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martes, 25 de marzo de 2014

Capitulo: 28

   Peter





Cuando vi a Frank dirigiéndose de regreso hacia mí, finalmente pude  exhalar  el  aliento  que  había  estado  conteniendo.  La última vez que habíamos sido rodeados así perdí mi camiseta, un  zapato,  y  mi  paquete  había  sido  agarrado  múltiples  veces.  No  sabía  dónde demonios estaba el resto del equipo de
seguridad, pero sus culos iban a ser pateados por dejarnos con apenas suficiente cobertura, sin mencionar tener que ser salvado por un encargado del equipo.
—¿Puedes firmar esto?  —preguntó una rubia con mucho busto mientras bajaba el cuello de su camiseta y empujaba sus pechos hacia mí.
—Sí, seguro
Ella sonrió. 
—Tú firma uno y Poli firma otro.
Poli se rio. 
—Creo que este quizás será el último par de tetas que nuestro chico Peter firme, señoritas. Él está oficialmente fuera del mercado.
Con mi Sharpie, garabateé mi nombre a través de su piel. 
—Creo que tengo que estar de acuerdo en eso hombre.
La rubia hizo un puchero mientras Poli se inclinaba para firmar. 
—Su pérdida. Este es un par extra para mí. —Poli le dio un guiño mientras su marcador permanecía un poco más de tiempo de lo que debía, lo que causo que la chica soltara una risita. Inclinándose hacia adelante, él susurró algo en su oído.
Sus ojos se ampliaron y luego ella sacudió su cabello furiosamente.
Abrí mi boca para discutir que si pensaba que iba a conseguir la habitación esta noche para acostarse con esta chica, podía pensarlo otra vez. Planeaba una fuerte acción de tercera base con  mi chica pero nada más desde que no soñaría con degradarla tomando su virginidad en el autobús. No, ella merecía pétalos de rosas y sabanas de miles de dólares y mierdas lindas. 
—Poli… —empecé pero el sonido de un grito me corto.
—¿Qué  fue  eso?  —pregunto,  Vico,  moviendo  su  cuello  alrededor  de  la multitud de fans.
Luego otro  aterrador  grito vino,  esta  vez  llamando  por  mí.  Traspasó  mi alma porque conocía esa voz. 
—¡Lali! —grité, dejando caer lo que sea que la última fan me había dado para que firmara. Empecé a empujar y a mover gente del camino.
—¡Maldición  muévanse!  —Me  importaba  una  mierda  si  estaba maltratando a las fans. Lali me necesitaba.
Una  vez  que  estuve  fuera  de  la  multitud,  empecé  a  correr  a  través  del estacionamiento.  Frank  y  Poli  estaban  detrás  de  mí.  Cuando  rodeé  el  lado  del autobús,  vi  a  Lali  desplomada  sobre  el  suelo,  su  una  vez  inmaculado  vestido blanco estaba manchado con tierra y grasa, pero lo peor de todo con sangre. Pula estaba de pie sobre ella, pateándola repetidamente.
—¿Qué mierda estás haciendo? —grité corriendo hacia ellas—. ¡Saca tus jodidas manos de ella Pula!
Cuando ni siquiera se inmutó al sonido de mi voz, un gruñido salió de lo profundo de mí mientras mis dedos se moldeaban sobre los hombros de Pula. Con Todo lo que tenía, la alejé de Lali. La empuje contra el lado del autobús tan fuerte que escuché el inconfundible sonido de huesos rompiéndose. Aunque Pula gritó con dolor, la ignoré. Mi único enfoque estaba sobre Lali.
Arrodillándome,  me  acerqué  a  ella  para  poder  ver  la  extensión  de  sus heridas. Sangre fluía como un río carmesí de la gran herida en la parte trasera de su cabeza. Furiosos verdugones rojos se estaban formando en su rostro, y sus labios estaban  hinchados  y  sangrando.  Su  mano  presionaba  su  abdomen  mientras  su cabeza se movía de un lado a otro mientras se quejaba.
Mi  pecho  se  retorció  tan  apretadamente  en  agonía  que  encontré  difícil respirar. 
—¡Oh Jesús, Ángel!
Sus parpados se abrieron. 
—¿Peter? —preguntó con voz ronca.
—Estoy aquí ahora. Estás a salvo. Nadie va a lastimarte otra vez.
