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miércoles, 27 de febrero de 2013
Capitulo 2:
8 años después
Me desperté con la familiar sensación de ser aplastada; me retorcí, empujando mi hombro hacia atrás. Petermovió su peso ligeramente.
Estaba abrazándome en cucharita por detrás, respirando profundamente en la
parte trasera de mi cabello. Su pesado brazo cubriéndome, sujetando mis brazos
en mi pecho, sostenía mi mano apretadamente, nuestros dedos entrelazados, su
pierna tirada casualmente sobre mí. Podía sentir la usual “gloria matutina”
empujando contra la parte más estrecha de mi espalda.
Rápidamente silencié la alarma de mi teléfono y lo codeé en el estómago.
-Seis en punto -murmuré somnolientamente, cerrando los ojos.
-Diez minutos más, Ángel. Todavía estoy cansado -murmuró él, empujándome
más fuerte contra su pecho.
-Nop, no diez minutos más. La última vez se convirtió en una hora y Gas casi te
atrapa aquí -murmuré, codeándolo en el estómago una vez más.
Movió su brazo e inmovilizó mis manos en la cama cerca de mi cabeza, en una
posición de oración.
-Sólo diez minutos más, Ángel -se quejó. Suspiré y cerré los ojos de nuevo. No
había forma de discutir con él cuando estaba así, simplemente no tenía la energía a
esta hora de la mañana para pelear con él. Ambos nos deslizamos de nuevo en el
sueño, instantáneamente.
-¡Lali, será mejor que ya estés lista! -gritó mi hermano, golpeando la puerta.
Me levanté de un salto y también Peter, era más de las siete.
-Er... sí, estoy lista ya, Gas -grité en respuesta, mirando a Peter que estaba
frotándose la cara, luciendo un poco aturdido.
-Bien. Voy a desayunar. Apúrate. Peter conducirá hoy así que está lista para irnos
en media hora -llamó Gas a través de la puerta, antes de caminar a zancadas por
el pasillo.
-Caray, Ángel, ¿por qué no me despertaste? -acusó Peter, frunciendo el ceño.
Lo miré en advertencia, y le di mi mejor mirada de muerte.
-¡Lo hice, imbécil! ¡Dijiste “diez minutos más” y luego me inmovilizaste en la cama
para evitar que te codeara! -gruñí sarcásticamente, haciendo una mala imitación
de su voz.
Él sonrió burlonamente y me empujó de vuelta a la cama, sujetando mis manos
sobre mi cabeza y rodando sobre mí.
-¿Te inmovilicé en la cama? ¿Estabas soñando conmigo otra vez, Ángel? Podría
hacerte ese sueño realidad -se mofó, con su rostro a centímetros del mío.
-¡Ya quisieras! Ahora, apártate de mí, Peter, y ve a alistarte. Conduces hoy,
aparentemente -siseé, asintiendo hacia la ventana. Él suspiró y se levantó de mí,
poniéndose sus jeans y camiseta. Trepó por la ventana, silenciosamente, cerrándola detrás de sí al irse. Caminé hacia ella y la aseguré antes de dirigirme a la ducha más rápida de todos los tiempos.
Exactamente veintiséis minutos después, caminé con dificultad hacia la cocina, con un ceño fruncido, Peter estaba allí, apoyándose casualmente contra la encimera, comiéndose mi cereal. ¡Maldita sea, todas las mañanas! Su cabello estaba despeinado en su usual apariencia de apenas salí de la cama, que para ser honesta sí lucía así cuando acababa de salir de la cama. Todo lo que hacía siempre era deslizar sus manos por todo su cabello unas cuantas veces y añadirle un poco de cera.
Se veía igual que todas las mañanas, como un maldito supermodelo. Usaba jeans
desgastados de cintura baja que dejaban ver un poco sus calzoncillos, y siempre
hacía que las chicas se derritieran. Hoy estaba usando una camiseta blanca que
mostraba su cuerpo perfectamente esculpido y una camisa anaranjada y gris de
manga corta sobre ella, que tenía completamente desabotonada. Sus ojos azules
estaban brillantes con diversión mientras me miraba.
