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martes, 17 de diciembre de 2013

Capitulo: 16

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            PETER pensó que se le había parado el corazón. ¿Lali lo amaba?
            Le gustaría tomarla entre sus brazos y besarla hasta dejarla sin aliento, pero...
            Por fin había encontrado a la mujer de sus sueños, la que lo hacía feliz, la que lo hacía creer que aunque las cosas fueran difíciles también podían ser divertidas y emocionantes. Y, sin embargo, no podía decírselo. No podía decirle que estaba loco por ella.
            –Estoy comprometida con Gaston y me he enamorado de otro hombre.
            Peter sabía que no había futuro para ellos. Eran dos personas que se habían conocido en el peor de los momentos.
            –No te hagas eso a ti misma, Lali. Quédate.
            Ella apretó los labios.
            –No puedo...
            –Cena y luego vete a la cama. Hablaremos mañana.
            –Muy bien.
            Unas horas después, Lali estaba dormida. Peter entró en su habitación y se inclinó para darle un beso en la frente. No sabía qué iba a pasar durante los próximos días, pero haría lo que tuviese que hacer.
            ***

             
             
            A la mañana siguiente, Lali se levantó para atender a los niños. Se había compadecido de sí misma más que suficiente el día anterior y no pensaba repetirlo.
            Y tampoco haría que Peter lo pasara mal. No tenía derecho a hacerle sufrir.
            –¿Te encuentras mejor? –le preguntó él.
            –Sí –mintió Lali. No por ella, sino por Peter. No quería involucrarlo en sus problemas. Lo había hecho sentir culpable y eso no podía ser. Era ella la que se había enamorado tontamente, no era culpa de Peter, de modo que a partir de aquel momento tendría que mantener las distancias.
            –¿Necesitas algo?
            –No, estoy bien.
            Rezaba para que no mencionase lo que había dicho el día anterior, para que lo hubiese olvidado por completo...
            Su móvil sonó en ese momento.
            –¿Sí? –respondió.
            –Soy Nate, cariño. Gaston lo ha pasado mal esta noche... y creo que deberías venir a casa.
            Con el corazón acelerado, Lali soltó el móvil y se dejó caer sobre una silla.
            –Tengo que irme.
            –¿Irte?
            –A casa de los padres de Gaston. Era Nate...
            –Muy bien, dame diez minutos para llamar a Emma y pedirle que se quede con los niños.
            –No, tengo que ir sola.
            –Pero necesitas...
            –Ir sola –lo interrumpió ella.
             
             
            Dos horas después, Gimena llamó a Peter para decirle que Gaston había fallecido.
            –Los médicos con los que he hablado antes de llamarte me han dicho algo muy interesante.
            –¿Qué te han dicho?
            Su madre tenía amigos en la dirección del hospital de Pine Ward, pero no creía que ninguna opinión médica fuese a animarlo.
            –Me han dicho que Lali y tú fuisteis con los niños ayer.
            Peter se pasó una mano por el cuello.
            –Sí, es verdad. Ir con los niños tranquilizó un poco a Lali.
            –Lo sé, me lo contó una de las enfermeras. Pero Gaston no murió esta mañana.
            –No te entiendo.
            –Murió ayer, unos minutos después de la visita de Lali.
            –¿Le quitaron la respiración artificial sin consultar con ella?
            –No, Gaston murió antes de que tuviesen que hacerlo.
            –¿Después de que nos fuéramos?
            –Los médicos saben poco sobre el coma. No saben lo que una persona oye o entiende, pero uno de ellos me ha dicho que tal vez la visita fue una bendición. A veces, los pacientes en coma no mueren porque les preocupa quién cuidará de sus seres queridos cuando ellos no estén. Que Lali fuese a verlo con los niños fue casi como decirle a Gaston que había encontrado a otra persona que cuidase de ella, que tenía otra vida. Yo creo que le disteis la paz que necesitaba, hijo.
             