Cuando los ojos de Lali se cerraron, miré arriba hacia Frank. 
—¡Busca el auto!
Sin  responderme,  salió  corriendo.  Tan  gentilmente  como  pude, atraje  a Lali a mis brazos.
Cuando llegué a una posición de pie, nos empujé, y ella gritó. 
—Lo siento nena. Lo siento muchísimo.
Sus ojos se ampliaron mientras sus cejas se arrugaban en dolor. 
—Peter… duele… mucho.
Hice una mueca. 
—Lo sé, Ángel, y lo siento.  Pero vamos a llevarte al hospital tan rápido como podamos
Acunándola en mi pecho, me apresuré hacia la curva justo cuando Frank llegó derrapando. Poli abrió la puerta por mí, y acomodé a Lali en el asiento. Ella gritó de dolor y clavó sus uñas en mi pecho. Lagrimas picaron en mis ojos mientras murmuraba:
—Lo siento, mucho. —Una y otra vez. Una vez que estuve sentado y la traje a mi regazo, ella solo se movió en lugar de gritar.
LL se subió a lado  de  Frank mientras  que  Poli se deslizaba al  lado de mí.
Mientras sostenía a Lali en mi pecho, vi sus ojos cerrarse. 
—Trata  de  permanecer  despierta.  No  te  duermas.  —No  tenía  ningún entrenamiento médico, pero sabía que  por  el daño en  su cabeza probablemente tuviera una contusión. 
Pero  sin  importar  cuan  fuerte  tratara  de  mantenerla  despierta, el  dolor debió haber sido demasiado  intenso,  y se desmayó.  Derrapamos hasta  la sala de urgencias del Hospital Piedmont. Cómo logró Frank llegar tan rápido no lo sé, pero ahí  estaba  él  para  abrir  la  puerta.  Cuando  pasamos  a  través  de  las  puertas  de emergencias, cada persona en la sala de espera se giró para mirarnos.
Tomó solo cinco segundos antes de que alguien gritara:
 —¡Oh Dios mío! ¡Ese es Peter Lanzani!
—¡Y Poli Martinez también!
Haciendo caso omiso de ellos me apresuré hasta la recepción, donde una empleada de urgencias se me quedó mirando con los ojos abiertos. 
—Mi  novia  ha  sido  golpeada  bastante  mal,  y  necesita  atención  médica.      —Cuando momentáneamente vaciló, grité―: Ahora mismo, ¿me escuchaste?
—S-sí, señor.
Las  puertas  automáticas  de  “Solo  personal  autorizado”  sonaron,  y  me apresure a través de ellas. Dos enfermeras se me acercaron para guiarme dentro de una habitación. Una vez que Lali tocó la camilla, me empujaron hacia la puerta.
—No espere, ¡me quiero quedar con ella!
—Lo siento, señor, pero…
Pasé mi mano a través de mi cabello mientras las lágrimas de frustración quemaban mis ojos. 
—Usted no entiende. ¡Yo amo a Lali, maldición! Solo hay dos mujeres en todo  el  mundo  que amo,  y  una ya  se  está  muriendo.  ¡No  puedo  perder  a  Lali también! —grité.
—Lo  siento  muchísimo,  pero  es  contra  las  políticas  del  hospital  tener amigos o miembros familiares aquí atrás mientras revisamos las condiciones de un paciente.
Mis puños se apretaron a mis lados mientras gritaba:
—¡Sí, bueno, a la mierda sus preciosas políticas!
Mientras  una  enfermera  empezaba  a  cortar  el  vestido  de  Lali,  la  otra colocó una mano sobre mi hombro. 
—Por favor haga lo que le pedimos. No será de ningún bien para ella si es encerrado cuando la seguridad sea llamada.
—¿Promete cuidar de ella y no dejarla morir?
Su expresión se suavizó.
—Le daremos el mejor cuidado posible, pero no puedo prometerle nada más que eso.
Exhalando un suspiro de derrota, salí furioso por la puerta. Miré detrás de mí mientras las enfermeras trabajaban sobre Lali. Los sollozos que se habían ido construyendo se apoderaron de mí. Justo cuando estaba a punto de caer de rodillas, el fuerte brazo de Frank vino alrededor de mi cintura. 
—Vamos, hijo.
Con  mis  ojos  cegados  por  las  lágrimas,  lo  dejé  guiarme  más  allá  de  las puertas de “Solo personal autorizado” y de regreso a la sala de espera. Colapsando en una silla, puse la cabeza en mis manos mientras mi cuerpo se sacudía con los sollozos.
