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martes, 26 de marzo de 2013
Capitulo: 13
—¿En serio? ¿Lo hiciste esperar afuera de la puerta? Eso es bajo, La. Espero que
por lo menos hayas cerrado la puerta esta vez —se burló mientras me sentaba. Asentí.
—Sip, cerré la puerta, no creí que quisiera escuchar
—confirmé, riéndome—. ¿Qué
les parece jugar a la Wii? —sugerí, tratando de cambiar el tema de mi fobia a los
zombies. Todos asintieron así que Gas lo preparó. Se decidieron por deportes así
que Peter y Gas jugaron al de boxeo primero. Gasse movió para sentarse a mi
lado, los dos chicos estaban parados y jugando en frente nuestro.
—Mmm, simplemente no puedo decidir cuál de los dos tiene el trasero más lindo.
¿Qué piensas? —dijo Rochi en voz baja pero lo suficientemente alto para que los
chicos escucharan.
—¡Ew! En serio, ¿qué está mal contigo? ¡Es mi hermano! —grité, temblando.
—Sólo uno de ellos es tu hermano, La, el otro es en serio malditamente caliente. Y creo que tiene una debilidad por ti —susurró demasiado alto otra vez, haciéndome temblar.
Vi a Gas lanzar una mirada de muerte a Peter que se veía como si estuviera
pretendiendo que no pudiera escuchar.
—Claro, sí, está bien —contesté sarcásticamente, haciendo girar los ojos—. Vamos,
apúrense, quiero jugar —me quejé, tratando de cambiar de tema. Rochi realmente
no tenía idea de qué tan cerca estaba.
—Aquí, Ángel, puedes tomar mi turno. Será mejor que me vaya de todos modos, es
casi medianoche, mis padres se deben estar preguntando dónde estoy —dijo Peter
sosteniendo el control hacia mí. Rochi saltó y lo agarró, sonriendo y asintiendo hacia mi hermano, señalando que quería jugar con él.
—Peter, ¿revisarías mi habitación antes de irte? —pregunté, sintiéndome patética y
como un niño pequeño asustado.
Sonrió pero no se rió de mí, lo que me pareció sorprendente.
—¡Oh, está bien! —forzó un suspiro, con sus ojos divertidos. Por su mirada, en
realidad le gustaba el hecho que le estuviera pidiendo que hiciera esto, quizás le
gustaba ser todo protector o algo, quizás lo hacía sentir necesitado. Marchó a mi
habitación, me paré y lo seguí después de unos segundos. Cerré mi puerta
silenciosamente, y me incliné contra ella. Lo miré mientras que en realidad
caminaba por mi habitación, mirando bajo la cama y en el armario, antes de
dirigirse a mi baño. Mientras caminaba de vuelta a la habitación, sus ojos
aterrizaron en mí, honestamente no sabía que estaba allí podía decir por su cara
sorprendida. Bendito sea, mi novio en realidad había revisado mi habitación
completa por zombies. Mi corazón se saltó un latido al pensar en él siendo mi
novio.
—Hola —ronroneé seductoramente mientras caminaba hacia mi cama y me
sentaba.
—Hola —contestó con una pequeña sonrisa. No hizo ningún movimiento para
acercarse; creo que estaba tratando de no apurarme. Di unas palmaditas a la cama junto a mí y con entusiasmo trotó hasta mí y se sentó.
—Gracias por revisar mi habitación —susurré, jugando con el cuello de su remera,
pasando mi dedo por su piel por allí.
—En cualquier momento. Siento que no voy a estar aquí para ti esta noche. Trata
de no tener demasiadas pesadillas, ¿está bien? —Me miró con ojos tristes, ambos
sabíamos que tendría pesadillas sin él aquí.
Me arrodillé y me moví hacia él, lanzando la pierna por encima de la suya así estoy
sentada en su regazo, a horcajadas sobre él. Envuelvo mis brazos alrededor de su
cuello y miró en esos hermosos ojos azules. Parecía un poco desconcertado, pero
sus ojos bailaban con entusiasmo.
—Siento que Rochi se vaya a quedar otra vez. Realmente voy a extrañar estar medio aplastada a muerte en la noche —bromeé. Lo dije como una broma, pero para ser honestos, realmente iba a extrañarlo esta noche.
