Lali
el próximo mes, pasé
mi recuperación en la granja de Peter.
Aunque estaba destrozada físicamente, no sé cuándo había
sido más feliz emocionalmente. Claro, no
necesariamente quería ser golpeada
casi hasta la muerte por una psicópata, celosa ex amante de Peter, pero en la
misma prueba, significaba que tenía tiempo para estar con él y con su madre. La
primera semana mis padres se alojaron en la habitación de invitados y yo me
quedé al lado de la habitación de Peter. Aunque el granero alardeaba a un piso
terminado que era más bonito que cualquier apartamento, Peter se negó a dormir
lejos de mí, así que o dormía en la silla junto a mi cama o en el sofá de la
sala de estar. Me ofrecí a dejarlo dormir conmigo, pero tenía demasiado miedo
de accidentalmente golpear o patear mis heridas durante la noche.
Esa primera semana estaba asfixiada hasta la muerte por Peter,
mis padres, y Susan. Incluso Vico, Nicolas, Euge, y Poli se cernían sobre mí.
No me entiendas mal. Fue agradable aprovechar mis heridas para mis comidas
caseras favoritas de mi madre o de pequeños regalos de los chicos. Pero después
de un rato, se puso muy viejo ser mimada.
No podía ni siquiera estornudar sin que todos se volvieran
locos y corrieran a mi cama. Era dulce, pero también era increíblemente
molesto.
Una vez que estaba literalmente de vuelta en mis pies otra
vez, mis padres renuentemente partieron para volver a Texas. Habían pasado diez
días fuera de sustrabajos para asegurarse de que estaba en el camino de la recuperación.
Todavía no estaban contentos conmigo
recuperándome en casa
de Peter, pero
se habían resignado al
hecho de que
era una adulta
y que hacía
mis propias decisiones.
Tuvimos un adiós lloroso cuando le prometí volver a casa al
final del mes.
Algunos días Peter me dejaba de mala gana con Susan, para
que pudiera ir a Atlanta con los chicos a trabajar en el nuevo álbum. Tuve que
admitir que me gustó mucho el tiempo con ella. Era realmente una mujer
increíble de fuerza y coraje.
Físicamente, tenía sus días buenos y malos, pero
emocionalmente era invencible todo el día y cada día. También era muy divertida.
Cuando me sentí bien como para subirme a
un auto de nuevo, me llevó a su estudio de baile y me mostró los alrededores.
La familia de Peter entró en tropel a mi encuentro y para llevar comida casera
a Susan y Peter. Nunca había sentido tanto amor fuera de mi propia familia inmediata.
Una tarde, después de que Peter regresó del estudio de
grabación en Atlanta, nos encontró a Susan y a
mí en el
porche cada una leyendo
un libro. Con
una amplia sonrisa en su rostro, me hizo señas con la mano.
―Tengo una sorpresa para ti.
Arrugando mi nariz, le respondí:
―Sabes que odio las sorpresas.
―Te va a
gustar esta. Es un
regalo especial de mi
abuelo. ―No se me escapó
que una mirada de complicidad pasó entre Susan y Peter. De mala gana, me levanté
de la silla y caminé a lo largo de la terraza para reunirme con Peter. Tomó mi
mano entre las suyas y me condujo a través del patio hacia su granero. Cuando abrió la
puerta, una bola
suave y esponjosa
de cachorro Golden
Retriever llegó galopando hacia
mí.
Mis ojos se abrieron por la impresión.
―¿Me conseguiste un perro?
―Es un regalo de mi papa. Es la elección de su nueva camada.
Grité de alegría mientras iba a recoger al cachorro.
―Ella es hermosa ―murmuré mientras frotaba mi cara en su
suave pelaje.
―¿Eso quiere decir que te gusta mi sorpresa?
Sonreí.
―Oh, amo esta.
Peter ladeó de nuevo la gorra de béisbol de su frente y me
miró.
―Entonces, ¿cómo vas a llamarla?
―Hmm, buena pregunta.
―Me quedé mirando los cálidos ojos castaños de la
cachorra―. ¿Cómo debería
llamarte, cariño? ―Cuando
abrió la boca y
bostezó, me di cuenta―.Ángel. Ella puede ser mi ángel.
―Pero tú eres mi ángel ―protestó Peter.
―Creo que hay espacio para dos ángeles por aquí.
―Lo que sea. Ella es tu perro.
No pude evitar que mi frente se arrugara con preocupación.
―Pero, ¿qué pasara cuando tenga que irme o regresar a la
carretera?
Peter se encogió de hombros.
―Ella va a
quedarse aquí con
todos nuestros otros
perros hasta que regreses.
Mi pulso golpeaba tan fuerte que temía Peter lo oyera. No
sabía si se dio cuenta de que al decir
que mi perro siempre tendría un hogar en su casa, había solo aludido a un nivel
masivo de compromiso entre nosotros.
―¿Estás seguro de que no sería una imposición? ―le pregunte
finalmente.
―Por supuesto que no. Quiero decir, tenemos todos estos
acres cercados para que ella corra y retoce.
Me reí.
―¿Acabas de decir retozar?
―Sí, lo hice, listilla ―respondió con una sonrisa.
Coloqué a Ángel suavemente en el suelo, luego puse mis
brazos alrededor del cuello de Peter.
―Muchas gracias por el dulce y atento regalo. Haz hecho mi
día.
Sonrió.
―De nada.
Me incliné y le di un beso prolongado. Desde la noche en que
había sido golpeada por Pula, Peter había estado reticente a besarme o tocarme.
Más que nada en el mundo,
quería su boca
y sus manos
en mí otra
vez como la
noche en la habitación del hotel. Deslicé mi lengua
sobre sus labios, instándole a abrirlos para mí. Cuando lo hizo, empujé mi
lengua contra la suya. Sorprendentemente, Peter pasó su mano por mi espalda y
tomó una de mis nalgas, frotándome contra él.
Mientras nuestras lenguas bailaban alrededor de la otra,
descaradamente me froté contra el bulto creciendo en sus jeans. Levanté una de
mis piernas y la envolví alrededor de su cadera,
dándole parte de su antiguo
deseo, mis botas vaqueras clavándose en su culo. Desde
que quería darnos a él y a mí la experiencia completa, me fundí contra Peter,
rogando silenciosamente con mi lenguaje corporal que me levantara. Afortunadamente,
me tranquilizó ahuecando mi otra nalga e izándome hasta envolver mi
otra pierna alrededor de su cintura. Me arqueé centro contra su entrepierna,
ocasionando que gimiera en mi boca.
―Ángel ―murmuró mientras besaba un rastro abrasador en mi
cuello.
Cuando su mano se movió hacia arriba por mis costillas para
acariciar mi pecho, grité. Pensando que era de dolor, no de placer, Peter se
quedó helado. Mi reacción vocal tuvo el mismo efecto que verter un cubo de agua
helada sobre Peter
―Oh mierda ―murmuró antes de agarrar mis caderas y
desenvolver mis piernas alrededor de su cintura.
Una vez que puso mis pies en el suelo, se pasó una
temblorosa mano por el cabello.
―¡Peter, por favor no te detengas! ―protesté.
Negó con la cabeza.
―No estás completamente curada. Te lastimé.
―No, no lo hiciste. Grité porque me gustaba lo que estaba
sintiendo.
Me miró por un minuto.
―No importa. No deberíamos estarlo haciendo de todos modos.
Acunando su mejilla, argumenté:
―Pero quiero hacerlo contigo. Eres mi novio, y te amo.
Mirando hacia abajo
a Ángel jugando
a nuestros pies, Peter se
negó a mirarme a los ojos.
―No, no lo haremos. Ni ahora ni en un futuro próximo
―murmuró antes de salir al granero. Ángel comenzó a seguirlo, pero luego
regreso a mí. La puse en mis brazos y deje que las lágrimas rodando por mis
mejillas humedecieran su pelaje.
No vi a Peter el resto de la tarde hasta que Susan nos llamó
a cenar a las siete. Decir que habrías podido cortar la tensión en el aire con
un cuchillo sería un suave eufemismo. Susan charlaba, y traté de mantenerme con
ella, mientras que Peter estaba sentado en un silencio melancólico, cavando en
su comida. Nuestros platos estaban a
medio comer cuando
saltó de su silla. Cuando
Susan y yo lo miramos
con la boca abierta por la sorpresa, murmuró:
―Voy al granero para hacer ejercicio
Ángel lo siguió fuera
del comedor, pero
sus gemidos se hicieron
eco en todo el vestíbulo cuando él cerró la puerta. Con un suspiro de
angustia, deje caer el tenedor en el plato, provocando un ruidoso estruendo.
