Peter
Op
A pesar de que luché
con fuerza contra ello, los
próximos cuatro días se movieron
a una retorcida
velocidad con los
shows consecutivos. Hubiera dado cualquier cosa para detener el reloj,
así mi tiempo
con Lali podría haber sido saboreado y durado más tiempo. Ella
era todo lo que podría alguna vez querer o necesitar en una chica, y con el
tiempo que pasábamos juntos, mas cuenta me daba que no la había estado cagando
con Lali cuando le dije que nunca había conocido a alguien como ella.
Quiero decir, ¿qué otra chica se sentaría conmigo, hablando
todas las horas de la noche de música, vida y familia? Ella era la única chica
a la que había sido capaz de arrastrar a un IHOP después de un show y luego
regresar al autobús para una sesión de improvisación. Cantamos duetos de
canciones locas como de Conway Twitty y Loretta Lynn Mississippi, Lousiana Man
y luego de Ozzy Osbourne y Lita Ford If I close My Eyes Forever.
Cuando Lali
consiguió eclipsarme aprendiendo
y cantando algunas
de nuestras canciones, le juré que la arrastraría al escenario conmigo
para el siguiente show.
—¡Oh infiernos no! — había respondido.
Para su última noche en el autobús, le había pedido a Lali
que durmiera conmigo de nuevo, pero esta vez teníamos la cama para nosotros
mismos. Nada pasó más que dormir en cucharita pero estuve fLeonz de
tenerla a mi lado.
Pero demasiado pronto
fue domingo, el
día que ella
tenía que reunirse finalmente con los chicos. Nos
detuvimos por un sombrío desayuno en el Cracker Barrel, el lugar favorito de Lali
para comer. Aunque apenas comió. En su lugar, ella empujó su comida alrededor
mientras miraba entre nosotros y me
destrozaba.
Con un gruñido frustrado, dejé caer mi tenedor y golpeé
ruidosamente mi plato.
—¿Podrías
detener eso? Estas
personas van a
pensar que te
estamos secuestrando o abusando o algo así por cuan triste te ves.
Ella sorbió y se limpió su nariz con su servilleta.
—No puedo evitarlo. Voy a extrañarlos chicos.
A pesar de que ella dijo “chicos”, ella me miró
significativamente.
—Nosotros también te vamos a extrañar —murmuró Poli con la
boca llena de panqueques. A la disgustada expresión de ella, él sacó su labio—.
¿Qué puedo decir? Estoy sintiendo
tu pérdida, Ángel.
Solo debo empacarlo
porque soy un comedor emocional.
Su comentario trajo una fugaz sonrisa a su rostro, pero
demasiado pronto se hubo ido. Una vez que nosotros terminamos de comer, Lali
llamó un taxi para venir a recogerla.
—Podemos llevarte al hotel.
—Está fuera de su ruta. Ya me he impuesto lo suficiente
—sostuvo.
Con una sonrisa le respondí.
—Sí, pero eres una imposición terriblemente linda.
Ella se rio.
—Gracias.
Fue entonces que me
colgué hacia atrás y observé a Lali pasar por sus adioses con los chicos. Vico
fue el primero.
Él la abrazó y le susurró algo en su oído que la hizo reír.
Cuando Ncolas dio un paso adelante, las lágrimas brillaron en los ojos de Lali.
Tomando las manos de ella en
las suyas, él
le habló suavemente
a lo cual
ella meció su
cabeza en acuerdo. Ella se
inclinó arriba y le besó su mejilla antes de que él la jalara a sus brazos. Frotó
amplios círculos sobre
su espalda mientras
ella sorbía su
nariz.
Cuando ella finalmente se echó atrás, Bray le besó la
mejilla.
Cuando Poli anduvo
hacia ella, Lali
no pudo detener
la sonrisa que se
Formó en sus labios. En una voz baja y tierna, él comenzó a hablar en español.
Ella inclinó su cabeza y lo escuchó, a veces riendo a veces llorando. Cuando él
terminó, la envolvió en sus brazos y la apretó con fuerza.
Mientras más tiempo Lali permanecía en los brazos de Poli
con más fuerza tuve que pelear contra los celos que rebotaban a través de mí.
Cuando
finalmente la liberó,
él le besó
ambas mejillas. Luego Lali se volvió hacia mí con lágrimas brillando en
sus ojos, y sentí que había sido pateado en la tripa.
Este era. El momento que había estado temiendo por días, el
momento en que en realidad tenía que decirle adiós a mi Ángel. Tomando su mano,
la llevé lejos del autobús, así podíamos tener un poco de privacidad. Cuando
habíamos puesto suficiente
distancia entre nosotros
y los chicos,
me volteé. Círculos
oscuros se formaron bajo los ojos
de Lali, y anoche sentí sus sollozos aun a pesar de que ella creyera que yo
estaba dormido.
Meciéndome adelante y atrás sobre mis talones, metí las
manos dentro de los bolsillos traseros de mis jeans descoloridos y agujereados.
—Entonces…
—Entonces… —repitió Lali torpemente.