—Bueno, realmente voy a extrañar medio aplastarte a muerte —bromeó, frotando
sus manos en mi espalda.
—Trata de dormir un poco esta noche, ¿de acuerdo? —supliqué. Realmente odiaba
cuando se quedaba sin dormir, me hacia sentir culpable porque él sólo empezó a
dormir acá, en primer lugar para consolarme y ahora se quedó atrapado con eso.
—Lo voy a intentar.
De repente tuve ganas de darle un beso y tal vez burlarme de él un poco, pero me
daba miedo hacerlo. Bien, simplemente hazlo, La, ¿qué es lo peor que podía
pasar? Es Peter; se detendrá si se lo pides.
—Tal vez te podría darle un poco de algo para soñar. ¿Te parece que eso te
ayudaría? —le pregunté, mordiéndome los labios y levantando mis cejas. Me miró
con una expresión un poco insegura; obviamente no estaba esperando tanto
contacto físico tan pronto. Me di cuenta por el bulto en sus pantalones vaqueros
presionando entre mis piernas que él quería el contacto físico, pero también me di
cuenta de que me dejaba hacer los primeros movimientos.
—Puede ser que ayude —dijo con voz ronca, haciendo que mi cuerpo cosquillee y
mi piel se caliente.
Me incliné hacia adelante y lo besé con pasión, hizo un pequeño gemido mientras
deslizaba su lengua en mi boca. Le pasé las manos por el pelo, amando la
sensación de suavidad de el en mis dedos. No hizo ningún otro movimiento, solo
me besó, pero yo quería un poco más, así que empuje sus hombros, haciendo que
se acostara así yo estuviera encima de él. Le pasé mis manos por el pecho y metí la mano bajo su camiseta, siguiendo su escultural abdomen, haciéndolo temblar
ligeramente.
Me rodó por lo que estaba debajo de él, rompió el beso y me miró, nuestras
miradas se encontraron tratando de frenar nuestra respiración. Agarré su camiseta
y las subí por sobre su cabeza, haciendo que parara de respirar por completo. Bajé
la vista hacia su pecho. Realmente era hermoso; recorrí con mis dedos hacia abajo, maravillándome de que este chico quería estar conmigo. Todavía no se había movido, sólo se cernía sobre mí, mirando sin saber qué hacer, así que puse mis manos en su cuello de nuevo y tiré de él hacia abajo para que me bese. Me
devolvió el beso con entusiasmo. El beso se estaba calentando; sólo lo dejo para
besarme en la mejilla bajando por mi cuello. Sus manos se movieron lentamente
hacia mi estómago y se deslizaron debajo de mi top, rozando con sus dedos la piel
de ahí. Continuó besándome hacia abajo sobre el top hasta que llegó a mi
estómago luego subió el top y comenzó a besar mi piel. Sentí su lengua
recorriendo el camino justo debajo de mi ombligo haciéndome gemir. Estaba
teniendo una sensación en mi interior que era como un dolor ardiente pero traté
de no pensar en ello, la sensación asustaba la vida fuera de mí.
Me empujó el top ligeramente más arriba y lo sentí besarme el material de la parte
de más baja mi sujetador. Todavía estaba de acuerdo con esto; estaba
disfrutándolo mucho más de lo que pensé que haría. Pensé que esto sólo le daría
algo para soñar, pero tenía la sensación de que lo volvería revisar esta noche
también. Mi top se levantó un poco más alto y lo escuché gemir suavemente
mientras exponía completamente mi sujetador. Su mano se deslizó arriba de mi
estómago y suavemente pasó la mano sobre uno de mis pechos, sólo una vez,
antes moverse lejos como si estuviese esperando que lo detenga. Cuando no dije
nada, puso su mano devuelta ahí y tomó mi pecho. Gemí de nuevo. Se sentía tan
bien tenerlo tocándome; llevó su boca devuelta a la mía y me besó con ternura,
todavía masajeando mis pechos gentilmente.
Podía sentir su erección presionando en mi muslo y empecé a ponerme un poco
nerviosa porque esto se estaba poniendo demasiado caliente, demasiado rápido.
