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miércoles, 26 de marzo de 2014

Capitulo: 29

Lali


 el próximo mes,  pasé  mi recuperación en la  granja  de  Peter.
Aunque estaba destrozada físicamente, no sé cuándo había sido más feliz emocionalmente. Claro, no
necesariamente quería ser golpeada casi hasta la muerte por una psicópata, celosa ex amante de Peter, pero en la misma prueba, significaba que tenía tiempo para estar con él y con su madre. La primera semana mis padres se alojaron en la habitación de invitados y yo me quedé al lado de la habitación de Peter. Aunque el granero alardeaba a un piso terminado que era más bonito que cualquier apartamento, Peter se negó a dormir lejos de mí, así que o dormía en la silla junto a mi cama o en el sofá de la sala de estar. Me ofrecí a dejarlo dormir conmigo, pero tenía demasiado miedo de accidentalmente golpear o patear mis heridas durante la noche.
Esa primera semana estaba asfixiada hasta la muerte por Peter, mis padres, y Susan. Incluso Vico, Nicolas, Euge, y Poli se cernían sobre mí. No me entiendas mal. Fue agradable aprovechar mis heridas para mis comidas caseras favoritas de mi madre o de pequeños regalos de los chicos. Pero después de un rato, se puso muy viejo ser mimada.
No podía ni siquiera estornudar sin que todos se volvieran locos y corrieran a mi cama. Era dulce, pero también era increíblemente molesto.
Una vez que estaba literalmente de vuelta en mis pies otra vez, mis padres renuentemente partieron para volver a Texas. Habían pasado diez días fuera de sustrabajos para asegurarse de que estaba en el camino de la recuperación. Todavía no estaban  contentos  conmigo  recuperándome  en  casa  de  Peter,  pero  se  habían resignado  al  hecho  de  que  era  una  adulta  y  que  hacía  mis  propias  decisiones.
Tuvimos un adiós lloroso cuando le prometí volver a casa al final del mes.
Algunos días Peter me dejaba de mala gana con Susan, para que pudiera ir a Atlanta con los chicos a trabajar en el nuevo álbum. Tuve que admitir que me gustó mucho el tiempo con ella. Era realmente una mujer increíble de fuerza y coraje.
Físicamente, tenía sus días buenos y malos, pero emocionalmente era invencible todo el día y cada día. También era muy divertida. Cuando  me sentí bien como para subirme a un auto de nuevo, me llevó a su estudio de baile y me mostró los alrededores. La familia de Peter entró en tropel a mi encuentro y para llevar comida casera a Susan y Peter. Nunca había sentido tanto amor fuera de mi propia familia inmediata.
Una tarde, después de que Peter regresó del estudio de grabación en Atlanta, nos  encontró  a  Susan  y a  mí  en  el  porche  cada  una leyendo  un  libro.  Con  una amplia sonrisa en su rostro, me hizo señas con la mano. 
―Tengo una sorpresa para ti. 
Arrugando mi nariz, le respondí: 
―Sabes que odio las sorpresas. 
―Te  va  a  gustar esta.  Es  un  regalo  especial  de mi  abuelo.  ―No  se  me escapó que una mirada de complicidad pasó entre Susan y Peter. De mala gana, me levanté de la silla y caminé a lo largo de la terraza para reunirme con Peter. Tomó mi mano entre las suyas y me condujo a través del patio hacia su granero. Cuando abrió  la  puerta,  una  bola  suave  y  esponjosa  de  cachorro  Golden  Retriever  llegó galopando hacia mí.
Mis ojos se abrieron por la impresión. 
―¿Me conseguiste un perro? 
―Es un regalo de mi papa. Es la elección de su nueva camada.
Grité de alegría mientras iba a recoger al cachorro. 
―Ella es hermosa ―murmuré mientras frotaba mi cara en su suave pelaje.
―¿Eso quiere decir que te gusta mi sorpresa? 
Sonreí. 
―Oh, amo esta. 
Peter ladeó de nuevo la gorra de béisbol de su frente y me miró. 
―Entonces, ¿cómo vas a llamarla?
―Hmm, buena pregunta.  ―Me quedé mirando los cálidos ojos castaños de  la  cachorra―.  ¿Cómo  debería  llamarte,  cariño?  ―Cuando  abrió  la  boca  y bostezó, me di cuenta―.Ángel. Ella puede ser mi ángel.