Levanté mi cabeza hacia ella.
—Es un poco estúpido decir adiós porque no es como que no
nos vamos a ver nunca o hablar otra vez el uno con el otro. Tengo tu número y
tú tienes el mío.
—Sí. Sin tener
en cuenta lo
que pase con
nosotros, siempre seremos amigos.
—Exactamente. No termina
solo porque estas
bajándote del autobús. Diablos, somos incluso ahora
colaboradores de canción.
Ella mordió abajo en su labio para evitar que las lágrimas
que se agruparon en sus ojos se escapasen.
—Seguro.
Tomé un paso tentativo hacia ella.
—Ángel, ¿qué diablos está pasando en esa cabeza tuya?
Mirándome fijamente, Lali me dio una sonrisa poco
entusiasta.
—Es solo que
no puedo dejar
de preguntarme si
esa no es
la línea que utilizas con todas las otras chicas. “oye
nena, este no es un adiós”. Sin mencionar tu épica declaración cargada de
“tengo tu número”. Estaba pensando que ha habido una serie de chicas
angustiosamente mirando sus teléfonos esperando solo por una llamada tuya que
nunca llegó.
Mis cejas se arrugaron en cólera.
—Antes que nada, no te estoy dando alguna línea. Cuando digo
que te veré de nuevo y
que te llamaré,
significa jodidamente eso.
Y segundo, puede
haber habido una serie de chicas dejando este autobús como tu pero te
aseguro como el infierno que no conseguí sus números.
--¿No lo hiciste?
—No, Ángel, no lo hice. —Cepillé las sedosas hebras rubias
de su cabello lejos del rostro de Lali para frotar tiernamente mi pulgar a
través de su mejilla.
—Sea lo que sea que se está iniciando entre nosotros, te
aseguro como el infierno que no quiero que termine.
Absorbió una áspera respiración.
—¿Así que también sientes fuertemente esto?
Sonreí.
—Por supuesto que sí. Es como estar siendo atacado por un jodido rayo todas y cada una
de las veces que estas cerca de mí. Me haces pensar cosas... sentir cosas que
nunca antes tuve.
—Así que tú también —susurró suavemente. Sus palmas
aplanadas contra mi pecho—. Peter, lo siento por lo que dije antes. No sé qué
hacer con todo lo que estoy sintiendo, sobre todo ya que no tengo experiencia
con los hombres.
—Y yo podría
argumentar que estamos
aquí en el
mismo barco siendo totalmente jodidos en no tener ni idea
de lo que hacer.
Subiendo su mano, cubrió la mía que ahuecaba su rostro.
—Sé que la gente me dirá eso porque soy inexperta con los
chicos, que me equivoco en lo que estoy sintiendo por ti. —Ella sacudió la
cabeza—. Pero sé sin una sombra de duda que la intensidad de lo que siento es
real.
Coloqué suaves besos como plumas a lo largo de su mano y
dedos.
—Mmm, ¿ahora?
—Me he enamorado de ti, Peter.
Por un breve instante, sentí como que ella me había clavado
en las bolas otra vez. Sus
palabras me pegaron
con fuerza. Después
de unas cuantas respiraciones calmantes, me las
arreglé para sonreír.
—Bien, eso es bueno porque me he enamorado jodidamente de
ti, Ángel.
Ella se rio
—Tienes tal manía con las palabras.
—¿Qué puedo decir? Sacas el romántico en mí.
El taxi se detuvo en el autobús y me estremecí. Mi pecho se
derrumbó ante la perspectiva de
ella abandonándome y tuve
que luchar por respirar. Me sentí como un completo y total
cobarde. Maldición, ¿cuándo había quedado reducido a un chico dependiente quien
necesitaba a una mujer para vivir? Pero tanto como odiaba admitirlo,
la verdad era
que necesitaba a Lali. Ella
estaba viviendo y respirando paz en mi alma atormentada, un
ángel enviado directamente del cielo.
Solo una mirada de ella podría calmarme instantáneamente.
Con todo lo que está sucediendo con mi mamá, no sabía cómo lo haría sin ella.
Ya que ella me podía leer tan bien, Lali lanzó sus brazos
alrededor de mi cuello y se presionó con fuerza contra mí.
—Desearía que no tuviera que dejarte. Te necesito
desesperadamente pero sé que tú me necesitas más.
—Solo estas a una llamada de distancia, ¿cierto? —pregunté, odiando el modo en que mi voz se
rompió con emoción.
—Si por supuesto. Día o noche. Si algo pasa con tu mamá o te
molesta o si no puedes dormir, solo puedes llamarme, ¿de acuerdo?
Gruñí.
—Me haces sonar como un total cobarde.
Ella rio tontamente, causando con su cálido aliento calentar
mi cuello.
—Solo tienes un
increíble, tierno corazón,
bebé. Por eso,
siempre vas a sentir más y a
doler más que a otras personas. —Apartándose, me miró—. Además, no es una señal
de debilidad necesitar de otras personas.
—No, no lo es.
