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lunes, 11 de marzo de 2013

Capitulo.8


Me desperté por la mañana con un dolor de cabeza punzante. Mi teléfono
móvil estaba sonando en algún lugar cercano. Extendí
mi mano para
conseguirlo, pero no lo podía alcanzar. Me estiré un poco más y logré golpearlo
sobre la cama para que lo pudiera responder.
—¿Hola? —bostecé.
—¡Lali! ¿Dónde diablos estás? Se supone que debemos estar practicando —una voz de hombre gritó enojada. Hice una mueca lejos del sonido y traté de
levantarme, pero Peter estaba lo suficientemente cerca encima de mí. Me estaba
fijando en mi estómago, el brazo y la pierna echada sobre mí, él estaba usando mi
espalda como una almohada. En realidad, era sorprendentemente cómodo.
—¿Justin? —dije con voz ronca, mirando mi reloj de alarma, pero los números eran
borrosos, no los pude distinguir. Cerré los ojos luego los abrí para ver que eran las
8:42 am. ¡Mierda!
—Sí, ¿quién demonios crees que iba a ser? Se supone que estarías aquí a las ocho treinta, Lali. ¿Vas a venir o qué? —sonaba claramente enojado
—Oh, sí, estoy en camino.
Peter gruñó.
—Dile que es sábado Ángel y estoy cansado —se quejó en mi espalda haciéndome
dar risitas.
—Escucha, Lali, patea a ese pedazo de mierda fuera de tú cama y ¡vente para
acá! Tenemos una nueva rutina y necesitas aprenderla —dijo Justin, sonando
divertido ahora, él obviamente había escuchado a Peter.
Justin era la única persona que sabía que Peter se estaba quedando conmigo, él no sabía la historia completa así como porque, pero sabía que lo hacía.
Peter me llevaba a mis prácticas de baile todos los sábados, con resaca o no. Sus
dos condiciones eran que yo comprara su almuerzo, y no le dijera mi hermano. Las
cuales estaban muy bien conmigo. Gas sabía que yo bailaba, pero nunca me había
visto hacerlo, tenía la sensación de que no le gustaría mucho si lo hacía. Peter y
Justin se llevaban muy bien, lo que en realidad me sorprendió al principio, porque
yo no hubiera pensado que un machista jugador de hockey sobre hielo podría ser
amigo de un hombre abiertamente gay que le gusta llevar algo rosa cada día.
Muestra de lo mucho que sé.
—Voy a estar allí en un momento y voy a comprar donas para disculparme, ¿de
acuerdo? —le ofrecí dulcemente. No quería que se molestara conmigo toda la
mañana, ya que me haría trabajar dos veces más duro.
Suspiró. —Bien, apúrate.
Me revolví un poco y empuje mi teléfono de vuelta.
—Peter, Justin dijo que tengo que patear tu culo caliente fuera de mi cama y llegar
rápido. —Me reí entre dientes. Él gimió y enterró su cara en mi espalda.
—Maldición, los sábados son un dolor en el culo —murmuró, rodando sobre su
espalda. Volví la cabeza para mirarlo, él me estaba dando su sonrisa marca
registrada.
—Tu camiseta está levantada un poco allí. ¿Quieres que baje eso por ti? —
preguntó, mirando a mi trasero.
Rápidamente tiré mis manos hasta sentir que su camiseta que llevaba puesta, ya se había levantado alrededor de mi cintura, lo que significaba que él tenía una visión clara de mi culo en mi tanga. No sabía muy bien donde estábamos después de anoche, pero creo que tenía derecho a tomarle el pelo un poco. No es como que
nunca me había visto en mi ropa interior antes, vio lo suficiente de mí ayer por la
noche mientras estaba enferma ¡sólo con mi ropa interior!
—No, gracias. Ya lo tengo. —Salí de la cama y me quité su camiseta, arrojándosela
a la cara, así que estaba allí de pie en mi sostén y bragas—. Gracias por el préstamo —le dije con una sonrisa, caminando seductoramente a mi armario, tratando de encontrar algunos pantalones de chándal o algo que podría llevar a bailar, lo oí jadear, a continuación, gemir, en silencio me mordí los labios para no dejar escapar la risa. Los resortes de la cama crujían, de repente, su cálido aliento estaba soplando en mi nuca, por lo que todo mi cuerpo estalló en piel de gallina.
