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viernes, 4 de abril de 2014

Capitulo: 31

Lali



La  luz  del  sol  corría  por  mi  cara,  calentando  mi  mejilla.
Bostezando, comencé a estirarme cuando me di cuenta de que estaba  prisionera  entre  dos  musculosos  brazos  tatuados.
Cuando intenté retorcerme para alejarme, Peter intensificó su agarre en mí. 
—¿A dónde crees que vas, Ángel? —murmuró adormilado.
—A  ninguna parte  —le  contesté.  Echando un vistazo por encima de su hombro, le sonreí—. No estoy acostumbrada a despertar desnuda con un chico.
Los ojos cerrados de Peter se abrieron de golpe.
—Hmm, eso es correcto. Ya que te tengo desnuda y en mis brazos, creo que debería aprovechar al máximo el momento. ¿No crees? 
—¿Qué tienes en mente? 
—Mostrarte cuánto te amo —respondió mientras me empujaba sobre mi espalda.  Luego,  empezó  a mordisquear  un  rastro  húmedo  sobre  mi hombro,  mi cuello,  y,  finalmente,  después  de  lo  que  pareció  una  eternidad,  sus  labios  se encontraron con los míos.
Al darme cuenta de que no me había cepillado los dientes, me tiré hacia atrás y me cubrí la boca. 
—Oh Dios, ¿tengo aliento matutino?
Peter rodó los ojos. 
—Ángel, a mi erección matutina y a mí nos importa una mierda si tienes aliento matutino.
Me reí.
—Si estás seguro.
—Estoy seguro, pero tal vez debería poner mi boca en otro lugar. 
Inhalé  bruscamente  mientras  sus  labios  se  cerraban  sobre  mi  pezón. Arqueé  mi  espalda,  permitiéndole  tomar  más  de  mi  seno  dentro  de  su  boca. Arremolinando  su lengua sobre el pico endurecido, lo mordisqueó suavemente, haciéndome jadear. 
—¿Te gusta eso?
—Mmm, hmm —murmuré.
Él se rio entre dientes mientras besaba un rastro sobre mi otro seno para
darle la misma atención. 
—Vamos a ver lo mojada que estás  para mí  —dijo mientras llevaba una mano entre mis piernas. Me sobó y me acarició hasta que mis caderas se arquearon en la cama—. ¿También te gusta eso, ¿eh? 
—¡Sí, Peter! 
Pero cuando él empujó dos dedos dentro de mí, chillé de dolor, en lugar de placer.  Hizo  una mueca  antes  de  retirar los dedos y besarme tiernamente en la mejilla. 
—Lo siento, Ángel. Debería haberme dado cuenta que estarías demasiado adolorida esta mañana. 
—¡Ugh,  esto  apesta!  —Mis  respiraciones  se  hicieron  forzadas,  estaba frustrada—. Me gustaría que no me doliera porque te deseo otra vez. Mucho.  —Tomé  su cara entre mis manos—. No puedo decirte lo suficiente que la de anoche fue la experiencia más hermosa de mi vida, y me muero de ganas de hacer el amor contigo de nuevo.
Su genuina sonrisa hizo que mi ritmo cardíaco se acelerara. 
—Lo haremos. Pero creo que es mejor que te demos un poco de tiempo para recuperarte.
Sonreí tímidamente hacia él. 
—Si no tuvieras un pene tan grande, yo estaría bien. 
Peter echó hacia atrás la cabeza y rio. 
—Sí, claro. No sabrías distinguir de grandes a pequeños.
Deslizando la mano entre nosotros, ahuequé su erección en mi mano. 
—No lo sé. Parece bastante enorme para mí. 
—Hmm, ahora estás siendo una listilla y sacándome aún más de quicio, sin esperanza de que baje.
Cuando trató de alejar mi mano, negué con la cabeza. 
—Solo porque no podemos hacerlo, “hacerlo”, no significa que tenga que dejarte insatisfecho. 
—¿Y qué tienes en mente? 
Le di un guiño coqueto mientras me sentaba en la cama. 
