—Lo siento. Lo siento. Lo siento —repitió él, apretando la
parte trasera de mis rodillas—. No
quise
decir nada
de ello, lo
juro por Dios
que no. Le
hice prometer a Poli que no te llamara o te dijera que vinieras porque
no podía soportar la idea de tú
viéndome así —dijo
sacudiendo la cabeza
con tristeza—. Cuando apareciste, pensé que moriría, y no
podía pensar en nada más que alejarte. Así que dije e hice esa mierda solo para
lastimarte, así te irías. Tenías razón
cuando me llamaste un cabrón.
Cuando jadee, él miro arriba hacia mí, lagrimas brillando en
sus ojos.
—Pero al momento en que me diste la cachetada, fue como si
viera todo claramente otra vez. No
podía imaginar no tenerte
en mi vida, y me odié a mí mismo por hacerte eso.
—Oh, Peter —murmuré.
—Y juro por Dios que sí te amo, nunca he amado a ninguna
chica como te amo a ti. Eres la cosa más increíble que me ha pasado en la vida.
Es solo… que no sé qué hacer con todo esto. —Él golpeo su mano contra su
empapado pecho―. Apenas sé cómo
estar con alguien cuando
estoy completo. ¿Cómo
demonios se supone que voy a
estar contigo cuando estoy tan jodidamente roto?
Cualquier rabia que
todavía albergaba por él
se
derritió en un instante. Corrí
mis dedos a través de los mechones mojados de su cabello.
—Bebé, eso es lo que es el amor. Estar al lado de esa
persona en las buenas
y en las malas.
—Mereces más de lo que tengo para darte. Debí alejarme de ti
hace mucho tiempo en lugar de ser egoísta y tratar de mantenerte conmigo.
Sacudí la cabeza.
—No habrías sido capaz de mantenerme alejada. Te amo
demasiado. Ese es el por qué estoy aquí ahora.
Su rostro se transformó en una máscara de agonía.
—Ella va a dejarme. Por favor di que te quedarás, incluso aunque no te merezca.
—No voy a dejarte.
—Me moví hacia abajo hasta el suelo para envolver mis brazos
alrededor de él—.
Voy a estar
aquí en cada
paso del camino.
Solo apóyate en mí. —Susurré en su oído. Él empezó a sollozar otra vez,
aferrándose a mí—. Está bien, bebé —murmuré, pasando mis manos sobre su
espalda.
La lluvia continuaba
empapándonos mientras Peter
lloraba incontrolablemente.
Cuando él finalmente
empezó a regresar
en sí, él
respiró entrecortadamente.
—Lo siento, Ángel.
Me liberé de su abrazo para mirar sus ojos.
—No más disculpas, ¿de acuerdo?
Él asintió antes
de levantarse. Ofreciéndome
su mano, me
alzó. Envolviendo su brazo
alrededor de mi
hombro, me atrajo
hacia él mientras empezábamos a caminar de regreso a
la casa. Cuando entramos, una vez más estaba abrumada por
toda la familia y amigos
llenando las habitaciones.
Peter me hizo entrar en su baño.
Poli había traído
mi bolsa adentro,
así que rápidamente
cambié mi ropa empapada mientras Peter también lo
hacía.
Estaba secando mi cabello cuando Peter apareció detrás de mí
en el baño.
—Ven conmigo a
ver a mamá.
—Rápidamente apagué la
secadora y lo seguí a través del pasillo. Una cama de
hospital se encontraba ahora donde la una vez cama con dosel de Susan había
estado. Su frágil forma parecía empequeñeceren la cama. Su hermana, Sally, y
algunas de sus sobrinas se encontraban en el sofá de la esquina mientras su
padre estaba en una silla. Ellos reconocieron mi presencia con sonrisas
tristes.
Peter me indicó para que me sentara en una de las sillas que
se encontraba cerca de la cama. Me senté mientras lo veía sentarse enfrente de
mí. Peter tomó la mano de Susan en la de él y la besó.
—Mamá, estoy aquí —dijo suavemente.
No sé cuánto tiempo nos sentamos así, quietos como estatuas
y esperando por algún tipo de respuesta de ella. Jadeé cuando los parpados de
Susan finalmente se abrieron, y
ella miró alrededor
de la habitación.
Sabía exactamente a
quién estaba buscando. Una vez que la mano de Peter se estiró para tomar
su mano, una brillante sonrisa apareció por todo su rostro.
—Juan Pedro.
—¿Sí, mamá?
—¿Recuerdas la
historia que solía contar sobre el por qué te convertiste en músico?
Las cejas de Peter se
arrugaron como si estuviera confundido
por su pregunta.
—Uhm, sí, lo hago, pero que…
Ella sacudió la cabeza y luego se giró hacia mí.
—Siempre he molestado
a Peter con
que me debe
todo su éxito
como cantante y guitarrista a mí.
Sonreí.
—¿Lo hace?
—Oh sí. Debido
a mi estudio
y mis clases
de baile, estaba
rodeado de música mientras
estaba embarazada de él. Pasaba muchas horas con los grandescomo
Mozart, Beethoven, y Brahms. Siempre lo sentía patear más cuando estaba enseñando una
clase. Era como
si me estuviera
dejando saber que
ya sentía la música.
—Esa es una historia muy dulce.
Susan tomó una respiración irregular.
—Sabes, pensé que nunca sería capaz de tener niños. Después
de cuatro perdidas, me había rendido a tener un hijo propio. Mark y yo
empezamos a pensar sobre adoptar cuando quedé embarazada otra vez. Con todos
los otros embarazos, había sido tan cuidadosa de no estar de pie en los
primeros días y semanas, pero esta vez no me permití apegarme. En su lugar,
hice todo lo que usualmente hacía, montar a caballo en la granja de mi papá y
dar lecciones de baile desde la mañana hasta
la noche. No
me permití creer
que estaba realmente
embarazada. Pero después de
que otro mes
pasara todavía
estaba embarazada, empecé
a tener esperanza y
rezar porque esta
vez fuera real.
Y cuando alcancé
el segundo trimestre, semanas
donde antes había perdido los otros bebes, supe que finalmente conseguiría mi
milagro.
Ella giró su cabeza para mirar hacia Peter. Lágrimas corrían
libremente por sus mejillas, y él no se molestó en limpiarlas.
—Mi dulce hijo, tú siempre has sido el sol en mi vida…
Cerrando sus ojos, Peter rogó:
—No hagas esto.
—Tengo que decir adiós, cariño, y tienes que dejarme hacer
esto.
Su pecho subía y bajaba con fuertes sollozos mientras hundía
su rostro en su pecho. Cuando su mano acarició la cima de su cabeza, no pude
contener más mis emociones, y empecé a llorar. A mis sorbidos, Susan
sonrió.
—Lali, después de que me vaya, quiero que le recuerdes a
Jacob la historia de su nacimiento. Cuando se deprima y esté tan abatido que no
pueda pararse ocuando piense que
no hay ninguna
razón para continuar,
cuéntale la historia. Recuérdale que él fue un milagro y
el regalo más precioso que jamás haya recibido.
Lágrimas corrían a través de mi rostro y caían en mi regazo
mientras me inclinaba hacia adelante para tomar su mano en la mía.
—Lo haré. Prometo que lo haré. —Llevé su mano a mis labios y la besé antes
de presionarla contra mi mejilla—. Prometo asegurarme de que
él nunca, jamás se rinda, sin importar cuanto lo quiera.
—Le doy gracias a Dios porque te tiene, dulce niña. Cuidarán
bien el uno del otro. —Ella sonrió mientras lágrimas brillaban en sus ojos—.
Ustedes van a ser tan felices juntos y hacer los más hermosos nietos para mí.
Sus palabras nos hicieron a Peter y a mí llorar más
fuerte.
—Oh mamá —sollozó Peter. Él se levantó para besar
tiernamente su mejilla.
—Tienes que dejarme ir, bebé.
Él sacudió la cabeza salvajemente de un lado a otro.
—No puedo hacerlo. Por favor no me pidas eso.
Ella pasó su mano a lo largo de su rostro.
—No es un adiós para
siempre. Nos veremos otra vez. Y hasta entonces, vivirás una gran y feliz vida
y me harás orgullosa.
—Lo haré.
Susan sonrió.
—Ahora dime adiós.
La angustiada expresión de Peter me rompió, y lloré abiertamente. Su pecho subía y bajaba
con fuertes respiros.
—Adiós, mamá. Te amo muchísimo.
—Gracias, cariño. Yo también
te amo. —La mirada de Susan giró hacia mí—. Lali,
¿Recuerdas la canción del ángel de Oh Brother Where Art You?
Vimos la película
juntas probablemente tres
o cuatro veces
cuando me estaba recuperando de
los golpes. Ella amaba las
películas de los
Hermanos Cohen tanto
como amaba a George Clooney.
—Sí, Angel Band. La conozco.
—Cántamela, por favor.
No sabía
cómo podía respirar
a través de
mis sollozos, mucho
menos cantar, pero de alguna forma me calmé y traté de conseguir la fuerza
que no sabía sí tenía.
—Mi último sol se está
hundiendo rápido, mi carrera está casi por terminar—empecé.
—Eso es. Tan hermosa
—murmuró ella. Luego empezó a cerrar sus ojos mientras Peter
mantenía sus brazos
envueltos alrededor de
ella. Mientras seguía cantando, una
tranquila sonrisa se
formó en sus
labios. Sus respiraciones empezaron a ser más y más
elaboradas. Cuando llegué al último verso, ella tomó un último respiro.
Y luego se había ido.
Peter se desmoronó, hundiendo su rostro en el pecho de Susan
y llorando histéricamente. Una sinfonía de llantos hizo eco a través de la
habitación mientras Sally y sus hijas empezaban a llorar al igual que el abuelo
de Peter. Caminé alrededor del lado de la cama para envolver mis brazos alrededor
de él.
—Lo siento tanto —murmuré una y otra vez.
Justo cuando pensé que colapsaría de agotamiento por el
dolor, Peter alzó su cabeza. Él desenvolvió mis brazos de él.
—Tengo que salir
de aquí —murmuró
antes de salir
corriendo de la habitación. Me encontré con Poli en el
pasillo.
—Ve con él —me urgió.
Asentí y luego me apresure detrás de Peter. Cuando llegué al
porche, miré de derecha a izquierda antes de correr hacia el granero.
—¿Peter? —llamé. Silencio hizo eco alrededor de mí. Dando
vueltas, corrí por la colina hacia los establos. Me asome en varios puestos
hasta que lo vi de pie en uno.
Con lágrimas todavía fluyendo por sus mejillas, Peter estaba
ensillando un imponente caballo negro. Sintiendo mi presencia, Peter dijo:
—Tengo que salir de aquí. Necesito dar un paseo.
Caminé hacia atrás mientras él guiaba el caballo fuera de la
caseta.
—Iré contigo.
Él me miró con sorpresa.
—Tú no montas caballos después de que fuiste lanzada cuando
eras una niña —me recordó.
Un temblor viajó a través de mí ante el recuerdo de todos
esos años que habían pasado, pero sacudí la cabeza.
—Los montaré por ti.
Peter se me quedó mirando por un minuto antes
de tomar mi mano. Me llevó hasta el caballo.
—Este es Lennon. —Él me dio una tímida sonrisa—. Nicolas
quizá sea un fan de Paul McCartney, pero para mí todo tiene que ver con John
Lennon.
—Me gusta.
—¿Lista?
—Tanto como puedo estarlo.
Tensión y palabras sin decir colgaban pesadamente entre
nosotros. Estaba perdida en que decir para consolarlo. Él acababa de
experimentar la peor perdida en su vida, y tenía miedo de que quizá yo no fuera
suficiente para llenar el vacío.
Quizá no había nada que pudiera decir, quizá todo lo que
necesitaba era a mí de su lado, mostrándole mi amor y apoyo.
Peter apartó los mechones mojados de mi rostro.
—Puedes aferrarte fuerte a mí. Yo nunca te dejaré caer,
Ángel.
—Y yo tampoco te dejaré a ti. —Envolví mis brazos alrededor
de su cuello y me presioné contra él. Le di un largo beso—. Montaremos esta tormenta
juntos, Peter. Por siempre y para siempre.
Su cálido aliento sopló a través de mi mejilla.
—Y tú siempre serás mi dulce ángel, mi gracia salvadora y el
amor de mi vida.
falta el epigolo esto esta por terminar por eso le digo gracias a todas las que me leyenron y comentaron mañana subo el epigolo
GRACIAS¡¡¡
Maaassss
ResponderEliminarlloro
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