Datos personales

jueves, 28 de febrero de 2013

Capitulo: 3


Capítulo 3

Me desperté a las seis en punto como siempre para apagar mi alarma; la
silencié e intenté, sin éxito, moverme lejos de Peter. Tenía mi cabeza en

su pecho y mi pierna encima de su entrepierna, lo cual como siempre, ya estaba
llena de “gloria matutina” que les pasaba a todos los chicos. Él tenía su mano en mi
rodilla, fijando mi pierna ahí, y su otro brazo envuelto tensamente alrededor de mi
cintura. Cuando traté de moverlo, apretó su agarre, murmurando algo en sueño
sobre ya no querer ir más a la universidad.
Moví mi brazo y toqué su estómago.
—Seis en punto —murmuré, tocándolo de nuevo cuando no abrió sus ojos.
Él gruñó y apretó su agarre, moviéndome así que quedé completamente encima de
él. Podía sentir su erección presionando entre mis piernas. Jadeé con la sensación,
era extraño pero en verdad se sintió bien. ¿Qué demonios está mal conmigo? ¡Este
es Peter por amor de Dios! Traté de liberarme, pero eso sólo nos hizo rozarnos en
lugares en los que preferiría no pensar en el amigo mujeriego de mi hermano, en
un contacto mejor amigo. Mi cuerpo comenzó a cosquillear y no pude evitar que
un pequeño gemido se me escapara de los labios. Oh Dios mío, ¡eso en verdad se
siente bien!
—¿Peter? —le susurré/grité.
Él abrió sus ojos de golpe y me miró, impactado. Su expresión rápidamente cambió
a su sonrisa de marca, la cual quería golpear fuera de su rostro.
—Bueno, buenos días, ángel. Wow, esto es una primera vez —ronroneó, alzando
sus cejas, su sonrisa de asombro.
—¿Me soltarías por amor de Dios? —le susurré grité. Él alzó sus manos a modo de
rendición y rápidamente rodé de encima de él.
—Son las seis —refunfuñé, frunciendo el ceño.
Él se volteó de lado para mirarme.
—Está bien. No estés enojada conmigo todo el día de hoy, por favor. No sabía que
había hecho eso, lo siento, Ángel, ¿está bien? —susurró, besando mi frente antes
de salir rápidamente de la cama para ponerse su ropa.
—Está bien, lo que sea —murmuré, posicionándome en su lugar cálido de la cama
donde había estado acostado.
—Te veré después. —Me dirigió un guiño antes de salir por mi ventana.
Dándome la vuelta, enterré mi rostro en su almohada, todavía puedo olerlo y eso
me hace sentir segura y calmada. Me hundí en un sueño pacifico por otra hora.
Después de vestirme más pacíficamente que ayer, me concentré en mi iPod y
estaba bailando felizmente cuando lo vi comiendo mi cereal de nuevo. ¡Cada jodido
día! Suspiré y robé el cereal de sus manos.
—¡Demonios, Peter, hay como cuatro cereales en las alacenas y sólo comes el mío!
¿Por qué? ¿Lo haces solo para enojarme? —pregunté, frunciendo el ceño, cuando
comencé a masticar mi desayuno.
—Buenos días para ti también, Ángel —dijo educadamente, con una sonrisa de
diversión en su rostro.
—Claro, hola. —Me dejé caer y comí mi cereal mientras Gas entraba en la cocina.
—Hey, chicos, ¿están casi listos para irse? —preguntó Gas, lanzándonos a cada
uno una caja de jugo como siempre.
Ambos asentimos y nos dirigimos al auto de Peter. Mientras me acercaba a la
escuela, Sean me agarró y me llevó para una charla.
—¿Qué pasa? —pregunté, preocupada.
Parecía un poco desesperado; su cabello estaba desorganizado, como si hubiera
estado jalándolo o pasando sus manos por él un montón, sus ojos estaban tensos
con estrés.
—Olvidé que el cumpleaños de Terri es mañana, ¡y no idea de que darle! —chilló
desesperadamente, pasando sus manos por su cabello fuertemente, confirmando
mis sospechas sobre el estilo.
—Cálmate, todavía tienes tiempo. Ahora, ¿qué clase de cosas le gustan? —
pregunté, pensando en Terri y todo lo que sabía sobre ella.
—Quería darle algo que pudiera quedarse con él, pero no sé qué… —Cerró sus
ojos, obviamente entrando en pánico.
—Sean, cálmate. ¿Qué te parece unos lindos pendientes? ¿Le gustan las piedras,
verdad? También podrías darle un nuevo joyero o algo para ponerlas dentro —
sugerí.
Su rostro se iluminó.
—¡Sí! Tiene un gusto por los joyeros antiguo en este momento. ¡Esa es una idea
genial! Oh Dios gracias, La. ¡Te debo a lo grande! Voy a saltarme la mañana
para poder conseguirla —dijo, sonriendo emocionadamente y corriendo, gritando
adiós por su hombro.
Caminé de regreso al colegio, y noté que no había casi nadie.
Mierda santa, ¿llego tarde? Comencé a correr por el pasillo; pude ver a Peter y un
par de sus amigos caminando hacia mí.
—Disminuye la velocidad, Ángel, te caerás —gritó Peter, sonriéndome mientras yo
medio corría, medio caminaba hacia él.
Cuando lo pasé, él sacó su pie para hacerme tropezar, pero antes de que golpeara
el suelo envolvió sus brazos apretadamente alrededor de mi cintura, y me levantó.
—Caray, Ángel, sé que soy caliente, pero no necesitabas caer a mis pies —bromeó,
