Lali
Después de que Poli y
yo terminamos nuestro
baile, gotas de sudor chorreaban por mí cara y espalda.
Tenía tanta sed que bebí una copa de champán al momento en que regresamos a la
mesa y estaba comenzando otra.
—Uf, necesito agua.
Deslizándose en una silla junto a mí, Poli preguntó:
―Entonces supongo que por la forma en que te estás lanzando
eso hasta el fondo, ¿has adquirido un gusto por el champán?
Arrugué mí nariz.
—En realidad, solo me da ganas de eructar un poco. Ahora
bien, estas —agarré una fresa con
chocolate del plato para postre de la mesa y la agité hacia él—, me gustan
mucho.
—Sí, bueno, solo ve con calma en eso de emborracharte.
Tienes que estar en el estudio muy temprano en la mañana, ¿verdad?
—A las ocho —entonces grité y se me cayó la fresa.
Los oscuros ojos de Peter se abrieron ante mí.
—¿Qué diablos te pasa?
—Estaré cantando en la mañana.
—Sí, y... —solicitó.
Rodé mis ojos.
—Esta noche he estado comiendo mi peso en chocolate, el cual
contiene lácteos. Nunca debes hacer eso.
Ante lo que debe de haber sido absoluto horror en mi cara,
Poli solo me dio unas palmaditas en la pierna.
—Vas a estar bien. Lávalo con un poco de agua.
—Mierda —murmuré
mientras hacía señas a un camarero. Una vez que me trajo un vaso, me lo bebí en
tres largos tragos. Luego miré la habitación por mi notablemente ausente cita. Euge
y Nicolas bailaban mientras que Vico se sentaba con una
durmiente Melody en sus brazos.
Estiré el cuello
alrededor de la habitación—. ¿Dónde está Peter?
Vico hizo un gesto hacia el patio exterior.
—Dijo que necesitaba un poco de aire.
Poli asintió con la cabeza mientras miraba al padre de Peter,
Mark, bailando con Paula, la madrastra de Peter.
—A pesar de que han pasado quince años, a veces Peter
todavía no puede asumir que los dos están juntos.
Vico resopló.
—Sí, no creo que ellos bailando juntos fuera el problema.
Cuando llegué a
su significado, mi
corazón dio un
pequeño estremecimiento divertido antes de levantarme de la silla.
—Mejor voy a verlo. —Me apresuré hacia la puerta lateral y
al pavimento de baldosas. En el centro del
patio había una enorme fuente circular. Tenía
un cisne gigante en el centro de la misma que era iluminado por la luz.
Peter estaba sentado en el borde de la fuente, con los codos
apoyados en las rodillas.
—Hola.
—Hola —contestó.
Me acomodé a su lado. Nos sentamos en silencio durante unos
segundos antes de que yo le diera un codazo juguetón.
—Pensé por un minuto que me habían dejado plantada.
Levantó la vista hacia mí.
—Lo siento. Solo necesitaba un poco de aire.
Inclinando la cabeza, miré las estrellas.
—Es agradable aquí afuera.
—¿Sin tu pareja de baile? —escupió.
No pude evitar la sonrisa que curvó mis labios. Estaba
celoso de mí bailando con Poli.
—La única pareja de baile que quiero está aquí.
—Ummm —murmuró.
La pesada tensión
colgó rodeándonos. Tratando
de aliviar el
estado de ánimo, me deslicé fuera
de mis tacones. Y gemí de dolor.
—Recuérdame darle caza a la persona que inventó los tacones.
—Sí, bueno, es tu culpa por estar allí con Poli y actuar
como si ustedes dos estuvieran en Bailando con las estrellas o algo así.
—Peter Lanzani, creo que estás celoso.
Movió sus ojos para encontrarse con los míos.
—¡No lo estoy!
Sonreí.
—Lástima. Me gusta un poco la idea de ti estando a veces
todo un posesivo cavernícola.
—Seguro que sí.
Me acerqué más a él.
—No habrá nunca,
siquiera cualquier cosa
entre Poli y
yo. Ya lo sabes,
¿verdad?
—Supongo.
—Él y yo solo queríamos bailar y divertirnos.
—Y, por desgracia para nosotros, tu pareja no tiene ritmo,
¿eh?
—No, lo hiciste muy bien antes.
Él me sonrió.
—¿Solo muy bien?
—¿Fabuloso? ¿Movimientos increíblemente sexys?
—Mucho mejor.
Tomando su barbilla en mis manos, giré su cabeza hacia donde
él tuviera que mirarme.
—Para mí, siempre eres tú, y solo vas a ser tú, Peter.
Las comisuras de sus labios se movieron antes de que se
curvaran en una arrogante sonrisa.
—Me alegro de oír eso.
—Sin embargo, quiero que pienses en esto por un minuto. Esos
pocos celos que sentías por mí y Poli. Magnifícalo como por un millón, y es lo
que siento cuando pienso en todas las mujeres con las que has estado o todas
las mujeres que te desean.
Él me miró fijamente.
—Esas son tonterías.
Me encogí de hombros.
—Sí, bueno, ya que estamos siendo honestos, eso es lo que
siento.
—Tú eres la única para mí, Ángel. Diablos, eres la única con
la que incluso me he molestado en intentar una relación. Eso debería decirte
algo.
Sonreí.
—Lo hace, y eso significa mucho. —Incliné mis cejas hacia
él—. ¿Así que estamos bien?
—Estamos bien.
Hice una mueca mientras cruzaba mis piernas para poder
masajear uno de mis adoloridos pies.
—Uf.
—Permíteme —Se ofreció Peter.
—¿En serio?
Un sexy brillo ardió en sus ojos azules.
—Sabes que nunca dejaré pasar la oportunidad de tocarte,
incluso si se trata de tus desagradables y sudorosos pies.
—Oye tú —le
contesté mientras me
deslizaba de vuelta
a la base
de cemento. Levanté mis dos piernas para descansar los pies en el regazo
de Peter.
—¿Se siente bien? —preguntó mientras sus manos comenzaban a
amasar mi pie.
Mis parpados revolotearon antes de cerrar los ojos.
—Umm, tienes dedos mágicos.
Peter se rio entre dientes.
—No tienes ni idea, cariño.
Entrecerré mis ojos hacia él.
—Ten cuidado.
Cuando hundió sus manos dentro del arco de mí pie y mientras
lo trabajaba tan bien, me olvidé por completo de su comentario.
—Oh Dios —gemí, echando la cabeza hacia atrás.
Moviéndose más, el cuerpo de Peter se acercó contra el mío.
Su respiración era abrasadora contra mi mejilla.
—Maldita sea, Ángel, si consigo ese tipo de respuesta por
solo masajearte los pies, no puedo esperar a ver lo que sucede cuando yo…
—¡Ni siquiera vayas allí, chico travieso! —chillé,
empujándolo lejos.
Sin darse cuenta de mi propia fuerza, Peter se tambaleó
antes de caer hacia atrás. Me aferré a los lados de la fuente para salvarme y
así no irme con él. Ante la gran salpicadura, tapé mi boca con horror. Sus piernas,
que aún colgaban sobre el borde de concreto, eran las únicas cosas secas. Él
arrojó agua fuera de su boca desde donde su cabeza había desaparecido
momentáneamente bajo el agua.
—¡Oh, Dios mío! —murmuré detrás de mi mano.
Apoyándose en los sumergidos codos, un aturdido Peter me
miró durante unos segundos. Entonces una sonrisa se extendió por su empapada
cara.
—Aparte de clavarme las bolas, ¡creo que es el segundo
bloqueo de polla más épico que me has dado, Ángel!
Levanté mis manos.
—Lo siento. ¡No era mi intención hacerlo!
—Eres demasiado atrevida para tu propio bien. Creo que
necesitas un poco de reflexión. —Un perverso destello brilló en sus claros ojos
azules.
Moví mi dedo hacia él.
—Oh no. ¡Ni se te ocurra! —grité, tratando de escabullirme.
La siguiente cosa
que supe fue
que las fuertes
manos de Peter
estaban agarrando mí cintura.
—No, no —grité inútilmente antes de que él me alzara y me
arrastrara por el borde.
Grité mientras el primer torrente de helada agua de la
fuente pico sobre mi expuesta piel como diminutos cuchillos. Jadeando y
resoplando, traté de ajustar la temperatura mientras el agua caía en cascada en
la parte delantera de mi vestido y en otras áreas.
—¡Hijo de puta! —chillé, salpicando a Peter en la cara.
Él se rio entre dientes mientras se frotaba los ojos.
—Me empujaste primero.
—Pero yo no
quise que te
mojaras. —Miré mi
vestido—. Uf, estoy empapada.
Él movió las cejas.
—Me gustas mojada.
Rodé mis ojos.
—Por supuesto que sí. —Con las piernas temblorosas, me puse
de pie—. Estoy segura de que ahora este vestido es prácticamente invisible.
La hambrienta mirada de Peter vagó sobre mí.
—Casi. —Tomando mi brazo, me movió de nuevo a su lado.
Tomando mi rostro con sus manos, me miró a los ojos.
—Eres tan jodidamente hermosa, Ángel. Inclinándose, besó
un camino a
través de mi
húmeda mejilla antes
de cernirse pelingrosamente sobre mi boca.
Con ternura, sus labios se apretaron contra los míos.
Apartándose, me miró a los ojos para calcular si yo estaba bien con lo que él
estaba haciendo.
—No te detengas —le susurré antes de llevar mi boca a la
suya.
Esta vez, sus
labios estaban hambrientos mientras
se movían contra
los míos. Cuando me quedé sin aliento por el placer, él metió su lengua
en mí boca para girar alrededor de la mía. El mundo a mi alrededor empezó a dar
vueltas en un vertiginoso torbellino. Yo no podía tener suficiente de él. Mis
dedos recorrieron las hebras de su
cabello mojado. Cuando tiré de él, un gruñido salió de la parte posterior de su garganta,
haciendo que lo soltara.
—¿Hice algo mal? —le pregunté.
Los ojos entornados de Peter se abrieron, y él me dio una
sonrisa torcida.
—No, nena, eso no estuvo mal. Me gustó.
El calor calentó mis mejillas.
—Oh, lo siento.
—No te disculpes por hacer algo caliente. —Cuando empecé a
protestar, él negó con la cabeza—.
Vas a aprender,
Ángel, y hasta entonces,
nada de lo que
alguna vez pudieras hacer me hará no desearte.
Sus dientes rozaron contra mi labio inferior.
—Umm, esta noche sabes más dulce que antes.
Con mi pecho palpitando bajo su intensa mirada, jadeé.
—Tienen que ser las fresas cubiertas de chocolate.
Su pulgar acarició de un lado a otro a través de mi labio.
—Independientemente de lo que hayas tenido, me gusta la
forma en que sabes. —Luego reemplazó el dedo pulgar con su lengua. No pude
evitar el gemido que escapó de mis labios.
Agarrando mi cintura, me jalo hacia él a horcajadas en el
agua. Sus manos recorrieron mi espalda y se enredaron en mi cabello mojado.
Algo dentro de mí me poseyó, y empecé a mover mis caderas. Me levanté y luego
caí nuevamente hacia él.
—Oh Ángel —gimió Peter en mi boca mientras él sacudía sus
caderas contra las mías.
Chupé mi labio inferior entre los dientes mientras la
fricción comenzó a llegar a mí.
Pero salí de
mi bruma de
deseo cuando destellos
de luz y agua
aparecieron por todas partes. Era la hora en que la fuente montaba un
espectáculo, y estábamos justo en el medio de ella. Grité mientras las duras
corrientes golpeaban contra mí espalda y cabeza.
—Hijo de pu… —comenzó Peter antes de que fuera rociado en la
cara.
Fue entonces cuando
empecé a reír
ante lo absurdo
de la situación.
A medida que el agua salpicaba a nuestro alrededor, me partí en dos
temblando de diversión. Cuando miré hacia Peter a través de mis empapados
mechones de cabello, él se limpiaba los ojos tanto del agua como de la risa.
