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sábado, 30 de marzo de 2013
Capitulo: 14
Me despertó el sonido de mi alarma del teléfono. Miré a mí alrededor
preguntándome por qué estaba en la sala de estar, entonces recordé el
sueño.
Peter seguía dormido; como siempre, sus brazos y piernas estaban encima de mí,
sujetándome bajo su peso. Sonreí y lo miré unos minutos antes de que decidiera
despertarlo amablemente. Usualmente, sólo le pegaba un codazo y lo empujaba;
pero pensé que hoy sería un poco más creativo, que le gustaría eso.
Me moví hacia adelante, empujando su hombro. Él rodó sobre su espalda, sin
quitar sus brazos de mí, así que me arrastró con él. Me levantó de manos y rodillas
para quedar a horcajadas, antes de poner mi peso de nuevo sobre él. Acaricié su
hermoso rostro un par de veces antes de que pusiera mis labios ligeramente. Él
suspiró un poco en su sueño así que lo besé de nuevo, un poco más fuerte y por
más tiempo.
Comenzó a excitarse y sofoqué una risita. Está bien, sé que soy nueva en todo esto, pero este chico parecía sacar mucha lujuria de mí.
Fue un poco embarazoso; pero al mismo tiempo me hacía sentir querida,
necesitada y atractiva.
Lo besé de nuevo y recorrí su pecho con mi mano.
Él comenzó a moverme, sus brazos apretando a mi alrededor, sujetándome a su
pecho a pesar de que ni siquiera estaba despierto. Lo besé de nuevo y avancé por
su labio con mi lengua.
Eso llamó su atención; abrió los ojos y me miró, claramente sorprendido, pero con
una sonrisa jugando en el borde de sus labios.
—Espero que esa sea la manera en la que me despiertes a partir de ahora —dijo
con voz ronca.
—Tal vez, si eres afortunado —bromeé. Puso una mano detrás de mi cabeza y me
hizo besarlo de nuevo. Mordió mi labio inferior, pidiéndome que entrara, pero lo
alejé, haciéndolo gemir.
—Tienes que irte, Peter. —Me liberé de él y me senté, todavía a horcajadas.
Podía sentir su erección presionando contra mí, lo que me hacía anhelarlo de una
manera que no había pensado hasta ahora.
Sonrió y puso sus manos sobre mis rodillas y me miró sentado encima de él. Sus
ojos estaban tan lujuriosos que estaba sorprendida que no me suplicara por sexo
aquí y ahora.
Ni siquiera se movió, sólo se quedó ahí con una gran sonrisa de satisfacción en su
rostro. Esta no era realmente una buena posición para sentarse.
La sensación de tenerlo abajo de mí se estaba convirtiendo en algo enloquecedor.
Me pregunté que se sentiría cuando me tocara, recorriendo mi cuerpo con sus
manos. Me mordí el labio mientras una ola de deseo de apoderaba de mí.
Los sentimientos eran tan confusos, tan extraños para mí. Nunca había querido si
quiera besar a alguien, mucho menos los pensamientos que ahora comenzaban a
formarse en mi cabeza.
—¿Qué me estás haciendo? —susurré, confundida de que me sintiera así: querer a
alguien cuando generalmente eludía todo contacto físico por lo que mi padre solía
hacerme.
—¿Qué quieres decir? —preguntó, mirándose un poco confundido. Negué con la
cabeza; no podía explicarlo, especialmente no a él. Necesitaba que él fuera capaz
de esperarme. Si le dijera cómo me sentía, probablemente lo arruinaría todo.
—Dime que quieres decir, Ángel. ¿Por favor? —rogó, usando su cara de cachorro
en mí. ¡Demonios! ¡Eso siempre funcionaba y lo sabía!
—No quiero, Peter. —Me alejé y me recosté a su lado.
—¿Por favor? —susurró, mirándome con sus ojos suplicantes.
Suspiré.
—No sé lo que me está pasando. Un día no puedo si quiera soportar que alguien
me toque y al siguiente... —Mi voz se debilitó, insegura de cómo terminar la frase
sin darle una impresión equivocada.
—Al día siguiente, ¿qué? —solicitó, apoyándose en su codo para mirarme a los
ojos.
—Al día siguiente, tú llegas y me haces necesitarte y no puedo ayudarme a mí
misma —admití, ruborizándome locamente.
Él se rió en voz baja y me dio su sonrisa arrogante.
—También me haces necesitarte.
