EL SÁBADO, Peter se estiró
perezosamente, pero al ver la hora que era se levantó de un salto y corrió a la
habitación de los niños... para ver a Lali jugando con ellos sobre la alfombra.
–¿No es tu día libre?
Ella levantó la cabeza y, al verlo
con el torso desnudo, apartó la mirada. Pero no inmediatamente... no, se había
fijado en sus abdominales, estaba seguro.
Al principio, se enfadó consigo mismo
por no haberse puesto una camisa, pero de repente una absurda idea entró en su
cabeza: Lali se sentía atraída por él.
Le parecía bien. Al fin y al cabo,
era una chica encantadora que se portaba muy bien con sus hijos. Estando medio
dormido, no recordaba por qué eso era malo.
Lali se levantó de la alfombra.
–Tienes razón, es mi día libre y
tengo que empezar a moverme. Quería que desayunaras antes de dejarte solo con
los niños, por eso no te he despertado, pero tengo que irme.
Peter la vio salir, pensativo. Muy
bien, entonces no estaba tan contenta como él por la atracción que había entre
los dos, pero había visto el brillo de sus ojos cuando entró en la
habitación...
***
Lali salió de su dormitorio y el
corazón de Peter dio un vuelco. El jersey que llevaba marcaba sus curvas y las
gafas de sol le daban un aspecto elegante y sexy.
–Voy de compras con mi madre y luego
me vestiré en su casa para la fiesta. Cande y Trisha vendrán a las seis para
quedarse con los niños.
–Muy bien.
–Adiós.
Peter miró la puerta cerrada con el
corazón acelerado, sus hormonas enloquecidas.
Vico tenía razón, no podía pasar el
resto de su vida evitando a la familia porque su padre hubiera sido un canalla.
Y, si aceptaba sus consejos, tampoco podía pasar el resto de su vida evitando a
las mujeres por culpa de Liliah.
Había pasado un año desde que rompió
con él y, sin embargo, llevaba quince meses sin tener una relación. Era
comprensible que le gustase la única mujer con la que tenía contacto. Lali era
una chica atractiva, pero una relación con ella sería un error, de modo que la
respuesta tal vez no era despedirla sino encontrar otra mujer.
Tal vez era hora de volver a la
tierra de los vivos.
A las siete, Peter vaciló cuando iba
a salir de la casa. Esa tarde, Vico había conseguido que se comprometiera a
trabajar en la empresa familiar, esa era la buena noticia. La mala era que Lali
sería la niñera de sus hijos permanentemente y eso significaba salir con otras
mujeres para dejar de pensar en la niñera.
Pero ir a una fiesta que su madre
había organizado con la intención de que conociese a otras mujeres lo hacía
sentir incómodo.
–¿De verdad no te importa que me
vaya, Trisha?
Su sobrina soltó una carcajada. Tenía
el pelo largo como su madre y era delgada y alta como su padre.
–No te preocupes, tío Pitt, he
cuidado tantas veces de mi hermano Clayton que prácticamente lo he criado yo.
–Seguro que sí.
–En serio, vete. Si pasara algo,
llamaría al móvil de la abuela. Además, también tengo el móvil de tu niñera.
–¿Ah, sí?
–Me lo ha dado mi madre.
Era un poco raro que Lali no le
hubiese dado el número de su móvil, pensó Peter .
En fin, podía llamar al teléfono fijo
si quería algo. ¿Pero y si tenía que hablar con ella cuando no estaba en casa?
Su desconfianza aumentó, pero no
podía sospechar de todo el mundo. Si aquella no era la prueba de que tenía que
volver a salir con alguien no sabía cuál podría ser.
Entró en la casa principal por una
puerta lateral y atravesó varios pasillos antes de llegar al vestíbulo, con una
enorme lámpara de araña, suelos de mármol y cuadros que valían millones y que
decían a los invitados que su madre tenía más dinero que algunos países del
Tercer Mundo.
Gimena, con un vestido gris y una
chaqueta de un tejido brillante, se acercó con los brazos abiertos.
–Cariño, estás muy guapo.
Peter tiró del cuello de su camisa.
–Gracias.
–La mitad de los invitados han
llegado ya y he organizado esta fiesta para que saludases a todo Pine Ward, así
que mézclate con la gente.
Peter entró en el enorme salón,
decorado con modernos muebles en blanco y negro y alfombras blancas sobre el
suelo de madera. Era un sitio tan diferente al clásico vestíbulo que los
invitados solían quedarse parados en la puerta.
Él entró en el salón, decidido. Si
iba a volver al mundo de los vivos, tendría que hacerlo con ganas. Charló con
su hermano y su cuñada, saludó a viejos amigos a los que no había visto desde
que se marchó de Pine Ward y conoció a dos mujeres interesantes, Tina una
morena de enormes ojos azules y Marcie, una rubia agente inmobiliaria que
parecía claramente interesada. Pero, sin poder evitarlo, miraba hacia el
vestíbulo buscando a Lali.
–Su madre y ella han ido de compras.
Imagino que llegarán un poco más tarde.
Peter se volvió para mirar a su
cuñada.
–No estaba buscando a Lali.
–Sí estabas buscándola –Cande, con un
precioso vestido de cóctel negro, le hizo un guiño–. Es guapísima y tú eres un
hombre normal.
–Pues el hombre normal acaba de
conocer a dos mujeres muy atractivas –bromeó Peter, metiendo las manos en los
bolsillos del pantalón.
Su cuñada soltó una risita.
–Lo he visto, pero ninguna de ellas
es tan guapa o tan encantadora como Lali.
–¿Qué quieres decir con eso? ¿Crees
que debería tener una relación con una empleada?
–Creo que deberías hacer lo que te
dicte el corazón.
Antes de que Peter pudiera replicar, Lali
y sus padres entraron en el salón.
Ella llevaba un top sin mangas de
color beige con un pantalón a juego. Muy elegante, aunque poco revelador. Pero
estaba tan guapa... era lógico que las otras mujeres no lo hubieran interesado.
–Si vas ahora mismo se va a notar
mucho –bromeó su cuñada.
–No pensaba ir ahora mismo, pero
cuando lo haga será simplemente como amigo. Es mi niñera, no estoy interesado.
–Sí, claro, estás ahí mirándola como
un crío porque no te sientes atraído
por ella – Cande le dio la vuelta, empujándolo hacia delante–. Charla con los
demás invitados y cuando Lali se acerque intenta fingir que lo estás pasando
bien.
–No voy detrás de Lali–insistió Peter.
–Lo que tú digas.
–Es una empleada que vive en mi casa
y yo soy un hombre que ya no puede confiar en nadie. Lali merece algo mejor.
–Liliah fue un obstáculo que la vida
te puso por delante, pero has vuelto a casa y vas a empezar de nuevo. Date un
respiro y ve tras la mujer que te interesa sin darle tantas vueltas.
Peter se alejó sacudiendo la cabeza y
estuvo casi una hora charlando con otros invitados sobre proyectos
inmobiliarios, escrituras, obras. Hizo lo mismo durante la cena y cuando llegó
la hora del baile, pero ninguna de aquellas mujeres lo interesaba de verdad y
no podía dejar de buscar a Tory con la mirada... hasta que no pudo encontrarla
entre la gente.
Estaba casi seguro de que sus padres
y ella se habían ido sin despedirse cuando la vio entre la gente.
Podría haber sido la hija o la esposa
de uno de los invitados más acaudalados. Alta, elegante, bien peinada. Aunque
las demás mujeres llevaban vestidos y mostraban las piernas, ella llamaba la
atención más que ninguna.
Si quería empezar de nuevo, si
merecía una segunda oportunidad, ¿no debería buscarla?
Sin darse más tiempo para pensar, se
dirigió hacia ella.
–¿Estás intentando hacerte la
interesante?
–¿Perdona?
–Me refiero a ese conjunto. Todas las
demás mujeres llevan vestido.
Lali se puso colorada y Peter deseó darse de tortas... ¿por qué había
tenido que decir eso?
Ella se aclaró la garganta.
–Tuve un accidente de moto hace unos
años y me rompí la pierna por varios sitios –empezó a decir–. Ahora está mejor,
pero... aún me quedan muchas cicatrices.
Vaya, el fracaso más grande en la
historia de los flirteos, pensó Peter .
–Lo siento mucho, yo...
Ella puso una mano en su brazo.
–No pasa nada, ya no tienen que
seguir operándome y he terminado la rehabilitación. Estoy bien.
El roce de su mano lo hizo sentir
algo especial, no sabía bien qué. Lali era guapa, inteligente y le gustaba
mucho, pero estaba portándose como un completo idiota. No debería haberle hecho
caso a Cande .
Peter suspiró, sin saber qué decir.
Además, no quería hablar sobre algo que la deprimiera.
–¿Quieres que bailemos? –le preguntó,
ofreciéndole su mano.
Lali miró alrededor, como si
estuviera buscando una forma de escapar, y él tragó saliva, decepcionado. No
podía haber confundido cómo lo miraba. No, sabía que no era así.
–No debería haber hecho ese
comentario sobre tu conjunto, pero si te sirve de consuelo creo que me ha
avergonzado a mí mismo mucho más que a ti. Baila conmigo para demostrar que me
has perdonado.
Ella sonrió.
–¿De verdad te sientes avergonzado?
Si así conseguía que bailase con él y
se olvidara de la conversación...
–Sí.
Lali tomó su mano.
–Muy bien.
Peter la llevó hacia la zona que Gimena
había habilitado como pista de baile y ella tuvo que hacer un esfuerzo para
disimular su agitación. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que
sintió el calor del cuerpo de un hombre que le costaba respirar.
–¿Tienes frío?
–No, no.
Peter era su jefe y estaba siendo
amable con ella, se repetía a sí misma. Solo era un baile, no iba a pasar nada.
–Me gusta la casa de tu madre.
–Sí, a ella también. Pero no me
gustaría tener que pagar las facturas que mi madre paga todos los meses.
Lali sonrió.
–Es que le gusta tenerlo todo tan
bonito.
–Cuando éramos pequeños no había
ninguna habitación que estuviera prohibida para nosotros, pero un equipo de
limpieza entraba detrás de nosotros para dejarlas relucientes.
–¿En serio?
–Sí –respondió peter –. Por eso no
quiero tenr una casa como esta. No quiero que Alay y Tomas sientan la presión
de ser perfectos. ¿Te puedes imaginar la que organizarán los mellizos cuando
tengan cuatro o cinco años?
Lali podía hacerlo, desde luego.
Podía ver dibujos en las paredes, zumos sobre la alfombra, manchas de barro por
todo el suelo.
–A lo mejor tienes suerte y se portan
como dos angelitos.
–Vico era el niño perfecto y metió
una rata en su dormitorio.
Ella se echó hacia atrás, haciendo
una mueca.
–¡Una rata!
–No la encontró en la calle, la
compró en una tienda de animales.
–Pero las ratas propagan enfermedades
y tienen unos dientes puntiagudos...
–Pues Vico estaba loco por ella.
Mientras daban vueltas por la pista
de baile, el calor de su cuerpo parecía traspasarla.
–Aquí hace un poco de calor, ¿no?
–Seguramente tienes calor porque
estamos bailando.
–Tal vez.
Sin dejar de bailar, Peter la llevó
hacia la puerta que daba al jardín. Era una noche de octubre inusualmente
cálida...
–¿Por qué no salimos un rato?
Lali se apartó un poco, aclarándose
la garganta.
–Debería ir a buscar a mis padres.
–Pero si aún no has bebido nada. Y
tampoco has comido mucho. No es que haya estado vigilándote, pero he notado que
no parecías disfrutar mucho de la fiesta.
–Es una fiesta estupenda...
–Entonces, salgamos un rato –insistió
él–. Fuera se está mejor.
–Muy bien, como quieras.
Salieron al jardín y Peter la llevó hacia los rosales de su madre.
–Mira, la luna está muy bonita.
–Sí, pero tengo que buscar a mis
padres. Es tarde y tal vez quieran volver a casa –dijo Lali, nerviosa.
Y él tendría que quedarse allí dos
horas más, mezclándose con gente que no le interesaba nada.
–Puedes quedarte el tiempo que
quieras, yo te acompañaré después.
–No hace falta.
Peter tiró de su mano cuando iba a
darse la vuelta, pero lo hizo con demasiada fuerza y Lali prácticamente cayó
sobre su pecho. Y entonces, estando tan cerca, hizo algo que le parecía tan
natural como respirar: inclinó la cabeza para buscar sus labios y, al rozarlos,
experimentó un deseo que no había experimentado nunca. Había algo en aquella
mujer que lo atraía poderosamente, algo que lo empujaba a desear más, a tomar
más.
Y ella respondió. Aunque al principio
había parecido un poco asustada, Lali le devolvió el beso y Peter supo sin la
menor sombra de duda que sentía lo mismo que él.
Pero, de repente, se apartó, como si
no pudiera respirar, y entró corriendo en el salón.
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Hola, Hola volvi no me podia conectar porque tenia mucha tarea Peerdon
Vierron lo que paso que va a pasar ahora?¿
¿Lali va a seguir trabajando para peter?
cuando subiras?? o cada cuanto?
ResponderEliminarla verdad no lose, porque eso depende de cuanta tarea me manden en el colegio.... pero voy a intentar subir lo mas que pueda
EliminarHolaaaa sube mas cuandoo puedas ehh avisamee me encanta tu novela :D http://casijuegosca.blogspot.com.ar/
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