—Ella va a estar bien, Peter. Solo fue golpeada bastante mal —consoló Poli.
—No puedo perderla —murmuré.
Él golpeó mi espalda. 
—No lo harás, hombre.
—¿Deberíamos llamar a sus hermanos o padres? —preguntó Frank.
Sacando el teléfono de mis pantalones, lo empujé hacia Frank. 
—El número de Gaston está ahí. Todos ellos están juntos esta noche. Tenían un show en Tennessee o Kentucky.
—De acuerdo, los llamaré.
Me  estremecí  ante  el  pensamiento  de  los  padres  y  hermanos  de  Lali enterándose de lo que sucedió. Era lo suficientemente malo que no me encontrara en la cima de su lista como su persona favorita, así que el hecho de que yaciera maltratada y rota en la sala de urgencias debido a mí no iba a ayudar a reforzar nuestra relación.
Alzando  mi  cabeza,  limpié mis lágrimas.  Para mí horror  dos  personas  a través de la habitación estaban tomando fotos. Incapaz de controlar mis emociones, me pareé de la silla. 
—¿Ustedes  no  tienen  en  absoluto  una  puta  vergüenza?  ¡Mi  novia  fue golpeada casi hasta la muerte no hace menos de  treinta minutos, sin mencionar que mi madre se está muriendo de cáncer! ¿Así que creen que puedan darle a las malditas fotos y chismes un descanso por un momento?
Sus ojos se ampliaron en sorpresa mientras Poli me agarraba alrededor de los hombros. 
—Déjalo así, hombre. —Arrastrándome a la recepción, preguntó—: ¿Hay un lugar más privado en el que podamos esperar?
La señora asintió. 
—Seguro, vengan justo por aquí.
Mientras las puertas de “Solo Personal Autorizado” una vez más se abrían, Poli, junto con Vico que había aparecido unos momentos antes, me llevaron dentro de  una  pequeña  sala  que  tenía  un  par  de  sillones  de  felpa.  Mordisqueando  mi maltratada uña, me negué a sentarme. En su lugar, caminé de un lado a otro de la habitación como un animal enjaulado. 
—¿Por qué no vienen a decirnos algo?
—Ellos tienen que revisarla primero, Peter —argumentó Poli.
De pie en la puerta, alcancé a ver a Pula cojeando cerca con su padre, Lyle. 
Rabia quemó a través de mí, y corrí hacia el pasillo. Antes de saberlo, la agarré por los hombros y estuve sacudiéndola tan fuerte que sus dientes estaban castañeando.
—¡Tú pequeña perra conspiradora! ¿Cómo pudiste hacerle eso a Lali? ¡Ella nunca te hizo una maldita cosa!
Vico agarró mi cintura y me apartó. 
—¡No la toques, hombre!
—¿Tocarla? ¡Quiero asesinarla!
La respiración de Vico tocó mi oreja mientras hablaba en voz baja. 
—Mira, puedo entender que quieras romper su cuello ahora mismo, pero tienes que pensar claramente. Tú también la agrediste físicamente esta noche, y ella y Lyle podrían demandarte si les da la gana. Dale una buena suma de dinero y envíalos lejos.
—¿Qué sobre Pula atacando a Lali? ¿Ella solo va irse tranquila de todo eso? —siseé.
—Es el cuadro más grande, hombre. Confía en mí.
Me libere de él. 
—Bien.
Lágrimas corrían por el rostro de Pula. 
—Lo siento, Peter. Realmente lo hago.
—No me des tus disculpas de mierda. Es a Lali a quien deberías decirle que lo sientes.
Lyle envolvió su brazo alrededor del hombro de Pula. 
—Odio que tenga que terminar de esta forma.
—Solo  recoge  tus  cosas  y  vete.  Haré  que  los  abogados  te  consigan  un arreglo. —Mis ojos perforando dentro de los  de Pula—. Pero mejor que nunca más la vea otra vez en algún show mío, ¡O presentaré cargos!
Pula  rompió  en  sollozos  mientras  Lyle  la  guiaba  hacia  una  de  las habitaciones donde una enfermera esperaba atender su situación. Nicolas y Euge aparecieron entonces. Sus expresiones estaban lívidas y llenas de preocupación. 
—¿Todavía no has escuchado nada?
—No ―murmuré miserablemente.
Pareció que una eternidad pasó antes de que una doctora de mediana edad en una impecable bata blanca entrara a la sala. 
