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viernes, 1 de marzo de 2013

Capitulo 4:



Él simplemente se rió y me miró como si hubiese dicho algo estúpido.
—Siempre pides lo mismo Ángel y adoras esas asquerosas cosas de queso pero no las tienen todo el tiempo, así que... —se encogió de hombros y rodó el auto hasta
la siguiente ventana.

Bien, ahora está empezando a asustarme. ¿Primero, supo mi talla de zapatos y
ahora conoce lo que como en el McDonalds? Quiero decir, sé que probablemente
he venido aquí con él y Gas mil veces, pero ni siquiera Gas sabe lo que ordeno y
es mi hermano, por amor de Dios. Peter se rió de nuevo y estacionó el auto en un
espacio para que pudiéramos comer.
Estaba hablando abiertamente sobre un concierto al que quería ir y de una película
que vio la semana pasada sobre zombies que según dijo, me habrían matado del
susto. Estaba sorprendida de cuán fácil era hablar con él; nunca había pasado tanto tiempo con él por mi cuenta antes. Usualmente estaba con Gas o con una banda de chicos, o tenía alguna sanguijuela adherida a su cuerpo, o estábamos
durmiendo. Era en realidad muy agradable y divertido. No podía dejar de
preguntarme por qué escondía su asombrosa personalidad detrás de la fachada de prostituto, con una actitud masculina de cerdo chauvinista; debería ser así más a menudo.
—¿Puedo hacerte una pregunta, Ángel? —preguntó, mirándome con seriedad.
Asentí con la cabeza y terminé el resto de mi malteada—. ¿No confías en mí?
¿Cómo pudiste pensar que iba a hacerte daño más temprano en la escuela? He
tenido muchas oportunidades de tocarte o forzarte a algo más durante los últimos
ocho años, ¿no? ¿Por qué crees que te haría daño? —preguntó, luciendo muy
triste.
Tomé una respiración profunda.
—Fue solo que me tomó por sorpresa, eso es todo; confío en ti, Peter, de verdad.
Sé que no me harías daño, sólo que es difícil para mí, no me gusta que la gente me
toque. —Fruncí el ceño al no querer hablar de esto. Nunca nadie me había
presionado por detalles acerca de cómo hacía con mi padre. He rechazado ir a la
terapia desde que se fue, mi mamá y Gas han tratado de hablar de eso pero yo
simplemente no quería que nadie lo supiera. Estaba avergonzada de eso y de lo
que él acostumbraba a hacerme. Nadie nunca me había forzado a hablar de ello y
yo los amaba aún más por ello.
Peter tomó mi mano.
—Sé que no, pero nunca te lastimaría. Necesito que lo sepas —dijo trazando
círculos en la palma de mi mano. Todavía lucía realmente herido y molesto y quería
hacerlo sentir mejor, pero no sabía cómo.
Lo único que podía hacer era decirle la verdad.
—Peter, cuando alguien me toca, mi corazón se acelera y comienzo a sentirme
mareada y enferma. Es algo sobre lo que no tengo control. Las únicas personas con las que no me pasa, es con mi mamá, con Gas y contigo. Lamento si te molesto, pero no puedo evitarlo. Confío en ti, de verdad.
Esto parecía hacerlo sentir mejor y su rostro se iluminó.
—OK, está bien. Regresemos antes de que tu hermano tenga a los perros de
ataque listos para rasgarme la garganta —sugirió, riendo entre dientes. Me
acomodé en mi asiento mientras él manejaba de regreso a la escuela. Entramos al
estacionamiento de la escuela cinco minutos antes de la campana de salida.
—Eh, Ángel, probablemente lo mejor sea no contarle nada de lo de hoy a tu
hermano. No se supone que pase tiempo contigo —dijo encogiéndose de
hombros.
No se supone que pase tiempo conmigo. ¿Qué significa eso?
—¿Por qué no? —pregunté confundida.
Me miró a los ojos de nuevo, haciendo que mi corazón se acelerara un poco.
—Gas lo dijo. Y toma en cuenta de que soy un “desagradable prostituto” como tú
tantas veces has dicho. Aparentemente, solo quiero tocar tu muy agradable trasero
—dijo con una sonrisa—. Lo cual estaría más que feliz de hacer, si tú lo quieres. Ya
sabes, como pago por la clase de patinaje —bromeó, guiñándome un ojo.
Di un grito ahogado. Acababa de pasar todo el día con este chico pasándola muy
bien y él podía arruinarlo todo en una loca frase.
—Realmente eres un cerdo a veces, ¿sabías? —gruñí saliendo del coche y azotando la puerta. Pisé fuerte en dirección al edificio de matemáticas donde debía estar,
para por lo menos aparentar que había estado allí si caminaba en la dirección
correcta.
Vi a Gas a caminar hacia el coche, así que le di unos minutos antes de hacer mi
camino y meterme en la parte de atrás como si nada hubiera sucedido.
—Oye, La, ¿tuviste un buen día? —preguntó Gas cuando entré en el coche.
—En realidad sí lo hice, todo el día excepto justo al final cuando alguien lanzó un
golpe hacia mí —le respondí con un encogimiento de hombros. Gas
inmediatamente le dio a Peter una palmada en la parte posterior de la cabeza.
—¡Ay, mierda, ¿Por qué fue eso? —preguntó Peter, frotándose la cabeza.
—Por golpear a mi hermanita. —Gas se encogió de hombros.
—¿Cómo sabes que fui yo? —se quejó Peter. Me reí mientras Peter me lanzaba una
mirada sucia y saqué mi iPod.
—La, viéndose como es viernes... —dijo Gas, apagándose.
Gemí, sabiendo al instante de qué se trataba. Su tradición semanal.
—¡No! ¡Ninguna fiesta! Vamos, Gaston, ¿en serio? ¿Tiene que ser en nuestra casa
todas las semanas? ¡Ni siquiera hay juego esta noche! Se supone que es una fiesta para después del juego. Quiero decir, ¿nadie más puede hacerla por una semana para que no tenga que limpiar todo después de que se larguen tus idiotas amigos borrachos? —pregunté, mirando a Peterde nuevo.
—¡Oye no me metas en esto; siempre ayudo a limpiar! —exclamó Peter a la
defensiva.
Suspiré, sintiéndome derrotada. Mi hermano hacía una fiesta en nuestra casa todos los viernes por la noche porque no teníamos supervisión paterna, así que era más fácil hacerla en nuestra casa. No sé por qué me molestaba en quejarme al respecto, sucedía independientemente de si me gustara o no. Subí el volumen de mi iPod para ahogar la voz de los chicos hablando sobre con quién se iban a enredar y miré por la ventana. Pude ver a Peter tratando de hacer contacto visual conmigo por el espejo pero no le hice caso y fingí que me perdía por completo en la canción.




Comienza la maraton¡¡¡
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