Estaba quitándose sus pantalones cuando rápidamente me volteé para irme. No llegué muy lejos antes de que tomara mi brazo y me volteara hacia él.
Grité mientras el agua mojaba mi cabello y empapaba mi ropa
interior.
—No te vayas, Angel. Quiero que te quedes.
Al deseo y
el amor que
quemaba en sus
ojos, encontré difícil
respirar.
Cuando finalmente pude hablar, respondí:
―Entonces me quedaré.
Peter miró mi camisón mojado que ahora se moldeaba a mi
cuerpo como
una segunda piel.
—¿De verdad compraste esto para mí?
—Si —respondí
mientras mis brazos iban alrededor de
su cuello—. ¿Te gusta?
—Mmm —murmuró mientras
sus manos iban
a la copa
de mis senos dentro del sujetador—. Es hermoso… eres
hermosa en él.
Sonreí.
—Pensé que te gustaría porque era blanco, y tú siempre
dices…
—Eres mi ángel en blanco.
—Soy tú ángel.
Inclinándose,
agarró el borde
del camisón y lo sacó por
encima de mi cabeza. Cerré los ojos y apoyé la espalda
en la ducha mientras él internalizaba mi apariencia. Cuando él no se extendió
para buscarme, abrí los ojos.
Peter estaba mirando justo debajo de mi pecho. Cuando miré
hacia abajo, me quedé sin aliento. De alguna manera en mi nerviosismo y
entusiasmo, había puesto mi camisón sobre mi cobertura del pecho. Mi mano voló
a cubrir mis ojos.
—¡Oh Dios, soy tan idiota! ¡Qué manera de arruinar un
momento! —me lamenté.
Con una sonrisa, Peter apartó la mano de mis ojos.
—Supongo que se saca al igual que la ropa interior, ¿no?
—Sí.
Me guiñó un ojo.
—Entonces deja de
preocuparte. Solo lo sacaré. Llevando
sus dedos al broche, Peter comenzó a desenvolver el
vendaje. Comencé a girar de lado a lado para ayudarle a conseguir que fuera más
rápido. Con una sonrisa maliciosa, dijo:
—Sabes, esto me
hace pensar en
esa escena en
la película Shakespeare Enamorado. Will desenvuelve los
pechos de Viola.
Me eché a reír.
—El hecho de que sepas de esa película es digno de
desvanecimiento, Sr. Lanzani —bromeé.
—Oye, no actúes como si no fuera un romántico. Cité una
frase de Romeo y Julieta la primera noche que nos conocimos.
Subí mis cejas hacia él.
—Justo después de que tenía que demostrar que podías tener
una erección por una virgen.
Peter sonrió.
—Fui un idiota contigo.
Me incliné y lo besé.
—Te he perdonado por todos los momentos idiotas en el
pasado.
—Gracias, Ángel
—respondió con una sonrisa. Una
vez que terminó de quitarme el vendaje,
la expresión de Peter se
oscureció, y contuvo
una áspera exhalación. Sabía
que estaba sorprendido
por la forma
en que todavía
estaba amoratado. La mayoría
de ellos habían
desaparecido, pero aún
quedaba una coloración amarilla y
verdosa alrededor de mi caja torácica y abdomen.
Acuné su mejilla en mi mano y negué con la cabeza.
—Por favor no hagas eso. Te prometo que no duelen.
Dejándose caer de rodillas, Peter comenzó a posar ligeramente
tiernos besos a lo largo de mis costillas y estómago.
—Lo siento —murmuró entre dientes calentando mi piel ya
ardiente.
Agarré los mechones de su cabello y tiré suavemente de su
cabeza hacia atrás para que me mirara.
—Deja de pedir perdón por algo que no podías evitar. Tú no
eres el que me hizo esto, y yo nunca, nunca te culparé.
El descansó su mejilla en mi estómago.
—Te amo, Angel.
—También te amo, Peter.
Cuando sus dedos rozaron la cinturilla de mi tanga, subió la
mirada hacia mí. Le di una breve inclinación de cabeza antes de que él tirara
de ella por mis muslos. Los dos estábamos completamente desnudos juntos por
primera vez en la historia, y yo temblaba de anticipación.
—¿Tienes frío?
—No, solo te deseo.
Un quejoso ruido provino de la parte posterior de la
garganta de Peter. Besó mis muslos antes de separar más mis piernas. Mirando
hacia mí, sostuvo mi mirada mientras su lengua se movía lamiendo mis pliegues.
Aspiré una bocanada de aire y dejé caer mi cabeza hacia atrás contra la pared
de la ducha mientras su cálida lengua trabajaba
en mí. Lamió
y succionó mi
clítoris hasta que
estuve meciendo mis caderas
contra él. Tomó
uno de mis
pies y lo
puso a descansar
en su hombro dándole mejor acceso. En el momento en
que metió su lengua dentro de mí me vine y grité su nombre.
Cuando volví en mí, supuse que él se pondría de pie, pero en
cambio, se quedó de rodillas. Él se apartó un momento para tantear mi entrada
con un dedo antes de empujarlo
en su interior.
Añadió dos y
luego tres girándolos
y moviéndolos dentro de mí. Con la otra mano, sus dedos rozaron mi
estómago antes de llegar a la copa de uno de mis pechos.
Estaba en una sobrecarga sensorial mientras mi pezón se
tensaba bajo su atención. Su mano
se deslizó hacia
el otro seno para llevarlo
a endurecerse también. Todo el
tiempo se mantuvo hundiendo sus dedos dentro y fuera de mí, mientras su pulgar
hacía sentir a mi clítoris como si fuera a explotar.
Agarrando las hebras de su cabello, grité su nombre una y
otra vez cuando llegué. Si fuera posible, creo que había experimentado un
orgasmo más fuerte en ese momento. Cuando miré hacia abajo a Peter con ojos
entornados, frunció el ceño.
—¿Qué pasa?
—Cariño, estás tan estrecha. Me preocupa hacerte daño.
—Estaré bien —jadeé.
—Sí, maldición, ¡ahora llévame a la cama y hazme el amor!
—pedí.
Peter se rio.
—Caramba, te pones mandona cuando llegas, ¿no es así?
—Por favor.
—Bueno, en realidad nunca tomé un baño. —Cuando comencé a
protestar, agarró el gel de baño. Empujando mis manos, él roció un poco en mis
manos—. Lávame, Angel.
Llevando mis manos a su pecho, pasé mis manos sobre sus
pectorales, abajo a lo largo de sus tatuados brazos, y luego a sus duros
abdominales. A medida que mis manos se deslizaban por encima de su cintura, su
estómago se tensó mientras su erección se animaba contra mi mano. Viéndolo, no pude dejar de empezar a sentir algo
de la ansiedad
que Peter tenía
antes. Me presioné
contra Peter para alcanzar su espalda antes de que mis
manos se sumergieran a tomar su trasero.
Con nuestros cuerpos
tan cerca, Peter comenzó a
deslizar su erección en
contra de mis pliegues, jadeé y me mecí contra él. Justo
cuando empezaba a dejarse
llevar de nuevo, se detuvo. En una respiración entrecortada,
dijo:
―Tenemos que ir a la cama.
—Bien —respondí.
Cuando nos salimos de la ducha, Peter ni siquiera se molestó
en ponerse una tolla. Me cargó y procedió a llevarme a la cama. Gentilmente me
puso en un lado del colchón. Llevando mis rodillas arriba, abracé mis piernas
mientras observaba a Peter abrir la primera gaveta de la cómoda. Sacó un condón
y una botella de algo que no reconocí. A lo que supongo era mi expresión
dudosa, el respondió:
―Es lubricante. Va a hacerte más fácil la primera vez.
—Ya veo. —Subí la cabeza hacía él—. Entonces ¿tienes todo un
cajón de golosinas sexuales ahí?
—No es lo que piensas, Ángel —respondió mientras abría el
paquete.
—¿Y qué estoy pensando?
—Que uso este
lugar como mi
piso de soltero donde
reúno a todos
mis conquistas y me las follo
Me odiaba a mí misma por ser tan fácil de leer.
—¿Estás seguro, o simplemente me dices eso para sacarte de
apuros?
Él sonrió.
—Mantengo esto aquí
porque es el
único lugar fuera
de los límites
de mamá y su chica de limpieza. Prefiero mantener en privado algunos
aspectos de mi vida.
—Sí, rompería el corazón de la pobre chica de limpieza saber
que eres un chico sucio.
Con un encogimiento de hombros, Peter respondió:
—Sin mencionar a mi mamá.
Mi sonrisa murió
en los labios
mientras Peter comenzaba
a ponerse el condón. Aunque quería alejar la mirada, no
podía evitar estar fascinada a la vista de él deslizándolo en su extrema
longitud. Cuando terminó, me vio a los ojos, y empujó mi hombro suavemente con
el suyo. Entonces me deslicé sobre mi trasero al centro del colchón. De
rodillas, Peter se arrastró a lo largo de la cama hasta que se cernió sobre mí.
Me besó con ternura antes de poner su lengua en mi boca.
Aunque no había besado a un
montón de chicos
u hombres, sabía
lo que era
bueno cuando lo experimentaba, y Peter era muy, muy bueno.
Mientras saqueaba mi boca, sentí la humedad creciendo entre mis piernas. Las
manos de Peter lograron estar en todas partes al mismo tiempo. Ellas amasaban
mis pechos, acariciaban mis nalgas, o se deslizaban entre mis piernas para
acariciarme. Me estremecí con las gotas de sudor que caían a lo largo de mi
piel por el calor que se construía dentro de mí.
Mientras Peter se ubicaba entre mis muslos, no podía evitar
tensarme. Esto era todo, el gran momento, y no podía evitar sentirme nerviosa.
Tuve que respirar profundamente unas pocas veces para calmarme y evitar ponerme
en modo pánico total
Cuando su erección atizó mi entrada, cerré los ojos,
preparándome para el dolor.
