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sábado, 5 de abril de 2014

Capitulo: 33



Lali
Un Mes Después




--¡Los amo, Austin y nos vemos el próximo año! ―grité en el micrófono. Cuando caminé fuera del escenario, saludé  a  la  bulliciosa  multitud.  A  diferencia  de  los chicos, no me detengo en los camerinos para cambiarme. En su lugar, me  dirigí directamente hacia el autobús. Mi corpulento guardaespaldas siguiéndome justo a mi  lado  y  no  me  dejó  hasta  que  las  puertas  del  autobús  estuvieron  cerradas  y aseguradas detrás de mí.
Una vez que estuve en la seguridad de la habitación, saqué mi teléfono y llamé  a  Peter.  Mientras  que  nuestro  arreglo  de  amor  a  larga  distancia  ha  estado funcionando  sin  problemas,  me  había  preocupado  por  él  las  últimas  veces  que habíamos hablado. En las semanas después de que me había ido, la salud de Susan había  comenzado  a  deteriorarse  rápidamente,  y  estaba  causando  estragos emocionalmente en Peter. Quería más que nada terminar la gira para estar con él.
Él contestó al tercer timbrazo.
―¡Hola Ángel, ¿cómo estuvo el show? 
―Bien. Era un lugar muy grande, y lo agotamos.
―Eso es impresionante. Te extraño como loco.
Sus palabras provocaron una agitación en mí pecho. 
―Yo también te echo de menos. ¿Cómo está Susan? 
Peter inhaló una fuerte respiración, y casi podía sentir su angustia a través del teléfono. 
―Ella está bien, supongo. Va a tener más días malos que buenos.
Me  dolía  el  corazón  por  él,  y  hubiera  dado  cualquier  cosa  por  poder envolver  mis  brazos  alrededor  de  él  y  consolarlo.  Sabía  que  necesitaba  una distracción, y después de más charlas de chicas con Euge, yo sabía que ella había admitido que a menudo recurrió a confortar las angustias emocionales de Nicolas con el amor físico.
Después  de  mordisquear  mi  labio  inferior,  finalmente  me  decidí  a  ser descarada. 
―Compré algo para ti hoy.
―¿En serio? ―preguntó Peter distraídamente.
―En realidad, es para mí, pero creo que lo disfrutarás.
Un silbido vino de Peter. 
―Caray, espera un minuto. ¿Qué has comprado?
Me reí. 
―Me alegro de que tengo tu atención, señor cachondo.
Él gimió. 
―Joder, ¿te compraste algo de lencería? 
―Mmm, hmm.
―Muéstrame.
―No, no hasta este fin de semana. 
―¡Sí! ¡Ve a ponértela y tomate una foto para mí! ―ordenó con una voz que me puso al instante toda caliente y mojada.
―Nop. Paciencia, señor Lanzani. Tendrás una agradable sorpresa este fin de semana.
En una voz casi impotente, triste, me pidió: 
―¿Por favor? 
No pude evitar sonreír ante su cambio de tono. 
―Está bien, está bien. Dame cinco minutos. 
―Gracias, nena.  No sabes  lo  feliz  que  me haces.  Por  supuesto,  ya  estoy muy duro de solo pensar en ti desnudándote.
―¡Peter! ―chillé mientras el calor llenaba mis mejillas.
Se rio de mi indignación. 
―Está bien, ve a cambiarte.
Después de colgar, me asomé fuera de la habitación. Los chicos todavía no habían regresado al autobús. Cerré la puerta y luego me puse el sujetador y tanga a cuadros blancos y negros. Con lazos blancos en los bordes, lucía como una muy traviesa  colegiala,  sobre  todo  cuando  me  deslicé  en  las  blancas  ligas  de  encaje. Inocente, pero sexy. Una vez que estuve vestida, me paré frente  al espejo y me tomé un par de fotos desde diferentes ángulos. Entonces se las envié en un mensaje a Peter. Apenas había terminado de enviar la última cuando me llamó.
―¿Estás tratando de matarme? ¡Incluso estás usando ligas! 
Me eché a reír. 
―¿Eso significa que te gusta?
―Oh  joder,  Ángel,  voy  a  estallar  antes  del  viernes.  ―Él  contuvo  la respiración entrecortada―. ¿Todavía estás usando eso? 
―Sí ―le contesté con cautela. Tenía el presentimiento de a dónde iba esto, y yo no estaba segura de que estaba preparada para ello.
―¿Quieres hacer el amor conmigo por teléfono? 
Solté un bufido.
―¿Quieres decir: “tengamos sexo por teléfono”?
―Cualquiera puede hacer que suene sucio ―bromeó.
Jugando con el encaje de mis ligas, le pregunté: 
―¿Estás en tu habitación? 
Después de escuchar algunos ruidos amortiguados, Peter respondió: 
―Sí,  estoy  en  la  cama  ahora,  desnudo  y  duro  como  una  maldita  roca debido a tus fotografías.
Un estremecimiento pasó por encima de mí ante la imagen que se formó en mi mente. Cerré los ojos y me concentré en la familiar imagen de sus músculos magros, sus abdominales apretados y todos sus tatuajes. Cuando el calor ardió entre mis muslos, me di un poco más de coraje.
―¿Me quieres desnuda? 
―Solo tu sostén primero.
Llegué alrededor y desabrochó los broches. Una vez que cayó libre, luché contra la tentación de cruzar los brazos sobre mí pecho desnudo.
―¿Está fuera? 
―Sí... 
―Ponme en el altavoz.
―Jesús, seguro que eres mandón ―dije mientras ponía el teléfono en la cama y apretaba el botón.
―Agarra tus pechos. ―Así como me dijo, llevé mis manos a mi pecho―. ¿Están tus pezones duros ya? 
―No ―murmuré.
―Pellízcalos.
En contra de mi mejor juicio, hice lo que me dijo. 
―¿Se siente bien? ―preguntó Peter.
―Sí ―murmuré verdaderamente. Bueno, tal vez podría entrar un poco en esto.
El largo gemido de Peter hizo eco por toda la habitación.  
―Oh nena, me gustaría estar allí. Me gustaría tener mi boca y mis manos todas sobre tus pechos.
―También me gustaría que estuvieras aquí. ―Mordiendo mí labio, dudé antes de preguntar―: ¿Te estás tocando a ti mismo?
―Oh, sí. Pero me estoy imaginando tus manos sobre mí o a mí entrando y saliendo de tu caliente boca.
Mientras estaba un poco mortificada por su charla sucia, un escalofrío me recorrió con sus palabras. El pesado dolor entre mis piernas comenzó a crecer. 
―¿Quieres que me quite las bragas ahora? 
―Mmm, sí. Pero mantén las ligas.
Me bajé el tanga y luego me hundí en la cama. 
―Muy bien, estoy desnuda. 
―¿Estás mojada?
Calidez entró en mis mejillas mientras la realidad caía sobre mí de nuevo por lo que estoy haciendo. 
―Peter... 
―Vamos, Ángel, dime.
―Sí ―le susurré.
―Mmm, me encanta lo mojada que te pones por mí. Ahora recórrete suave y lento ―ordenó Peter. Una vez más, hice lo que me dijo. Cerré los ojos y lo imaginé a él y sus deliciosos dedos tocando y sondeando mi centro―. Ahora más rápido. ―Cuando aceleré mi ritmo, no pude evitar jadear de placer―. Oh nena, eso es. Deja que te escuche.
Incluso  con  la  televisión  encendida,  todavía  no  quería  ser  demasiado ruidosa en caso de que los chicos llegaran. Así que en su lugar, me mordí el labio, conteniendo algunos de mis gritos. 
―Te estás conteniendo ―jadeó Peter.
―Sí, bueno, me voy a venir si me dejas escucharte ―repliqué sin aliento.
Al oír sus gruñidos y gemidos, me sentí más y más cerca de venirme. 
―¡Oh  Peter!  ―chillé  mientras  me  iba  al  límite.  Justo  cuando  empecé  a venirme abajo, la respiración de Peter creció aún más desigual.
―¡Ángel, oh joder! 
Me quedé allí por un momento, tratando de recuperar mí aliento. Pasaron unos segundos antes de que alguno de los dos hablara.
―¡Eso fue jodidamente fantástico! ―exclamó Peter.
Una risita escapó de mis labios. 
―Sí, lo fue. Ahora incluso te has llevado mi virginidad telefónica.
―Amo lo que hiciste por mí, Ángel. Pero sobre todo, te amo a ti
Mi corazón latía violentamente en mi pecho. 
―Yo también te amo. No puedo esperar a verte el viernes.
―¿Me prometes que usarás la lencería debajo de tu ropa?
―Por supuesto que lo haré. Haría cualquier cosa por ti.
―Dios, te amo, Ángel.
―Te amo más.



Tres días y dos presentaciones después de la infame llamada con Peter, me pasee tranquilamente en una gigantesca suite de hotel que  la  disquera  había  previsto  para  mis  hermanos  y para  mí.
Estaba contando las horas y minutos antes de que pudiera ver a Peter de nuevo. Al  sonido  del  tono  de  Mariachi  haciendo  eco  a  través  de  la  habitación, sonreí y contesté el teléfono.
—Hola,Poli, ¿Qué hay de nuevo?
—Hola, Abuela, ¿Cómo estás?
Mis cejas se arrugaron mientras alejaba el teléfono para asegurarme de que fuera realmente Poli. Luego repliqué en español:
—Uhm, creo que marcaste mal el número.
Todavía en español, Poli respondió:
—Sí, tengo el número bien. Simplemente no puedo hablar libremente de momento. Por eso es que estoy hablando en español.
Jadeé. 
—¿Es Peter? ¿Algo está mal?

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Cortito pero loque se viene es muy fuerte

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