―Lo siento.
Ella me dio una sonrisa compasiva.
―Cariño, no tienes que disculparte conmigo. En su lugar,
deberías estar marchando directo al granero para arreglar las cosas con jUAN.
Mis ojos se abrieron a su sugerencia.
―¿Sa… sabes que las cosas están tensas entre nosotros?
―Oh cariño, sé que me estoy muriendo, pero seriamente,
tendría que estar ciega para no
darme cuenta de
eso. ―Reclinándose en
su silla, ella
me miró durante un momento―.
Tiene miedo de tocarte, ¿no es así?
Le di una breve inclinación de cabeza.
―Desde mi accidente, actúa como si fuera una frágil pieza de
cristal que se romperá en cualquier momento. Yo sé que él me ama, me lo
demuestra en cada modo posible.
―Él está en conflicto acerca de la culpa que siente por lo
que te pasó. En su mente, Peter piensa que manteniéndote a un brazo él está de
alguna manera expiándose por lo que siente son sus pecados por tu accidente.
―¡Eso es tan erróneo! ―protesté.
―Estoy de acuerdo.
―Entonces, ¿qué debo hacer?
Un brillo travieso ardió en los ojos azules de Susan.
―Vas a tener que averiguar eso por tu cuenta, cariño. Pero
creo que tu mejor estrategia para aclarar
las cosas y poner fin a toda la tensión es forzar a Peter a tocarte de nuevo.
Di un grito ahogado mientras el calor fluía a través de mis
mejillas y en mi cuello.
―¿Estás sugiriendo lo que creo que estás sugiriendo?
Susan alzó las manos.
―Solo dije que
tenías que ir
al granero y luchar
por tu hombre.
―Se levantó de su
silla―. Si alguien
me necesita, voy a
tomar un
baño y terminar temprano esta noche. ―Con un guiño,
ella salió del comedor.
Mordiéndome las uñas, dejé que las palabras de Susan se
asimilaran. Sabía lo que quería hacer, pero no sabía si tenía el coraje para
hacerlo. Después de todo, las cartas parecían estar en mi contra para que cualquier
cosa de mi plan saliera bien. Tenía veintiún años, enamorada de un mujeriego
estrella de rock que estaba pasando por un infierno emocional por la enfermedad
de su madre y el hecho de una psicópata ex-novia me había golpeado, y mi idea
para hacer mejor las cosas entre nosotros era darle mi virginidad. Sin duda,
eso me hacía una loca.
Pero cuando todo se reduce a eso, no era solo el deseo
bombeando a través de mí cada vez que miraba a Peter o cuando estábamos cerca
el uno del otro. No, yo estaba
locamente enamorada de
él. Había estado
enamorada de él
antes de mi accidente, y después del último mes con
él, estaba aún más enamorada de él que nunca antes.
Así que era ahora o nunca. Amaba a Peter, y quería estar con él. ¿Quién sabía lo
que el futuro
deparaba para nosotros?
Pero en el
fondo, siempre me arrepentiría si el primer hombre que amaba
no era el primero con el que durmiera.
―Muy bien entonces ―murmuré antes de levantarme de la silla.
Aceché por el pasillo y me encerré en el dormitorio. Mi mente estaba decidida.
Susan había plantado una diminuta semilla, y yo iba a actuar en consecuencia,
yendo hacia Peter en el granero y seduciéndolo.
Sabía que lo primero que tenía que hacer era armarme con las
herramientas necesarias. Tenía que verme como sexo para él. Bueno, supongo que
eso no era del todo cierto ya
que la última
vez que casi
habíamos tenido relaciones
sexuales.levaba una vieja camiseta y pantalones de yoga, por no
mencionar el hecho de que habíamos sido bastante juguetones esta tarde, cuando
yo llevaba jeans y un suéter.
Independientemente de lo que había pasado antes, Peter
necesitaba saber con solo mirarme esta noche lo que quería.