—¿Cuál de ustedes es Peter Lanzani? —preguntó ella.
Balanceándome sobre mis piernas, traté de no desmayarme. 
—Soy yo —grazné.
Ella me dio una sonrisa tranquilizadora que envió un alivio a través de mí. 
—Soy la Dra. Mitchell, y estoy a cargo del caso de la Srta. Esposito
—¿Cómo está Lali?
—No  voy  a  mentir  ella  sufrió  heridas  bastante  extensas.  La  tomografía junto con algunos rayos X confirmaron que tiene algunas magulladuras y costillas fracturadas, una clavícula fracturada, y una contusión, pero afortunadamente no hay sangrado interno o hemorragias.
En  un  largo,  exagerado  suspiro,  finalmente  exhalé  el  aliento  que  había estado conteniendo. 
—¿Entonces ella va a estar bien?
La Dra. Mitchell asintió. 
—Sin embargo, ella va a necesitar un tiempo para recuperarse. Las costillas fracturadas pueden tomar ocho semanas para sanar, y pueden ser muy dolorosas. Después de cocerla, la sedaremos y moveremos a una habitación. La mantendremos en observación esta noche y luego probablemente le demos de alta en un día o dos dependiendo como lo esté haciendo.
—¿Puedo verla?
La Dra. Mitchell dudó. 
—Bueno,  ya  la  tenemos  altamente  sedada  por  el  dolor,  así  que probablemente no se despierte.
—No me importa. Todavía quiero estar allí para ella. De hecho, no planeo dejarla sola ni un minuto. Quiero estar justo allí cuando despierte.
Con una sonrisa, la Dra. Mitchell tocó mi brazo. 
—Ella es muy afortunada de tener a un novio comprensivo y amoroso.
Luché  contra  la  urgencia  de  decir:
Sí,  bueno,  es  por  mi  culpa  y  estar pensando con mi polla que Lali está en esa condición rota y magullada.
—Danos unos treinta minutos, y puedes subir a verla. Estará en el cuarto piso.
Extendiendo mi mano, sacudí la de la Dra. Mitchell. 
—Muchísimas gracias, y gracias por cuidar tan bien de mi Ángel.
—No hay problema —respondió ella antes de dejar la habitación.
—¿Necesitas  que  nos  quedemos  contigo?  —preguntó  Nicolas  mientras Vico y Poli asentían en acuerdo.
—No, estoy bien.
—¿Estás seguro? —preguntó Poli.
—Si ustedes vayan a casa.
Nicolas caminó hacia adelante para darme un abrazo. 
—Frank nos dijo que la familia de Lali debería estar aquí en la mañana. Ellos van a tener que manejar puesto que no pudieron conseguir un vuelo.
Interiormente, hice una mueca a esa declaración. 
—De acuerdo, gracias por dejarme saber.
Después de que Poli y Vico me dieran un abrazo fraternal, Nicolas dijo:
—Supongo  que  nos  vamos  ahora  y  regresaremos  en  la  mañana  para chequear a Lali.
—Gracias chicos.
Mientras esperaba para subir a ver a Lali, llamé a mi mamá. Ella estuvo devastada al escuchar lo que ocurrió.
Y porque era la más increíble,  amable y compresiva  mujer, me dijo que llevara a Lali a la finca para su recuperación. El pensamiento de tener a las dos mujeres que más amaba en el mismo lugar me hizo muy, muy feliz.
Acababa de colgar con mamá cuando una enfermera vino a decirme que Lali estaba arriba y podía verla. Todo el camino en el ascensor tuve una guerra conmigo mismo por lo que había pasado. Pensé miles de escenarios “que sí” en mi mente  de  por  qué  no  había  asegurado  más  el  lugar  o  insistido  en  que  Frank acompañara a Lali todo el camino hasta el autobús. Más que todo, me preguntaba cómo dejé que alguien como Pula hiciera su camino dentro de mi vida y mi cama.
Cuando llegué a la habitación de Lali, vacilé afuera de la puerta. No podía evitar estar asustado a lo que podría encontrar una vez que entrara. Culpa continuó creciendo a través de mi pecho. Los pecados de mi pasado habían salido disparados hacia mi futuro y casi destruido mi perfecta felicidad. Con una abatida sensación, empujé la puerta.