¡Oh Dios, necesito parar! Rompí el beso.
—Peter—dije sin aliento.
Sus ojos fueron a los míos de golpe y sacó sus manos de encima de mí,
empujándose a sí mismo arriba por lo que estaba flotando por encima de mí, sin
tocarme aparte de nuestras piernas entrelazadas.
—¿Paro? —preguntó, su voz sonaba ronca y llena de lujuria. Tragué saliva y asentí.
Él inmediatamente se apartó de mí por completo y se sentó en el borde de la
cama, poniéndose su camiseta.
Me senté, sonrojándome, sintiéndome estúpida y como una niña pequeña. ¡Vaya,
ni siquiera permití que me sacara el top!
—Lo siento —murmuré, sin mirarlo.
—Ángel, no necesitas lamentarlo. Nosotros no teníamos que hacer eso. Te lo dije,
lo que quieras. No voy a decir que no me gusto esto, porque eso sería una mentira.
Esa fue la cosa más malditamente caliente que me ha sucedido —dijo, encogiéndose de hombros.
Me reí de esa declaración.
—¿La cosa más caliente que alguna vez te haya sucedido? Sí claro, probablemente
has dormido con más de un centenar de diferentes chicas y habrás hecho quien
sabe que con ellas y a ellas, y ni siquiera me sacaste mi top antes de que me
asustará —dije sarcásticamente, sintiéndome como una idiota. Él no necesitaba
mentirme para hacerme sentir mejor.
—Ángel, confía en mí esta fue la cosa más caliente que me haya sucedido. Solo vos, me haces sentir diferente. Incluso besarte es diferente, es mil veces mejor que
cualquier cosa que haya sentido antes. Haces que mi cuerpo queme en todas las
partes en donde me tocas. No puedo explicarlo. —Frunció el ceño y sacudió la
cabeza como si estuviera molesto consigo mismo por no tener las palabras
correctas.
—Sé lo que quieres decir. —Sonreí, besándolo suavemente en los labios.
Me sonrió.
—Ahora es cuando se supone que me decís que esto fue la cosa más caliente para
ti también —bromeó, sabiendo que no había besado a nadie más que a él y a ese
idiota que me beso en la fiesta.
Fingí pensar en ello durante unos segundos.
—He tenido mejores.
Se echó a reír.
—Sí, apuesto a que lo has tenido —respondió, moviendo la cabeza con diversión.
Le sonreí y suspiró—. Creo que será mejor que me vaya. Gracias por hoy; tuve
realmente un buen rato contigo. Duerme tranquila, bien. Oh y por cierto, esto que
acabamos de hacer se suponía que me ayudara a dormir, bueno, no creo que vaya
a tener el efecto deseado. Creo que en realidad va a mantenerme despierto toda la noche pensando en ello —dijo, trazando con su dedo mi pómulo.
Me reí.
—A mi también —admití, haciéndolo reír también.
Se levantó y me tendió su mano, la tomé y me ayudó a levantarme, caminamos por
el pasillo agarrados de las manos. Se detuvo en la esquina y me besó en la frente
antes de suspirar y soltar mi mano.
—Correcto, chicos, me voy. Los veré mañana —dijo Peter, mientras caminaba hacia
la puerta de entrada.
—Sí, te veo —respondieron ambos, todavía concentrados en su juego de tenis en
la televisión. Peter me sonrió desde la puerta pero era obligado, sabía que casi le
hacía daño irse, le sonreí en respuesta y él cierra la puerta. En el momento en que
la puerta se cerró mi corazón se hundió. La idea de tener que pasar dos noches en
mi cama sin él me hace sentir un poco enferma; habría sido horrible aunque no
estuviéramos juntos, pero ahora en realidad se sentía como una tortura. Suspiré y
volví al sofá para mirar a Gas patear el trasero de Rochi en la Wii.
Esa noche fue terrible. Me fui a la cama aterrorizada de los zombies, e incluso
cuando me dormí, me puse a soñar con mi padre. No había soñado con él desde
hace más de cinco meses. Los últimos sueños que tuve fueron de cuando Rochi y
Sarah se quedaron por el cumpleaños de Sara. Como las chicas estaban acá, Peter tuvo que permanecer lejos, y había despertado a toda la casa con mis gritos.