Chaqueé mis dedos y me dirigí hacia el armario. Excavando en
mi maleta, saqué el baby
doll blanco para dormir
que había comprado
cuando conseguí el vestido blanco para Peter. Me deslicé en
el brillante tanga antes de contonearme dentro
del camisón. Mirándome en el espejo, me giré a la izquierda y a la derecha, valorando
mi reflejo.
Supongo que me
veía sexy. La
perla y las incrustaciones de
lentejuelas apenas se sostenían en mi escote, y se sentía como si en
cualquier momento mis tetas podrían saltar hacia afuera de la parte delantera,
lo que era probablemente una
situación de ganar-ganar
teniendo en cuenta
cuánto Peter profesaba
que le gustaban mis tetas.
Tirando de mi cabello fuera de mi cola de caballo, entonces
cepillé hasta que cayó en cascada sobre los hombros en ondas. Me volví a
aplicar una ligera capa de maquillaje, y cuando terminé, puse un poco de brillo
a través de mis labios.
Deslicé mi bata sobre mis hombros y estuve dentro de mis
botas. Abriendo la puerta, asomé
la cabeza y
contemplé la escena.
La puerta de
Susan, estaba cerrada, así
que pisé de
puntillas por el
pasillo y luego
cerré la puerta silenciosamente detrás de mí. La
elevada luna llena iluminaba mi camino a través del patio de la granja.
Aunque Peter tenía seis caballos, no estaban guardados en el granero. En cambio, estaban
bajando la colina, en los establos. El "granero" era más una casa terminada o
su piso de
soltero, por así
decirlo, donde tenía
equipo para hacer ejercicio, una sala de estar para
relajarse, y luego en el segundo piso un lugar para dormir.
Con el rap a todo volumen por los altavoces estéreo, Peter
ni siquiera oyó cerrarse la puerta. Una y otra vez, él atacaba el saco de boxeo
mientras el sudor goteaba de su cabeza y sus hombros.
―Peter ―le grité.
El sonido de mi voz causó que se quedara inmóvil al
instante. Sus brazos se extendieron para sostener el saco de boxeo antes de
darse la vuelta.
―¿Qué estás haciendo aquí?
―Necesito hablar contigo.
―¿Acerca de qué?
Crucé la brecha entre nosotros. Estaba segura de que podía
oír el golpeteo de mis rodillas mientras temía que mis temblorosas piernas no
me sostuvieran. Sin apartar mis ojos de los suyos, mis dedos temblorosos fueron
a la cinta de mi bata.
La desaté y luego, lentamente, la deslicé fuera. Cuando cayó
al suelo, parecía que el sonido fue tan ensordecedor que hizo eco a nuestro
alrededor.
Los ojos azules de Peter se agrandaron mientras su mirada se
perdía en la lencería. Se lamió los labios varias veces y se balanceó sobre sus
pies antes de que finalmente hablara.
―Ángel, ¿qué estás haciendo?
―Seduciéndote.
Las comisuras de
sus labios se
movieron, y me
di cuenta que
estaba luchando por no reírse.
―¿Viniste aquí en algún picante modelito para seducirme?
―Yo… yo quiero estar contigo. Quiero que me hagas el amor.
Las cejas de Peter se dispararon antes que negara
rápidamente con la cabeza.
―Te dije que no antes, y todavía lo digo en serio.
Mi boca se abrió por la sorpresa.
―¿Esa es tu respuesta a esto? ―Le hice señas a mi escote
levantado.
Su nuez de Adán subió y bajó un par de veces mientras
tragaba con fuerza.
―Sí, lo es.
Luego se inclinó y agarró la bata del piso.
―Ahora ponte esto de nuevo y ve a la cama.
―Peter, ya no tengo dolor. Estoy curada, y puedo hacer esto,
quiero hacer esto.
―No.
Lágrimas ardieron en mis ojos, y me mordí el labio.
―¿En serio no me quieres?
Con un gruñido, Peter respondió:
―Oh mi polla te quiere más que a nada en el mundo ahora
mismo. Pero por una vez, voy a pensar con la cabeza sobre mis hombros, en lugar
de con la de abajo de mi cintura. ―Peter agarró los bordes de mi bata con tanta
fuerza que sus nudillos se pusieron blancos―. Confía en mí, ángel, soy el
último hombre en la tierra, al que deberías querer ofrecerte.
―Pero quiero estar
contigo. Compré este
hace un mes cuando
Euge me convenció de ponerme un
vestido blanco. Me di cuenta ese día que quería estar preparada porque
sabía que en
algún momento cercano
me gustaría hacerte
el amor.
Mi declaración provocó un gemido agónico de Peter, pero él
no respondió.
En su lugar, se paseaba ansiosamente por toda la habitación.
Finalmente, se dio la vuelta y levantó las manos en señal de derrota.
―Después de todo
lo que pasó
con Pula y tu
recuperación, he estado pensando, infiernos incluso podrías
llamarlo conciencia.
―Yo también, y yo…
Sus ojos azules brillaban con furia.
―¿No lo entiendes, Ángel? Te mereces como el infierno algo mucho
mejor que yo, tanto dentro como fuera del dormitorio.
―No esa mierda de nuevo. Estoy tan harta de oír cómo crees
que no eres digno ―protesté.
―¡Es la verdad, maldita sea! Tú eres este hermoso y puro espíritu, y yo estoy
corrompido y contaminado desde mi pasado. No voy a poner eso en ti.
Dando un paso tentativo hacia adelante, tomé su mano en su
lugar. La llevé a mis labios y la besé, junto con los nudillos.
―No eres capaz de verte como yo lo hago. Eres merecedor de
mi amor, y quiero dártelo en todos los aspectos.
Su expresión se ensombreció.
―Pero no he hecho el amor desde que tenía dieciocho años, si
incluso lo hice entonces. ¡Solo sé cómo follar chicas, y no hay modo en el
infierno de que te folle!
La frustración y la ira se arremolinaron en mi interior.
Arrastré una mano a mi cadera.
―Así que solo
porque tienes un
pasado y yo no,
¿eso significa que no
podemos tener sexo?
―Sí, es correcto.
―Bueno, eso no es justo.
Peter tiró la bata hacia mí.
―La vida no es justa, nena. Hay que acostumbrarse a
ello.
Tiré la bata de nuevo hacia él, golpeando su cara con
ella.
―No, no lo haré. ¡No voy a aceptar un no por respuesta!
Él me sonrió.
―¿Y qué piensas hacer? ¿Violarme?
―No, tengo la
intención de hacer
el amor contigo.
―Dando un paso adelante, deslicé mis brazos alrededor
de su cuello y apreté mi cuerpo contra el suyo. Peter se tensó al instante.
Antes de que me pudiera alejar, le dije―: Aunque no lo creas, te conozco, Peter.
Entiendo que sentir y expresar emociones fuera del escenario es difícil para
ti, te he visto meter la pata demasiadas veces, ¿recuerdas? Más que nada
entiendo que ahora con todo lo que está pasando con tu madre y lo que pasó
conmigo, estas reticente,
asustado, e inseguro
de lo que
estás experimentando y sintiendo. ―Froté la palma de mi mano por su
mejilla―. Pero quiero que me escuches. Te amo, Peter. Nunca he amado a otro
hombre en mi vida. Me he dado
a ti emocionalmente, y
estoy más que lista para
hacer eso con mi
cuerpo. Así que no importa si hago el amor contigo, tengo sexo, o incluso
follo.
Sus ojos se abrieron como platos ante mi uso de la palabra
con F. Sonreí tranquilizadoramente hacia él.
―Solo quiero estar
contigo. ―Tiré de
su cabeza hacia
abajo, donde nuestras frentes se
tocaron―. No solo me has dicho una y otra vez que me amas, sino que has conseguido demostrarme
lo mucho que me
amas también. No me importa si has
estado con otras mil mujeres, eso era el pasado. Somos el presente y el futuro,
justo aquí y ahora.
Peter hizo un ruido de dolor en la parte posterior de la
garganta.
―¿No ves que estoy jodidamente ahogándome en toda esta
culpa? ―Él golpeó su
mano contra su
pecho desnudo―. Es por mi
culpa que fuiste
casi asesinada. No quiero nada más en mi conciencia, por lo que no voy a
arruinarte tomando tu virginidad.
Yo no podía dejar de rodar mis ojos.
―¿Podrías dejar de hablar como si fuera una flor frágil o
algo así? Puede que sea cincuenta por ciento ángel, pero soy un cincuenta por
ciento arpía también. ―Curve mis dedos en sus sudadas hebras de cabello―. Voy a
ser tu agua bendita, voy a purificarte y lavaré el pasado. Solo, no me niegues
esto.
―Ángel, no quiero nunca negarte nada. Te daría el mundo si
pudiera. Me mata por dentro tener que decirte que no. ―Envolvió sus brazos
apretados a mi alrededor―. Tengo tanto
miedo de que mi amor
nunca pueda ser lo
suficientemente bueno para ti.
―No vuelvas a pensar en eso, Peter. Es todo lo que necesito,
todo lo que quiero. ―Miré hacia él―. Además, es posible que estés conmigo y
decidas que no soy suficiente para ti.
Negó con la cabeza.
―Jodidamente, lo dudo.
―Pero yo no sé qué hacer... ya sabes, para complacerte.
Peter sonrió hacia mí.
―¿Complacerme?
Sentí mis mejillas calentarse.
―¿Hacerte venir?
Su pulgar frotó sobre mi pómulo.
―Nena, no creo
que tengas algún
problema conmigo viniéndome.
Lo hiciste muy bien la última vez.
―Pero tú me estabas ayudando. Yo solo quiero ser todo lo que
algunas vez puedas necesitar y más, tanto dentro como fuera del
dormitorio.
Peter después llevó sus labios a los míos y silenció las
dudas restantes. Su lengua se deslizó
contra mis labios, y abrí mi boca, invitándolo a entrar. Quería probar cada centímetro de él esta
noche. Nuestros besos se profundizaron mientras nuestras lenguas bailaban y
luchaban una contra otra.
Con nuestras bocas y brazos entrelazados, usé mis caderas
para empujar a Peter hacia los
escalones del desván.
No iba a
darle otra oportunidad
de hablar conmigo o con él mismo
sobre esto. Cuando su trasero golpeó contra las escaleras,sus labios se
apartaron de los míos. Su conocida sonrisa arrogante se extendió por sus
labios.
―Las damas primero.
Me reí.
—¿Por qué creo que esto es menos sobre ser caballeroso y más
acerca de llegar a verme el trasero en este tanga?
—Mmm hmmm.
Una sexy sonrisa se extendió en su cara.
—Me estás matando. —Luego se apartó a un lado para que yo
subiera las escaleras. Con cada paso que daba, podía sentir sus ojos abrasando
sobre mi piel desnuda. Causó que el calor y humedad creciera entre mis muslos.
Al llegar al rellano de la boardilla, empecé a envolver mis
brazos alrededor de Peter, pero él me detuvo.
—Espera, Angel, estoy sudado de ejercitarme, y apesto.
Me incliné para inhalar su pecho desnudo.
—Hueles bien para mí.
Peter se rio mientras se salía de mis brazos.
—Si vamos a hacer esto, lo haremos bien y cuando no esté mal
oliente.
—Si tú lo dices —le contesté.
Tirando de mi mano, me apresuró al baño. Al igual que todo
en el granero, era impresionante, con
azulejos de mármol y granito. Peter abrió la ducha,
y un flujo constante de agua a
chorro salió. Con las manos en la cintura de sus shorts, sus labios se curvaron
en una sonrisa.
—¿Has pensado en unirte a mí o simplemente vas a ver?
—Mmm… —¿Quería bañarme con él? Eso me sorprendió ya que por
lo general eso venía después del sexo, ¿no? Ugh, todo esto estaba yendo mal y
para nada como imaginé. Y no pensé que sería romántico verlo duchándose. Ver a Peter
lleno de espuma mientras miraba sonaba como algo salido de una mala porno—. Uh,
simplemente puedo esperar en la cama. —Entonces comencé a avanzar poco a poco
alejándome de la ducha.
Estaba
quitándose sus pantalones
cuando rápidamente me
volteé para irme. No llegué muy
lejos antes de que tomara mi brazo y me volteara hacia él.
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ResponderEliminarsubi mas por favorrrr
ResponderEliminarmas mas mas mas mas mas mas
ResponderEliminarMASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
ResponderEliminarMasssssdssddddd
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