Datos personales

jueves, 15 de mayo de 2014

Prologo



Contigo soy feliz
desde el instante en que te vi
y ahora comprendo que sin ti
ya no podré vivir...
NINO BRAVO,
Contigo soy feliz

Lali tenía los ojos cerrados y la suave brisa de verano se colaba por entre sus pestañas; la arena le hacía cosquillas en los pies y la luna sonreía con ella. Todavía llevaba puesto el vestido que su madre le había regalado para la ocasión, pero había dejado de prestarle atención a esa tira que no dejaba de caérsele por el hombro y se había olvidado del color exacto de la tela; un rosa demasiado pálido que Lali jamás habría elegido.
Hoy cumplía dieciocho años y para celebrarlo sus padres las llevaron a las dos, a Lali y a su hermana pequeña Alexia, a cenar a un restaurante que había muy cerca de la playa. Al terminar, y dado que era un día especial, Lali convenció a sus padres para que la dejasen salir un rato con sus amigas. Su padre accedió a regañadientes, era un hombre que imponía unas normas de conducta muy estrictas y al que no le gustaba que sus hijas saliesen entre semana, y mucho menos pasadas las diez de la noche; pero era verano y Lali le recordó que en unos meses empezaría la universidad y que estaría mucho tiempo sin ver a sus compañeras de clase.
Aunque la explicación con la que Lali convenció a su padre era verdad, ella no había quedado con Lucía y María, había quedado con Peter . Y no sabía por qué era incapaz de contárselo a nadie. Sus padres conocían a Peter  y les gustaba, y sabían que ella y él eran amigos. Quizá por eso no se lo había contado, pensó nerviosa. No se lo había contado porque en realidad ella quería que Peter  fuese algo más que su amigo. ¿Y si Peter  no quería lo mismo? ¿Y
si se reía de ella o la miraba con lástima? Se estremeció solo de pensarlo y tras abrir los ojos optó por caminar un poco y acercarse más al mar.
La brisa la guio hasta un pequeño montículo de tierra y decidió que era el lugar perfecto para sentarse y deleitarse con las vistas. Observó el mar a lo lejos; la marea se había llevado consigo las olas, pero allí todavía olía a sal. Escuchó el sonido de una moto inconfundible y un escalofrío que no tenía nada que ver con la brisa le cubrió la piel.
—Hola, cumpleañera —la saludó Peter .
Lali giró la cabeza y le sonrió.
—Llegas tarde... —lo riñó, aunque al mismo tiempo dio unos golpecitos en la arena para indicarle que se sentara a su lado.
—Lo sé. —Peter  dejó el casco encima de su amada moto, un trasto que era un milagro que arrancara, y se acercó a Lali. No se sentó a su lado, sino que se colocó delante de ella, a escasos centímetros de distancia—. Felicidades —le dijo con la voz algo ronca, y cruzó los dedos para que ella no se diese cuenta.
Lali se quedó mirando la caja que Peter  sostenía entre las manos. No esperaba que él le hiciera un regalo, ella sabía mejor que nadie las horas que se pasaba Peter  trabajando para poder ahorrar e independizarse.
—No tenías que comprarme nada —le dijo sin coger el paquete.
—No digas tonterías. —Colocó la caja encima del regazo de Lali e insistió—: Ábrelo.
Lali buscó los ojos de Peter  y vio en ellos una vulnerabilidad que no esperaba. Él tenía miedo de que rechazara el regalo. Rompió el papel sin ninguna delicadeza y se quedó atónita al descubrir lo que ocultaba. Una cámara de fotos, pero no cualquiera, la cámara que ella no le había dicho a nadie que quería; excepto a él, porque Peter  era el único que al parecer entendía la fascinación que Lali sentía por la fotografía.
—¡Oh, Dios mío! —Le lanzó los brazos alrededor del cuello—. ¡Gracias, Bastian!
—De nada —consiguió farfullar él después de tragar saliva varias veces.