—No cierres los ojos —susurró, su respiración soplando
contra mi mejilla. Mis párpados se abrieron para disfrutar de una intensa
mirada de Peter—. Te amo, Ángel.
—También te amo.
Mientras empujaba dentro de mí, las lágrimas me escocían los
ojos tanto por el dolor físico como el emocional de la enormidad del momento.
—Lo siento, cariño —murmuró Peter mientras besaba mis
lágrimas que se habían escapado en líneas saladas por mi cara.
—Está bien. Quiero esto… te quiero a ti —respondí mientras
trataba de tomar unos profundos respiros. Una vez que Peter sintió que me
acostumbré a él, él se retiró y empujó de nuevo en mí. Esta vez fue doloroso y
placentero—. Mmm.
—¿Mejor?
—Sí.
A continuación, comenzó
a moverse dentro
de mí. Después
de unos minutos, el dolor se
evaporó, y quise levantar las caderas para encontrarme con sus embestidas. Eso
hizo a Peter
gemir de placer.
A medida que
avanzábamos en perfecta
sincronización entre nosotros, Peter llevó sus labios a los míos y comenzó a besarme apasionadamente. Su
lengua se hundió
en mi boca
e imitó sus movimientos dentro de mí. Un sofoco
corrió sobre mí desde lo alto de la cabeza hasta los dedos de los pies, y yo no
podía dejar de apartar mi boca para gemir de placer.
Aunque se sentía
muy, muy bien,
sabía que no
iba a venirme,
como lo había hecho antes. Cuando
sentí el cuerpo de Peter tensándose, envolví mis brazos alrededor de su
espalda, atrayéndolo más cerca de mí.
—¡Oh Lali! —exclamó
mientras se estremecía con su liberación.
Froté círculos sobre su espalda mientras seguía temblando dentro de mí.
Cuando Peter sacó la cabeza de mi hombro, yo le sonreí.
—Eso fue increíble, amor. Te amo mucho por dármelo.
—También te amo, pero… —sus cejas se fruncieron.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—No te viniste.
Mis mejillas se sonrojaron a su comentario.
—No, pero creo que es normal para las chicas la primera vez.
—Cuando Peter no respondió, tomé su cara en mis manos—. Me vine dos veces
antes.
—Sí, pero…
Sonreí.
—Amor, acabas de darme la mejor experiencia de mi vida.
Él frunció el ceño.
—No tienes nada con
que compararlo. Pude haber sido pésimo
como el infierno, y tú podrías pensar que fue arcoíris y unicornios.
—¿Estás tratando de arruinar la primera vez que hago el
amor, solo porque tu ego está herido porque no me vine? —le espeté.
Su expresión se suavizó.
—No, no es eso.
—Bueno, así es como sonó para mí. —Alejé mis manos de su
cara—. He estado esperando y preguntándome toda mi vida adulta como sería el
sexo, y para mí, tú sobrepasaste todas mis expectativas. Entonces, ¿qué si no
me vine cuando estabas dentro de
mí? Fue mi
primera vez, y
para empezar, ¡duele endemoniadamente!
Cuando comencé a bajarme del colchón, Peter me atrapó en sus
brazos.
—Lo siento, Ángel.
—Sí, bueno, deberías. ¡Imbécil!
Sonrió.
—Confía en mí,
lo soy. —Con
sus dedos, subió
mi mentón para
que lo viera—. Tenías razón.
Estaba siendo un completo imbécil porque pensé que había jodido tu primera vez
porque no te viniste. —Me beso tiernamente la mejilla—. Es difícil para mí
habituarme a todas las emociones en el sexo. Es abrumador ser el primero.
—¿Entonces lo que quieres decir es que estabas bajo mucha
presión?
—Sí, pero valió la pena. Fue increíble. —Sonrió—. Tú fuiste
jodidamente increíble.
—¿De verdad? —pregunté, mi voz alzándose un poco más de lo
normal.
Peter se alzó sobre su codo para mirarme.
—¿Sabes lo que
hizo que fuera
tan especial? Fue
la mirada en
tus ojos cuando estabas
experimentando cada gama de emociones desde el dolor físico hasta la conexión
emocional. Tus ojos
son tan expresivos,
y sentí como
si realmente, realmente,
estuviese dentro de ti.
Mi pulso se
aceleró al escuchar
sus palabras bien
pensadas, y por un
momento, lo único que pude responder fue:
—Oh guau. —Incliné la cabeza hacia él—. ¿Eso quiere decir
que te gusta más hacer el amor que follar?
Peter se rio mientras su dedo rozaba mis labios.
—Que boca tan sucia tienes, Ángel.
—Estás evadiendo la pregunta.
—Planeo continuar haciéndote el amor así como enseñarte como
se folla.
Sonreí.
―Eso estoy buscando.
—Ahora ven aquí y déjame acurrucarme de nuevo.
Con mucho gusto me acurruqué contra él. Después de todo,
¿quién podría discutir con eso?
Me encantó Que tierno Peter:G Seguila♥*-*
ResponderEliminarmasssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarSubii masss
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