haciendo reír a todos sus amigos. Lo golpeé en el pecho fuertemente, mirándolo—.
Oh también me gusta un poco rudo, Ángel, sabes eso —dijo, sonriendo
retorcidamente.
Todavía no había soltado mi cintura, dio un paso hacia adelante y presionó su
cuerpo contra el mío, sus manos se deslizaron hacia mi trasero.
—Mmm, genial —ronroneó en mi oído.
Odiaba ser tocada; traía recuerdos de mi padre. Jadeé, y antes de que siquiera
pudiera pensar en lo que estaba haciendo, subí mi pierna y lo golpeé en las
pelotas. Él gruñó y me soltó rápidamente, doblándose por la mitad y agarrando su
ingle.
—¡Mantén tus jodidas manos fuera de mí! —grité, tratando de no llorar. Estaba
luchando por respirar y mis manos estaban temblando.
Me di la vuelta para alejarme corriendo pero me agarró por la mano y me empujó
hacia él de nuevo.
—Ángel, sólo estaba bromeando, sabes que nunca te haría daño —gimió.
Su voz se quebró un poco, sonaba como si tuviera dolor. Miró directamente a mis
ojos; pude ver la honestidad en sus profundos ojos azules acuosos. Me dio un
abrazo y puso sus labios en mi cuello, justo donde se unía con mis hombros y
respiró profundamente por su nariz, enviando a su aliento caliente a bajar por mi
cuello. Esto es lo que siempre hacía para calmarme, cuando lloraba en su hombro;
esta era la única cosa que parecía funcionar. Podía sentir su corazón latiendo
rápidamente contra mi pecho, así que me concentré en hacer juego con mi
respiración y la suya. Respiré su olor hasta que me había calmado. Me moví hacia
atrás y él sólo me estaba mirando, arrepentimiento en su rostro.
—Lo siento. No debería haber hecho eso, Ángel, no pensé —dijo en tono de
disculpa.
Asentí con la cabeza y bufé, limpiándome la cara con la manga.
—Yo también lo siento. ¿Te duele? —le pregunté, haciendo una mueca ante la idea
de cuán fuerte le había dado un rodillazo.
Se encogió de hombros.
—Estoy bien, fue mi culpa —respondió, inclinándose para mirarme a los ojos de
nuevo. Aparté la vista rápidamente, sintiéndome incómoda. Tenía la sensación de
que cuando Peter me miraba a los ojos, podía ver el verdadero yo, el que trataba de
esconderse de todo el mundo, la niña asustada a la que no le gusta que la gente la
toque, porque me traía recuerdos de aquellos domingos y mi padre llevándome al
sofá, guiándome a sentarme en su regazo.
Cuando la gente me tocaba, incluso las chicas, mi corazón se iba a toda marcha y
siempre comenzaba a sentirme enferma. Las únicas excepciones a esto son mi
madre, Gas y Peter. Esta era la razón exacta por la que no tenía citas. La idea de
que alguien me tocara o besara, hacía que mi piel se pusiera de gallina.
Aparté la vista de él y me di cuenta que tenía una gran mancha húmeda en el
hombro en el que había estado llorando. La limpié, frunciendo el ceño.
—He arruinado tu camisa.
—Tengo otras, Ángel, no te preocupes —contestó con una sonrisa fácil, que no era
la sonrisa de satisfacción que le ha dado a otras personas, era una sonrisa sincera,
los que por lo general sólo se consigue en la noche o cuando no había nadie
alrededor.
Miré a mi alrededor y me di cuenta que estábamos solos en el pasillo, me quedé
sin aliento en estado de shock.
—¿Dónde? —murmuré, mirando arriba y abajo del pasillo desesperadamente.
—Ellos fueron a clase —respondió—. Vamos, no hay razón para ir al final, así que
vamos a ir por un trago o algo así. —Me tomó de la mano hacia el
estacionamiento, hacia su coche
—Peter, ¿qué? ¡No puedo faltar a clase! —grité, mirando a mi alrededor
rápidamente para ver si alguien veía a dos estudiantes escapando fuera de la
escuela.
Se echó a reír.
—Vamos, Ángel, una clase no te hará daño. Ya estás diez minutos tarde de todos
modos. —Abrió la puerta del pasajero y me hizo señas para entrar.
Suspiré y de mala gana me subí dentro. Realmente no me importaba pasar tiempo
con Peter, pero eso sólo dependía de cual Peter estaría aquí conmigo, el de la noche
o el del día. El Peter de la noche era considerado, cariñoso y atento. El Peter del día
era un coqueto, un hijo de puta y un pelmazo. Sin embargo, el Liam del día y de la
noche me hacía sentir segura y protegida. Me volví a mirarlo mientras conducía,
tenía una pequeña sonrisa en su rostro.
—¿Qué te pasa? —le pregunté, un poco preocupada de que esto fuera a
convertirse en una especie de broma que iba a acabar mal para mí o
avergonzarme.
—¿Qué quieres decir? ¿No puedo estar contento de que estamos pasando un
tiempo juntos? —me preguntó, y me dio un guiño coqueto.Puse los ojos y gemí.
Genial, una hora con el Peter del día es mi peor pesadilla....

--------------------------------------------------------------------------
bueno gracias a todas las que firmaron tanto como en face como en el blog
¿les va si mañana asemos una maraton?









2 comentarios: