Lali
La luz del
sol corría por
mi cara, calentando
mi mejilla.
Bostezando, comencé a estirarme cuando me di cuenta de que estaba prisionera
entre dos musculosos
brazos tatuados.
Cuando intenté retorcerme para alejarme, Peter intensificó
su agarre en mí.
—¿A dónde crees que vas, Ángel? —murmuró adormilado.
—A ninguna parte —le
contesté. Echando un vistazo por
encima de su hombro, le sonreí—. No estoy acostumbrada a despertar desnuda con
un chico.
Los ojos cerrados de Peter se abrieron de golpe.
—Hmm, eso es correcto. Ya que te tengo desnuda y en mis
brazos, creo que debería aprovechar al máximo el momento. ¿No crees?
—¿Qué tienes en mente?
—Mostrarte cuánto te amo —respondió mientras me empujaba
sobre mi espalda. Luego, empezó
a mordisquear un rastro húmedo
sobre mi hombro, mi cuello,
y, finalmente, después
de lo que
pareció una eternidad,
sus labios se encontraron con los míos.
Al darme cuenta de que no me había cepillado los dientes, me
tiré hacia atrás y me cubrí la boca.
—Oh Dios, ¿tengo aliento matutino?
Peter rodó los ojos.
—Ángel, a mi erección matutina y a mí nos importa una mierda
si tienes aliento matutino.
Me reí.
—Si estás seguro.
—Estoy seguro, pero tal vez debería poner mi boca en otro
lugar.
Inhalé
bruscamente mientras sus
labios se cerraban
sobre mi pezón. Arqueé
mi espalda, permitiéndole
tomar más de mi seno
dentro de su
boca. Arremolinando su lengua
sobre el pico endurecido, lo mordisqueó suavemente, haciéndome jadear.
—¿Te gusta eso?
—Mmm, hmm —murmuré.
Él se rio entre dientes mientras besaba un rastro sobre mi
otro seno para
darle la misma atención.
—Vamos a ver lo mojada que estás para mí
—dijo mientras llevaba una mano entre mis piernas. Me sobó y me acarició
hasta que mis caderas se arquearon en la cama—. ¿También te gusta eso,
¿eh?
—¡Sí, Peter!
Pero cuando él empujó dos dedos dentro de mí, chillé de
dolor, en lugar de placer. Hizo una mueca
antes de retirar los dedos y besarme tiernamente en la
mejilla.
—Lo siento, Ángel. Debería haberme dado cuenta que estarías
demasiado adolorida esta mañana.
—¡Ugh, esto apesta!
—Mis respiraciones se
hicieron forzadas, estaba frustrada—. Me gustaría que no me
doliera porque te deseo otra vez. Mucho.
—Tomé su cara entre mis manos—.
No puedo decirte lo suficiente que la de anoche fue la experiencia más hermosa
de mi vida, y me muero de ganas de hacer el amor contigo de nuevo.
Su genuina sonrisa hizo que mi ritmo cardíaco se acelerara.
—Lo haremos. Pero creo que es mejor que te demos un poco de
tiempo para recuperarte.
Sonreí tímidamente hacia él.
—Si no tuvieras un pene tan grande, yo estaría bien.
Peter echó hacia atrás la cabeza y rio.
—Sí, claro. No sabrías distinguir de grandes a pequeños.
Deslizando la mano entre nosotros, ahuequé su erección en mi
mano.
—No lo sé. Parece bastante enorme para mí.
—Hmm, ahora estás siendo una listilla y sacándome aún más de
quicio, sin esperanza de que baje.
Cuando trató de alejar mi mano, negué con la cabeza.
—Solo porque no podemos hacerlo, “hacerlo”, no significa que
tenga que dejarte insatisfecho.
—¿Y qué tienes en mente?
Le di un guiño coqueto mientras me sentaba en la cama.
—Atender a mi hombre. —Entonces me levanté a horcajadas
sobre él.