En los tres años que hacía que la conocía la había abrazado varias veces, cinco para ser exactos, y en ninguna de las ocasiones había estado preparado para el impacto que suponía tener a Lali entre los brazos. Llevaba tanto tiempo resistiendo lo que sentía por
ella que Peter  tardó unos minutos en controlar los latidos de su corazón. Había llegado el momento. Por fin podía confesarle a Lali lo que sentía. O al menos una parte. Hoy ella cumplía dieciocho años y estaba a punto de empezar una nueva etapa en la vida. Una etapa de la que él quería formar parte, siempre que Lali se lo permitiera, por supuesto. Levantó una mano y le acarició el pelo, y notó enseguida que ella empezaba a temblar. ¿La habría asustado?
Peter  le estaba acariciando el pelo. ¿Era posible? ¿No estaba soñando? Hacía tres años que lo conocía, pero había sido durante esos últimos meses cuando por fin había comprendido qué era aquella sensación que se instalaba en su estómago cada vez que lo veía. Había llegado el momento. Por fin podía decirle a Peter  lo que sentía. Se había pasado incontables noches soñando con él, temerosa de que la rechazara, de que le dijera que la veía como a una amiga, o algo incluso peor, como una hermana pequeña. Lo notó temblar y se armó de valor. Aflojó los brazos y se apartó un poco para poder mirarle a los ojos. ¿Cómo empezar? Se olvidó de respirar, los ojos marrones de Peter , unos ojos que había visto reír tantas veces, estaban fijos en ella y brillaban tanto que parecían casi negros. Se lamió el labio inferior y él siguió el movimiento con las pupilas. Peter  había colocado las manos en la espalda de Lali, y ella notó que él apretaba los dedos, y también vio que la nuez de Adán subía y bajaba con lentitud.
—Peter , yo...
No la dejó terminar. Peter  obedeció a su corazón y dejó de luchar contra lo que llevaba tanto tiempo deseando hacer. La besó. Agachó despacio la cabeza, lo suficiente para que ella pudiese rechazarlo, pero no lo bastante como para que él pudiera cambiar de opinión. Esperó hasta el último instante para cerrar los ojos, quería grabar para siempre aquel precioso instante en su memoria. Y cuando sus labios tocaron los de Lali, Peter  respiró por primera vez en la vida. Se quedó quieto, absorbiendo el calor que emanaba de ellos y sintiendo la respiración de ella pegada a su piel. No se movió, pero levantó despacio una mano y volvió a acariciarle el pelo. Lali tardó unos segundos en responder al beso, una eternidad que se desvaneció con un mero latido cuando ella volvió a rodearle el cuello con los brazos. A Lali nunca la habían besado, y lo que él había hecho antes de conocerla prefería olvidarlo. Aquel beso era el primero de ambos, el beso que los dos recordarían durante el resto de sus vidas. Su primer beso, el primero de muchos y, por lo que atañía a
Peter , el primero que daba a la única mujer de su vida. Separó un poco los labios y con la lengua buscó un beso más íntimo. Lali lo imitó y sus bocas se fundieron. Ella tembló, él también. La dulce inexperiencia de ella, la desesperación de él por descubrir el amor por primera vez. Se besaron una y otra vez, Peter  le sujetó el rostro con las manos y trató de consumirla con sus besos, de explicarle que jamás había sentido nada parecido por nadie. La estaba besando, y ella le estaba devolviendo los besos. La vida podía ser maravillosa. Deslizó las manos del rostro de Lali hacia sus brazos y buscó los dedos de ella. Los encontró en su nuca y entrelazó los suyos con los de Lali para que lo soltara. La besó con dulzura dos veces más. Tres. Y se apartó un poco.
—¿Te gusta la cámara? —le preguntó con la voz incluso más ronca que antes.
—Mucho —le sonrió sincera—. Pero no tendrías que habérmela comprado.