La habitación titilaba en sombras mientras solo una apagada luz sobre la cama  de  Lali  iluminaba  la  habitación.  Incluso  en  la  oscuridad,  podía  ver  las extensas  heridas. Solo  la vista  de magulladuras  moradas  y  verdes  a  lo largo  del hinchado rostro de Lali me hizo sentir como si alguien me hubiera pateado en las bolas. Inclinándome, coloqué mis manos sobre mis rodillas y traté de calmar mis emociones tomando varios respiros.
Ante los quejidos de Lali, alcé mi cabeza. 
—¿Ángel? —pregunté antes de caminar pesadamente  hacia su lado de la cama. Tomé su mano que estaba vendada con una IV en la mía—. Ángel estoy aquí, y te amo.
Sus ojos permanecieron cerrados, pero sus cejas se arrugaron. 
—Solo descansa, nena. Estás a salvo ahora, y no te voy a dejar.
Ante su continua agitación, consideré llamar a la estación de enfermeras y pedir más  analgésicos.  Pero luego  una idea  destelló en  mi  mente, así  que  actúe conforme a ella. Acercando la silla a la cama, me senté.  Luego empecé  a cantar Ángel otra  vez  para  Lali  justo  como  lo  hice  antes.  Casi  instantáneamente,  se calmó y empezó a descansar más tranquila.
Continúe cantando diferentes canciones para ella hasta que mi voz estaba ronca, y mis parpados se cerraron con cansancio. Descansando mi cabeza en un lado de la cama, me quedé dormido con mi cabeza situada contra su cadera.
Rayos  de  sol  brillaron  a  través  de  la  ventana  picando  mis  ojos despertándome de mi sueño.
Alzando mi cabeza, mire hacia Lali. Algo de la hinchazón se había bajado en su rostro, pero los golpes estaban igual de mal. Estaba a punto de ir hacia el baño cuando ella se quejó. Ante la agitación de sus parpados, me incliné hacia adelante. 
—¿Ángel?
Sus ojos se  abrieron.  Giró  su cabeza para mirarme e hizo una mueca de dolor. 
—Peter…
—¿Te duele? Déjame llamar a la enfermera por ti.
—No, está bien. Solo me siento confusa y realmente dolorida.
Asentí. 
—Estás en el hospital. ¿Recuerdas lo que pasó?
—Pula trató de matarme — dijo ella con voz ronca.
—Sí.
—¿Pero estoy bien?
Le conté todo lo que la Dra. Mitchell había dicho. Luego tomando su mano en la mía. La apreté fuertemente antes de llevarla a mis labios y repartir besos a través de la palma de su mano y dedos. 
—Siento muchísimo lo que te paso, Ángel.
—Pero no fue tu culpa
—Sí, lo fue. Si nunca me hubiese involucrado con Pula, ella nunca hubiera ido tras de ti así.
Avergonzado, lágrimas de remordimiento  quemaron mis ojos, enterré mi rostro en el lado de la cama. 
—Arruine todo para ti.
—No, no lo hiciste.
Alzando mi cabeza, me le quedé mirando tristemente. 
—Sí, lo hice. Nunca seré lo suficiente bueno para ti.
—Detente, Peter. No quiero que te castigues por esto. —Ella se estiró y pasó sus dedos por mi mejilla—. Me diste la noche más romántica de mi vida, le dijiste a un público de cincuenta mil personas que yo era la chica que más amabas en el mundo y que mi amor te había salvado. Nada de lo que pasó me quitara jamás ese momento.
Gruñí. 
—Tú vienes y dices mierdas así y me haces darme cuenta por millonésima vez que eres muy buena para mí.
Lali me dio una ligera sacudida de cabeza. 
—¿Te quedaste conmigo anoche?
—Por supuesto.
Ella trató de sonreírme, pero los puntos en su labio la hicieron hacer una mueca de dolor. 
—Justo  cuando  pienso  que  no  puedo  amarte  más  de  lo  que  ya  lo  hago, vienes y me pruebas que me equivoco.
—Escucha, Ángel, vas a tener una larga recuperación por delante, quizá seis semanas. Quiero que vengas a mi granja y me dejes cuidarte.
Los ojos de Lali se ampliaron. 
—No, Peter. No puedo dejarte hacer eso. Tienes mucho con lo de tu mama.
Sacudí la cabeza. 
—Esto no está abierto  a  discusión,  Ángel.  No voy a dejarte fuera de mi vista. Intento acompañarte a lo largo de tu recuperación en cada paso del camino.
