Lali? —repitió la
señora, mirando entre él y yo—. ¿Tu hija,Lali? —preguntó, con
una sonrisa tirando de sus labios. Mi padre asintió con la cabeza, sin separar
sus ojos de los míos. Me sentí como un venado atrapado en los faros de un coche
que se aproxima y lo único que puede hacer es prepararse para el impacto.
—Bueno, es
grandioso al fin conocerte. He oído a Stephen y Nicolas hablar tanto
de ti que ya siento como si te conociera —dijo la
señora, sonriéndome con gusto.
Traté de devolverle la sonrisa y fingir que todo estaba bien, que no
estaba a punto
de desmayarme en cualquier segundo, que no estaba a unos cinco segundos
de
tumbar la casa a gritos.
—Igualmente,
Ruby —contesté en voz baja, arrastrando mis ojos de él.
—¿Qué estás
haciendo aquí, Lali? —preguntó mi padre, levantando las cejas y
sonriendo con una media sonrisa. El sonido de su voz envió escalofríos
por mi
columna mientras trataba desesperadamente de no recordar mi infancia.
Tenía
pesadillas con su voz, sus ojos, la forma en que se paraba tan derecho y
cómo sus puños siempre estaban cerrados, igual que ahora.
—Yo... yo vine
con Niclas . Él está... él esta se está cambiando —tartamudeé.
Inmediatamente me regañé mentalmente por mi tartamudez. Sus viejas
reglas
volvieron, enderézate, habla claro, no murmures.
Ruby sonrió.
—Bueno, es
genial que estés aquí. ¿Te gustaría quedarte a cenar? Creo que vamos a pedir
comida, porque no tenemos muchos alimentos aquí. No pensábamos volver hasta
tarde esta noche, pero Matt ha estado enfermo toda la semana, así que volvimos
temprano —explicó Ruby mientras besaba la cabeza del bebé con suavidad. Ella
parecía muy agradable, demasiado buena para este imbécil abusador.
Negué con la cabeza, incapaz de hablar de nuevo. Me temblaban las manos,
así
que las apreté juntas con fuerza, tratando de mantener el control y no
lanzarme al
suelo a llorar.
—¿Estás
segura? No es molestia. Nos encantaría que te quedaras para la cena, ¿no es
así, Stephen? —continuó, sonriéndole, completamente ajena a lo que yo estaba viviendo
mi peor pesadilla en estos momentos.
Él asintió con la cabeza, su mirada viajó a lo largo de mi cuerpo,
haciéndome sentir escalofrío.
—Estoy segura,
gracias —dije en voz baja, quebrándome un poco al final.
El niño empezó a llorar de nuevo. Los ojos de Ruby se agrandaron
mientras miraba a Stephen.
—Voy a darle
un poco de medicina y a dormirlo —dijo, levantando la cabeza hacia
la despensa, de la que sacó una botella de medicina y una cuchara.
Mi padre anduvo un par de pasos hacia mí y yo retrocedí contra la
puerta, mi
respiración salió entrecortada. Le eché un vistazo a mi teléfono abierto
y marqué el numero de Nicolas, era la persona más cercana, si tan sólo pudiera
llamarlo y
decirle de alguna manera que bajara, podríamos irnos.
—¿Cómo has
estado,Lali? He estado tratando de verte por años, pero tu
hermano no me dejó —afirmó con sorna en la palabra
hermano.
¿Había estado tratando de verme y Gas no me dijo? ¿Por qué diablos no
iba a
decirme algo así? Conociendo a Gas, probablemente pensó que me estaba
protegiendo. Miré a la madre de Nicolas en busca de ayuda, ella estaba
regresando la botella de medicina.
—He estado muy
bien, gracias —contesté. Miré mi teléfono, que todavía estaba
tratando de conectar, Nicolas no respondía. ¡Maldita sea!
—Voy a llevar
a Matt a la cama y vuelvo para hacer un poco de café o algo. —
Sugirió Ruby, sonriéndome amablemente.
—Está bien,
amor —respondió mi padre, sin apartar sus ojos de los míos.
Tragué saliva, ¡no podía estar allí sola con él!