—Sí, esa es la mitad de problema —declaré, mirando hacia abajo para ver lo que
sobresalía de sus pijamas, ruborizándome de nuevo cuando miré y él me había
visto mirándolo. ¡Oh, mierda, eso es tan embarazoso!
—Siento que eso pase. —Me sonrió y me ruboricé más, retorciéndome ante lo
incomoda que se estaba volviendo la conversación. Le di una palmada en el pecho
y me reí por la vergüenza. Atrapó mi mano y la sostuvo fuertemente mientras me
miraba.
—Me asusta —admití, sintiéndome estúpida e infantil.
—Sé que sí, pero nunca te haría daño. Si alguna vez sientes que las cosas van
demasiado rápido, lo único que tienes que hacer es decirlo, lo prometo. —No
podía dudar de su sinceridad. La verdad de sus palabras estaba clara en su rostro.
Me incliné hacia adelante y lo besé suavemente, antes de alejarlo.
—Realmente tienes que irte. Son casi las ocho.
Él suspiró y se entretuvo con mis dedos.
—Realmente no me gusta tu amiga, es su culpa que me tenga que ir —murmuró,
fingiendo estar molesto. Reí y me levanté del sofá, levantando sus piernas
conmigo.
—Quizás quieras normalizarte un poco antes de salir. ¿Qué pensarán los vecinos si
te ven salir de mi casa así? —bromeé, asintiendo con la cabeza hacia su
entrepierna; ruborizándome al darme cuenta de que lo había visto de nuevo.
Se echó a reír.
—Podrían pensar que tengo una novia muy hermosa, que me acaba de echar de su
cama —dijo, encogiéndose de hombros casualmente.
Le sonreí mientras se acomodaba sus shorts para que fuera menos notable, antes
de besarme de nuevo y salir por la puerta principal.
Me metí a la habitación. Rochi todavía estaba dormida, así que me arrastré a mi
cama; pero no volví a dormir, en cambió le envié un mensaje a Liam:
Me alegro de que al menos durmieras 3 horas anoche.
Puse mi teléfono en silencio, para que su respuesta no despertara a Rochi.
Respondió, haciéndome sonreír:
También yo. Ese sillón es sorprendentemente cómodo, mejor que mi cama;
pero es probablemente porque estabas ahí.
Le envié:
Podrías quedarte esta noche. Tal vez podría salir a hurtadillas a la sala
después de que Rochi se duerma.
Me preguntó:
¡Me gusta la idea! ¿Qué vas a hacer hoy? ¿Quieres hacer algo?
Le respondí:
No estoy segura; creo que pasaré todo el día con Rochi, viendo que se quedará aquí.
Contestó, haciéndome reír:
Esa chica está arruinando todo; en primer lugar no me puedo quedar más
tiempo. ¡Ahora no puedo pasar el día contigo! Estoy terriblemente disgustado que esté aquí.
Nos mensajeamos alrededor de una hora más, y me alegré de que decidiera
actualizar el plan de mi equipo así obtuve mensajes ilimitados, de lo contrario esto
me costaría una fortuna.
Me levanté un par de horas más tarde, me vestí y salí a la cocina. Peter ya estaba
ahí. No debería estar realmente sorprendida, casi nunca estaba en su casa. Pasaba la mayor parte del día aquí, cuando no estaba en la escuela, saliendo como a las nueve de la noche sólo para escabullirse de nuevo en mi ventana, alrededor de las diez treinta.
Le sonreí, pero rápidamente desvié la mirada, porque estaba sentado junto a Gas.
—Buenos días, La. ¿Dónde está Rochi? ¿Has hablado con ella sobre no tocarme?
—preguntó Gas, haciéndome reír por su expresión seria.
—Está en la ducha. De todos modos, deberías estar halagado de que le gustes;
aunque tal vez se pasa a Peter hoy —me burlé, guiñándole un ojo.
Peter gimió.
—¡De ninguna manera! Estoy saliendo con alguien —afirmó con seguridad. Me
ruboricé un poco y me moví incómoda en mis pies porque le había dicho eso a
Gas.
La cara de Gas se desvió en su dirección.
—¿Estás saliendo con alguien? ¿Algo, como, seriamente? Tú nunca tienes
relaciones —dijo, frunciendo el ceño y mirando con incredulidad.
—Estoy loco por ella —dijo Peter, encogiéndose de hombros.
Me dirigí al refrigerador para tomar un poco de leche para mi cereal, tratando de
fingir que no estaba ahí. Mi corazón estaba fallando en mi pecho. ¡Oh, dios! ¡Él iba
a hacerlo! ¡Iba a decirle a Gas!
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