—¿Pero qué sobre tú mama?
Sonreí. 
—Fue  su  idea  en  primer  lugar.  —Cuando  Lali  empezó  a  protestar, respondí—: Ella y yo queremos mucho hacer esto, Ángel. Además, ella sabe todo sobre mi amor por ti. De hecho, fue ella la que me dijo que siguiera luchando por ti después de que lo arruiné.
—¿En serio?
—Sí, así que no hay ningún punto es discutir, ¿de acuerdo?
Feliz aceptación entró en los ojos de Lali. 
—Gracias. Me encantaría pasar ese tiempo contigo.
—Bien, me alegra escucharlo. —Me acerqué dándole un suave beso en su frente. Era uno de los únicos lugares que no estaba golpeado o cortado. Con una sonrisa,  agregué—:  Desde  que  hemos  parado  la  gira  por  un  tiempo  y  estamos grabando el álbum, puedes decirme cuales canciones son buenas o cuales apestan.
—Dudo mucho que alguna de ellas apeste.
—Eso es debatible.  —Atraje su mano para ahuecar mi mejilla—. ¿Quizá podamos trabajar en más colaboraciones?
—Me gustaría mucho eso. —Sus dedos acariciaron la barba en mi piel—. Me gusta cualquier cosa que signifique estar contigo.
—Lo mismo digo, Ángel —repliqué con una sonrisa.
Nuestro hermoso momento llegó a un abrupto final cuando las puertas se abrieron, y los padres de Lali entraron. 
—¡Oh  Mariana  cariño!  ―chilló  su  madre,  Laura,  mientras  ella prácticamente me empujaba fuera del camino para llegar a Lali. Lágrimas corrían por su rostro mientras se cernía para darle un abrazo a Lali y lo pensaba mejor.
Finalmente, agarró la mano de Lali.
—Mamá, luce peor de lo que es.  Voy a estar bien.
—Acabamos  de  hablar  con  la  doctora,  y  parece  bastante  mal  para  mí   —replicó su padre, Andrew. Su expresión dura mientras su mirada se fijaba en mí.
Sus oscuros ojos se estrecharon a la vista de mi camiseta manchada con la sangre de Lali junto con los tatuajes asomándose bajo mis mangas. Sin un hola o siquiera una presentación, él demandó—: ¿Cómo pudiste dejar que esto pasara?
Mi mano automáticamente se alzó en rendición. 
—Sr. Esposito, siento terriblemente lo que pasó con Lali. Nunca quise que ella sufriera debido a mí —respondí tan sinceramente como pude.
Aparentemente mis palabras tuvieron poco efecto sobre él. Abandonó el otro lado de Lali y rodeó la cama hacia mí. 
—No es un secreto que mi esposa y yo estamos  menos que complacidos con este encaprichamiento que Lali parece tener contigo. Tú reputación como mujeriego  y  gran  bebedor  te  hace  el  último  hombre  en  la  tierra  con  el  que queremos que esté asociada nuestra hija.
—¡Papi! —regañó Lali. Alzar su voz le causo dolor debido al esfuerzo.
—¡Alto! ¡La están disgustando! —grité mientras me paraba cerca de él.
—¡No me digas que hacer! Mariana es mi hija, y sé lo que es mejor para ella, —contraatacó  Andrew.  Él  tomó  un  paso  hacia  adelante  a  lo  que  estábamos prácticamente nariz con nariz—. Al momento en que le den de alta del hospital intentó llevarla de regreso a Texas a donde pertenece. Con suerte, cuando esté lejos de ti, olvidará todo este tonto enamoramiento y entrará en razón.
Abrí mi boca para protestar, pero Lali me ganó. 
—¡Papi, deja de ser un idiota con Peter! ¡No me iré contigo!
Las  cejas  de  Andrew  se  dispararon  hasta  el  nacimiento  de  su  cabello  y prácticamente desaparecieron. 
—¿Disculpa?
Lali suavizó su expresión. 
—Lo siento, pero estás siendo irrespetuoso y grosero con el mismo chico que se quedó toda la noche en una incómoda silla mientras yo estaba fuera para asegurarse que estaba a salvo y no sola. ―Lali suspiró—. Pero más que todo, estás rompiendo mi corazón al ser tan frío y desconsiderado con el hombre que amo.
Tanto la boca de Andrew como la de la mama de Lali se abrieron ante la declaración de Lali. 
—Ustedes  han  sido  los  mejores  padres,  y  en  toda  mi  vida  ustedes  me enseñaron a no juzgar a las personas y darle a todos, sin importar las circunstancias, una  oportunidad.  ¿Cómo  es  que  ahora  ustedes  pisotearon  todo  aquello  que  me inculcaron?
—Mariana, es solo que… —empezó Laura.
—No, ustedes están generalizando y juzgando a Peter por rumores y por lo que creen que ven. Pero él es mucho más que solo un rockero. Él tiene un tierno corazón y un alma generosa. Si ustedes solo supieran el amor y afecto que tiene por su madre, sus compañeros de banda e incluso el equipo que trabaja para él, verían que es alguien que deberían  querer y respetar.
Andrew pasó una temblorosa mano a través de su cabello mientras Laura se quedó mirándome con los ojos abiertos. Justo como Lali, ella mordía su labio inferior cuando estaba nerviosa y estaba esperando conseguir algo de coraje para decir lo que necesitaba.
—¿Tú de verdad amas a Lali? —preguntó Laura
—Sí, señora, lo hago. La amo con todo mi corazón y alma. Intento trabajar mi cul… —aclaré mi garganta ante mi elección de lenguaje—, uh, quiero decir, mi trasero el resto de mi vida para probar que la merezco y la amo.
—Oh eso es dulce ―declaró Laura, a lo cual Andrew solo gruñó.
—Papi, sabes que los amo a los dos, y no voy a hacer nada para lastimarlos o decepcionarlos. Justo como te dije antes de Peter, soy un adulto, y tengo que vivir mi vida. Y ahora mismo elijo pasar mi recuperación con él.
Sus  palabras  enviaron  una  brillante  sonrisa  a  mis  labios.  Estaba  tan malditamente orgulloso de ella por ser tan fuerte. No podía amar más a mi chica por dar la cara por mí y por ella.
—Pero Lali, queremos estar contigo mientras te curas. No puedo soportar el pensamiento de solo abandonarte.
Tentativamente, me acerqué para tocar el brazo de Laura. 
—No  tendrán  que  hacer  eso.  Usted  y  el  Sr.  Esposito  son  más  que bienvenidos a quedarse en mi granja por tanto tiempo como gusten.
La expresión de Laura se calmó ante el pensamiento. 
—¿En serio? ¿No te importaría?
—Por  supuesto  que  no.  Lali  necesita  a  sus  padres  cerca.  —Le  di  una significativa mirada a Andrew.
Después de unos segundos de mirarnos el uno al otro, él finalmente suspiró en resignación. 
—Me disculpo por cualquier falta de mi parte.  —Él extendió sus manos hacia  mí—.  Creo  que  no  hemos  sido  formalmente  presentados.  Soy  Andrew Esposito.
—Peter Lanzani —repliqué mientras sacudía su mano arriba y abajo. Aunque sabía que él lo odiaba, una sonrisa llenó su rostro mientras agregaba―: Es un placer conocerte.
—Igualmente.
—Ustedes me hacen realmente feliz —dijo Lali.
—Cualquier cosa por ti, cariño —respondió Laura.
Lali hizo una mueca. 
—Bien. Porque realmente necesito algo más de analgésicos.

Incluso aunque quería hacerlo, me contuve y deje a Andrew presionar el botón  para  llamar  a  la  enfermera.  Me  di  cuenta  que  solo  era  otro  par  de  pasos pequeños para construir nuestra relación


:D

8 comentarios:

  1. que lindo peter que bien que los padres de lali entendieran... ojala y peter ya no meta mas la pata jajaja

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  2. mas mas mas m as mas masmas mas

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  3. ya quiero que los papas de lali conozcan a la mama de peter

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  4. MassssssssssssssssssssssssssssssSSSSSSSSSSSSSSSSSSs

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  5. MAS POR FAVORRRRRRRRRRRRRRRRRR

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  6. Que hermoso Peter*-* Siguela me encanta ya quiero ver cuando Lali conozca a la mamá de Peter :33

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