—Atender a mi hombre. —Entonces me levanté a horcajadas sobre él.
Ignorando  el  dolor,  tanto  de  placer  como  de  molestia  por  la  posición, comencé  a  besar  y  lamer  mi  camino  por  el  pecho  tatuado  de  Peter.  Encendí  mi audacia y saqué la lengua y rodeé sus dos pezones, lo que lo hizo gemir.
Entonces me abrí camino desde sus abdominales bien definidos hasta esa deliciosa V. Justo antes de llegar a su erección, me detuve. Él gimió en decepción. 
—Paciencia, bebé.
—No me llames “bebé" cuando me estas torturando —argumentó.
Con  una  sonrisa,  puse  mi  mano  sobre  su  abdomen  y  entre  sus  piernas. Agarré su longitud  en  mi mano y la acaricié como él me había enseñado  antes. Agarrándolo con fuerza, me incliné para pasar mi lengua por la punta. Me encontrécon la mirada de Peter que ardía dentro de mí con deseo, antes de que pusiera la cabeza en mi boca.
—Oh, joder —murmuró Peter mientras su cabeza caía sobre la almohada.
Sonreí mientras  intentaba  llevarlo  más  profundo en mi  boca.  Luchando contra mis arcadas, lo trabajé adentro y afuera, acariciándolo también con la mano. 
—Ángel... Lali. Ah, sí, sigue haciendo eso. Maldición, se siente tan bien      —gimió, sus caderas dando sacudidas en el colchón.
Aunque  había  estado  mortificada por  obtener  consejos  sexuales  de  Euge, recordé  que  había  dicho  que  hay  que  dar a  las  bolas  de  un  chico  montones  de atención.  Con  la  mano  libre,  las  ahuequé  suavemente,  trabajándolas  entre  mis dedos. Peter gruñó de placer, así que me mantuve con mis atenciones. Una mano se retorció en mi cabello mientras que la otra empuñaba la sábana.
—Oh Ángel, me voy a venir. 
Cuando intentó moverme fuera de él, murmuré un “No” contra su pene. Quería hacer todo lo que pudiera por él, y eso incluía dejarlo venirse en mi boca.
Mi reconocimiento provocó un gemido desde lo más profundo de la garganta de Peter  antes  de  que  comenzara  a  estremecerse.  Cuando  se  vino,  me  tomó  con  la guardia  baja  por  un  minuto,  y  yo  salté,  pero  lo  mantuve  en  la  boca  hasta  que terminó.
Después de tragar con fuerza, lo dejé caer de mi boca. Miré hacia él para medir qué tan bien había sido mi primera mamada. Una sonrisa perezosa estaba grabada en su rostro. 
—Ángel, ¿tienes incluso que preguntar? 
Me reí mientras me acurrucaba contra su costado. 
—Sí —le contesté.
—Fanjodidastico. —Besó la coronilla de mi cabeza—. Eres buena en todo lo que haces, así que no sé por qué dudas de tus habilidades sexuales. 
Me encogí de hombros.
—Porque todo es nuevo para mí, y tú eres tan experimentado. No quiero ser una decepción.
Trajo sus dedos a mi  barbilla e inclinó mi cabeza para encontrar su intensa mirada.
—El pasado es el pasado, ¿recuerdas? Todo lo que importa somos tú y yo y el futuro. Y no tengo jodidas quejas de nada, ¿entendido?
—Muy bien, señor mandón, lo tengo. 
Sonrió.
—Bueno,  me  alegro  de  oír  eso.  —Había  empezado  a  besarme  otra  vez cuando escuché la voz de Susan desde el interior del granero. Peter sacó sus labios de los míos.
—¿Peter?
—¿Sí? —contestó sin aliento.
—Estoy  preparando  el  desayuno,  así  que  asegúrate  de  que  tú  y  Lali puedan separarse el uno del otro para algo de fortificación, ¿de acuerdo? Los espero abajo en quince minutos.
—Está bien, mamá —respondió Peter.
—Oh Dios —jadeé mientras la mortificación se disparaba a través de mí.