—¿Entonces me llamaras?
—Oh infiernos sí,
lo haré. —Me
incliné para besarla.
Aun a pesar
que quería presionarla contra el autobús y causar estragos a su boca
mientras mis manos recorrían sus increíbles tetas, sabía que no podía hacer
eso. No solo porque no se me
ocurriría faltarle el
respeto a mi
chica dándole al taxista o
a los chicos
un espectáculo tan obsceno, sino porque no quería avanzar demasiado
rápido con ella.
No solo era por su falta de experiencia era porque quería
hacer todo perfecto para ella… y para mí.
Así que con
toda la moderación
que pude reunir,
rocé mis labios castamente contra los
suyos. Cuando ella suspiró en frustración, la aparté. A su expresión decepcionada,
no pude evitar reírme.
Ahuecando sus mejillas en mis manos, pregunté.
— ¿Cuál fue tu primera parte del dueto que cantamos, Ángel?
—Uhm, ¿fue acerca de no moverse demasiado rápido y hacerlo
durar?
—Buena rima, pero sí, conozco esa línea. —Cuando sus cejas se
fruncieron, sonreí abiertamente—. No he tenido una relación con una chica desde
el gran éxito de la banda. Estoy acostumbrado a amar en la vía más rápida, y
bueno, tú en el mejor de los casos eres la vía de emergencia.
—Oye ahora —rio, golpeando mí brazo juguetonamente.
—Por lo tanto tenemos que tomarnos esto lento. Quiero
saborear lo que estoy sintiendo y no arruinarlo poniéndome demasiado físico muy
rápido.
Lali me frunció los labios.
— ¿Y que si quiero algunas partes de una relación física contigo?
No estoy hablando del trato completo… bueno, al menos todavía no.
Eché mi cabeza atrás y gemí.
—Gracias por tratar de matarme, Ángel. Me has conocido una
semana y tus reglas son estar enamorada de la persona, ¿recuerdas?
Ella mordisqueó su labio inferior
—Sí, bueno, tal vez estoy en mi camino de enamorarme de ti.
Al bocinazo del claxon del taxi, dejé salir un exasperado
aliento.
—Ambos tenemos la jodida peor sincronización.
—¿Pero por lo menos continuaremos esta conversación más
tarde, cierto?
—Sí, lo haremos. —Agarré su maleta y su estuche de guitarra.
—Espera, no lo hagas.
—Si lo hago. Es la cosa caballerosa por hacer.
Ella movió la cabeza y luego dio un paso detrás de mí.
Acomodé sus cosas en el maletero y luego cerré la tapa.
—Ten cuidado.
—Gracias. Tú también.
—E impresiónalos esta noche.
—Trataré.
Sonreí mientras abría la puerta trasera para ella.
—Lo harás, y sabes que siempre tengo la razón.
Ella rodó sus ojos pero luego sonrió.
—Adiós, Peter.
—Adiós, Ángel.
Cuando empezó a pasarme para meterse en el taxi, la detuve.
A veces hay momentos que sabes que te arrepentirás si no sigues a tu corazón.
Agarrando la parte trasera de su cuello, incliné su cabeza hacia la mía.
Entonces llevé mi boca a la suya. Esta vez dejé que el calor de mi lengua se
deslizara en sus labios abiertos.
Cuando ella hizo un pequeño gemido en la parte posterior de
su garganta, apreté mis brazos alrededor
de su cintura.
Dios, ella sabía
bien. Podría haber
seguido besándola la tarde entera, pero una sinfonía de silbidos y
abucheos interrumpió mi momento de felicidad pura.
Me aparté para ver a Poli, Ncolas y Vico parados al lado del
autobús. El calor inundó el rostro de Lali mientras yo gruñía:
—Muchas gracias, chicos.
—¡Agárrale el culo,
chica! (poli lo dijo en español )
Los ojos de Lali se estrecharon antes de que ella gritara:
—¡Cállate, imbecil!
(español)
—¿Qué dijo? —la interrogué con una sonrisa.
—Agárrale el trasero, chica —respondió.
—¿Y qué le dijiste?
Ella sonrió.
—Le dije que se callara y lo llamé imbécil.
Me reí.
—Me aseguraré de golpear la mierda fuera de él por ti.
—Gracias —respondió. Echándoles un vistazo a los chicos,
ella sacudió la cabeza—. Estoy tentada de darles el dedo pero en su lugar solo
lo agitaré.
—Adiós, Lali —llamarón al unísono.
Ella se volteó hacia mí.
—Hablamos más tarde.
—Es una promesa.
Sin otra muestra de afecto, se dejó caer en el asiento.
—El Hilton, por favor —ordenó Lali cortésmente.
—Muy bien, pero
para que lo
sepas, el taxímetro
ha estado corriendo, cariño —respondió el taxista.
—Está bien —ella me echó un vistazo y sonrió—, valió la pena.
—Has dado en el puto clavo —respondí antes de cerrar la
puerta.
Como una chica enferma de amor, me quede saludándola hasta
que el taxi desapareció sobre la colina.
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