―Pero tú eres mi ángel ―protestó Peter.
―Creo que hay espacio para dos ángeles por aquí. 
―Lo que sea. Ella es tu perro.
No pude evitar que mi frente se arrugara con preocupación. 
―Pero, ¿qué pasara cuando tenga que irme o regresar a la carretera? 
Peter se encogió de hombros. 
―Ella  va  a  quedarse  aquí  con  todos  nuestros  otros  perros  hasta  que regreses. 
Mi pulso golpeaba tan fuerte que temía Peter lo oyera. No sabía si  se dio cuenta de que al decir que mi perro siempre tendría un hogar en su casa, había solo aludido a un nivel masivo de compromiso entre nosotros. 
―¿Estás seguro de que no sería una imposición? ―le pregunte finalmente.
―Por supuesto que no. Quiero decir, tenemos todos estos acres cercados para que ella corra y retoce.
Me reí. 
―¿Acabas de decir retozar? 
―Sí, lo hice, listilla ―respondió con una sonrisa.
Coloqué a Ángel suavemente en el suelo, luego puse mis brazos alrededor del cuello de Peter. 
―Muchas gracias por el dulce y atento regalo. Haz hecho mi día.
Sonrió. 
―De nada.
Me incliné y le di un beso prolongado. Desde la noche en que había sido golpeada por Pula, Peter había estado reticente a besarme o tocarme. Más que nada en  el  mundo,  quería  su  boca  y  sus  manos  en  mí  otra  vez  como  la  noche  en  la habitación del hotel. Deslicé mi lengua sobre sus labios, instándole a abrirlos para mí. Cuando lo hizo, empujé mi lengua contra la suya. Sorprendentemente, Peter pasó su mano por mi espalda y tomó una de mis nalgas, frotándome contra él.
Mientras nuestras lenguas bailaban alrededor de la otra, descaradamente me froté contra el bulto creciendo en sus jeans. Levanté una de mis piernas y la envolví  alrededor  de  su  cadera,  dándole  parte  de  su  antiguo  deseo,  mis  botas vaqueras clavándose en su culo. Desde que quería darnos a él y a mí la experiencia completa, me fundí contra Peter, rogando silenciosamente con mi lenguaje corporal que me levantara. Afortunadamente, me  tranquilizó ahuecando  mi otra nalga e izándome hasta envolver mi otra pierna alrededor de su cintura. Me arqueé centro contra su entrepierna, ocasionando que gimiera en mi boca. 
―Ángel ―murmuró mientras besaba un rastro abrasador en mi cuello.
Cuando su mano se movió hacia arriba por mis costillas para acariciar mi pecho, grité. Pensando que era de dolor, no de placer, Peter se quedó helado. Mi reacción vocal tuvo el mismo efecto que verter un cubo de agua helada sobre Peter
―Oh mierda ―murmuró antes de agarrar mis caderas y desenvolver mis piernas alrededor de su cintura.
Una vez que puso mis pies en el suelo, se pasó una temblorosa mano por el cabello.
―¡Peter, por favor no te detengas! ―protesté.
Negó con la cabeza. 
―No estás completamente curada. Te lastimé.
―No, no lo hiciste. Grité porque me gustaba lo que estaba sintiendo.
Me miró por un minuto. 
―No importa. No deberíamos estarlo haciendo de todos modos.
Acunando su mejilla, argumenté:
―Pero quiero hacerlo contigo. Eres mi novio, y te amo.
Mirando  hacia  abajo  a  Ángel  jugando  a  nuestros  pies,  Peter  se  negó  a mirarme a los ojos. 
―No, no lo haremos. Ni ahora ni en un futuro próximo ―murmuró antes de salir al granero. Ángel comenzó a seguirlo, pero luego regreso a mí. La puse en mis brazos y deje que las lágrimas rodando por mis mejillas humedecieran su pelaje.