             
            Lali volvió dos horas después, tan pálida y acongojada que Peter se preguntó cómo podía caminar.
            –Los padres de Gaston llamaron a mi madre –le dijo, mientras la ayudaba a sentarse en el sofá.
            –Entonces lo sabes.
            –Sí.
            –¿Cómo están los niños?
            –Están bien, con mi madre.
            Lali asintió con la cabeza, dos gruesas lágrimas rodando por su rostro. Incapaz de soportarlo, Peter la tomó por los hombros para que lo mirase a los ojos.
            –Lo siento muchísimo.
            –Era tan joven, tan inteligente.
            Sabiendo que estaba recordando al joven del que se había enamorado, Peter tragó saliva.
            –Seguro que sí.
            –Y divertido. Nadie me hacía reír tanto como él –Lali se levantó para pasear por el salón–. Era muy fuerte. Ya te dije que él se llevó la peor parte para salvarme a mí.
            –Uno de los médicos le contó a mi madre que Gaston murió sin que tuvieran que quitarle la respiración asistida.
            –Lo sé.
            –También le dijo que murió unos minutos después de tu visita.
            –Sí, es verdad.
            Peter tragó saliva.
            –Según ese médico, a veces los pacientes en coma se agarran a la vida porque les preocupan sus seres queridos y que fueras con los niños fue casi como decirle que tenías a alguien que cuidaría de ti.
            Lali hizo una mueca.
            –No sé lo que quieres decir.
            –Que Gaston ya podía irse. Se quedó hasta que supo que tú ibas a estar bien.
            –Él haría eso, sí.
            –Porque te quería y quería que fueras feliz cuando él ya no estuviera aquí. Solo quería que fueras feliz, Lali.
            –Eres tú quien quiere que sea feliz, Peter.
            –Sí, claro, pero eso no significa que...
            –Sé que todo el mundo cree que debería sentirme agradecida porque Gaston ha dejado de sufrir... –lo interrumpió ella, con la voz rota–. Pero no lo estoy. Estoy tan triste que siento como si mi corazón estuviera rompiéndose en pedazos.
            Peter dio un paso adelante.
            –Lali...
            Ella levantó una mano.
            –No, por favor. Todo esto –le dijo, señalando alrededor –es muy desconcertante ahora mismo. Debería estar llorando la muerte de Gaston. Durante diez años fue el amor de mi vida y cuando más me necesitaba, no estuve a su lado.
            –Tenías que ganarte la vida.
            –No quiero pensar más. Lo único que necesito es llorar.
            –Y yo te daré todo el espacio y el tiempo que necesites –le aseguró él.
            –¿Es que no lo entiendes? No puedo quedarme aquí porque me recuerda que mientras él estaba yéndose yo estaba contigo.
            –No digas eso.
            –Es verdad. Los dos sabemos que es verdad.
            –No hemos hecho nada malo.
            Lali hizo una mueca.
            –Sí lo hemos hecho. Hemos roto la conexión con él.
            –No es verdad. Los dos hemos tenido cuidado, hemos sido respetuosos.
            Ella negó con la cabeza, pasándose una mano por la cara.
            –No quiero seguir hablando de esto.
            –Lo que sentimos no es algo sucio –siguió Peter–. Porque yo también te quiero, Lali. Con toda mi alma.
            Ella lo miró a los ojos un momento y luego, de repente, se dio la vuelta para ir a su habitación.
            Peter la siguió, pero Lali estaba sacando la maleta del armario.
            ¿Se marchaba?
            Se le ocurrían un millón de argumentos, un millón de razones para que se quedase, pero si no respondía a una declaración de amor, ¿qué más podía decirle? ¿Cómo podía convencerla?
            Se dijo a sí mismo que solo necesitaba un poco de tiempo para hacerse a la idea, que volvería. Tal vez después del funeral de Gaston.
            O tal vez en unas semanas, un mes.
            Pero cuando la puerta se cerró tras ella, Peter ya no estaba tan seguro.
             
             
            Peter atravesó la verja del cementerio, detrás de una larga fila de coches funerarios, y aparcó el coche bajo unos árboles intentando pasar desapercibido.
            Vio a Lali inmediatamente, del brazo de los padres de Gaston, llorando desconsoladamente, y se le encogió el corazón.
            Él no sabía lo que era amar tanto a alguien, tan completamente. Y tampoco sabía lo que era ser amado así.
            «¿Cómo voy a quedarme con el hombre del que me he enamorado mientras mi prometido se muere en el hospital?».
            Peter se preguntó si Lali sabría lo que había dicho.
            Que lo amaba.
            Suspirando, escuchó las palabras del sacerdote durante el funeral, lo vio acercarse después a los padres de Gaston para consolarlos y cómo abrazaba a Lali.
            Había pasado cinco años como una prisionera y no podía creer que nadie le hubiera prestado atención hasta ese momento. No solo porque fuese guapa sino porque emanaba bondad.
            Y lo amaba.
            Pero estaba rota de dolor.
            Y como él había estado allí, insinuándose en su vida durante los últimos meses, diciéndole que debía seguir adelante, tal vez ella lo uniría siempre con la muerte de su prometido.
            El paisaje invernal a su alrededor lo hizo pensar que esa era la razón por la que lo había dejado, porque le recordaba el peor momento de su vida, un tiempo que no quería recordar. Por eso quería olvidarlo.
            Cuando el funeral terminó, Peter subió al coche y volvió a casa sin decirle nada.
            Vico y Cande lo esperaban allí, cada uno con un niño en brazos.
            –¿Y bien? –preguntó su hermano.
            Peter se quitó el abrigo.
            –Está destrozada.
            Cande tenía que hacer un esfuerzo para contener las lágrimas.
            –Me lo imagino, debe ser horrible.
            –Sí, lo es. No creo que ninguno de nosotros entienda por lo que ha pasado en los últimos años.
            –¿Crees que volverá?
            –¿Por qué iba a volver? He intentado alejarla de Gaston, hacerla reír, darle la oportunidad de rehacer su vida animándola a volver a la universidad. Animándola a que olvidase el accidente. Si no me odia por eso...y estoy seguro de que así es, los niños y yo le recordamos a Gaston –Peter se dejó caer en el sofá y apoyó la cabeza en el respaldo–. Le recordamos los peores momentos de su vida.
            –Pero también ha habido cosas buenas –dijo Cande.
            –¿Por qué no vamos a casa de mamá? –sugirió Vico–. Podemos cenar todos juntos.
            Cande miró a Peter y luego a su marido.
            –Me parece buena idea. Es buen momento para una cena familiar. Voy a buscar a los niños.
            Cuando Cande se marchó, Peter miró a su hermano.
            –No voy a abrirte mi corazón.
            –Yo no te he pedido que lo hicieras, pero quiero decirte una cosa: puede que tú le recuerdes uno de los peores momentos de su vida, pero había algo entre vosotros.
            –Sí, lo sé.
            –No puedes dejarla ir.
            –Y tampoco puedo hacerla sufrir. Ya ha sufrido más que suficiente.
            –Pero está sufriendo ahora y te necesita –insistió Vico–. Yo dejé ir a Cande cuando más me necesitaba y perdimos ocho años de nuestras vidas. Pasó por un embarazo sola, crió a Trisha sola durante ocho años... No querrás abandonar a la mujer de la que estás enamorado cuando más te necesita, ¿verdad?
            Peter negó con la cabeza.
            –No es lo mismo.
            –¿Por qué?
            –Cande te necesitaba, pero era tu mujer. En cierto modo, Lali sigue siendo la novia de Gaston y tal vez siga siéndolo para siempre. Puede que me necesite, pero yo la he presionado cuando no necesitaba ser presionada... creo que es por eso por lo que se ha marchado. No iré tras ella, Vico, Lali tiene que volver por su cuenta.
             
             
            ***

            Lali se encerró en casa de sus padres durante los dos días siguientes. No comió, no durmió. El tercer día, su madre entró en la habitación con la bandeja del desayuno y abrió las cortinas.
            –Es hora de levantarse, cariño.
            –Estoy despierta –murmuró Lali.
            –Lo sé. Has estado despierta toda la noche, pero eso tiene que terminar.
            –No, aún no.
            Samantha, su madre, se acercó a la cama.
            –Si vas a empezar la universidad en primavera tendrás que matricularte.
            Lali se tapó la cabeza con la sábana.
            –No estoy preparada para eso.
            –Tienes que estarlo. Si no te matriculas, lo lamentarás.
            –No sé...
            –Y también deberías llamar a tu jefe.
            –¿A Peter?
            –Necesitas dinero para pagar la matrícula, de modo que tienes que trabajar, cariño.
            Ella tragó saliva.
            –En realidad, he ahorrado lo suficiente como para pagar dos semestres.
            –¿Entonces no piensas volver a trabajar?
            A Lali se le encogió el corazón. No podía estar con los mellizos...
            Pero no quería ser feliz. No era justo que fuese feliz. No era justo echarse en los brazos de Peter cuando Gaston acababa de morir.
            Recordar cómo se habían besado, cómo deseaba estar con él de nuevo hacía que se avergonzase. Había tenido cinco cortos meses desde el día que conoció a Peter hasta el día que Gaston murió. ¿No había podido ser paciente en cinco meses?
            –Toma el desayuno, cariño –insistió su madre–. Luego date una ducha. Iremos juntas a matricularte.
            Lali miró el plato de huevos revueltos y se le encogió el estómago al recordar el día de san Valentín, a Peter llevándole el desayuno a la cama diciendo que lo habían hecho los niños...
            Y luego la llegada de Nate y Emily para decirle que Gaston había sufrido una parada cardiorrespiratoria...
            –No me apetece comer nada.
            –Por favor, hazlo por mí –le rogó su madre.
            Ella le había dicho lo mismo a Tomas el día que estuvo malito y, de repente, sus ojos se llenaron de lágrimas. Nunca volvería a ver a Gaston, nunca volvería a ver a los niños y no quería volver a ver a Peter porque todo estaba relacionado y cada vez que pensaba en él sabía que había traicionado a Gaston.
            Y cada vez que pensaba eso no podía respirar.
            –Comeré si me haces un favor.
            –Lo que quieras.
            –Llama a Gimena y dile que Peter debe contratar a otra niñera.
            –Cariño... deberías decírselo tú misma.
            –¡Acabo de perder a Gaston, estoy exhausta y tengo que pensar qué voy a hacer con el resto de mi vida! ¿Podrías hacerlo por mí, mamá?
            Samnantha asintió con la cabeza, sorprendida por su tono.
            –Muy bien, de acuerdo.
            –Lo siento –Lali se pasó una mano por el pelo–. Perdona que te haya hablado así.
            Lo sentía de verdad, sentía haber arruinado tantas cosas.
             
             
            Peter supo que Lali no iba a volver cuando Gimena fue a la casa con una carpeta llena de currículos para ayudarlo a encontrar otra niñera.
            Su madre se había puesto manos a la obra y él sabía que lo hacía por su bien, pero estaba enfadado, desconcertado. ¿Por qué no le había llamado Lali personalmente? ¿Por qué, de repente, estaba fuera de su vida?
            –Deja los currículos ahí, ya los miraré esta noche –murmuró.
            –¿Y me llamarás por la mañana para decirme cuál te gusta más?
            –Sí.
            –Muy bien, hijo.
            Solo en el salón, sintiendo un dolor tan intenso que no podría describirlo, Peter pensó en lo que Vico le había dicho: que había abandonado a Cande cuando más lo necesitaba.
            Cansado y desconcertado, sacó el móvil para llamar a Lali, pero se acobardó en el último momento.
            Lo había hecho cuatro veces por la noche, pero al final no era capaz de llamarla.
            Lali había dicho que lo amaba, pero que no podía amarlo. Se había enamorado de él sin quererlo y eso le dolía.
            Y cuando él le dijo que sentía lo mismo, lo había ignorado, como si no hubiese dicho nada.
            No podía ir a buscarla porque si lo hacía y ella lo rechazaba de nuevo sería desolador. Peter sabía que debía esperar hasta que estuviese preparada.

            Lali tenía que ir a él.
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Falta solo 1 y el prologo para que termine :/ es la frustraciones de toda las novelas: que terminen
Cielo eres psica ajajaajaaj
Hola mayra  bienvenida

Perdon por no subir ayer pero se corto la luz y perdon por subir tan tarde pero de nuevo se corto la luz (a la misma hora¬¬) y aparte me tenia que bañar pero bue aqui estoy :)


2 comentarios:

  1. Hola c: (te estoy saludando con la mano libre) XD no, nada, no me hagas caso.
    Para que sepas, no soy nueva, lo que pasa es que casi. CASI, nunca comento, pero siempre leo y emprezare a comentar desde ahora ok?, ok! Bueno te podes pasar por mi blog y convertirte en una de mis lectoras c: andaaaaa aca esta: abetterworldlaliter.blogspot.com ¿me podes recomendar? (: gracias.
    POR DIOS, estos dos le dan mas vueltas a la cosa -.- eso esta mal, tienen que ser directos, pero se nota desde lejos que Peter es un cobarde y Lali una terca que no puede mirar hacia adelante -.- my god, iluminalos XD jajajajaja bueno me voy
    Besos.

    @AnglesCasi.

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