Mi sueño esta noche era malo. Gas tenía once años y yo nueve. Estábamos
jugando en el patio para salir de la casa porque mi padre quería para ver algunos
partidos de fútbol en el televisor. Había estado bebiendo toda la tarde lo que lo
hacía aún más temperamental. Gas y yo estábamos jugando con su nueva pelota
de fútbol que él había conseguido para su cumpleaños un par de semanas antes.
Se suponía que no podíamos jugar con ella en el patio, sólo en el parque, pero Gas
quería mostrarme un nuevo truco que había aprendido.
Le estaba dando rodillazos a la pelota para mantenerla en el aire; yo me estaba
riendo y contando las veces que él podía hacerlo, estando toda orgullosa de mi
hermano mayor. Él perdió el control de la misma, y en lugar de dejarla caer en el
piso, trató de salvarla a patadas. La pelota voló por el aire y golpeó la ventana. Por
suerte, no se rompió, pero sí hizo un gran estruendo. Los dos nos dimos vuelta y
miramos a la puerta, esperando.
Unos diez segundos después, se abrió la puerta y mi padre nos hizo señas para que entremos.
—Trae la pelota —dijo entre dientes. Su rostro estaba criminalmente enojado,
haciéndome congelarme. Jake me agarró la mano y me obligó a ponerme atrás de
él mientras entrábamos, agarrando la pelota con la otra mano.
Mi padre cerró la puerta fuertemente, haciéndome saltar y llorar. Gas agarró mi
mano más apretada.
—¿Quién pateó la pelota? —preguntó mi padre desagradablemente.
—Yo lo hice. Lo siento, papá. Fue un accidente —susurró Gas, mirándolo en tono
de disculpa.
Mi padre tomó la pelota en sus manos y la puso sobre el mostrador, y luego
golpeó a Gas con tanta fuerza en el estómago que él realmente se despegó del
piso ligeramente. Puse mis manos sobre mi boca para ahogar el grito que
amenazaba con salir de mí. Levantó el puño le golpeó de nuevo, así que le agarre
la mano para detenerlo. Se dio vuelta hacia mí y me golpeó duro, enviándome
volando hacia la pared, golpeando mi cabeza. Podía sentir que algo corría por el
costado de mi cara; mi visión era un poco borrosa.
Se dio vuelta de nuevo hacia Gas, golpeándolo de nuevo. No sólo lo hizo una vez,
él lo golpeó una y otra vez, en el estómago y los muslos hasta que Gas estaba
llorando en el piso. Le estaba rogando que se detuviera. Él me agarró del brazo y
me tiró hacia arriba, agarrando un cuchillo de la encimera. No podía respirar. Gas
le gritó que me dejara en paz y se levantó del suelo, el dolor por la paliza que
acababa de recibir se extendía por su cara.
Mi padre le dio un puñetazo en la mandíbula, enviándolo al piso otra vez.
—Está bien. Córtame, hazlo. ¡Solo por favor, no golpees más a Gas, por favor! —
supliqué, llorando y mirando a mi padre suplicante.
Sorprendentemente, puso el cuchillo en mi mano. Tuve el impulso de apuñalarlo
con él, pero me tenía agarrada mi muñeca, así que no podía. Agarró la pelota de
Gas del mostrador y la sostuvo quieta.
—Explótala —ordenó. Negué con la cabeza rápidamente. A Gas le encantaba esa
pelota, era su regalo de cumpleaños de mí parte, había ahorrado mi asignación de
dos meses para comprarlo para él—. Explótala repetía con su voz fría. Podía oler el
alcohol en su aliento, ya que soplaba a través de mi cara; el olor me revolvió el
estómago.
Él agarró mi muñeca y me hizo meter el cuchillo profundamente en la pelota de
cuero. Lloré. Él me soltó mi mano, tomando el cuchillo y tirándolo rudamente en el
fregadero antes de marcharse a la sala de estar para ver el resto de su partido
como si nada hubiera pasado. Miré a Gas; él estaba sentado en el piso casi sin
poder respirar. Se veía horrible.
Corrí hacia él y se sentó, tomando una toalla de cocina y presionándola en mi
cabeza donde me había golpeado, mordiéndose los labios para detener su llanto.
—La, lo siento mucho. ¿Estás bien? —graznó, su voz apenas un susurro. El
estúpido chico estaba luchando por respirar ¿y me estaba preguntando si yo
estaba bien? ¡Por Dios, realmente tenía el mejor hermano del mundo!
Me desperté sobresaltada. Estaba llorando, llorando tan fuerte que apenas podía
respirar. Me limpié la cara con las manos temblorosas, mientras miraba al reloj;
eran casi las cuatro y media de la mañana. Me acerqué a abrazar a Peter, pero él no estaba ahí, estaba en su propia casa. ¡Oh Dios, lo necesito! Agarré mi celular y me escapé de la habitación a la sala de estar.
Stas dspierto?
Le mande un mensaje. Esperando que si estaba dormido, no lo escuchara, no
quería despertarlo si realmente había logrado dormir esta noche.
Casi de inmediato, mi teléfono sonó.
—Ángel, ¿estás bien? —me preguntó en cuanto respondí. Seguía llorando, no pude
frenar mi respiración, mis manos estaban temblando violentamente.
—No —gruñí.
—Voy para allá. ¿Puedo ir por el frente? —Lo escuché deslizar su ventana
abriéndola y el viento que soplaba por el teléfono.
—Sí —lloré. Fui a la puerta principal y la abrí, esperando parada ahí por él. Estuve
ahí sólo por unos segundos antes de que él corriera dando vuelta en la esquina y
me agarrara en un abrazo, levantándome cuando entró en la casa. Envolví mis
piernas alrededor de su cintura y me agarré fuerte alrededor de su cuello. Él
inmediatamente apretó los labios en mi cuello, respirando hacia abajo por mi
espalda y hombros hasta que mi cuerpo se relajó. Nos trasladó a la sala de estar y
se sentó en el borde del sofá, todavía abrazándome con su boca en mi cuello.
Cuando me calme me retiré para poder mirar su cara de preocupación.
—¿Zombies? —preguntó, viéndose un poco esperanzado. Negué con la cabeza y
su cara cayó, se veía tan triste pero rápidamente se convirtió en enojo, estaba tan
enfadado que parecía que una vena de su frente iba a estallar. Sólo lo abracé de
nuevo sin hablar; él sabía que había soñado con mi padre, no tenía necesidad de
preguntar—. ¿Quieres hablar de ello? —preguntó un par de minutos más tarde,
acariciando mi espalda, con dulzura.
—No. —Mi voz ronca de tanto llorar. Asintió y siguió frotando mi espalda—. ¿Te
desperté, Peter? —pregunté, de repente sintiéndome culpable por haberlo hecho
venir todo el camino hasta acá a las cuatro y media de la mañana.
—No, Ángel. No podía dormir —dijo en voz baja.
Me reí. —¿El beso no sirvió entonces? —bromeé, sintiéndome mejor ahora que
estaba acá.
—No, sabía que tendría el efecto contrario —respondió, sonriendo.
Le sonreí con tristeza.
—¿Quieres quedarte conmigo por un rato? Podría poner la alarma de mi teléfono.
Podríamos dormir en el sofá —sugerí. Él sonrió y nos acostó lado a lado; agarré mi
celular y fui a través de la pantalla del menú hasta que llegué a la función de
alarma—. ¿A qué hora la fijo? —le pregunté, mordiéndome el labio, preguntándome a qué hora se levantaría Jake, probablemente no antes de las diez en domingo.
—¿Qué hay de la siete y media? —sugirió, tirando de mí hacia él. Programé la
alarma y puse el teléfono en el piso al que podía llegar fácilmente. Él doblo su
pierna sobre la mía y envolvió sus brazos fuertemente a mi alrededor, nuestras
narices casi se tocaban.
Sonreí y le dí un ligero beso.
—Buenas noches, Peter. —Cerré los ojos y suspiré con satisfacción, sintiéndome a
salvo y segura en sus brazos.
—Buenas noches, mi hermosa novia —susurró, besando mi nariz. Le sonreí a lo
dulce que era, y caí en un sueño sin sueños dentro de minutos.
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