No vi a Peter el resto de la tarde hasta que Susan nos llamó a cenar a las siete. Decir que habrías podido cortar la tensión en el aire con un cuchillo sería un suave eufemismo. Susan charlaba, y traté de mantenerme con ella, mientras que Peter estaba sentado en un silencio melancólico, cavando en su comida. Nuestros platos  estaban  a  medio  comer  cuando  saltó  de  su  silla.  Cuando  Susan  y  yo  lo miramos con la boca abierta por la sorpresa, murmuró:
―Voy al granero para hacer ejercicio
Ángel lo siguió fuera  del  comedor,  pero  sus gemidos  se  hicieron  eco en todo el vestíbulo cuando él cerró la puerta. Con un suspiro de angustia, deje caer el tenedor en el plato, provocando un ruidoso estruendo.
―Lo siento. 
Ella me dio una sonrisa compasiva. 
―Cariño, no tienes que disculparte conmigo. En su lugar, deberías estar marchando directo al granero para arreglar las cosas con jUAN.
Mis ojos se abrieron a su sugerencia. 
―¿Sa… sabes que las cosas están tensas entre nosotros? 
―Oh cariño, sé que me estoy muriendo, pero seriamente, tendría que estar ciega  para  no  darme  cuenta  de  eso.  ―Reclinándose  en  su  silla,  ella  me  miró durante un momento―. Tiene miedo de tocarte, ¿no es así? 
Le di una breve inclinación de cabeza. 
―Desde mi accidente, actúa como si fuera una frágil pieza de cristal que se romperá en cualquier momento. Yo sé que él me ama, me lo demuestra en cada modo posible.
―Él está en conflicto acerca de la culpa que siente por lo que te pasó. En su mente, Peter piensa que manteniéndote a un brazo él está de alguna manera expiándose por lo que siente son sus pecados por tu accidente.
―¡Eso es tan erróneo! ―protesté.
―Estoy de acuerdo. 
―Entonces, ¿qué debo hacer? 
Un brillo travieso ardió en los ojos azules de Susan. 
―Vas a tener que averiguar eso por tu cuenta, cariño. Pero creo  que tu mejor estrategia para aclarar las cosas y poner fin a toda la tensión es forzar a Peter a tocarte de nuevo.
Di un grito ahogado mientras el calor fluía a través de mis mejillas y en mi cuello. 
―¿Estás sugiriendo lo que creo que estás sugiriendo? 
Susan alzó las manos. 
―Solo  dije  que  tenías  que  ir  al  granero  y  luchar  por  tu  hombre.  ―Se levantó  de  su  silla―.  Si  alguien  me  necesita,  voy  a tomar  un  baño  y  terminar temprano esta noche. ―Con un guiño, ella salió del comedor.
Mordiéndome las uñas, dejé que las palabras de Susan se asimilaran. Sabía lo que quería hacer, pero no sabía si tenía el coraje para hacerlo. Después de todo, las cartas parecían estar en mi contra para que cualquier cosa de mi plan saliera bien. Tenía veintiún años, enamorada de un mujeriego estrella de rock que estaba pasando por un infierno emocional por la enfermedad de su madre y el hecho de una psicópata ex-novia me había golpeado, y mi idea para hacer mejor las cosas entre nosotros era darle mi virginidad. Sin duda, eso me hacía una loca.
Pero cuando todo se reduce a eso, no era solo el deseo bombeando a través de mí cada vez que miraba a Peter o cuando estábamos cerca el uno del otro. No, yo estaba  locamente  enamorada  de  él.  Había  estado  enamorada  de  él  antes  de  mi accidente, y después del último mes con él, estaba aún más enamorada de él que nunca antes.
Así que era ahora o nunca. Amaba a  Peter, y quería estar con él. ¿Quién sabía  lo  que  el  futuro  deparaba  para  nosotros?  Pero  en  el  fondo,  siempre  me arrepentiría si el primer hombre que amaba no era el primero con el que durmiera.
―Muy bien entonces ―murmuré antes de levantarme de la silla. Aceché por el pasillo y me encerré en el dormitorio. Mi mente estaba decidida. Susan había plantado una diminuta semilla, y yo iba a actuar en consecuencia, yendo hacia Peter en el granero y seduciéndolo.
Sabía que lo primero que tenía que hacer era armarme con las herramientas necesarias. Tenía que verme como sexo para él. Bueno, supongo que eso no era del todo  cierto  ya  que  la  última  vez  que  casi  habíamos  tenido  relaciones  sexuales.levaba una vieja camiseta y pantalones de yoga, por no mencionar el hecho de que habíamos sido bastante juguetones esta tarde, cuando yo llevaba jeans y un suéter.