—¡Creo que puedes marcar eso como tu tercer más épico
bloqueo de polla! ¡Maldita fuente! —gritó levantando su pierna y salpicando
agua. Luego movió su dedo hacia el cisne—. ¡Bloqueador de polla!
Me disolví de la risa y no nos dimos cuenta de que teníamos
un público.
Los chicos se quedaron mirándonos.
—¿Qué demonios ha pasado? —preguntó Nicolas.
—Hemos tenido un pequeño accidente —respondí.
Peter se rio.
—Se podría decir que sí.
—Puso una pierna sobre el lado de la fuente y salió. Luego tendió la
mano para ayudarme.
Vico cruzó los brazos sobre su pecho.
—¿Y cómo es exactamente que dos personas caen en una fuente
que no tiene más de treinta centímetros de profundidad?
—Es un largo y algo sórdido pequeño cuento que implica un
masaje en los pies, pensamientos sucios y refrescar la libido fuera de control
—respondió Peter.
—¿Eh? —preguntó Poli.
—Me estoy congelando.
Tengo que conseguir
algo de ropa
seca —dije mientras caminaba
pasando a los chicos.
—Bueno, la fiesta se acabó, así que no hay necesidad de
preocuparse de que alguien vaya a bajar. Además, ustedes tienen una sesión de
grabación en la mañana —respondió Ncolas.
Peter asintió.
—Hazme un favor, Nico, ve a decirle a mi padre lo que pasó.
Voy hacer algo y regreso para decirle adiós a Allison. —Luego se volvió hacia
mí—. Vamos, Ángel. Vamos a cambiarnos.
—Espera, mi bolso con la llave de la habitación está sobre
la mesa.
—Iré a buscarlo
por ti. —Poli
se apresuró al
interior y luego
regresó rápidamente con un aspecto muy cómico llevando mi bolso
satinado.
—Gracias.
—Cualquier cosa por ti, Ángel —respondió con una sonrisa.
Mientras Peter y
yo nos dirigíamos
hacia el ascensor,
tuvimos bastantes
miradas divertidas de los otros huéspedes del hotel. Supongo
que no todos los días
veían a dos personas empapadas en ropa formal. Cuando
llegamos al cuarto, busqué
en mí bolso por la tarjeta de acceso.
Peter apoyó un brazo contra la puerta de la suite por encima
de mi cabeza.
—¿Quieres que entre y te ayude a cambiarte? —Un brillo
perverso ardía
en sus ojos—. Me encantaría ayudarte a salir de ese vestido
empapado.
Me eché a reír.
—No, gracias. Creo que me las arreglaré muy bien.
—Me estás matando, Angel. Creo que tengo las bolas de color
azul para
comprobarlo.
Mis ojos se abrieron.
—¿Qué pasó con el plan
de: “tenemos que tomar
las cosas con calma
y
saborear cada momento”? —le pregunté.
—Me di cuenta de que el plan estaba jodido en el momento en
que te vi a
través del vestíbulo esta noche.
Sus palabras causaron que mis latidos retumbaran
salvajemente. Me tomó
todo lo que tenía dentro de mí para no saltar a sus brazos.
—Paciencia, señor Slater. Todas las cosas buenas vienen para
aquellos que
saben esperar.
Él movió sus cejas hacia mí.
—¡Yo no quiero esperar mucho tiempo para que lleguen!
—Buenas noches, Peter —resoplé.
—Buenas noches, Ángel. Dulces sueños conmigo.
Miré hacia él por encima del hombro y sonreí.
—Y que tengas conmigo dulces sueños de clasificación adulta.
Él gimió.
—Me estás matando.
Con una carcajada, dejé que la puerta se cerrara
detrás de mí
Me encanta tu nove
ResponderEliminarSubii mass
No habia tenido tiempo de firmarte pero
ResponderEliminarhe estado leyendo, esta buenisima la nove
espero mas, me encaaanta!
mas mas mas, besos
te espero http://amorporcasiangeless.blogspot.mx/
Jajaja genia lali
ResponderEliminarMaass
Jajajaja quiero más besos Naara
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