-¿Retardada esta mañana, Ángel? -preguntó con una sonrisa de suficiencia.
Le lancé una mirada de muerte, haciéndolo sonreír burlonamente.
-¡Cállate, Peter! ¿Por qué demonios te estás comiendo mi cereal de nuevo? ¿No
tienes comida en casa? -pregunté, arrebatando la taza de sus manos y
comiéndome el contenido. Él sólo me observó con una sonrisa divertida.
Gas me lanzó una caja de jugo.
-Si te ves un poco tensa esta mañana, La. ¿Todo va bien? -preguntó,
mirándome un poco preocupado.
Miré seriamente a Peter una vez más mientras él empezaba a reírse. Por supuesto
que me veía tensa, tuve media hora para ducharme y vestirme.
-Me quedé dormida -murmuré con un suspiro abatido.
Gas no tenía idea que Peter dormía en mi habitación conmigo cada noche, si fuera
así, se enloquecería. Gas siempre era protector conmigo, siempre lo había sido,
pero había empeorado desde que mi papá se fue cuando yo tenía trece. Bueno,
dije se fue, pero la verdad era que Gas y Peter habían llegado a casa temprano del
hockey un día para ver que mi padre me había dejado sin sentido, y estaba
intentando violarme. Gas finalmente caído en cuenta y él y Peter le habían dado
una paliza, casi matándolo en el proceso. Lo habían echado de la casa y le habían
dicho que si alguna vez regresaba, lo matarían.
Nunca regresó, sin embargo, eso fue hace ya tres años.
Un poco después de eso, mi mamá consiguió un trabajo en una enorme firma
electrónica, era la asistente personal del director, así que viajaba mucho. Se iba dos
veces más de lo que estaba aquí, de modo que sólo la veíamos por cerca de una
semana al mes, si algo. Gas era mi única supervisión, aunque a veces era más
como que yo estaba intentando cuidar de él.
Peter también era muy protector conmigo, pero todavía no nos llevábamos bien,
incluso aunque él literalmente pasó cada noche envuelto a mi alrededor en la cama
por los últimos ocho años. Se había vuelto a escabullir en mi habitación la noche
siguiente de verme llorar de nuevo y habíamos terminado durmiéndonos una vez
más. Después de dos semanas se había vuelto una cosa normal. No era algo de lo
que habláramos nunca, solo dejaba mi ventana sin seguro y él entraba una vez que
sus padres revisaran que él estuviera dormido. Jamás nos habían atrapado en ocho
años. Habíamos estado cerca un par de veces, sin embargo. Hace un par de años,
la mamá de Peter había encontrado su cama vacía, pero él había mentido, diciendo
que se había escapado a una fiesta y se había quedado en la casa de un amigo.
Nadie sospechó que estaba al lado, conmigo.
Él todavía me molestaba como loco y me molestaba tanto como lo hacía cuando
éramos niños, pero yo siempre supe que él estaría ahí para mí si lo necesitaba. Era
como si él tuviera doble personalidad. De día, me molestaba, volviéndome loca y
enojándome todo el tiempo, y de noche, era el chico más dulce en el mundo y me
abrazaba, haciéndome sentir segura y a salvo.
-Te ves sexy hoy, Ángel -dijo Peter, con su sonrisa patentada, mirándome de
arriba abajo lentamente, haciéndome retorcer.
¡Sí, claro! Mi cabello castaño todavía estaba húmedo porque no tuve tiempo de
secarlo por sus estúpidos “diez minutos más”, así que lo tenía recogido en un
despeinado moño. Me había puesto mis jeans ajustados y un top rojo de cuello en
v y una capucha, junto con mis converse. Había añadido lo mínimo de maquillaje, y
algo de lápiz labial claro. No me veía sexy. ¡Maldito idiota! Le mostré el dedo y
caminé hasta su auto. Recostándome contra él, enojadamente, esperé que me
honraran con su presencia.
