Mierda, esto era malo. La primera cosa que
disparó a través de mi cerebro
era que necesitaba mantener a Gas bajo
control. Claro, yo quería matar
a ese imbécil tanto como él, pero en serio
necesitábamos tener cuidado. Si,
literalmente, le saltábamos encima tan
pronto como entrara, nos seríamos
responsables, y le había prometido a su
mamá que no le permitiría hacer eso. No
dejaría que Gas fuera a la cárcel por ese
idiota, Ángel necesitaba de su hermano
mayor, sobre todo ahora con el bebé en
camino. La segunda cosa que surgió en mi mente era que necesitaba sacar a mi
chica y mi bebé como el infierno fuera de
aquí, ahora.
—Ángel, vamos,
te llevaré a la mí a casa —declaré, agarrando su mano y
tirando de ella lejos de Gas.
Ella arrancó su mano de la mía y me miró.
—¡No voy a
ninguna parte! No voy a dejarlos hacer esto, a ninguno de los dos.
Ustedes no pueden darle una paliza, se meterán en problemas. ¡Estás
siendo tan
jodidamente estúpido! —gritó. Las lágrimas rodaban por su
rostro mientras
hablaba.
—Ángel, tiene
que salir, ahora —ordené. No se
iba a quedar aquí, cerca de ese
hombre, de ninguna forma, porque si él la miraba de manera equivocada no
sería
capaz de contenerme, y mucho menos mantener a Gas bajo control.
Sacudió la cabeza con fuerza. Siempre había sido terca, por lo general
me
encantaba eso de ella —pero no en estos momentos, no lo
hacía. Bueno, si lo
quiere así, entonces al diablo. La tomé, envolviéndola en mis brazos,
levantándola
en estilo nupcial.
—¡Peter, no te
atrevas! —gritó, su rostro poniéndose rojo de ira mientras luchaba
por bajarse. Negué con la cabeza, lidiaría con su enojo después, no
estaría
enfadada conmigo por mucho tiempo y una noche con la ley del hielo
valdría
totalmente la pena, solo si sabía que ella estaba completamente a salvo.
Comenzó
a sollozar y envolver sus brazos alrededor de mi cuello, mientras la
cargaba fuera
de la casa. ¡Maldita sea, me estaba matando! Odiaba verla llorar.
Le di un beso al lado de su cabeza.
—Shh, todo va
a estar bien, te lo prometo. Sólo te necesito a salvo para poder
concentrarme en mantener tranquilo a Gas, ¿de acuerdo? —dije
honestamente.
Llegamos a mi casa y abrí la puerta rápidamente, en dirección al sofá.
Me senté y la mantuve en mi regazo, meciéndola suavemente.
—Por favor, no
te metas en problemas, Peter, por favor —suplicó, abrazándome
con más fuerza.
—No lo haré.
Necesito ir al lado ahora. Tú te quedas aquí, no vengas hasta que
venga a buscarte. ¿Me entiendes? ¿Puedes hacer eso por mí? —pregunté con
desesperación.
Ella suspiró y se alejó sin mirarme.
—Sólo ve
entonces —espetó enfadada, alejándose de mi regazo para sentarse en el sofá. Esto
realmente no le gustaba en lo absoluto.
Gruñí, odiando su expresión de enojo.
—Te amo,
Ángel. Sólo los necesito a ti y a nuestro bebé seguros —expliqué
mientras besaba su mejilla, frotando mi mano sobre su vientre plano.
Luché contra
la urgencia de sonreír pensando en mi bebé creciendo dentro de ella, ese
pequeño bebé afortunado que conseguía estar más cerca de ella que nadie por los
próximos ocho meses. Asintió y cerró los ojos, lágrimas silenciosas estaban aún
cayendo por su rostro.
Me puse de pie y me volví para irme.
—¿Peter? —llamó justo
cuando llegué a la puerta. Me di la vuelta, con la esperanza de una sonrisa—. Te amo
demasiado. Si te envían a la cárcel por asesinato entonces esperaré por ti —afirmó sin
ninguna emoción en su voz en absoluto. No era una broma, realmente pensaba que
iba a ir a la cárcel.