A pesar de que Susan prácticamente me había empujado hacia la puerta para estar con Peter, yo todavía estaba horrorizada de que sabía exactamente lo que habíamos hecho y lo que estábamos potencialmente todavía haciendo.
Peter se rio de mí.
—Deja de preocuparte, Ángel. Mamá no se va a volver loca o echarnos por lo que hicimos. Demonios, incluso está preparándonos el desayuno.
—Si tú lo dices —murmuré.
Entonces me sacó de la cama y me llevó al baño.
Después  de  una  ducha  rápida  y  un  alucinante  orgasmo  posterior  con  la mágica boca de Peter, me metí en mi bata y me apresuré a través del patio a la casa
Tiré mi cabello parcialmente mojado en una coleta antes de ponerme un par de jeans  y  una  blusa.  Entonces  avancé  por  el  pasillo  hasta  la  cocina.  Susan  estaba sacando  una bandeja  de  galletas caseras  del  horno mientras  Ángel  jugaba en  el suelo. Al verme, Ángel ladró alegremente y corrió a mis brazos que la esperaban.
—¿Cómo está mi niña? —le pregunté mientras Ángel me lamía la cara.
—Está mejor esta mañana, pero anoche, alguien la abandonó a la pobre, y
ella vino a arañar mi puerta —respondió Susan mientras llevaba un plato de tocino y salchichas a la mesa.
—¡Oh, no! Lo siento mucho.
Me guiñó un ojo.
—No  te  preocupes  cariño.  Tenías  cosas  más  importantes  en  tu  mente anoche.  —Cuando mis mejillas se sonrojaron, ella se echó a reír—. Además, me gustó tenerla conmigo. Es una maravillosa compañera de cama. 
—Me alegro de oír eso. 
Peter llegó entonces, y nos sentamos a comer. Estaría mintiendo si dijera que mis esfuerzos de la noche anterior y a lo largo de esta mañana no me habían hecho  estar  hambrienta.  Comí  hasta  que  sentí  como  si  mi  estómago  fuera  a explotar. Cuando terminamos, Susan me miró fijamente antes de pasar a Peter. 
—Juan `pedro, ¿por qué no lavas los platos del desayuno y nos das a Lali y a
mí un poco de tiempo a solas por unos minutos? 
—Por  supuesto.  Muy  bien,  podría  hacer  algo  por  ti  ya  que  cocinaste               —respondió con buen humor.
Seguí a Susan por el  pasillo hacia su dormitorio. Cuando cerró la puerta detrás de nosotras, ella sonrió a la que debe haber sido mi expresión aprensiva. 
—No estás en problemas, Lai. La razón por la que te traje aquí es que yo quería darte algo.
La seguí a la cómoda. Ella levantó la tapa de un alhajero de cristal que tenía una bailarina grabada en la parte superior. El tema del lago de los cisnes comenzó a tocar. Sus dedos ahondaron en el interior, y ella sacó una hebra de costosas perlas
—Mis padres me la dieron por mi graduación de la secundaria, junto con este alhajero. La he llevado por muchos eventos importantes en mi vida. —Ella me la ofreció—. Quiero que la tengas.
Mis  ojos  se  abrieron  mientras  sacudía  la  cabeza  con  furia hacia  atrás  y adelante. 
—No, no podría. Deberías dejárselas a Sally o a tus sobrinas.
Me dio una palmadita en la mejilla. 
—Pero yo no quiero dejárselas a nadie más que a ti. Hay algunas otras cosas que  quiero  que  tengas  también,  pero  ésta,  junto  con  el  alhajero,  son  las  más especiales para mí.
Al darme cuenta de lo seria que estaba, finalmente cedí. 
—Susan, no puedes imaginar lo honrada que estoy de que quieras que yo las tenga. —Aunque traté de luchar contra ellas, lágrimas quemaron mis ojos y me hicieron ver borroso—. Son preciosas, y voy a atesorarlas siempre.
—Bueno. Tal vez algún día se las  puedas pasar a mi nieta.
Ante mi suspiro, ella se echó a reír. 