Independientemente de lo que había pasado antes, Peter necesitaba saber con solo mirarme esta noche lo que quería.
Chaqueé mis dedos y me dirigí hacia el armario. Excavando en mi maleta, saqué  el  baby  doll blanco  para  dormir  que  había  comprado  cuando  conseguí  el vestido blanco para Peter. Me deslicé en el  brillante tanga antes de contonearme dentro del camisón. Mirándome en el espejo, me giré a la izquierda y a la derecha, valorando mi reflejo.
Supongo  que  me  veía  sexy.  La  perla  y  las  incrustaciones  de  lentejuelas apenas se sostenían en mi escote, y se sentía como si en cualquier momento mis tetas podrían saltar hacia afuera de la parte delantera, lo que era probablemente una  situación  de  ganar-ganar  teniendo  en  cuenta  cuánto  Peter  profesaba  que  le gustaban mis tetas.
Tirando de mi cabello fuera de mi cola de caballo, entonces cepillé hasta que cayó en cascada sobre los hombros en ondas. Me volví a aplicar una ligera capa de maquillaje, y cuando terminé, puse un poco de brillo a través de mis labios.
Deslicé mi bata sobre mis hombros y estuve dentro de mis botas. Abriendo la  puerta,  asomé  la  cabeza  y  contemplé  la  escena.  La  puerta  de  Susan,  estaba cerrada,  así  que  pisé  de  puntillas  por  el  pasillo  y  luego  cerré  la  puerta silenciosamente detrás de mí. La elevada luna llena iluminaba mi camino a través del patio de la granja.
Aunque Peter tenía seis caballos, no estaban  guardados en el granero. En cambio, estaban bajando la colina, en los establos. El "granero" era más una casa terminada  o  su  piso  de  soltero,  por  así  decirlo,  donde  tenía  equipo  para  hacer ejercicio, una sala de estar para relajarse, y luego en el segundo piso un lugar para dormir.
Con el rap a todo volumen por los altavoces estéreo, Peter ni siquiera oyó cerrarse la puerta. Una y otra vez, él atacaba el saco de boxeo mientras el sudor goteaba de su cabeza y sus hombros.
―Peter ―le grité.
El sonido de mi voz causó que se quedara inmóvil al instante. Sus brazos se extendieron para sostener el saco de boxeo antes de darse la vuelta. 
―¿Qué estás haciendo aquí? 
―Necesito hablar contigo. 
―¿Acerca de qué? 
Crucé la brecha entre nosotros. Estaba segura de que podía oír el golpeteo de mis rodillas mientras temía que mis temblorosas piernas no me sostuvieran. Sin apartar mis ojos de los suyos, mis dedos temblorosos fueron a la cinta de mi bata.
La desaté y luego, lentamente, la deslicé fuera. Cuando cayó al suelo, parecía que el sonido fue tan ensordecedor que hizo eco a nuestro alrededor.
Los ojos azules de Peter se agrandaron mientras su mirada se perdía en la lencería. Se lamió los labios varias veces y se balanceó sobre sus pies antes de que finalmente hablara. 
―Ángel, ¿qué estás haciendo? 
―Seduciéndote.
Las  comisuras  de  sus  labios  se  movieron,  y  me  di  cuenta  que  estaba luchando por no reírse. 
―¿Viniste aquí en algún picante modelito para seducirme? 
―Yo… yo quiero estar contigo. Quiero que me hagas el amor.
Las cejas de Peter se dispararon antes que negara rápidamente con la cabeza. 
―Te dije que no antes, y todavía lo digo en serio. 
Mi boca se abrió por la sorpresa. 
―¿Esa es tu respuesta a esto? ―Le hice señas a mi escote levantado.
Su nuez de Adán subió y bajó un par de veces mientras tragaba con fuerza.
―Sí, lo es.
Luego se inclinó y agarró la bata del piso. 
―Ahora ponte esto de nuevo y ve a la cama. 
―Peter, ya no tengo dolor. Estoy curada, y puedo hacer esto, quiero hacer esto.
―No. 
Lágrimas ardieron en mis ojos, y me mordí el labio. 
―¿En serio no me quieres? 
