Lo amaba tanto, ¿cómo me las voy a arreglar cuando él me deje y se vaya
a la
universidad, y todo lo que me quede sea lo que podría haber sido?
El paramédico se acercó con Gas.
—¿Qué sucedió?
—le preguntó a
Peter.
—Está
embarazada. Ángel, ¿te golpeaste el estómago o algo? —preguntó
Peter,
sosteniéndome la mano con fuerza. Asentí, asustada de moverme en caso de
que
el dolor se pusiera peor, no podía soportar mucho más.
—¿Cuán
avanzado está el embarazo? —preguntó el paramédico.
—Cinco semanas
—respondió Peter,
mirándolo en forma suplicante.
—De acuerdo.
Bueno, te llevaremos al hospital; te revisaré en la ambulancia. ¿Te
duele en otro lugar, Lali? —preguntó el paramédico.
—Me duele la
espalda, y las caderas. —Hice una mueca cuando me guió para
que
yaciera sobre la espalda.
Él asintió.
—Eso puede
suceder a veces. Parece que podrías tener un aborto —dijo en tono
de disculpas. Asentí mostrando mi acuerdo. Ya sabía eso, no había manera
que no estuviera teniendo un aborto, esto era demasiado doloroso para ser otra
cosa. Peter sostuvo mi mano todo el camino, sólo mirándome, sin hablar. Su
rostro era la imagen del dolor. Él estaba sufriendo mucho; podía ver el dolor
en sus rasgos
mientras me miraba. No me iba a perdonar.
Cuando llegamos allí fui llevada en una camilla a un pequeño cubículo y
un doctor
vino casi inmediatamente.
—De acuerdo, Lali,
voy a tener que mirar y ver si tu cérvix está abierto —explicó,
poniéndose unos guantes.
Miré horrorizada a Peter, apretando su mano con más fuerza.
—Shh, todo
está bien. Estoy aquí. Todo está bien —me calmó, frotando su mano
libre suavemente contra mi rostro. Grité cuando el dolor me atravesó,
hacienda que nuevas lágrimas cayeran mientras el doctor hacía su examen. Peter las
besó
suavemente, mirándome, con el corazón roto.
—Lo lamento,
pero tu cérvix está abierto, estás teniendo un aborto. Necesitamos
hacer un procedimiento para apresurar las cosas. Sólo tienes cinco
semanas así que ésta es la manera las rápida y segura —dijo el doctor,
arrojando lejos sus guantes manchados de sangre.
—¿Qué
procedimiento? —preguntó Peter.
—Se llama EPCR3 (Evacuación de Productos de Concepción
Retenidos: término médico que refiere al tejido derivado de la unión de un
óvulo y un espermatozoide que no tiene embrión.). En un proceso quirúrgico. Necesitará ser hecho bajo anestesia general y
retirará todos los rastros del embarazo —explicó, mirándome con un poco de tristeza.
¿Proceso quirúrgico?
—¿Eso es
seguro? —preguntó Peter, apretando mi mano con más fuerza.
El doctor asintió.
—Es la forma
más segura. Podríamos dejar que se expulsara solo durante la
siguiente semana aproximadamente, pero eso podría tener un alto riesgo
de
infección. Es mejor para Lali si lo sacamos rápidamente.
Asentí. Quería que esto terminara; no quería estar sangrando
abundantemente por una semana, especialmente si era así de doloroso todo el
tiempo. Peter me miró, esperando porque yo tomara la decisión.
—De acuerdo —murmuré,
cerrando los ojos.
—De acuerdo,
bien, iré y me aseguraré de que haya un quirófano libre. Es un
proceso muy rápido. Volverás aquí después —afirmó el
doctor, asintiendo hacia Peter mientras se iba rápidamente.
Sorbí por la nariz y me volví hacia Peter.
—Lo lamento
tanto, Peter, esto es todo mi culpa.
Él jadeó, y sacudió la cabeza con fiereza.
—¡Podrías
dejar de decir eso! No es tu culpa, Ángel. Deja de culparte. Ese imbécil
te hizo esto, no tú. —Si inclinó y me besó la frente con
suavidad.
—No. No
debería haber dejado tu casa. Me dijiste que me quedar allí. Debería
haberte escuchado, y ahora he matado a nuestro bebé —sollocé,
sintiendo mi
corazón romperse una vez más.
Él salió cuidadosamente de la cama y me envolvió con sus brazos,
intentando no
moverme.
—Nada de esto
es tu culpa; tú no mataste al bebé, Ángel. Es sólo una de esas
cosas. Sabes que soy un firme creyente en que todo sucede por una razón;
no se
suponía que tuviéramos este bebé. No tienes la culpa. Si alguien tiene
la culpa, ese soy yo, si no le hubiera dicho que saliera de encima de ti él
podría no haberte
golpeado —dijo quedamente. Sacudí la cabeza y sepulté mi rostro en su pecho,
aferrándome a él con fuerza, esto no era su culpa, nada de esto era su
culpa—. Te amo —susurró una y otra vez en mi oído, hasta que el doctor volvió y me llevó
Peter caminó junto a mi cama hasta que llegué al cuarto y no se le
permitió entrar
más. Me besó suavemente, los ojos brillantes con tristeza y dolor.
—Estaré aquí
cuando despiertes. Te amo más que a nada —me prometió.
Sonreí ante sus palabras. Él todavía me amaba, todavía me quería. Sólo
esperaba que no estuviese diciendo esas cosas porque yo estaba disgustada o
dolorida. Recé porque él realmente todavía me quisiera después de lo que había
hecho.
Peter
Tan pronto como ella pasó esas puertas y estuvo fuera de mi vista, me
hundí en el
piso y puse la cabeza en mis manos. Todo mi cuerpo dolía. Ella tenía
tanto dolor y
no había nada que yo pudiera hacer. Habíamos perdido al bebé, y por
alguna
estúpida razón ella se culpaba porque ese idiota lo hiciera. Apreté mis
manos en
puños, presionándolos contra los ojos, intentando no pensar en él. Más
pensaba en él, más quería salir de aquí y arrancarle la cabeza; pero no podía
hacer eso.
Necesitaba estar aquí para mi chica cuando ella despertara. Ella no
necesitaba nada más de que preocuparse ahora mismo.
Creía lo que le había dicho antes. Si se suponía que debíamos tener ese
bebé,
entonces así hubiera sido. Ella no lo hubiera perdido si así hubiera
debido ser.
Siempre había creído que todo sucedía por una razón – pero eso no
hacía que
perder este bebé doliera menos. Un pequeño, perfecto bebé que había
imaginado
luciría justo como su mamá en todos los aspectos. Cerré los ojos y apoye
la cabeza contra la pared, esperando que ella saliera. Apenas noté cuando Gas
vino y se sentó junto a mí, pasando un brazo por mi hombro.
—Lo perdió —murmuró.
El brazo de Gas se apretó alrededor de mis hombros.
—Sí. Estará
bien, Peter—me aseguró, apretando mi hombro.
Estaba sorprendido de que no me estuviera pateando por haber dejado
embarazada a su hermanita, pero para ser honesto, no podía importarme
menos. Él no podía causarme más dolor del que ya sentía, la única que podía
lastimarme así era mi Ángel. Ella era la única que tenía el poder de matarme.
Después de alrededor de cuarenta minutos la sacaron de la cirugía,
todavía
dormida por la anestesia. Me puse de pie de un salto, mirándola.
—¿Está bien? —pregunté
desesperadamente, dando saltos alrededor de la cama
mientras la empujaban por el corredor.
—Todo salió
bien. Sacamos todo. Estará bien. Podría comenzar a despertarse de la anestesia
en una hora. La mantendremos aquí durante la noche, y la dejaremos ir mañana en
algún momento de la tarde. Tendrá que estar tranquila por un día o
algo —confirmó el doctor. Asentí y la seguí hasta su cuarto, sentándome junto
a su cama, sosteniendo su mano con fuerza. Gas y yo nos sentamos en silencio
junto a la cama, no había nada que decir, nada que pudiera mejorar esto.
Después de alrededor de media hora, ella movió su mano en la mía. Di un
salto
mientras sus ojos aleteaban. Ésta era la segunda vez en tres días que
había
despertado así conmigo y le pedía a Dios que nunca fuera así de nuevo,
porque ya no podía soportar más de esto.
—Hola, Ángel —murmuré,
acariciando suavemente su rostro, lucía dolorida y ya
estaban comenzando a formarse cardenales donde él la había golpeado.
Ella volvió la cabeza hacia mí pero no abrió los ojos.
—Te quedaste —exhaló, una
pequeña sonrisa en la esquina de su boca.
¿Honestamente pensaba que la dejaría?
—Por supuesto
que me quedé. —La besé suavemente. Ella lloriqueó y tomó
débilmente el frente de mi camisa mientras me devolvía el beso.
—Te amo tanto,Peter—susurró.
—Sé que es así,
pero yo te amo más —respondí. Nunca nadie había amado tanto a alguien como yo la amaba a
ella.
Gas se aclaró la garganta para que me apartara, todavía sosteniendo su
mano con fuerza. Él se inclinó sobre ella y la abrazó.
—Lamento que
hayas perdido a tu bebé,La—dijo, luciendo como si realmente
lo sintiera.
Ella asintió y sonrió con tristeza.
—Sí, yo
también —contestó ella, su voz rompiéndose mientras hablaba.
—Voy a ir a
llamar a Ruby y a Nico. También llamaré a tus padres,Peter—dijo
Gas, besando su mejilla antes de desaparecer detrás de la cortina,
dándonos algo
de privacidad.
—¿Te
acostarías conmigo? —graznó.
Asentí y me metí cuidadosamente a la cama con ella.
—¿Te duele
algo? —pregunté mientras suavemente pasaba un brazo sobre ella.
—No realmente.
Estoy dolorida, pero no tanto como antes. —Hizo una
mueca
mientras se movía en la cama.
Cerré los ojos y sepulté el rostro en el costado de su cuello.
—Necesitas
dejar de asustarme de esta manera. Realmente me vas a causar un
ataque al corazón pronto —bromeé, intentando aligerar la
situación.
Ella rió sin humor.
—Estoy tan
cansada, Peter. —Volvió la cabeza, acariciando la mía con su nariz.
—Ve a dormir,
Ángel —la arrullé, subiendo las sábanas para mantenerla tibia.
Ella se durmió y se despertó varias veces por unas pocas horas. Le
dieron más
medicinas para el dolor, pero dijo que estaba bien. Después de un par de
horas le
permitieron salir de la cama para ir al baño mientras que fuera
acompañada por
dos enfermeras; lo cual ella no apreció en lo absoluto.
Una enfermera vino a las nueve, sonriéndome con tristeza.
—Lo siento,
pero las horas de visita han terminado. Voy a tener que pedirte que te
vayas —dijo en tono de disculpas mientras acomodaba a Lali en su cama.
—¿En serio?
¿No puedo quedarme? No causaré problemas, ¿por favor? Dormiré en la silla, ni
siquiera sabrá que estoy aquí —rogué, dándole la expresión que parecía
funcionar tan bien con Lali.
Ella suspiró y puso los ojos en blanco.
—De acuerdo.
Pero si alguien pregunta, te escabulliste aquí. ¿Entiendes? — preguntó,
sonriendo y sacudiendo la cabeza.
Sonreí.
—Gracias. —Wow, ese
rostro también funcionaba en otra gente.
Gas se despidió, prometiendo volver a primera hora de la mañana, y
traernos a Lali y a mí una muda de ropa. Una vez que se hubo ido, ella se movió
en la
cama, haciendo una ligera mueca pero intentando no mostrarme que le
dolía.
—Dormiré en la
silla, Ángel —protesté, haciendo una mueca ante de la idea de
darme vuelta y aplastarla o algo.
—¿Por favor,
Peter? —rogó.
Maldición, ¿por qué no podía decirle que no a esta chica? Suspiré y me
saqué las
zapatillas, metiéndome en la cama con ella. Ella se acurrucó contra mi
pecho y lloró hasta quedarse dormida.
Desperté muy temprano en la mañana con alguien sacudiendo mi brazo.
Levanté la mirada para ver a dos hombres de pie allí, ambos mirándome
severamente. ¿Qué demonios? Oh maldición, ¡me voy a meter en problemas por
dormir aquí!
—¿Peter
Lanzani? —preguntó uno de ellos.
Asentí y me senté en silencio.
—Sí —susurré,
intentando no despertar a Lali. Demasiado tarde, se movió y dio
un salto cuando vio a los dos hombres de pie allí.
—Peter Lanzani,
estoy arrestándolo por sospecha de Daños Físicos Graves. No tiene que decir
nada, pero cualquier cosa que diga puede ser usada en su contra en una corte.
Tiene derecho a un abogado. Si no puede pagarlo, uno le será facilitado — afirmó,
mientras tomaba mi brazo.
¿DFG? ¿Ese imbécil está presentando cargos?-------------------------------------------------------------------------------
:'( que va a pasar ahora con lali ?
PD:
nooooooooo!!!!! Lo perdio! No lo puedo creer! Hay me puso re mal eso!!
ResponderEliminarEnsima justo lo arrestan a Peter! Que mala suerte! No funca!
Me encanta tu nove!!
Besos! Aby
NONONONONO todo esta mal acá en esa nove ¬¬ Lali pierde su bebe y lo meten a Peter en la carcel???? NONONONONO quiero que las cosas se solucionen YAAA..........me encanta la nove ;D
ResponderEliminarSeguilaaaaa porfaaaaaa