—¿Por qué? Quería comprártela desde el día que me la enseñaste. Vi cómo la mirabas en ese escaparate, además, así ya no tendrás ninguna excusa para no apuntarte a un curso de fotografía.
Lali desvió la mirada hacia la caja que contenía la cámara y empezó a abrirla.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó él confuso por la reacción de Lali.
—Preparando la cámara —le explicó ella sin apartar los ojos de la tarea que tenía entre manos. Levantar solapas de cartón, abrir bolsas de plástico, comprobar que la batería estaba cargada, quitar la tapa del objetivo. Apuntar. Disparar.
—¿Acabas de hacerme una foto? —preguntó Peter  con una sonrisa algo tímida.
—Sí. —Lali miró la pequeña pantalla y observó la expresión que había conseguido capturar—. Muchas gracias, Peter .
Él no dijo nada sino que le colocó un dedo bajo el mentón y le levantó la cabeza un poco. Justo hasta poder verle los ojos.
—De nada. —Tomó aire y añadió—: Tenemos que hablar, Lali, pero antes necesito volver a besarte. ¿Puedo?
Lali asintió y se acercó a él.
Peter  apartó con cuidado la cámara, que dejó en el suelo junto a los dos, y sujetó de nuevo el rostro de Lali entre las manos. Seguían temblándole, pero no le importaba. Quizá con el paso del tiempo, cuando ya llevara más de cincuenta años al lado de Lali,
dejaría de parecerle un milagro que ella quisiera que él la tocase. Inclinó la cabeza y colocó los labios encima de los de ella. Durante unos segundos ninguno de los dos se movió y cuando ella suspiró, Peter  sintió cómo el aliento de Lali se deslizaba por su garganta. Nada le había preparado para aquello y su cuerpo reaccionó sin consultárselo a su cerebro. Deslizó la lengua por el labio inferior de Lali y ella tembló. Poco a poco Lali fue entreabriendo la boca y Peter  se perdió en ella. Lali se sujetó a la camiseta de él y Peter  apartó los labios para poder besarle el rostro, el cuello. Ella echó la cabeza hacia atrás y suspiró, y él pensó que estaría dispuesto a hacer cualquier cosa para escuchar aquel sonido durante el resto de su vida. Lali aflojó las manos y con una acarició el pelo de Peter . La otra la deslizó por uno de los antebrazos de él y notó que el músculo se flexionaba bajo sus yemas.
—Había soñado tantas veces con esto —dijo él pegado a su piel—. No puedo creerme que esté aquí contigo —siguió como si estuviese hablando consigo mismo—. Seguro que ahora me despertaré en mi cama.
—Yo también he soñado con esto —confesó Lali, a la que con cada beso le costaba más pensar—. Tenía miedo de que todo fueran imaginaciones mías.
Peter  levantó la cabeza y la miró con una ceja enarcada.
—No. Es real, Lali. Llevo meses esperando este día. —En realidad eran años, pero Peter  no quería abrumarla. Deslizó los labios por una clavícula y atrapó el tirante del vestido entre los dientes. Sintió la tentación de tirar de él, pero la miró a los ojos y al ver las intensas emociones que se reflejaban en ellos, idénticas a las de él, lo soltó y depositó un beso en el hombro. Se apartó y notó que ella le miraba confusa—. Tenemos que hablar.
A Lali se le hizo un nudo en el estómago. Peter  la había besado y le había regalado una cámara, seguro que ahora no iba a decirle nada malo, pero Lali había visto las suficientes películas como para saber que esa frase no solía augurar nada bueno.
—Claro —le dijo tras humedecerse el labio inferior. Era curioso, pensó, la piel seguía igual que antes, pero ahora notaba rastros del calor de Peter  en ella.
—Te quiero, y quiero irme contigo a Madrid.
Lali tardó varios segundos en reaccionar. ¿Peter  la quería? ¿Quería irse a Madrid con ella?
—Si no quieres que vivamos juntos, lo entenderé —añadió
Peter  nervioso y algo incómodo—. De hecho, sería lo mejor. Y lo más lógico —añadió casi para sí mismo—. No quiero que te sientas presionada; nuestra relación avanzará tan rápido o tan despacio como tú quieras. Pero te quiero. Estoy enamorado de ti y quiero irme contigo. Puedo ayudarte con el traslado. Tengo trabajo, o lo tendré cuando lleguemos, un amigo de mi padre me ha conseguido una entrevista. Podemos vernos un par de días por semana, o solo uno. O ninguno —añadió apartando la mirada y malinterpretando el silencio de Lali. Intentó soltarse y entonces ella por fin salió de su estupor y le abrazó con todas sus fuerzas.
—Yo también te quiero, Peter  —le dijo con lágrimas en los ojos.
Peter  le devolvió el abrazo y hundió el rostro en el pelo de Lali.
—Te quiero —susurró él emocionado—. Y te prometo que te haré feliz. Tú y yo somos para siempre, ¿lo sabes, no?
—Lo sé. Para siempre —aseguró ella pegando la nariz al hueco que había entre el cuello y la clavícula de Peter .
No sabía que la piel podía oler tan bien. Peter  notó que ella respiraba hondo y tembló y se apartó de nuevo para darle otro beso. Y otro. Y otro. Y otro. Y cuando estuvieron tumbados en la arena la besó por todas las noches que había soñado con hacerlo y que no lo había hecho porque el sentido común, la edad de ella, la relación que tenía con sus padres, y lo que él había hecho años atrás, se lo habían impedido. Lali le devolvió todos y cada uno de los besos y le hizo sentir como si fuera invencible. Un hombre mejor, uno con futuro. Peter  quería quitarle el vestido, quería verla desnuda bajo la luna. Quería acariciarla y hacerle el amor. Y quería que ella se lo hiciera a él. Pero aquel no era ni el momento ni el lugar para ello, así que, aunque probablemente fue lo más duro que había hecho jamás, dejó de besarla y se sentó en la arena. Junto a ella, pero sin tocarla. Lali se quedó tumbada unos segundos con la piel de gallina y el corazón desbocado, pero tras unos minutos también se incorporó y se sentó. Quizá se preocupó un instante, pero cuando vio que Peter  cerraba los ojos e intentaba recuperar el aliento, sonrió.
—Será mejor que te lleve a casa —sugirió él sin ganas.
—¿No podemos quedarnos un poco más? —le preguntó ella moviendo despacio los dedos en busca de la mano que él había dejado cerca de su pierna.
Peter  tardó unos segundos en contestar, pero antes de
hacerlo le cogió la mano y se quedó mirándola.
—No —confesó, y no hizo falta que añadiera que el motivo era porque no confiaba en poder contenerse una segunda vez.
Lali también tenía sus dudas acerca de sí misma. A pesar de que nunca había estado con ningún chico, estaba convencida de que si seguía besando a Peter , pronto no se conformaría con solo besarlo.
—¿Vendrás a verme mañana? —optó por preguntarle entonces.
—Te lo prometo. Y también hablaré con tus padres —añadió Peter  valiente y decidido—, quiero que sepan que estamos juntos.
Lali sonrió. Era la noche más feliz de su vida.
Eran las doce del mediodía y Peter  todavía no había ido a verla. Probablemente se había quedado dormido. Peter  tenía tres trabajos; por la mañana trabajaba en el taller de reparaciones del puerto, era su trabajo preferido porque allí podía estar cerca del mar y aprenderlo todo de los barcos y de la navegación. Por la tarde seguía en el puerto, aunque entonces ayudaba a los estibadores; en el muelle de carga ganaba más dinero que en el taller, pero Peter  se había lesionado más veces de las que Lali quería recordar; a pesar de que él insistía en negarlo y en bromear acerca de que así se ahorraba el gimnasio. Y por último estaba el restaurante en el que hacía desde camarero hasta lavaplatos los viernes y los fines de semana. Sí, probablemente se había quedado dormido, pensó de nuevo Lali con la imborrable sonrisa que se había fijado en su rostro la noche anterior. Ella también se había quedado en la cama hasta tarde, y cuando por fin salió de ella puso la radio mientras decidía qué ponerse. Todas las canciones hablaban de ella, del amor, de lo maravilloso que era el mundo. Eligió los vaqueros que más le gustaban, los que hacían que Peter  apretara los dientes cuando la veía llevándolos, y una camiseta con escote de pico. Cogió los zapatos en una mano, unas bailarinas que habían visto tiempos mejores, y bajó corriendo descalza la escalera. Entró en el salón y después en la cocina y le sorprendió no encontrar rastro de sus padres. Alexia tampoco estaba por ninguna parte, pero su hermana solía pasar las mañanas de los sábados en las cuadras. Lali se puso los zapatos y bebió un vaso de zumo de melocotón para ver si así desaparecía el nudo que sentía en la garganta, y después salió y cogió la bicicleta para ir a casa de Peter . Así le daría una sorpresa... y ella se moría de ganas de volver a besarlo.
La familia de Peter  vivía en una pequeña casa situada en el
casco antiguo, una zona humilde y respetable. La madre de Peter , Antonia, era la cocinera del colegio más antiguo de la ciudad, y Miguel, su marido, trabajaba como chófer en la empresa propiedad del padre de Lali. Peter  tenía dos hermanos, Juan Martin y Gabriela, ambos menores que él. Lali los conocía a los dos; Juan Martin iba a su misma clase y a Gabriela, aunque era más pequeña, también la había visto por el colegio.
Lali dejó la bicicleta, una BH roja, apoyada en la pared blanca y llamó al timbre. Esperó a que la abrieran y se pasó las manos por los muslos para secarse el sudor. Estaba nerviosa. Era la primera vez que veía a Peter  después de los besos de anoche. Notó que se sonrojaba y se obligó a calmarse. Quizá no la abriría Peter  y no quería que uno de sus hermanos, o su madre, o su padre, la vieran así. No sabía qué les había contado Peter  y no quería meter la pata.
—Hola, Lali —la saludó Juan Martin.
—Hola —dijo ella y le sorprendió ver que no la invitaba a entrar.
—¿Puedo ayudarte en algo? —le preguntó él.
—He venido a ver a Peter  —explicó ella extrañada por la actitud de Juan Martin. Él sabía que ella y su hermano eran amigos, les había visto justos en multitud de ocasiones. Cierto, Lali no solía ir sola a buscarle, pero tampoco era la primera vez que lo hacía—. ¿Está dormido?
—Peter  no está, Lali —le dijo, y a ella se le retorció el estómago—. Se ha ido.
—¿Ido?, ¿adónde? —Se apoyó en el marco de la puerta—. Creía que hoy no tenía que trabajar. Me dijo que hoy tenía el día libre.
—No. Peter  se ha ido de casa, Lali. Lali vio entonces que Juan Martin tenía los ojos rojos y que tenía que tragar saliva varias veces para contener las lágrimas.
—Solo ha dejado una nota en la nevera diciendo que no va a volver y que no intentemos buscarle.
Y sin una explicación, sin ni siquiera un adiós, Peter  Lanzani desapareció de la vida de Lali para siempre. 
-----------------------------------
Vieron les subí un día y me desaparecí por eso no quería subirles Pero les a dejar programados los capitulos por cada semana así nunca se van a quedar sin capitulos :D
Esta historia es muy linda asi que espero que la disfruten mucho :D

PD: cada capitulo empieza con un fragmento de cancion si quieren las pueden buscar y leer escuchandolas porque yo no selas puedo subir porque estoy colgada de una señal muy baja
PD: comenten porque yo las voy a estar leyendo desde el cel he

2 comentarios:

  1. @alexandracuevas me gusto espero con ansias el primer capitulo avisame por blogger o twitter @cryssmile estoy como teamlalita

    ResponderEliminar