Ignorando el dolor,
tanto de placer
como de molestia
por la posición, comencé a
besar y lamer
mi camino por
el pecho tatuado
de Peter. Encendí
mi audacia y saqué la lengua y rodeé sus dos pezones, lo que lo hizo
gemir.
Entonces me abrí camino desde sus abdominales bien definidos
hasta esa deliciosa V. Justo antes de llegar a su erección, me detuve. Él gimió
en decepción.
—Paciencia, bebé.
—No me llames “bebé" cuando me estas torturando
—argumentó.
Con una sonrisa,
puse mi mano
sobre su abdomen
y entre sus
piernas. Agarré su longitud
en mi mano y la acaricié como él
me había enseñado antes. Agarrándolo con
fuerza, me incliné para pasar mi lengua por la punta. Me encontrécon la mirada
de Peter que ardía dentro de mí con deseo, antes de que pusiera la cabeza en mi
boca.
—Oh, joder —murmuró Peter mientras su cabeza caía sobre la
almohada.
Sonreí mientras
intentaba llevarlo más profundo
en mi boca. Luchando contra mis arcadas, lo trabajé adentro
y afuera, acariciándolo también con la mano.
—Ángel... Lali. Ah, sí, sigue haciendo eso. Maldición, se
siente tan bien —gimió, sus caderas
dando sacudidas en el colchón.
Aunque había estado
mortificada por obtener consejos
sexuales de Euge, recordé
que había dicho
que hay que
dar a las bolas
de un chico
montones de atención. Con
la mano libre,
las ahuequé suavemente,
trabajándolas entre mis dedos. Peter gruñó de placer, así que me
mantuve con mis atenciones. Una mano se retorció en mi cabello mientras que la
otra empuñaba la sábana.
—Oh Ángel, me voy a venir.
Cuando intentó moverme fuera de él, murmuré un “No” contra
su pene. Quería hacer todo lo que pudiera por él, y eso incluía dejarlo venirse
en mi boca.
Mi reconocimiento provocó un gemido desde lo más profundo de
la garganta de Peter antes de
que comenzara a
estremecerse. Cuando se
vino, me tomó
con la guardia baja
por un minuto,
y yo salté,
pero lo mantuve
en la boca
hasta que terminó.
Después de tragar con fuerza, lo dejé caer de mi boca. Miré
hacia él para medir qué tan bien había sido mi primera mamada. Una sonrisa
perezosa estaba grabada en su rostro.
—Ángel, ¿tienes incluso que preguntar?
Me reí mientras me acurrucaba contra su costado.
—Sí —le contesté.
—Fanjodidastico. —Besó la coronilla de mi cabeza—. Eres
buena en todo lo que haces, así que no sé por qué dudas de tus habilidades
sexuales.
Me encogí de hombros.
—Porque todo es nuevo para mí, y tú eres tan experimentado.
No quiero ser una decepción.
Trajo sus dedos a mi
barbilla e inclinó mi cabeza para encontrar su intensa mirada.
—El pasado es el pasado, ¿recuerdas? Todo lo que importa
somos tú y yo y el futuro. Y no tengo jodidas quejas de nada, ¿entendido?
—Muy bien, señor mandón, lo tengo.
Sonrió.
—Bueno, me alegro
de oír eso.
—Había empezado a
besarme otra vez cuando escuché la voz de Susan desde el
interior del granero. Peter sacó sus labios de los míos.
—¿Peter?
—¿Sí? —contestó sin aliento.
—Estoy
preparando el desayuno,
así que asegúrate
de que tú
y Lali puedan separarse el uno
del otro para algo de fortificación, ¿de acuerdo? Los espero abajo en quince
minutos.
—Está bien, mamá —respondió Peter.
—Oh Dios —jadeé mientras la mortificación se disparaba a
través de mí.
A pesar de que Susan prácticamente me había empujado hacia
la puerta para estar con Peter, yo todavía estaba horrorizada de que sabía
exactamente lo que habíamos hecho y lo que estábamos potencialmente todavía haciendo.
