—¿Es Peter? ¿Algo está mal?
Él respiró de manera irregular.
—Está mal, Ángel.
Él se ha
cerrado totalmente, y
no sé qué
demonios hacer.
—¿Pero por qué? ¿Qué pasó? Justo anoche hable con él. —Mi
mente dio vueltas frenéticamente mientras intentaba recordar cualquier cosa
inusual sobre nuestra conversación. Él mencionó que la enfermera estaba
preocupada porque la neumonía de Susan empeoraba, pero Peter no me había dicho
mucho más.
—La neumonía ha dañado más partes de su sistema de lo que la
enfermera y las personas del hospital pensaron. Ella ha estado prácticamente
comatosa todo el día.
Mi estómago se apretó, y luché contra la urgencia de
vomitar.
—Oh Dios… pobre Peter… pobre Susan —murmuré, agarrando más
fuerte mi teléfono mientras lágrimas quemaban mis ojos.
—Incluso aunque no lo dice o admite, él te necesita. ¿Puedes
venir?
Mi mente voló a los siguientes días y shows. La
respuesta lógica era decir que no podía,
pero no había ninguna maldita forma en que fuera a dejar solo a Peter cuando
más me necesitaba.
—Por supuesto que puedo. Conseguiré el próximo vuelo.
—Bien, te iré a recoger, ¿de acuerdo?
—Gracias. Te lo agradezco.
—Nos vemos pronto.
—Adiós.
Sorprendentemente,
mis hermanos y padres no
protestaron sobre mi partida. Ellos creían que mi lugar estaba
con Peter y Susan. Fui capaz de conseguir un vuelo dos horas después, y fiel a
su palabra, Poli estaba esperando para recogerme.
Después de que me contó todo lo que estaba pasando, pasamos
la mayor parte del camino en silencio. Autos estaban estacionados por todos
lados en la entrada de Peter. Desde que estaba lloviendo, Poli me acercó a la
puerta y luego fue de regreso a estacionarse. Con una temblorosa mano, toqué el
timbre. Medio esperaba una enfermera o que alguno de los familiares de Peter
abriera. Nada me pudo haber preparado para que fuera Peter el que abriera la
pesada e intrincada puerta. A la vista de mí, él parpadeó dos veces. El color
se drenó de su rostro antes de demandar:
—¿Qué demonios estás haciendo aquí?
Salté hacia atrás
ante la dureza
en su tono.
Me tomó un
momento encontrar mi voz.
—Poli me llamó y me contó sobre Susan. Vine tan pronto como
pude para estar contigo… y ella.
Él se quedó allí inmóvil mirándome. Mi corazón dolió ante su
apariencia.
Áspera barba cubría
su rostro de
donde no se
había afeitado, y
su usualmente perfecto, fino
cabello estaba descuidado. Círculos oscuros se encontraban bajo sus ojos.
Llevaba una raída camiseta de Runaway
Train y un par de pantalones con agujeros. Mientras todavía no me había dicho que pasara, me lancé hacia adelante,
envolviendo mis brazos apretadamente alrededor de él.
—Oh, bebé, lo siento muchísimo. Estoy aquí para ti, y te
amo.
Él no me abrazo de regreso. De hecho, sus brazos colgaban
sin fuerza a los lados. Me aparté para besar tiernamente su mejilla.
—Habla conmigo, Peter —imploré.
Su cuerpo se estremeció por un momento antes de sacudir la
cabeza. Sin una palabra, se alejó de
mi abrazo. Tomando
mi mano, tiró de mí más
allá del vestíbulo, hacia el
pasillo. Pensé que quizá íbamos a la habitación de Susan, pero en su lugar, me
empujó dentro de su habitación y cerró la puerta.
—Peter, que estás… —Él me silenció chocando sus labios con
los míos. El beso era demandante
y duro, nada
como lo que
estaba acostumbrada a experimentar con
él. Tomando mis
hombros, me dio
vuelta y me
empujó de espalda contra la
puerta con tal fuerza que chillé. Sus manos amasando mi cuerpo mientras
intentaba apartarme de él.
—¡Detente! —chillé contra su boca.
Cuando se apartó, sus dedos fueron al botón de sus
pantalones. Cuando empezó a
desabrocharlos, sacudí mi cabeza.
—¿Qué estás haciendo?
—Voy a follarte. ¿Por eso es que viniste aquí, cierto?
Mi adolorida boca por su anterior asalto, cayó abierta en
shock.
—¡No! ¿Cómo podrías pensar algo tan horrible? Vine para
estar contigo porque te amo y me necesitas.
Con sus abrazadores ojos azules, sus caderas me sujetaron
contra la pared otra vez. Sus labios se curvaron en una enfadada sonrisa.
—Todos siempre han querido un pedazo de mí, una forma para
escalar a través de mí. ¿Eso es también lo que quieres, no? Eres la novia de Peter
Lanzani, la que finalmente domesticó al notorio mujeriego.
Sacudí la cabeza salvajemente de un lado a otro por su
acusación.
