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viernes, 1 de marzo de 2013
Capitulo 5:
Capítulo 5
Después de cenar, Gaston y Peter salieron a buscar bebidas para la fiesta como
siempre. Así que aproveché la oportunidad de tomar un agradable baño,
haciéndome sentir relajada y fresca. Gruñí ante el pensamiento de otra fiesta. Ellos
no se ponían salvajes o algo por el estilo, pero se quedarían hasta por lo menos las
dos o tres de la mañana. Encima de la falta de sueño, habría un gran desastre que
limpiar en la mañana, tanto dentro como fuera.
Me sequé y me envolví en una toalla. Cuando di un paso fuera del baño, choqué
directo contra Peter. Sus manos se extendieron para sostenerme, agarrando mi
muñeca para que no me cayera. Apreté la toalla más fuerte y traté de calmar a mi
acelerado corazón.
—Wow, me gusta tu atuendo —dijo, mirándome de arriba a abajo lentamente.
Retiré sus manos de mí y entré pisoteando a mi habitación, azotando la puerta al
pasar.
Tan pronto la puerta se cerró, él tocó.
—¿Qué, Peter? —pregunté amargamente a través de la puerta cerrada.
—Ángel, abre la puerta por favor —pidió, agarrando el pomo.
—Peter, ¿podrías simplemente irte? En serio, ¡no estoy vestida! —Fruncí el ceño y
pisé mi pie, y de inmediato me sonrojé y le di gracias a Dios de que él estuviera del otro lado de la puerta y no pudiera verme.
—Ángel, ¿por favor? —rogó.
Me encogí de hombros. Odiaba cuando usaba ese tonito de voz. Era su voz de
hora-de-dormir a la que tenía problemas para decirle que no. Arrastré la puerta
abriéndola y él me sonrió mientras me pasaba dentro de mi cuarto.
—Bien, ¿qué demonios quieres? —pregunté, caminando hacia mi armario para
sacar mi camiseta favorita de las de Peter que encontré en la lavadora. Me la puse,
teniendo cuidado de mantener la toalla firmemente enrollada contra mí.
—Hey, me preguntaba dónde estaba esa camiseta —dijo, asintiendo frente a mi
camisa.
Jadeé pensando que me pediría que se la regresara. Era mi camiseta favorita. Me la ponía cada vez que comenzaba a sentirme vaga y descansada alrededor de la casa.
—No te la regresaré, adoro esta camisa —dije, sacudiendo mi mano en un gesto
desdeñoso.
—Es justo. De todas maneras luce mejor en ti —replicó, con una sonrisa, mirando
mis piernas.
Suspiré exasperada. ¿Por qué tenía que ser tan coqueto?
—En serio, ¿qué quieres? —repetí, caminando hacia la puerta y colocando mi mano
en la manilla, lista para patear su trasero si hacía algún otro comentario coqueto.
—Sólo quería dejar mis cosas. Un cambio de ropa y algunas cosas para mañana,
dado que pasaré la noche aquí. —Se encogió de hombros, soltando su bolsa en mi
cama.
—¿Y no podías simplemente dármela en lugar de entrar aquí? —pregunté con
rabia. ¿Por qué tenía que hacerlo todo tan difícil?
—Podía haberlo hecho, pero me habría perdido el placer de ver tu ardiente trasero
en mi camiseta. Creo que es muy sexy que una chica vista ropa de su hombre —
ronroneó, escrutándome de nuevo, lo que me hizo estremecer.
Arrastré la puerta abriéndola y lo miré.
—¡Tú no eres mi hombre, así que lárgate! —le solté.
—Lo que digas, Ángel. —Se rió entre dientes y se fue, no sin antes dispararme su
sonrisa coqueta.
Sequé mi cabello alisándolo y me apliqué maquillaje. De nuevo, casi nunca usaba
maquillaje, ni siquiera en fiestas, así que sólo apliqué un poco de sombra plateada,
algo de mascara y cambié mi brillo de labios transparente por uno rosado. Me puse mi brasier y tanga a juego azul media noche y miré a través de mi armario. Las fiestas en nuestra casa siempre eran increíblemente calientes. Gas y Peter
prácticamente invitaban a toda la escuela y todo el mundo venía, haciendo que
todo el mundo estuviera acalorado y sudoroso por lo que no podía ponerme
muchas capas. Halé un par de pantaloncillos bastante cortos de color negro y una
camiseta tipo tanque, luego me deslicé en mi collar largo y mis sandalias plateadas trenzadas con un poco de tacón. Me miré en el espejo. Tenía una linda figura, tonificada, no muy delgada y curva en los lugares adecuados. Había salido a mi mamá, con largas piernas, caderas redondeadas, estrecha cintura y pechos
ligeramente más grandes que el promedio. No era la chica más atractiva del lugar,
pero estaba feliz conmigo misma y eso era todo lo que me importaba.
A Gas no le gustaría este atuendo. Probablemente estaba mostrando demasiada
piel para su gusto, a pesar de que estaba completamente cubierta —y comparado
con las sanguijuelas que él y Peter solían tener enganchadas alrededor, parecía una monja. Consideré brevemente el cambiarme de ropa antes de decidir lo contrario, no estaría acalorada, toda sudada y vistiendo jeans sólo porque a él no le gustara que los hombres miraran a su hermanita.
Esperé hasta que la fiesta estuviera encendida, de manera de que Gas no me dijera que me cambiara como si fuera una niña pequeña, en frente de todos. Debían haber estado bebiendo por una hora —era patético Gas me notó y me dio la mirada de la muerte que corría en la familia y me señaló que me regresara a mi
habitación, modulándome la palabra “cambio”. Negué con la cabeza y le sonreí
dulcemente, mezclándome entre la gente de la fiesta, llegando rápidamente al otro
extremo del salón para que no pudiera ver donde estaba.
—Hola Sean —dije, mientras me plantaba cerca de uno de mis mejores amigos.
—Hey chica. Wow, luces ardiente esta noche —dijo mirándome, pero no de la
manera pervertida en la que los chicos estaban acostumbrados a hacerlo. Sean y yo habíamos sido amigos por mucho tiempo, él había estado saliendo con la misma chica por los últimos dos años y estaba completamente embobado por ella, lo que resultaba realmente dulce.
—Gracias, tú también luces bien —repliqué, sintiendo y buscando alrededor a mis
otros amigos—. ¿Dónde están Rochi y Sarah? —pregunté arrugando mi frente. Ellas
nunca se pierden estas fiestas, para ellas, eran solo una excusa para pasearse en
frente de todos los chicos guapos de la escuela, sobre todo Gas y Peter.
—Están tratando con tu hermano —estableció, señalando a la cocina y riendo.
Miré hacia donde estaba apuntando, para ver a Rochi y Sarah riendo
incontrolablemente por algo que Gas había dicho. Rochi tenía su mano en el brazo
de él y Sarah estaba presionada a su lado. Gas lucía completamente desinteresado pero disfrutaba la atención, como siempre. Estaba acostumbrado a que ellas dos estuvieran atentas a cada una de sus palabras, cada vez que venían a mi casa coqueteaban con él descaradamente y se paseaba por allí sin camisa, riendo ante sus lujuriosas expresiones.
Rodé mis ojos y regresé mi atención a Sean.
—¿No está Terry esta noche? —pregunté, escaneando la habitación buscándola.
Justo en ese momento, alguien me agarró desde atrás. Deje salir un pequeño grito
antes de que hablara y me diera cuenta de que era Peter.
—Luces increíble, pero definitivamente prefiero la toalla —dijo seductoramente en
mi oído. Su aliento caliente debajo de mi cuello, haciéndome estremecer. Podía
oler la cerveza en su aliento, pero él nunca se emborrachaba. Gas lo hacía, pero
Peter siempre parecía ser el que mantenía el control en caso de que las cosas se le salieran de las manos.
—Piérdete —gruñí, volteándome para caminar hacia la cocina. Todavía no había
obtenido una bebida.
—¡Hey Ángel, espérame! —dijo, agarrando mi mano mientras continuaba mi
camino entre la multitud de gente besándose y apretujándose unos contra otros.
Cuando llegué a la cocina, lo que me dio la bienvenida fue la visión de una chica
acostada sobre el mostrador de la cocina y dos chicos tomando shots de su
cuerpo. Reconocí a la chica fácilmente por su cabello rojo y su falta de ropa.
Paula.
Dejó salir un grito entusiasmado cuando entré.
—Peter, ven nene, toma un trago de mi cuerpo —ronroneó seductoramente.
Peter apretó mi mano más duro y me hizo una cara de cachorrito, pidiendo ayuda
simplemente me reí y lo presioné hacia ella.
