–Es estupenda, pero puede que tengamos un problema
porque no quiere lo que yo quiero –murmuró.
Y si no aprendía a controlarse, tarde
o temprano haría alguna estupidez. Y la próxima vez Lali podría marcharse.
CUANDO la cocina estuvo limpia y los
niños en la cuna, Lali se encerró en su habitación y Peter subió al coche para ir a casa de su
madre.
Llamó a la puerta de su habitación
con los nudillos y Gimena abrió inmediatamente.
–Hola, cariño...
–¿Por que no me habías dicho que
estaba comprometida?
Ella le hizo un gesto para que
entrase en la habitación.
–¿Quién?
–Lali–dijo Peter, dejándose caer
sobre una silla.
–Ah –su madre arrugó el ceño–. ¿Eso
importa?
–Solo si te importa que yo haga el
ridículo.
–¿Por qué ibas a hacer el ridículo,
hijo?
–Porque la he besado.
Gimena lo miró, perpleja.
–¿Has besado a una mujer que está
comprometida?
Peter levantó las manos al cielo.
–Yo no sabía que lo estuviera.
–Cariño, lo siento –se disculpó Gime–.
Se me había olvidado contártelo. Ya sabes que no me gustan los cotilleos, pero
el accidente fue lo peor que ha ocurrido en el pueblo en una década.
–¿Cande lo sabía?
–Lo sabe todo el mundo –respondió su
madre–. Pero con Gas en coma, todos pensábamos que tarde o temprano Lali reharía
su vida. Si Cande ha tenido algo que ver
con que la besaras, imagino que pensará como yo...
–Sigue llevando su anillo de
compromiso en una cadenita.
–Ah, qué romántico. Lali es muy leal.
–Gracias, mamá, eso me anima mucho –
Peter hizo una mueca–. Estoy intentando encontrar la forma de no pensar en
ella.
–Te gusta porque te ayuda con los
niños. Tal vez deberías salir más.
–No se me dan bien las relaciones, ya
lo sabes.
–Pues estás todo el día en casa, así
nunca podrás conocer a nadie.
Peter asintió con la cabeza. Tenía razón. Sus
sentimientos por Lali eran seguramente una extensión de estar juntos todo el
tiempo, como si fueran un matrimonio. Lo único que tenía que hacer era evitarla
en lo posible.
Pero a la mañana siguiente, en lugar
del habitual pijama de franela, Lali llevaba un bonito y suave pantalón
ajustado y Péter se dio prisa para no coincidir con ella. A las diez, lo llamó
para decir que los niños lo echaban de menos y escuchar su voz hizo que su
corazón se volviera loco.
Cenó en casa de su madre esa noche y
cuando volvió a la suya, afortunadamente Lali ya estaba en la cama. Peter dejó
escapar un suspiro de alivio... hasta la mañana siguiente, cuando apareció en
la cocina despeinada y con cara de sueño, recordándole cosas que no debería
recordar.
El viernes pensó que estaba
volviéndose loco. Se decía a sí mismo que el deseo que sentía por ella era
sencillamente porque no podía tenerla. Lali era la fruta prohibida, nada más.
El sábado, Robert les llevó el
almuerzo. Debería apartarse de Lali todo lo posible, pero allí estaba, a punto
de almorzar con ella.
–¿Lo pasaste bien ayer en casa de tu
madre?
Peter se puso tenso. Era la pregunta
que un amigo haría a otro amigo y una parte de él quería serlo, pero sabía cómo
terminaría eso. Cada vez que estaban cerca quería más...
Todo sería mucho más fácil si no
vivieran juntos, pensó.
–Ya sabes que mi madre es una
anfitriona estupenda y Emma organizó una cena fabulosa.
–¿Había alguien interesante en la
cena?
Mucha gente, pero si quería
distanciarse de Lali no deberían estar charlando. Él sabía que sus sentimientos
eran dictados por una mezcla de biología y hormonas. Era fácil para un hombre
sentirse atraído por una mujer que estaba ayudándolo con sus hijos y Lali era
muy tentadora, pero ni ella misma parecía saberlo.
Peter suspiró. A veces, la mejor
manera de solucionar un problema era sencillamente decir lo que uno pensaba.
–Sé que mi madre te ha hablado de la
madre de los niños.
–Sí, un poco –admitió ella.
–Bueno, pues deja que te yo cuente el
resto: Liliah era una egoísta, una bruja.
Lali soltó una carcajada.
–¿Una bruja?
–Te ríes porque a ti no te dejó
colgada con dos bebés.
–Pero tú lo llevas muy bien.
–No, no es verdad –Peter tiró la
servilleta sobre la mesa–. Lo llevo bien solo porque tú estás aquí. Sin ti, ni
siquiera sabría lo que es un andador o un parque y tendría a los niños en
brazos todo el tiempo.
–Seguro que Gimena te hubiera
dicho...
–No, por favor –la interrumpió él.
Lali puso cara de susto.
–¿Qué?
–En lo que se refiere a las mujeres
tengo algunos problemas, así que no deberías querer ser mi amiga. Y mucho menos
si estás comprometida con otro hombre. Así que, por favor, deja de ser tan
amable conmigo y sé solo una niñera.
En el silencio de la cocina podría
haberse escuchado la caída de un alfiler, pero Tom empezó a llorar en la
habitación...
–No debería haberse despertado aún –Lali
se levantó de la silla, agradeciendo la interrupción con toda su alma–. Voy a
cambiarle el pañal... y luego tengo que irme.
Peter notó el temblor en su voz y se
enfadó consigo mismo, pero era lo mejor.
–¿Tienes planes para hoy?
–Es sábado, el día que visito a Gas.
No solo se había mostrado grosero con
ella sino que lo había hecho el día que iba a ver a un hombre que estaba en
coma.
Sencillamente genial. Metía la pata
cada vez más.
–No deberías haberme ayudado esta
mañana. ¿Lo ves? Estas son las cosas que no quiero que hagas –Peter intentó
sonreír–. Quiero ser justo contigo, pero también quiero que tú seas justa
contigo misma.
–Muy bien –asintió Lali antes de ir a
su habitación.
Unos minutos después, mientras Peter acunaba
a su hijo, la puerta se cerró tras ella.
Lali se sentía tan herida que ni
siquiera encendió la radio del viejo coche mientras iba al hospital.
Entendía lo que Peter había dicho.
Estaban encariñándose el uno con el otro y no era buena idea, pero ella había
pensado que estaban haciéndose amigos. ¿Qué había de malo en ser amigos?
Aparentemente mucho, ya que Peter le
había dejado claro que no quería saber nada de ella. Y eso le había dolido.
Le había dolido mucho.
Se había acostumbrado a comer con él
en la cocina, a charlar mientras vestían y daban de comer a los niños. Y debía
admitir que esperaba ansiosa que volviese a casa todos los días.
Como si fuera su mujer.
Lali cerró los ojos. Le gustaba Peter,
pero tenía razón: no podía haber nada entre los dos. Ella lo sabía mejor que
nadie y distanciarse era la única solución.
¿Por qué le dolía tanto entonces?
Cuando llegó al hospital eran casi
las dos, pero no le sorprendió ver a los padres de Gas en la habitación. Iban
todos los días y probablemente estaban a punto de despedirse hasta el día
siguiente.
–Hola, Emily.
La madre de Gas se volvió.
–Ah, hola. Me preguntaba dónde
estarías.
–Tengo un trabajo –respondió Lali–.
Por eso no he podido venir antes.
–¿Un trabajo? –Emily frunció el ceño.
–Estoy cuidando de dos niños...
mellizos.
–Ah.
El tono de censura era evidente, pero
Lali no lo entendía.
–No he terminado mis estudios, así
que no hay muchas cosas que pueda hacer.
El padre de Gas, Nate, se acercó
entonces.
–Cuidar de unos mellizos debe ser
divertido.
–Sí, lo es –Lali sonrió, agradecida.
–Bueno, si eso es lo que necesitas me
parece bien –dijo Emily, aunque no parecía sincera del todo.
–No tengo seguro médico y el coche
que uso es de mi madre. Necesito dinero para gasolina y... en fin, mis padres
no pueden mantenerme para siempre.
–Tienes razón –Emily esbozó una
sonrisa forzada mientras tomaba su chaqueta del respaldo de una silla–. Nos
veremos la semana que viene, ahora estás ocupada.
Después de despedirse, Lali se volvió
hacia la cama.
Si no fuera por el tubo que tenía en
la garganta, Gas parecería dormido. Con los ojos cerrados y el gesto relajado
casi parecía el mismo de siempre...
Suspirando, se sentó al lado de la
cama.
–A tu madre no le hace gracia que
tenga un trabajo –empezó a decir–. Seguramente las enfermeras le habrán dicho
que no he venido esta semana, pero es que necesito trabajar. Mis padres no
pueden mantenerme para siempre y mira... –Lali se levantó la pernera del
pantalón– no es una maravilla, pero está curando. Puedo caminar y ya ni
siquiera tengo que hacer rehabilitación.
Luego se quedó callada un momento,
casi como si esperase que Gas respondiera.
–Estoy cuidando de dos mellizos
adorables, Alay y Tomas. Son hijos de Peter, el hijo de Peter Lanzani , así que
ya te puedes imaginar cómo van a mimarlos.
Lali se levantó y, mientras arreglaba
un poco la habitación, iba contándole las cosas que hacía cada día, las
anécdotas de la cocinera, la fiesta que Gimena había organizado.
–Imagina tener tanto dinero como para
hacer lo que quieras.
Lali rio, pero la risa hizo eco en la
silenciosa habitación. En otra ocasión no se hubiera dado cuenta, pero se había
acostumbrado al ruido, a tener a alguien con quien hablar, alguien que le
respondiera.
Aunque eso iba a terminar, Peter lo
había dejado bien claro.
No había ninguna razón para que
fueran amigos. Eran jefe y empleada, nada más.
Cuando el sol se puso y el mundo se
volvió oscuro de nuevo, se marchó del hospital. Normalmente, cuando subía al
coche después de visitar a Gas se sentía mejor, pero esa noche se sentía más
sola que nunca.
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PERDON, PERDON sobre todo a cielo que a firmado mucho en el blog y al anonimo que tambien firmo prfa pone tu nombre para poder identificarte.
No he podido subir porqe estamos ya en final de año y estan mandando muchas pruebas y trabajos ademas que trabajo los fines de semana no me queda mucho de tiempo pero a partir del 20 de diciembre les voy a subir capitulos continuamente
bueno chao nos leemos luego ✌
holaaaaaaaa!! soy nuevaaa!! me encaaaanta esta nove... como no son muchos caps pude leerla hoy!! me encantaaa!! besos!
ResponderEliminarno había visto que habías subido!!
ResponderEliminarPeter ya no sabe que hacer para alejarse de Lali pero no va a poder!!
Lali se siente sola porque no tiene a Gas y Peter la aleja!! :(
espero más cuando puedas, besos
esencialaliter.blogspot.com