El camino a la escuela fue igual que siempre, ellos se sentaron el frente hablando
de futbol y fiestas, y yo me senté en la parte trasera escuchando mi iPod,
intentando ignorar las sonrisas de Peter en el espejo. Estacionamos en la escuela y
el auto fue inmediatamente asediado por personas, igual que cada mañana. Peter y
Gas eran considerados “jugadores sexis” en nuestra escuela. Eran de último año y
el sueño de toda chica, los chicos querían ser amigos suyos, y las chicas querían
dormir con ellos.
Peter se rió mientras yo me encogía, saliendo de auto e intentando evadir la horda
de zorras que me empujaban porque estaban intentando lanzarse sobre él. Una
chica me codeó a propósito. La miré en su pequeña falta que lucía más como un
cinturón y su top que mostraba su estómago, e hice una mueca. ¡Caray, es tan
perra!
-Mierda, Paula, ¿dejaste tu falda en casa? -pregunté con un horror fingido.
Ella me miró con el ceño fruncido y escuché a Peter y Gas reírse.
-Lo que sea, ¿sabes que ese look de emo no te va bien, cierto? -escupió ella en
respuesta.
Sólo me reí y me aleje caminando. Era usual que Pula y yo tuviéramos este tipo
de comentarios para la otra. Ella había salido con Peter por un tiempo, bueno, si por
salir te referías a tener sexo unas cuantas veces, y luego la dejó. Ella todavía no lo
había superado y lo quería de vuelta, más para disgusto de él.
-Eso no fue amable, Ángel. -Peter se rió, mientras me alcanzaba y lanzaba un
brazo alrededor de mi hombro. Inclinó su cabeza cerca de la mía-. Lamento lo de
esta mañana -susurró en mi oreja, enviando escalofríos por mi columna.
Lo codeé en las costillas, haciéndolo sonreír y apartarse.
-E ignora a Paula, creo que llevas genial el look emo -añadió, con un guiño
coqueto.
Gas lo golpeó en la parte trasera de la cabeza.
.¡Amigo, esa es mi hermana menor! -lo regañó enojadamente, apartándolo de
mí. Peter sólo se rió y me guiñó una vez más, haciéndome poner los ojos en blanco.
Peter se alejó y caminó directo a lo que lucía como su última conquista. Le sonrió
seductoramente y ella se sonrojó cuando él inmediatamente empezó a coquetear
con ella.
Encontré a mis amigas, que prácticamente estaban follando a Gas y Peter con los
ojos y expresiones soñadoras.
-Hola, rochi, Sean, Sarah -dije alegremente cuando llegué a ello.
-Hola, La, ¿llegaste aquí con sexy trasero número uno y número dos hoy?-preguntó
rochi, mirando fijamente a mi hermano mientras se alejaba.
Me reí y sacudí la cabeza.
-Nop, solo Gas y Peter , igual que siempre.
ROchi suspiró.
-¿Cómo demonios puedes no afectarte por lo condenadamente calientes que
son? Quiero decir, ¡tienes tanta suerte de vivir con Gas! Yo adoraría ver su sexy
trasero caminando alrededor todo el día -ronroneó, abanicándose la cara.
Fingí tener náuseas.
-¡Rochi, ese es mi hermano y su imbécil amigo! ¿Cómo en la tierra puedes obviar
su comportamiento mujeriego? Ambos son unos idiotas. -Me encogí de hombros.
No entendía por qué, pero cada chica en esta escuela estaba enamorada de ellos.
Gas era una gran persona, pero trataba a las chicas como objetos, y Perer, bueno,
Peter simplemente era un imbécil de tiempo completo.
-Son los dos mejores jugadores del equipo de hockey y lucen como dioses del
sexo, y yo desearía poder obviar eso -dijo sugestivamente, moviendo sus cejas
con una sonrisita, haciéndome reír. Enlazó su brazo con el mío y me empujó a
nuestra primera clase.
La escuela estuvo bien, como era normal; yo era bastante popular debido al hecho
de que mi hermano y su mejor amigo eran los chicos más deseados allí. Ellos me
cuidaban de mí, lo que básicamente significaba que advertían a todos los chicos
que se alejaran de mí, que de hecho, me sentaba bien porque yo no quería salir
con nadie. La mayoría de las chicas querían ser mis amigas para poder acercarse a
mi hermano. Las chicas que querían ser novias eran fáciles de localizar, en su mayor
parte podías saber si querían que las presentaras por el tipo de ropa que estaban
usando, si no estaban usando mucha entonces iban por mi hermano o Peter.
Amaba mis clases, era bastante popular entre los profesores porque mis notas
nunca iban por debajo de un sobresaliente. Siempre hacía mi tarea y jamás llegaba
tarde; me enorgullecía de ello, aunque no era una nerd.
A la hora del almuerzo, me senté con mis amigos cuando escuché los usuales
suspiros y risitas tontas.
Las chicas empezaron a revisar su cabello y arreglar su maquillaje, de modo que
supe que mi hermano y sus amigos estaban llegando al comedor. Suspiré cuando
Rochi y Sarah empezaron a sentir lujuria por ellos, como era costumbre.
-¡Oh, genial, sexy trasero número uno está viniendo! -Sarah rió tontamente,
codeando a Rochi en las costillas.
Puse los ojos en blanco cuando una mano apareció por detrás de mí, robándome
un puñado de mis papitas fritas.
-Hola, Ángel -susurró Peter en mi cuello.
Golpeé su mano cuando fue a robar más.
-¡Peter , por el amor de Dios! Ve a comprar tu propia comida, idiota -despotriqué,
molesta.
Se echó a reír.
—Oh, sabes que quieres compartir conmigo —respondió, dejándose caer en el
banco, empujándome de nuevo con su cadera.
—Peter , ¿qué quieres? —le pregunté con un suspiro, moviendo el plato lejos de él.
Pasó el brazo alrededor de mi hombro.
—Sólo quería visitar a mi chica. Sé que me has echado de menos sin verme todas
las mañanas y eso —dijo engreídamente.
Todas mis amigas suspiraron y lo miraron con nostalgia.
—Podrías quitar tu brazo-para-putas de mí, Peter, por el amor de Dios; ¡no quiero
coger cualquier cosa! —le regañé, encogiéndome para alejarme.
Se rió de nuevo.
—No seas así, Ángel. Sólo quería hacerte saber que voy a llevarte a casa hoy. Tu
hermano tiene una cita, así que... —Se calló, sonriéndome.
¡Genial, simplemente genial! Me iba a llevar a casa. Fantástico. Él siempre hacía el
trayecto a casa lo más largo posible sólo para molestar mi vida externa.
Luego, insistiría en esperar en casa hasta que mi hermano llegase, lo que
significaba que tenía que cocinar para él también. ¡Maldita sea, es tan molesto!
—Está bien, Peter. Ahora corre, estoy segura de que tienes alguna ETS1 ( Enfermedad de
transmisión sexual.) más que propagar por ahí —le dije, agitando la mano con un
gesto molesto.
Se rió y me dio un beso en la mejilla mientras se ponía de pie.
—Finge todo lo que quieras, Ángel, los dos sabemos que vas a querer que duerma
contigo por la noche. —Me guiñó un ojo con malicia, dándole a lo que acababa de
decir un doble sentido, y rogué para que nadie más se diese cuenta.
—Claro que querré, Peter, porque estoy tan enamorada de ti. —Suspiré, poniendo
los ojos en blanco y frotándome la mejilla donde él me besó.