Peter se rio de mí.
—Deja de preocuparte, Ángel. Mamá no se va a volver loca o
echarnos por lo que hicimos. Demonios, incluso está preparándonos el desayuno.
—Si tú lo dices —murmuré.
Entonces me sacó de la cama y me llevó al baño.
Después de una
ducha rápida y
un alucinante orgasmo
posterior con la mágica boca de Peter, me metí en mi bata y
me apresuré a través del patio a la casa
Tiré mi cabello parcialmente mojado en una coleta antes de
ponerme un par de jeans y una
blusa. Entonces avancé
por el pasillo
hasta la cocina.
Susan estaba sacando una bandeja
de galletas caseras del
horno mientras Ángel jugaba en
el suelo. Al verme, Ángel ladró alegremente y corrió a mis brazos que la
esperaban.
—¿Cómo está mi niña? —le pregunté mientras Ángel me lamía la
cara.
—Está mejor esta mañana, pero anoche, alguien la abandonó a
la pobre, y
ella vino a arañar mi puerta —respondió Susan mientras
llevaba un plato de tocino y salchichas a la mesa.
—¡Oh, no! Lo siento mucho.
Me guiñó un ojo.
—No te preocupes
cariño. Tenías cosas
más importantes en
tu mente anoche. —Cuando mis mejillas se sonrojaron, ella se
echó a reír—. Además, me gustó tenerla conmigo. Es una maravillosa compañera de
cama.
—Me alegro de oír eso.
Peter llegó entonces, y nos sentamos a comer. Estaría
mintiendo si dijera que mis esfuerzos de la noche anterior y a lo largo de esta
mañana no me habían hecho estar hambrienta.
Comí hasta que
sentí como si
mi estómago fuera
a explotar. Cuando terminamos, Susan me miró fijamente antes de pasar a Peter.
—Juan `pedro, ¿por qué no lavas los platos del desayuno y
nos das a Lali y a
mí un poco de tiempo a solas por unos minutos?
—Por supuesto. Muy
bien, podría hacer
algo por ti ya que
cocinaste —respondió
con buen humor.
Seguí a Susan por el
pasillo hacia su dormitorio. Cuando cerró la puerta detrás de nosotras,
ella sonrió a la que debe haber sido mi expresión aprensiva.
—No estás en problemas, Lai. La razón por la que te traje
aquí es que yo quería darte algo.
La seguí a la cómoda. Ella levantó la tapa de un alhajero de
cristal que tenía una bailarina grabada en la parte superior. El tema del lago
de los cisnes comenzó a tocar. Sus dedos ahondaron en el interior, y ella sacó
una hebra de costosas perlas
—Mis padres me la dieron por mi graduación de la secundaria,
junto con este alhajero. La he llevado por muchos eventos importantes en mi
vida. —Ella me la ofreció—. Quiero que la tengas.
Mis ojos se
abrieron mientras sacudía
la cabeza con
furia hacia atrás y adelante.
—No, no podría. Deberías dejárselas a Sally o a tus
sobrinas.
Me dio una palmadita en la mejilla.
—Pero yo no quiero dejárselas a nadie más que a ti. Hay
algunas otras cosas que quiero que
tengas también, pero
ésta, junto con
el alhajero, son
las más especiales para mí.
Al darme cuenta de lo seria que estaba, finalmente
cedí.
—Susan, no puedes imaginar lo honrada que estoy de que
quieras que yo las tenga. —Aunque traté de luchar contra ellas, lágrimas
quemaron mis ojos y me hicieron ver borroso—. Son preciosas, y voy a
atesorarlas siempre.
—Bueno. Tal vez algún día se las puedas pasar a mi nieta.
Ante mi suspiro, ella se echó a reír.
—No creas que
no puedo ver
exactamente quién y
qué eres. Estoy encantada de que Peter haya encontrado
a una
chica con la que pueda casarse y formar una familia.
—No amaría nada más que eso —le respondí con honestidad.
—Entonces, permíteme decir esto: Sé que Peter es testarudo y
obstinado, y sé que él va a cometer algunos errores en el futuro como lo ha
hecho antes. ¿Pero prométeme que le vas a dar una oportunidad y tratar de
perdonarlo?
Aunque era difícil, balanceé mi cabeza.
—Lo haré.
—Bien. Porque cuando llegue el final, como es para mí, no
querrás vivir con el remordimiento de no perdonar al hombre que amabas con todo
tu corazón y alma.
Fruncí mis cejas.
—¿Pero pensé que habías perdonado al padre de Peter?
Un rubor entró en las pálidas mejillas de Susan.
—Esto es un secreto entre tú y yo, pero Mark no era el amor
de mi vida.
—¿No lo era?
—Aunque él me dio el regalo más grande de mi vida, Jacob,
nunca pude sentir por Mark lo que sentí por Yuri. Era un bailarín en una de las compañías viajantes
en la que yo estaba. Salimos durante años, y cuando me negué a casarme con él
porque pensé que éramos demasiado
jóvenes, se fue y se acostó con otra bailarina para hacerme daño.
Aunque se disculpó por semanas y meses, yo fui terca, y no lo perdoné.
Finalmente se rindió y siguió adelante, y me he arrepentido de eso todo este
tiempo. Un par de años después de Yuri fue cuando Mark llegó a mi vida.
Ella me dio una sonrisa irónica.
—Peter nunca ha sido capaz de entender cómo pude perdonar a
Mark por dejarme, pero la verdad es que no lo quería como debería, por lo que
no dolió tanto.
Sin palabras, solo pude murmurar:
—Guau.
Ella sonrió.
—Así que en el futuro, cuando haya veces que desees
estrangular a Jacob, o él esté
probado tu amor,
recuerda que el
perdón es mucho
más fácil que el
arrepentimiento.
—Lo haré. Te doy mi palabra.
Ella me llevó a un fuerte abrazo. Tanto sus palabras como su
descarnada estructura causaron que lágrimas pincharan en mis ojos. Ella frotó
amplios círculos sobre mi espalda.
—Dulce Lali, eres
la respuesta a
mi oración. Mi Peter es
muy, muy afortunado de tenerte.
No dudo ni por un segundo que voy a estar recordándoselo durante el tiempo que
me queda.
Con lágrimas cayendo
por mis mejillas, no pude responder al principio.
Finalmente, me atraganté con un:
—Gracias.
Mientras se apartaba, agarró mi barbilla.
—¿Sabes que hay
un viejo dicho
que dice que
por cada lágrima
que derramaste por el dolor de otra persona, lo sacas de su sufrimiento?
—¿En serio? —hipé.
Ella asintió con la cabeza mientras limpiaba las lágrimas de
mis mejillas.
—Así que te las acabas de arreglar para quitar un poco del
de Peter.
—Me alegro. Haría cualquier cosa por él —le contesté.
Susan sonrió.
—Pero no más lágrimas, cariño. Vamos a disfrutar el tiempo
que nos quede juntos. ¿De acuerdo?
—Está bien —estuve de acuerdo.
—Y hablando de tiempo, estoy bastante segura de que es hora
de ir a ver cuántos pequeños “regalos” podría haber depositado Ángel en la
casa.
Me eché a reír.
—Vamos a darle ese trabajo a Peter ya que fue su idea darme
un cachorro. —Los ojos de Susan se agrandaron.
—¡Oh, cariño, me gusta tu forma de pe nsar!
----------------HELLO la Ale reportandose, subotarde porque me termine de adatar la nove (no queda mucha)
que les parese si mañana les ago maraton y terminamos con la novela??
gracias por el apoyo chicas, ojala me aya ido bien en las pruebas o.o
gracias por el apoyo chicas, ojala me aya ido bien en las pruebas o.o
Subii mass
ResponderEliminarSí hace maratón
Llore con este capitulo!
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