Con un gruñido, Peter respondió:
―Oh mi polla te quiere más que a nada en el mundo ahora mismo. Pero por una vez, voy a pensar con la cabeza sobre mis hombros, en lugar de con la de abajo de mi cintura. ―Peter agarró los bordes de mi bata con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos―. Confía en mí, ángel, soy el último hombre en la tierra, al que deberías querer ofrecerte. 
―Pero  quiero  estar  contigo.  Compré  este  hace  un mes  cuando  Euge  me convenció de ponerme un vestido blanco. Me di cuenta ese día que quería estar preparada  porque  sabía  que  en  algún  momento  cercano  me  gustaría  hacerte  el amor.
Mi declaración provocó un gemido agónico de Peter, pero él no respondió.
En su lugar, se paseaba ansiosamente por toda la habitación. Finalmente, se dio la vuelta y levantó las manos en señal de derrota. 
―Después  de  todo  lo  que  pasó  con  Pula  y  tu  recuperación,  he  estado pensando, infiernos incluso podrías llamarlo conciencia. 
―Yo también, y yo…
Sus ojos azules brillaban con furia.
―¿No lo entiendes, Ángel? Te mereces como el infierno algo mucho mejor que yo, tanto dentro como fuera del dormitorio. 
―No esa mierda de nuevo. Estoy tan harta de oír cómo crees que no eres digno ―protesté.
―¡Es la verdad, maldita sea! Tú  eres este hermoso y puro espíritu, y yo estoy corrompido y contaminado desde mi pasado. No voy a poner eso en ti. 
Dando un paso tentativo hacia adelante, tomé su mano en su lugar. La llevé a mis labios y la besé, junto con los nudillos. 
―No eres capaz de verte como yo lo hago. Eres merecedor de mi amor, y quiero dártelo en todos los aspectos.
Su expresión se ensombreció. 
―Pero no he hecho el amor desde que tenía dieciocho años, si incluso lo hice entonces. ¡Solo sé cómo follar chicas, y no hay modo en el infierno de que te folle! 
La frustración y la ira se arremolinaron en mi interior. Arrastré una mano a mi cadera. 
―Así  que  solo  porque  tienes  un  pasado  y  yo  no,  ¿eso  significa  que  no podemos tener sexo? 
―Sí, es correcto.
―Bueno, eso no es justo. 
Peter tiró la bata hacia mí. 
―La vida no es justa, nena. Hay que acostumbrarse a ello. 
Tiré la bata de nuevo hacia él, golpeando su cara con ella. 
―No, no lo haré. ¡No voy a aceptar un no por respuesta! 
Él me sonrió.
―¿Y qué piensas hacer? ¿Violarme? 
―No,  tengo  la  intención  de  hacer  el  amor  contigo.  ―Dando  un  paso adelante, deslicé mis brazos alrededor de su cuello y apreté mi cuerpo contra el suyo. Peter se tensó al instante. Antes de que me pudiera alejar, le dije―: Aunque no lo creas, te conozco, Peter. Entiendo que sentir y expresar emociones fuera del escenario es difícil para ti, te he visto meter la pata demasiadas veces, ¿recuerdas? Más que nada entiendo que ahora con todo lo que está pasando con tu madre y lo que  pasó  conmigo,  estas  reticente,  asustado,  e  inseguro  de  lo  que  estás experimentando y sintiendo. ―Froté la palma de mi mano por su mejilla―. Pero quiero que me escuches. Te amo, Peter. Nunca he amado a otro hombre en mi vida. Me  he  dado  a  ti  emocionalmente,  y  estoy  más  que  lista  para  hacer  eso  con  mi cuerpo. Así que no importa si hago el amor contigo, tengo sexo, o incluso follo.
Sus ojos se abrieron como platos ante mi uso de la palabra con F. Sonreí tranquilizadoramente hacia él. 
―Solo  quiero  estar  contigo.  ―Tiré  de  su  cabeza  hacia  abajo,  donde nuestras frentes se tocaron―. No solo me has dicho una y otra vez que me amas, sino  que has conseguido  demostrarme  lo  mucho  que  me amas también.  No me importa si has estado con otras mil mujeres, eso era el pasado. Somos el presente y el futuro, justo aquí y ahora. 
Peter hizo un ruido de dolor en la parte posterior de la garganta. 
―¿No ves que estoy jodidamente ahogándome en toda esta culpa?  ―Él golpeó  su  mano  contra  su  pecho  desnudo―.  Es  por  mi  culpa  que  fuiste  casi asesinada. No quiero nada más en mi conciencia, por lo que no voy a arruinarte tomando tu virginidad.
