Datos personales

jueves, 25 de julio de 2013

Capitulo: 3





Peter sacó a Tomas de la cuna intentando controlar su enfado. No debería sorprenderle que Liliah no hubiese comprado andadores, columpios o ninguna de las cosas que los niños
necesitaban, pero con un niño llorando y una mujer que parecía saber lo que hacía a su lado no era el momento de pensar en eso.
            –¿Por qué crees que se han despertado?
            –¿Han dormido durante el viaje?
            –Sí.
            –Entonces es que no necesitan dormir más –Lali sacó a Alai de la cuna con una sonrisa en los labios–. Hola, preciosa.
            Peter vio que sus facciones se transformaban con esa sonrisa y, por primera vez en semanas, empezó a relajarse. Tal vez tener una niñera no era tan mala idea.
            –¿Entonces quieren jugar?
            –Probablemente, pero no pueden porque aún no tienen las cosas que necesitan. Podríamos ir al centro comercial a comprarlas.
            –¿Ese andador del que hablabas, por ejemplo?
            –Y un columpio... y un parque.
            Peter se sintió como un idiota.
            ¿No se le podía haber ocurrido a él?
            En realidad, estaba agotado. Apenas había pegado ojo en las últimas dos semanas y no podía pensar con claridad.
            –Si les compramos todo lo que necesitan se acabarán cansando y dormirán mejor –Lali sonrió–. Y tal vez tú podrías dormir toda la noche de un tirón.
            –¿De verdad?
            Ella rio y el sonido de su risa le produjo una sensación extraña. Lali era guapa. Tal vez más guapa que muchas de las mujeres con las que solía salir porque no llevaba una gota de maquillaje. No lo necesitaba.
            –Tú busca tu cartera, yo voy a buscar la bolsa de los pañales.
            Pensando en una larga noche de sueño sin interrupciones, Peter colocó a los niños en los asientos de seguridad y se dirigió al centro comercial, a las afueras de Pine Ward.
            –Mire, ahí tienen rebajas –dijo Lali–. Así te ahorrarás dinero.
            Mientras sacaba a los niños de sus asientos, Peter no pudo evitar mirarla de reojo. Muchas mujeres se sentían impresionadas por su dinero y coqueteaban descaradamente con él, pero Lali apenas lo soportaba y, además, estaba intentando que ahorrase dinero.
            Claro que ella era una empleada. No estaba interesada en él como hombre, solo como jefe.
            Y eso lo hizo sentir algo que no pudo identificar, aunque sospechaba que era decepción. Pero en aquel momento solo estaba interesado en alguien que lo ayudase con los niños, no en una mujer con la que acostarse.
            Tener dos hijos a su cargo había cambiado por completo sus prioridades, pensó, irónico.
            Una vez en el interior de la tienda, Lali sentó a los niños en un carrito mientras Peter tomaba otro.
            –Necesitamos dos andadores, dos columpios, un cochecito para mellizos y un parque.
            –¿Un parque? –repitió él. Lo había mencionado antes, pero no sabía qué era.
            –Son esas jaulitas mullidas donde los niños juegan.
            –Ah, ya. Entonces habrá que montarlo.
            Lali hizo una mueca.
            –Desgraciadamente, sí. Tal vez podríamos llamar a Robert –sugirió, refiriéndose al guardés de la finca.
            –Yo trabajé diez años en la construcción antes de abrir mi propia empresa y desde entonces he tenido que ponerme manos a la obra más de una vez, así que creo que puedo montar un parque –dijo Peter.
            Y, de repente, se sintió feliz. Él podría dormir por las noches y sus hijos estarían bien atendidos porque estaba claro que Lali sabía lo que hacía.
            Si hubiera que juzgar por el esfuerzo, él sería el padre del año, pero el esfuerzo no contaba. De ser así, habría sabido que sus hijos necesitaban un parque y un par de andadores.
            Después de comprar todo lo que necesitaban volvieron al coche y Lali le fue explicando más cosas. Cuando llegaron a casa, Peter montó los columpios y ella dio de comer a los niños usando dos tronas que su madre había comprado para la cocina.
            Tenía los columpios preparados cuando Lali terminó de dar la papilla a los niños y, de repente, los dos estaban meciéndose en los columpios, contentos y felices.
            –Vaya, es asombroso.
            –Me sorprende que nadie te haya hablado de este invento.
            –¿A quién iba a preguntarle? Mi madre y yo... llevábamos años sin hablarnos.
            –Pero ella contrató una niñera, de modo que es más lista de lo que crees.
            Peter sonrió y Lali le devolvió la sonrisa...
            Y todo pareció pararse de repente. Solo podía oír el crujido de los columpios... y el alivio de Peter desapareció, siendo remplazado por una extraña anticipación.

            Le gustaba Lali.
Bueno, claro que le gustaba. Estaba ayudándolo con sus hijos, era una chica muy guapa y él llevaba quince meses sin estar con una mujer...
            ¿Quince meses? Liliah lo había dejado hecho polvo.
            Pero así era y no estaba interesado en una relación. Si tenía que haber una mujer en su vida, sería estrictamente para divertirse, nada de arriesgar su corazón. Además, un hombre inteligente no se liaba con la niñera.
            Sobre todo, cuando la necesitaba desesperadamente.
            –¿Cuánto tiempo pueden estar en el columpio?
            –Eso depende. Algunas madres los dejan dormir allí.
            –Es como un milagro.
            –Pasar tantas horas en un columpio no puede ser bueno para la espalda, pero cuando los saques puedes meterlos en el parque con unos cuantos juguetes y a ver lo que pasa. Muchas veces los niños se entretienen solos.
            Peter respiró profundamente y por primera vez en mucho tiempo.
            –Gracias.
            –De nada –Lali sonrió, pero su sonrisa desapareció enseguida y también la de Peter.
            Era tan guapa. Y los niños, felices, estaban tan tranquilos que se sentía como una persona otra vez. Un hombre, no solo un padre. Lali se sentía atraída por él y él por ella. Sería absolutamente natural empezar a tontear...
            Peter dio un paso atrás.
            No iba a dejar que otra mujer le hiciese daño a él o a sus hijos y si no tenía intención de mantener una relación con Lali, a lo único que llevaría el coqueteo sería a una aventura.
            Y eso no podía ser.
            –Al final, no han traído tu cena.
            –Lo sé –Lali se aclaró la garganta–. ¿Te importa si voy un momento a la casa?
            –No, claro que no. De hecho, puedes quedarte allí un rato si quieres.
            –Muy bien.
            Lali prácticamente salió corriendo y Peter se pasó una mano por la cara. Si quería distanciarse de la niñera, tendría que cambiar de actitud. En realidad, lo único que tenía que hacer era recordar lo mal que había terminado su última relación, el dolor que había sentido al saber que Liliah lo había utilizado y no quería saber nada de los niños.
            Liliah había sido un problema y un continuo drama y seguramente por eso Lali, que era todo lo contrario, le parecía tan atractiva. Era dulce, amable, cariñosa con los niños. Lali no llevaba ningún drama a su vida, pero después de Liliah Peter estaba convencido de que ninguna relación merecía la pena. Aunque Lali fuese su alma gemela.
            -----------------------------------------------------------------
      
       :O

3 comentarios:

  1. Me encanta esa nove seguilaaa porfaaa

    ResponderEliminar
  2. Holaaa me encanto el capitul.. novela laliter nueva pasate http://casijuegosca.blogspot.com.ar/

    ResponderEliminar
  3. segui!! me encanta la novelaaa!! http://casijuegosca.blogspot.com.ar/

    ResponderEliminar