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lunes, 17 de marzo de 2014

Capitulo: 23

Lali


Después  de  que  Poli  y  yo  terminamos  nuestro  baile,  gotas  de sudor chorreaban por mí cara y espalda. Tenía tanta sed que bebí una copa de champán al momento en que regresamos a la mesa y estaba comenzando otra.

—Uf, necesito agua.
Deslizándose en una silla junto a mí, Poli preguntó: 
―Entonces supongo que por la forma en que te estás lanzando eso hasta el fondo, ¿has adquirido un gusto por el champán?
Arrugué mí nariz.
—En realidad, solo me da ganas de eructar un poco. Ahora bien, estas    —agarré una fresa con chocolate del plato para postre de la mesa y la agité hacia él—, me gustan mucho.
—Sí, bueno, solo ve con calma en eso de emborracharte. Tienes que estar en el estudio muy temprano en la mañana, ¿verdad?
—A las ocho —entonces grité y se me cayó la fresa.
Los oscuros ojos de Peter se abrieron ante mí.
—¿Qué diablos te pasa?
—Estaré cantando en la mañana.
—Sí, y... —solicitó.
Rodé mis ojos.
—Esta noche he estado comiendo mi peso en chocolate, el cual contiene lácteos. Nunca debes hacer eso.
Ante lo que debe de haber sido absoluto horror en mi cara, Poli solo me dio unas palmaditas en la pierna.
—Vas a estar bien. Lávalo con un poco de agua.
—Mierda  —murmuré mientras hacía señas a un camarero. Una vez que me trajo un vaso, me lo bebí en tres largos tragos. Luego miré la habitación por mi notablemente ausente cita. Euge y Nicolas bailaban mientras que Vico se sentaba con  una  durmiente  Melody  en  sus  brazos.  Estiré  el  cuello  alrededor  de  la habitación—. ¿Dónde está Peter?
Vico hizo un gesto hacia el patio exterior.
—Dijo que necesitaba un poco de aire.
Poli asintió con la cabeza mientras miraba al padre de Peter, Mark, bailando con Paula, la madrastra de Peter.
—A pesar de que han pasado quince años, a veces Peter todavía no puede asumir que los dos están juntos.
Vico resopló.
—Sí, no creo que ellos bailando juntos fuera el problema.
Cuando  llegué  a  su  significado,  mi  corazón  dio  un  pequeño estremecimiento divertido antes de levantarme de la silla.
—Mejor voy a verlo. —Me apresuré hacia la puerta lateral y al pavimento de baldosas.  En el  centro del  patio había  una enorme  fuente circular.  Tenía  un cisne gigante en el centro de la misma que era iluminado por la luz.
Peter estaba sentado en el borde de la fuente, con los codos apoyados en las rodillas.
—Hola.
—Hola —contestó.
Me acomodé a su lado. Nos sentamos en silencio durante unos segundos antes de que yo le diera un codazo juguetón.
—Pensé por un minuto que me habían dejado plantada.
Levantó la vista hacia mí.
—Lo siento. Solo necesitaba un poco de aire.
Inclinando la cabeza, miré las estrellas.
—Es agradable aquí afuera.
—¿Sin tu pareja de baile? —escupió.
No pude evitar la sonrisa que curvó mis labios. Estaba celoso de mí bailando con Poli.
—La única pareja de baile que quiero está aquí.
—Ummm —murmuró.
La  pesada  tensión  colgó  rodeándonos.  Tratando  de  aliviar  el  estado  de ánimo, me deslicé fuera de mis tacones. Y gemí de dolor.
—Recuérdame darle caza a la persona que inventó los tacones.
—Sí, bueno, es tu culpa por estar allí con Poli y actuar como si ustedes dos estuvieran en Bailando con las estrellas o algo así.
—Peter Lanzani, creo que estás celoso.
Movió sus ojos para encontrarse con los míos.
—¡No lo estoy!
Sonreí.
—Lástima. Me gusta un poco la idea de ti estando a veces todo un posesivo cavernícola.
—Seguro que sí.
Me acerqué más a él.