No le respondí, sólo me fui. No había respuesta para eso. Estaba
seriamente
enfadada conmigo y tendría mucho que hacer después de esto.
Nunca había hecho nada que ella no quisiera antes y que odiaba hacerlo
ahora.
Corrí de nuevo hacia Gas. Él se paseaba en la sala, luciendo mortalmente
enojado.
—Gas, tienes
que escucharme —dije, agarrando su hombro y haciéndolo enfrentarme.
—Lo sé, lo sé.
No puedo hacer nada a menos que él comience, nada. Sólo quiero
hablar con él y decirle que se largue de nuestras vidas, pero si se
acerca a mí, juro... —Apretó los dientes. No le hacía falta terminar la frase, ya sabía lo que
haría y no sería indoloro tampoco.
Después de unos diez minutos un coche se detuvo en frente. Agarré el
brazo de
Gas cuando se levantó del sofá.
—Tranquilízate
de una maldita vez,Gas. ¿Entiendes? —ordené. Él asintió y me
dirigí a la puerta. La abrí y el imbécil se quedó mirándome
furiosamente. Mis
manos estaban ansiosas de estrangularlo. No lo había visto desde que lo
echamos por la puerta seguido de todas sus cosas, hace tres años, pero lucía
exactamente igual al que recordaba.
—Peter Lanzani,
has crecido un poco, ¿eh? —afirmó, mientras me examinaba.
—Stephen
Walker, ¿dejaste de abusar sexualmente a las muchachas? —respondí, mi
mano apretando la manija de la puerta con tanta fuerza que mis dedos estaban doliendo.
Él me miró y se abrió paso en la casa.
—¿Dónde
diablos están Gas y Lali? —preguntó con enojo.
—Estoy aquí. Y
Lali está fuera —dijo Gas con calma. Tal vez iba a estar
tranquilo, después de todo.
—¡Tú, pequeña
mierda! ¡Siempre fuiste un maldito problema! ¿Dónde mierda están mi esposa e
hijo? Y me voy a llevar a Lali también —gritó Stephen dirigiéndose hacia
el pasillo en la parte trasera. Podía sentir mi ira en aumento cada vez que decía
el nombre de mi ángel. Me tomó un par de respiraciones profundas, necesitaba
ser el fuerte.
Gas se echó a reír.
—Sí, está bien
—dijo con
sarcasmo. Creo que estaba tratando de incitar a su padre a empezar algo. Creo
que estaba pensando en dejarle conseguir un par de golpes al principio para que
pueda decir que fue en defensa propia.
—¿Dónde están?
—Stephen
prácticamente gritó. Siempre tuvo muy mal carácter.
—Te estoy
diciendo, viejo, que si alguna vez te acercas a mi hermana una vez más, te voy
a matar —gruñó Gas—. ¿Me entiendes? Tienes que salir de la ciudad.
Ahora. No hay nada aquí para ti ahora. Ruby no te quiere tampoco, nadie
te quiere —le espetó.
Sonrió ligeramente mientras Stephen se acercó a él con los puños
apretados.
—¡Esto es todo
por tu maldita culpa! Tú y Lali tenían que abrir sus sucias bocas
y decirle a Nicolas lo que pasó. Has arruinado todo para mí, todo,
pedazo de
mierda. Debería haber empujado a tu jodida madre por las escaleras o
algo así,
cuando me dijo que estaba embarazada de ti —gritó Stephen
con rabia.
¡Maldita sea, era un imbécil!
Gas lo agarró y lo arrojó contra la pared, golpeándolo hasta dejarlo sin
respirar.
¡Mierda! Agarré a Gas justo cuando estaba a punto de darle un puñetazo y
lo
aparté.
—¡Así no!Gas,
no así —le grité, tratando de detenerlo.
—¡Déjame ir!
Voy a matar maldita sea.Gas, ¡déjame ir! —gritó Gas, tratando de
deshacerse de mí.
—¡Gaston,
cálmate! —escuché decir a Amber.
Mi sangre se congeló al sonido de su voz. ¿Qué demonios estaba haciendo
allí?
Todos nos volvimos para verla de pie en la puerta. Solté a Gas rápidamente
y fui
hacia ella, pero ese idiota estaba entre ella y yo. Agarró su muñeca.
Ella se
estremeció y trató de sacar su brazo fuera de su control.
—¡Tú! ¡Tú
maldita arruinaste todo! —le gritó.
—¡Déjala ir,
ahora! —gruñí a través de mis dientes apretados, apenas capaz de
contener mi ira. Podía oír latir mi corazón tamborileando en mis oídos,
estaba tan
enojado que me temblaban las manos. Iba a matarlo en tres segundos si no
la
dejaba ir.
Se volvió para mirarme, el odio clara en su rostro.
—¡Vete a la
mierda! Es mi hija —gritó, tirando de ella bruscamente cerca de él. Ella se volvió y trató
de alejarlo. Su rostro se endureció. Me lancé hacia adelante al mismo tiempo,
la abofeteó con fuerza en la cara.
Agarré su camisa y le di un puñetazo de lleno en la cara, disfrutando
del
satisfactorio "crack" que hizo su nariz mientras mi puño
conectaba con ella. Retiré
mi brazo y lo golpeé una y otra vez, ignorando el dolor que cada golpe
causaba en
mi mano. Después del cuarto o quinto golpe su cuerpo estaba cojeando un
poco
así que lo empujé contra la pared, así no tenía que sostenerlo, y le di
un puñetazo
otra vez. Puse todo mi odio en él, toda la ira, el dolor y la impotencia
que alguna
vez había sentido cuando veía a mi chica llorar hasta dormirse. Nunca
dejaría a este hombre lastimarla de nuevo. Se dejó caer al suelo, envolviendo
sus brazos
alrededor de su cabeza, pero no me detuve, no podía parar. Así que
empecé a
darle patadas en su lugar.
De repente, Gas me agarró por detrás y me palmeó mi cara por primera vez
en la
pared. ¿Qué diablos estaba haciendo?
—¡No! ¡Todavía
no he terminado! ¡Aléjate de mí.Gas! —le grité, tratando
desesperadamente de quitármelo para poder matar al hombre que hizo de la
vida
de mi Ángel una desgracia. Me aparté de la pared tratando de liberarme.
—Lali está
herida,Peter —dijo Gas, empujándome contra la pared otra vez, su
brazo a través de la parte trasera de mi cuello.
—¡Sólo aléjate
de mí. Déjame terminar! —grité, todavía luchando en contra
de su
abrazo.
—¡PETER , LALI
ESTÁ HERIDA! —gritó Gas.
Espera, ¿qué dijo? ¿Lali? Oh, Dios mío.
—¿Qué? ¿Dónde?
¿Dónde está? —pregunté con desesperación. No la vi salir
lastimada, él la abofeteó y se cayó y todo lo que pude ver fue a él.
¡Mierda!
Me soltó y me volví para buscarla, yaciendo de costado, hecha un ovillo,
con los
ojos cerrados, la mandíbula apretada, todo su rostro era la viva imagen
del dolor.
Me sentí enfermo mientras corrí a su lado, inclinándome sobre ella con
rapidez.
—¿Ángel? —susurré,
agachándome y acariciando su mejilla de color rojo donde él
la había abofeteado.
Gimió y trató de moverse, haciendo un estrangulado jadeo.
—Me duele,Peter.
Por favor, me duele mucho —exclamó, mirándome desesperadamente.
Parecía aterrorizada, se veía tan asustada que sentí como si mi corazón dejara
de latir al verla.
—¿Qué te
duele, Ángel? —pregunté, tratando de aliviarla mientras me inclinaba y
besaba su mejilla dolorida. Necesitaba conseguir un poco de hielo o algo
así,
entonces estaría bien, tendría un moretón por una semana
aproximadamente, pero estaría bien.
—Mi estómago —dijo con voz
ronca, sollozando, volviendo el rostro hacia el suelo,
llorando histéricamente.
¿Su estómago duele? Miré hacia abajo a su estómago, lo estaba acunando
protectoramente. Podía ver la sangre filtrándose a lo largo de la pierna
de sus
pantalones vaqueros. Mi corazón se detuvo, no podía respirar. Todo lo
que podía
ver era la sangre, lo único que podía oír era su llanto y quejidos.