—Por lo tanto, ¿se me permite tocarte hoy? —preguntó en voz baja.
Vaya, ¿está realmente pidiéndome permiso? Me volví hacia él, estaba de pie justo
detrás de mí en tan sólo sus calzoncillos, pareciendo un dios griego.
—Um... No sé... ¿Quieres hacerlo? —le pregunté, un poco insegura de mí misma.
Él había estado con muchas chicas antes, todos ellas probablemente más bonitas
que yo, y ese fue mi primer beso de verdad la noche anterior por amor de Dios,
apuesto a que ¡apestaba majestuosamente en eso! Asintió con la cabeza con
impaciencia, y sus ojos estaban clavados en los míos. Ni siquiera estaba mirando a mi cuerpo a pesar de que estaba casi desnuda, lo cual hizo que mi estómago diera un tirón por alguna razón.
Me puse rígida mientras levantaba sus manos, poco a poco, dándome la
oportunidad de detenerlo, él las puso en mis caderas. Su toque envió un sofoco a
mi piel y mariposas a mi estómago. Me empujó hacia delante en su pecho,
arrastraba sus dedos lentamente alrededor de mi espalda, por un lado agarraba la
parte de atrás de mi cuello suavemente y la otra mano haciéndome cosquillas en
su camino hacia abajo. Me pasó la mano por el trasero con suavidad, sólo una vez,
antes de volverla a subir gradualmente y ponerla en la parte baja de mi espalda.
Sus ojos no abandonaron los míos todo el tiempo. Excitación nerviosa estaba
corriendo por mi cuerpo y me quedé allí, congelada, sin saber realmente lo que
debía hacer.
Todo esto era tan totalmente nuevo para mí y estaba asustada casi hasta la muerte, pero en el buen sentido de alguna manera. Inclinó la cabeza lentamente y sentí que mis ojos se agrandaban, a la espera de que sus suaves labios hicieran contacto con los míos. Justo cuando estaban a punto de conectar, mi celular volvió a sonar, haciéndonos saltar. Miramos el teléfono, mi corazón estaba regresando lentamente a un ritmo normal cuando empecé a volver a la realidad. Peter estaba mirando el teléfono, y tuve la impresión de que estaba tratando de disparar rayos láser de los ojos para que dejara de sonar. Me reí de su expresión exasperada y me aparté de él para responder. El identificador de llamadas, dijo Justin, una vez más. Suspiré y lo abrí.
—¡He dicho que estoy en camino! —puse los ojos en blanco a pesar de que sabía
que no podía verme.
—Sólo para asegurarme que tú y tú amigo culo caliente no se vuelvan a dormir —
dijo con una sonrisa mientras colgaba.
Cerré el teléfono y volví a mirar a Peter, él seguía observándome, pero se estaba
vistiendo al mismo tiempo. Le sonreí y devolvió la sonrisa, que era agradable. Por
lo general, se transformaba en Peter el imbécil del día, burlándose de mí casi tan
pronto como me despertaba, pero hoy en día parecía diferente. No pude evitar
preguntarme cuánto tiempo duraría. Fui a mi armario y cogí un par de leggins
negros y un top blanco ajustado que apenas cubría mi culo, agarré ropa interior
fresca y fui al baño a cambiarme. Mientras caminaba junto a él, me agarró la mano,
haciendo que me detuviera.
—Sabes que tienes el más sexy culo en el mundo, ¿verdad? —susurró, justo antes
de que presionara sus labios con los míos ligeramente, enviando lo que se sentía
como relámpagos en todo mi cuerpo.
Cuando me soltó, lo miré un poco sorprendida.
—Sí, apuesto a que se lo dices a todas las chicas —murmuré, sacudiendo la cabeza
y caminando dentro del baño cerrando la puerta y tomando una respiración
profunda.