Yo no podía dejar de rodar mis ojos. 
―¿Podrías dejar de hablar como si fuera una flor frágil o algo así? Puede que sea cincuenta por ciento ángel, pero soy un cincuenta por ciento arpía también. ―Curve mis dedos en sus sudadas hebras de cabello―. Voy a ser tu agua bendita, voy a purificarte y lavaré el pasado. Solo, no me niegues esto.
―Ángel, no quiero nunca negarte nada. Te daría el mundo si pudiera. Me mata por dentro tener que decirte que no. ―Envolvió sus brazos apretados a mi alrededor―.  Tengo  tanto  miedo  de  que  mi  amor  nunca  pueda  ser  lo suficientemente bueno para ti.
―No vuelvas a pensar en eso, Peter. Es todo lo que necesito, todo lo que quiero. ―Miré hacia él―. Además, es posible que estés conmigo y decidas que no soy suficiente para ti.
Negó con la cabeza. 
―Jodidamente, lo dudo. 
―Pero yo no sé qué hacer... ya sabes, para complacerte.
Peter sonrió hacia mí. 
―¿Complacerme?
Sentí mis mejillas calentarse. 
―¿Hacerte venir? 
Su pulgar frotó sobre mi pómulo. 
―Nena,  no  creo  que  tengas  algún  problema  conmigo  viniéndome.  Lo hiciste muy bien la última vez.
―Pero tú me estabas ayudando. Yo solo quiero ser todo lo que algunas vez puedas necesitar y más, tanto dentro como fuera del dormitorio. 
Peter después llevó sus labios a los míos y silenció las dudas restantes.  Su lengua se deslizó contra mis labios, y abrí mi boca, invitándolo a entrar.  Quería probar cada centímetro de él esta noche. Nuestros besos se profundizaron mientras nuestras lenguas bailaban y luchaban una contra otra.
Con nuestras bocas y brazos entrelazados, usé mis caderas para empujar a Peter  hacia  los  escalones  del  desván.  No  iba  a  darle  otra  oportunidad  de  hablar conmigo o con él mismo sobre esto. Cuando su trasero golpeó contra las escaleras,sus labios se apartaron de los míos. Su conocida sonrisa arrogante se extendió por sus labios. 
―Las damas primero.
Me reí.
—¿Por qué creo que esto es menos sobre ser caballeroso y más acerca de llegar a verme el trasero en este tanga?
—Mmm hmmm.
Una sexy sonrisa se extendió en su cara.
—Me estás matando. —Luego se apartó a un lado para que yo subiera las escaleras. Con cada paso que daba, podía sentir sus ojos abrasando sobre mi piel desnuda. Causó que el calor y humedad creciera entre mis muslos.
Al llegar al rellano de la boardilla, empecé a envolver mis brazos alrededor de Peter, pero él me detuvo.
—Espera, Angel, estoy sudado de ejercitarme, y apesto.
Me incliné para inhalar su pecho desnudo.
—Hueles bien para mí.
Peter se rio mientras se salía de mis brazos.
—Si vamos a hacer esto, lo haremos bien y cuando no esté mal oliente.
—Si tú lo dices —le contesté.
Tirando de mi mano, me apresuró al baño. Al igual que todo en el granero, era impresionante, con  azulejos  de mármol y  granito. Peter abrió  la ducha,  y  un flujo constante de agua a chorro salió. Con las manos en la cintura de sus shorts, sus labios se curvaron en una sonrisa.
—¿Has pensado en unirte a mí o simplemente vas a ver?
—Mmm… —¿Quería bañarme con él? Eso me sorprendió ya que por lo general eso venía después del sexo, ¿no? Ugh, todo esto estaba yendo mal y para nada como imaginé. Y no pensé que sería romántico verlo duchándose. Ver a Peter lleno de espuma mientras miraba sonaba como algo salido de una mala porno—. Uh, simplemente puedo esperar en la cama. —Entonces comencé a avanzar poco a poco alejándome de la ducha.
Estaba  quitándose  sus  pantalones  cuando  rápidamente  me  volteé  para irme. No llegué muy lejos antes de que tomara mi brazo y me volteara hacia él.




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