Capitulo 1
-Mamá, ¿Vas a ir a trabajar hoy? —Rodé los ojos a mi muy
embarazada madre que yacía tendida en su cama, en bragas y sujetador. El
embarazo hizo a Jessica una aún mayor reina del drama que antes de tener
relaciones sexuales sin protección con otro perdedor.
Gimió y se cubrió la cabeza con una almohada.
—Me siento muy mal, Lali. Sólo ve sin mí.
Había visto venir esto a un kilómetro de distancia incluso
antes de salir de la escuela. El último día de clases fue ayer, pero en vez de
ser capaz de salir y ser una adolescente normal y corriente, Jessica esperaba
que yo hiciera el dinero. Era casi como si hubiera planeado que trabajara en su
lugar todo el tiempo.
—Mamá, no puedo solo
ir a tu trabajo y tomar tu posición. Ellos no estarán bien con que tu hija de
diecisiete años haga tu labor.
Sacó la almohada de la cara y me lanzó la mirada malhumorada
que había perfeccionado años atrás.
—Lali, no puedo
seguir limpiando la casa con el estómago del tamaño de una pelota de playa. Necesito
que me ayudes. Siempre resuelves las cosas.
Me acerqué al aire acondicionado de la ventana y lo apagué
—Si dejaras de correr el aire por un período continuo a
veinte grados, podríamos ser capaces de vivir con menos dinero. ¿Tienes alguna
idea de lo mucho que cuesta mantener en funcionamiento un aire acondicionado
todo el día? —Sabía que no estaba al tanto, ni le importaba, pero aun así le
pregunté. Hizo una mueca y se sentó.
—¿Tienes alguna idea
de lo acalorada que estoy con todo este peso extra? —Replicó de vuelta.
Necesité de todo mi autocontrol para evitar recordarle que no había usado un
condón. Los compré para ella y me aseguré de que su bolso siempre contuviera
varios. Incluso le recordé, antes de irse a las citas. Recordar quién es el
adulto en nuestra relación podría ser difícil a veces. La mayor parte del
tiempo, me parecía que los papeles se invirtieron, ser adulta, sin embargo, no
significa que ella tomara decisiones inteligentes, porque Jessica, simplemente,
no sabía cómo ser responsable.
—Sé que estás acalorada, pero no podemos gastar el dinero
que hacemos en el aire acondicionado —le recordé. Suspiró y se dejó caer sobre
la cama.
—Lo que sea —se
quejó. Me acerqué a su cartera y la abrí.
—Está bien, voy a ir a tu trabajo hoy, por mí y espero que
me permitan atravesar las puertas. Si esto no funciona, no digas que no te lo
advertí. Para todo lo que estoy calificada es para puestos de trabajo de
salario mínimo, que no van a pagar nuestras cuentas. Si vinieras conmigo,
tendría una mejor oportunidad de tomar esta posición. —Sabía, mientras decía
las palabras, que ya era ignorada. Ella había trabajado durante dos meses y
logrado mantener el trabajo.
—Lali, tú y yo sabemos que lo puedes manejar por ti misma.
Suspiré, derrotada, y la dejé allí. Volvería a dormir tan
pronto como me fuera. Quería estar enojada, pero, al verla tan grande, me daba
lástima. No era la mejor madre del mundo, pero me pertenecía. Después de
ponerme la ropa, pasé a su habitación y me asomé por la puerta. Roncaba,
suavemente, con el aire acondicionado, una vez más, calibrado en veinte grados.
Pensé en apagarlo, pero cambié de opinión. El apartamento ya se sentía tibio, y
durante el día solo se calentaría más.
Salí y subí a mi bicicleta. Me tomó treinta minutos llegar
al puente .El que me llevaría a la isla exclusiva conectada al Sea Breeze,
Alabama. La isla no era en donde la gente vivía, sino donde los ricos llegaban
en el verano, que empleaban un montón de personal. Jessica logró enganchar un
trabajo como empleada doméstica en una de las casas, a doce dólares la hora. Oré
por ser capaz de hacerme cargo de su puesto sin problemas.
Encontré la dirección en su tarjeta de empleado que había
recuperado de su bolso. Mis posibilidades de conseguir este trabajo eran
escasas. Mientras más pedaleaba hacia la isla, más y más grandes y
extravagantes se volvían las casas. La dirección de la casa donde mi madre
trabajaba se encontraba tres casas más abajo. Ella, por supuesto, tiene que
trabajar en la casa más extravagante en el bloque, por no mencionar la última
antes de la misma playa. Me detuve junto una gran puerta de hierro y entregué
la tarjeta de Jessica al tipo que trabajaba en la entrada. Frunció el ceño y me
miró. Le entregué mi licencia de conducir.
—Soy la hija de Jessica. Está enferma, y se supone que debo
trabajar por ella hoy.
Continuó frunciendo
el ceño, mientras que cogía un teléfono y llamaba a alguien. Eso no era algo
bueno, teniendo en cuenta que aquí nadie sabía que iba a venir en su lugar. Dos
hombres grandes aparecieron, y se acercaron a mí. Ambos lucían gafas de sol
oscuras y me recordaron a los jugadores que debían ser vestidos con uniformes
de fútbol en equipos de la NFLen lugar de estar con trajes negros.
—Señorita Espoosito, podemos ver su bolsa por favor —dijo
uno de ellos más que preguntar, mientras que el otro la quitó de mi hombro.
Tragué saliva y luché contra el impulso de temblar. Eran
intimidantes, grandes, y no parecían confiar en mí. Me pregunté si parecía
peligrosa para ellos, en todo mi metro con sesenta y siete centímetros. Eché un
vistazo a mis shorts diminutos blancos y camiseta de tirantes color morado y me
pregunté si consideraban el hecho de que sería imposible ocultar armas en este
equipo. Me pareció un poco extraño que los dos grandes hombres se mostraran
reacios a dejarme entrar. Incluso si pasaba a ser una amenaza, creo que,
cualquiera de ellos, podría haberme tomado con los ojos vendados y las manos
atadas a la espalda. La imagen apareció en mi mente y me dieron ganas de reír. Me
mordí el labio inferior y esperé a ver si me sería permitido entrar en las
puertas de hierro más grandes que la vida.
—Es libre de ir, señorita Espoosito. Por favor, tome la
entrada de servicio a la izquierda de la pared de piedra e infórmese en la
cocina, donde se le indicará cómo proceder.
¿Quiénes eran estas personas que necesitaban dos hombres del
tamaño de Goliat para proteger sus entradas? Volví en mi bicicleta y entré por
las puertas ya abiertas. Una vez que pasé por la esquina de exuberantes
palmeras y jardines tropicales, vi la casa. Me recordó las casas de los estilos
de vida de los ricos y famosos. Nunca me hubiera imaginado que existieran casas
como ésta en Alabama. Había estado en Nashville una vez y vi casas similares en
tamaño, pero nada tan espectacular como esto. Me compuse, empujé la bici a la
vuelta, tratando de no parar y quedarme mirando el enorme tamaño de todo. Apoyé
la bicicleta contra un muro fuera de la vista. La puerta de entrada para el
personal de servicio había sido diseñada para impresionar. Al menos doce metros
de altura, una letra S bellamente grabada la adornaba. No sólo alta, la puerta
era muy pesada, haciéndome usar toda mi fuerza para abrirla. Eché un vistazo en
el interior del gran pasillo de entrada y entré en una pequeña área con tres
portadas en forma de arco, diferentes, para elegir, ante í. Como nunca había
estado aquí antes, no sabía dónde se hallaba la cocina. Me acerqué a la primera
puerta a la derecha y miré a través de la abertura. Parecía ser una sala de
reunión grande, pero nada lujoso y sin aparatos de cocina, así que me trasladé
a la puerta número dos, me asomé en el interior, y encontré una gran mesa
redonda con gente sentada alrededor de ella. Una señora mayor se paró frente a
una estufa, diferente de cualquiera que hubiera visto en una casa. Era algo que
encontrarías en un restaurante. Este tenía que ser el lugar. Di un paso al
interior. La señora de pie me vio y frunció el ceño.
—¿Puedo ayudarle? — preguntó en un tono de autoridad fuerte
a pesar de que me recordaba a la tía Bea de Andy Griffith Show Sonreí y el
calor se elevó, amenazando con atravesar la parte superior de mi cabeza
mientras observaba a todas las personas en la sala, mirándome de vuelta.
Odiaba la atención y hacía cualquier cosa para no hacerme
notar. A pesar de que parecía estar haciéndose cada vez más difícil, mientras
más crecía. Quería evitar todo lo que animara a la gente a hablar, si pudiera. No
es que fuera una solitaria, es sólo el hecho de que tengo una gran
responsabilidad. Entendí a primera hora en la vida que las amistades nunca
funcionarían para mí. Estoy demasiado ocupada cuidando a mi mamá. Por lo tanto,
he perfeccionado el arte de ser poco interesante.
—Mmm, ah, sí, me dijeron que me presentara en la cocina para
más instrucciones. —Me aclaré la voz en silencio y esperé. No me gustaba la
mirada que me disparó la señora, pero desde que estaba aquí, no tenía más
remedio que quedarme.
—Estoy segura que no te contraté. ¿Quién te dijo que
vinieras aquí?
Odiaba a todos esos ojos sobre mí y deseaba que Jessica no
hubiera sido tan obstinada. La necesitaba aquí, al menos por hoy ¿Por qué
siempre me hacía estas cosas?
—Soy LaliEspoosito, la hija de Jessica Espoosito.Ella… eh… no
está bien hoy, así que estoy aquí para trabajar por ella. Eh… se supone… que
trabajaré con ella este verano.
Ojalá no hubiera
sonado tan nerviosa, pero la gente se quedó mirando. La mujer del frente
frunció el ceño al igual que la tía Bea cuando alguien la hacía enojar. Era
tentador dar la vuelta y correr.
—Jessica no preguntó si podías venir a ayudarla este verano,
y no contrato niños. No es una buena idea con la familia viniendo para el
verano.
Tal vez durante el otoño cuando se vayan, podemos darte una
oportunidad. Mi nerviosismo de ser el centro de atención desapareció de
inmediato, y me entró el pánico ante la idea de mi mamá perdiendo estos
ingresos que tan desesperadamente necesitábamos. Si se enteraba de que no podía
trabajar por ella, renunciaría. Saqué mi voz de mujer fuera del armario y
decidí que necesitaba mostrar a esta señora que podía hacer el trabajo mejor
que nadie.
—Puedo entender su preocupación. Sin embargo, si usted me
diera una oportunidad, puedo y le demostraré que soy una persona activa. Nunca
voy a llegar tarde al trabajo y siempre voy a completar lo asignado. Por favor,
sólo una oportunidad.
La señora miró a alguien en la mesa, como para conseguir una
opinión. Movió los ojos de nuevo hacia mí, y pude ver que había roto su
resolución.
—Está bien, LaliEspoosito, tu oportunidad empieza ahora. Te
voy a formar un equipo con Fran aquí, que ha estado trabajando en esta casa
tanto como yo lo he hecho. Ella te dará instrucciones y luego me informará. Tendré
una respuesta al final del día. Aquí está tu prueba, Señorita Espoosito, te
sugiero que no lo arruines.
Asentí con la cabeza y sonreí a, la ahora de pie, Fran.
—Sígueme —dijo la pelirroja alta y delgada que parecía tener por lo menos
sesenta y cinco años antes de que se volviera y saliera de la habitación. Hice
lo indicado y no realicé contacto visual con ninguno de los otros en la
habitación. Tenía un trabajo que salvar. Fran me llevó por un pasillo y más
allá de varias puertas. Nos detuvimos, abrió, y entró. La habitación tenía
estantes de libros desde el piso hasta el techo. Sillas grandes, de cuero
marrón oscuro se encontraban esparcidas por la habitación. No se enfrentan
entre sí o parecían ser utilizadas para cualquier tipo de visita o para
socializar.La habitación era claramente una biblioteca. Un lugar donde alguien
podría venir, encontrar un libro, y perderse en una de las cómodas sillas de
gran tamaño. Fran levantó un brazo frente a ella haciendo un gesto hacia la
habitación con un poco de estilo. Me sorprendió que viniera de la señora mayor.
—Este es el lugar
favorito de la Sra. Ha estado cerrado todo el año. Vas a desempolvar los libros
y los estantes, limpiar la madera con el limpiador especial, las ventanas con
Windex. Vas a aspirar las cortinas, limpiarlas, y encerar las maderas. Esta
habitación debe brillar. A la Sra. Lanzani le gustan las cosas perfectas para
su santuario. Voy a venir a buscarte a la hora del almuerzo, y vamos a comer en
la cocina.
Se acercó a la puerta, y la oí agradecer a alguien. Dio un
paso atrás en el interior tirando de un carro lleno de artículos de limpieza.
—Esto va a tener todo lo necesario. Ten cuidado con todas
las obras enmarcadas y las piezas de arte. Te advierto que todo en esta casa es
muy valioso y debe ser tratado con sumo cuidado. Ahora, espero que trabajes
duro y no pierdas el tiempo con tonterías—La Sra. Fran de rostro hermético
salió de habitación.
Di vueltas, viendo la
extravagancia de mi entorno. La habitación no era muy grande, sino que sólo
parecía estar llena. Podía limpiarla. No se me había pedido hacer algo
imposible. Fui a los suministros para quitar el polvo y me dirigí hacia la
escalera que conectaba las estanterías. Bien, podría comenzar en la parte
superior, ya que el polvo siempre cae. Me las arreglé para desempolvar todo y
limpiar las ventanas antes de que Fran volviera a buscarme para el almuerzo. Necesitaba
un descanso y algo de comida. Su ceño fruncido era una vista agradable. Movió
su mirada por la habitación y asintió con la cabeza antes de llevarme de vuelta
por el mismo camino que había tomado esta mañana en silencio.
El olor a pan recién hecho me golpeó a la vuelta de la
esquina y me metí en la luminosa cocina de gran tamaño. Mary estaba sobre la
estufa, apuntando a una mujer más joven que llevaba el pelo recogido en un moño
cubierto con una redecilla para el pelo, al igual que la Sra. Mary.
—Huele bien, Henrietta. Creo que lo tienes. Vamos a probar
este lote con el personal hoy, y si a todo el mundo le gusta, puede hacerse
cargo de la cocción del pan para las comidas de la familia.
—La Sra. Mary se volvió, secándose las manos en el
delantal—.Ah, aquí está nuestra nueva empleada! ¿Cómo van las cosas?
La Sra. Fran asintió y dijo: —Bien.
O esta señora no
sonreía mucho o simplemente yo no le gustaba.
—Siéntate, siéntate, tenemos mucho que hacer antes que
llegue la familia.
Me senté después de que Fran lo hizo, y la Sra. Mary dejó
bandejas de comida en frente de nosotros. Debo estar haciendo algo bien ya que
Fran dirigió sus palabras en mi dirección.
—Todo el personal come en esta mesa. Todos venimos a
diferentes turnos para el almuerzo. Puedes elegir lo que quieres para comer.
Asentí con la cabeza y cogí la bandeja de sándwiches y tomé
uno. Saqué un poco de fruta fresca de una fuente.
—Las bebidas están allá en la barra. Puede ir a escoger lo
que está allí o arreglar algo por ti misma.
Me acerqué y vertí un poco de limonada. Comí en silencio,
mientras escuchaba a la Sra. Mary dirigir a la dama a la que llamó Henrietta.
Parecían estar haciendo pan para la comida de esta noche. Ni Fran, ni yo
hicimos algún intento de conversación. Después de que terminamos, seguí a Fran
a la pileta donde se enjuagan los platos y los cargamos en el lavavajilla
nosotras mismas. Al igual, en silencio, volvimos a la biblioteca. Me hallaba un
poco menos nerviosa ahora y más interesada en lo que me rodeaba. Noté los
retratos a medida que caminaba por el pasillo. Había de dos niños muy lindos.
Cuanto más caminaba, más mayores se volvían. Hacia la gran abertura llevaba a
la biblioteca, un rostro extrañamente familiar me sonrió desde una pintura de
tamaño natural. Un rostro que había visto muchas veces en la televisión y en
revistas. Anoche durante la cena, había estado en la televisión. Jessica veía
los canales de entretenimiento diario durante nuestra comida. El rockero
adolescente y galán Peter Lanzani era uno de sus temas favoritos. Ayer por la
noche había estado del brazo de una chica que se rumoreaba estaría en su nuevo
video musical.
Fran se detuvo detrás de mí. Me volví hacia ella, que
parecía centrada en el retrato.
—Esta es su casa de verano. Él va a llegar con sus padres y
su hermano en cualquier momento. ¿Puedes manejar esto?
Simplemente asentí con la cabeza, incapaz de formar palabras
a partir de la conmoción de ver la cara de Peter Lanzani en la pared. Fran
caminó de nuevo, y yo la seguí a la biblioteca.
—Él es la razón por la que no contratamos adolescentes. Este
es un escape privado para él. Cuando era más joven, sus padres insistieron en
que tomara un descanso cada verano y pasara tiempo con ellos lejos de las
brillantes luces de Hollywood. Ahora es mayor y todavía viene aquí para el
verano. Se va de vez en cuando para ir a diferentes eventos, pero en su mayor
parte, esta es su escapada. Trae a su familia con él, ya que no se ven mucho
durante el año. Si no puedes manejarlo, se te despedirá de inmediato. Su
privacidad es de suma importancia. Es por eso que este es un trabajo bien
pagado.
Me enderecé y agarré
el cubo que había estado usando.
—Puedo manejar cualquier cosa. Este trabajo es más
importante para mí que una estrella adolescente de rock.
Fran asintió con la cabeza, pero a partir de su ceño, pude
ver que no me creyó. Me concentré con más energía en mi trabajo. Al final de un
largo día, escuchaba mientras que la silenciosa y ceñuda Fran informó a la Sra.
Mary. Ella creía que iba a ser una buena trabajadora, y que se me diera una
oportunidad. Le di las gracias a ella ya la Sra. Mary. Debería ser capaz de
ahorrar el dinero suficiente para el otoño, cuando mi mamá tendría al bebé, sin
trabajo, y estando de vuelta en la escuela. Podría hacer esto. Sí, Peter Lanzani
era famoso, y sus increíbles ojos azules de acero hacían que me palpitara el
corazón. Me obligué a admitir eso. Sin embargo, no era sólo porque pasó a ser
una de las más bellas creaciones conocidas por el hombre. Todo el mundo sabía
que la belleza es superficial. Supuse que lo superficial escapando de sus venas
sería tan repugnante, que no le importaría si yo limpiaba su casa y paseaba en
los pasillos. Además, los chicos eran una especie de la cual yo no sabía nada.
Nunca tuve tiempo para hablar con uno, incluso cuando hicieron todo lo posible
para hablar conmigo. Siempre he tenido grandes problemas en la vida, como
asegurarme de que comiéramos y que mi madre se acordara de pagar nuestras
cuentas. Cuando pienso en todo el dinero que había gastado, en los condones que
metí en sus manos y carteras antes de que saliera con los innumerables hombres
que acudían a ella, realmente tuve un momento difícil para no enojarme con
ella. Incluso en ropa de tienda de segunda mano, parecía magnífica. Uno de sus
muchos hombres repugnantes me dijeron que heredé el maldito aspecto. Desde su
pelo rubio y rizado a sus claros ojos azules y pestañas negras, me las arreglé
para conseguir todo. Sin embargo, me faltaba la única cosa que yo sabía que me
salvaba de un desastre seguro, en realidad, yo me veía más bien aburrida. Algo
que a mi madre le encantaba recordarme, sin embargo, en lugar de estar molesta,
me aferraba a ello por la vida. Lo que ella pensaba sería una caída de mi
carácter, a mi me gustaba verlo como un salvavidas. No quería ser como ella. Si
tener una personalidad aburrida me impediría seguir sus pasos, entonces lo
abrazaba. El apartamento en el que vivíamos, por casi quinientos al mes, se
hallaba debajo de una casa enorme, vieja. Entré para darme cuenta de que
Jessica no se encontraba en el interior. Con sólo cuatro habitaciones, no podía
haber ido muy lejos.
—¿Mamá? —No recibí respuesta.
El sol se ponía, así
que salí a lo que Jessica nombraba como patio. Si me preguntan, eso era
realmente más como un pequeño trozo de losa. Estaba de pie en el patio, con su
estómago cada vez mayor, a la vista de todos, en un bikini que había comprado
en una tienda de segunda mano, hace unas semanas. Se volvió y sonrió. La
fachada de enferma de esta mañana ya no aparecía en su rostro. En cambio,
parecía estar radiante.
—Lali, ¿cómo te fue? ¿La Sra. Mary te hizo pasar un mal
rato? Si lo hizo, espero que hayas sido agradable. Necesitamos este trabajo, y
tú puedes ser tan grosera y poco sociable. La escuché hablar de mi falta de
habilidades sociales y esperé hasta que terminó antes de hablar.
—Me dieron el trabajo
para el verano si lo deseo.
Jessica suspiró
dramáticamente. —Maravilloso, realmente tengo que descansar estos próximos
meses. El bebé está tomando tanto de mí. Simplemente no entiendes lo difícil
que es estar embarazada.
Quería recordarle que traté de evitar su embarazo mediante
el sacrificio de dinero para la comida comprándole unos estúpidos condones,
¡Que no ayudaron en absoluto! Sin embargo, asentí con la cabeza y entré con
ella.
—Me muero de hambre, Lali. ¿Hay algo que puedas hacer muy
rápido? Estoy comiendo por dos estos días.
Ya había previsto lo que comeríamos para la cena antes de
llegar a casa. Sabía que mamá no podía hacer nada en la cocina. De alguna
manera, sobreviví los primeros ocho años de mi vida con mantequilla de maní y
mermelada. Alrededor de la época en que cumplí ocho años, me di cuenta de que
mi madre necesitaba ayuda, y empecé a crecer más rápido que los niños normales.
Cuanto más ofrecía para hacer, más me daba ella. En el momento en que había
cumplido once años, lo hacía todo. Con los fideos cociéndose y la salsa de
carne a fuego lento, fui a mi habitación. Me saqué la ropa de trabajo y me puse
un par de pantalones vaqueros de tienda de segunda mano, que resultaban ser el
núcleo de mi armario, y una camiseta. Mi guardarropa era simple. La cacerola,
en la cocina, con los fideos, silbaba para hacerme saber que necesitaba revisar
los alimentos. Jessica no iba a levantarse y comprobar las cosas. Corrí de
nuevo a la pequeña cocina, saqué un espagueti con un tenedor, y lo colgué en la
pared detrás de la estufa. Se quedó pegado. Estaba listo
. —De verdad, Lali, el por qué tiras los fideos en la pared
está más allá de mí. ¿De dónde sacaste esa idea loca?
Levanté mi mirada
hacia Jessica. Golpeó el sofá de colores pastel, que venía con el apartamento, con
el bikini.
—Lo vi en la televisión una vez cuando era más joven. Se ha
quedado conmigo desde entonces. Además de que funciona.
—Es repugnante, eso es lo que es. —murmuró Jessica, desde su
lugar en el sofá. Ella no podía hervir agua aunque quisiera, pero decidí
morderme la lengua y terminar con la cena.
—Está listo, mamá —dije, mientras ponía un montón de
espaguetis en un plato, sabiendo que me pediría le llevara uno.
—Tráeme un plato, ¿Quieres, cariño?
Sonreí. Siempre un paso por delante de ella. Rara vez se
levantaba en estos días, a menos que fuera absolutamente necesario. Puse un
tenedor y una cuchara en el plato y se lo llevé. Ni siquiera se sentó. En su
lugar, lo colocó en el estante de vientre que había desarrollado, y comió. Puse
un vaso de té helado a su lado y volví a buscar uno para mí. Había trabajado mi
apetito hoy. Necesitaba comida
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hola aqui empezamos con la nueva novela ✌✌🌈
masssssssss!!!!
ResponderEliminarme encanto :)