—No  habrá  nunca,  siquiera  cualquier  cosa  entre  Poli  y  yo.  Ya  lo  sabes, ¿verdad?
—Supongo.
—Él y yo solo queríamos bailar y divertirnos.
—Y, por desgracia para nosotros, tu pareja no tiene ritmo, ¿eh?
—No, lo hiciste muy bien antes.
Él me sonrió.
—¿Solo muy bien?
—¿Fabuloso? ¿Movimientos increíblemente sexys?
—Mucho mejor.
Tomando su barbilla en mis manos, giré su cabeza hacia donde él tuviera que mirarme.
—Para mí, siempre eres tú, y solo vas a ser tú, Peter.
Las comisuras de sus labios se movieron antes de que se curvaran en una arrogante sonrisa.
—Me alegro de oír eso.
—Sin embargo, quiero que pienses en esto por un minuto. Esos pocos celos que sentías por mí y Poli. Magnifícalo como por un millón, y es lo que siento cuando pienso en todas las mujeres con las que has estado o todas las mujeres que te desean.
Él me miró fijamente.
—Esas son tonterías.
Me encogí de hombros.
—Sí, bueno, ya que estamos siendo honestos, eso es lo que siento.
—Tú eres la única para mí, Ángel. Diablos, eres la única con la que incluso me he molestado en intentar una relación. Eso debería decirte algo.
Sonreí.
—Lo hace, y eso significa mucho. —Incliné mis cejas hacia él—. ¿Así que estamos bien?
—Estamos bien.
Hice una mueca mientras cruzaba mis piernas para poder masajear uno de mis adoloridos pies.
—Uf.
—Permíteme —Se ofreció Peter.
—¿En serio?
Un sexy brillo ardió en sus ojos azules.
—Sabes que nunca dejaré pasar la oportunidad de tocarte, incluso si se trata de tus desagradables y sudorosos pies.
—Oye  tú  —le  contesté  mientras  me  deslizaba  de  vuelta  a  la  base  de cemento. Levanté mis dos piernas para descansar los pies en el regazo de Peter.
—¿Se siente bien? —preguntó mientras sus manos comenzaban a amasar mi pie.
Mis parpados revolotearon antes de cerrar los ojos.
—Umm, tienes dedos mágicos.
Peter se rio entre dientes.
—No tienes ni idea, cariño.
Entrecerré mis ojos hacia él.
—Ten cuidado.
Cuando hundió sus manos dentro del arco de mí pie y mientras lo trabajaba tan bien, me olvidé por completo de su comentario.
—Oh Dios —gemí, echando la cabeza hacia atrás.
Moviéndose más, el cuerpo de Peter se acercó contra el mío. Su respiración era abrasadora contra mi mejilla.
—Maldita sea, Ángel, si consigo ese tipo de respuesta por solo masajearte los pies, no puedo esperar a ver lo que sucede cuando yo…
—¡Ni siquiera vayas allí, chico travieso! —chillé, empujándolo lejos.
Sin darse cuenta de mi propia fuerza, Peter se tambaleó antes de caer hacia atrás. Me aferré a los lados de la fuente para salvarme y así no irme con él. Ante la gran salpicadura, tapé mi boca con horror. Sus piernas, que aún colgaban sobre el borde de concreto, eran las únicas cosas secas. Él arrojó agua fuera de su boca desde donde su cabeza había desaparecido momentáneamente bajo el agua.
—¡Oh, Dios mío! —murmuré detrás de mi mano.
Apoyándose en los sumergidos codos, un aturdido Peter me miró durante unos segundos. Entonces una sonrisa se extendió por su empapada cara.
—Aparte de clavarme las bolas, ¡creo que es el segundo bloqueo de polla más épico que me has dado, Ángel!
Levanté mis manos.
—Lo siento. ¡No era mi intención hacerlo!
—Eres demasiado atrevida para tu propio bien. Creo que necesitas un poco de reflexión. —Un perverso destello brilló en sus claros ojos azules.
Moví mi dedo hacia él.
—Oh no. ¡Ni se te ocurra! —grité, tratando de escabullirme.
La  siguiente  cosa  que  supe  fue  que  las  fuertes  manos  de  Peter  estaban agarrando mí cintura.
—No, no —grité inútilmente antes de que él me alzara y me arrastrara por el borde. 
Grité mientras el primer torrente de helada agua de la fuente pico sobre mi expuesta piel como diminutos cuchillos. Jadeando y resoplando, traté de ajustar la temperatura mientras el agua caía en cascada en la parte delantera de mi vestido y en otras áreas.
—¡Hijo de puta! —chillé, salpicando a Peter en la cara.
Él se rio entre dientes mientras se frotaba los ojos.
—Me empujaste primero.
—Pero  yo  no  quise  que  te  mojaras.  —Miré  mi  vestido—.  Uf,  estoy empapada.
Él movió las cejas.
—Me gustas mojada.
Rodé mis ojos.
—Por supuesto que sí. —Con las piernas temblorosas, me puse de pie—. Estoy segura de que ahora este vestido es prácticamente invisible.
La hambrienta mirada de Peter vagó sobre mí.
—Casi. —Tomando mi brazo, me movió de nuevo a su lado.
Tomando mi rostro con sus manos, me miró a los ojos.
—Eres tan jodidamente hermosa, Ángel. Inclinándose,  besó  un  camino  a  través  de  mi  húmeda  mejilla  antes  de cernirse pelingrosamente sobre mi boca.
Con ternura, sus labios se apretaron contra los míos. Apartándose, me miró a los ojos para calcular si yo estaba bien con lo que él estaba haciendo.
—No te detengas —le susurré antes de llevar mi boca a la suya.
Esta  vez,  sus  labios estaban hambrientos  mientras se  movían  contra  los míos. Cuando me quedé sin aliento por el placer, él metió su lengua en mí boca para girar alrededor de la mía. El mundo a mi alrededor empezó a dar vueltas en un vertiginoso torbellino. Yo no podía tener suficiente de él. Mis dedos recorrieron las hebras  de su cabello mojado. Cuando tiré de él, un gruñido salió  de la parte posterior de su garganta, haciendo que lo soltara.
—¿Hice algo mal? —le pregunté.
Los ojos entornados de Peter se abrieron, y él me dio una sonrisa torcida.
—No, nena, eso no estuvo mal. Me gustó.
El calor calentó mis mejillas.
—Oh, lo siento.
—No te disculpes por hacer algo caliente. —Cuando empecé a protestar, él negó con la cabeza—.  Vas  a  aprender,  Ángel,  y hasta  entonces,  nada  de  lo  que alguna vez pudieras hacer me hará no desearte.
Sus dientes rozaron contra mi labio inferior.
—Umm, esta noche sabes más dulce que antes.
Con mi pecho palpitando bajo su intensa mirada, jadeé.
—Tienen que ser las fresas cubiertas de chocolate.
Su pulgar acarició de un lado a otro a través de mi labio.
—Independientemente de lo que hayas tenido, me gusta la forma en que sabes. —Luego reemplazó el dedo pulgar con su lengua. No pude evitar el gemido que escapó de mis labios.
Agarrando mi cintura, me jalo hacia él a horcajadas en el agua. Sus manos recorrieron mi espalda y se enredaron en mi cabello mojado. Algo dentro de mí me poseyó, y empecé a mover mis caderas. Me levanté y luego caí nuevamente hacia él.
—Oh Ángel —gimió Peter en mi boca mientras él sacudía sus caderas contra las mías.
Chupé mi labio inferior entre los dientes mientras la fricción comenzó a llegar  a  mí.  Pero  salí  de  mi  bruma  de  deseo  cuando  destellos  de  luz  y  agua aparecieron por todas partes. Era la hora en que la fuente montaba un espectáculo, y estábamos justo en el medio de ella. Grité mientras las duras corrientes golpeaban contra mí espalda y cabeza.
—Hijo de pu… —comenzó Peter antes de que fuera rociado en la cara.
Fue  entonces  cuando  empecé  a  reír  ante  lo  absurdo  de  la  situación.  A medida que el agua salpicaba a nuestro alrededor, me partí en dos temblando de diversión. Cuando miré hacia Peter a través de mis empapados mechones de cabello, él se limpiaba los ojos tanto del agua como de la risa.