¿Qué hay de malo en mí? ¿Por qué él estaba haciendo que me sienta así? ¡Es Peter por amor de Dios! Él te va a aplastar y vas a terminar como esa maldita puta
Paula, rogando por su atención una vez que él ha terminado y consiguió lo que
quería.
Pero él no me haría eso a mí. Había pasado toda la noche conmigo por los últimos
ocho años. Lo necesitaba para poder dormir, él mantuvo las pesadillas alejadas de
mí. Él no me haría daño, ¿verdad? Confío en él para mantenerme a salvo, pero
¿podría confiar en él con todo mi corazón? Sabía que la respuesta a eso era que
no, no podía, pero por alguna razón quería. Cuando salí del cuarto de baño se
había ido, pero esto no fue una sorpresa.
Me acerqué a mi ventana para bloquearla como de costumbre y vi una pequeña
margarita blanca en la repisa de la ventana. Miré por la ventana y sonreí, estas
flores crecían a las afueras de mi ventana, tiene que haber elegido una para mí
cuando salió, y la dejó allí sabiendo que la vería cuando cerrara la ventana. Mi
corazón dio un vuelco y sonreí, un poco confundida. No era costumbre de Peter
hacer esas cosas.
Suspiré mientras metí la pequeña flor en mi cola de caballo y luego me dirigí a la
cocina, tomando dos cajas de jugo. Garabateé una nota para Gas diciéndole que
había ido a bailar, y que le ayudaría a limpiar más tarde si dejaba que Rochi y Sarah vinieran a ver una película esta noche. Sabía que iba a ir a por ello, este era mi soborno de costumbre por ayudar a limpiar después de sus fiestas, que venía a la nuestra casa en la tarde y él pagaría por la pizza y una película. Todo lo que él tenía que hacer era aguantar a dos chicas coquetas golpeando sobre él y Peter toda la noche, ya que por lo general él se acercaba demasiado, si no tenía una cita.
Salté fuera de la puerta de entrada al coche de Peter que estaba esperando fuera
de mi casa.
—Oye, ten esto —dije, dándole la bebida.
—Gracias. Ten esto. —Sonrió, y me entregó una rebanada de pan tostado.
Me eché a reír.
—Ese es un cambio bastante bueno —le dije, sonriéndole y comiendo—. Oh, tengo
que ir a Benny y conseguir rosquillas, si eso está bien. —Lo miré esperanzada
mientras conducía por la calle. Él asintió con la cabeza y aún estaba radiante.
—¿Por qué tan feliz hoy? —pregunté con curiosidad por saber por qué sonreía
tanto. No podía haber dormido mucho y sabía que él estaba todavía cansado, me
di cuenta por sus ojos.
—Tuve una buena noche ayer eso es todo. Finalmente anoté con una chica muy
caliente que he estado deseando por un tiempo. —Me guiñó un ojo, su sonrisa
auténtica cambiada en su sonrisa estúpida.
Mis entrañas se sentían como si alguien hubiera empujado una motosierra en mi
estómago. Había conectado con alguien, y luego ¿vino a mí en la cama? ¡Qué
idiota estúpido! Lo besé, un beso adecuado también, y él ¡había utilizado una chica
para tener relaciones sexuales antes de eso! Uf, estúpido gigoló, sabía que no
debería haber esperado algo diferente. Me di la vuelta para que no pudiera ver que
estaba herida, y miré por la ventana, negándome a llorar. El llanto es para los
débiles. Casi nunca dejaba que nadie me viera llorar, pero algunas personas
traspasaban las defensas que había construido, así que no podía evitarlo. Él se
detuvo delante de Benny y salté, con ganas de estar lejos de él. Pedí veinte donuts
en toda la variedad de chocolate, porque eran mis favoritas. Cuando llegué de
vuelta en el coche, Peter sonreía.
—¿Tienes lo suficiente allí? —bromeó, mirando a las dos grandes cajas que tenía
en mis brazos.
Me limité a asentir y encendí a la radio.
—Me gusta esta canción —mentí, no tenía idea de lo que era, pero no quería
hablar con él. Me lanzó una mirada extraña.
—Odias la música de reventón —dijo, frunciendo el ceño y bajándole el volumen.
