli me guiñó un ojo. 
—Necesitábamos eso, Ángel. 
—Lo que sea —contesté.
—Está  bien,  el  show  terminó.  Vuelvan  a  la  cama  chicos  —instruyó Nico.
Vico bostezó y asintió con la cabeza.
—-Buenas  noches,  muchachos.  Buenas  noches,  Lali  —dijo  antes  de regresar a la habitación.
—Buenas noches —dije después de él.
Nico y Poli dijeron sus buenas noches y luego regresaron a sus camas, dejándome completamente a solas con Peter.
Mientras miraba las sábanas arrugadas de su cama, le pregunté: 
—Entonces, ¿quieres hacer esto? 
—¿Puedo hacerte la cucharita? 
Mis cejas se alzaron. 
—¿Puedes qué? 
La sombra de una sonrisa aleteó en los labios de Peter. 
—¿Realmente no sabes lo que es eso, verdad? 
Un rubor avergonzado llenó mis mejillas cuando agaché la cabeza. 
—No —murmuré.
El dedo de Peter estuvo bajo mi barbilla e inclinó mi cabeza para mirarlo. 
—Está bien. Te  lo voy  a mostrar.  —De rodillas,  se acercó a través  de la litera hasta pegarse a la pared. Luego se volvió de lado enfrentándome. Luego me hizo una seña con la mano. Suspiré. Era ahora o nunca. Me acomodé a su lado.
—Ahora ponte de lado —indicó.
Rápidamente  me  volteé  para  no  quedar  frente  a  él.  Mi  respiración  se detuvo cuando lo sentí acurrucarse detrás de mí. Su brazo se deslizó alrededor de mi cintura para cubrirme a través de mi cadera. A continuación, puso su barbilla en mi cuello. Su aliento era cálido contra mi piel, él preguntó: ¿Esto está bien?
Intenté desacelerar mi rápida respiración. La verdad era que se sentía tan bien estar tan cerca. A pesar de que era solo para consolarlo, se sentía peligroso e ilícito compartir una cama con Peter.
—Lali, ¿esto está bien? 
Peter raramente usaba mi nombre real, así que sabía que estaba realmente preocupado. Me agaché para agarrar su mano en la mía. Apreté con fuerza antes de mirarlo por encima del hombro. 
—Está bien. 
La sonrisa sincera que me dio hizo que mi corazón revoloteara. 
—Gracias.  Nunca  olvidaré  esto.  —En  voz  baja,  murmuró—:  Nunca  te olvidaré.
Cerré los ojos y me obligué a dormir. Con el calor del cuerpo de Peter contra el mío y el aumento rítmico de su pecho contra mi espalda, no pasó mucho tiempo antes de que me dejara llevar por un sueño profundo y satisfe
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