—¡Creo que puedes marcar eso como tu tercer más épico bloqueo de polla! ¡Maldita fuente! —gritó levantando su pierna y salpicando agua. Luego movió su dedo hacia el cisne—. ¡Bloqueador de polla!
Me disolví de la risa y no nos dimos cuenta de que teníamos un público.
Los chicos se quedaron mirándonos.
—¿Qué demonios ha pasado? —preguntó Nicolas.
—Hemos tenido un pequeño accidente —respondí.
Peter se rio.
—Se podría decir que sí.  —Puso una pierna sobre el lado de la fuente y salió. Luego tendió la mano para ayudarme.
Vico cruzó los brazos sobre su pecho.
—¿Y cómo es exactamente que dos personas caen en una fuente que no tiene más de treinta centímetros de profundidad?
—Es un largo y algo sórdido pequeño cuento que implica un masaje en los pies, pensamientos sucios y refrescar la libido fuera de control —respondió Peter.
—¿Eh? —preguntó Poli.
—Me  estoy  congelando.  Tengo  que  conseguir  algo  de  ropa  seca  —dije mientras caminaba pasando a los chicos.
—Bueno, la fiesta se acabó, así que no hay necesidad de preocuparse de que alguien vaya a bajar. Además, ustedes tienen una sesión de grabación en la mañana —respondió Ncolas.
Peter asintió.
—Hazme un favor, Nico, ve a decirle a mi padre lo que pasó. Voy hacer algo y regreso para decirle adiós a Allison. —Luego se volvió hacia mí—. Vamos, Ángel. Vamos a cambiarnos.
—Espera, mi bolso con la llave de la habitación está sobre la mesa.
—Iré  a  buscarlo  por  ti.  —Poli  se  apresuró  al  interior  y  luego  regresó rápidamente con un aspecto muy cómico llevando mi bolso satinado.
—Gracias.
—Cualquier cosa por ti, Ángel —respondió con una sonrisa.
Mientras  Peter  y  yo  nos  dirigíamos  hacia  el  ascensor,  tuvimos  bastantes
miradas divertidas de los otros huéspedes del hotel. Supongo que no todos los días
veían a dos personas empapadas en ropa formal. Cuando llegamos al cuarto, busqué
en mí bolso por la tarjeta de acceso.
Peter apoyó un brazo contra la puerta de la suite por encima de mi cabeza.
—¿Quieres que entre y te ayude a cambiarte? —Un brillo perverso ardía
en sus ojos—. Me encantaría ayudarte a salir de ese vestido empapado.
Me eché a reír.
—No, gracias. Creo que me las arreglaré muy bien.
—Me estás matando, Angel. Creo que tengo las bolas de color azul para
comprobarlo.
Mis ojos se abrieron.
—¿Qué  pasó  con el plan  de:  “tenemos que  tomar  las  cosas con  calma  y
saborear cada momento”? —le pregunté.
—Me di cuenta de que el plan estaba jodido en el momento en que te vi a
través del vestíbulo esta noche.
Sus palabras causaron que mis latidos retumbaran salvajemente. Me tomó
todo lo que tenía dentro de mí para no saltar a sus brazos.
—Paciencia, señor Slater. Todas las cosas buenas vienen para aquellos que
saben esperar.
Él movió sus cejas hacia mí.
—¡Yo no quiero esperar mucho tiempo para que lleguen!
—Buenas noches, Peter —resoplé.
—Buenas noches, Ángel. Dulces sueños conmigo.
Miré hacia él por encima del hombro y sonreí.
—Y que tengas conmigo dulces sueños de clasificación adulta.
Él gimió.
—Me estás matando.
Con una carcajada, dejé que la puerta se cerrara detrás de mí

4 comentarios:

  1. Me encanta tu nove
    Subii mass

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  2. No habia tenido tiempo de firmarte pero
    he estado leyendo, esta buenisima la nove
    espero mas, me encaaanta!
    mas mas mas, besos
    te espero http://amorporcasiangeless.blogspot.mx/

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  3. Jajajaja quiero más besos Naara

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