—¿Puedo ir
contigo? —pregunté con desesperación. Ruby me miró un poco
sorprendida—. Me gustaría ver el cuarto de Matt, si eso está bien —mentí con
rapidez. De ninguna forma me quedaría aquí con él.
—No creo que
eso sea una buena idea,Lali. Matt no está bien. Puedes ver su
habitación en otro momento —interrumpió mi padre antes de que
Ruby pudiera
contestar.
Ruby sonrió.
—Ya vuelvo. —Se dirigió
fuera de la habitación con el niño aferrado a su cuello.
Di un paso a un lado y casi salgo corriendo de la habitación después de
ella. Tan
pronto lo pasé, agarró mi muñeca, halándome para que me detuviera, lo
que casi
me hace caer. Sentí el grito tratar de salir de mi garganta, pero me lo
tragué, no
podía demostrarle cuanto poder tenía sobre mí.
—Te ves
hermosa,Lali. Igual a tu madre cuando tenía tu edad. Siempre has sido
un jodido durazno —ronroneó, lamiéndose los labios
mientras pasaba su mano por mi mejilla.
Levanté mi rodilla y le di un rodillazo tan fuerte como pude en la
ingle, tirando mi
brazo de su agarre y corriendo por el pasillo tan rápido como mis
piernas pudieron
llevarme. Aunque no tenía ni idea de a dónde debía ir. Había venido en
el coche de Nicolas, así que no quería simplemente salir corriendo de la casa
sin un lugar al que ir. En vez de eso, corrí hacia las escaleras, pasando el
pasillo hasta que me detuve en una puerta con un
anuncio de “Entre bajo su propio riesgo”
colgando. Tenía
que ser la habitación de Nicolas. No me molesté en tocar, sino que entré
azotando la puerta detrás de mí y estallando en sollozos histéricos mientras me
inclinaba contra ella.
—¡Lali! ¿Qué
demonios? —exclamó Nicolas. Alcé la vista y allí estaba, de pie
envuelto en tan sólo una toalla, con el cuerpo mojado acabando de salir
de la
ducha. Me retiré de la puerta y me lancé hacia él, abrazándolo con
fuerza,
ignorando el agua que goteaba de su pelo sobre mí mientras sollozaba en
su
cuello.
—¿Qué pasa? ¡Lali,
por amor de Dios! ¿Qué pasó? —preguntó desesperadamente mientras
frotaba las manos por mi espalda tratando de
calmarme.
—Necesito ir a
casa. ¡Necesito irme, ahora mismo! —grité. Mis piernas apenas me
sostenían, él estaba soportando a la mayor parte de mi peso.
Probablemente lo
estaba lastimando dada la fuerza con que me aferraba a él, pero no se
quejaba.
—¿Qué pasa? —preguntó,
separándome para mirarme.
—¿Nicolas, por
favor? —Me atraganté.
Él asintió con la cabeza y me arrastró hasta la cama para que me
sentara.
—Tengo que
vestirme —dijo, ruborizándose.
Asentí con la cabeza y cerré los ojos, tratando de imaginar a Peter, lo
necesitaba
para calmarme, no podía entrar en crisis aquí. Lo escuché moverse
vistiéndose.
Menos de un minuto más tarde, tomó mi mano.
—Estoy listo.
Vamos —dijo, tirando de mí con suavidad. Me aferré a su mano con
fuerza mientras me conducía a través del cuarto hasta la puerta,
deteniéndose con
una mano en la perilla—. ¿Me prometes que me dirás de qué
trata todo esto más
tarde? —pidió, mirándome suplicante. Asentí con la cabeza. Aceptaría cualquier
cosa que me pidiera con tal de que me sacara de aquí.
Envolvió su brazo a mi alrededor, acercándome a su lado, mientras abría
la puerta
que nos llevaba rápidamente por las escaleras. Me puse rígida cuando su
madre
salió de la sala de estar.
—¡Mierda! ¿Qué
están haciendo en casa? —preguntó, sorprendido.
Ella sonrió con cierta tristeza.
—Matt no está
bien. Se puso enfermo ayer por la noche y ha estado incómodo
durante todo el día, así que vinimos antes —explicó,
abriendo los brazos para
abrazarlo.