En realidad, estaba en lo cierto, odiaba eso, pero me gustaba más en este
momento que hablar con él, puto mentiroso.
Nos detuvimos en las afueras del estudio donde mi grupo ensayaba todos los
sábados, nosotros éramos un equipo de baile de la calle y éramos bastante buenos también.
Habíamos entrado en una batalla de baile la semana pasada  contra otros
diez equipos de la zona y habíamos llegado en segundo lugar, ganando más de $
1.000 en premios. No es que hayamos visto nada del dinero, se fue directo al
estudio, los uniformes, la música y volantes o afiches. Me encantaba la danza,
danza callejera era mi favorita y todo lo que era con un ritmo de hip hop tiene mi
voto. Siempre había sido mi sueño desde que era una niña tener mi propio estudio
de baile, tal vez algún día me gustaría llegar allí, pero parecía muy poco probable.
—Ey, chicos lo siento, me quedé dormida —dije, mirando a todos ellos
disculpándome, mientras entraba.
Justin me haló a un gran abrazo y traté de no retroceder lejos de él, llevaba hoy su
marca de fábrica de piezas de color rosa en forma de una gorra.
—Eso está bien. También me quedaría dormido demasiado si tuviera ese culo en
mi cama —bromeó con una sonrisa mientras asintió con la cabeza sobre mi
hombro hacia Peter.
Rodé los ojos y puse las donas sobre la mesa, tomando una de chocolate con
rapidez antes de que todos fueran y se las acabaran. Me dirigí a saludar a los otros
chicos. Había ocho personas en nuestro equipo, cuatro chicas y cuatro chicos.
Estaba feliz de hablar con los chicos, cuando Justin llamó a todos para empezar.
—En vista de que ya estamos con cuarenta y cinco minutos de retraso porque
alguien no podía arrastrar el culo de la cama a tiempo, es mejor que empecemos
—afirmó, lanzándome una mirada fingida y haciéndome reír.
Nos pusimos a trabajar en una nueva rutina que era muy difícil y complicada, e
incluso tenía algunas elevaciones que daban miedo. La peor fue cuando estaba en
los hombros de Ricky y tuve que dar la vuelta, y girar en el aire, así que quedaba
mirando hacia atrás, entonces él me atraparía mientras caía hacia su cuerpo. Casi al instante, tenía que envolver mis piernas alrededor de su cintura antes de inclinarme totalmente hacia atrás poniendo los brazos en el suelo y rodar mi cuerpo en este.
Por suerte, teníamos colchonetas, Incluso me tomó más de una hora aterrizar una vez, y déjame decirte que, incluso aterrizar en la espalda o el estómago en una colchoneta, duele, sobre todo si el musculoso chico que se supone que te atraparía, aterriza en la parte superior de ti.
Después del intento número veinte, empujé a Ricky fuera de mí, riendo. Ni siquiera
podía levantarme estaba tan cansada, el sudor me corría por la espalda
—Está bien, oficialmente renuncio a esto por hoy. Me duele la cabeza, me duele la
espalda, mi trasero me duele, incluso los brazos y las piernas duelen de tanto
sostenerme —me quejé, yaciendo al igual que una estrella de mar en la colchoneta.
—Está bien, es casi la una de todos modos, así que será mejor que despejemos el
estudio —dijo Justin, tendiendo la mano para ayudar a levantarme. Negué con la
cabeza, riendo.
—No puedo. Sinceramente, no puedo moverme —murmuré, cerrando los ojos,
tratando de recuperar el aliento.
La siguiente cosa que sé es que Peter estaba allí, me agarró, me levantó y me tiró
por encima del hombro como si yo no pesara nada, se dirigió hacia el cuarto de
baño de las chicas, riendo.
—¿Qué demonios estás haciendo? —grité, todavía molesta con él por lo que me
hizo ayer por la noche.
—Ayudándote —afirmó. Me di cuenta que estaba sonriendo por su sexy estúpida
voz.
—¡Suéltame! —le ordené, tratando de zafarme, pero me agarró con más fuerza.
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Perdon por no subir pero el liceo me ocupa todo el tiempo 

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