Peter sacó a Tomas de la cuna intentando controlar su
enfado. No debería sorprenderle que Liliah no hubiese comprado andadores,
columpios o ninguna de las cosas que los niños
necesitaban, pero con un niño
llorando y una mujer que parecía saber lo que hacía a su lado no era el momento
de pensar en eso.
–¿Por qué crees que se han
despertado?
–¿Han dormido durante el viaje?
–Sí.
–Entonces es que no necesitan dormir
más –Lali sacó a Alai de la cuna con una sonrisa en los labios–. Hola,
preciosa.
Peter vio que sus facciones se
transformaban con esa sonrisa y, por primera vez en semanas, empezó a
relajarse. Tal vez tener una niñera no era tan mala idea.
–¿Entonces quieren jugar?
–Probablemente, pero no pueden porque
aún no tienen las cosas que necesitan. Podríamos ir al centro comercial a
comprarlas.
–¿Ese andador del que hablabas, por
ejemplo?
–Y un columpio... y un parque.
Peter se sintió como un idiota.
¿No se le podía haber ocurrido a él?
En realidad, estaba agotado. Apenas
había pegado ojo en las últimas dos semanas y no podía pensar con claridad.
–Si les compramos todo lo que
necesitan se acabarán cansando y dormirán mejor –Lali sonrió–. Y tal vez tú
podrías dormir toda la noche de un tirón.
–¿De verdad?
Ella rio y el sonido de su risa le
produjo una sensación extraña. Lali era guapa. Tal vez más guapa que muchas de
las mujeres con las que solía salir porque no llevaba una gota de maquillaje.
No lo necesitaba.
–Tú busca tu cartera, yo voy a buscar
la bolsa de los pañales.
Pensando en una larga noche de sueño
sin interrupciones, Peter colocó a los niños en los asientos de seguridad y se
dirigió al centro comercial, a las afueras de Pine Ward.
–Mire, ahí tienen rebajas –dijo Lali–.
Así te ahorrarás dinero.
Mientras sacaba a los niños de sus
asientos, Peter no pudo evitar mirarla de reojo. Muchas mujeres se sentían
impresionadas por su dinero y coqueteaban descaradamente con él, pero Lali apenas
lo soportaba y, además, estaba intentando que ahorrase dinero.
Claro que ella era una empleada. No
estaba interesada en él como hombre, solo como jefe.
Y eso lo hizo sentir algo que no pudo
identificar, aunque sospechaba que era decepción. Pero en aquel momento solo
estaba interesado en alguien que lo ayudase con los niños, no en una mujer con
la que acostarse.
Tener dos hijos a su cargo había
cambiado por completo sus prioridades, pensó, irónico.
Una vez en el interior de la tienda, Lali
sentó a los niños en un carrito mientras Peter tomaba otro.
–Necesitamos dos andadores, dos
columpios, un cochecito para mellizos y un parque.
–¿Un parque? –repitió él. Lo había
mencionado antes, pero no sabía qué era.
–Son esas jaulitas mullidas donde los
niños juegan.
–Ah, ya. Entonces habrá que montarlo.
Lali hizo una mueca.
–Desgraciadamente, sí. Tal vez
podríamos llamar a Robert –sugirió, refiriéndose al guardés de la finca.
–Yo trabajé diez años en la
construcción antes de abrir mi propia empresa y desde entonces he tenido que
ponerme manos a la obra más de una vez, así que creo que puedo montar un parque
–dijo Peter.
Y, de repente, se sintió feliz. Él
podría dormir por las noches y sus hijos estarían bien atendidos porque estaba
claro que Lali sabía lo que hacía.
Si hubiera que juzgar por el
esfuerzo, él sería el padre del año, pero el esfuerzo no contaba. De ser así,
habría sabido que sus hijos necesitaban un parque y un par de andadores.
Después de comprar todo lo que
necesitaban volvieron al coche y Lali le fue explicando más cosas. Cuando
llegaron a casa, Peter montó los columpios y ella dio de comer a los niños
usando dos tronas que su madre había comprado para la cocina.
Tenía los columpios preparados cuando
Lali terminó de dar la papilla a los niños y, de repente, los dos estaban
meciéndose en los columpios, contentos y felices.
–Vaya, es asombroso.
–Me sorprende que nadie te haya
hablado de este invento.
–¿A quién iba a preguntarle? Mi madre
y yo... llevábamos años sin hablarnos.
–Pero ella contrató una niñera, de
modo que es más lista de lo que crees.
Peter sonrió y Lali le devolvió la
sonrisa...
Y todo pareció pararse de repente.
Solo podía oír el crujido de los columpios... y el alivio de Peter desapareció,
siendo remplazado por una extraña anticipación.
Le gustaba Lali.
Bueno, claro que le gustaba. Estaba ayudándolo con sus
hijos, era una chica muy guapa y él llevaba quince meses sin estar con una
mujer...
¿Quince meses? Liliah lo había dejado
hecho polvo.
Pero así era y no estaba interesado
en una relación. Si tenía que haber una mujer en su vida, sería estrictamente
para divertirse, nada de arriesgar su corazón. Además, un hombre inteligente no
se liaba con la niñera.
Sobre todo, cuando la necesitaba
desesperadamente.
–¿Cuánto tiempo pueden estar en el
columpio?
–Eso depende. Algunas madres los
dejan dormir allí.
–Es como un milagro.
–Pasar tantas horas en un columpio no
puede ser bueno para la espalda, pero cuando los saques puedes meterlos en el
parque con unos cuantos juguetes y a ver lo que pasa. Muchas veces los niños se
entretienen solos.
Peter respiró profundamente y por
primera vez en mucho tiempo.
–Gracias.
–De nada –Lali sonrió, pero su
sonrisa desapareció enseguida y también la de Peter.
Era tan guapa. Y los niños, felices,
estaban tan tranquilos que se sentía como una persona otra vez. Un hombre, no
solo un padre. Lali se sentía atraída por él y él por ella. Sería absolutamente
natural empezar a tontear...
Peter dio un paso atrás.
No iba a dejar que otra mujer le
hiciese daño a él o a sus hijos y si no tenía intención de mantener una
relación con Lali, a lo único que llevaría el coqueteo sería a una aventura.
Y eso no podía ser.
–Al final, no han traído tu cena.
–Lo sé –Lali se aclaró la garganta–.
¿Te importa si voy un momento a la casa?
–No, claro que no. De hecho, puedes
quedarte allí un rato si quieres.
–Muy bien.
Lali prácticamente salió corriendo y Peter
se pasó una mano por la cara. Si quería distanciarse de la niñera, tendría que
cambiar de actitud. En realidad, lo único que tenía que hacer era recordar lo
mal que había terminado su última relación, el dolor que había sentido al saber
que Liliah lo había utilizado y no quería saber nada de los niños.
Liliah había sido un problema y un
continuo drama y seguramente por eso Lali, que era todo lo contrario, le
parecía tan atractiva. Era dulce, amable, cariñosa con los niños. Lali no
llevaba ningún drama a su vida, pero después de Liliah Peter estaba convencido
de que ninguna relación merecía la pena. Aunque Lali fuese su alma gemela.
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:O
Me encanta esa nove seguilaaa porfaaa
ResponderEliminarHolaaa me encanto el capitul.. novela laliter nueva pasate http://casijuegosca.blogspot.com.ar/
ResponderEliminarsegui!! me encanta la novelaaa!! http://casijuegosca.blogspot.com.ar/
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