Se apartó de mí y sentí mi aliento entrecortado en mi garganta por estar
por mi
cuenta. Él le dio un rápido abrazo.
—Te extrañé —susurró ella,
dándole palmaditas en la espalda.
Él sonrió y la besó en la mejilla.
—Yo también.
Mira, mamá, tengo que llevar a Lali a su casa, su hermano la
necesita —mintió, pasando de nuevo su brazo sobre mí rápidamente.
Ella sonrió con tristeza.
—¿Segura de
que no puedes quedarte a cenar, Lali? A Stephen le gustaría pasar
algún tiempo contigo.
¿Pasar tiempo conmigo? ¿Es una maldita broma? Negué con la cabeza.
—No puedo —susurré.
Mi padre caminaba por la esquina, así que me encogí al lado de Nicolas,
apretándome contra él con tanta fuerza que dolía. Su brazo se apretó a
mi
alrededor, aunque no sabía por qué estaba actuando de esa manera.
Realmente
era un gran hermanastro.
—Hola, Stephen
—saludó
Nicolas, con rigidez.
—Hola, Nicolas.
¿Siendo acogedor con mi hija? —preguntó, su voz dura me hizo
estremecer.
—Me tengo que
ir —susurré
desesperadamente, enterrando mis dedos en su
costado.
—Los veré más
tarde —dijo Nicolas volteándose y empujándome delante de él
para colocarse entre mi padre y yo mientras caminábamos hacia la puerta.
Prácticamente corrí hasta su auto, mirando hacia la puerta todo el
tiempo en caso
de que viniera a buscarme. Aunque sabía que no lo haría. Necesitaba
mantener su papel frente a su esposa y Nicolas, pero eso no impedía que el pánico
se elevara en mi pecho. Nicolas me miró preocupado mientras aceleraba por las
calles.
—¿Estás bien,
Lali? Te ves muy pálida y estás temblando —dijo, tomando
mi
mano.
Asentí con la cabeza. —Quiero ir a casa —escupí.
—Está bien,
shh. Te llevaré a casa. —Frotó su pulgar sobre la palma de
mi mano
mientras se dirigía a mi casa. Apreté los ojos cerrados. Realmente no
había
cambiado nada, la forma en que me miró me revolvió el estómago. ¡Oh
Dios,
necesitaba a Peter!
Después de unos diez minutos de estar tratando de pensar en otra cosa
que no
fuera mi padre, nos detuvimos en mi entrada. Me lancé del auto y corrí
hacia la
casa, rezando porque Peter todavía estuviera allí. Abrí la puerta y lo
vi sentado en el sofá jugando PlayStation con Gas.
Ambos levantaron la mirada cuando entré. Peter me sonrió con alegría
antes de
que su rostro se ensombreciera. Se levantó del sofá mientras corría
hacia él.
—¿Qué
demonios? —gritó furioso, mirando a Nicolas que venía detrás de mí.
Me lancé hacia él, sollozando. Vaya, lo necesitaba, era lo único que me
mantenía
cuerda cuando mi mundo comenzaba a desmoronarse. Me envolvió en sus
brazos
con fuerza, volteándome lejos de Nicolas, con todo el cuerpo y
estresado.
—¿Qué diablos
está pasando? —gritó Gas, dando un paso hacia Nicolas, luciendo
muy enojado.
—No lo sé. Me
estaba cambiando cuando ella simplemente se volvió como loca y
comenzó a llorar. ¡Gas, yo no le hice nada! —exclamó Nicolas
sonando un poco
asustado.
Gas me agarró del brazo, tirando de mí lejos de Peter.
—¿Lali, él te
lastimó? —me preguntó con fiereza, señalando acusadoramente a Nicolas.
Negué con la cabeza, tratando de hablar. ¿Pensaban que Nico me había
hecho daño?
—Fui a su
casa. Se suponía que no estaría ahí. —Lloré, mis piernas no soportaron
mi peso. Peter me agarró de la cintura antes de que cayera al suelo y me
levantó
rápidamente, se sentó, tirando de mí en su regazo, retirando el pelo de
mi cara y
besándome en la mejilla.
—Shh está
bien, Ángel. Todo está bien —susurró.
—¿Quién no se
suponía que iba a estar allí? Alguien tiene que decirme qué
demonios pasó. ¡AHORA MISMO! —gritó Gas cada vez más enojado y
furioso.
—Papá —dije con voz
ronca.
Los ojos de Gas se ampliaron, sus manos se cerraron en puños, su
mandíbula se
mantuvo apretada. Sentí los brazos de Peter apretarse más a mi
alrededor.
—¿Lo viste? —preguntó Gas,
su voz sonaba realmente amenazadora.
Asentí con la cabeza y lo vi mirar a Nicolas de nuevo, como si de alguna
manera
fuera su culpa.
—¿La llevaste
a tu casa y dejaste que ese imbécil se le acercara? —gruñó Gas,
haciendo que Nicolas se estremeciera.
—¡Yo no sabía
que estaba allí! No se suponía que estuviera allí. Llegaron temprano a casa,
mientras yo estaba en la ducha —protestó, manteniendo sus manos en
alto inocentemente mientras Gas lo miraba como si quisiera matarlo. Si las
miradas mataran, Nicolas estaría muerto ahora mismo.
—¿Qué hizo,
Ángel? —susurró Peter, empujando mi cara para que pudiera verlo.
Negué con la cabeza. ¿Podría decirles? Si lo descubrían, no tenía duda
de que irían hasta allá en un futuro muy, muy cercano y se meterían en
problema.
—Dime —ordenó Peter.
Lo abracé con fuerza, no podía mentirle.
—Él.... me
agarró del brazo. Me dijo... que me veía hermosa, como mi mamá a mi
edad, y que yo era un ma... maldito du... durazno —susurré,
apenas capaz de
articular palabra, mi voz subiendo y bajando entre sollozos.
Los brazos de Peter se apretaron a mi alrededor, tan fuerte que en
realidad
empezaban a dolerme las costillas.
—Peter, me
haces daño. —Me quejé, apretando mis manos en su pelo. Sus brazos me soltaron al
instante, pero su cuerpo estaba tan tenso que probablemente estaba dándole una
úlcera.
Gas agarró las llaves.
—Voy a ir.
¿Vienes Peter? —preguntó Gas, caminando hacia la puerta. ¡Oh, diablos, no! ¡No podía
permitir que se metieran en problemas!
Peter me levantó de su regazo y me sentó en el sofá.
—Vigílala —le dijo a Nicolas
con severidad, mientras se puso de pie para irse.
—¡No! —grité,
agarrando la mano de Peter—. ¡Gas, no! —supliqué.
—No voy a
dejar que te haga daño otra vez —gruñó Gas.
—No lo hará.
No se acercará a mí. Ha sido mi culpa, no debí ir a casa de Nicolas.
No debía tomar ese riesgo. Por favor, por favor no lo hagas. No puedo
ver que se
metan en problemas. Te necesito. Los necesito a los dos. Por favor no me
dejes
sola —le supliqué. Apreté la mano de Peter para dar énfasis.—Por favor —rogué
halándolo cerca de mí de nuevo.
Él suspiró y miró a Gas.
—Ella tiene
razón,Gas. No podemos ir si él no hace nada primero. Se saldría con la suya y
seríamos nosotros los que nos meteríamos en problemas —razonó Peter.
Me relajé. Peter estaba siendo sensato; él siempre pensaba bien las cosas, no
como Gas.
—¿Qué quieres decir con “hacerle
daño de nuevo”? —preguntó Nicolas en voz baja.Los tres lo miramos. Gas habló primero.
—Nada. Creo
que deberías irte,Nicolas. —Él asintió con la cabeza mirando
hacia la puerta, señalándole que se fuera.
Nico negó con la cabeza.
—No.Lali, me
prometió que me diría qué era todo esto —dijo, mirándome
suplicante.
Tiene razón, le dije eso. Gas me miró, dejándome tomar la decisión.
—Yo le dije
eso —confirmé, asintiendo con la cabeza y cerrando los ojos,
presionándome contra Peter de nuevo. ¡Vaya, esto iba a ser tan duro!
+2
subi otro no me dejes con la intriga por favor
ResponderEliminarMe encantaaa!!!!!mas porfa!!!!
ResponderEliminarMe encantaaa!!!!!mas porfa!!!!
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