—Yo también te quiero. —Me sonrió mientras se alejaba de vuelta a la misma chica
de esta mañana. Pasó el brazo alrededor de su hombro, sus sucios, asquerosos
labios descendieron hasta los de ella. Fruncí el ceño, y aparté la mirada de nuevo a
mis amigos cuando comenzó a hacerlo con ella en medio del comedor.
Rochi, Sarah y la mitad de las chicas del comedor estaban mirándole con lujuria.
—Jeez, ¡este chico es tan jodidamente molesto! ¿Por qué mi hermano no podía
escoger un mejor amigo mejor, alguien que no fuera un arrogante, obsesivo,
gilipollas? —despotriqué, lanzando mis manos al aire.
—Oh, ¡deja de lloriquear! Peter Lanzani acaba de tener su brazo alrededor tuyo y
besado en la mejilla, daría cualquier cosa por tener esos dulces labios en mí —dijo
Sarah soñadoramente, haciéndome reír.
—Lo que sea. Vamos, vamos a nuestra próxima clase. —Le sugerí mientras
recogíamos nuestras bandejas e íbamos.
Después de clases me dirigí a regañadientes al estacionamiento, donde un
sonriente Peter se encontraba apoyado en su coche, esperándome.
—Hola preciosa. —Me guiñó un ojo coquetamente y abrió la puerta para mí.
—Hola Peter. —Me subí a su coche, ya molesta con su coqueto culo, si Gas
estuviese aquí lo habría abofeteado por esa.
Subió a mi lado.
—Así pues, Ángel, tengo que pasar por la tienda de camino a casa. —Puso el coche
en marcha y salimos del estacionamiento.
—Genial —murmuré. Decidí mirar por la ventada e ignorarle; seguía molesta con él
por todo la cosa de “diez minutos más” de esta mañana.
Se detuvo en el estacionamiento de la tienda unos minutos más tarde.
—Vamos, Ángel —dijo, saliendo. Me senté ahí y crucé mis brazos sobre el pecho,
rehusándome a bajar. Caminó alrededor del coche y abrió la puerta por mí—.
Vamos, Ángel —repitió, sosteniendo su mano para mí.
—No se necesitan dos para entrar, Peter. Esperaré aquí —respondí. Metió sus
manos en el coche y me recogió con facilidad, arrojándome por encima del
hombro, riendo. Dio un puntapié a la puerta para cerrarla y comenzó a caminar
hacia la tienda—. Ponme malditamente abajo, ¡imbécil! —grité, golpeándolo en la
espalda.
Él sólo se reía de mis escasos intentos de bajar, y siguió caminando. Una vez en la
tienda, finalmente me puso en mis pies. Miré alrededor, avergonzada, para
comprobar si alguien vio eso, pero parecía que no. Alargó la mano y metió algunos
mechones de pelo suelto detrás de la oreja, sus dedos demorándose en mi mejilla.
Golpeé su mano fuera de mi cara y lo miré enfadada.
—¡Eso fue tan vergonzoso! —siseé.
—¿Cuál es el problema? A la mayoría de chicas les encantaría que las hiciese eso —
replicó, encogiéndose de hombros y yendo hacia las revistas.
Pisoteé con el pie, luego me ruboricé porque había pisoteado como un niño
pequeño; por suerte, Peter no miraba, de lo contrario nunca hubiese oído el final de
esto. Agarró una revista de deportes y una barrita de chocolate y se dirigió al
mostrador para pagar.
Estaba felizmente hojeando la TeenVogue cuando dos chicos se acercaron a mí. Me
puse tensa.
—Bueno, hola aquí. —Uno de ellos ronroneó. Asentí con la cabeza en
reconocimiento y puse la revista de vuelta, alejándome con rapidez en busca de
Peter.
—Ey, ¿a dónde vas? —preguntó el otro, cogiendo mi mano.
Mi corazón empezó ha acelerarse mientras miraba alrededor, frenéticamente.
—Estoy buscando a mi novio —le mentí, tratando de sonar segura.
—¿Novio? No veo ningún novio —dijo el otro, burlándose de mí—. ¿Qué tal si
vamos a alguna parte y nos conocemos mejor? —ofreció el chico que estaba
sujetando mi mano, tirándome hacia él lentamente.
Me sentí enferma. Oh Dios, Peter, ¡ayúdame! Sé que soy patética, pero odio los
enfrentamientos y que la gente me toque, especialmente gente que no conozco.
—Ey, Ángel —dijo Peter, arrojando su brazo alrededor de mi hombro y mirando a
los dos chicos, que de inmediato soltaron la mano y dieron un paso atrás. Me
acerqué al lado de Peter y me presioné contra él con tanta fuerza que dolía—.
Espero que no estuvieran molestando a mi chica —dijo casualmente, pero podía oír
el enfado en su tono de voz. Peter siempre ha sido protector conmigo; una vez un
chico me empujó en un charco cuanto tenía siete, y Peter fue directamente a la casa
del muchacho y le dio un puñetazo en la cara.
—De ninguna manera, hombre. Estábamos hablando, eso es todo. —El chico
mintió, levantando las manos inocentemente.
—Está bien. Vamos entonces, Ángel, nos vamos a casa —dijo Peter, guiándome
hacia la puerta. Una vez fuera, se giró para mirarme—. ¿Estás bien? —preguntó,
revisándome preocupado. Estaba bien, mi corazón se detuvo de tratar de salir del
pecho tan pronto como oí su voz.
Asentí y le sonreí gratamente.
—Gracias —murmuré. Abrió la puerta del coche y esperó a que subiese antes de
rodearlo hacia su lado. Una vez dentro arrojó algo en mi regazo, miré hacia abajo a
la barrita de mi chocolate favorito. No pude evitar sonreír—. Gracias, Peter. —Él
siempre hacía cosas dulces como comprarme golosinas, era una lástima que fuese
un gigoló idiota, de lo contrario sería probablemente un buen chico.
Cuando llegué a casa, fui directamente a trabajar en la lasaña para cenar. Peter se
cernía detrás de mí alrededor de la cocina, haciéndome sentir violada mientras
miraba mi cuerpo.
—Por el amor de Dios, Peter, ¡mis ojos están aquí! —dije airadamente,
señalándome la cara.
Se rió.
—Wow, estás verdaderamente de mal humor conmigo hoy, ¿eh? —bromeó,
sonriendo.
—Si, lo estoy. No puedo creerme lo de esta mañana. No me gustan las prisas; me
he visto y sentido como una mierda todo el día —dije con acritud.
—Creo que te has visto caliente todo el día —respondió, encogiéndose de
hombros.
—Ugh, ¿puedes dejar de hablarme? No estoy de humor. —Tiré la comida en el
horno y me puse a preparar un poco de ensalada.
—Bien, lo que sea. —Se encogió de hombros otra vez y vino a mi lado,
ayudándome a preparar la ensalada. Estaba tan cerca de mí que podía sentir el
calor que irradiaba de su cuerpo al mío, era extrañamente calmante.
—Voy a ir a hacer los deberes. La lasaña estará hecha en una hora y media;
imagino que te quedas a cenar —dije. No era una pregunta, sabía que lo haría. No
estoy segura de que Gas le pidiese que se quedara conmigo cuando él estaba
fuera, pero Peter lo hacía siempre de todos modos.
—Seguro, viendo cómo me lo preguntas tan educadamente. —Sonrió.
—No estaba preguntando —gruñí sarcásticamente mientras me giraba para
alejarme.
Me agarró la mano y se acercó a mí, estaba tan cerca que mi pecho tocaba el suyo,
podía sentir su aliento soplando en mi cara.
—Ángel, lo siento por lo de esta mañana. Lo hago. Por favor deja de ser toda una
perra conmigo, no te pega —dijo en voz baja.