—Anda, Peter, dale a la chica lo que quiere, tú sabes que quieres tomar uno de esos tragos. —Me burlé, riendo histéricamente ante su expresión horrorizada, la cual rápidamente se transformó en una sonrisa de satisfacción.
Agarró mis caderas y me subió al mostrador, dando un paso entre mis piernas de
manera de que nuestras caras quedaran a centímetros de distancia.
—En realidad si lo quiero. Acuéstate para mi entonces, Ángel. —Me dio una sonrisa
maliciosa, pero sabía que sólo estaba jugando.
—Peter Lanzani, ¡saca tus coquetas manos de prostituto de mí, ahora! —Le grité en
un susurro, lo que lo hizo reír de nuevo. Simplemente negó con su cabeza,
luciendo divertido y dando un paso hacia atrás, halándome un poco del mostrador
para establecerme de nuevo sobre mis pies.
Tomé un vaso y me serví tres cuartas partes de vodka y le agregué un chorrito de
jugo de naranja, preparando un trago de vodka que me tomé de una vez.
—Ángel, tómalo con calma, ¿sí? —Frunció el ceño ante mi trago, sacudiendo la
cabeza con preocupación.
—De ninguna manera. Me voy a emborrachar esta noche y no habrá forma de que
ordene nada mañana. —Le di unas palmaditas en su pecho y caminé de nuevo
hacia mis amigos.
Después de unas cuantas horas, estaba bastante borracha. No me sentía muy
estable sobre mis pies, pero continué bailando con mis amigos de todas formas.
Peter estaba conversando con alguno de sus compañeros de equipo no muy lejos
de mí y continuaba mirándome.
—¡En serio, Peter se está fijando en ti! —chilló Rochi en mis oídos por quinta vez.
—¡No lo hace! No seas estúpida, Ro, probablemente está asegurándose de que
no vomite, pues le toca limpiar mañana. —Terminé mi bebida y solté mi vaso en la
alfombra. Ja, ¡Qué limpien eso en la mañana porque yo no! Comencé a reír
histéricamente, lo que hizo que Rochi también riera.
—Voy a buscar otro trago —dije por encima de la música.
La canción cambió a “Ella es como una estrella”, de “Taio Cruz”, la cual es la canción favorita de Peter. Sentí a alguien agarrando mi mano y miré hacia atrás para encontrar a Peter sonriéndome, una sonrisa de las verdaderas y no pude evitar sonreírle de vuelta.
—Baila conmigo Ángel —dijo, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.
Estaba tan ebria en ese momento que no me importaba estar bailando con Peter;
enrollé mis brazos a su alrededor y apoyé la cara en su cuello. Olía
sorprendentemente bien, por lo que me pregunté a qué sabría si lo lamía. Espera,
¿acabo de pensar en lamer a Peter como si fuera un helado o algo? Me eché a reír
de mi propia idiotez. Peter me alejó un poco y puso cara de “¿Qué diablos?” lo cual
me divirtió todavía más. Rodó sus ojos y sacudió su cabeza, luciendo divertido
mientras presionaba su cuerpo contra el mío. La canción no era lenta en realidad,
por lo que nos balanceábamos bastante rápido y medio frotándonos el uno contra
el otro. Adoro bailar y él era bastante bueno en eso, nuestros cuerpos parecían
encajar perfectamente.
Pude sentirlo excitarse pero no me importó. Peter había estado presionando sus
erecciones contra mí desde que yo tenía doce y él catorce. Se despierta con una
todas las mañanas y la mayoría de las veces también tiene una cuando se queda
dormido. Simplemente lo ignoré. Fue raro la primera vez que pasó y de verdad me
volvió como loca. Esa mañana se había ido, tan avergonzado que casi lloraba, por
lo que le contó a su padre lo que le había pasado y luego vino la noche siguiente a
decirme que era normal en los chicos que eso sucediera porque estaban creciendo y su cuerpo estaba todo lleno de hormonas. Nunca supe si era verdad o no, pero no tenía ninguna razón para dudarlo. Fue embarazoso por un mes o dos, pero luego se convirtió en broma por cierto tiempo y ahora lo ignorábamos
completamente. Él se separó un poco para mirarme y darme una de sus agradables sonrisas, por lo que mi boca se curvó devolviéndole una sonrisa. En realidad lucía muy lindo cuando sonreía así y resultaba divertido que me acabara de dar cuentade eso, dado que lo conocía desde siempre.
Gas apareció de la nada...
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♥ Ameeeeee leer el capitulo♥
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