—Soy tu novia
porque te amo, no
por quién eres
o lo que
piensen los demás. —Alcé mis
manos para ahuecar sus mejillas, forzándolo a que me mirara―. Te conozco,
Peter. Veo cada
imperfección que tienes, y
todavía te amo. No hay nadie más
en este mucho
para mí que
tú. Y cuando estés
herido, quiero estar contigo. Cuando estés roto y destrozado
como lo estás ahora mismo, voy a recoger las piezas. Eso es lo que es el amor,
bebé. —Me incliné hacia adelante para susurrar contra barba
en su barbilla—.
Confía en mí cuando
digo
que haré lo
que sea necesario para alejar el
terrible dolor que estás sintiendo
ahora. Pero tienes que dejarme entrar un poco.
Él agarró mis muñecas en sus manos y las colocó por encima
de mi cabeza.
—¿Harías lo que sea por mí, huh?
—Sí —murmuré,
luchando con la
urgencia de gritar
por el dolor
de su agarre.
—Eso es una jodida pena. Porque todo lo que has hecho es
convertirte en mi puta.
Mi cabeza se echó hacia atrás como si me hubiera golpeado.
Era como si un completo extraño hubiese tomado el cuerpo de Peter.
Nunca lo había visto actuar de esta forma, incluso en su
infame borrachera en el autobús palidecía en comparación con esto.
—¡Peter, por favor no hagas esto! No me apartes. —Lágrimas
quemaban mis ojos―. Sé que estás herido, pero me amas y me necesitas.
Con una cruel cara de burla, sus manos dejaron las mías para
deslizarse por mi cuerpo y descansar en mis caderas.
—Lo siento, Ángel, pero ahí es donde estás equivocada. Tú
solo eras otra pieza de culo para conquistar, aunque el tuyo fue más un
desafío. Pero tengo que admitir cuan sorprendido estaba que algo de romance y declaración de amor te hizo
abrir las piernas más rápido de lo que pensé.
—¡Eso es una mentira! Sé que me amabas entonces, y sé que lo
haces ahora. Solo estás retorciendo
todo porque estás
revuelto por dentro.
—Agarré sus hombros—. Tienes que
luchar con esto, Peter. No puedes rendirte a la oscuridad. Eso tampoco es lo
que Susan querría.
Una tormentosa mezcla de emociones destellaron en los ojos
de Peter.
—Puedes pensar lo
que quieras, pero
sé lo que
estoy diciendo sobre acostarme contigo.
Me alegra haber
podido romperte porque
estás hecha para follar. La forma en que gritabas mi
nombre y te venías tan fuerte en mi
lengua cuando estaba debajo de ti… Mmm… nena eso fue caliente.
—Detente —protesté débilmente mientras lágrimas de
frustración y dolor corrían por mis mejillas.
—No llores, Ángel. Fue un honor ser el primero. Y te prometo
que siempre te recordaré como una de las mejores folladas que he tenido, el
pequeño e inocente ángel que dejó entrar al grande y malo lobo feroz dentro de
sus apretadas paredes.
Los exaltados hilos de emoción se rompieron, y antes de que
me pudiera detener, llevé mi palma con
fuerza contra su mejilla, causando
un ruidoso chasquido que resonó a
través de la habitación. Cualquier dolor dentro de mí dio paso a un caliente
cólera.
—¡Tú inimaginable cabrón! ¡Jamás me hables así otra vez! Sé
que tú madre está muriendo, pero eso no te da la excusa de escupir y pisotear
todo lo que somos. Mejor que despiertes rápido y te des cuenta de lo que estés
diciendo. ¡Necesitas entender en tu dura cabeza que yo no era solo una pieza de
culo, que en realidad era todo lo que jamás habías soñado, pero lo jodiste
porque me apartaste cuando más me necesitabas!
Con eso, me giré y salí de la habitación. Mientras caminaba
rápidamente por la puerta de enfrente, Poli me llamó, pero lo ignoré. Sin
siquiera pensar a donde iba o como llegaría allí, corrí a lo largo de la
terraza y dentro de una cegadora lluvia.
Había llegado a la mitad del camino de grava antes de
escuchar la voz de Peter cortando a través de la lluvia.
—¡Lali! ¡Por favor espera!
Girando alrededor, señalé con mi dedo hacia él.
—Déjame en paz, Peter.
Quizá le haya hecho
una promesa a Susan
para intentar y darte segundas oportunidades cuando lo jodieras, pero
estás probando mi cordura ahora…
—Lo siento. Oh Cristo, Ángel, lo siento mucho, mucho.
Sin parpadear e inmóvil. Me le quedé mirando en shock. No
sabía que decir o hacer. Me
había lastimado tan
profundamente que una
parte de mí
quería alejarlo.
—Peter, yo…
—Lo siento. Lo siento. Lo siento —repitió él, apretando la
parte trasera de mis rodillas—. No
quise decir nada
de ello, lo
juro por Dios
que no. Le
hice prometer a Poli que no te llamara o te dijera que vinieras porque
no podía soportar la idea de tú
viéndome así —dijo
sacudiendo la cabeza
con tristeza—. Cuando apareciste, pensé que moriría, y no
podía pensar en nada más que alejarte. Así que dije e hice esa mierda solo para
lastimarte, así te irías. Tenías razón
cuando me llamaste un cabrón.
:(penultimo
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