Respiré hondo y suspiré.
—Está bien, si, lo siento también. Supongo que he sido una zorra contigo —admití,
tratando de apartar la mirada de sus hermosos ojos azul cielo que se sentía como
si estuvieran viendo mi alma.
—Así que, ¿estoy perdonado? —preguntó, sonriendo.
Me gustaba este Peter, él que me cuidaba, él que era diferente cuando estábamos
por nuestra cuenta. Me puso su adorable carita de cachorro a la que no podía decir
que no, y sentí a mi voluntad de odiarlo desmoronarse.
Me reí y puse los ojos en blanco.
—Lo que sea. Voy a ir a hacer los deberes antes de cenar. —Me empujé fuera de su
retención y me alejé rápidamente.
Se sentía raro estar cerca de él de esa manera, todavía podía sentir el hormigueo
de electricidad fluyendo a través de la mano donde nos habíamos cogido, todavía
podía oler su dulce aliento que había soplado en mi cara. No tenía ni idea de la
atmósfera tan rara de la cocina; todo era muy confuso. Negué con la cabeza y
saqué mi tarea de cálculo, tratando de empezarla por lo menos.
Después de cenar en silencio, terminé mi tarea. Sólo eran las ocho y media así que
Peter decidió poner una película. Puso Destino Final, y nos sentamos en el sofá a
verla. Me sentí un poco incómoda por alguna razón que no podía entender. Estaba
sentada aquí como siempre, pero algo se sentía diferente. Le miré a escondidas
varias veces, estaba sentado ahí viendo la película, con una pierna doblada sobre la
otra, el brazo colgando casualmente en el respaldo de mi silla.
Ninguno de los dos se movió hasta que la peli terminó. Ahogué un bostezo.
—Creo que me voy a la cama, Peter, estoy muy cansada. —Murmuré, levantándome
y estirándome como un gato. Cuando lo miré de nuevo, me di cuenta de que me
estaba observando atentamente. Me aclaré la garganta ya que todavía seguía
mirándome fijamente con una extraña expresión en su cara.
—Oh, bien, sí, está bien. Voy directo a casa entonces, estaré de vuelta en media
hora —dijo, poniéndose de pie para salir.
Lo seguí y cerré la puerta detrás de él, un poco desconcertada. ¿Por qué era todo
tan tenso y extraño entre nosotros esta noche? Sería probablemente porque estaba
tan molesta con él esta mañana que hice las cosas un poco torpes.
Me cambié rápidamente a una camiseta sin mangas y pantalones cortos, me lavé
los dientes, el pelo, y me metí en la cama. Esta estaba fría y era demasiado grande,
al igual que cada noche. Después de unos veinte minutos o así, escuché a mi
ventana deslizarse y cerrarse de nuevo. Ropas cayeron al suelo y luego la cama se
hundió detrás de mí.
—Ey, ¿estás dormida? —susurró.
—No, todavía no —murmuré.
Levanté la cabeza para poder poner uno de sus brazos bajo mi cuello. Apretó el
pecho contra mi espalda y envolvió su otro brazo a mí alrededor, lanzando una
pierna sobre la mía. Le oí suspirar mientras me retorcía para acercarme más a él,
me encantaba que Peter durmiera conmigo, la cama no se sentía bien sin él.
—¿Qué pasa? —pregunté, tirando de sus brazos apretados a mi alrededor y
presionando mi rostro en su brazo, oliendo su increíble aroma que era como
ninguna otra cosa en el mundo.
—Nada, Ángel. Sólo estoy cansado, eso es todo —murmuró contra la parte
posterior de mi cabeza, presionando sus labios en mi pelo.
—Está bien. Buenas noches, Peter—susurré, besando su brazo.
—Buenas noches, Ángel —respondió, besando la parte de atrás de mi cabeza.
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Mas tiernoooos cuando estan juntito♥
ResponderEliminarmas noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
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