Lali
Oí el coche estacionar, así que di un salto y corrí hacia la ventana. Me
estremecí
cuando lo vi salir del coche y caminar furioso hacia la casa. Me sentí
enferma. No
podía dejarlos hacer esto, se iban a meter en tantos problemas. No
podría soportar perder a ninguno de ellos.
No quería que Gas se metiera en problemas, pero en serio me mataría si Peter
estaba en problemas por esto.
Mordí mi labio, pensando. Tal vez podría ir y ser otro testigo, entonces
de esa
manera cuando él empiece algo primero podría decir que fue en defensa
propia
también. Otro testigo ayudaría sin duda a su caso. Oh, mierda, ¡Peter me
va a matar por esto! Salí corriendo de su casa hacia la mía. Podía oír gritos
provenientes de adentro y me detuve, sentí el temor familiar que siempre sentía
cuando era una niña. No podía moverme del lugar, era como si estuviera
congelada. Podía oír su voz, gritando, y me helaba la sangre —pero esos
eran Gas y Peter allí, siempre estaban cuidando de mí, siempre. Podía hacer
esto por ellos, todo lo que tenía que hacer era presenciar como él lanzaba el
primer golpe.
Me acerqué a la puerta, no estaba cerrada, sólo la empujé.
—¡Esto es todo
por tu maldita culpa! Tú y Lali tenían que abrir sus sucias bocas
y decirle a Nicolas lo que pasó. Has arruinado todo para mí, todo,
pedazo de
mierda. Debería haber empujado a tu jodida madre por las escaleras o
algo así,
cuando me dijo que estaba embarazada de ti —gritó mi
padre enojado.
Gemí a causa de las horribles palabras que acababa de decirle a mi
hermano. Mi
padre siempre fue una desagradable pieza para trabajo, pero eso fue
bajo, incluso
para él.
Escuché una explosión y un gemido, así que abrí la puerta, para ver a Peter
sosteniendo a Gas, tratando desesperadamente de mantener a Gas lejos de
mi
padre, que estaba parado contra la pared, mirándolos con rabia.
—¡Así no!Gas,
¡así no! —gritó Peter, a Gas mientras lo sujetaba en sus brazos.
Gas no estaba calmándose. Su rostro estaba rojo de ira, lo único que
podía
detenerlo cuando estaba así, era yo. Odiaba verme alterada ni algo, era
tan
sobreprotector.
—¡Gas,
cálmate! —supliqué desesperadamente.
Él dejó de moverse, Peter lo apartó y me miró sorprendido y un poco
asustado. Se
movió hacia mí y vi a mi padre, moverse al mismo tiempo, estaba mucho
más cerca de mí que Peter , y estaba bloqueando su camino. Ni siquiera tuve
tiempo de alejarme antes de que agarrara mi muñeca, apretándola fuerte, su cara
enojada y roja. Me estremecí mientras me apretaba más fuerte haciendo al dolor
disparar por mi brazo. Intenté sacar mi brazo con rapidez, pero él no lo
soltaba.
—¡Tú! ¡Tú
maldita arruinaste todo! —me gritó, hundiendo sus uñas en mi
piel. No
podía respirar.
—¡Déjala ir,
ahora! —ordenó Peter, luciendo tan enojado que realmente me asustó.
Mi padre se volvió hacia él, aun sujetándome con fuerza.
—¡Vete a la
mierda! Es mi hija —le espetó él, tirando de mi brazo, haciéndome
perder mi equilibrio y tropezar más cerca suyo. Podía oler el alcohol en
su aliento,
haciéndome sentir enferma. Giré y tiré de mi brazo, tratando de liberarme.
Todavía
no me dejaba ir, así que puse mi mano sobre su pecho y lo empujé tan
fuerte
como pude. Él no se movió ni un centímetro. Vi su mano moverse y cerré
los ojos
sabiendo que me iba a golpear.
Su mano conectó con mi cara, haciéndome sentir como si mi cabeza hubiera
explotado. Me caí hacia atrás y me estrellé en el aparador. Dolor como
nunca había sentido en mi vida se disparó a través de mi estómago y mi espalda
baja. Era como si alguien me hubiera apuñalado. Me aferré al aparador, tratando
de mantenerme en pie mientras siseaba a través de mis dientes.Gas pasó por
encima y me agarró tirando de mí hacia abajo sobre el piso, sentándonos abajo
apoyándonos en el aparador.
—Mierda.La,
¿estás bien? —preguntó con desesperación, acunando mi cabeza
contra su pecho.
Envolví mis brazos alrededor de mi estómago, tratando de respirar a
través del
dolor.
—No —gruñí. ¡Oh,
no, estaba perdiendo el bebé!— ¿Peter?
¿Dónde está Peter? — pregunté, abriendo los ojos y mirando
alrededor por él, pero apenas podía ver
nada, porque mis ojos estaban llenos de lágrimas. Podía oír ruido
gruñidos y
gemidos. Oh Dios, él no está... ¡Por favor, dime que no está haciendo
eso! Parpadeé y miré para ver a Peter golpear a mi padre una y otra vez, su
rostro era la viva imagen de la rabia. Él no iba a parar hasta que ya no
respiraba. Esto era todo. Peter me iba a ser arrebatado, y yo estaba perdiendo
su bebé. Sentí mi corazón rompiéndose en mil pedazos.
—Ve a
detenerlo —susurré, apenas capaz de hablar.
—No. Deja que
lo mate —gruñó Gas enojado.
Negué con la cabeza. ¡Oh, Dios mío, por favor!
—Gas, ¡ve a
detenerlo! Por mí, ¿por favor? Lo necesito. Dile que estoy herida. Lo
necesito —jadeé mientras una oleada de náuseas se apoderaba de mí, haciéndome vomitar—. ¿Peter? —grité
desesperadamente, pero fue apenas un susurro.
Gas se movió.
—Iré a
buscarlo —dijo rápidamente mientras se ponía de pie de un salto. Rodé
hasta ponerme de lado, llevando mis rodillas al pecho, sosteniendo mi
estómago.
¡Oh por favor, no me dejes perder este bebé! Cerré los ojos con fuerza
contra el
dolor; un par de segundos después Peter acarició mi mejilla haciéndola
arder de
nueva.
—¿Ángel? —susurró,
sonando tan preocupado que me rompía el corazón una vez
más. ¿Cómo podía decirle que estaba perdiendo el bebé? Él estaba tan
feliz por
eso, ¿cómo demonios iba a decir las palabras? Quería envolverlo con mis
brazos y hacer que me abrazara y que hiciera que todo esto se fuera. Peter podía
hacer que todo estuviera bien, él podía hacer que todo estuviera bien.
Me moví para levantarme pero una oleada fresca de dolor me golpeó,
haciéndome
jadear.
—Duele,Peter.
Por favor, duele tanto —murmuré, levantando la Mirada hacia su
perfecto rostro. Él lucía tan preocupado por mí. Yo estaba perdiendo
todo. ÉL iba a ir a la cárcel y yo estaría sola. ¿Cómo iba a vivir sin él?
—¿Qué duele,
Ángel? —preguntó, mientras inclinaba su cabeza y besaba mi
mejilla.
—Mi estómago. —No pude mirar
su rostro cuando se dio cuenta que estaba
perdiendo el bebé, no quise ver el dolor y la devastación allí. Volví me
rostro hacia
la alfombra y sollocé. Esto era completamente mi culpa. Debería haberme
quedado en su casa como me dijo. Si estuviera allí ahora el bebé estaría a
salvo, y Peter no estaría enfrentándose a la cárcel. Él sólo había golpeado a
mi padre porque yo estaba allí, no lo hubiera hecho si yo sólo me hubiera
quedado. ¿Por qué no podría haberme quedado allí como él me había dicho?
—¡Gas! ¡Llama
una ambulancia! —gritó Peter desesperadamente. Estaba
acariciando la parte de atrás de mi cabeza suavemente—. Shh, todo
está bien. Está bien, Ángel —me arrulló. Sentí su brazo
envolverme, así que volví mi rostro hacia él. Estaba acostado junto a mí. ¿Cómo
demonios todavía me estaba consolando? Esto era todo mi culpa; ¿por qué no me
gritaba?
—Lo lamento
tanto —dije honestamente. Esto iba a arruinar todo; él no me querría
ahora que había matado a nuestro bebé.
Él inclinó la cabeza y besó mi frente.
—Ángel, no
tienes nada que lamentar —susurró, acercándose a mí. Su mano
frotaba círculos en mi estómago, tan suavemente que apenas podía
sentirlo.
—Esto es mi
culpa —exclamé, sollozando una vez más. Él sacudió la cabeza
ferozmente y se alejó de mí de un empujón. Sentí mi corazón romperse. Lo
sabía; él me iba dejar ahora. Se puso de pie y fue hacia mi padre quien estaba
intentando levantarse del suelo y comenzó a golpearlo de nuevo, gritando una
retahíla de improperios.
Gas lo lanzó al piso.
—¡Détente! ¡Ve
con Lali, ahora! —ordenó, mirándolo con ira.
Peter asintió y corrió de vuelta hacia mí.
—Voy a
levantarte, ¿de acuerdo? —dijo suavemente.
Sacudí la cabeza, no quería moverme.
—No. Por favor
no —susurré. El
dolor era tal que me sentía enferma. Él lucía como si también estuviera
sufriendo mientras se movía sobre mí, apartando el cabello del mi rostro, besándome
suavemente, murmurando palabras tranquilizadoras.
—¿Dónde está
la maldita ambulancia? —le gritó a Gas.
—En camino.
¿Qué le sucede? —preguntó Gas, arrodillándose junto a mí. Apreté la mano de Peter, sin
querer verlos pelear por esto si Gas se asustaba por lo del bebé.
—Está
embarazada,Gas—explicó Peter, besando mi mejilla.
—¿E…embarazada? —tartamudeó Gas.
Peter asintió, mirándome con
preocupación.
—Voy a hacerte
pagar por esto, ¡pequeña mierda! —gritó mi padre desde la
puerta. Gas y Peter ambos se movieron para levantarse pero yo tomé la
mano de
Peter , no quería estar sola de nuevo.
—Sal de aquí
antes de que te mate yo mismo, y si ella pierde su bebé lo juro por
Dios, estás muerto —gruñó Gas venenosamente.
—Gas , por
favor —susurré, sin querer más problemas.
—¿Bebé? ¿Está
embarazada? La pequeña zorra —gruñó mi padre.
Peter estaba tan enojado que todo su rostro estaba rojo cuando se movió
para
levantarse una vez más. Justo en ese momento pude oír las sirenas
aumentando
haciéndose más intensas. El rostro de Peter voló al mío, sonrió
débilmente.
—Está bien
ahora, Ángel, la ayuda llegó. Todo va a estar bien —dijo
suavemente.
Levanté la mirada para ver que mi padre se había ido; Gas staba de pie
en la
puerta esperando la ambulancia.
Peter me estaba mirando, sus hermosos ojos azules apretados con
preocupación.
Lo amaba tanto, ¿cómo me las voy a arreglar cuando él me deje y se vaya
a la
universidad, y todo lo que me quede sea lo que podría haber sido?
--------------------------------------------------------------------------------------------ç
:( ¿Lali perdio a su hijo?
¡Que hijodesumadre el papa¡ :(
PD: Chicas aqui van a subir el disco de aliados sin marca por si alguna lo quiere:
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Me encanta tu nove!!!es como una adiccion jaja, empiezo a leer los capitulos y no paro ajajajja
ResponderEliminarPobre lali! Si pierde al bb yo misma mato al padre jajaja!
Besos! Aby:)
NANAI NANAI jajajaja lali NO va a perder a su bebe entendido?? y es mejor que me obedezcas porque sino voy a entrar en ese nove eh jajajaja
ResponderEliminarseguilaaaa porfaaaa
Tengo nove en mi blog http://amorporcasiangeless.blogspot.mx/
ResponderEliminarapenas va por el capitulo 6, te espero!
Y esta muy buena tu nove, pobre lali a ver que pasa
Besos..