—No  creas  que  no  puedo  ver  exactamente  quién  y  qué  eres.  Estoy encantada de que Peter haya encontrado a  una  chica con la que pueda casarse y formar una familia.
—No amaría nada más que eso —le respondí con honestidad.
—Entonces, permíteme decir esto: Sé que Peter es testarudo y obstinado, y sé que él va a cometer algunos errores en el futuro como lo ha hecho antes. ¿Pero prométeme que le vas a dar una oportunidad y tratar de perdonarlo? 
Aunque era difícil, balanceé mi cabeza. 
—Lo haré. 
—Bien. Porque cuando llegue el final, como es para mí, no querrás vivir con el remordimiento de no perdonar al hombre que amabas con todo tu corazón y alma.
Fruncí mis cejas. 
—¿Pero pensé que habías perdonado al padre de Peter?
Un rubor entró en las pálidas mejillas de Susan.
—Esto es un secreto entre tú y yo, pero Mark no era el amor de mi vida. 
—¿No lo era? 
—Aunque él me dio el regalo más grande de mi vida, Jacob, nunca pude sentir por Mark lo que sentí por Yuri.  Era un bailarín en una de las compañías viajantes en la que yo estaba. Salimos durante años, y cuando me negué a casarme con él porque pensé que éramos demasiado  jóvenes, se fue y  se  acostó con otra bailarina para hacerme daño. Aunque se disculpó por semanas y meses, yo fui terca, y no lo perdoné. Finalmente se rindió y siguió adelante, y me he arrepentido de eso todo este tiempo. Un par de años después de Yuri fue cuando Mark llegó a mi vida.
Ella me dio una sonrisa irónica. 
—Peter nunca ha sido capaz de entender cómo pude perdonar a Mark por dejarme, pero la verdad es que no lo quería como debería, por lo que no dolió tanto.
Sin palabras, solo pude murmurar: 
—Guau.
Ella sonrió. 
—Así que en el futuro, cuando haya veces que desees estrangular a Jacob, o  él  esté  probado  tu  amor,  recuerda  que  el  perdón  es  mucho  más  fácil  que  el arrepentimiento. 
—Lo haré. Te doy mi palabra.
Ella me llevó a un fuerte abrazo. Tanto sus palabras como su descarnada estructura causaron que lágrimas pincharan en mis ojos. Ella frotó amplios círculos sobre mi espalda. 
—Dulce  Lali,  eres  la  respuesta  a  mi  oración.  Mi  Peter  es  muy,  muy afortunado de tenerte. No dudo ni por un segundo que voy a estar recordándoselo durante el tiempo que me queda.
Con lágrimas  cayendo por mis mejillas,  no  pude responder al  principio.
Finalmente, me atraganté con un: 
—Gracias.
Mientras se apartaba, agarró mi barbilla.
—¿Sabes  que  hay  un  viejo  dicho  que  dice  que  por  cada  lágrima  que derramaste por el dolor de otra persona, lo sacas de su sufrimiento?
—¿En serio? —hipé.
Ella asintió con la cabeza mientras limpiaba las lágrimas de mis mejillas. 
—Así que te las acabas de arreglar para quitar un poco del de Peter. 
—Me alegro. Haría cualquier cosa por él —le contesté.
Susan sonrió. 
—Pero no más lágrimas, cariño. Vamos a disfrutar el tiempo que nos quede juntos. ¿De acuerdo? 
—Está bien —estuve de acuerdo.
—Y hablando de tiempo, estoy bastante segura de que es hora de ir a ver cuántos pequeños “regalos” podría haber depositado Ángel en la casa. 
Me eché a reír.
—Vamos a darle ese trabajo a Peter ya que fue su idea darme un cachorro. —Los ojos de Susan se agrandaron. 
—¡Oh, cariño, me gusta tu forma de pe nsar!
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HELLO la Ale reportandose, subotarde porque me termine de adatar la nove (no queda mucha)
que les parese si mañana les ago maraton y terminamos con la novela??

gracias por el apoyo chicas, ojala me aya ido bien en las pruebas o.o 

2 comentarios: