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sábado, 12 de octubre de 2013

Capitulo: 8

  

             
            EL SÁBADO, Peter se estiró perezosamente, pero al ver la hora que era se levantó de un salto y corrió a la habitación de los niños... para ver a Lali jugando con ellos sobre la alfombra.
            –¿No es tu día libre?
            Ella levantó la cabeza y, al verlo con el torso desnudo, apartó la mirada. Pero no inmediatamente... no, se había fijado en sus abdominales, estaba seguro.
            Al principio, se enfadó consigo mismo por no haberse puesto una camisa, pero de repente una absurda idea entró en su cabeza: Lali se sentía atraída por él.
            Le parecía bien. Al fin y al cabo, era una chica encantadora que se portaba muy bien con sus hijos. Estando medio dormido, no recordaba por qué eso era malo.
            Lali se levantó de la alfombra.
            –Tienes razón, es mi día libre y tengo que empezar a moverme. Quería que desayunaras antes de dejarte solo con los niños, por eso no te he despertado, pero tengo que irme.
            Peter la vio salir, pensativo. Muy bien, entonces no estaba tan contenta como él por la atracción que había entre los dos, pero había visto el brillo de sus ojos cuando entró en la habitación...
            ***

             
             
            Lali salió de su dormitorio y el corazón de Peter dio un vuelco. El jersey que llevaba marcaba sus curvas y las gafas de sol le daban un aspecto elegante y sexy.
            –Voy de compras con mi madre y luego me vestiré en su casa para la fiesta. Cande y Trisha vendrán a las seis para quedarse con los niños.
            –Muy bien.
            –Adiós.
            Peter miró la puerta cerrada con el corazón acelerado, sus hormonas enloquecidas.
            Vico tenía razón, no podía pasar el resto de su vida evitando a la familia porque su padre hubiera sido un canalla. Y, si aceptaba sus consejos, tampoco podía pasar el resto de su vida evitando a las mujeres por culpa de Liliah.
            Había pasado un año desde que rompió con él y, sin embargo, llevaba quince meses sin tener una relación. Era comprensible que le gustase la única mujer con la que tenía contacto. Lali era una chica atractiva, pero una relación con ella sería un error, de modo que la respuesta tal vez no era despedirla sino encontrar otra mujer.
            Tal vez era hora de volver a la tierra de los vivos.
             
             
            A las siete, Peter vaciló cuando iba a salir de la casa. Esa tarde, Vico había conseguido que se comprometiera a trabajar en la empresa familiar, esa era la buena noticia. La mala era que Lali sería la niñera de sus hijos permanentemente y eso significaba salir con otras mujeres para dejar de pensar en la niñera.
            Pero ir a una fiesta que su madre había organizado con la intención de que conociese a otras mujeres lo hacía sentir incómodo.
            –¿De verdad no te importa que me vaya, Trisha?
            Su sobrina soltó una carcajada. Tenía el pelo largo como su madre y era delgada y alta como su padre.
            –No te preocupes, tío Pitt, he cuidado tantas veces de mi hermano Clayton que prácticamente lo he criado yo.
            –Seguro que sí.
            –En serio, vete. Si pasara algo, llamaría al móvil de la abuela. Además, también tengo el móvil de tu niñera.
            –¿Ah, sí?
            –Me lo ha dado mi madre.
            Era un poco raro que Lali no le hubiese dado el número de su móvil, pensó Peter .
            En fin, podía llamar al teléfono fijo si quería algo. ¿Pero y si tenía que hablar con ella cuando no estaba en casa?
            Su desconfianza aumentó, pero no podía sospechar de todo el mundo. Si aquella no era la prueba de que tenía que volver a salir con alguien no sabía cuál podría ser.
            Entró en la casa principal por una puerta lateral y atravesó varios pasillos antes de llegar al vestíbulo, con una enorme lámpara de araña, suelos de mármol y cuadros que valían millones y que decían a los invitados que su madre tenía más dinero que algunos países del Tercer Mundo.
            Gimena, con un vestido gris y una chaqueta de un tejido brillante, se acercó con los brazos abiertos.
            –Cariño, estás muy guapo.
            Peter tiró del cuello de su camisa.
            –Gracias.
            –La mitad de los invitados han llegado ya y he organizado esta fiesta para que saludases a todo Pine Ward, así que mézclate con la gente.
            Peter entró en el enorme salón, decorado con modernos muebles en blanco y negro y alfombras blancas sobre el suelo de madera. Era un sitio tan diferente al clásico vestíbulo que los invitados solían quedarse parados en la puerta.
            Él entró en el salón, decidido. Si iba a volver al mundo de los vivos, tendría que hacerlo con ganas. Charló con su hermano y su cuñada, saludó a viejos amigos a los que no había visto desde que se marchó de Pine Ward y conoció a dos mujeres interesantes, Tina una morena de enormes ojos azules y Marcie, una rubia agente inmobiliaria que parecía claramente interesada. Pero, sin poder evitarlo, miraba hacia el vestíbulo buscando a Lali.
            –Su madre y ella han ido de compras. Imagino que llegarán un poco más tarde.
            Peter se volvió para mirar a su cuñada.
            –No estaba buscando a Lali.
            –Sí estabas buscándola –Cande, con un precioso vestido de cóctel negro, le hizo un guiño–. Es guapísima y tú eres un hombre normal.
            –Pues el hombre normal acaba de conocer a dos mujeres muy atractivas –bromeó Peter, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón.
            Su cuñada soltó una risita.
            –Lo he visto, pero ninguna de ellas es tan guapa o tan encantadora como Lali.
            –¿Qué quieres decir con eso? ¿Crees que debería tener una relación con una empleada?
            –Creo que deberías hacer lo que te dicte el corazón.
            Antes de que Peter pudiera replicar, Lali y sus padres entraron en el salón.
            Ella llevaba un top sin mangas de color beige con un pantalón a juego. Muy elegante, aunque poco revelador. Pero estaba tan guapa... era lógico que las otras mujeres no lo hubieran interesado.
            –Si vas ahora mismo se va a notar mucho –bromeó su cuñada.
            –No pensaba ir ahora mismo, pero cuando lo haga será simplemente como amigo. Es mi niñera, no estoy interesado.
            –Sí, claro, estás ahí mirándola como un crío porque no te sientes atraído por ella – Cande le dio la vuelta, empujándolo hacia delante–. Charla con los demás invitados y cuando Lali se acerque intenta fingir que lo estás pasando bien.
            –No voy detrás de Lali–insistió Peter.
            –Lo que tú digas.
            –Es una empleada que vive en mi casa y yo soy un hombre que ya no puede confiar en nadie. Lali merece algo mejor.
            –Liliah fue un obstáculo que la vida te puso por delante, pero has vuelto a casa y vas a empezar de nuevo. Date un respiro y ve tras la mujer que te interesa sin darle tantas vueltas.
            Peter se alejó sacudiendo la cabeza y estuvo casi una hora charlando con otros invitados sobre proyectos inmobiliarios, escrituras, obras. Hizo lo mismo durante la cena y cuando llegó la hora del baile, pero ninguna de aquellas mujeres lo interesaba de verdad y no podía dejar de buscar a Tory con la mirada... hasta que no pudo encontrarla entre la gente.
            Estaba casi seguro de que sus padres y ella se habían ido sin despedirse cuando la vio entre la gente.
            Podría haber sido la hija o la esposa de uno de los invitados más acaudalados. Alta, elegante, bien peinada. Aunque las demás mujeres llevaban vestidos y mostraban las piernas, ella llamaba la atención más que ninguna.
            Si quería empezar de nuevo, si merecía una segunda oportunidad, ¿no debería buscarla?
            Sin darse más tiempo para pensar, se dirigió hacia ella.
            –¿Estás intentando hacerte la interesante?
            –¿Perdona?
            –Me refiero a ese conjunto. Todas las demás mujeres llevan vestido.
            Lali se puso colorada y  Peter deseó darse de tortas... ¿por qué había tenido que decir eso?
            Ella se aclaró la garganta.
            –Tuve un accidente de moto hace unos años y me rompí la pierna por varios sitios –empezó a decir–. Ahora está mejor, pero... aún me quedan muchas cicatrices.
            Vaya, el fracaso más grande en la historia de los flirteos, pensó Peter .
            –Lo siento mucho, yo...
            Ella puso una mano en su brazo.
            –No pasa nada, ya no tienen que seguir operándome y he terminado la rehabilitación. Estoy bien.
            El roce de su mano lo hizo sentir algo especial, no sabía bien qué. Lali era guapa, inteligente y le gustaba mucho, pero estaba portándose como un completo idiota. No debería haberle hecho caso a Cande .
            Peter suspiró, sin saber qué decir. Además, no quería hablar sobre algo que la deprimiera.
            –¿Quieres que bailemos? –le preguntó, ofreciéndole su mano.
            Lali miró alrededor, como si estuviera buscando una forma de escapar, y él tragó saliva, decepcionado. No podía haber confundido cómo lo miraba. No, sabía que no era así.
            –No debería haber hecho ese comentario sobre tu conjunto, pero si te sirve de consuelo creo que me ha avergonzado a mí mismo mucho más que a ti. Baila conmigo para demostrar que me has perdonado.
            Ella sonrió.
            –¿De verdad te sientes avergonzado?
            Si así conseguía que bailase con él y se olvidara de la conversación...
            –Sí.
            Lali tomó su mano.
            –Muy bien.
            Peter la llevó hacia la zona que Gimena había habilitado como pista de baile y ella tuvo que hacer un esfuerzo para disimular su agitación. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que sintió el calor del cuerpo de un hombre que le costaba respirar.
            –¿Tienes frío?
            –No, no.
            Peter era su jefe y estaba siendo amable con ella, se repetía a sí misma. Solo era un baile, no iba a pasar nada.
            –Me gusta la casa de tu madre.
            –Sí, a ella también. Pero no me gustaría tener que pagar las facturas que mi madre paga todos los meses.
            Lali sonrió.
            –Es que le gusta tenerlo todo tan bonito.
            –Cuando éramos pequeños no había ninguna habitación que estuviera prohibida para nosotros, pero un equipo de limpieza entraba detrás de nosotros para dejarlas relucientes.
            –¿En serio?
            –Sí –respondió peter –. Por eso no quiero tenr una casa como esta. No quiero que Alay y Tomas sientan la presión de ser perfectos. ¿Te puedes imaginar la que organizarán los mellizos cuando tengan cuatro o cinco años?
            Lali podía hacerlo, desde luego. Podía ver dibujos en las paredes, zumos sobre la alfombra, manchas de barro por todo el suelo.
            –A lo mejor tienes suerte y se portan como dos angelitos.
            –Vico era el niño perfecto y metió una rata en su dormitorio.
            Ella se echó hacia atrás, haciendo una mueca.
            –¡Una rata!
            –No la encontró en la calle, la compró en una tienda de animales.
            –Pero las ratas propagan enfermedades y tienen unos dientes puntiagudos...
            –Pues Vico estaba loco por ella.
            Mientras daban vueltas por la pista de baile, el calor de su cuerpo parecía traspasarla.
            –Aquí hace un poco de calor, ¿no?
            –Seguramente tienes calor porque estamos bailando.
            –Tal vez.
            Sin dejar de bailar, Peter la llevó hacia la puerta que daba al jardín. Era una noche de octubre inusualmente cálida...
            –¿Por qué no salimos un rato?
            Lali se apartó un poco, aclarándose la garganta.
            –Debería ir a buscar a mis padres.
            –Pero si aún no has bebido nada. Y tampoco has comido mucho. No es que haya estado vigilándote, pero he notado que no parecías disfrutar mucho de la fiesta.
            –Es una fiesta estupenda...
            –Entonces, salgamos un rato –insistió él–. Fuera se está mejor.
            –Muy bien, como quieras.
            Salieron al jardín y  Peter la llevó hacia los rosales de su madre.
            –Mira, la luna está muy bonita.
            –Sí, pero tengo que buscar a mis padres. Es tarde y tal vez quieran volver a casa –dijo Lali, nerviosa.
            Y él tendría que quedarse allí dos horas más, mezclándose con gente que no le interesaba nada.
            –Puedes quedarte el tiempo que quieras, yo te acompañaré después.
            –No hace falta.
            Peter tiró de su mano cuando iba a darse la vuelta, pero lo hizo con demasiada fuerza y Lali prácticamente cayó sobre su pecho. Y entonces, estando tan cerca, hizo algo que le parecía tan natural como respirar: inclinó la cabeza para buscar sus labios y, al rozarlos, experimentó un deseo que no había experimentado nunca. Había algo en aquella mujer que lo atraía poderosamente, algo que lo empujaba a desear más, a tomar más.
            Y ella respondió. Aunque al principio había parecido un poco asustada, Lali le devolvió el beso y Peter supo sin la menor sombra de duda que sentía lo mismo que él.

            Pero, de repente, se apartó, como si no pudiera respirar, y entró corriendo en el salón.  


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Hola, Hola volvi no me podia conectar porque tenia mucha tarea Peerdon
   Vierron lo que paso que va a pasar ahora?¿
  ¿Lali va a seguir trabajando para peter?

3 comentarios:

  1. cuando subiras?? o cada cuanto?

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    Respuestas
    1. la verdad no lose, porque eso depende de cuanta tarea me manden en el colegio.... pero voy a intentar subir lo mas que pueda

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  2. Holaaaa sube mas cuandoo puedas ehh avisamee me encanta tu novela :D http://casijuegosca.blogspot.com.ar/

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